| Beatificación de Juan Pablo II
Representantes religiosos destacan herencia del papa Karol Wojtyla
MARIÁNGELA LANDO BIORD , RAFAEL RODRÍGUEZ , FRANK LÓPEZ BALLESTEROS , CARMEN M. RODRÍGUEZ T. , OCARINA ESPINOZA , CARMEN M. RODRÍGEZ T. | EL UNIVERSAL
sábado 30 de abril de 2011 12:00 AM
El Ecumenismo fue uno de principales legados del largo papado de Juan Pablo II.
Ante la pregunta de ¿cuál es el legado de Juan Pablo II?, representantes en Venezuela de seis religiones coincidieron en exaltar su acercamiento a otros credos y otras creencias.
Desde su llegada al Trono de Pedro, en octubre de 1978, hasta su muerte el 2 de abril de 2005, tendió la mano a credos y a religiones distintos.
No solamente fue el primer pontífice en orar en una sinagoga o en una mezquita, en ser bendecido por un chamán o en participar en un rito tribal, sino que también dio a conocer la fe católica en todo el mundo, popularizó las doctrinas cristianas y puso al alcance de todos los conceptos, formas y modos de la Iglesia.
En su papado de 26 años y cinco meses, el polaco Karol Wojtyla llevó a todos los rincones del planeta la palabra de Dios.
Hablaba a los fieles de los cinco continentes en su propio idioma, con palabras sencillas y con un mensaje claro de tolerancia, respeto por la vida, por la familia, por la libertad y por la igualdad.
Ese mensaje ecuménico y esa inclusión para con los otros credos le valió a Juan Pablo II el respeto y el aprecio de sus iguales en las demás iglesias.
Ortodoxos, anglicanos, luteranos, calvinistas, musulmanes y judíos tuvieron todos palabras de apoyo al papa polaco, que pidió perdón por los abusos pasados de la Iglesia católica.
Indígenas, hebreos, musulmanes y aborígenes por igual aceptaron las disculpas del Pontífice romano, quien reconoció públicamente los errores de sus antecesores e incluso reivindicó a personajes históricos condenados en el pasado.
Al ser elevado a los altares con su beatificación el próximo domingo 1 de mayo, la apertura de Juan Pablo II a otros credos vuelve a ganarle reconocimiento interreligioso.
Incluso credos que no contemplan la opción de la santidad ven la beatificación de Wojtyla como un reconocimiento a su mensaje de amor, de respeto, de tolerancia, de libertad y de perdón.
Se le reconoce a Juan Pablo II el hecho de haberse acercado a otras religiones con humildad y con respecto, sin prepotencia y con candor.
También se elogia su aceptación de los ritos, costumbres y creencias ajenos, sobre todo en América, en Asia, en África y en Oceanía, continentes en los que entró en contacto con cultos aborígenes o tribales, a los que trató como iguales a los de la Iglesia católica.
Wojtyla no logró visitar Rusia ni China durante su pontificado, aunque intentó en repetidas oportunidades obtener la autorización de las autoridades políticas y religiosas correspondientes.
Su lucha sin cuartel contra el comunismo, las dictaduras, la violencia, las guerras, el aborto, las drogas, el alcohol, la pérdida de la fe y la banalización de la vida marcó su permanencia en el Trono de Pedro, y lo convirtió en ícono de la lucha contra el régimen soviético, los conflictos armados y los excesos entre los jóvenes.
También fue ejemplo su entereza ante la enfermedad, su apoyo moral a los ancianos, los discapacitados y los que sufren.
Juan Pablo II padeció mal de Parkinson durante los últimos años de su vida, pero jamás dejó de besar el suelo que pisaba al llegar a un país. Aunque se desplazaba más despacio y hablaba más lento, no perdió nunca el sentido del humor ni el espíritu jovial que marcó su pontificado y lo acercó a todas las naciones y todas las creencias.
Para Monseñor Baltazar Porras, arzobispo de la Arquidiócesis de Mérida, la repercusión histórica de la figura de Juan Pablo II trasciende a la propia religión católica y destaca la humanización de lo religioso como el mayor de sus legados.
«El legado principal de Juan Pablo II es el reconciliar el mensaje religioso y la representación de lo religioso como cercano al ser humano, unido a lo que son sus angustias, principalmente de los derechos humanos, de la libertad», señala.
«Esto con un gran sentido de cercanía y sintonía con la gente, independientemente del credo religioso que tuvieran o de lo que pensaran en cualquier otro orden de cosas y esto es quizás una de las características singulares de Juan Pablo II», agrega el vicepresidente del Consejo Episcopal Latinoamericano y ex presidente de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), quien destaca la proyección de Juan Pablo II como una figura universal.
«Ha sido reconocido o admirado por personas de otras religiones de otros credos y de toda la gama del pensamiento intelectual y popular del mundo», destaca. A juicio de Porras, la beatificación de Karol Wojtyla rompe esquemas tradicionales.
«La beatificación de Juan Pablo II es expresión también de una realidad que rompe los esquemas tradicionales de un proceso de beatificación porque la personalidad de él, el haber viajado por todo el mundo, el entrar en contacto de manera directa con cantidad de personas de instituciones, avalado por las nuevas tecnologías, hace de su personas y de su mensaje alguien a quien muchísima gente, no solo los creyentes, lo sienten cercano y sienten que refleja las inquietudes que tienen que ver con los derechos fundamentales y con la libertad, incluida en ella la libertad religiosa», enfatizó.
Durante muchos siglos los judíos romanos vivieron a la sombra de la majestuosidad del Vaticano, que sucesivamente había tenido diferencias con los miembros de esta religión.
Las relaciones entre la Iglesia Católica y el judaísmo fueron difíciles a lo largo de muchos siglos, y en la capital italiana, en la Sinagoga de Roma, por Lungotevere Cenci, justo frente a la entrada del antiguo gueto, en abril de 1986, el papa Juan Pablo II fue el primer pontífice que asistió a un servicio de la sinagoga, turnándose con el rabino principal de Roma para leer los salmos.
«Ustedes son nuestros hermanos bienamados, y en cierto modo son nuestros hermanos mayores», exclamó el Papa, con lo que de alguna forma, católicos y judíos se reconciliaban entre sí frente a innumerables discordias, dudas y miedos. Así, Juan Pablo II fue un hombre de gestos colosales.
«Sobre la beatificación tenemos unas cosas claras, y es que ni delante de Moisés nos arrodillamos… pero si podemos destacar que como persona y como miembro de la Iglesia Católica hizo buenas acciones con la sociedad, trató de acercarse a los judíos, tendiendo contactos…», expresa un miembro del rabinato en Venezuela.
En marzo de 2000, en pleno año del Jubileo, Juan Pablo II estuvo en Israel. Su visita a la cuna del cristianismo tuvo gran significado. En un mensaje dejado en las piedras del Muro de los Lamentos, Karol Wojtyla pidió perdón por «el comportamiento de cuantos en el curso de la historia han hecho sufrir a éstos tus hijos», comprometiéndose a establecer una «auténtica fraternidad con el pueblo de la alianza».
Para la monja budista Marina Tirado, directora del centro Zen Bodai Shin, la beatificación de Juan Pablo II es algo positivo, en especial por las referencias al amor que el pontífice hizo a lo largo de su vida y que van de la mano con la religión que ella profesa.
El budismo es una de las principales religiones del mundo en relación a la cantidad de practicantes, en su mayoría orientales. Son no teístas y profesan una filosofía de vida basada en el «despertar» y en la búsqueda de un «punto medio».
Tirado destaca la apertura de Juan Pablo II con las otras religiones -incluido el budismo-, y recuerda la reunión que tuvo el fallecido pontífice con el Dalai Lama en el año 2003.
Durante esta visita el monje budista afirmó: «le expresé a Juan Pablo II mi admiración por lo que hace por la paz y por la armonía religiosa en el mundo».
En este sentido Tirado agregó: «todas las iglesias deberían tener una apertura y promover el diálogo entre las religiones».
Para la monja Juan Pablo II fue un papa «muy especial». Además de por promover la compasión, el amor y la tolerancia entre las religiones, por su voluntad de acercarse a las personas que en realidad los necesitaban.
«Se dedicó mucho a la gente, fue muy compasivo con los demás, no se quedó en las cuatro paredes del Vaticano. Fue un profeta, un evangelizador se preocupó mucho, hablo mucho», recordó.
La religiosa budista confiesa que pese a no saber cuál es el concepto católico de qué es un Santo o sobre si Juan Pablo II hizo o no milagros, se merece la beatificación por su apertura.
Monseñor Orlando Guerrero, obispo de la Iglesia anglicana de la Diócesis Venezolana, considera que el papa Juan Pablo II representó la apertura hacia el ecumenismo, es decir, la unidad de la Iglesia de Cristo sin importar los credos, con lo que también dio «ejemplo de humildad en el mundo».
«El ecumenismo recuerda que la fe de Cristo es una sola y Juan Pablo II hizo hincapié en que aunque la Iglesia esté dividida razones políticas o dogmáticas, es necesario que la fe sea una. Lo admiro por eso, los anglicanos somos muy ecuménicos», dijo. Otra de las grandes enseñanzas, según Guerrero, fue la apertura de la fe a la juventud, y el impulso de «una iglesia del presente, viva y joven».
Aunque es difícil resumir 26 años de ejercicio papal, como fue el caso de Juan Pablo II, el obispo señala que entre sus más significativas encíclicas y exhortaciones estuvo la del derecho a la vida y la firmeza en la fe.
«Eso fue fundamental así como lo fue la defensa de la familia. Todo ello ha sido una gran bendición para la iglesia de Cristo».
Sobre la beatificación manifiesta que aunque la Iglesia anglicana no canoniza viven por igual el júbilo que este acto significa para los católicos romanos.
Dijo que los episcopales venezolanos están contentos por su elevación dentro de la Iglesia católica romana: «Compartimos con su eminencia el cardenal Jorge Urosa Sabino, con quien nos unen muchos lazos de amistad y ecumenismo, la gran alegría que embarga la Iglesia Romana en el mundo».
Aplaude la presencia de la Iglesia anglicana en Roma para la beatificación.
«Juan Pablo II representó para el mundo, y en concreto para el cristianismo oriental, una ventana abierta de parte de Occidente para la espiritualidad del Oriente», así lo afirma el padre Fernando Rivas o «Elias», representante en Venezuela de la iglesia ortodoxa griega del viejo calendario.
Los cristianos ortodoxos son la tercera comunidad cristiana, después de los romanos y de los protestantes. y poseen un aproximado de 225 millones de fieles en todo el mundo, la mayorías de estos en Europa del Este.
Son independientes del Vaticano, por lo que no tienen que responder a la figura del Papa como jerarca. Pese a la distancia que en algunos momentos hubo entre las dos religiones, durante el pontificado de Juan Pablo II la distancia se acortaron.
Para el padre Elías, el papa fallecido tenía las mismas características de Juan XXIII y cita una de sus famosas frases: «hay que aprender a respirar con los dos pulmones». Para el líder ortodoxo los dos pulmones hacen referencia a las religiones de Oriente y Occidente.
Además recordó la importancia que tuvieron las conversaciones ecuménicas, en particular las de san Francisco de Asís.
El líder religiosos se deslinda de su posición de representante de los ortodoxos griegos en Caracas y afirma sentirse «orgulloso y gozoso con la beatificación de Karol Józef Wojtyla, por ser un papa amigable, cercano al pueblo y por el cariño no solo que ha logrado en el pueblo venezolano y en mundo entero, sino por ese carisma de acercarse al necesitado», y concluye: «fue un Papa que revolucionó la visión del papado que se tenía».
Tres religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo e islam) son las mayoritarias en el planeta, siendo cristianos unos 2.100 millones de personas, mientras que los musulmanes son unos 1.820 millones y los hebreos 13,3 millones de personas.
Entre los cristianos, los católicos bautizados suman casi 1.200 millones de personas, principalmente en América y Europa occidental, pero también en África y en Filipinas, entre otros. Las iglesias protestantes son fuertes en Europa, Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelanda. Luteranismo, calvinismo, metodismo, así como las iglesias anglicana, pentecostal, adventista y bautista son las más numerosas. Se centran en las enseñanzas de Jesús, pero no todas tienen al Papa como cabeza.
El Islam se basa en las enseñanzas del Corán, transmitido por Alá al profeta Mahoma. Tiene dos ramas, shií y suní. El Islam está extendido por todo el mundo, desde Arabia Saudí hasta Estados Unidos, pasando por Indonesia, Turquía, Egipto, Libia, Irán, Irak, Jordania o Pakistán.
El judaísmo está basado en las enseñanzas de la Torá. Israel es el estado hebreo por excelencia, pero hay comunidades hebreas en todo el planeta, siendo la de Estados Unidos la más numerosa.
El budismo, fundado por Sidharta Gautama (Buda) en el siglo VI antes de Cristo, es actualmente una religión extendida por todo el mundo a excepción de la mayoría de países africanos. Entre 200 millones y 1.600 millones de personas profesan esta fe.
El hinduismo es profesado por unos 900 millones de personas. Originario de India, agrupa distintas creencias alrededor de las Escrituras védicas. MLB
Fuente: http://internacional.eluniversal.com/2011/04/30/la-fe-une-y-divide-a-millones-de-personas-en-el-planeta.
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