
MEMORIAS IIa CONFERENCIA EPISCOPAL LATINOAMERICANA MEDELLÍN 1968

Olga Lucia Álvarez Benjumea
ARCWP
UN MIMEOGRAFO CON HISTORIA DE IGLESIA-MEDELLIN 1968
Ese mimeógrafo que ven ahí[1], tiene muchas historias que contar. Los dos trabajamos muy unidos durante el tiempo que duró la IIa. Conferencia Episcopal de América Latina-CELAM (Agosto 24/Septiembre 6/1968) realizada en la ciudad de Medellín. Esta reunión fue el inicio de un desafío para la Iglesia de América Latina, un nuevo periodo de la vida eclesiástica, con una profunda renovación espiritual, una generosa caridad pastoral, una autentica sensibilidad social.
Dom Avelar Brandao Vilela –Presidente del Celam- y Monseñor Eduardo Pironio –Secretario General del Celam- lo dejan expresado muy claramente en su comunicación:
“Sobre el continente latinoamericano Dios ha proyectado una gran Luz que resplandece en el rostro rejuvenecido de su Iglesia. Es la hora de la esperanza. Somos conscientes de las graves dificultades y de los tremendos problemas que nos afectan. Pero más que nunca, el Señor está en medio de nosotros construyendo su Reino.
…..Comienza ahora la tarea de profundización, divulgación y realización. Se trata de estudiar a fondo las conclusiones adoptadas, de hacerlas conocer a todo el Pueblo de Dios y de comprometer su progresiva aplicación.….El compromiso no es solo de los Obispos. Es todo el Pueblo de Dios el que –en esta hora providencial del continente- experimenta el llamado del espíritu. La respuesta exige profundidad en la oración, madurez en las decisiones, generosidad en las tareas”
Bogotá, 30 Noviembre de 1968”
[1] Archivo personal, foto tomada por el Hno. José Arnaiz q.e.p.d. (marianista) fotógrafo oficial de la Conferencia. De izquierda a derecha, Olga Lucia Álvarez y Helena Yarce. ( era una época donde no existían todavía los computadores por lo tanto era muy extenuante escribir en maquina y luego imprimirlo…)
2 Girardot, ciudad turística, lindo clima y buenas piscinas.
3 USEMI, antes UFEMI (Unión Femenina Misionera), fue fundada por Monseñor Gerardo Valencia en los albores del Vaticano II. Institución totalmente laica, al servicio de los desprotegidos y empobrecidos en las diferentes regiones del país: comunidades indígenas y negras (Departamento del Cesar, Sierra Nevada, Quibdó-Chocó, Buenaventura, Valle del Cauca, Rio San Juan).
¡Esta comunicación que es la presentación del Documento Final de Medellín, está cargada de optimismo, entusiasmo y mandato divino!
Dejemos que el mimeógrafo nos cuente lo que él vivió y cómo cuatro mujeres estuvieron muy pendientes de él, lo aprovisionaban de tinta, papel y stencil. Lo limpiaban y aceitaban cuando se cansaba, le cambiaban algún resorte si le fallaba; sabía que estas cuatro mujeres le cuidaban como cuidando la Iglesia.
“Las veinticuatro horas del día no nos eran suficientes. Tocaba esperar aquel montón de stenciles “digitados” en máquinas eléctricas y tenía que dar muchas vueltas, para sacar copias de aquellas decisiones tan justas, humanas y tan nuevas. Esta labor la hacía en silencio, pero dándome cuenta de la importancia de tantas volteretas”. (Habla la máquina, de aquí en adelante el nosotros es nosotras).
Ni el mimeógrafo, ni las cuatro secretarias nos mareamos de tanto movimiento, pero el cansancio no nos perdonaba y solo el agua fresca de aquellas cimas montañeras, nos hacía sentir firmes, renovadas y completas.
Unos seminaristas, muy acomedidos todos los días, se las arreglaban para sacar la “basura”. Eran muchachos curiosos, ávidos de conocer lo que a puerta cerrada, se suponía no salía afuera. Ni un solo papel sin dejar de mirarlo, se les pasaba. Eran borradores que les anunciaba la temperatura de la Conferencia; todo se lo leían antes que los jerarcas y la misma prensa. Aquello a hurtadillas, ¡era una verdadera fiesta!
Estos jóvenes son los mismos que el día que llegamos, entre ironías y broma, en sus cuchicheos por los corredores clericales, comentaban: “llegaron las obispas”, mientras nosotras traíamos máquinas de escribir y mimeógrafos a cuestas. Algunos hoy, son sacerdotes y alguno es monseñor, ellos mismos nos lo cuentan.
Con nosotras estaba la Madre María Agudelo, (Filósofa, religiosa de la Compañía de María, hace 7 meses q.e.p.d.). Aquella santa y sabia mujer de figura pequeña, era la coordinadora nuestra. En su cuerpo, el Espíritu no cabía, se le veía por fuera, en ella estaba presente la imagen de Dios. Ella, es quien entra y sale del Salón de Conferencias, siempre en carreras, y nos traía los documentos que las comisiones de trabajo producían. Las otras éramos misioneras seglares de USEMI (Unión Seglar de Misioneros): Beatriz Montoya, Helena Yarce y yo.
Desde las oficinas del CELAM en Bogotá ubicadas en la Calle 78 con 11, en aquel entonces, habíamos iniciado con un año de anterioridad, a trabajar intensamente contactando a los obispos del continente, invitados especiales y a los consultores-asesores expertos en los diferentes temas.
El Secretario de la Conferencia era Monseñor Plinio Monni (Q.E.P.D)–argentino- y su mano derecha en un todo y por todo, el Padre Cecilio De Lora (sacerdote marianista). A Monseñor le encantaba viajar a Girardot[2], era un gran colaborador en la parroquia que tenía a su cargo el P. Edgar Beltrán.
Beatriz y yo colaborábamos de tiempo completo con el Padre Cecilio en su oficina. Beatriz era su secretaria y yo, la secretaria de Mons. Plinio Monni. Helena nos apoyaba desde la Secretaría del Depto. de Misiones, cuyo Presidente era nuestro obispo Monseñor Gerardo Valencia Cano, fundador de USEMI, movimiento al que pertenecíamos[3].
Muchas veces tuvimos que llevar el trabajo a casa, restando tiempo al descanso. Beatriz, y Helena no conocían la pereza. Mujeres de muchos méritos que no pasan desapercibidos.
Aunque en la Conferencia no se habló de ciertos temas, como por ejemplo la situación de las mujeres y menos en la Iglesia, sí hubo presencia de otras mujeres, muy valiosas por cierto. Allí estaba como invitada especial la Madre Margarita Ochoa, Superiora General de las Misioneras de la hoy, Santa Madre Laura Montoya. La Hermana Ana (religiosa brasilera y secretaria en la Conferencia Latinoamericana de Religiosos – CLAR. (Su Presidente era el P. Manuel Edwars y el Secretario General el P. Luis Patiño).La Madre Elvia Salazar. De la CLAR había buena representación de religiosas y religiosos.
Vale la pena comentar; las mujeres, laicos y hermanos protestantes presentes, asistieron como meros observadores, tenían voz en el trabajo de las Comisiones, pero no voto. En el plenario de la Asamblea; ni voz, ni voto.
La participación de los laicos fue bastante escasa y muy comentada. De las nacientes Comunidades de Base que iniciaban sus brotes como la experiencia de San Miguelito de Panamá, vinieron invitados una pareja de esposos sencillos y discretos.
Había un equipo de mujeres que realizaban el apoyo logístico en las habitaciones de los ilustres participantes y otras en los menesteres de la cocina y aseo en general. Allí estuvieron como mujeres invisibles, dando lo mejor de su vida para el futuro de la Iglesia.
Comentando sobre esto, no he podido evitar “recordar” la presencia de las mujeres en la Última Cena. Porque si esto sucedió aquí, allá debió haber sucedido algo igual, aunque en los evangelios ni se menciona siquiera.
Nuestro mimeógrafo sigue compartiendo algunos detalles indiscretos y simpáticos, en mi opinión. Él recuerda a un obispo, de Nicaragua, que en ciertos momentos de reposo, lo veíamos recitando los poemas de su compatriota Rubén Darío. Había otro, del Perú, ya mayor, a quien se le ocurrió que había que colocarle un tendero de ropa en la habitación para poner la suya; hubo que comprarle jabón, plancha, etc.
Con alegría comentábamos entre nosotras, el logro de la presencia de los obispos cubanos. Queríamos conocer su historia y sus opiniones sobre la Cuba “nueva”, pero con tanto trabajo, no les pudimos escuchar.
Los indígenas y las negritudes no fueron invitados, pero habían quienes hablaban por ellos, eran aquellos obispos misioneros que levantaron su voz por los que no tienen voz: Gerardo Valencia Cano (colombiano), Leonidas Proaño (ecuatoriano), Víctor Garaygordobi (español que trabajó en Ecuador), Samuel Ruiz (mexicano), Hélder Cámara (Brasil), José Dammert (peruano), Pedro Casaldáliga (español que trabajó en Brasil), Don Sergio Méndez Arceo (mexicano), Ramón Bogarín (Paraguay), Dom Cándido Padín (Brasil).
De los personajes hasta ahora mencionados, puede que algunos se me hayan escapado, me comprenderán, hago notar que la mayoría eran misioneros. En abril de 1968, organizado y convocado por Monseñor Gerardo Valencia Cano, Presidente del Depto. de Misiones del CELAM y por su Secretario General, el bien recordado P. Román, se realiza en Melgar, Colombia, una reunión de la cual me atrevo a decir sin duda alguna, fue la que marcó el camino de lo que sucedió, luego en la Conferencia. Es una pena que aún entre muchos/as misioneros/as los Documentos de Melgar no sean conocidos, valorados y apreciados.
Recuerdo cómo se comentaba por los pasillos la intervención de Monseñor José Dammert Bellido, quien compartía su experiencia pastoral en el Perú. Contaba cómo le invitaban sus fieles indígenas-campesinos a que fuera a sus ranchos a bendecirles la vaquita, el cerdo y sus gallinas. ¿Acaso no nos evoca esta actitud, aquella que conocemos de un Francisco de Asís?
Por los corredores vi a un hombre de figura diminuta, vestido de negro, un sabio, un santo, muy discreto, su presencia desapercibida no se queda, vivió la experiencia de Hiroshima en el Japón. Era el Papa Negro, así le llamaban. Era el Padre Arrupe, Superior General de la Compañía de Jesús, su recuerdo en mi memoria, se queda.
Todo lo que sucedía en aquella reunión era de un acontecer humano y divino digno de comentar y reflexionar. ¡Cómo nos hacia vibrar de emoción y esperanza!
¿Dejó Medellín la puerta abierta hacia un ecumenismo diferente? Aunque este fue un tema que en esta reunión, en una de las Comisiones, el Espíritu Santo allí sopló lo que recién se empieza a vislumbrar en nuestros días, en algunos espacios de comunión inter-religioso.
He vivido muchas experiencias ecuménicas, de reuniones, documentos, algunas liturgias de la Palabra conjuntas, pero la que más me ha marcado en la vida fue la que viví en esta reunión. El último día (septiembre 6/68), en la Eucaristía de clausura presidida en aquella ocasión por el Arzobispo de Medellín, Monseñor Tulio Botero Salazar (vicentino), antes de finalizar la distribución de la Comunión, fueron invitados a pasar a la mesa eucarística 11 personas de nuestro mundo cristiano, recuerdo al obispo David Reed, obispo anglicano (quien regía los destinos pastorales de la Diócesis Episcopal Anglicana en Colombia), y el Hno. Roger Schutz, de la comunidad ecuménica de Taizé, Francia. Los invitados subieron por la nave central de la Capilla del Seminario Mayor, a recibir la Sagrada Eucaristía, colmada no solo con los participantes (247) de la Conferencia, sino con personas invitadas de fuera, para este momento tan solemne y espectacular. A medida que avanzaban los invitados, el Pueblo de Dios irrumpió en aplausos que han quedados grabados no solo en las paredes de la Capilla, sino en aquellas agrestes montañas del departamento de Antioquia.(4)
Poco se comenta acerca de este hermoso y diciente acontecimiento, el cual fue opacado por un báculo a distancia, queriendo borrar y echar al olvido el primer acto ecuménico donde se compartió el pan de Vida, en una profunda inter-comunión! Quienes aprendimos esta lección tan espontánea y atrevida que realizara el Espíritu Santo, la Ruah-Sofía, a través de la persona de Monseñor Tulio Botero Sañazar, hoy la vamos pregonando y aplicando poco a poco, sin protagonismo, en aquellas reuniones donde se gesta la verdadera vida inter-religiosa que nos acerca hacia la Unidad Divina.
¿Hubo tensiones en la Conferencia? Claro que sí y hasta nosotras llegaban. Era aquel documento en que Monseñor Luis Eduardo Henríquez (Venezuela) me entrega personalmente para sacarlo de inmediato porque, según él, ya lo iba a aprobar la Asamblea. Le muestro a mis compañeras lo que ha llegado, lo miramos…, hay que comentarlo y en la consulta se queda. “Éste es el que hay que sacar, ese noooo”. El contra documento, quedó por fuera. El mimeógrafo se asusta y, ahora ¿qué va a pasar? Trabaja como nunca a gran velocidad y grita: “¡muchachas(5) ¡Cuidado me queman!”. Y al obispo que trajo esto, ¿qué? ¡Ya viene a tomarnos cuentas! “Tranquilas muchachas, estoy agotado, se me quemó un resorte, se me zafó una tuerca”. Así, el “contra documento colombiano” no pasó. De todas maneras el obispo que me lo entregó, colombiano no era y recuerdo su reacción, se puso rojo de la contrariedad.
En los momentos de descanso, como en la hora de almuerzo, alcanzábamos a ver caras nuevas de personajes que subían a saludar y compartir con los prelados. Recuerdo en aquel entonces al Gobernador de Antioquia, Dr. Octavio Arismendi Posada (recientemente fallecido), miembro del Opus Dei.
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4) En los pasillos, se supo después que ellos habían solicitado se les permitiera comulgar y afirmaban creer en la presencia real de la Eucaristía. Argumento que subsanaba la prohibición de Comunication in sacris. Canon Nro.844 y 86l.
5) Muchachas, termino cariñoso usado para las jóvenes, entre los paisas=antioqueños
También hubo cosas graciosas, que en los escritos serios no se cuentan. Como persona invitada se encontraba el Padre Egidio Viganó, sacerdote francés. Estando en los últimos trotes de la reunión, de pronto se escucha por el altoparlante la voz de un hombre a todo pecho: “Padre Bígamo, al teléfono!”, “Padre Bígamo al teléfono”. Casi no llegamos a la cabina de la portería para silenciar ese aparato.
Vale la pena recordar que todavía se sentía el olor a pólvora que acabó con la vida del Padre Camilo Torres, olor, que llegó hasta la IIa. Conferencia Episcopal CELAM-Medellín- 1968, como un estigma, de ahí que a todo sacerdote, religiosa o laico con un lenguaje de apertura hacia los empobrecidos, se les “involucraba” con la guerrilla.
Los Teólogos, antropologos, sociólogos, canonistas, biblistas, obispos, sacerdotes, religiosos/as, seglares, participantes y observadores con su presencia estaban haciendo eco de:
“He visto la opresión de mi Pueblo” Exodo 3:7
Así lo dejaron reflejado en los Documentos finales:
“Es el mismo
Dios quien, en la plenitud de los tiempos, envía a su Hi-
jo, para que hecho carne, venga a liberar a todos los
hombres de todas las esclavitudes a las que los tiene su-
jetos el pecado, la ignorancia, el hambre, la miseria y la
opresión”.(6)
Y continúan diciendo:
“Si el cristiano cree en la fecundidad de la paz para llegar a la justicia, cree también que la justicia es una condición ineludible para la paz. No deja de ver que América Latina se encuentra, en muchas partes, en una situación de injusticia que puede llamarse de violencia institucionalizada cuando, por defecto de las estructuras de la empresa industrial y agrícola, de la economía nacional e internacional, de la vida cultural y política, «poblaciones enteras faltas de lo necesario, viven en una tal dependencia que les impide toda iniciativa y responsabilidad, lo mismo que toda posibilidad de promoción cultural y de participación en la vida social y política» (Enc. Populorum progressio, No. 30), violándose así derechos fundamentales. Tal situación exige transformaciones globales, audaces, urgentes y profundamente renovadoras. No debe, pues, extrañarnos que nazca en América Latina «la tentación de la violencia». No hay que abusar de la paciencia de un pueblo que soporta durante años una condición que difícilmente aceptarían quienes tienen una mayor conciencia de los derechos humanos”.(7)
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6) Cf. Síntesis de esa situación, en «Documento de Trabajo» de la IIa Conferencia Episcopal Latinoamericana, Nos. 1-9. (1968)
7) Documentos Finales IIa. Conferencia Episcopal Latinoamericana,(1968) Nro 16
Sobre el Padre Camilo Torres, se ha pretendido tender una cortina de humo, esto se sentía en Medellín (1968) y más para las generaciones del futuro, pero el olor a pólvora es muy fuerte, y todavía se siente. Es así como hoy tenemos que decir que este hombre en lo que dijo y dejó en sus escritos siempre recalcó y vivió el amor en su compromiso cristiano. Todavía la historia sobre su muerte no ha sido aclarada, apareció muerto; el 16 de Febrero de l966 en Patio Cemento,(Santander) unos dicen que fue en combate, otros que lo hicieron pasar por guerrillero, ó como se diría hoy, el caso de Camilo parece hacer parte de los “falsos positivos”.
Para quienes no le conocieron o apenas escucharon algo sobre él, dejó consignada en su memoria las siguientes palabras dirigidas al Movimiento Cristiano, Febrero 1966, 4 meses antes de morir:
“Yo no pienso hacer proselitismo respecto de mis hermanos los comunistas, tratando de llevarlos a que acepten el dogma y a que practiquen el culto de la Iglesia. Pretendo, eso sí, que todos los hombres obren de acuerdo con su conciencia, busquen sinceramente la verdad y amen a su prójimo de forma eficaz.
Los comunistas deben saber muy bien que yo tampoco ingresaré a sus filas, que no soy ni seré comunista, ni como colombiano, ni como sociólogo, ni como cristiano, ni como sacerdote.” (8)
Las orientaciones que el Espíritu Santo impulsó en este momento histórico nos lleno a muchas y muchos de alegría y dinamismo misionero para vivir un autentico evangelio y la huella ha quedado, el rescoldo ha quedado ( hay muchos ecos), aunque la quieran apagar y borrar de la historia, no lo dejaremos. Ella es y sigue siendo la continuidad de Vaticano II para nuestros pueblos, aprendiendo, recordando, asumiendo Gaudium et spes…Era un pretender dar a conocer el Evangelio, Vaticano II en nuestras lenguas, en nuestros pueblos, era in-culturar el Evangelio en la cultura nuestra, de ahí su lema: “La Iglesia en la actual transformación de América Latina a la luz del Concilio”.
Era la primera vez que América Latina, hablaba y mostraba su Teología desde lo cotidiano en el acontecer de nuestras vidas, de nuestra realidad, de nuestra opresión y sentido de liberación:
“Cuando empiece a suceder esto, poneos derechos y alzad la cabeza, porque está cerca vuestra liberación” (Lucas 21:28)
¿Qué queda hoy de Medellín-1968? Dicen los que saben y así nos lo comentan: las mujeres siguen invisibles y con la carta de Pablo a cuestas. (I Corintios 14:34).
En las Conferencias que siguieron, Puebla, Santo Domingo…, la presencia de los hermanos “no-católicos” fue bajando considerablemente. La Buena Nueva para ellos no cuenta. Tampoco para las mujeres. Textos como el de la mujer Sirofenicia, (Marcos 7:24-30), la Samaritana (Juan 4:6-15), y aquel de Pablo “ya no hay judío, ni griego…” (Gálatas 3:28), los deben tener en la papelera, donde los “indigentes” y ávidos de la Buena Nueva, los reciclan y encuentran.
La utopía de Jesús en la Unidad Divina; (Juan 17:21), sin barreras, sin denominaciones, sin edificios, sin jerarquías; una sola Ley, la del Amor de Dios! El sueño del Papa Bueno; Juan XXIII, el sueño de Pablo VI, de Juan Pablo I, (el Papa de la sonrisa), el sueño de nuestros líderes mártires; Oscar
Arnulfo Romero (San Romero de América); Teresita Ramírez, Yolanda Cerón (religiosas), Padre Rutilio Grande, aquellas mujeres sencillas y los jesuitas (asesinados en El Salvador), Monseñor Gerardi (hace 13 años asesinado en Guatemala), los Catequistas de Cocorná-Antioquia, el sueño de tantas/os mujeres y hombres, jóvenes y niñas/os, las/os empobrecidos/as no se quedará esta vez, en las cavernas de la oscuridad “eterna”.
La IIa. Conferencia Episcopal Latinoamericana, esta reunión fue, es y será un sueño hecho realidad, viviendo en la práctica la propuesta del Reino de Dios, según la Buena Nueva, según las directrices del Concilio Ecuménico Vaticano II (1962) buscando siempre la Verdad que nos hace libres (Juan 8:32).La
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8) Frente Unido (Bogotá, 2 de septiembre de 1965)
búsqueda de la Verdad, no se atrapa, no se encierra, no se niega, se le busca y se encuentra! ! Y seguiremos soplando el rescoldo que el Espíritu de Dios hizo surgir como una gran llama y luz que nunca se apagara para hacerse presente en la HISTORIA DE SALVACION que continuara en nuestro siglo XXI.
Así como el mimeógrafo de nuestra historia, muchos otros a lo largo de América Latina, sirvieron para dar la palabra a muchas Comunidades Cristianas de Base en los campos en los barrios, miles de mimeógrafos siguieron anunciando la buena nueva a los pobres, donde no se tenía luz se utilizó el gelatonógrafo y muchas otras maneras de dar a luz las esperanzas. Así como las mujeres invisibles en la Conferencia le dimos movimiento para anunciar a Jesús el Liberador, muchas otras mujeres y hombres (del campo y de barriadas, de sindicatos y de la Iglesia Pueblo de Dios), lo hicieron para anunciar sus Asambleas, sus marchas, para reproducir trozos de los evangelios, para dar a conocer las actas de las reuniones de las comunidades, para hacer Educación Popular, esto es, mimeógrafos que pusieron a caminar por todo el Continente, los acuerdos de Vaticano II y la Conferencia de Medellín.(9)
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9) Todo lo anterior experiencia personal sin editar.
Mayo 2011
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