Por Laura González C[1]. 13 de mayo de 2011
Allá por la época de cuando los españoles estaban buscando excusas para justificar la masacre que se planeaba cometer en el continente americano, Juan Ginés de Sepúlveda escribió la obra Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios. El objetivo que este español perseguía con su libro era el de dar argumentos suficientes a los reyes españoles para legitimar la guerra en América.
La justificación se convirtió en una búsqueda de lo justo: “es justo, conveniente y conforme á la ley natural que los varones probos, inteligentes, virtuosos y humanos dominen sobre todos los que no tienen esas cualidades”. Los que no tenían esas cualidades, para Sepúlveda, eran los indios americanos:
Compara ahora estas dotes de prudencia, ingenio, magnanimidad, templanza, humanidad y religión, con las que tienen esos hombrecillos en los cuales apenas encontrarás vestigios de humanidad; que no sólo no poseen ciencia alguna, sino que ni siquiera conocen las letras ni conservan ningún monumento de su historia sino cierta obscura y vaga reminiscencia de algunas cosas consignadas en ciertas pinturas, y tampoco tienen leyes escritas, sino instituciones y costumbres bárbaras. Pues si tratamos de las virtudes, qué templanza ni qué mansedumbre vas á esperar de hombres que están entregados á todo género de intemperancia y de liviandades, y comían carne humana[2].
Una vez catalogados como bárbaros y comedores de carne humana se justificó la guerra, cuyas dolorosas consecuencias se perciben hasta hoy, 500 años después.
El discurso de Sepúlveda nos permite percibir claramente dos elementos: la acusación de la falta de ciertas características en los indios americanos (que por supuesto sí poseían los europeos) y la invasión justificada en la necesidad de llevar a esos indios, los características (valores) que, según ellos, no poseían: “es lícito someterlos á nuestra dominación para traerlos á la salud espiritual y á la verdadera religión”, dijeron.
De una forma muy abstracta podemos resumir la lógica imperial de aquella época en las siguientes palabras: “ellos no tienen algunas cosas que nosotros sí tenemos, así que tenemos que llevárselas”. Esta lógica imperial que causó la muerte de miles de personas hace 500 años atrás, se repite hoy en día con nuevos ingredientes.
Desde hace algún tiempo atrás en América Latina, y en el mundo en general, se han puesto de moda una serie de discusiones que refieren a nuestro nivel de gobernabilidad[3]: los Estados fallidos, los espacios sin ley, la estabilización. Revisemos brevemente cada uno de ellos, para entender a qué hacen referencia y su similitud con aquel discurso imperial de Sepúlveda.
El concepto de Estados fallidos es bastante difuso, pero en general se dice que, “un estado ‘tiene éxito’ si mantiene un monopolio en el uso legítimo de la fuerza física dentro de sus fronteras. Cuando este monopolio está quebrantado, por ejemplo, por la presencia dominante de señores de la guerra, de milicias o de terrorismo, la misma existencia del Estado llega a ser dudosa, y se convierte en un Estado que ha fallado o Estado fallido”[4], “un Estado fallido es aquel en el que no hay un gobierno efectivo”[5].
Adicionalmente, para definir el “grado de falla” de un país, se suele elaborar una lista con muchas variables: económicas, sociales, militares, institucionales, satisfacción de derechos humanos, entre otras. Es así como el think thank norteamericano Fund por Peace establece el ranking mundial de los Estados fallidos cada año. Tomando una sola regla para medir y comparar procesos históricos y políticos que no son comparables, porque obedecen a distintos contextos, y sobre todo porque cada pueblo es diferente.
Por otro lado, los espacios sin ley son en la mayoría de los casos las zonas de frontera. Éstas son concebidas como espacios abiertos a los influjos de la interdependencia negativa[6], ya que “los problemas internos de los países también se internacionalizan y provocan tensiones a nivel fronterizo, debido al incremento de la movilidad de personas, migración, intercambio de bienes, servicios, y del comercio en general, que si bien favorecen la integración económica, al mismo tiempo se constituyen en un vector de las consecuencias que se derivan de los conflictos internos de los países hacia sus vecinos”[7].
Debido a toda esta amalgama de fenómenos que circulan por las fronteras, es que se manifiesta que el Estado no existe en estas zonas, que son Espacios sin ley. Es así como la tendencia natural humana a la migración ahora se reduce a un problema de seguridad, y es así como las transacciones comerciales “ilegales” (como réplicas de productos) de las cuales dependen miles de personas ahora se observan como “nuevas amenazas.”
En pocas palabras tanto los Estados fallidos como los Espacios sin ley dan cuenta de las incapacidades de los Estados, de lo que les hace falta, de lo que no son capaces de hacer. Los Estados fallan porque no pueden cuidar de sus ciudadanos[8], entre otras cosas, y las fronteras son calientes o no tienen ley porque los Estados están ausentes en ellas y por lo tanto, estos Estados no estarían en combatir estas “nuevas amenazas”[9].
De esta manera estos dos conceptos aparecen en escena para justificar un nuevo proceso de militarización e intervencionismo extranjero; y es aquí cuando la estabilización aparece como un concepto clave. Por ejemplo, para aprobar la presencia de las tropas militares en Haití en el año 2004, la ONU dijo: “Observando que existen obstáculos para la estabilidad política, social y económica de Haití y determinando que la situación de Haití sigue constituyendo una amenaza a la paz y la seguridad internacionales de la región. (El Consejo de Seguridad) Decide establecer la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), fuerza de estabilización”[10].
La idea de estabilizar a Haití no puede desligarse de ese pensamiento flotante que vocifera la ausencia de un Estado en el país caribeño: “Mulet (jefe saliente de la MINUSTAH) ha insistido a lo largo de su mandato que el trabajo de la misión de las Naciones Unidas en Haití debe concentrarse en la creación de un Estado debido a la ausencia de éste y a los problemas de orden jurídico que existen en el país”[11]. Lo que a Haití “le falta” es lo que hasta ahora justifica la invasión extranjera; así como la falta de orden y ley, es lo que ha permitido la militarización de la zona de la Triple Frontera y la zona limítrofe entre Ecuador y Colombia.
Este paseo por los conceptos que se utilizan en los discursos de moda de varias esferas académicas[12] y militares[13], nos invita a reflexionar seriamente en las lógicas imperiales; es decir, en aquellas estrategias de las que disponen los imperios para sostener o incrementar su poder. En la época de Sepúlveda se decía que éramos inferiores, que éramos bárbaros, ahora se dice que no somos capaces de gobernarnos, que no podemos cuidar nuestras fronteras.
Es en el marco de esta tarea, que el Comando Sur de los Estados Unidos (SOUTHCOM por sus siglas en inglés) ha desarrollado sus Estudios de Cultura Estratégica, como un esfuerzo por buscar estas “falencias” y “debilidades” en nuestros países; estudios que después servirán para legitimar nuevas intervenciones militares, bajo la premisa de que ellos son los responsables de traernos esas cosas, que a nosotros nos hacen falta: estabilidad, cuidado de fronteras, seguridad, etc.
Los Estudios de Cultura Estratégica elaborados por el Comando Sur y la Universidad Internacional de Florida son una suerte de búsqueda del “comportamiento natural” de los Estados; y para esta maligna tarea se valen de lecturas descontextualizadas de la realidad y en la exacerbación de ciertos problemas que les permitan confirmar hasta cierto punto ese estado “salvaje y primitivo” de nuestros Estados.
Así por ejemplo, en el caso de Haití se habla de la falta de soberanía o de la imposibilidad de ejercer la misma, de las profundas relaciones conflictivas con República Dominicana, de la “violencia estructural” y de la falta de gobernabilidad efectiva de su Estado, entre otros elementos. En fin, se desprende que Haití está sumida en el caos y que le falta todo.
¿No se parece esta indagación sobre las falencias de nuestros pueblos a la tarea efectuada por Sepúlveda en su búsqueda de razones justas para la guerra contra los indios? Si bien hoy en día, no podemos hablar de una guerra en el sentido de la confrontación de dos unidades políticas, es claro que existe un lento y proceso de recolonización que ya se expresan en varios países. Proceso que se consolida poco a poco gracias a los discursos imperiales.
Ejemplos de esta nueva “cruzada imperial” se pueden evidenciar en Colombia, en donde las empresas transnacionales son un agente importante en el proceso de expropiación de tierras y asesinato de líderes sindicales. O Haití, en donde la reconstrucción está siendo liderada por los amigos de la Monsanto Company, y el nuevo caso patético e indignante de Honduras, en donde se organizó un evento para poner en venta a Honduras (“Honduras is Open for Business” en el que se presentó Álvaro Úribe hablando de la estabilización).
Es por estas razones que, además de cuestionar los Estudios de Cultura Estratégica, debemos preguntarnos hacia donde apuntan estos nuevos esfuerzos imperiales, pues el futuro que se aproxima es aún más difícil. Para advertir el grado de peligrosidad que se avecina podemos tomar el caso de la mayor empresa militar del mundo, Dyncorp Company, la cual tiene una línea de productos desarrollados exclusivamente para “operaciones de estabilización”[14]. Eso significa que habrá muchas nuevas operaciones de estabilización y debemos estar atentos para observar y evitar que surjan nuevas víctimas.
Ahora más que nunca, debemos cuestionar el aparato conceptual que se ha construido, porque eso es lo que está legitimando las masacres que se cometen y que se planean cometer en nuestros pueblos. Y en este intento de recolonización, los Estudios de Cultura Estratégica se han convertido en un nuevo y mejorado Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios.
[1] Antropóloga social de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador. Estudiante del programa de postgrado San Tiago Dantas en Relaciones Internacionales (UNESP, PUC-SP, UNICAMP), Sao Paulo, Brasil. Blog de la autora: dcdencia.blogspot.com
[2]Sepúlveda, Juan Ginés. Tratado sobre las justas causas de la guerra contra los indios, con una Advertencia de Marcelino Menéndez y Pelayo y un Estudio por Manuel García-Pelayo. México, FCE, 1996. http://www.filosoficas.unam.mx/~afmbib/BibVirtual/ginesdesepulveda/textos/tratadosobrelasjustascausas.html
[3] Por gobernabilidad se entiende el “’cómo’ se gobierna, prestando atención a la estabilidad política”. Mayorga, F. & Córdova, E. Gobernabilidad y Gobernanza en América latina, Working Paper NCCR Norte-Sur IP8, Ginebra, 2007. http://www.institut-gouvernance.org/es/analyse/fiche-analyse-334.html
[4] Santos, Gabriel. Estados Fallidos: definiciones conceptuales. México: Centro de Documentación,
Información y Análisis-Cámara de Diputados, 2009. http://www.diputados.gob.mx/cedia/sia/spe/SPE-ISS-07-09.pdf
[5] Ibíd, 2009.
[6] Fuentes, Claudio. Fronteras Calientes. Foreign Affairs Latinoamérica. Vol 8, número 3. Págs 12-21. http://pixeliaworks.cl/clientes/icso2/images/Paperss/fronterascalientes.pdf
[7] Jarrín, Oswaldo. “Retos e iniciativas para la seguridad hemisférica”. En: Memorias del seminario. Enfoques sub-regionales de la seguridad hemisférica. Jarrín, Oswaldo (Coord.) Quito: FLACSO. 2004. Págs. 53-54.
[8] Noam Chomsky, Failed States. The Abuse of Power and the Assault on Democracy, New York: Holt Paperbacks, 2006.
[9] Migración, comercio ilegal, narcoterrorismo, son problemas que tienen distinta naturaleza, pero que ahora son concebidos unánimemente como “nuevas amenazas”.
[10] Consejo de Seguridad Naciones Unidas. Resolución 1542 (2004) http://www.un.org/es/comun/docs/?symbol=S/RES/1542%20%282004%29
[11] Periódico digital Al Momento. “Despiden a jefe de la Misión de la ONU para la Estabilización de Haití”, 10 de mayo. http://www.almomento.net/news/136/ARTICLE/87083/2011-05-10.html
[12] Aquellas que no son críticas por supuesto.
[13] Especialmente las norteamericanas.
[14] La empresa lo denomina “Peacekeeping support”. Dyncorp International, “What we do”. http://www.dyn-intl.com/logistics.aspx.
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