EL EVANGELIO TEJIDO POR MUJER (41)
La Trinidad: Una experiencia de Dios.
Juan 3:16-18
Olga Lucia Álvarez Benjumea
Hoy, la Iglesia se viste de fiesta. Celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad. No vamos a referirnos al misterio, de esto ya se ocupan otras personas.
Esta fiesta que nos significa la experiencia de Dios, trinitario, familia, cósmico, universal, en nuestro Ser, nos lleva a despojarnos de nuestros planteamientos racionales, para dar espacio a lo irracional. Una Trinidad que es UNA/UNO, una familia que es UNA/UNO, lo cósmico universal que es UNO/UNA.
“Porque así demostró Dios su amor al mundo, llegando a dar a su Hijo único, para que todo el que le presta adhesión tenga vida definitiva y no perezca” (Juan 3:16)
La humanidad conformada por miles de ser humanos, es UNA. La Tierra conformada por 5 continentes es UNA. El Universo formado por miles de estrellas, planetas y astros es UNO. Los Dioses/as que se adoran y veneran en las diferentes etnias, culturas y religiones es UNO/A.
La individualidad en el Reino de Dios no existe, el ser humano es comunitario en el UNO/A. Todos hemos sido creados/as a imagen y semejanza de Dios/a, por eso somos UNA/O. No es fácil comprender esto, por estar formados en el esquema Occidental. Para el indígena, el campesino, el afro, no occidentalizados, es más fácil, porque su pensamiento es global e inocente, que no es lo mismo que ser ignorante.
La Unidad Divina Trinitaria no entra, en la violencia de los bárbaros (occidentales) para poder que tengamos si quiera una aproximación a este hermoso “misterio”, tenemos que salirnos de los marcos en que nos han cuadriculado, estar abiertos en nuestro interior a la dimensión divina, lo cual nos significa una constante búsqueda de nosotros/as mismas/os, a través del crecimiento espiritual en sabiduría.
No podemos seguir divulgando, el mensaje de Cristo, como si fuera una empresa institucional y un seguro de vida, exclusivo, excluyente y discriminatorio. Mientras sigamos “pensando” así, nos será muy difícil llegar a la experiencia de Dios, que es total y unitaria.
En la experiencia de Dios, no hay cabida para el racismo, la homofobia, antisemitismo, marginación, violencia, injusticia, islamofobia, discriminación, partidismo, regionalismo, nacionalismo, sectarismos políticos y religiosos. Es tan grande la experiencia de Dios, en su dimensión divina, que en ella no cabe la tacañería, el individualismo, la envidia, la ambición, las dictaduras y su autoritarismo. La experiencia de Dios, no se le puede pretender encasillar, en normas, decálogos, reglas, cánones, dogmas y mucho menos en ideologías.
La vida plena y definitiva de Dios en la humanidad está en el AMOR! El amor, no depende de la imposición de las leyes de opresión, sino en nuestra respuesta libre y capacidad de amar.
La Trinidad es; la experiencia del amor de Dios a la humanidad entera! Estamos invitados todas/os a la entrega de cada uno de nosotros/as mismos, adhiriéndonos al Dios humanado, dejando el ayer y su pasado, para nacer de nuevo, en el presente: aquí y ahora.
Apropiémonos de aquella frase de Sor Isabel de la Trinidad (Carmelita) tan expresiva y rica de experiencia de Dios:
“He hallado mi cielo en la tierra pues el cielo es Dios y Dios está en mi alma”
Remitido al e-mail
Debe estar conectado para enviar un comentario.