Matar al imperialista que llevamos dentro


Parece que después de todo no somos tan ‘humanitarios’ como se nos pretende hacer creer

Opinión – 16/04/2011 8:43 – Autor: Víctor J. Sanz – Fuente: Webislam
Y ¿qué puedo hacer yo?.
Y ¿qué puedo hacer yo?.

En lo más profundo de todos nosotros residensentimientos que muchos no llegamos a conocer jamás. Estas pasiones, que a veces se manifiestan como vigorosos volcanes, nos transforman a los ojos de los demás primero, y a los ojos propios después. Nos transfiguran ante nuestros amigos y conocidos, transformando la cara amable que tan amablemente nos ponen, en una mueca horrible a la que resulta imposible sostener la mirada. A veces, esta mueca arranca de nuestros seres cercanos un comentario que niega la existencia misma de nuestra mutación, un comentario que tal vez se compadezca de nosotros. El mecanismo de erupción, de salida a la superficie de estos sentimientos dormidos, no es previsible, y tampoco es controlable. Lo único que está en nuestra mano es reflexionar una vez más antes de convertirlos en palabras, antes de transmitirlos a los demás certificando nuestra metamorfosis.

Crispación inducida constante

Existen diversos mecanismos inductores o extractores de estas bajas pasiones, aunque tal vez el más conocido, el más presente en la vida de todos nosotros es el método de la crispación inducida constante, muy utilizado por los medios de comunicación para obtener de la opinión pública tal o cual apoyo, o para inducir corriente de opinión. No todos los ciudadanos ofrecen la misma resistencia a este método de extracción, de tal suerte que no en todos tiene el mismo efecto ni se da en todos en el mismo grado.

Como parte iniciática del método de la crispación inducida constante, se procede, por parte de los medios, a tomar una vía, en el sentido médico del término, en el cerebro del ciudadano. Por esta vía se le suministran al sujeto grandes cantidades de información, tan grandes que resulta imposible procesarla y menos aún comprenderla y, lo que es más importante, tan grandes que resulta imposible de contrastar.

Entre las posibles reacciones del ciudadano ante este método se distinguen tres grandes grupos, el más numeroso resulta ser el de dar credibilidad total y absoluta a lo que los medios le hacen llegar por la vía tomada en su cerebro, esta reacción suele ir acompañada de perniciosas, estúpidas y autoanestesiantes afirmaciones del tipo “si lo han dicho por la tele…, será verdad”.

La segunda reacción más numerosa consiste en hacer una mueca de enojo seguida de otra de indiferencia, lo que a veces se puede materializar en expresiones como “pero, ¡qué hijos de puta!” seguido de “y ¿qué puedo hacer yo?”.

Por último, la menos común pero al mismo tiempo la más esperanzadora, es la reacción que lleva al ciudadano a exigirse a sí mismo un mínimo de respeto y a no dejarse llevar alegremente por la información que le llega a través de los medios, no al menos sin haberla contrastado antes. Esta sana actitud inconformista le vale el ganarse la mirada despectiva y el comentario insidioso de la mayoría de los que le rodean, destacando su aspecto diferencial (el auto-respeto) como si fuera algo de lo que lamentarse.

Frente de bajas pasiones

Uno de los éxitos más recientes que los medios pueden apuntarse en la utilización de este método de inducción/extracción de pasiones, es el caso de Libia. Mediante la administración masiva al ciudadano del extraño mensaje: “Lanzamiento de bombas para evitar lanzamiento de bombas”, se ha conseguido el apoyo inusitado de buena parte de la población. Los medios desataron con su increíble insistencia un frente de bajas pasiones que ha suscitado gran controversia en la sociedad, obteniendo de los más entusiastas, no solo una defensa férrea e irreflexiva del bombardeo como medida para evitar bombardeos (?), sino que además ha obtenido de ellos, y por el mismo precio, una beligerancia extraordinaria contra quienes no defendemos ningún tipo de bombardeo.

Junto con el bombardeo desinformativo, los medios han suministrado a los ciudadanos reclutados para su causa, gran cantidad de retorcida metralla en forma de “si no quieres que haya bombardeos es porque quieres que haya bombardeos”. Contra lo que parecería normal atendiendo a las leyes de la física, a ninguno de los reclutados se le hace un nudo la lengua (ni en el cerebro) ante tan esperpéntico mensaje.

Tortura Goebbeliana

Según la Asamblea Médica Mundial de Tokio celebrada en 1975, se define tortura como: «El sufrimiento físico o mental infligido en forma deliberada, sistemática o caprichosa, por una o más personas, actuando sola o bajo las órdenes de cualquier autoridad, con el fin de forzar a otra persona a dar información o hacerla confesar por cualquier otra razón«. A la vista de la impunidad moral y la forma indiscutiblemente tendenciosa y parcial con que los medios han actuado en este caso, resulta lícito, digo más, resulta inaplazable modificar la última frase de esta definición de tortura de la siguiente manera: “con el fin de forzar a otra persona (o conjunto de personas) a creer información o hacerla creer sin mayor base que la repetición incesante del mensaje”. Por este método, estoy convencido de que cualquier persona sometida a la presión suficiente, es capaz de asegurar, digo más, de jurar por lo más sagrado, que pilotaba uno de los aviones que se estrellaron contra las Torres Gemelas en 2001.

No resulta fácil comprender por qué hay tanta gente que es capaz de defender, incluso visceral y hasta irrespetuosamente, el retorcido y siniestro acto de bombardear para evitar bombardeos; unos bombardeos que, por otra parte, no han traspasado las fronteras del rumor, insistente sí, pero rumor al fin y al cabo. Tampoco resulta comprensible esa beligerancia que demuestran los “fieles” al pensamiento inducido, contra aquellos que no se han dejado someter a él. Pero ambos términos, la firmeza en la creencia y la beligerancia contra los incrédulos, se comprenden mejor cuando los medios han utilizado, mejor: han prostituido para ello la palabra “humanitario”. El “fiel” utiliza la munición ofrecida por los medios con gran pasión: “¿cómo puede alguien estar en contra de algo “humanitario?”. El juego sucio está en la utilización de esta palabra “humanitario” para apellidar bombardeos y otras acciones de guerra tan repudiables como las que oficialmente pretendían detener.

Para entender mejor el éxitoso funcionamiento de esta técnica mediática de inducción de bajas pasiones, recurriré a un ejemplo que suele utilizarse en el lenguaje corriente. Cuando a uno le piden hacer algo, así, sin más, uno puede pensar si lo hace o no lo hace, pero si quien lo pide añade la coletilla “si eres tan amable…”, nadie se niega, todos queremos ser amables.

¿De verdad somos tan humanitarios? (*)

Quien esté persuadido de que el humanitarismo se demuestra lanzando bombas, no debería tener ningún problema para entender igualmente humanitaria la acogida de los inmigrantes que, con motivo de las revueltas y guerras que afligen el continente africano, no dejan de llegar a las costas italianas. Ahora bien, una cosa es predicar lo humanitario lanzando bombas y otra bien distinta es dar trigo a los hambrientos que huyen de los bombardeos.

Berlusconi, mientras discute con los vecinos europeos por un quítame allá estos inmigrantes, despacha a los tunecinos de vuelta a su país de origen y pretende despachar hacia Francia a los libios so pretexto de que la mayoría quiere reunirse con sus familias en el país galo.

María Fekter, ministra de Interior austriaca, asegura que investigará la manera de impedir que los inmigrantes crucen sus fronteras, “vamos a analizar hasta qué punto reconoceremos visas emitidas por los italianos, especialmente si permitiremos ingresar a personas que no pueden alimentarse”, ha dicho esta destacada figura del humanitarismo más radical, dejando claro que la Unión Europea dispone de fondos suficientes para bombardear a un pueblo pero no para alimentarlo.

Otra figura destaca con fuerza en el panorama humanitario europeo, se trata del ministro holandés de Inmigración y Asilo, Gerd Leers, quien ha asegurado: «Estoy bastante insatisfecho con la decisión sorpresiva de Italia de pasar sus problemas a todos los demás”. Para Leers, los inmigrantes causados por la situación bélica en Libia son un problema italiano, olvidando sin duda la participación holandesa en el conflicto.

Como bonus track, Berlusconi, el amigo de las niñas, ha asegurado que su gabinete está ultimando los preparativos para presentar solicitud formal de la concesión del Premio Nobel de la Paz a Lampedusa, de donde se ha apresurado a echar a todo inmigrante que tenía la sana intención de salvar la vida y, de paso, llevarse algo a la boca.

Es razonable pensar que la actitud imperialista que subyace en muchos de estos comportamientos y declaraciones, y que son inducidos y extraídos de la opinión pública con el nada delicado bisturí de los medios de comunicación, pueda y deba ser contenida, y que todos nos planteemos si querríamos sentir sobre nuestras propias carnes el humanitarismo imperialista o bien si deberíamos matar al imperialista que llevamos dentro antes de que lance bombas a nadie más.

Puede que solo sean impresiones mías, pero parece que después de todo no somos tan “humanitarios” como se nos pretende hacer creer. Piénsenlo, si son tan amables.

* Los literales recogidos en este apartado pueden ser consultados aquí.

Fuente: webislam.com

 

Uganda: la primera presidenta del parlamento, Rebecca Alitwala Kadaga, cambia del paisaje político


mayo 27, 2011

AmecoPress/IPS

Rebecca Alitwala Kadaga, abogada de 55 años ha hecho historia al convertirse el 19 de este mes en la primera mujer al frente del cuerpo legislativo. Uno de sus objetivos es asegurarse que el parlamento apruebe el proyecto sobre Matrimonio y Divorcio, que hace 40 años circula en sus diversas formas.

Una vez que sea aprobada, la ley reconocerá la cohabitación en relación con los derechos de propiedad, entre otros asuntos, y otorgaría a las esposas derechos sobre la propiedad conyugal.

El proyecto de 2009, que también se propone consolidar leyes relacionadas al vínculo conyugal, a la separación y al divorcio, no fue tratado en la anterior legislatura.

No es la primera vez que Kadaga se involucra en cuestiones de derechos de las mujeres. Ya había participado en una campaña a favor de la abolición de la mutilación genital femenina.

La activista Solome Kimbugwe Nakawesi señaló que la elección de Kadaga fue un paso positivo hacia la emancipación de las mujeres en Uganda…

Continuación…

http://www.amecopress.net/spip.php?article6995

Fuente: http://www. palabrademujer.wordpress.com/

 

 

APROXIMACIONES A LA TEOLOGIA DE LA LIBERACION HOY SEGUN LOS SIGNOS.


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APROXIMACIONES A LA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN HOY SEGÚN LOS SIGNOS 

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Para el teólogo uruguayo de Amerindia, signos de los tiempos serían hoy, ….. María Rosa Castro y Cecilio de Lora. Los tres grandes asuntos abordados en 
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Ofrece Iglesia respeto y tolerancia a la comunidad homosexual


Ofrece Iglesia respeto y tolerancia a la comunidad homosexualFoto Agencia Enfoque

Por Gerardo Rojas González
Domingo, 29 de Mayo de 2011 | 15:04

El arzobispo de Puebla, Víctor Sánchez Espinosa, ofreció a la comunidad homosexual respeto y tolerancia de parte de la Iglesia Católica, además de pronunciarse en contra de actitudes discriminatorias en su contra.

“La enseñanza de la Iglesia se encuentra en el catecismo, en donde a los creyentes se nos pide que las personas que tienen preferencias hacia su mismo sexo reciban de nuestra parte respeto, comprensión y que no sean víctimas de discriminación injusta”, abundó.

En rueda de prensa, el jerarca católico rechazó cualquier acto de violencia y discriminación en contra de personas homosexuales.

De acuerdo con la doctrina cristiana, la Iglesia está llamada a ejercer el respeto hacia cualquier individuo y a pronunciarse en contra de todo atentado a la dignidad humana, por lo que externó que debe existir compasión y más tratándose de creyentes.

De manera personal, el líder de la grey católica en Puebla ofreció a los  jóvenes homosexuales que así lo quieran acercarse a solicitar orientación religiosa.

La Iglesia Católica también contempla una petición “para estas personas”, sobre todo a quienes son creyentes, para que busquen esa unión con Dios, además de  “esforzarse para vivir como todos, en una vida de santidad, como estamos llamados a vivir”.

El arzobispo de Puebla reiteró que existe apoyo espiritual por parte la Iglesia para personas homosexuales que deseen llevar una vida encaminada a la paz interior, sin que eso signifique se tengan que reorientar sus preferencias sexuales.

http://e-consulta.com/portal/index.php?option=com_k2&view=item&id=9744:ofrece-iglesia-respeto-y-tolerancia-a-

Inglaterra: consejera cristiana pierde su empleo por intentar ayudar a un gay a cambiar de estilo de vida


Internacional

Cayó en la trampa de un periodista

Inglaterra: consejera cristiana pierde su empleo por intentar ayudar a un gay a cambiar de estilo de vida

En Inglaterra es posible reirse de la Biblia o ridiculizar a los cristianos. Pero mejor no atreverse a sugerir que un gay puede cambiar su estilo de vida.

29 de mayo de 2011, LONDRES

 La carrera de la consejera cristiana Lesley Pilkington ha podido acabar por tratar de ayudar a un homosexual quien dijo necesitar apoyo para dejar su estilo de vida. El incidente ocurrió en 2009.

“Fui abordada por un hombre que dijo llamarse Mathew Stines. Expresó que era gay, que estaba muy triste y deprimido y quería dejar su estilo de vida y me preguntó si podría ayudarle”, relata la consejera.

Pero el verdadero nombre de este sujeto no era Mathews Stines sino Patrick Strodick, y estaba mintiendo también sobre por qué la había abordado. Lesley le creyó: “Honestamente, yo creí todo lo que él dijo. No tenía razón para pensar lo contrario. El parecía muy ansioso. Me seguía haciendo las mismas preguntas y yo pensé que sólo trataba de decidir si ésta era la terapia correcta para él”.

Lesley dice que Patrick le expuso claramente en dos sesiones que quería dejar el estilo de vida gay. Lo que ella no sabía era que se trataba de un periodista encubierto y que tenía una grabadora escondida. Finalmente las sesiones de consejería pararon y comenzó una pesadilla profesional para Lesley.

“Después me llamó para decirme que no era nada de lo que había dicho. Su voz cambió totalmente y dijo que había mentido acerca de todo, todo… su nombre, dirección, su ocupación. Que no estaba para nada deprimido. Que era un periodista gay. Era feliz con su estilo de vida y su propósito era denunciarme a mí y a gente como yo”.

El periodista Patrick Strodick dirige un grupo llamado “Fuerza anti-terapias de conversión”, que se opone a las terapias psicológicas de conversión que ayudan a gays a ser heterosexuales. El escribió sobre su experiencia con Lesley para dos de los mayores periódicos de Inglaterra.

 LE RETIRAN LA ACREDITACIÓN PROFESIONAL
 Pilkington enfrentó un procedimiento disciplinario de la Asociación Británica de consejería y psicoterapia (BACP).  Entre sus transgresiones: “orar a Dios por sanidad de la homosexualidad” y decir “que la homosexualidad es incorrecta”.  El dictamen de la BACP acaba de conocerse y considera negligencia profesional la actuación de Lesley. Por ello la acreditación profesional de Pilkington ha sido suspendida  y debe completar «una amplia formación profesional». Si no la cumple, será definitivamente eliminada de la lista de consejeros profesionales, dice el informe de la BACP. Pilkington tiene 28 días para reclamar la sentencia.

El abogado de Lesley, Paul Diamond dice que todo es parte de una agenda gay para volcar los valores tradicionales de la sexualidad: “Lo llaman derechos humanos y usan términos maravillosos como tolerancia y diversidad, pero es una agenda política, cuyo objetivo parece ser remover la moral judeo-cristiana de la vida pública”.

La agenda gay es uno de los movimientos políticos más poderosos en Inglaterra. Sin embargo, según encuestas, no hay tantos homosexuales en el país. Sólo 1.5 por ciento de la población. Eso son 750 mil de una población de 60 millones.

“Ha habido un gran cambio en la nación, en los medios y particularmente en la ley, que trata a toda la agenda homosexual como algo absolutamente equivalente a la raza”.

 HOMOSEXUALIDAD EN ASIGNATURAS ESCOLARES
El gobierno británico ha aprobado un plan para insertar temas homosexuales en el currículo escolar para ayudar a los niños a ver la práctica homosexual como éticamente correcta. Incluso la Corte suprema británica ha dictaminado en un caso que las creencias cristianas sobre ética sexual pueden ser dañinas para los niños.“Se dijo que el estado tiene el deber de proteger a los niños de ser infectados por tales ideas. Tales ideas se refiere a la moralidad sexual judeo-cristiana”, dice Diamond.

Por ello algo de lo peor que se puede decir en Inglaterra hoy, especialmente si se es terapeuta, es que los homosexuales no nacen así, o que los homosexuales se pueden volver heterosexuales. Tras la investigación de Strodick, la asociación médica británica decidió etiquetar como dañina a la terapia de conversión.

 ¿ODIO O ESPERANZA?
Strodick dijo a CBN News que “los gays en Inglaterra están, como en otras partes, en riesgo de odio, intolerancia y persecución”. “No hay evidencia empírica de que la terapia de conversión funcione pero hay mucha evidencia de que la terapia de conversión hace daño”. Añadió que “el amor no requiere cura”.

Diamond y Pilkington dicen que la terapia de conversión funciona: “La gente cambia tras el tratamiento, es altamente exitosa y no hay daño. Esa es la verdadera evidencia.La ciencia respalda a la Palabra de Dios. Como cristianos motiva escuchar que la ciencia está respaldando a la Palabra de Dios y que no se nace de esa forma”, agrega Pilkington.

Pilkington cree que Dios la está guiando a través de esta experiencia, y usándola en la vida de mucha gente: “Siento que Dios me da la oportunidad de hablar a quienes tienen un estilo de vida homosexual pero no son felices. El mensaje es ‘no naciste así. No tienes que seguir así’. Hay esperanza, ese es un mensaje muy importante, que hay esperanza”.

Fuentes: Christian Post

© Protestante Digital 2011

El cura de La Legua


Gerard Ouisse, párroco de La Legua, no quiere que las cosas se confundan. El no es líder, no es dirigente, es sólo la voz de los vecinos que tienen miedo de dar la cara. Este sacerdote francés de 72 años llegó a Chile en dictadura, supo de la CNI, de la policía, de la represión, pero cree que la tiranía de los narcos es aún peor. Esto es lo que cree Ouisse.

por Oscar Contardo – 29/05/2011 – 09:10

El 7 de mayo, a la 1 de la madrugada, una llamada telefónica despertó  a Gerard Ouisse. Era su sobrina, la hija de Pierre, su hermano mayor. La mujer llamaba desde Francia para darle una mala noticia. Pierre -el hermano que se ganó la vida como obrero de Airbus,  el mismo con quien de jóvenes pescaban anguilas, el hombre sencillo al que tanto admiraba- había muerto. Tenía ya más de 80 años. Gerard Ouisse pasó la tristeza inicial leyendo la Biblia en la casa que ocupa en uno de los pasajes de La Legua. «Eramos nueve hermanos, ya se han muerto cuatro». Un día después la población celebraba Cuasimodo, la fecha en que los sacerdotes católicos van a darles la comunión a los postrados. El cura debía encabezar la celebración. Así lo hizo.

Gerard Ouisse  tiene 72 años. Es párroco de La Legua desde hace nueve y prefirió no contarle ese día  a la comunidad la noticia sobre su hermano. La caminata fue larga, sobre todo para él, que camina con esfuerzo. La gente lo acompañó como si se tratara de una fiesta. La población parecía contenta. La comitiva visitó 170 enfermos, y aunque Ouisse fue auxiliado en la tarea de repartir la comunión por otros sacerdotes,  él fue el cura encargado de entrar en las zonas más bravas. Pero no hubo incidentes. El día no estaba para infortunios y el sacerdote llegó incluso hasta el pasaje Zárate, uno de los más agitados de las tres poblaciones que conforman el más célebre barrio de la comuna de San Joaquín.

Aquel 8 de mayo, además de Cuasimodo, era el Día de la Madre, y en La Legua -en sus pasajes estrechos enmarcados por pequeñas casas de techos bajos y fachada continua; en sus calles más amplias adornadas con guirnaldas plateadas; en su plaza principal con un memorial a los caídos en dictadura- un persistente olor a carne asada alegraba el ambiente. Parecía un vecindario en paz. Se cumplían más de 20 días sin balaceras. Una tregua que comenzó en marzo, luego que Gerard Ouisse llevó una carta a La Moneda reclamándole al gobierno por la «violencia intolerable» que se vivía en la zona. Hubo revuelo en los medios, reflexiones en la televisión, la inevitable comparación entre una Iglesia consumida por los escándalos y otra acompañando a los más pobres. Luego de la carta que el sacerdote entregó -«elaborada por la comunidad, no por mí»-, el resguardo policial se hizo más intenso y se terminaron los disparos. Pero Ouisse y los vecinos saben que eso no significa demasiado. Por eso cuentan los días como si se tratara de una tregua; para ellos la calma tiene una fecha de vencimiento que nadie conoce. El cura y los vecinos saben que la violencia también puede ser silenciosa y apenas visible, como el miedo.

Al final de ese día  8 de mayo, parte de la comunidad  cerró la jornada asistiendo a la misa en la parroquia San Cayetano. El sacerdote, alto, sonriente, vestido con esos colores que no parecen ser más que variedades del gris y el azul marino, los recibió en la puerta de la parroquia, un edificio simple, de ladrillo a la vista, ventanas pequeñas y piso de baldosa. En lugar de imágenes de santos, arpilleras con la figura de Clotario Blest, Juan Alsina, Oscar Romero y estampas con diseños alusivos a los derechos humanos. En la fachada, sobre la puerta de entrada,  una frase escrita en grandes letras da la bienvenida: «La gloria de Dios es que el pobre viva». A las 7 y media de la tarde, la gente ya se había enterado de la muerte del hermano del párroco. El agradeció cada pésame con una sonrisa y un abrazo. En un momento alguien le preguntó si estaba muy triste, él contestó:  «No tuve tiempo de pensar».

Durante la misa recordó que la última vez que estuvo con su hermano Pierre en Francia él ya estaba enfermo. Gerard le pidió que no muriera antes que él volviera a verlo: «Le pedí que me esperara, pero él era un hombre sabio y me contestó que eso ya no dependía de él». Algo de eso debe resonarles a los hombres y mujeres que lo escuchan: a las tres parejas de novios que fueron a pedir su bendición antes de casarse, a las dueñas de casa que llegan del brazo, al anciano moreno y pequeño que se refugia al final de la banca, a César, el joven Down que lo estruja con un abrazo que le saca al cura una carcajada, a los hombres ya mayores que escuchan con un semblante melancólico, al empresario que viene de un barrio lejano a escuchar la prédica. Lo que quiso decirle Pierre Ouisse a su hermano es algo que todos en La Legua saben, y es que  hay cosas que sencillamente no dependen sólo de la voluntad de uno. La misa terminó después de las 9. Un par de hombres jóvenes, de esos que llaman «angustiados» porque sólo viven para juntar dinero para comprar drogas, pide limosna fuera de la capilla. Los feligreses, hombres y mujeres de todas las edades, se pierden rumbo a sus casas. Otra jornada sin balaceras termina.

Gerard Ouisse nació en el campo, en un pueblo de tres mil habitantes llamado Campbon, cerca de Nantes, en la costa atlántica francesa. Se ordenó sacerdote en la segunda mitad de los 60, justo a tiempo para abrazar los cambios del Concilio Vaticano II.  Apenas salió del seminario, su obispo lo envió a una parroquia de un barrio obrero de la ciudad. Tenía 27 años.  Tiempo después, le ordenó mudarse  a una vivienda parecida a una mediagua chilena -un vestigio de la reconstrucción de posguerra- ubicada en la mitad del vecindario. Tres años estuvo allí, hasta que en 1969 el obispo tuvo una nueva idea: enviar a dos sacerdotes de la diócesis a trabajar en una fábrica. Serían obreros.

El método para designarlos fue una votación general de los religiosos. Ouisse fue uno de los elegidos: «El obispo me convocó y me hizo el anuncio. Me dejó en libertad de aceptar o no la propuesta. Aunque yo pretendía tener más años de sacerdocio antes de hacerlo, finalmente acepté. Me preparé durante un año y luego me fui a buscar trabajo a las fábricas». En las primeras empresas, apenas descubrieron que era cura, le cerraron la puerta. Finalmente, encontró trabajo en la industria de la construcción, en una fábrica de puertas y ventanas para bloques de departamento.

Estuvo 26 años y se hizo experto en el manejo de las máquinas fresadoras, utilizadas para modelar piezas metálicas. «Fue en esa época en la que me enteré de la vida de los sacerdotes obreros del tercer mundo, especialmente de América Latina». Primero pensó viajar a Brasil, pero la opción no prosperó. Luego vino la posibilidad de venir a Chile: la diócesis de Nantes tenía un acuerdo con la santiaguina. Tomó clases de castellano en Lovaina, allí aprendió el idioma que hablan en España. Sin embargo, el castellano que escuchó cuando llegó a Santiago el 1 de marzo de 1986 le pareció algo nuevo. Aún se lleva las manos a la frente cuando recuerda la sensación de frustración que le provocaba no comprender lo que la gente decía durante el primer tiempo que estuvo en el país.

Ouisse llegó a Chile en calidad de «préstamo» por cinco años (lleva 25). Entró con visa turista y una vez instalado gestionó la residencia con la ayuda del obispo. Un cura obrero francés en la periferia no era exactamente una visita grata para las autoridades políticas del momento.  Su plan era llegar y buscar trabajo en una fábrica y allí enseñar el oficio de fresador a los jóvenes. Eso fue lo que le recomendó su patrón en la fábrica cuando le anunció que dejaba el trabajo y se venía a Latinoamérica. Eso pensaba hacer, hasta que llegó.

«Me di cuenta que había pocas industrias, tampoco el gobierno militar iba a tolerar otro cura obrero extranjero, tampoco era el ambiente de la Iglesia».

En 1986, Pinochet cumplía 13 años en el gobierno. El Partido Comunista había establecido que aquel sería  «el año decisivo»,  y pretendía derrocar el régimen mediante movilizaciones masivas. La respuesta del gobierno era la represión, en particular en las zonas más conflictivas: las poblaciones de Santiago.  Justamente, el lugar al que llegaba Gerard Ouisse.  Desde Nantes a Lo Valledor, sin escalas. Ouisse llegó a la parroquia San Martín de Porres. «En ese momento estaba siendo reconstruida, porque había sido quemada por la CNI».  La parroquia era vecina de La Victoria, el lugar en el que dos años antes una bala perdida mató al sacerdote André Jarlan, que había llegado a Chile para asistir a Pierre Dubois, otro párroco francés. Dubois ayudó al recién llegado Ouisse en algunas claves de sobrevivencia en tiempos hostiles.

«Era difícil llegar de Francia con todo lo que pasaba, con la policía, con la CNI. (Con Pierre Dubois) Teníamos códigos, algunos ya no los recuerdo. Pero si yo lo llamaba para invitarlo a almorzar, él sabía que en realidad necesitaba ayuda. El llegaba para indicarme qué tenía que hacer».

En general, en las poblaciones los dirigentes que eran perseguidos por la policía por razones políticas acudían a los sacerdotes para buscar protección. Llegaban a la casa del cura y pronto aparecían policías en la puerta. «Siempre hubo muchos sapos, por eso sabíamos que había que ser prudente. Por ejemplo, yo nunca en mi agenda anotaba el apellido de las personas, sólo el nombre. Teníamos que cuidarnos».  La situación política no era el único cambio, había muchos otros que tenían que ver con el lenguaje, con la forma de vida. Ouisse se había propuesto aprender, mirar, observar, más que enseñar el modo correcto de hacer las cosas. Y entre las diferencias que notó estaba la relación que se establecía entre el cura y la comunidad. El llegaba de una sociedad laica, donde el ámbito religioso estaba restringido. En un orden así, la importancia de la figura del sacerdote era relativa. Lo que encontró en Chile fue otra cosa. Le sorprendía el poder que podía llegar a tener el cura. «Si el cura manda mucho es porque muchas veces los laicos lo consideran a él como un dios. Como si todo lo que dijera fuese la palabra del Evangelio». Su estrategia para comprender el nuevo medio fue sumergirse en la gente. Dejar que le corrigieran su castellano, que le enseñaran, «porque uno no viene a decir cómo se deben hacer las cosas, sino a recibir antes que dar».

La Legua es un vecindario con carácter. Fueron los propios vecinos los que consiguieron la instalación de los servicios básicos cuando la población recién fue creada hace cerca de cien años. Ahora cuentan con cerca de 30 organizaciones sociales. Tienen, además, un pasado como foco de resistencia: fueron una de las poblaciones más afectadas por la represión en dictadura. Los legüinos tienen arraigo y una relación difícil, o más bien desconfiada, con la autoridad.

Incluso si se trata de un cura. Eso lo notó Ouisse cuando en 2002 fue trasladado a la parroquia San Cayetano, en reemplazo del sacerdote Mariano Puga, el carismático cura obrero que durante años fue el párroco de La Legua.  El cambio no fue fácil.  «Se necesita mucho tiempo para que la gente te acepte como legüino. Mucho tiempo. Eso también es bueno, porque no te dejan pasar nada, ni te dejan vender la pomada».

Pero Ouisse tampoco es un hombre que se dé fácil. El jesuita Pablo Walker conocía la parroquia antes que él llegara. Había trabajado con Mariano Puga y cuando supo que el nuevo párroco era un sacerdote francés y que se encontraba «un poco sobrepasado», le ofreció su ayuda. Ouisse lo aceptó. Walker recuerda:

«Fue divertido, porque me tuvo a prueba mucho tiempo, en un principio apenas me tomaba en cuenta». Ahora Walker es uno de sus más cercanos.

La década de los 90 supuso el fin de la dictadura, el inicio de una débil democracia.  En las poblaciones, el que fuera el principal enemigo se diluía en la política de los consensos. Pero surgía otro, menos nítido, que se colaba en las familias, en el propio vecindario. Uno que armó a los jóvenes y levantó bandas familiares. Cuando Gerard Ouisse inauguró el memorial de los legüinos víctimas de la dictadura en la plaza frente a la calle Comandante Riesle, dijo que seguramente en 10 años tendrían que inaugurar otro mucho más grande para recordar a las víctimas de la violencia provocada por las drogas.

«Hay muchos más muertos por la droga que víctimas de la dictadura militar, pero no supimos… no supieron oponerse a las drogas como a la dictadura»

El jesuita Pablo Walker cuenta que antes de que la violencia de los narcos estallara, en la capilla de La Legua Emergencia vivía un grupo de religiosas. Pero se tuvieron que marchar. Sólo un muro de esa capilla tenía más de 200 impactos de bala. «El Cristo que está presidiendo la nave de esa iglesia tiene una bala en la aureola». Muchos niños crecieron en la rutina de pasar parte del día echados en el suelo para esquivar los disparos.

Los planes de intervención anunciados como una cirugía mayor que extirparía el tejido maligno del cuerpo sano se sucedían en democracia. El primero fue en 2001. Luego vinieron otros. El método era el refuerzo de la vigilancia policial.  Pero las drogas seguían circulando, y junto con ellas las armas, y con las armas los soldados de los narcos que no son otra cosa que jóvenes jugando a ser centuriones en bicicleta.

En febrero de 2006 las balaceras comenzaban a las 4 de la tarde. Faltaba poco para el inicio de las clases y los vecinos inquietos decidieron reunirse y hablaron con Oussie. Inventaron las «marchas por la paz». La comunidad hacía algo que en cualquier otro contexto era un asunto sencillo, pero que ese verano se había transformado en un ejercicio temerario: salir a recorrer el barrio. Lograron una tranquilidad relativa. Meses más tarde, un operativo policial desbarató la banda Los Cara de Pelota, los allanamientos se sucedieron y entre los narcos se corrió el rumor de que Gerard Ouisse los había denunciado. Una noche, un hombre a gritos lo amenazó de muerte desde la entrada de la parroquia.

Luego, una vecina le comentó que en la población El Castillo se corría la voz de que los narcos de La Legua preparaban algo en su contra. El Ministerio Público le pidió tomar medidas: subir muros, salir con escolta policial, polarizar los vidrios, cambiar rutinas. Pablo Walker cuenta que Ouisse se negó y tuvo que firmar un documento que desligaba de responsabilidad al Ministerio Público si algo le ocurría.

«Yo soy el pastor de todos sin excepción, de los que vienen a misa y de los que están en la calle, de los delincuentes y de los narcotraficantes. Nunca he denunciado a alguien. Pero a ellos les digo lo que tengo que decirles. Si hago un responso de un joven asesinado y sé que alguno de los que lo mataron está entre los presentes en su funeral, se los digo: ‘Ustedes son asesinos'».

El sacerdote Pablo Walker asegura que muchas veces la policía solicitó a Ouisse denunciar a las bandas, pero que él siempre se ha negado. «No soy sapo», es lo que dice.

La casa de Gerard Oussie tiene el cielo bajo. Apenas suficientemente alto como para que él entre sin agachar la cabeza. Y es fría. Tanto, que el estudiante chilote que se aloja en ella por recomendación de Mariano Puga -actualmente párroco en Chiloé- le dice «el iglú». La casa tiene ese aire impersonal de los lugares apenas habitados. Algunas arpilleras en los muros, una habitación pequeña con un altar y otra con un escritorio.  Ninguna fotografía en el living y un sofá de un verde oscuro que perfectamente podría estar en la sala de espera de alguna oficina pública. La vida de Ouisse transcurre fuera.

En 2007, un año después del descabezamiento de Los Cara de Pelota, algunos canales de televisión visitaron La Legua. Los encargados de un programa se acercaron a Ouisse para que los guiara. El sacerdote recuerda que le dijeron que su voluntad era mostrar «el lado bueno de La Legua». No fue así. En junio de ese año, Chilevisión transmitió un reportaje titulado «La Legua, el gueto de la muerte».  El vecindario y el propio cura mantendrían desde entonces a la prensa a debida distancia.

Fue producto de ese reportaje que Ouisse logró notoriedad. Envió una carta de reclamo a Chilevisión que comenzó a circular por internet. La carta fue preparada por los vecinos, que se sentían humillados públicamente por el programa. Fue reproducida una y otra vez en distintos sitios.

Fue enviada y reenviada,  y el sacerdote recibió más de 400 correos electrónicos de apoyo.  La carta fue un impulso para reunir a las organizaciones sociales del vecindario. Hoy funcionan en un sistema que bautizaron como La Ronda. Gerardo Ouisse actúa sólo como un facilitador y eventualmente como un vocero. Está consciente de que ni las autoridades ni la prensa tomarían en cuenta los reclamos de un grupo de vecinos: la autoridad del sacerdote es parte de la cultura en Chile. «Asumo el papel de vocero, pero lo puedo asumir porque no estoy solo y porque la gente me cuida más que la policía».

En la fachada, sobre la puerta de entrada de la parroquia, una frase escrita en grandes letras da la bienvenida: «La gloria de Dios es que el pobre viva».

«Se necesita mucho tiempo para que la gente te acepte como legüino. Mucho tiempo. Eso también es bueno, porque no te dejan pasar nada,
ni te dejan vender la pomada», dice Ouisse.

http://www.latercera.com/noticia/portada/2011/05/653-368839-9-el-cura-de-la-legua.shtml

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