EL EVANGELIO TEJIDO POR MUJER (44)
Salió el sembrador a sembrar
Mateo 13:1-23
Olga Lucia Álvarez Benjumea
Después de haber leído las lecturas para este Domingo, nos hemos quedado un silencio, como cuando recogemos, o nos dan algo y nos quedamos contemplándole.
Cuántas veces hemos visto esta imagen en nuestros campos?
Cuando se viaja en bus, o en carro, por nuestras carreteras, que lindos son nuestros paisajes, nuestras montañas, nuestros ríos, nuestra gente! Hay sitios que ya no podemos visitar, sin ir atados al miedo y la inseguridad.
En los tiempo del Dr. Lleras Restrepo, se impulso la Reforma Agraria, a través del INCORA (Instituto de Reforma Agraria) que consistía en otorgarle a los campesinos, títulos de propiedad de la tierra, en diferentes partes del país, en zonas supuestamente baldías. En ese entonces, con el apoyo del mismo Presidente se organizó la ANUC, institución que funcionaba al lado del Ministerio de Agricultura, para apoyar y seguir los trámites y procesos que había que llevar a cabo, para adquirir tal derecho. ¿Qué sucedió entonces? ¿Quiénes se beneficiaron?
Se nos habla del Decreto Ley 70 de Agosto de l993. Este decreto dice que el gobierno otorgará las tierras baldías de las cuencas del Pacifico a la población afro-colombiana, de manera colectiva y comunitaria. Suena muy parecido a lo anterior de la Reforma Agraria. Alguien diría como el refrán popular: “es el mismo perro con distinta guasca”.
Nuestros campesinos y la población afro, hoy como ayer, les vemos poniendo su pecho y perdiendo sus vidas, reclamando un pedazo de tierra.
Sin ir muy lejos el asesinato de Ana Fabricia Córdoba,(Junio 7/11) es parte de esta historia de nunca acabar.
El pueblo “cree” en sus gobernantes, pero a la hora de la hora, nuestros campesinos y afro-descendientes llevan la peor parte. Es como si esos proyectos “mesiánicos” de los gobernantes, fueran para que la gente se ponga de carne de cañón, pero eso no es noticia, aquí no pasa nada.
Hoy no puedo entender tu parábola, Señor: “Salió el sembrador a sembrar”.
Los campos están sembrados de “minas quiebra patas”, el olor a pólvora a se siente…
Los campesinos y afro-descendientes les veo en las esquinas y semáforos
tendiendo la mano, pidiendo una moneda, haciendo de limpiabrisas o haciendo malabares.
¿Cuándo, volveremos a ver nuestros campos cargados de café, maíz, papa, arroz, caña de azúcar, cebada…los naranjos cubriéndonos con el olor de su azahar, los palos de mangos, las moras y guayabas dando color a nuestras montañas?. ¿Cuándo volveremos a sentir el golpe del azadón y el machete,buscando el alimento a nuestra Madre Tierra?
El campo está listo para recibir tu buena semilla. No permitas Señor, que los altos jerarcas civiles y religiosos, quienes se creen poderosos, abaniquen tu buena semilla, hacia las rocas, los zarzales o quede a merced de los pájaros.
Tu Palabra, Señor, es fuerte! Tu Palabra, Señor es viva! Tu Palabra, Señor, es la Verdad! Tu Palabra, Señor es libre como el Viento:
”Quien tenga oídos, que escuche” Mateo 13:9
Remitido al e-mail
Jun 30, 2011 @ 22:46:24
Muy útil reflexión y oportuna hoy y siempre. Gracias. Me atrevo a mostrar cómo entiendo el mensaje del Señor. Él siempre está sembrando. Él es la Vida de la que nos hace partícipes. Nosotros somos el campo a donde cae la semilla y es nuestra la opción o la decisión de ser un campo mullido, fértil, libre de maleza y de enfermedad, capaz de proporcionar el agua y los nutrimentos necesarios para una cosecha sana y abundante. O, por el contrario, un pedregal seco y estéril donde cae la semilla y sólo puede servir de alimento a las aves. O un arenal incapaz de retener el agua, o un saladero que intoxica, o un malecero que le roba el espacio, el agua y el alimento al naciente cultivo. O un pantano maloliente y sin vida. Somos nosotros los responsables de adecuar el terreno para que sea productivo. Pero en nuestra capacidad para razonar, para tomar nuestras decisiones, para actuar como mandó el Señor, ejerciendo nuestra capacidad para amarle a Él sobre todas las cosas y demostrarlo amando a nuestros hermanos como a nosotros mismos, nos pervertimos y escogimos la vía contraria: nos regimos por el egoismo, desoímos el mandato divino y nos dedicamos a adorar el becerro de oro. Vamos en contra vía de todos los principios éticos. Hoy ya parece imposible practicar el principio de la propiedad individual con equidad y sentido social, pues la que rige es la ley del más vivo quien a la vez es el más fuerte, el creador de las mafias carentes de respeto a la vida y los principios más elementales de la convivencia humana. El que establece las alianzas macabras con los poderes políticos y compra al Estado (y a la Iglesia) para ponerlos a su discreción en su beneficio exclusivo y excluyente y, por supuesto, carece del freno que representa un mínimo de conciencia. Estos gangsters tienen todos los frentes cubiertos para romper principios y leyes a su acomodo, están enraizados y anclados en todos los niveles del ejecutivo, el legislativo y el judicial y, como no somos capaces de medirlo, tienen a la pobre Colombia cada vez más condenada a ser un estado inviable. Triste, además, que se les paga con abundancia de nuestros impuestos y se les premia con jugosas pensiones por el enorme mérito de saquearnos, amenazarnos, desposeernos y eliminarnos. El proceso es un círculo vicioso, un carrusel sinfin: a gobiernos descarados, violentos, sin capacidad de reconocer que los demás también tenemos derecho a vivir, les siguen otros, menos despóticos en apariencia, un poco moderados, vestidos con la piel de oveja de la seudodemocracia. Eso nos hace recobrar la esperanza, que es gratuita y lo último que se pierde. Pero si hemos de ser realistas y sinceros, son los mismos con las mismas. El circo del trámite de leyes de víctimas y otras de igual corte, nos hace moderar nuestro descontento y hasta recobrar un poco la fe. Pero el dragón sólo descansa en apariencia. Recobra la fuerza y reaparece luego con energía renovada y nuevas trampas creadas a la par con las dichosas leyes. Así ha sido siempre y nada va a cambiar de verdad. Sólo si decidiéramos conformar grupos multidisciplinarios de personas conscientes, estudiosas, honestas y temerarias (subversivas, además) para desnudar al dragón, entenderlo a cabalidad y formular estrategias inteligentes de lucha no violenta pero decidida, podría Colombia ver la luz al final de este túnel perverso. Quizá Evangelio y política tengan que ir de la mano, sin miedo, con esperanza, con fe y con amor por nostros mismos y por nuestra bella y dolida Colombia. Un gran abrazo, Jaime E. Enciso G.