EL EVANGELIO TEJIDO POR MUJER (60)
La responsabilidad es nuestra
Mateo 25:1-13
Olga Lucia Álvarez Benjumea ARCWP
La Palabra de Dios en esta ocasión nos invita a reflexionar acerca de la responsabilidad. La responsabilidad es nuestra, no solo de las mujeres, también es de los varones.
Los olvidos, o descuidos, casi siempre es porque no hemos tomado muy serio lo que vamos a hacer. Cuántas veces hemos salido corriendo, sin revisar el agua del carro. Sin colocar las baterías a la linterna, sin llevar la brújula para orientarnos cuando vamos a un lugar desconocido, se nos olvida llevar el repuesto de la caperuza para la lámpara “Coleman”.
En esto influye mucho la duda. Será que sí, será que no. Esto sí, valdrá la pena.
En el mejor de los casos, pensamos: “para qué llevar tantas cosas, por el camino habrá alguna tienda, o alguien que nos ayude y preste el servicio”. ¿Ven? Estamos pensando en el otro/a, porque es más cómodo.
Si, así nos pasa en la vida real, ¿qué pensamientos no nos cruzaran por el camino de la vida espiritual?
Aunque el evangelio nos dice que eran 10 vírgenes; cinco sensatas y cinco insensatas, las matemáticas no son tan exactas, empezando porque 5 y 5 no son 10 sino 5. El 5 siempre será 5. Apuesto a que son más, dice; el evangelista que eran 5 las necias, yo creo que eran más…en ese tiempo y hoy!
Este es un evangelio de mucha tela para cortar. Deja a toda luz muchas enseñanzas, muchas situaciones, muchos interrogantes. Salta a la vista, el desafío al cambio, a la solidaridad, al compartir, a la acogida, a la inclusividad, a la generosidad, despojo y desapego.
Toda propuesta de cambio, trae confusión. No existe sociedad, institución, organización, por fuerte que sea que no suscite cambios permanentes, incluida la Iglesia. El Concilio Vaticano II, en vísperas de sus 50 años, así nos lo está demostrando.
No nos podemos aferrar y quedar en el pasado, eso sería desaparecer. Son actitudes poco realistas si nos empeñáramos a vivir del pasado, aplicando normas y dogmas, predicando el moralismo, condenando, juzgando, y marginando, como las vírgenes del evangelio, que se creen con sensatez y prudencia.
Las “imprudentes” e insensatas, también nos dejan mucho que pensar…Si no hay fe, si no hay certeza, el Reino de Dios, no se dejará ver. Más, es en la duda, en la confusión, en el sufrimiento, donde nace la fe y crece la certeza.
La búsqueda y su hallazgo es solo responsabilidad nuestra.
“POR TANTO, MANTENEOS DESPIERTOS…”
En el encuentro con nuestro Dios Padre/Madre nadie nos puede reemplazar, no podemos esperar llegar a Él a través de normas y reglas, ajenas. Su amor y su ternura se imponen, sin despreciar, sin marginar, sin excluir, sin juzgar, sin condenar. Su única Ley a seguir es la del Amor, es la única llama a mantener siempre encendida, en aceite fresco, nuevo y duradero.
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