LA MUJER EN AMBITOS PROTESTANTES


Mujer y Derechos Humanos (y 5). La mujer en ámbitos protestantes

Escrito el 05 enero 2012 por Máximo García

Sobre Máximo García Ruiz

Máximo García Ruiz es licenciado en teología, licenciado en sociologia y doctor en teología. Profesor de sociología y religiones comparadas en el seminario UEBE y profesor invitado en otras instituciones académicas. Por muchos años fue Presidente del Consejo Evangélico de Madrid y es miembro de la Asociación de teólogos Juan XXIII.

 

El proceso no ha resultado sencillo[1], pero podemos decir que en el primer mundo, especialmente en ámbitos protestantes, las mujeres han logrado romper los muros de discriminación que las situaba en un estatus inferior con respecto a los hombres en lo que a derechos civiles se refiere, así como en el rol que tienen asignado en el seno de las iglesias.Máximo García RuizPara ello ha sido necesario hacer una relectura de los textos paulinos con los que se ha justificado históricamente su discriminación, excluyendo a la mujer de cualquier posición eclesiástica y profundizar teológicamente en el principio reformado de la libertad individual cuyo principio, no sin cierta resistencia, ha terminado siendo aceptado también para las mujeres. La Reforma eleva a la mujer, y con ella al matrimonio, a un rango de dignidad del que anteriormente carecía; a partir de ese cambio social, la influencia de las mujeres en el seno de las iglesias ha sido imparable.

En el siglo XIX, especialmente en el último tercio, a raíz de los cambios sociales producidos por la Revolución Industrial, la mujer va adquiriendo en las sociedades de los países anglosajones de mayoría protestante un mayor protagonismo, conquistando el derecho al voto e incorporándose al trabajo, bien es cierto que en un principio en condiciones inferiores a las que ocupaba el varón. Sin duda, pocas “revoluciones” o “reformas” ha habido que hayan logrado una influencia tan extensa como el derecho de las mujeres al voto. Este derecho, que hoy muchos aceptan como evidente, fue el resultado del esfuerzo de unas pioneras en circunstancias muy complejas y sólo pudo hacerse posible en un contexto cristiano.

Más adelante, durante la Gran Guerra (1914-1918), la mujer es reclamada en las fábricas y en otras tareas tradicionalmente asignadas al varón, para sustituir a los hombres que habían marchado al frente, del que muchos no regresaron, con lo que se ve reforzado el protagonismo de las mujeres. Surgen en ese contexto los movimientos feministas que persiguen conquistar para la mujer los mismos derechos que ya tiene reconocidos el hombre, especialmente el derecho al voto, el acceso libre a la educación, la capacitación profesional y la equiparación en el terreno laboral. Las sufragistas son mujeres imbuidas por la doctrina reformada de la dignidad del individuo, en países donde se habían  sembrado los ideales democráticos. Su lucha resultó vana en países con modelos políticos vinculados con el Antiguo Régimen o los países católicos (Italia, España, Portugal), atrasados, tradicionales y conservadores. Fueron los países protestantes, más modernos y evolucionados y más prósperos económicamente, como Inglaterra y Holanda, donde se instaló un movimiento sufragista fuerte. En España no se obtiene el derecho al voto femenino hasta el año 1931, con motivo de su instauración en la República, si bien a partir de 1947, durante el régimen franquista, solo los padres de familia podían votar en sufragios parciales; en 1977 se reintrodujo el sufragio universal. En Italia tendrían que esperar igualmente hasta el año 1974.

Un ejemplo elocuente del movimiento feminista es el de los Estados Unidos, especialmente por el papel de liderazgo que este país ocupa en el conjunto de las naciones. Dadas las condiciones socio-políticas y económicas de la sociedad americana, dentro de un sistema político democrático, el movimiento feminista, ligado a la lucha de sectores protestantes a favor del abolicionismo de la esclavitud y la conquista de los derechos individuales, se consolidó rápidamente. La analogía de los esclavos sin derechos y las mujeres era evidente. Las prácticas religiosas protestantes, especialmente a través de sus escuelas dominicales graduadas para todas las edades sin distinción de género, impulsando la lectura y el estudio de la Biblia, favorecieron el acceso de las mujeres a niveles básicos de alfabetización, lo que contribuyó a que el analfabetismo femenino estuviera prácticamente erradicado a principios del siglo XIX. Ese sector de mujeres educadas de clase media, fuertemente comprometidas con sus raíces cristianas, fue el núcleo impulsor del feminismo estadounidense, situación que no se dio en culturas orientales, islámicas ni católico-romanas.

La lucha de la mujer protestante por abrirse un espacio de igualdad en el universo protestante ha sido incesante, no solamente en el primer mundo, donde el protestantismo tiene una historia más dilatada e incardinada socialmente, sino en otras áreas como, a título de ejemplo, en América Latina donde la presencia protestante, menos enraizada históricamente que el catolicismo, avanza de manera espectacular. En poco menos de dos siglos el protestantismo latinoamericano ha transitado de ser un puñado de creyentes socialmente insignificante a convertirse en una fe religiosa que aglutina a millones de integrantes. Ha pasado de ser una creencia advenediza y vista como extranjerizante a convertirse en una expresión bien consolidada y específica de las múltiples formas del ser latinoamericano. De entre las diferentes familias eclesiásticas, las iglesias pentecostales son la rama evangélica con mayor crecimiento en América Latina, llegando a constituir el 75 por 100 de protestantes latinoamericanos. La cifra actual de la población se aproximan a los 600 millones, 20 por ciento de los cuales serían evangélicos, es decir, unos 120 millones.

En lo que a España se refiere, hay que conectar la figura de la mujer protestante con el movimiento misionero del siglo XX, en el que sobresale el papel de algunas mujeres relevantes, ya que en el siglo XIX no se hace visible. Como ya hemos apuntado anteriormente, y por razones en las que no vamos a insistir, el hecho de ser mujer ha sido siempre un obstáculo para acceder a  puestos de  ministerio o dirección  eclesial; sin embargo, destaca su papel en el campo de la enseñanza en el que las iglesias protestantes sobresalieron en los siglos XIX y XX por la atención que le prestaron y, aun yendo en contra de la costumbre de la época, ofrecieron la educación en igualdad de oportunidades tanto al género masculino como al femenino. Destacan de forma especial tres centros de confesión protestante, a los que ya hemos hecho referencia anteriormente: el Colegio Internacional de Señoritas de Santander, trasladado posteriormente a Madrid, el Colegio El Porvenir de Madrid y La Escuela Modelo de Alicante, en los que se impartía una enseñanza progresista bajo la inspiración de las pautas marcadas por la Institución Libre de Enseñanza, a su vez inspirada en modelos protestantes de enseñanza[2]. Las mujeres que se formaron en estas instituciones aportaron un nuevo modelo de integración y servicio. Del Colegio Internacional de Señoritas salieron maestras que ejercieron en colegios evangélicos y seculares, a quien le cupo el honor de haber sido la  institución de la que surgieron las primeras mujeres protestantes de España con una licenciatura universitaria en diferentes áreas, mujeres que enseñaron música y otras materias en las iglesias y mostraron cómo vivir en la libertad  que Cristo da tanto a mujeres como a hombres. Gracias a su labor se produjo un cambio de  mentalidad que permitió a las mujeres ser mucho más responsables de sus actos. Cabe destacar entre aquellas que estudiaron en el Instituto Internacional[3] a las hermanas Araujo (Sara, Alicia, Elena y Rosalía), Sara Marqués, Esther e Isabel Alonso,  que tanta influencia tuvieron en el seno de sus iglesias. No fueron las únicas, ya que también en otras zonas de España, como en la Iglesia metodista de Barcelona, surgen mujeres de talla excepcional como maestras y directoras de colegios: Antonia Serra, Magdalena Lliurat, Dolores Ortiz, Rosa Aranda, Josefa Goëtz, la diaconisa inglesa Isabel Adams, quien durante la guerra civil española y ante la ausencia de pastores, ejerció una  labor auténticamente  misionera. Sin olvida a Caridad Rodríguez, quien tuvo una farmacia en el pueblo de Camuñas, dando apoyo con su presencia y conocimientos a la iglesia de ese pueblo o a Constantina Van Loon (holandesa) que dejó escrito un importantísimo estudio de la Iglesia Evangélica Española en sus difíciles comienzos en nuestro país, ni a Elfride Fliedner quien, primero junto con su marido y luego sola, dirigió el Colegio de “El Porvenir”, o su hermana Irma, en el terreno de la literatura. Otras mujeres de gran talla en el mundo protestante en el transcurso del siglo XX han sido Antonia Zapater, Lidia Vila o Noemí Celma, dentro de la familia bautista, que han dedicado sus vidas a promocionar el trabajo de la mujer.

En la actualidad, las mujeres siguen ejerciendo un papel importante en las iglesias evangélicas de España, en las que no solamente ocupan un destacado papel en la enseñanza catequética y la obra social, sino ejerciendo como diaconisas y pastoras, las dos funciones  eclesiales reconocidas en las iglesias protestantes, así como ocupando puestos de representación y responsabilidad en los órganos de gobierno institucional. El problema básico para las mujeres sigue centrándose en las dificultades de orden práctico para poder conciliar las funciones domésticas y de crianza de los hijos, que continúan recayendo sobre ellas en mayor medida, con el ejercicio de sus responsabilidades profesionales y, en su caso, religiosas que, en no pocos casos, se realizan ad honorem.

El problema no está en lo que tiene que ver con los aspectos estructurales, en los que como ya hemos dejado reflejado, los propios avances de los movimientos civiles han ayudado a las iglesias a adaptar sus posturas a las demandas de una sociedad abierta, plural, no sexista, ofreciendo a las mujeres un rol semejante al de los hombres. El peligro, como siempre, que afecta no solamente al movimiento protestante, sino también a otras confesiones religiosas, se centra en las corrientes fundamentalistas, importadas en el caso del protestantismo por algunas agencias misioneras identificadas en sus países de origen con esas posturas, cada vez con mayor presencia numérica en España y con mayor dosis de virulencia ideológica, que pretenden someter nuevamente a la mujer a los dictados masculinos, reavivando los viejos estereotipos de supremacía varonil heredados de las más rancias tradiciones, que mantienen como denominador común el rechazo a la modernidad y el derecho de los líderes religiosos, en todo caso masculinos, a someter las conciencias, especialmente en el caso de las mujeres, a sus designios, restableciendo un rígido control patriarcal. Para ellos, la secularización y la libertad del individuo son perversiones que atentan contra los valores cristianos a los que hay que combatir con todos los medios al alcance. Esta situación se agrava para el movimiento protestante en España debido a que existe una gran dependencia subliminal de la “cultura católica” en asuntos de moral, por lo que las propias pautas de conducta difundidas por la Iglesia católica son frecuentemente asumidas como de orden natural, y así ocurre con temas que tienen  que ver con la homosexualidad, el aborto y, aún en algunos casos, con el control de la natalidad.

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[1] Este texto forma parte del libro Protestantismo y Derechos Humanos, de reciente edición.           

[2] Esta dependencia ideológica la ha dejado suficientemente demostrada Juan Manuel Quero Moreno en su trabajo de investigación doctoral publicado en dos tomos, Enseñar para la vidaEl protestantismo en Pestalozzi y en el krausismo español, CEM (Madrid: 2009) y Educación integral y de vanguardia. Los Colegios Evangélicos en España, FEREDE, CEM Y Fundación Fliedner (Madrid: 2009).

[3] Algunos de los datos, especialmente la mayoría de los referidos a nombres propios, los tomamos de Pablo García Rubio, “La mujer en la Iglesia”, Boletín de la Iglesia Evangélica Española, Arenys de Mar, 25 de febrero de 2010.

http://www.lupaprotestante.com/lp/columnistas/maximo-garcia-ruiz/mujer-y-derechos-humanos-y-5-la-mujer-en-ambitos-protestantes/

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