El poder y la posibilidad de cambio


 22 de enero de 2012

Domingo 3º después de Epifanía. Año B.

Puede que los comentarios dramáticos no sean frecuentes. Sin embargo, aquí se nos invita a aprovechar esas pocas ocasiones de transformación. Durante estos días santos, después de la Epifanía, Dios nos llama, tanto espiritual como políticamente, a dar un paso con audacia hacia lo desconocido.

Jonás 3:1-5, 10Salmo 62: 5-121 Corintios 7: 29-31Marcos 1: 14-20.

El Salmo 62:5-12 nos recuerda que el “balance final” no tiene que ver con las finanzas o la política. El balance final por el que todas las cosas son tenidas en cuenta es solo Dios. Cuando el salmista poéticamente recuerda que “Dios habló una vez,
y yo lo escuché dos veces: Tuyo, Dios mío, es el poder” (versículo 11), nos vemos desafiados a recordar que aunque la palabra de Dios aparezca como un momento único, nosotros la escuchamos en diferentes momentos y de diferentes maneras.

¿Qué sería diferente en tu vida si esperases solo en Dios, si pusieras tu confianza solo en Dios?

Jonás 3:1-5, 10 nos llama a mirar, no al profeta Jonás, sino a la extremadamente grande ciudad de Nínive y a sus sorprendentes actos de arrepentimiento. Sí, el escenario político puede cambiar de un día para otro. El cambio es así de brusco, así de dramático. El momento de conversión de Nínive era ciertamente inesperado por Jonás. Esta misericordia inesperada desafíará a Jonás en su propia necesidad de una conversión radical en el próximo capítulo de la historia.

¿Qué significa que Dios se arrepintió (v. 10)? Con qué facilidad nos olvidamos de que la acción humana está tan entrelazada con nuestras percepciones de las acciones de Dios, que la afirmación de que “Dios se arrepintió” puede ser nuestro mejor intento de explicar aquellos actos de Dios que no cumplen con nuestras expectativas. Tenemos la visión de un tiempo en el que gran parte de la iglesia diga que “Dios se arrepintió” en lo que se refiere a las personas LGBT y a las relaciones no heterosexuales, declarándonos benditos en lugar de malditos. Por supuesto, algunos de nosotros tenemos claro que esa es ya la verdad. La mente de Dios no tiene que cambiar, sólo las percepciones de la gente sobre la mente de Dios.

¿Te han demandado alguna vez las inesperadas acciones de Dios una conversión o cambio radical?

1 Corintios 7:29-31 habla de cómo nosotros, como personas de fe, vivimos en un mundo que está cambiando. La respuesta: tomar las cosas levemente. No trates de aferrarte a lo que crees tener. Permanece en el medio de tus emociones, tus relaciones, tus negocios, sin permitir que esas cosas definan tu vida o tus expectativas.

¿Cómo cambiarían tus prioridades, acciones y compromisos, si vivieras como si el reino de Dios fuese la realidad que viene, en lugar de basar tus acciones en el mundo conocido que nos deja?

Marcos 1:14-20 parece llamar la atención sobre la respuesta radical de Simón, Andrés, Santiago y Juan cuando escuchan la llamada de Jesús. Sin embargo, nos preguntamos lo que hace posible que algunos respondan de inmediato, mientras que para otros la respuesta es más difícil. ¿Que evitó que el padre Zebedeo y los jornaleros respondieran a la llamada? La respuesta no puede ser tan simple como creer que Jesús extendió la llamada sólo a unos individuos específicos.

Judith Hoch Wray comenta: “Cuando siento la  tentación de creer que la llamada de Dios a que viva públicamente como lesbiana crsitiana es una llamada universal, me acuerdo de las dinámicas de poder que hacen que sea difícil para algunas personas LGBT, si no imposible, responder a esa misma llamada a estar fuera del armario.” No todos responden al mismo tiempo o de la misma manera. Cada uno de nosotros experimentamos momentos de estar prepadados para responder a la transformación. Estos momentos no siempre coinciden con la llamada que nos han hecho. ¡Qué gracia que la llamada no se va! La invitación de Dios vuelve una y otra vez hasta que estemos realmente preparados para responder (compárese con Jonás 3:1 “por segunda vez”).

¿Cómo nos impide o nos permite nuestra responsabilidad y nuestro poder en la comunidad, responder a la llamada de Dios? ¿Cómo respetar y desafiar las respuestas de los demás, sin juzgar su fidelidad al llamado de Dios?

Oración inclusiva

Sí, Dios, llama nuestra atención.

En medio de lo mundano,
llamanos y ayúdanos a oír.
Manifiéstate a nosotros y ayudanos a ver.
Concédenos el coraje de aceptar el cambio.
Solo de ti viene de la transformación
que crea nuevas relaciones y un nuevo mundo.
 Que así sea. Amén.

Versión original en inglés: http://sites.hrc.org/scripture/?page=01-25-09

http://www.jesusinclusivo.com/blog/2012/01/22/el-poder-y-la-posibilidad-de-cambio/

Todo comenzó en Grecia. ¿Acabará todo en Grecia?


2012-01-20


 

Nuestra civilización occidental, hoy mundializada, tiene su origen histórico en la Grecia del siglo VI antes de nuestra era. El mundo del mito y de la religión, que era el eje organizador de la sociedad, se desmoronó. Para poner orden en aquel momento crítico se llevó a cabo, en un lapso de poco más de 50 años, una de las mayores creaciones intelectuales de la humanidad. Surgió la era de la razón crítica, que se expresó por la filosofía, por la democracia, por el teatro, por la poesía y por la estética. Figuras paradigmáticas fueron Sócrates, Platón, Aristóteles y los sofistas, que gestaron la arquitectura del saber, subyacente a nuestro paradigma de civilización; fue Pericles, como gobernante al frente de la democracia; fue Fidias, el de la estética elegante; fueron los grandes autores de las tragedias como Sófocles, Eurípides y Esquilo; fueron los juegos olímpicos y otras manifestaciones culturales que aquí no cabe referir.

El nuevo paradigma se caracteriza por el predominio de la razón que deja atrás la percepción del Todo, el sentido de la unidad de la realidad que caracterizaba a los pensadores llamados presocráticos, los portadores del pensamiento originario. En este momento se introducen los famosos dualismos: mundo-Dios, hombre-naturaleza, razón-sensibilidad, teoría-practica. La razón creó la metafísica, que en la comprensión de Heidegger hace objeto de todo y se instaura como instancia de poder sobre ese objeto. El ser humano deja de sentirse parte de la naturaleza para situarse frente a ella y someterla al proyecto de su voluntad.

Este paradigma alcanzó su expresión más acabada mil años después, en el siglo XVI, con los fundadores del paradigma moderno, Descartes, Newton, Bacon y otros. Con ellos se consagró la cosmovisión mecanicista y dualista: la naturaleza por un lado y el ser humano por otro, enfrente y encima de ella como su “maestro y dueño” (Descartes), corona de la creación en función del cual existe todo. Se elaboró el ideal del progreso ilimitado, que supone la dominación de la naturaleza, en el supuesto de que ese progreso podría avanzar infinitamente hacia el futuro. En los últimos decenios la codicia de acumular ha transformado todo en mercancía a ser negociada y consumida. Hemos olvidado que los bienes y servicios de la naturaleza son para todos y no pueden ser apropiación de algunos solamente.

Después de cuatro siglos de vigencia de esta metafísica, es decir, de este modo de ser y de ver, verificamos que la naturaleza ha tenido que pagar un alto precio para costear este modelo de crecimiento/desarrollo. Ahora estamos tocando los límites de sus posibilidades. La civilización científico-técnica ha llegado a un punto en el que ella misma puede causar su propio fin, degradar profundamente la naturaleza, eliminar gran parte del sistema-vida y, eventualmente, erradicar la especie humana. Sería la realización de un armagedón ecológico-social.

Todo empezó en Grecia hace milenios. Y ahora todo parece terminar en Grecia, una de las primeras víctimas del horror económico, cuyos banqueros, para salvar sus ganancias, han empujado a toda una sociedad a la desesperación. Ésta ha llegado a Irlanda, a Portugal, a Italia, pudiendo extenderse a España y a Francia, y quizás a todo el sistema mundial.

Estamos asistiendo a la agonía de un paradigma milenario que aparentemente está terminando su trayectoria histórica. Puede demorarlo todavía decenas de años, como un moribundo que resiste, pero el fin es previsible. Con sus recursos internos no tiene condiciones de reproducirse. 

Tenemos que encontrar otro tipo de relación con la naturaleza, otra forma de producir y de consumir, desarrollando un sentido general de dependencia ante la comunidad de vida y de responsabilidad colectiva por nuestro futuro común. De no iniciar esta conversión, dictaremos para nosotros mismos la sentencia de desaparición. O nos transformamos o desapareceremos.

Hago mías las palabras de Celso Furtado, economista-pensador: «La gente de mi generación ha demostrado que está al alcance del ingenio humano conducir a la humanidad al suicidio. Espero que la nueva generación compruebe que también está al alcance del ser humano abrir camino de acceso a un mundo en el que prevalezcan la compasión, la felicidad, la belleza y la solidaridad». Siempre y cuando cambiemos de paradigma.

 

 

Leonardo Boff

http://servicioskoinonia.org/boff/articulo.php?num=471


 

Una espiritualidad para evangelizadores del siglo XXI



La interculturalidad como fuente de espiritualidad.

Gonzalo M. DE LA TORRE GUERRERO

1. PORQUÉ UNA ESPIRITUALIDAD DE LA INTERCULTURALIDAD

1.1. Punto de partida: cuestionamiento a la “espiritualidad de la inculturación”

a) La sospecha de las culturas minoritarias

Comencemos diciendo que no vamos a hablar de “inculturación”, sino de un nuevo concepto que ya hace años la viene remplazando: la “INTERCULTURALIDAD”. Las culturas ajenas a la “cultura cristiana” han terminado sospechando del contenido colonizador que tiene el concepto de “inculturación”. Basta esta sospecha, para no correr el peligro de construir una espiritualidad a partir de un concepto sometido a la crítica. De nada nos serviría una espiritualidad bajo la sospecha de ser taimadamente opresora. Porque, a la hora de la verdad, de esto acusan las culturas minoritarias a la iglesia católica en su propuesta de “inculturación”.

 

b) Un examen de los contenidos de la inculturación

Las mejores definiciones que se han dado de inculturación contienen estos tres elementos:

1. La acción por la cual el evangelizador asume la cultura del evangelizado;

2. La acción por la cual el evangelizado asume los principios del Evangelio traído por el evangelizador;

3. La acción por la cual la cultura queda renovada por el Evangelio.

 

Frente a estos tres elementos caben preguntas.

1°. Respecto al evangelizador que asume la cultura del evangelizado: ¿Es necesario para que haya evangelización que el evangelizador foráneo asuma la cultura del pueblo evangelizado donde llega? ¿Las culturas evangelizadas le exigen esto al evangelizador foráneo? Cuando el evangelizador foráneo no asume la cultura del evangelizado, ¿queda por esto mal realizada la evangelización? ¿Es posible que un evangelizador asuma en todos los aspectos una cultura que no es la suya? Cuando veamos qué es cultura, seremos más conscientes del problema.

2°. Respecto al Evangelio que es asumido por el evangelizado: ¿El Evangelio ofrecido, está libre de las limitaciones de la cultura en que fue escrito, o de la cultura del que lo está ofreciendo en determinado momento histórico? ¿Por qué olvidar que el Evangelio que anunció Jesús ya no nos llega en estado puro, sino mediatizado por la cultura de sus redactores, por las culturas de sus hermeneutas a lo largo de la historia y, por último, por la cultura del último evangelizador que lo presenta?

3°. Finalmente, respecto a la cultura que queda renovada por el Evangelio: ¿No hay aquí el peligro de imponer principios que no siempre son evangélicos, como si lo fueran? ¿No se está queriendo imponer la religión del evangelizador más que las verdades del Evangelio? ¿Se puede aceptar, a ciegas, que las verdades relativas de una religión primen a toda costa sobre las verdades históricas de una cultura? Cuando pensamos que una cultura queda renovada, ¿pensamos realmente en los valores netamente evangélicos, o en los valores que la religión evangelizadora presenta?

 

c) La visión romántica de la inculturación

En fin, la inculturación tiene tal cúmulo de interrogantes, que siempre estará sometida a la sospecha de ser una mediación remozada por la antropología religiosa, pero que en el fondo apunta a acciones de conquista o colonización. De hecho, a pesar de toda la belleza y fascinación que tiene la inculturación, cuando ha llegado la hora de los conflictos, la iglesia oficial ha defendido e impuesto su verdad sobre las de las culturas, y ha defendido de nuevo ser la poseedora de la verdad, desvalorizando y relativizando la verdad o las verdades de las culturas minoritarias.

Por lo mismo, dejaremos la visión romántica de que el evangelizador, cuando humildemente entra en contacto con la cultura del otro, descubre bellezas de todo género que lo enriquecen espiritualmente. Este mundo espiritual tan poético queda pervertido cuando llegan los momentos en que la cultura del otro, por algún motivo, es considerada inferior. Abandonarnos acríticamente a la inculturación sería aceptar la posibilidad de convertirnos en saqueadores espirituales de las culturas, sin valorar o respetar esa misma cultura que ha producido esas bellezas que en algún momento nos entusiasman. Es decir, cosechamos las bellezas que producen las culturas, pero desvalorizamos la cultura que las produce. ¿Cómo se llama esto? Hacemos, con sus debidas proporciones, lo mismo que siempre han hecho conquistadores y colonizadores: se enamoraron de las bellezas indígenas y negras, pero nunca les dieron reconocimiento a sus personas y culturas; por el contrario, las trataron como algo inferior: ¿qué nombre le ponemos a esto?

 

d) Evitar una espiritualidad sin claridad en su objetivo final

En conclusión: le estamos diciendo no a la inculturación, como fuente de espiritualidad, por el peligro que tiene, no tanto en su definición -que es muy hermosa- sino en la práctica concreta de la misma, que fácilmente nos puede llevar a ser unos explotadores taimados de las culturas. La práctica católica de la inculturación, mientras no reconozca concretamente la igualdad entre las culturas y, por lo mismo, entre las religiones, no se podrá acercar a ambas con intención pura o con conciencia diáfana. Siempre estaremos pensando en la superioridad de lo nuestro, y crearemos una espiritualidad del engreimiento, de la superioridad, del dominio, y estableceremos disimuladamente unas relaciones espirituales de sabios a ignorantes… de poseedores de la verdad a poseedores de falsedad… de superiores a inferiores… ¿No es esto lo que muchas veces hemos hecho y, si se quiere, continuamos haciendo en la práctica? ¿Y qué tipo de espiritualidad es esta?

 

e) Superar el temor de aceptar la verdad de los otros

Considerar iguales a otras culturas y otras religiones, es difícil hacerlo, mientras consideremos a dichas culturas y las religiones que nacen de ellas, como mediaciones de poder. Pero, es fácil hacerlo, si las consideramos como mediaciones teológicas (mediaciones de espiritualidad), fruto del Espíritu que inhabita a todos los seres humanos. A nadie se le puede ocurrir pensar que el Espíritu de Dios es más grande o más verdadero en una cultura que en otra. La verdad que tanto nos preocupa a los católicos y que tenemos miedo que nos la arrebaten, depende de nosotros mismos. Ya es noción vieja en la filosofía y en la teología que la verdad existencial no está en las cosas, sino en la mente de quien conoce dichas cosas. Somos nosotros quienes llenamos de verdad a todos los conceptos o definiciones con que llamamos o definimos las cosas y las personas. Por eso el ser humano tiene tantos nombres y tantas definiciones para Dios. Cada cultura tiene no una, sino varias o muchas definiciones de Dios.

 

1.2. La posibilidad de la espiritualidad de la “Interculturalidad”

a) Qué es interculturalidad

Interculturalidad es sencillamente seguir la opción dinámica de la historia que lleva a las culturas a relacionarse entre sí, reconociéndose, respetándose y enriqueciéndose mutuamente, sin ninguna intención de conquista o avasallamiento. Es hacer de la dinámica cultural una mediación de mutuo crecimiento, aceptando el proceso evolutivo de humanización, del cual forma parte la verdad.

Llevar esta definición a la vida espiritual, es por una parte enriquecer nuestro espíritu con lo bueno que descubrimos en el otro, y por otra parte es ofrecerle al otro aquello que creemos lo puede hacer crecer en su proceso de humanización, convencidos de que todos podemos ser llevados a una justicia mayor, a un amor mayor, a una verdad mayor.

 

b) Consecuencias de la interculturalidad para la teología

Sólo cuando valoremos el papel que lleva a cabo la interculturalidad en nuestras conciencias, nos daremos cuenta de su valor como fuente de espiritualidad. Veamos sólo unos cuantos puntos de todo aquello que se deriva, por el solo hecho de proponernos caminar por el sendero de la interculturalidad.

1ª. La interculturalidad es un acto de fe en la presencia de Dios en todas las culturas. Colocarnos con respeto frente a otra cultura es reconocer el valor de sus propias verdades, la dignidad de su propia cultura, el derecho a que lo ya construido en un proceso histórico valioso no sea destruido por nuestra “evangelización”. Es reconocer que Dios está presente en todas las culturas.

2ª. La interculturalidad es una confesión de la limitación de nuestras estructuras. Si, frente a lo que nosotros ofrecemos, la otra cultura no reacciona, es que o no entendió lo que le comunicamos, o lo entendió y no le vio ningún valor, o nuestra mala conducta neutraliza su convencimiento, o le ve mucho valor, pero necesita tiempo para asimilarlo, para ir desmontando lo que ya tiene construido y para irlo remplazando por los nuevos valores descubiertos. Pero esto significa un largo proceso, un prolongado acompañamiento y una comprensión inmensa, que nuestras prisas occidentales, y la evaluación cuantitativa a la que nos acostumbraron lo impiden. Por eso entramos atropellando culturas, atacando valiosos procesos históricos, imponiendo la propia cultura e irrespetando los valores del otro. Y por eso también, abandonamos o no sabemos acompañar las culturas que no se “convierten” a lo nuestro.

3ª. La interculturalidad es un reconocimiento de que Dios salva a los seres humanos por muchos caminos. Tenemos que repensar la salvación que ofrecemos a los demás. Esto lo realizamos en la medida en que comprendamos el verdadero sentido de la salvación que ofrecemos en la persona de Jesucristo. Para esto, comencemos recordando, ante todo, que Dios quiso que el Jesús de la historia naciera dentro de un proceso, después de millones de años en que muchos seres humanos habían buscado y creado caminos y más caminos, tratando de buscar realidades de amor, de justicia y de verdad que les permitiera prolongarse en la historia… ¿Estos seres que antecedieron a Jesús quedaron sin salvación, porque no tenían el ejemplo de su ética? Antes de Jesús existieron en la historia culturas y personajes de una honda espiritualidad que guiaron a la humanidad. Jesús, en su vida y en su doctrina, asumió las experiencias de amor y de justicia de sus antecesores y ratificó con ello el valor moral de los que lo precedieron. Lo mismo debemos decir de las culturas que existen en el mundo, posteriores a la encarnación de Jesús y que no lo han confesado todavía como al Hijo de Dios. En todas estas culturas sigue trabajando Dios, y siguen apareciendo en el mundo caminos originales y virginales de justicia, de comunión fraterna, de capacidad de dar la vida por las causas justas… ¿De quién podrá ser fruto todo esto? Unos dirán que se trata de “las semillas del Verbo” que están en las culturas. Otros dirán que se trata de “cristianos anónimos”… Lo único cierto es que todo esto es confesión de que los caminos de Dios para la salvación no coinciden del todo con los caminos que señalan nuestras teologías… Todas quedan superadas por la aparición del amor de Dios en los procesos de humanización, inexplicables para quien crea que la gracia de Dios sólo está en su iglesia.

4ª. La interculturalidad nos acerca a un nuevo modo de pensar a Jesús como mediación de salvación. El mejor modo de comprender a Jesús es entenderlo como el paradigma perfecto de todas las éticas que salvan. Su presencia en el mundo vino a ratificarnos, de parte de Dios, que todos los procesos cimentados en la justicia eran el camino que a Dios le agradaba y eran la mediación que realmente nos humanizaba. Jesús encarnado no es el comienzo de la historia, ni del amor, ni de la justicia, ni de la ética… Es más bien la clave para comprender la historia, en todas sus manifestaciones de amor, de verdad y de justicia. Su existencia nos vino a corroborar, de parte del mismo Dios, que el camino de la justicia y del amor es el que a Él le agrada, porque es el que realmente humaniza. Esta ratificación del valor del amor y de la justicia no la hace Jesús sólo con palabras. Lo hizo con hechos tan concretos, que lo llevaron a terminar su vida en el atroz castigo socio-político de la crucifixión. A la hora de la verdad, Jesús fue ajusticiado porque demostró que el judaísmo no era el único camino de salvación, que aquellos a quienes el judaísmo condenaba, eran los que el Padre Celestial quería salvar.

5ª. La interculturalidad nos acerca a un actuar trinitario de Dios, presente en todas las culturas. No se trata de equiparar conceptos cristianos con realidades no cristianas. Se trata de ver que, cuando nos acercamos a la verdad de otras culturas, encontramos elementos que también nos desafían a ahondar más en la presencia espiritual trinitaria en la historia, principalmente en el interior del ser humano, quien desempeña el papel de ser la conciencia de todo lo que ocurre en su caminar histórico. Las culturas, a lo largo de la historia han ido percibiendo la realidad de un ser que es padre o madre, la realidad de los espíritus ligados a lo masculino o femenino de Dios, y la realidad de los seres humanos intermediarios de la divinidad, e hijos por antonomasia de la misma. No se trata de forzar paralelos entre las culturas y el cristianismo. Se trata más bien de comprobar que, cuando nos acercamos a las culturas, descubrimos realidades que nos ayudan a profundizar en nuestros propios dogmas. Por ejemplo, todas las culturas buscan a ese Ser responsable último del amor, de la justicia y de la verdad, existentes en todos los rincones del universo… Todas las religiones buscan a este Ser primero, y esta búsqueda en cierta forma las unifica. Gracias a la fuerza trinitaria que actúa en la conciencia humana, desde el mismo comienzo del mundo, en busca de caminos de amor, de justicia y de verdad, Dios ha salvado al ser humano… Y estos caminos pueden ser pensados previamente a la existencia de cualquier tipo de religión. No son las religiones los únicos caminos de salvación. Anteriores a ellas están las culturas y el mundo de lo espiritual y, como fruto de todo ello, está la aparición de la conciencia humana…

6ª. La interculturalidad nos permite clarificar el papel de Jesús como “único” mediador de salvación. ¿Cómo es posible esto, si la cultura con la que nos confrontamos no cree en Jesús? La interculturalidad, cuando nos pide respetar la verdad del otro, está poniendo entre paréntesis (no está negando) los actos de fe propios de cada cultura. Su papel es confrontarnos con valores, dar y recibir esos valores éticos con que la historia nos va enriqueciendo a todos y que no sólo los cristianos y los católicos los tenemos. Y estos valores éticos deben ser el fundamento de todo diálogo. Una vez entendamos esto, el papel de Jesús se nos clarifica: él es un adalid de la práctica de la justicia, del amor, de la verdad, de la inclusión, del compromiso con la dignidad humana, del empeño en mermar el sufrimiento de la humanidad, de la práctica de los derechos humanos, de la incorporación de los excluidos y de los pobres en los procesos de construcción de humanidad, etc. Por eso, la pregunta primera frente a las culturas no debe ser esa pregunta religiosa que indaga sobre formulaciones teológicas, sino la pregunta que busca valores, que si lo son de justicia, se sumarán a los de Jesús. Entonces conoceremos cómo una cultura puede creer en Jesús, por los valores que su persona presenta, aún sin llegar a confesarlo explícitamente como persona divina. Este camino es un proceso válido, pues es el mismo que siguió Jesús con sus discípulos: primero creyeron en él como hombre de valores y después, a partir de la resurrección, creyeron en él como Hijo de Dios.

7ª. La interculturalidad nos abre un nuevo camino o modelo de evangelización. Compartir valores en apertura de intercambio, significa que el camino queda abierto y pendiente de la voluntad de la cultura con la que dialogamos. No hemos impuesto nada, sólo quedamos abiertos al diálogo y al intercambio. ¿No es este camino una evangelización de distinto cuño a la tradicional, pero evangelización al fin y al cabo? En el ejercicio de este nuevo modelo de evangelización todos nos iremos dando cuenta de cómo a partir de la resurrección de Jesús, el Padre Celestial nos dejó el testimonio de que quien fue llevado al patíbulo por practicar la justicia tenía la razón. Y aunque las culturas no lo confiesen, el hecho ya está dado. Y como el mismo Jesús lo dijo, “quien no está contra nosotros a favor de nosotros está” (Mc 9,40). Una cultura que practique la justicia está con Cristo Jesús, explícita o implícitamente…

Recordemos el episodio evangélico completo: “Maestro, vimos a uno que expulsaba demonios en tu nombre y tratamos de impedírselo, porque no sigue con nosotros…” (Mc 9,49). Este versículo contiene elementos muy claros: a) Alguien practica la justicia en nombre de Jesús, pero no pertenece a su grupo religioso; b) Jesús no lo condena, ni permite que lo hagan sus discípulos; c) Es entonces cuando hace esta gran confesión: quien practica la justicia no puede estar contra él, por el contrario, está con él… De esta forma nos demuestra que el único camino que le agrada es el de la justicia, un camino que fue inaugurado desde el comienzo de la historia, y que se fue configurando a lo largo de la misma, en forma de culturas y que él reconoce que eso es lo que definitivamente agrada a Dios. Este es el gran papel que Jesús hizo en la historia, esta es la grandeza de su encarnación, esta es la grandeza de su persona, sin él jamás hubiéramos sabido ni comprendido que la justicia y el amor al prójimo son para Dios algo único y definitivo… Jesús no descubre la justicia, pero ratifica su valor y su papel teológico frente a Dios. En este sentido, Jesús no le hace daño a ninguna cultura, pues su vida, su muerte y su resurrección no hacen otra cosa que dar razón a todas las formas de justicia que existen en todos los rincones del mundo.

8ª. La práctica de la interculturalidad nos facilita comprender el amor que une al universo. Todas las partículas y todas las ondas de que está compuesta la creación viven en mutua asociación, y de esta asociación han brotado y seguirán brotando todas las formas de vida que han existido, existen y existirán… Todo es fruto de la interrelación de energías. La “interculturalidad” pertenece a esta posición ontológica y existencial del mutuo reconocimiento, del mutuo respeto, de la mutua valoración y del mutuo intercambio, buscando nuevas formas de vida que se basen en el amor, en la justicia y en la verdad… ¿No es esto lo que quiere y busca Dios en nuestro universo? ¿No es esto lo más grande que vino a demostrarnos Jesús con su propia práctica? ¿Acaso quiere Dios una religión única y avasalladora que no reconozca su presencia activa y transformadora en todas las culturas, a lo largo de tantos millones de años?

9ª. Pensarse desde la interculturalidad ayudaría a pacificar al mundo. Reconocemos que la interculturalidad es un verdadero desafío para la teología de la iglesia, pues ella la obliga a repensar su misión de una nueva forma. Llevamos dos mil años tratando de asimilar los valores del Evangelio y aún no lo logramos. Pero la experiencia nos ha ido demostrando que hay que dar pasos nuevos, que el Evangelio tiene verdades tan hondas que necesitan siglos para ser asimiladas del todo. ¿No habrá llegado la hora de que nuestra iglesia dé el gran paso que espera la humanidad, para que todos nos sintamos más hermanos? El mundo está a punto de perecer, nos lo dicen todos los sabios honestos, pues la codicia humana, las guerras y todo tipo de violencia lo está minando y destruyendo. No queda más remedio que la fraternidad, pensada no sólo a nivel individual o grupal, sino también a escala mundial. Y esto sólo se consigue desde posiciones de igualdad y humildad, de reconocimiento y valoración, dejando para siempre a un lado toda posición de superioridad. No es posible que veamos que el mundo se viene a pique por falta de fraternidad, y nosotros sigamos defendiendo posiciones de superioridad que impiden la fraternidad. ¿Qué pasa en nuestra teología y en nuestra eclesiología que no nos resolvemos a dar pasos concretos, reales, posibles, que están a nuestro alcance, para que el mundo sea más fraterno? ¿Por qué no percibimos el amor y la fraternidad universal como el mayor principio teológico y eclesiológico, frente al cual todo lo demás debe ser relativo?

 

c) Consecuencias de la interculturalidad para la espiritualidad

Todos sabemos que la historia se configura en la dinámica del ofrecimiento y de la recepción de energías. Esto mismo se da en la espiritualidad, cuando la percibimos y la vivimos desde la interculturalidad, cuya definición es precisamente la de compartir valores, a base del reconocimiento y del respeto mutuo de las culturas.

1ª. Aceptar al otro, con todas las consecuencias. Lo primero que nos pide la interculturalidad es reconocer al otro, con todos aquellos valores que la historia va construyendo en cada cultura y en cada religión. Y, a partir de aquí, valorarlo, respetarlo y acercarnos al mismo, hasta llegar a tratarlo como a verdadero hermano. Esta posición nos redimensiona, nos quita presunción, nos hermana con el universo de las culturas y nos lleva a percibir mejor la riqueza que Dios esparce en todas ellas. Ya no se trata de la espiritualidad de la conquista de almas para Dios, sino la del intercambio de dones, que nos lleva a cada uno a reconocer el don mayor que en algún campo tiene el otro. Esta espiritualidad, tarde o temprano acerca a ese don “mayor” que es Jesús, pero sin afanes, sin imposiciones…

2ª. Saber ofrecer a otros nuestros propios dones. Esto significa que estamos convencidos de los contenidos de amor, verdad y justicia de los mismos y que así lo demostramos con nuestra práctica. Ésta es la que avala o hace creíble nuestras ofertas. La Divinidad no está ausente de este proceso, pese a nuestros malos ejemplos. Ella esperará con paciencia histórica que vayan apareciendo quienes enmienden la plana… Pero la historia responsabilizará a quienes con su poca o nula capacidad de justicia retrasen el proceso ético de sus respectivos grupos. Dios no enseña ni corrige por su cuenta la ética de las culturas. Si ello dependiera de Él, lo hubiera hecho desde el principio de la aparición del ser humano. Pero no lo hizo ni lo hará, porque Él ha querido un hombre libre, y sólo en un proceso histórico, largo, evolutivo, el ser humano desde su libertad puede ir diseñando su ética… En un proceso evolutivo, el ser humano sigue siendo mediación necesaria, no por un poder superior al de Dios, sino simple y llanamente porque Dios ha querido autolimitar su propio poder, en el ejemplo más grande de “kénosis” (abajamiento) sin parangón, para que el ser humano, construido sobre la libertad, pueda ir comunicando al mundo, a medida que avanza su historia, la verdad, el amor y la justicia. Reconocer estos procesos evolutivos en cada cultura sólo lo permite la interculturalidad.

3ª. Convencernos de que en el corazón de Dios cabemos todos. El peligro de toda teología y toda espiritualidad es creer que se pertenece a un grupo privilegiado, receptor único de una revelación que anuncia para el mundo un final en el que sólo el grupo elegido se salvará. Este modelo de apocalíptica que se posesiona muchas veces de nuestras conciencias y que tanto daño hace, sólo es contrarrestado por la interculturalidad, que también permite ver a los otros con el derecho a su propia salvación. Nadie puede ser excluido del amor de Dios. A él nos acercamos a través de ese caminito de justicia que nuestra propia historia haya abierto. Quien tenga un camino más amplio y más claro, que lo participe, pero que no destruya en Dios su infinita capacidad de salvar a todos sus hijos. Es un hecho innegable que todas las culturas y todas las religiones, por estar constituidas de seres humanos, contienen fallas. Todos sabemos que Dios en la historia humana no destruye la injusticia que puede crear nuestra libertad. Esta es la razón de la existencia de tanta injusticia en el mundo: Dios se encuentra auto-limitado por nuestra libertad. Y esto mismo constituye la grandeza e importancia del ser humano en la historia: sólo él, siguiendo libremente el dictado que le ofrece Dios a través de su conciencia, puede hacer avanzar éticamente la historia. Por lo mismo, debemos presentarnos a las otras culturas con conciencia de igualdad, sin avasallamientos, sin intenciones de conquista, con el respeto de quien ofrece algo que el otro verá si lo acepta, pero que no queda condenado ni expuesto a ningún castigo por el hecho de que lo rechace o lo relativice. En este sentido, la interculturalidad nos purificaría de vivir una espiritualidad apocalíptica, condenatoria, olvidándonos de nuestras propias fallas y limitaciones…

4ª. Interpretar nuestro carácter misionero de una forma nueva. El hecho de presentarnos ante el otro como hermano o compañero, o como ser humano igualitario, sin propósitos de conquista, no destruye ese carácter de “enviado” que anuncia la conversión, que Jesús le otorgó a sus seguidores; lo que busca es darle un nuevo significado a la conversión de las personas y las culturas al cristianismo. Ofrecer conversión puede ser leído como ofrecer “atracción», lo cual no lleva la carga de ganar al otro para la propia causa religiosa, sino de presentarle al otro esa fuerza de atracción que tiene el proyecto de Jesús, para ver si el otro quiere construir su mundo desde esta perspectiva, desde esa fascinación que ofrece una práctica concreta de la justicia, a partir de los oprimidos. A partir de aquí el otro podrá transformar la atracción en cambio personal, o en afiliación institucional, pero desde su libertad. En este sentido, la interculturalidad nos hará vivir nuestro carácter misionero en una forma más evangélica.

5ª. Construir el credo de la espiritualidad intercultural. Todo lo anterior nos ayuda a construir un credo intercultural, que puede contener estos o parecidos artículos:

–   Creemos que todas las culturas son animadas por el Espíritu de Dios, que todas tienen caminos de verdad y ejemplos de justicia, que en todas hay mucho que aprender porque llevan el sello de lo divino, aunque también existen cosas que rechazar, porque contienen el sello de lo humano, todas, todas sin excepción…

–   Creemos que en el mundo holístico, cuántico y evolutivo en que nos movemos y que cada vez conocemos un poco más, Jesús -el Hijo Unigénito del Padre- y el aspecto unitario y trino de Dios, pueden ser ofrecidos como valores inigualables a todas las culturas del mundo, para su crecimiento espiritual…

–   Creemos que nuestra Iglesia Cristiana Católica no ha perdido ni perderá nunca el valor de su misión, pues necesita misioneros que anuncien a Dios Padre y a Jesús de Nazaret su Hijo y Hermano nuestro, como valores que pertenecen al mundo entero…

–   Creemos que Jesús, consagrado Mesías por su resurrección, ratificó con su vida y con su muerte el valor de todos los caminos de justicia existentes en la tierra y le aportó a la justicia su propio compromiso, como hombre y como Dios, desde su cercanía con los pobres y explotados, con los marginados y excluidos, con los pecadores y condenados y con todos aquellos que llevan la marca de algún tipo de opresión…

–   Creemos que la ética basada en la justicia tendrá que ser la columna vertebral de toda la humanidad del futuro, y que en este sentido todas las culturas y todas las religiones tienen un papel igualmente decisivo y trascendental…

–   Creemos que la Biblia será siempre Palabra de Dios para el universo entero, al lado de muchas otras Palabras también de Dios, que han ayudado a que aparezca y crezca la justicia en todas las épocas y en todos los rincones del mundo…

–   Creemos que una iglesia que anuncie la verdad y la justicia con lealtad y respeto, pero sin fanatismos, nunca tendrá sus toldas vacías, pues el amor, la verdad y la justicia serán siempre polos de atracción para todo ser humano que busque crecer en humanidad… La mejor medida del valor y del crecimiento de una institución no es tanto lo cuantitativo, los grandes números, sino lo cualitativo, el compromiso humanizador de sus miembros.

–   Creemos que hay que soñar un mundo construido en la fraternidad, más allá de las diversidades religiosas, y que hay que comenzar a trabajar por él desde ahora, valorándonos y respetándonos todos, reconociendo la verdad que todos tenemos, a fin de que la confianza nazca, el mutuo respeto se afiance y los valores de amor, verdad y justicia que todos tienen se compartan…

–   Creemos que todas las religiones del mundo tendrán que relativizarse, para dar salida a los grandes valores que las animan y que muchas veces no son apreciados ni recibidos por la envoltura religioso-cultural en que van presentados y que se obliga a otros a aceptar…

–   Creemos que tomar, la interculturalidad como fuente de espiritualidad, significa sentirnos evangélicamente libres para reconocer a todas las culturas y a todas las religiones como mediaciones de vida, según la verdad que cada una le ofrezca al mundo, todas capaces de dar y de recibir, abiertas a evangelizar y dejarse evangelizar desde la justicia…

–   Creemos que el punto de partida de la “espiritualidad de la interculturalidad” es el de las “verdades” que contienen las culturas, para llegar a la “Verdad” que las anima a todas… Esto significa: que debemos ser conscientes de que no somos dueños de toda la verdad… que la Verdad está sometida a la asimilación histórica y evolutiva que hace cada cultura… que si hiciéramos un mapa de la Verdad, ésta estaría repartida; que si llegáramos a ponerle color a la Verdad, ésta tendría diversos matices; y que si le colocáramos piel a la Verdad, ésta tendría la piel y el color de todas las etnias del planeta…

–   Creemos que si comparáramos el proceso de la inculturación con el de la interculturalidad, podríamos decir: que la inculturación busca la asimilación de la cultura del otro, aunque no llegue al reconocimiento de la igualdad del otro… En cambio, la interculturalidad parte del reconocimiento de la igualdad del otro, aunque no necesariamente llegue a la asimilación de su cultura… Si le preguntáramos a las culturas cuál de las dos posiciones prefieren, sin duda nos responderían que prefieren que las tratemos en un plano de igualdad, aunque no imitemos su cultura, y no en una imitación de su cultura que nunca le reconocerá iguales derechos frente a la verdad, el amor y la justicia…

 

1.3 Conclusiones de esta primera parte:

Confrontémonos ahora con las verdades expuestas, haciendo memoria de ellas en forma de pequeñas píldoras. Apoyémonos en el ritmo de las frases y en la cadencia de las palabras, para que de todo esto nos quede un recuerdo agradable:

 

1. Mostrando con orgullo
al propio Dios, salimos los mortales
y no nos damos cuenta,
por nuestras vanidades,
que ese Dios ya se encuentra en otros lares…

2. Rituales componemos
donde al Dios que adoramos bendecimos,
como al único Dios
que nos mostró el camino
y nos hizo su pueblo preferido…

3. No sólo son rituales
augustas ceremonias de Pastores;
la tierra, el aire, el fuego
el agua y sus amores,
también componen ritos creadores…

4. Apuéstale a la vida
y con la vida misma a la esperanza,
que hay una religión,
de todas la más santa,
que a un Padre Universal adora y canta…

5. El Dios que nos espera
detrás de cada amor y cada cosa,
por ser Padre de todos,
en todos Él reposa
y con cada cultura se desposa…

6. Para hallar al Amor,
creamos los humanos mil caminos;
y de ese Amor palpamos
el corazón herido,
que por todos ofrece sus latidos…

7. Iguales somos todos,
hambrientos y sedientos de cariños;
por eso todos somos
ingenuos peregrinos,
buscadores de amores como niños…

8. Colócate en silencio,
de pie, con dignidad ante la historia,
y exige que los otros,
hermanos sin memoria,
respeten tus caminos y su gloria…

 

 

2. LA GRAN TAREA DE LA ESPIRITUALIDAD: REDIMENSIONAR LA PROPIA VERDAD, PARA PODER RECONOCER LA VERDAD DE LOS OTROS

2.1 La verdad de Dios

La idea que más tortura a la ortodoxia cristiano-católica es la de la verdad. Cada grupo religioso se aferra a la verdad o a las verdades recibidas y no quiere que su herencia se pierda: teme que su verdad sea contaminada, o traicionada, o diluida… Cuando cada grupo religioso se aferra a su verdad, el diálogo se hace imposible. Queremos que el otro acepte nuestra verdad, se acerque a nuestra cátedra y renuncie a su verdad que para nosotros no es verdad, sino una simple equivocación histórica. Hemos creído que el camino más fácil es mantener la puerta abierta, por si alguien quiere entrar. Pero salir y hacer camino para ir donde el otro, necesitados de su verdad, nos han enseñado que es casi una traición a la propia religión. Convenzámonos: la verdad sobre Dios en sí mismo nunca podrá ser captada por nuestra mente, que es limitada, por ser creatura. En nuestra conciencia sólo podremos tener una verdad limitada de Dios. Y esto mismo les ocurre a todas las religiones del mundo.

2.2 La verdad humana

Nuestra filosofía occidental nos ha enseñado que la verdad está en las cosas y que conocer es “adecuar nuestra mente a esas cosas” (“adecuatio mentis ad rem”), es saber captar y asimilar lo que la historia ha construido. Quien no acepta la realidad de la historia es un ignorante. Más aún: esa verdad que la historia ha construido y que le da la razón a los poderosos hay que respetarla. Es la verdad de la historia.

Pero se nos ha olvidado que la historia es una construcción humana, llena toda ella de los intereses de los más fuertes, y del sufrimiento de los más débiles. Y, ¿cuál es aquí la verdad, la de los fuertes o la de los débiles? Se nos olvida que esa realidad de dominio y opresión que nos presentan es fruto no de la verdad en sí, sino de la verdad que las mentes de los poderosos se han fraguado y que proyectan en la historia, para crear una sociedad de acuerdo a sus intereses.

 

9. En busca de verdad
te colocó la vida en este suelo.
Por eso es tu misión
buscarla con esmero,
seguir su rastro en todos los senderos…

10.   Verdad es todo aquello
que dentro de la historia te humaniza.
Verdad es definirte
desde lo que armoniza,
y te llena de amor y de justicia…

11.   Por eso son verdades
las cosas ordinarias que, sin prisa,
ayudan a tenerle
al “otro” más estima,
y para amarlo más te capacitan…

12.   No busques la verdad
en sólo pensamiento sin acción.
Verdad es lo concreto,
lo que es fiel al amor,
lo que produce nueva creación…

13.   Y aquel rincón sabroso
que alentó tu verdad y tu esperanza,
valóralo y mantenlo
abierto a la confianza,
donando y recibiendo en abundancia…

 

 

2.3 La verdad en la Biblia

Recordemos un poco la filosofía de la Biblia (la de los hebreos antiguos), la del Oriente, la de Kant en el Occidente: la verdad existencial no está en las cosas, está en la mente, desde donde definimos las cosas. Y definir las cosas es asignarles el papel que ellas deben desempeñar en la historia. Son muchas las definiciones que la historia ha llenado de opresión. Por ejemplo, la definición de mujer y de varón están llenas de opresión, la definición de iglesia está llena de poder, la del negro y la del indio de desprecio, mientras la de las clases altas de valoración…

La pregunta aquí y ahora sería: ¿cuáles son nuestras nuevas definiciones, que sean capaces de transformar la historia de opresión que nos está tocando vivir? ¿Qué tipo de espiritualidad engendrarían estas nuevas definiciones? Definir correctamente no es sólo un acto mental. Es partir de la experiencia y sacar conclusiones liberadoras de ella; es tener en cuenta la capacidad espiritual de nuestra materialidad y aceptar sus propuestas; y es partir de estas nuevas propuestas para volver a la historia y lograr redefinirla. ¿Quién puede hacer esto, si no entra en contemplación? No tenemos más remedio que redefinir nuestra acción en la historia, es decir, darle a la historia nuevas definiciones. En este sentido, definir será siempre un acto liberador. Y nadie es capaz de redefinir desde la justicia, si no tiene experiencia de liberación.

Hay una pregunta que nos debemos hacer: ¿Nos hemos acercado a otras culturas y hemos conocido o siquiera averiguado por las definiciones que ellos poseen de cada ser? ¿Por qué las juzgamos desde nuestras propias definiciones? ¿Por qué no confrontamos la verdad de nuestras definiciones con la verdad de las suyas?

Esta es la razón por la que hemos partido de “la verdad”, para poder hablar con fundamento de la espiritualidad. La espiritualidad que no se fundamenta en la verdad nos distorsiona, nos empequeñece, nos impide llegar hasta el centro de quien es la verdad total: Dios, nuestro Padre…

–   Decir que la espiritualidad se basa en la verdad es basar la espiritualidad en lo que define a Dios…

–   Reconocer la verdad que otros poseen no es un consejo, es el a-b-c de la espiritualidad universal y de toda teología…

–   Llegar a otras culturas como dueños absolutos de la verdad, es negar esos otros caminos que Dios también ha establecido para llegar a Él…

–   Toda verdad puede hacerse mayor, dado que el ser humano, por ser creatura, sólo puede ser depositario de verdades limitadas a su tiempo y su espacio. Por eso toda verdad, aún la verdad más grande que el ser humano tenga de Dios, puede perfeccionarse, puede “hacerse mayor verdad”. Y esto no depende de Dios, sino del ser humano que sólo puede captar a Dios dentro de un horizonte limitado.

–   Ningún humano posee la verdad total. Todos poseemos una verdad que puede hacerse mayor o menor, en la medida en que se llene o se vacíe de justicia.

–   La primera verdad de Dios pronunciada en la Historia es la multiplicidad de seres, cada uno de los cuales refleja una partecita de la gran verdad de Dios. Por lo mismo, no somos ni tenemos la totalidad de la verdad, o del amor, o de la justicia, o de la ciencia, o del poder, o de algo que consideremos ser de valor…

–   Somos sólo una partecita de cada una de esas cosas. Somos una variedad infinita de seres que nunca agotaremos la realidad de Dios, pero que de alguna manera la reflejamos…

–   El valor de cada ser es que, siendo cada uno distinto de los demás, cada cual se hace necesario para completar la imagen histórica de Dios. Puesto que no hay ningún ser repetido, cada uno hace falta para aproximarse a la gran sabiduría de Dios, a la infinita riqueza de su amor, a la inagotable fuente de energía que en cada ser se combina de un modo propio y diferente…

–   Cuando la experiencia nos va dando sabiduría, más aprendemos a relativizar las propias verdades…

 

Conclusiones para saber redimensionar nuestras propias verdades

Digámoslo, de nuevo en pequeñas píldoras:

 

14. Salí llevando a Dios
en mi ciencia, mis libros, mi palabra…
Y vi con gran asombro
que afuera Dios estaba,
viviendo con los seres que Él ya amaba…

15.   No busques a un Dios raro,
que sólo a ti te quiera como Padre.
Sus hijos son millares
y tú sólo eres parte
de tantos hijos que su amor comparten…

16.   Matices infinitos
tiene Dios en su ser y en sus maneras;
y de Él todos los hombres
y la naturaleza
reciben su bondad y su riqueza…

 

 

 

3. AHONDAR EN EL CONCEPTO DE CULTURA NOS LLEVA A VALORAR

MÁS LA INTERCULTURALIDAD

3.1 En busca de una definición de cultura

Trataré de resumir, desde la propia experiencia, la infinidad de definiciones de cultura que van pasando por la vida de un evangelizador de culturas minoritarias. Es difícil definir la cultura, porque ella es el resultado de la misma vida del ser humano, de su historia de liberación y de opresión. Ella tiene una doble vía, es causa y es efecto: es efecto de los esfuerzos que hacen personas y grupos por humanizarse, y es causa también de dichos esfuerzos, pues los realimenta permanente, dinamizándolos y renovándolos a diario. Por eso la cultura tiene que ver directamente con la vida, pues su finalidad es la de facilitarle al ser humano sus procesos de humanización. Lo que no humaniza no es cultura.

Una brevísima definición de cultura, que nos agrada por lo breve y por lo real, es ésta: cultura es el resultado de las múltiples relaciones que el ser humano construye en busca de su humanización. Y si seguimos la pista a las relaciones que construimos, nos vamos dando cuenta de que ellas tienen un rico proceso, un camino que puede ser recorrido desde el mundo exterior, captado por nuestros sentidos (el mundo de los efectos), para llegar al mundo interior de nuestro espíritu (el mundo de las causas)… Pero también podemos recorrer el camino contrario: desde el interior, el mundo que recrea a la mente, podemos llegar al exterior, el mundo que recrea a los sentidos… Los dos caminos son valederos.

 

3.2 El Proceso de las relaciones que configuran la cultura

El mundo de los sentidos… Comencemos el proceso desde nuestros sentidos, desde el mundo visible de los efectos. Al relacionarnos con otras personas y grupos, cuidamos nuestras palabras, nuestros gestos, escogemos la apariencia que juzgamos adecuada, según el tipo de relación que deseamos establecer, según las personas con quienes nos vamos a relacionar, según el mensaje que buscamos transmitir… Y activamos o reposamos nuestros pasos, nuestras manos, nuestros gestos, nuestros ojos, nuestros cuerpos… Y creamos cosas, les ponemos y nos ponemos colores y avivamos o apagamos sus matices… Y de esta manera, todo nuestro ser habla o calla, o se lamenta, o celebra, o gime, o goza, siempre transmitiendo un mensaje, una relación que se quiere establecer, o se quiere corregir, o se desea transformar o concluir… Por eso toda cultura o es liberación o resistencia, o es vida o es lucha, pero siempre es diálogo que ofrece y recibe, que crea y se recrea…

 

17.   Cultura es relación
no sólo con los seres que palpamos,
sino también con otros
que, aunque no los tocamos,
nos saben responder si les hablamos…

18. Entre esos seres buenos,
cuya fuerza sentimos, está Dios…
Y basta que le hagamos
la más breve alusión,
para que Él nos responda con su amor…

19.   En todos los caminos
puso Dios el regalo de una lumbre.
Y todos recibimos
fulgores que conducen
a donde está el Amor que nos seduce…

20.    La buena religión,
al saber que el amor nació primero,
se debe proponer
seguir ese sendero
que al amor le da un puesto delantero…

21.    A veces Dios se deja
ver cual sol, por los seres que lo buscan…
Y cuán difícilmente
las mentes lo dibujan,
cegadas por su Luz que las ofusca…

22.    Ninguna teología
mantiene la exclusiva frente a Dios,
de dar su imagen clara,
total y en perfección,
a pesar de su mucha reflexión…

 

 

 

a) El mundo de los esquemas mentales… Pero, toda esta vida que se mueve por fuera, todos estos tipos externos de relación tienen detrás una fuerza que los anima, que los orienta, que los dirige. Son los esquemas mentales heredados y aquellos que se han ido reconstruyendo a lo largo del tiempo…

Quien no ha nacido en una determinada cultura, no puede pretender conocerla como si fuera un nativo. Le faltarán siempre los esquemas mentales que la herencia transmite, ese peso de la historia que se ha construido a base de opresiones y liberaciones, hasta llegar al momento de la existencia de aquel que acaba de ser parido y amamantado y criado entre cuentos, mitos, leyendas, usos y costumbres, miedos y valentías, propuestas y realizaciones, amores y desamores, éxitos y fracasos, únicos e irrepetibles, que cada cultura tiene y que sólo los han vivido los que han estado ahí, en esa selva y en ese río, con sus hambres y sus fiebres, con la muerte que amenaza y con la fraternidad que cobija, con la cultura que lo ha llevado hasta donde está en ese momento en que alguien, de otra cultura quiere entrar en su mundo, sin pedirle permiso, sin que él sepa cuáles son sus intenciones, o a dónde lo llevará la amistad y la confianza que en él deposite…

 

23.   No intentes ser el dueño
de aquello que tú nunca construiste.
Tan sólo da las gracias
sin más, por permitirte
disfrutar del amor que descubriste…

24.   A Dios todos buscamos
y lo hallamos por vías diferentes.
¿Por qué la religión
este hecho no comprende
y al “otro Dios” condena y no lo entiende?

25.    Llamamos “otros Dioses”
a ese Ser que en la historia es recurrente,
que a todos nos seduce,
que cada humano siente,
que recibe mil nombres diferentes…

26.    Llamamos “nuestro Dios”
al Dios que hemos hallado con fatiga.
Y no nos damos cuenta
que son fracciones, briznas,
las que todos tenemos de esa Vida…

27.   Si sólo es una parte
la que todos tenemos del Señor,
¿por qué no las juntamos
y, en nueva redacción,
definimos a nuestro Creador?

 

 

 

b) El mundo del inconsciente… Detrás de los sentidos, está el mundo del consciente con su memoria, y el mundo del inconsciente con su infinito depósito de sensaciones y energías que bullen por salir, que nos enferman si no salen, que aguardan pacientes para poder decir lo que el tiempo ha cumulado y lo que la fantasía aviva y recompone, lo que la mente acaricia, lo que la razón termina por asumir…

El mundo del inconsciente, con todas estas riquezas señaladas es un mundo único, propio, intransferible, inadquirible por alguien diferente. Cuando de una cultura minoritaria se trata, nunca será lo mismo tratar de comprender la opresión del otro allí acumulada, que llegar a vivirla. Podremos comprender, pero no experimentar todo el depósito de amargura que deja su hambre, su enfermedad, su marginación, su exclusión, su opresión, su explotación, su alienación, su humillación… Y por lo mismo, tampoco podremos sentir todo lo que el oprimido quiere sacar de su inconsciente con sus anhelos, sus esperanzas, sus rabias, sus protestas, sus bendiciones y maldiciones… Es decir, todo lo negativo y positivo, lo peor y lo mejor que el ser humano tiene en su inconsciente, lo deposita en sus definiciones. Y de De esto participa la misma idea de Dios que cada cultura se fragua…

 

28.   De Dioses y Demonios
sentimos inundada nuestra ruta…
Nuestra conciencia a veces
palpamos tan oscura,
que la vemos recinto de locura…

29.   Con una breve luz
vas surcando las sendas de la vida…
Si tu mirada es clara,
verás que la justicia
a todo ser le brinda compañía…

30.   Los pueblos dan a Dios
mil nombres que revelan su hermosura.
A ti te corresponde
buscar esa ternura
con que Dios se revela en las culturas…

31.   Quizás te dé temor
que de tu amor a Dios otros se burlen,
y tú guardes su nombre,
haciendo que su lumbre
en secreto tan sólo a ti te alumbre…

32.   No existen muchos Dioses,
uno solo es el Dios del Universo,
aunque con muchos nombres
que llevan propio sello:
el de la historia que crea cada pueblo…

33.   Al otro no rechaces
por no seguir tus pasos ni tus vías.
Pregúntate más bien
qué encuentras en su vida
que te lleve a buscar su compañía…

34.   Si somos muchos pueblos,
si la historia ha creado mil culturas,
debemos confesar
que en toda esta hermosura
está de Dios la imagen y figura…

 

 

c) El mundo de las definiciones… En lo más recóndito de nuestro ser tenemos las definiciones que la propia historia y la propia cultura han ido construyendo en nuestro interior. Este también es un mundo secreto, pues sabemos que nos relacionamos con los otros seres de acuerdo a las definiciones que tenemos de los mismos. Una definición digna, genera una relación digna; una definición opresora, o despectiva, hecha desde el poder y desde el aprovechamiento, genera mil tratos indignos, irrespetuosos, aprovechados… Por algo Jesús nos señala “que lo que del hombre sale, eso es lo que contamina al hombre” (Mc 7,20). Cada cultura genera en su propio interior esas definiciones con las que se va a relacionar con las personas, las cosas y el mundo que la rodea, sin dejar nada a lo que no le asigne una función, un propósito o un destino… Sigamos repasando y resumiendo conceptos, a través de pequeñas píldoras…

 

35.   La historia nos enseña
que nunca seres pares son el fin
de tanta mutación,
de todo el devenir
que la vida ha querido construir…

36.   Es una evolución
lo que el mundo nos brinda en su carrera:
él crea pueblos nuevos,
que abundan en sorpresas,
que traen lo que casi nadie espera…

37.   Sentirse diferente
es tener que buscar en otros seres
aquello que nos falta,
lo que nos enriquece,
lo que el otro en su mesa nos ofrece…

38.    En busca de justicia
ha salido la historia cada día.
Y en todas las culturas
halló lo que debía:
verdades fragmentadas esparcidas…

39.   Jamás pongas tu fe
en quien con fanatismo te asegura
que Dios tiene tan sólo
un nombre, una figura:
a Dios le quitará su inmensa hondura…

 

 

d) El mundo del símbolo… Llegar al símbolo es la meta final de toda cultura. Es el momento en el cual alguien se siente tocado, muchas veces hasta la contemplación y hasta el éxtasis, cuando encuentra que la exterioridad o la corporalidad de las expresiones culturales es capaz de sacar afuera, para el goce más grande del espíritu, el mundo interior que está oculto ahí en el interior de la historia social y personal. Es palpar que, por fin, lo oculto se hace manifiesto, lo indecible se convierte en decible y lo secreto por fin tiene salida… Este es el acto más grande de toda cultura… Es lo que la justifica, la plenifica, la hace deseable y la convierte en imprescindible…

Por consiguiente, el acontecer simbólico es el mundo más sagrado que tiene una persona y una cultura. Llegar a ese mundo, darle todo su valor y reconocerle su capacidad sacramental, es algo muy difícil, si no imposible. Por eso no queda otro camino que dejar a la otra cultura que ella exprese desde sus esquemas mentales y simbólicos, desde el mundo de su propia corporalidad, los valores que tiene asumidos. Si alguien trata de llegar allí con la intención de robar ideas, más que evangelizador, es un vulgar ladrón; si alguien llega allí para conocer desde dentro al otro y, conociendo sus fortalezas y debilidades, ponerle más tarde condiciones, comete una vileza; y si alguien se hace amigo, para más tarde traicionarlo, es una persona o evangelizador desleal… Completemos todo esto, diciendo:

 

40.   Lo más grande en la historia
-hablando de lo humano y lo divino-
es cuando la conciencia
percibe un buen destino,
y junta cuerpo y alma en un camino…

41. El símbolo acontece
cuando cuerpo y espíritu dialogan,
y cuando el alma saca
aquello que la ahoga
y el cuerpo en su expresión la desahoga…

42. Dejar salir verdades
es propio de lo humano en su carrera.
Y toda esa hermosura
los cuerpos la revelan
y nuevas relaciones se generan…

43.   Creer que la verdad
es sólo patrimonio de una escuela
no sólo es gran engaño,
es una acción que niega
al Dios que actúa en todas las conciencias…

44.   Hacer de las culturas
objetivos vendibles y robables,
es quitarle a sus símbolos
su parte venerable,
lo que siendo sagrado es intocable…

45.   Hay una confesión
que pocas veces hace la conciencia:
sentirse suficiente,
y rechazar la oferta
que los otros le dan de su “riqueza”…

46.  Ni tú ni yo olvidemos
que si algo de verdad acumulamos,
a dar nuestra verdad
estamos obligados,
sin poner condiciones en lo dado…

47.   Salí de mi rincón,
buscando nuevos rostros de hermandad.
Y halléme la sorpresa
de un mundo ya global,
que gira en torno a un Padre Universal…

 

 

3.4. Qué hacer, para no quedar defraudados…

a) Si nos desmontamos de la inculturación, debemos suplirla con la interculturalidad… Podremos acercarnos a las culturas que no son las nuestras y hacer el mejor de nuestros esfuerzos para conocerlas, tratando de remedar el manejo de sus sentidos y de su gestualidad, de asumir sus esquemas simbólicos, de empaparnos de su lenguaje y de sus narraciones y sus mitos, de imaginarnos sus actos simbólicos… Podemos hacer esto y muchas otras cosas… Pero, en el fondo nos faltarán por lo menos estas tres cosas esenciales: el no haber vivido la opresión y la liberación que están recogidas en todas las pulsiones del inconsciente de los oprimidos, no darle a la otra cultura el mismo valor de verdad y de reconocimiento que le damos a la cultura propia y no concederle a la otra religión un puesto de igualdad frente a la nuestra… Este es el espejismo del que tratamos de desmontar a la inculturación, para redimensionarla, para hacerla aterrizar, y decirle que su finalidad es sólo un buen propósito, pero nunca una realidad completa. Que frente a una cultura que no es la propia, lo más honesto, lo más leal, lo más real, lo más verdadero es respetarla, darle toda la dignidad posible y tratarla como algo que no es inferior… que merece ser siempre respetado, aún en las cosas que no comprendemos o que, por nuestra formación, nos lleguen a parecer incorrectas. Todas las costumbres culturales gozan de verdad, pues todas ellas tienen su propia razón… Otra cosa es que, en algún momento, deban buscar una mayor verdad en lo que han ido tejiendo a lo largo de su historia…

b) Debemos evangelizar desde la propuesta, no desde la conquista… La posición anterior no destruye nuestro papel honesto de evangelizadores que proponen con respeto valores que pueden ser asumidos por la otra cultura, porque las relaciones humanas y el diálogo de saberes están hechos precisamente para eso, para que ambas partes busquen, encuentre, ofrezcan, atraigan y hasta se enamoren, llegando a aceptar por su propia cuenta los valores ofrecidos, sin traumatismos, ni imposiciones, ni amenazas, ni condenaciones o eliminaciones, como ha sucedido y sigue sucediendo en muchas iglesias, con lo cual demostramos que la inculturación no deja todavía de ser una propuesta romántica, entendida sólo desde el hermoso deseo del evangelizador de tratar de asemejarse a sus evangelizados y compartir con ellos, pero no desde la institución que el evangelizador representa, ni tampoco desde el evangelizado, a quien se le debe respetar sus verdades y con quien nos debemos poner en un plano de igualdad, en todos los campos, sobre todo en el del plan de la salvación: nuestra religión salva, la de los otros también… Nuestra religión hace místicos, la de los otros también… La nuestra tiene valores, la de los otros también…

c) Si la religión de los otros salva, ¿para que la nuestra? Para responder esta pregunta, hagamos la siguiente reflexión. La salvación no es sólo un acto por el cual se le da a alguien un premio. Es más bien la continuación de un proceso que comienza en esta vida, pero que continúa con plenitud en la otra. Este proceso depende de la calidad de justicia que haya adquirido la vida de cada cual. Y es aquí donde las religiones demuestran históricamente, no teóricamente, su valor y su diferencia: según su capacidad de hacer vivir la justicia, así será su capacidad de humanización, así será su capacidad de salvación. Y esta capacidad, pese a sus diferencias, no se la podemos negar a ninguna religión del mundo. Todas las religiones creen -y con razón- que este proceso de humanización o transformación se logra por la presencia de Dios en la vida de cada cual. Por eso la salvación (la humanización) termina siendo un don divino.

Los cristianos creemos que Jesús nos ratifica y al mismo tiempo nos ofrece posibilidades de vivir el amor universal desde la justicia. Esto no significa que las otras religiones no produzcan dicha justicia. Lo que sabemos por la historia es que la producen y en abundancia. Y cuando Dios, en su diseño evolutivo, ha querido esto, es porque sabe que todas las religiones están llamadas a enriquecerse mutuamente.

Es posible que históricamente algunas lleven la delantera en prácticas más ajustadas de amor y de justicia. En este caso, la mayor justicia de algunas no anula la justicia de las otras, sino que pide y exige que haya mayor intercambio de valores entre ellas. Si llegáramos a entender esto, jugaríamos otro papel en la historia: nuestro anuncio de amor y de justicia, se concretaría en mediación de paz y de fraternidad y no de competencia y enemistad…

Después de todo lo dicho, mantengamos en la memoria estas pocas ideas:

 

48.   La casa del vecino
preñada está de historia y de vivencias…
Tan sólo quien la habita
es dueño de la ciencia
que allí se ha construido con paciencia…

49.   No fuerces esa puerta
que no fue tu morada en un principio.
Espera con respeto
que te abran un resquicio,
y empezarás a ver el beneficio…

50.   No pienses ser el amo
de todo lo que encuentres. Es orgullo
sentirse siempre dueño
de aquello que no es tuyo,
que merece el respeto más profundo…

51.   No robes, no destruyas
lo bueno que la Historia ha construido;
y frente a las culturas,
afina tus sentidos
para escuchar sus tonos nunca oídos…

52.   La historia es sinfonía
donde cada cultura es instrumento…
Y todas son sagradas,
pues todas son un templo,
donde cada persona es sacramento…

 

 

d) Atrevámonos a definir cultura, para saber a qué le apostamos…Si, después de todo lo dicho, se nos pidiera definir “cultura”, brevemente, diríamos que:

Cultura es el fruto de las múltiples relaciones que los seres humanos establecen en busca de su humanización,

–   impulsados por su rico mundo interior (el de las definiciones que su conciencia ha construido, el de los valores que sus esquemas culturales tienen incorporados, y el de su inconsciente que su propia historia ha acumulado),

–   comprometiendo el mundo exterior de sus sentidos y de su corporalidad,

–   dando respuesta en cada momento y en cada caso a las estructuras que configuran su historia (económica, política, social, educativa, religiosa…),

–   utilizando todos los recursos artísticos de que dispone,

–   hasta llegar a la relación que la misma cultura persigue, por el medio que ella juzga más adecuado

En todo lo anterior vemos cómo la historia es en gran parte la encargada de diferenciar las culturas: según la historia vivida, así es también la historia construida. La historia le da la materia prima a la cultura…

 

53.   Cultura son procesos
construidos en toda relación,
en la que el hombre pone
razón y corazón,
buscando siempre su humanización…

54.   Cultura es compromiso
de ser humanos en totalidad:
en cuerpo y en espíritu,
con toda la verdad
de todo nuestro ser relacional…

55.   Por eso en la cultura
está presente toda la riqueza
de siglos y milenios,
con toda esa belleza
que a la historia la llena de sorpresas…

56.   ¿Por qué no valorar,
por qué no recibir agradecidos
aquello que la historia,
callada, ha construido,
cual si estuviera celebrando un rito?

 

 

CONCLUSIONES:

1. Estar con las culturas de los pueblos marginales es estar con los “pequeños” según el Evangelio. Jesús nunca negó a los carentes de poder su propia verdad. Por el contrario, luchó para que la verdad, estuviera donde estuviera, llegara a ser escuchada y reconocida, sobre todo esa verdad que no les gusta a los poderosos…

2. El diálogo intercultural e inter-religioso, no exige renuncia a la propia religión. Esto sería una gran equivocación. Sólo exige respeto a la verdad que el mismo Dios, a través de la historia y en su diseño evolucionista, le ha asignado a cada ser. Cada ser en sí mismo, individual o grupal, tiene su propia perfección. El llamado del Dios de la Historia es a que pongamos al servicio de todos, la verdad que este Dios de la Historia nos ha ayudado a construir, a partir de esos dos Testamentos comunes que son su Palabra, sin menoscabo de esas otras Palabras suyas que están presentes en todos los rincones del mundo. Dios no es sólo autor de un libro (la Biblia), sino de una verdadera Biblioteca: la que da razón de todas las culturas…

3. No se trata de inculcar pesimismo frente a las posibilidades de una inculturación, a la que hemos apostado con entusiasmo desde la década de los 70 del siglo pasado. Lo que ocurre es que estos 40 años vividos de inculturación nos han dejado en el mismo punto de partida: unos buenos deseos frente a las “otras” culturas y religiones, pero una práctica imposible de concretar, porque todavía priman los temores de ser infieles a la verdad o a las verdades de la propia institución… Este realismo vuelve a pedirnos que no pongamos como meta un imposible que se desvanece cuando el poder, o la experiencia o la prudencia de lo institucional se nos impone, para terminar abandonando deseos y proyectos secretos de estar con las otras culturas, valiosos todos ellos, pero imposibles de realizar… Pongamos como meta lo posible. Que no muramos habiendo querido una cosa que no lograremos nunca…. que muramos habiendo querido la cosa mayor -la justicia- , el respeto a la verdad de otra cultura… Llegar a vivir como el otro no es la mayor justicia, es sólo un loable deseo de cercanía, que muchas veces queda convertido en folclore… Insistimos que la mayor cercanía, la que queda en la memoria del pueblo y que éste siempre agradece, se da en el nivel de la justicia, la que nos hace renunciar a nuestras pretensiones de superioridad…

4. El hecho de la encarnación de Jesús, por ser precisamente encarnación en la historia y entre los hombres, es un hecho limitado, que sólo poco a poco va llegando a la conciencia del resto de los humanos. Mientras sus valores llegan a ser asumidos, Dios ha querido que otras religiones hayan ido naciendo y creciendo y vayan llenando la necesidad de interiorización que tienen todas las culturas…

5. Los cristianos (y por su puesto los católicos) debemos confesar humildemente que, a lo largo de la historia, hemos hecho muchos disparates que han retrasado la asimilación de Jesús en el mundo… Ninguna iglesia cristiana hasta el presente, ha tenido la forma ideal para hacer atractivo el mensaje de Jesús a todas las culturas. Éstas se han mostrado siempre temerosas de una religión que, en su práctica, termina avasallando lo nativo, desconociéndolo, minusvalorándolo y rechazándolo, para terminar disolviéndolo entre controles, descalificaciones y temores…

6. Nuestras propias formas de ser iglesia son limitadas, imperfectas, de no fácil aceptación en un mundo democrático, pluralista, enclavado ya en una posmodernidad que busca su propia libertad y la autonomía de su pensamiento, soñando en una madurez de conciencia y de autodeterminación a las que ciertamente tiene derecho. La forma histórica de la iglesia medieval ya no es posible conservarla. Y cuando lo queremos hacer, nos volvemos autoritarios, discriminadores, excluyentes, condenadores, desfasados…

7. Como religiones de tradición y de peso histórico, nos corresponde hacer posible que este hombre posmoderno entre en una madurez de conciencia que lo haga más autónomo y más dueño de su propia historia. Las iglesias no han nacido para controlar las conciencias, sino para generar autonomía, de tal manera que su producto no debe ser personas dependientes, sino personas maduras, que sepan comportarse sin la amenaza de un látigo fustigador. Las revoluciones contra nuestra iglesia siempre han sido porque el pueblo quiere dejar de ser tratado como niño, buscando pasar a ser adultos. Y ser adulto no significa prescindir de la moralidad y de los principios religiosos, sino hacerse más responsables de los mismos.

8. No tenemos porqué abandonar nuestros loables deseos de cercanía al pueblo. Podemos hacer que nuestras personas hagan parte de la historia del pueblo al que evangelizamos y que nuestras realidades religiosas tomen el rostro del mismo pueblo. La encarnación de Jesús lo autoriza y el sentido común lo permite. Sólo se necesita voluntad y sabiduría para hacerlo. A esto siempre se le ha dado el nombre de “inserción”, que significa “sembrarse en medio del pueblo”, para asumir lo más posible sus características. Es decir, para estar cercano al pueblo no se necesita permiso de ninguna teología, sino buena voluntad y sensatez. En este sentido, la “inserción” sigue siendo una meta necesaria de la evangelización.

Terminemos, centrándonos en estas últimas píldoras para nuestra memoria.

 

57.   Salir de tu refugio
te pide la conciencia universal,
ampliar el horizonte,
saber incorporar
todo el bien que tú puedas encontrar…

58.   De paso tú darás
lo que tú construiste, tu riqueza,
y en grande libertad
al mundo harás ofrenda
de todos los secretos que tú tengas…

59.   Verás que el mundo entonces
será más solidario y más fraterno,
pues reconocerás,
por fin, que el Dios eterno
es mestizo, es indígena y es negro…

60.   Acepta que los otros
albergan la verdad que construyeron…
Así confesarás
que hay otros Evangelios
que del querer de Dios también nacieron…

61.   Resuelve dar el paso
que, sin duda, a la Historia cambiará:
camina de la mano
sin superioridad,
con aquellos que buscan la verdad…

62.   Y si, por fin, resuelves
reconocer del otro la verdad,
no opaques con la tuya
la hermosa claridad
que Dios depositó en la Humanidad…

63.   Da gracias de rodillas
por los dones que brindan otros pueblos.
Si tú los reconoces
si corres sus senderos,
podrás crecer en todos sus secretos…

64. Tu espiritualidad
también debe beber, si busca hondura,
de aquellos Evangelios
que crean las culturas
y que ofrecen de Dios nuevas figuras… 

 

¿Será entonces que el Evangelio no es suficiente para la espiritualidad de un cristiano? De ninguna manera. Pero la verdad histórica es ésta: las propuestas de Jesús vienen concretadas en los Evangelios que nos dejaron las comunidades cristianas primitivas y en la tradición de la iglesia. Pero muchas de esas propuestas de Jesús han quedado atrapadas en el tiempo y el espacio, por la limitada historia del cristianismo. Y esas propuestas no del todo desarrolladas por el cristianismo, pueden encontrarse más desarrolladas en otras culturas, porque su camino histórico así se lo ha permitido. De otras culturas, por ejemplo, debemos aprender más la igualdad, la sencillez, el no acaparamiento de bienes, ni de autoridad, ni de sabiduría, el reconocimiento de la mujer y de su palabra, la fuerza del símbolo, la valoración de la corporalidad, la comunitariedad, la solidaridad, el empleo de formas de gobierno menos autoritarias, más participativas, etc. Muchas de sus experiencias en estos campos pueden ser asumidas, ya que vienen a ser como el desarrollo vivo de lo que el evangelio propone, pero que nosotros aún no hemos tenido la oportunidad o la libertad de vivirlo. Por eso sigue siendo cierto que las culturas nos evangelizan…

 

65.   Salí en la noche, Amado,
para encontrar tu rostro en mi parcela.
Y tú me lo mostraste,
hermoso en gran manera,
donde menos pensaba que estuviera…

66.   Iré, noche tras noche,
a hablar de Ti, con quienes hasta ahora
no fueron mis amigos.
Compartiré memoria,
y empezaré, en tu nombre, nueva historia…

67.   Y habrá fraternidad,
y ya en tu nombre, Amado, no habrá guerras…
Por fin comprenderemos
que Tú eres quien encierra
el secreto de amarnos en la tierra…

 

 

BIBLIOGRAFÍA

ALDAZÁBAL, J., et al., La inculturación en la liturgia. Cuadernos Phase, n. 35. Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona. 80 pgs.

ALVAREZ GÓMEZ, J., Los Claretianos en la dinámica de la inculturación, Prefectura General de Formación, Roma 1993. 28 pgs.

BESTARD COMAS, J., Mundo de Hoy y Fe cristiana, Madrid: Narcea, S.A. de Ediciones, 1982. 195 pgs.

BOFF, L. La nueva evangelización. Perspectiva de los oprimidos, Sal Terrae, Santander 1991, 162 pgs.

CASTAÑO RUBIO, J. I., «La Pastoral afroamericana y la educación liberadora que soñamos». En: Memorias y Conclusiones del V EPA, Diócesis de Quibdó, Quibdó 1991. 128 pgs.

DAMEN, F., Hacia una teología de la inculturación, Ediciones Claretianas, Bogotá 1994. 45 pgs.

DO CARMO CHEUICHE, A., Evangelización y Adveniente Cultura. SEPAC, Bogotá 1988. 33 pgs.

GALILEA, S., La inserción en la vida de Jesús y en la Misión, Ediciones Paulinas, Bogotá 1989. 80 pgs.

KNITTER, P. F., Introducción a las teologías de las religiones, Verbo Divino, Estella 2007. 475 pgs.

KÜNG, H., Teología para la posmodernidad. Fundamentación ecuménica, Alianza Editorial, Madrid 1998, 203 pgs.

PRO MUNDI VITA, «Pluralismo, polarización y comunicación en la Iglesia». En: Pro mundi Vita, n. 45, Centro Internacional de Investigación y de Información, Bruselas 1973. 40 pgs.

SUESS, P., La Nueva Evangelización. Desafíos históricos y pautas culturales, Ediciones Abya-Yala, Quito 1991. 237 pgs.

SUESS, P., Evangelización inculturada. Glosario conceptual, raíces, herencias, desafíos, perspectivas, Ediciones Claretianas, Bogotá 1994.

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ULLOA, A., et al., Inculturación de la liturgia en contextos latinoamericanos y caribeños. Aproximaciones teológicas y pedagógicas, CETELA, Bogotá 2003, 342 pgs.

VIGIL, J.M., Teología del Pluralismo Religioso. Curso sistemático de teología popular, Abya-Yala, Quito 2005, 389 pgs.

VON BALTHASAR, H. U., La verdad es sinfónica. Aspectos del pluralismo cristiano, Ediciones Encuentro, Madrid 1979, 155 pgs.

 

Gonzalo M. de la Torre Guerrero
Profesor de Sagradas Escrituras
FUCLA, Fundación Universitaria Claretiana
Quibdó, Colombia

http://servicioskoinonia.org/relat/420.htm

La gente piensa que el obispo no es católico


Emiliano Ruiz Parra

Adital

Gatopardo
Raúl Vera López, el obispo de Saltillo, canta mambos, celebra misa con prostitutas, denuncia santos falsos, acoge a la comunidad homosexual y piensa que la salvación en el Cielo no es posible sin la liberación en la Tierra.
El obispo de Saltillo es muy odiado y muy amado al mismo tiempo.

Bergen, Noruega. Raúl Vera López se enfunda el hábito de dominico y se peina el delgado cabello blanco para tomarse una fotografía con defensores de derechos humanos de todo el mundo, entre ellos una premio Nobel de la Paz. Mientras tanto cuenta un chiste. Y luego otro. Y otro. Los de curas son su especialidad: curas borrachos, curas que desobedecen el celibato, y luego vienen los de presidentes de México.

El miércoles 3 de noviembre es un día excepcional en Bergen, Noruega, la ciudad más lluviosa de Europa, porque el sol calienta el patio de la Escuela de Economía de Noruega, donde se reúnen para una fotografía grupal hombres y mujeres que han sobrevivido a condenas de muerte, que han pasado años o décadas en la cárcel o exiliados, que fueron torturados y perseguidos por pertenecer a minorías étnicas, religiosas o sexuales.

Raúl Vera, obispo de Saltillo, se acomoda el solideo mientras cuenta el último chiste, ahora en inglés, para que le entienda un noruego que se acerca a pedirle que no se ría ni haga reír a los demás mientras les toman la fotografía, o de lo contrario su imagen saldrá borrosa.

El obispo de Saltillo, Raúl Vera López, recibió en 2010 el premio de la Fundación Rafto para los Derechos Humanos, uno de los más importantes del mundo —cuatro laureados de Rafto obtuvieron después el Nobel de la Paz—, cuando el comité de selección valoró el número de batallas en las que estaba involucrado: la defensa de los transmigrantes centroamericanos, los mineros de carbón, los homosexuales, los indígenas, las trabajadoras sexuales, los familiares de desaparecidos de la guerra contra el narcotráfico, los deudos de la mina de Pasta de Conchos, donde sesenta y cinco mineros murieron sepultados; los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas, despedidos en masa de una empresa paraestatal en octubre de 2009…

A Raúl Vera no lo han torturado o exiliado, pero ya tomó precauciones: en su muñeca izquierda porta una pulsera de acero con su nombre, sus datos de contacto, su tipo de sangre, su alergia a los antibióticos: “Para el día que me disparen sepan quién soy”, me dice. La misma pulsera la lleva su compañera de batallas, Jackie Campbell, quien sí tuvo que salir de México tras casi tres años acosada por los paramilitares, las incursiones a su departamento, donde le cortaban los cables del teléfono sin tocar sus pertenencias, y los robos temporales de su vehículo.

Entre los premiados Rafto, Raúl Vera López goza de fama de trasnochador y fiestero. Y bien ganada: el obispo de Saltillo se siente tan cómodo en el bullicio de una cantina como en el silencio de su reclinatorio, y tan a gusto celebrando misa con prostitutas en Viernes Santo como discutiendo dogmas de fe con teólogos del mundo.

Siempre está conversando —ya sea con alguien más o consigo mismo—, y por eso tarda eternidades en las pequeñas tareas de la vida cotidiana, como vestirse o estacionar el coche. Pero esa torpeza con el volante se compensa con el dominio de sus gadgets. Chico Mac —como lo define Campbell—, carga con laptop, iPhone, iPad y BlackBerry y si acaso no hay Wi-Fi sabrá cómo compartir la red de internet desde su teléfono. Y es tan celoso de su dosis diaria de oración que a menudo se disculpa en medio de una sobremesa, sube a la capilla del segundo piso de su casa y celebra la misa en soledad.

Sencillo en las necesidades de su vida diaria, Vera López duerme en una camita igual a la de sus tiempos de novicio y vive en una casa de amueblado rústico en cuya sala cuelga un cuadro que le regalaron indígenas de Chiapas cuando dejó la diócesis de San Cristóbal, con decenas de pequeñas manos y la leyenda: “Jtatik, no existe lejanía”. Maneja un Honda Accord blanco después de que el anterior coche de la diócesis, un Pontiac de modelo viejo, se perdiera completamente en una volcadura cuando el conductor esquivó un tráiler y Vera López saliera ileso.

Deportista en su juventud, aunque impedido de correr tras una fractura mal cuidada en la pierna izquierda, dedica unos cincuenta minutos diario a caminar, tiempo en el que prepara mentalmente su sermón del día.

La primera semana de noviembre de 2011, la Fundación Rafto —nombrada en honor a Thorolf Rafto, economista noruego y promotor de la democracia en Europa del Este, que fue torturado por la policía soviética en Praga— cumplió su veinticinco aniversario y una decena de sus veinticinco premiados acudieron a celebrarlo. No todos pudieron venir: el vietnamita Thích Quàng ô vive bajo arresto domiciliario; José Ramos-Horta es el presidente de Timor Oriental, por mencionar dos destinos divergentes.

Seguí al obispo Raúl Vera hasta esta ciudad de la costa occidental de Noruega y atestigüé algunos rasgos de la personalidad del obispo de los que ya me habían platicado sus amigos y colaboradores.

La noche del sábado 5, unas jóvenes voluntarias de la fundación lo llevan a tomar una cerveza al bar Biskopen, y cuando le dicen que el nombre del bar significa “obispo”, Vera López canta el merengue puertorriqueño: “Mamita, llegó el obispo, llegó el obispo de Roma, / si tú lo vieras, mamita, qué cosa linda, qué cosa mona”, y da algunos pasos de baile a las puertas del local frente a unas sorprendidas y emocionadas voluntarias.

Unas horas antes, sin embargo, se apasiona, manotea, levanta la voz cuando le pido que me explique, una vez más, la teología de Santo Tomás de Aquino y que me cuente la vida de Domingo de Guzmán, Vicente Ferrer y Catalina de Siena, tres santos de su congregación.

Su rasgo de carácter es el apasionamiento. Pareciera indignado cuando su tez blanca —fue pelirrojo y pecoso antes de encanecer— se torna rosada, aumenta la potencia de su voz y agita el índice de la mano derecha. En las reuniones con obreros despedidos, campesinos despojados, transmigrantes extorsionados, homosexuales perseguidos y esposas de hombres desaparecidos, es un diapasón que vibra al ritmo de las denuncias que oye.

Pero de inmediato la indignación abre paso a una calidez de abuelo: con las dos manos estrecha la cara de las mujeres y después les planta un beso por mejilla: “Raúl Vera trata a la gente que acaba de conocer como si fuera su amigo de toda la vida”, me dice una colaboradora de la Rafto.

http://www.redescristianas.net/2012/01/22/la-gente-piensa-que-el-obispo-no-es-catolicoemiliano-ruiz-parra/

EL PAPA BENEDICTO XVI ENCUBRIDOR!


L PAPA BENEDICTO XVI Encubridor de la pedofilia!

Posted: 22 Jan 2012 12:38 PM PST

Domingo 24 de enero del 2012

http://youtu.be/9N9LjZyyMqo

Sacerdotes se suman a carta para remover a obispos que encubrieron a Karadima


20 de enero de 2012 – 16:12 | Por: El Dínamo |
karadima

“Gracias a sacerdotes valientes q han firmado la carta para remover a Obispos encubridores d Karadima” (sic), escribió Cruz, una de las víctimas del ex párroco del Bosque, invitando a continuar con las firmas de apoyo.

Sólo unos días lleva en red la carta que escribió Juan Carlos Cruz -uno de los querellantes contra Fernando Karadima- y ya no sólo son más de mil las personas que la han firmado sino que incluso ya ha sumado la rúbrica de varios sacerdotes.

“Gracias a sacerdotes valientes q han firmado la carta para remover a Obispos encubridores d Karadima” (sic), escribió Cruz en su cuenta de Twitter , invitando además a continuar con las firmas de apoyo a la iniciativa que pretende ser enviada al Vaticano.

En la misma se advierte que  “los Obispos Chilenos Andrés Arteaga (Auxiliar de Santiago), Juan Barros(Castrense), Tomislav Koljatic (Linares) y Horacio Valenzuela (Talca) fueron hombres cercanos a Karadima. Lo blindaron y apoyaron siempre incluso sabiendo de los abusos que cometía. Testigos los veían”.

Entre los 1225 firmantes de la carta, hasta esta mañana, también se encuentran personas de distintos sectores como las conductoras Savka Pollak y María Gracia Subercaseaux, la cineasta Marcela Said, la abogada Carmen Hertz, o la directora de teatro Constanza Brieba.

Puedes ver la carta acá. 

http://www.eldinamo.cl/2012/01/20/sacerdotes-firman-carta-de-apoyo-para-remover-a-obispos-que-encubrieron-a-karadima/

Ex tupamaro revolucionó estudios sobre el alzheimer.


Nicolas Timoshenko.

San Pablo. Brasil.

Para demarcar los límites de su imaginación, Henry Engler traza un círculo que encierra y controla sus pensamientos.

Fue así en la prisión donde logró desarrollar intuitivamente su técnica, para mantenerse sano; en la vida cotidiana como en el reciente episodio de tránsito en que terminó agredido y en el trabajo de investigación médica, que lo llevó hasta las proximidades del premio Nobel de medicina, por desarrollar uno de los más importantes estudios médicos de los últimos cien años.

Ex preso político de la dictadura uruguaya durante trece años, 11 de los cuales en soledad, sufriendo alucinaciones y diagnosticado con psicosis delirante crónica, Engler presentó en el 2002, en Estocolmo, en la Conferencia Mundial contra el Alzheimer un trabajo que revolucionó los estudios sobre el cerebro.

Detectó por primera vez una proteína amiloide asociada al Alzheimer, en un hombre vivo, el paso más importante dado en esta enfermedad desde que el siquíatra alemán Alois Alzheimer (1864-1915) la detectó  en la cabeza de un muerto en 1906.

“ Es claro que fui influenciado por la prisión durante mis investigaciones, ya que me dio disciplina y mucha paciencia” aclara Engler a Folha (N.de T. diario de San Pablo) en su despacho de director del Cudim (Centro uruguayo de Imagenología Molecular)  fundado por él en 2008en Montevideo. “Para el investigador, lo más importante no es la inteligencia, pero sí en primer lugar la paciencia y luego la intuición. Tanto en la cárcel como en mi investigación seguí un camino intuitivo”

En la prisión.

Ex dirigente Tupamaro, la mayor organización de la izquierda armada uruguaya entre los años 1960 y 70, fue uno de los nueve referentes de la dictadura instalada en 1973. Los militares encarcelaron a nueve dirigentes y amenazaron con ejecutarlos si la organización continuaba con las acciones militares, Además de Engler formaban parte del grupo, el actual presidente de Uruguay José (Pepe) Mujica el líder fundador de los Tupamaros y Raúl Sendic.

Nacido en Paysandú en 1946, Engler era estudiante de medicina y uno de los dirigentes de la organización. Participó en acciones armadas y fue acusado por los militares de ser uno de los coautores del asesinato de Dan Anthony Mitrione, agente de la CIA ejecutado en Uruguay en 1970. Cosa que él niega. Fue encarcelado a los 24 años y al año siguiente fue confinado en una prisión solitaria adonde pasó los siguientes 11 años.

“Tenía muchos problemas con las voces. Nunca vi cosas inexistentes, pero tenía una toalla que se transformaba en una alfombra mágica llena de  señales” cuenta. “Lo que era insoportable era oír voces, era muy agresivo, sentía físicamente choques eléctricos que me paraban el corazón, que me seguían torturando. Eso lo sufrí durante años”

Una de las peores alucinaciones era la comprobación de que la CIA había instalado un dispositivo en su cerebro. Cuando pensaba en sus compañeros de la lucha armada, automáticamente un dispositivo de la Agencia de Inteligencia Norteamericana captaba la identidad de los colegas que “caían (prisioneros) inmediatamente. Para él aquello era morir.

“Todo fue intuitivo. Para controlar mis pensamientos trataba de marcar un punto en la pared de la celda y lo miraba fijamente” cuenta “En poco más de un mes, pude ver lo que pasaba en mi cabeza, las imágenes que se iban formando. Hasta que hice un círculo en el que trataba de mantener esas imágenes y pensamientos siempre adentro. Seguía escuchando voces pero ahora podía controlar mi cabeza”.

Libertad.

Las alucinaciones solo terminaron en 1984, cuando salí de la soledad. Logró la libertad al año siguiente, con una ya aunque leve mejoría sicológica.

El círculo le cambio a Engler la manera de pensar. A los 65 años manifiesta que ha desarrollado la capacidad de no reaccionar inmediatamente ante nada. Engler es tranquilo, escucha al interlocutor con mucha atención y no pierde el hilo.

“Trato de ver lo que pasa en mi pensamiento y lo que está pasando en el del otro. Controlar los pensamientos cambia la forma de trabajar del cerebro, se pierde la rapidez de reaccionar irracionalmente. Siempre está atento a lo que está pensando: esto es correcto, esto no lo es. La prisión me ayudó a desarrollar parte de eso, no podía lógicamente pensar en lo que iría a sucederme. En los momentos peligrosos, cuando pensaba que me iban a matar, necesitaba mucho la intuición. El cerebro va aprendiendo a funcionar de una manera más efectiva, que no es la lógica.

En la cárcel abandoné el materialismo histórico de mis tiempos de militancia y comencé a creer en Dios, según dicen para poder sobrevivir.

Primero pensaba en el Che Guevara “que podía soportar todo, pero en otra persona que podía soportar aún más, Jesús y comencé a pensar que era bueno parecerse a Jesús “Perdónalos señor, ellos no saben lo que hacen” una expresión que despertó mi admiración. Estuve mentalmente muy alterado y me identifiqué con el Mesías, aunque después me dí cuenta de que no sería ningún  mesías, ya había encontrado a Dios”

Cuando salió de la cárcel se estableció en Suecia un país que recibió a muchos exiliados latinoamericanos. Decidió volver a los estudios de medicina, pero la Universidad de Upsala no le reconoció sus antecedentes universitarios  del Uruguay. De modo que volvió a comenzar la carrera a los 42 años. Debido a su edad que  consideraba muy avanzada para ser cirujano, optó por seguir la carrera de investigador.

“Comencé a trabajar en la universidad en la que había científicos de primera línea. El método no era my conocido pero tuve la suerte de comprender que era muy importante para el futuro. La carrera de investigador es larga, es como el trabajo de desarrollar el olfato de los perros que buscan drogas, uno comienza a husmear para encontrar la solución de los problemas”

Alzheimer.

En 1997, como integrante del equipo de investigaciones de la Universidad de Upsala, Henry Engler participó con otros científicos en las investigaciones de la Universidad de Pittsburg, en Pennsilvania.

En los EE.UU  los investigadores consiguieron crear una sustancia que se usaba en los animales. Los estudios sobre el compuesto PiB como lo llamaban los suecos, tuvieron éxito. Monitoreada hasta llegar al cerebro, esa sustancia hizo posible detectar la proteína amiloide asociada al mal de Alzheimer.

En Suecia la Universidad de Upsala, desarrollo un examen de imágenes muy avanzado y Engler y sus colegas probaron el PiB en seres humanos.”Colocamos una pequeña  cantidad de radiactividad en esa sustancia, la injertamos en el cuerpo humano y la monitoreamos hasta llegar al cerebro. Con cámaras especiales fue posible detectar la reacción del amiloide, sustancia cerebral que produce el mal y va matando las neuronas”

Se realizó el test en cinco personas sanas y nueve enfermas. Fue acertado. Por primera vez en la historia la medicina pudo mostrar la presencia del Alzheimer en las personas vivas.

Ajuste de cuentas.

 Dividiendo actualmente su tiempo entre Suecia y el Utuguay, Engler regresó a su país para realizar un pequeño ajuste de cuentas. En 2008 firmó un acuerdo con el gobierno para fundar el CUDIM, levantado frente al mítico estadio Centenario. El régimen de este centro médico es privado pero depende del Estado.

“Asistimos gratuitamente a toda la población del Uruguay, porque el Estado nos ha dado esta oportunidad” afirma.

El Cudim tiene un acuerdo con las universidades de Montevideo y de Upsala. Se realizan exámenes para diagnosticar todo tipo de cáncer, además de los de neurología. El diagnóstico del Alzheimer debe hacerse temprano.”Sentí la  obligación de ayudar, de volver al Uruguay que estaba muy distante de estos avances. Sentí mucha gratitud por quienes lucharon por el fin de la dictadura y por la gente de mi generación.

Engler también dirige el recientemente creado Club Latinoamericano de Imagenología Molecular, cuyo objetivo es integrar toda la red médica de la región y aspira a que sus estudios ayuden a encontrar una cura para el Alzheimer, cuyos tratamientos hasta ahora solo son paliativos.

“Continúo siendo un revolucionario, luchando ahora contra las enfermedades. El socialismo no es un fin, nunca llegaremos a experimentarlo totalmente” dice.

Y teoriza “El cerebro está formado por dos componentes esenciales, egoísmo y solidaridad. El egoísmo es necesario para la supervivencia del individuo. La solidaridad para la supervivencia de la especie. Siempre existe una lucha entre el egoísmo y la solidaridad. Y siempre va a seguir existiendo mucho egoísmo, sino el cerebro dejaría de ser cerebro. El hombre necesita controlar sus pensamientos para no dejar que el egoísmo prevalezca” + (PE)

Traducción Susana Merino.

Durante enero y febrero PE/Ecupres  se edita los martes, miércoles y jueves.
PreNot 9791
120118

 

 

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Hacer teología para hacer posible un mundo distinto: Una invitación autocrítica latinoamericana


Otto Maduro
Drew University – Madison, NJ 07940-1493, E.U.A.
omaduro@drew.edu

Síntesis
Como lo sugirió en primerísimo lugar la propia teología latinoamericana de la liberación, toda teología –a sabiendas o no– refleja una experiencia limitada, un punto de vista particular de la realidad. Quizá es tiempo, ya en medio de una tercera generación emergente de teólog@s de la liberación a través del planeta
entero, de echar una ojeada a nuestra propia trayectoria y evaluar críticamente qué es lo que nuestra limitada experiencia y nuestro particular punto de vista (en la mayoría de quienes hemos participado en la primera generación de la teología latinoamericana de la liberación) nos ha llevado a olvidar y a dejar sistemáticamente fuera del centro de nuestra propia reflexión teológica hasta ahora.En este sentido, el ensayo presente es apenas un intento de subrayar ciertos posibles olvidos y complicidades en los que la teología latinoamericana de la liberación frecuentemente participa –sin quererlo, sin saberlo, pero también quizá sin querer saberlo.

Esquema
. Introducción: Osadía originaria y olvidos ulteriores de la TDLLL.
. La gente oprimida en la vida real.
. La persistente opresión por parte de las iglesias.
. Nuestra subjetividad, corporeidad y sexualidad.
. La mitad de la humanidad: las mujeres.
. Lesbianas, gays y otras personas «diferentes».
. No europe@s y no-cristian@s entre nosotr@s mism@s.
. El medio ambiente.
. Las víctimas de los socialismos reales.
. Conclusión: Humildad ético-epistemológica y pluralidad teológica para
múltiples mundos posibles.
1. Introducción: Osadía originaria y olvidos ulteriores de la TDLLL.*
A fines de los sesenta del siglo pasado, laic@s, religios@s y pastor@s,
protestantes y católic@s –trabajando en comunidades oprimidas a lo largo y ancho de las Américas, compartiendo con frecuencia la opresión y represión que son parte de la vida cotidiana de los pobres del mundo entero– dieron origen, entre otras cosas, a la teología de la liberación latinoamericana (TDLLL) como movimiento teológico explícito y con este nombre, plasmado entonces en los escritos de Gustavo Gutiérrez, Rubem Alves y algunas otras personas.i[1]

Desde entonces, la TDLLL se distinguió de muchas otras teologías críticas de la opresión por una osadía entre otras: La osadía de denunciar y relativizar la teología dominante en nuestras iglesias como una teología particular, i.e., como una teología más entre otras posibles; teología cuya pretensión de ser única y perennemente verdadera es una pretensión particular, típica de la experiencia particular de privilegio y poder de las élites productoras de teologías oficiales.
Como sucedió también por la misma época con la teología negra como
movimiento teológico explícito en los Estados Unidos
ii[2]
, y, enseguida, con las
teologías feministas, cada teología emergente brinda expresión y justificación
religiosa a los anhelos de liberación de alguna comunidad o dimensión
humana, reprimida y silenciada hasta entonces por los poderes establecidos.
Pero, por lo mismo, cada nueva teología de la liberación que así surge revela
subversivamente otra particularidad más –hasta entonces invisible– de las
teologías dominantes, minando más profundamente aún las ínfulas de verdad,
universalidad y unicidad de las teologías predominantes. Así, las teologías de
la liberación facilitan, a un número cada vez mayor de líderes y de simples
creyentes de muchas iglesias, el reconocer que “el rey está desnudo”, es decir,
que las teologías dominantes son teologías que logran aparecer como únicas,
universales y verdaderas solamente porque sus defensores disfrutan del poder,
la autoridad, el apoyo y los recursos necesarios para sostener esa apariencia –
pero que, en realidad, tales teologías lo que hacen es interpretar la tradición
religiosa a la medida, imagen y semejanza de la experiencia, los intereses y los
privilegios particulares de las élites del poder: es decir, de varones
escolarizados adultos urbanos heterosexuales cristianos de familias
acomodadas del Atlántico norte. Precisamente por compartir esa experiencia
particular e interesada, tales élites tienen que percibir cualquier versión de la
tradición religiosa diferente de la suya propia como herejía, error, pecado, o –
en el mejor de los casos– como una teología particular, de poca monta, con
muy limitada validez y aplicación.
Así, cada nueva teología de la liberación abre aún más la caja de Pandora de
la creatividad teológica, y, junto a la latinoamericana, la negra y la feminista
emergen, entre otras, teologías asiáticas, africanas, gays, lesbianas, indígenas,
pacifistas, caribeñas, judías, ecológicas, palestinas y otras.
A pesar de los esfuerzos de los encuentros de Teología en las Américas y de la Asociación Ecuménica de Teólog@s del Tercer Mundo (EATWOT), y como quizá era humana y tristemente de esperar, cada nueva teología, al expresar, afirmar y defender la legitimidad e importancia de su propio punto de vista particular, al esforzarse por fortalecerlo y desarrollarlo, tiende (al igual que las teologías dominantes) a universalizar la propia experiencia y perspectiva, y, por
ello, a olvidar o silenciar la importancia de otras teologías distintas. Para colmo, como teologías subalternas que siguen siendo (puesto que aún no vivimos en la utopía igualitaria del reino de Dios), las teologías de la liberación tienden a aceptar y reproducir al menos parte de la ortodoxia dominante –no sólo porque estas concepciones, como dominantes que son, han sido involuntariamente interiorizadas también por quienes hacemos teologías de la liberación, sino, además, por la normal búsqueda de legitimidad, tranquilidad y respetabilidad –lo que sólo puede lograrse haciendo concesiones a la ortodoxia dominante y

que puede traer consigo recompensas y privilegios de empleo, publicación,
influencia, o, simplemente, una disminución de riesgos, amenazas y peligros.
Estas tendencias y tentaciones de toda teología, me parece, también tocan de
muy cerca a nuestra TDLLL. Por ello creo importante echar una ojeada a
nuestra propia trayectoria y evaluar críticamente cuáles son las opresiones y la
gente oprimida que nuestro punto de vista ha llevado a olvidar y a dejar de
lado. En lo que sigue, a riesgo de equivocarme y de herir injustamente algunas
sensibilidades, quisiera meditar en voz alta sobre algunos de esos probables
descuidos, olvidos y silencios de nuestra TDLLL, con la esperanza de que ello
sirva para un mejor mundo posible.
2. La gente oprimida en la vida real.
Toda realidad es, probablemente, muy diferente y mucho más compleja de lo
que quisiéramos que fuera, de lo que creemos que es, y de lo que pensamos
que debería ser. Creo que es bueno reflexionar sobre esto a menudo.
A cualquier persona o comunidad humana nos cuesta, sin duda, ver la
diversidad, complejidad, cambios y conflictos de la propia realidad. Más difícil
aun nos resulta expresar y analizar críticamente esa complejidad. Todavía más
si uno se halla enfrentado en desventaja a los poderes establecidos.
¿Por qué sorprendernos entonces de que nos cueste tanto trabajo ver,
reconocer, expresar y analizar críticamente las incoherencias, flaquezas,
diversidad, desacuerdos y conflictos presentes en nosotr@s mism@s y entre la
gente oprimida con la cual de alguna manera trabajamos y nos identificamos?
Es más cómodo concentrar nuestra atención en las lacras de los poderosos
que complicarnos nuestras vidas notando las pequeñas y grandes
complejidades nuestras y de la gente más vulnerable con la que trabajamos.
Los oprimidos, los pobres, como humanos que son, son mucho más
diversos, creativos e impredecibles de lo que suponen nuestras instituciones,
teorías, dirigentes o proyectos de cambio (económicos, religiosos, militares,
legales, políticos o culturales). Por ello, en parte, el fracaso de muchos intentos
de cambio: por descuidar esa diversidad, creatividad y variabilidad, en lugar de
asumirlas como reto esperanzador. Y por ello quizá deberíamos estimular,
entre otras cosas, una variedad, creatividad y flexibilidad teológicas más
atrevidas y arriesgadas que aquellas a la que nos hemos atrevido hasta el
presente.
Pero, por otro lado, los oprimidos (no menos que nosotr@s sus aliad@s),
también son, como buenos humanos, mucho más vulnerables a la dominación
que lo que usualmente reconocen nuestras teologías (y otras teorías) de la
liberación. Así, violencia doméstica, explotación y abuso de los débiles,
consumismo, individualismo, materialismo, machismo, homofobia, descuido del
medio ambiente, racismo, discriminación e intolerancia hallan practicantes y
defensores también entre menesterosos y progresistas, y no sólo entre ricos y
conservadores. Desconocer tales incongruencias y debilidades, de nuevo, es
tan pernicioso como despreciar la creatividad, diversidad y versatilidad de la
gente oprimida tal y como es en su vida cotidiana.

Tengo la impresión de que en la TDLLL hemos tendido a menudo a descuidar,
desconocer y disimular –con generalidades y simplificaciones– la profunda
pluralidad y complejidad de nuestra gente oprimida, así como los enormes
contrastes y conflictos (sicológicos, sociales, económicos, emocionales,
laborales, raciales, culturales, lingüísticos, educacionales, políticos, religiosos,
amorosos, sexuales, de autoridad, etc.) presentes en las familias,
comunidades, movimientos, organizaciones, iniciativas y acciones de nuestra
gente oprimida.
Esto es comprensible por varias razones. Primero, para enfrentar con
esperanzas de éxito la lucha contra la opresión, parece más útil y urgente el
consenso que la autocrítica. Al concentrar la mirada crítica en la propia
comunidad corremos riesgo de rechazo, exclusión, divisiones debilitantes, más
problemas y nuevas derrotas. Y, después de todo, si ya es bien complicado y
fatigoso analizar a los poderosos y las relaciones de opresión de las cuales
ellos derivan su poder, ¿para qué exponer más el escaso tiempo, la energía y
los riesgos a la mano en una tarea tan impredecible y peligrosa como ésta?
Lo triste, me parece, es que en la mayor parte de Latinoamérica estamos hoy
más lejos que en los setenta de una sociedad justa y en paz. En parte, esto se
debe al talento, los recursos y la perversidad de las élites, sin duda. Pero,
también, creo que hay motivos para pensar que eso es así por la colaboración
a la dominación prestada tanto por los oprimidos como por muchos de sus aliados: colaboración a menudo más inconsciente que consciente, quizá; más por confusión y miedo que por ventajas egoístas, probablemente; más por omisión que por comisión. Cooperación que prestamos, pues, sin querer, sin saberlo, pero quizá también a menudo sin querer saberlo: complicidad involuntaria que obstaculiza el alcanzar una vida más digna de ser vivida para un creciente número de personas y comunidades de nuestros tiempos y lugares.
Sugeriría que un reto que emerge hoy para los próximos años es el de
reconocer, investigar y reflexionar críticamente, entre otras cosas, la enorme y dinámica complejidad y riqueza de la vida real, cotidiana, tanto de la gente a la cual decimos querer servir, como la de quienes decimos querer servirles.
3. La persistente opresión por parte de las iglesias.
En Latinoamérica y el Caribe han crecido, al menos desde los tempranos 80, la pobreza, el desempleo, el subempleo, las migraciones, la descomposición tanto familiar como comunitaria, la drogadicción, el SIDA y la violencia diaria de pobres contra pobres. Creo que no podemos seguir negando que, al mismo tiempo, la influencia y la importancia de la TDLLL y de las CEBs han decaídoen toda esta región del globo. Y, a la par, han aumentado aceleradamente el alcance e impacto del pentecostalismo y las religiones afroamericanas –sobre todo entre la población más vulnerable y necesitada.
Resulta paradójico que, precisamente cuando parecen más necesarias que nunca las TDLLLs, las CEBs, las izquierdas, las organizaciones popularesprogresistas y los sindicatos de trabajadores (por el empobrecimiento y la

inseguridad en aumento en nuestro lado del mundo), es cuando todas estas alternativas parecen declinar más aceleradamente –pese a algunos signos de esperanza que parecen emerger en uno que otro país en los últimos años.
¿Qué falta y qué falla tanto en las iglesias establecidas, protestantes y
católicas, como en la TDLLL, las CEBs, las organizaciones populares
progresistas y las izquierdas, que hace que cientos de miles de
latinoamericanos se aparten de éstas y recurran más bien a iglesias
evangélicas y religiones afroamericanas? ¿Qué le brindan éstas últimas a los sectores populares y juveniles del Caribe y Latinoamérica que no se halla fácilmente en las primeras?
Sólo tengo hipótesis para responder fragmentariamente estas preguntas. Creo que la brutal persecución anti-comunista de los 60 a los 80, que asesinó a más de medio millón de personas en Latinoamérica –aterrorizando y torturando a millones más– es parte de la respuesta. Miles de activistas religiosos inspirados por la TDLLL cayeron en ella. Sugeriría, empero, que el prodigioso crecimiento
pentecostal y afro-religioso se deben en parte a que estas corrientes ofrecen
una dignidad, igualdad, protección y protagonismo raramente accesibles en las
iglesias establecidas – sobre todo a quienes son más marginados tanto en la
sociedad como en las iglesias: mujeres, negros, indígenas, pobres,
analfabetas, desempleados, divorciad@s, adolescentes, madres solteras,
drogadictos, etc.
Entretanto, sin desdeñar la maravillosa labor de poner la biblia en manos del
pueblo pobre, estimular su lectura comunitaria y personal, y propugnar
interpretaciones subversivas de la misma, creo importante marcar, a la par, que
protestantismos, pentecostalismos y TDLLLs han desarrollado con frecuencia
una resistencia –parecida en esto a la de los católicos conservadores– a
estimular el reconocimiento y la reflexión crítica sobre el carácter histórico,
fragmentario, heterogéneo y contradictorio de los textos bíblicos; sobre la
formación arbitraria y conflictiva del canon bíblico, de su supuesta unidad y
completitud; en fin, sobre lo presuntiva, provisional, parcial y parcializada que
son toda biblia e interpretación bíblica. En su lugar, un tímido paternalismo,
entendido como respeto al pueblo creyente, dificulta al laicado pobre la mera
posibilidad de aproximarse más abierta, crítica, humilde y creativamente a esa
crucial, pero también ambigua herencia de la invasión europea que es el canon
bíblico.
Aunque sea de manera mitigada, ¿No es acaso cierto que, al igual que la
interpretación bíblica, también la producción teológica, el liderazgo litúrgico, la
predicación, la definición y gestión de sacramentos, la administración de
personal y bienes religiosos, etc., se mantienen, incluso en la TDLLL, como
monopolio de especialistas consagrados al ministerio religioso? Sea por
inercia, temor, táctica o convencimiento indiscutido; por comisión u omisión,
dejamos usualmente sin cuestionar el monopolio de la producción,
reproducción, consumo y distribución de bienes religiosos en manos de una
élite generalmente blanca, urbana, masculina, escolarizada, adulta, acomodada
y homofóbica. Las excepciones se hallan, precisamente, no tanto en lasTDLLLs, ni entre católicos o protestantes, sino más bien entre pentecostales y
afro-religiosos.
Cosa parecida pasa con nuestras concepciones de Dios, Jesús, María,
santidad, iglesia, salvación, tradición, trinidad o evangelización. Éstas están
demasiado amarradas todavía –inclusive en nuestras TDLLLs– a esquemas
racistas, estructuras patriarcales, relaciones autoritarias, intereses monopólicos
y teologías oficiales de las iglesias que nos fueron impuestas por los
imperialismos católicos y protestantes.
Hay mucho por hacer aquí para teologías que busquen una profunda liberación
de nuestros pueblos de las opresiones imperantes hoy en el planeta.
4. Nuestra subjetividad, corporeidad y sexualidad.
Una dimensión crucial de la existencia humana –tan crucial entre pobres y oprimidos como en otros sectores de la sociedad humana– es la que atañe a nuestra subjetividad y a su profunda ligazón con nuestra realidad corporal y nuestra sexualidad. Esta dimensión ha sido muy descuidada y evadida por la mayoría de las teologías de la liberación (dentro y fuera de Latinoamérica). Quizá porque quienes más han disfrutado de tiempo, preparación, autoestima, financiamiento, público cautivo, apoyo institucional, conexiones, y canales de publicación y distribución para producir teologías de la liberación, han sido, principalmente, varones ministros de iglesias cristianas –y en Latinoamérica, sacerdotes católicos, es decir, varones sujetos al celibato sacerdotal, con todas
las presiones y limitaciones inherentes a esa condición religiosa particular.
iii[3]
Si hay algún lugar en el cual las teologías de la liberación necesitan hoy
examinarse críticamente a partir de su propia intuición originaria –la de que
toda teología es particular e interesada, es decir, hondamente marcada por la
especificidad de quienes producen tal teología– es justamente en esta área del
descuido teológico de nuestra subjetividad, corporalidad y sexualidad.
Toda persona humana, desde la más tierna infancia, se desenvuelve en sus
relaciones con el entorno, entre otras cosas, en una complicada dinámica de
deseos, necesidades, pulsiones, imágenes, fantasmas, emociones, temores,
recuerdos, placeres, frustraciones, prohibiciones, dificultades, anticipaciones,
etc. El entorno físico y social puede responder a los movimientos e iniciativas
de nuestra parte de maneras más o menos coherentes, o, al contrario, de modo
caótico, inesperado. Diferentes personalidades y subjetividades serán posibles
dependiendo de esas experiencias. Ambientes que reaccionen de forma más o
menos estable harán más factibles consensos comunitarios. Pero tal
estabilidad puede a menudo basarse en el dolor y el miedo, con la prohibición y
el castigo de ciertas conductas, relaciones, deseos y discursos. Mujeres que
deciden salir de un matrimonio abusivo, no casarse o casarse de nuevo;
personas atraídas románticamente hacia amistades de su propio sexo; gente
cuya pobreza le impide equilibrar hogar y empleo; niñ@s obligad@s por
necesidad económica a prostituirse o a traficar con drogas –éstas son
usualmente las primeras víctimas sacrificadas en aras del consenso y la
estabilidad de la de la comunidad. Y, así, la creatividad y diversidad de la

sociedad se ven entonces restringidas, mientras se estimulan personalidades
sumisas, autoritarias, violentas y/o sadomasoquistas.
Nuestra subjetividad, nuestra personalidad, así como las posibilidades y
tendencias nuestras con relación a nuestra propia vida individual, a los demás,
al futuro y a la trascendencia misma, se verán afectadas de por vida, positiva o
negativamente, según los modos como familia, escuela, iglesia, vecindario,
empresa y medios de comunicación respondan a nuestras expectativas e
inseguridades afectivas, a nuestro erotismo, a nuestra necesidad de cariciasamorosas, de palabras reconfortantes, de relaciones sensualmente placenteras con nuestro entorno, con nuestra gente cercana y con nuestro mismo cuerpo. iv[4]

Pero ¿qué hemos hecho hasta hoy en las teologías de la liberación en estas
decisivas áreas de la existencia personal y colectiva, subjetiva y erótica?
Seamos honest@s: poco fuera de descuidarlas, evadirlas, olvidarlas .
En esto, poco nos diferenciamos en las TDLLLs de las voces oficiales de
iglesias católicas, protestantes o pentecostales; de la más conservadora
derecha, de los fundamentalismos judíos o islámicos, o, irónicamente, de las ortodoxias marxistas en el poder o en la oposición: nos obstinamos en evadir, eludir, evitar y esquivar este perentorio aspecto de la vida humana.
Desdichadamente, para la gente oprimida y sus defensores este olvido tiene al menos dos tipos de consecuencias negativas.
Por un lado, nos impedimos a nosotr@s mism@s el discernir críticamente y lidiar saludablemente con nuestras propias motivaciones subjetivas para hacer teología al servicio de los desheredados, corriendo el enorme riesgo de servirnos de los oprimidos (en vez de servirles) y de hacer teología a imagen y en función de nuestras propias necesidades, frustraciones y miedos subjetivos.
Por otro lado, cuando silenciamos nuestra compleja subjetividad, corporalidad y sexualidad, quizá la peor consecuencia de eso que hacemos y omitimos
teológicamente es que entonces contribuimos a reforzar y difundir las
estructuras subjetivas que alimentan el autoritarismo, la tortura, la represión, la violencia doméstica y el abuso de los más vulnerables. Sin querer, sin saberlo, sin querer saberlo. Por ello es que es crucial, urgente, mirarnos honestamente a nosotr@s mism@s.
5. La mitad de la humanidad: las mujeres.
Lo hemos oído o leído muchas veces: la mayoría de los pobres son mujeres, la mayoría de las mujeres son pobres, y la gente más pobre entre los pobres son mujeres. Se ha dicho, pero menos: la mayor parte de las víctimas de violencia –tanto en sus familias como en las guerras– son mujeres y niños. A veces se menciona, pero no suficientemente: las mujeres están generalmente excluidas de los núcleos de decisión gubernamental, económica, educacional, religiosa, política, sanitaria, legal, policial y militar. Irónicamente, empero, las mujeres son quienes principalmente forman la mano de obra no-pagada y la peor pagada,
así como son mujeres la mayoría de quienes realizan el trabajo más básico en la vida de familias, escuelas, hospitales e iglesias. El grueso de las familias tiene mujeres a su cabeza, solas con excesiva frecuencia. Curiosamente son las mujeres quienes menos cometen crímenes, violentos o no.
Y, entretanto, la opresión y contribuciones específicas de las mujeres han sido también marginadas, olvidadas o silenciadas por la mayor parte de las teologías de la liberación fuera de las teologías feministas –las cuales, como otros movimientos en defensa de los derechos de las mujeres, son vistas por muchos líderes progresistas, religiosos o ateos, como frivolidades de damas blancas acomodadas sin nada más importante de qué ocuparse.
Una vez más: ¿No es buen tiempo ya de iniciar –en alta, clara, valiente y
continua voz– una autocrítica del carácter particularmente masculino de la mayoría de las teologías de la liberación en el planeta entero? O, para ser más claro y duro: ¿no es éste el momento de examinar cómo la misoginia patriarcal ha contaminado persistentemente no sólo a las teologías dominantes, sino asimismo a mucho de lo que hacemos como teologías de la liberación? No se trata de preguntarse si acaso las ha contaminado, sino cómo lo ha hecho, a ver si así podemos comenzar la más difícil labor de transformación de todas las teologías de la liberación: la de hacerlas a todas, genuinamente, cada vez más, teologías también feministas –no sólo lo que decimos, sino igualmente en los modos como producimos, difundimos, discutimos y transformamos nuestras teologías. ¿Y si no ahora, cuándo?
En cualquier caso, las teologías feministas, con éste u otro nombre, con o sin apoyo de quienes cultivan otras teologías de la liberación, están presentes, creciendo y marcando rumbos, a lo largo y ancho de Latinoamérica y del resto del mundo.
Parte de lo que creo que nos toca a tod@s reflexionar atentamente a partir de lo que dicen nuestras hermanas desde esas teologías es justamente lo que ellas son capaces de percibir, de intuir, de sospechar, desde su ubicación particular: aquello que resulta difícilmente visible desde la particularidad masculina en una sociedad y una iglesia patriarcales.
Me refiero, entre otras cosas, a la manera de entender a la divinidad: menos exterior, anterior, superior, separada y distinta a la existencia humana; más próxima, inmanente, relacional y vital. Menos omnipotente, omnisciente y punitiva; más entrañable, vulnerable, sensible y tierna. Menos Zeus y más Sofía.
Pero también pienso en la manera de entender a la iglesia: menos única e infalible; más abierta, compasiva y solidaria. Menos interesada en definir y poseer una verdad; más interesada en vivirla amorosamente. Menos obcecada con convertir a otras personas y grupos a la propia fe; más preocupada por acompañar, dialogar y compartir con l@s más vulnerables y necesitad@s.

Y, por allí, creo que misión, evangelización, salvación, reino, ética, política y pastoral encuentran todas en las perspectivas teológicas feministas nuevas posibilidades de ser repensadas, reconcebidas y resuscitadas.
Pero, hasta ahora, muchos de quienes hacemos teología de la liberación
parecemos sobrecogernos de temor ante tales potencialidades, y preferimos callar al respecto, o contentarnos con citar de pasada a algunas cuantas colegas para no parecer ignorantes, y/o con declarar nuestra solidaridad en la lucha contra el machismo.
Pero quizá de lo que se trata, insisto, es de ir más allá: osar reconocer, criticar y desmontar –con las teologías feministas– los modos cómo patriarcado,colonialismo, racismo y otras formas histórico-sociales de dominación y explotación infiltran nuestras concepciones de Dios, Jesús, iglesia, biblia,salvación, trinidad o evangelización –incluso en mucho de lo que hacemos como teologías de la liberación.
6. Lesbianas, gays y otras personas «diferentes».
Todo grupo subalterno, subordinado, sometido a dominación, se ve casi
ineludiblemente obligado –aun en su rebelión y resistencia contra la opresión–a repetir e imitar mucho de la visión dominante. Es la “internalización del opresor” por los oprimidos de la que hablaba, entre otros, Paulo Freire.
Una manera de los rebeldes probarse a sí mismos y a los demás que son más decentes, morales y dignos que los dominantes es siendo “más papistas que el Papa” en ciertos aspectos definidos como cruciales por los propios criteriosdominantes. Así, hallamos a menudo en sindicalistas y revolucionarios, junto a una crítica radical de los poderosos en aspectos económicos y políticos, un machismo, un autoritarismo y/o un racismo tan fuerte como en las élites más reaccionarias.
Élites coloniales y criollas acostumbran estereotipar a los oprimidos –no sólo para debilitarlos desautorizándolos, sino también para mostrarse a sí mismas como superiores, moralmente obligadas a imponerse sobre los oprimidos–presentando a los pobres como primitivos o animales, incapaces de controlar sus apetitos sexuales: como prostitutas, homosexuales, polígamos, licenciosos, corrompidos, inmorales y obscenos. O, también, como “poco hombres”.
Quizá por eso, quienes se rebelan contra la opresión económica, política y cultural tienden muchas veces a ser tanto o más rigurosos que los propios opresores, precisamente en ese aspecto de las relaciones sexuales y de género. Para probar que los prejuicios contra los oprimidos son falsos, y para demostrar tanta o mayor autoridad moral que las clases dominantes, se adoptan entonces, exacerbados, los criterios dominantes de moralidad y decencia, reduciendo, por ejemplo, la moralidad, a la observancia estricta de ciertos patrones tradicionalmente dominantes en materia de relaciones sexuales, de identidad sexual y de identidad de género.
Tal tendencia se observa en muchos movimientos laborales, socialistas,
nacionalistas, sindicales y/o revolucionarios a lo largo y ancho de la historia humana. La misma tendencia se reduplica a veces incluso en movimientos liberadores surgidos dentro de tradiciones religiosas que por siglos han reducido las obligaciones sagradas a códigos de pureza corporal, sexual y/o étnica, olvidando un hecho crucial: que reducir la moralidad a la dimensión sexual es, precisamente, despojar al resto de la vida humana de una dimensión ética; es dejar la industria, el comercio, la banca, la política, la educación, la ciencia, las leyes y la represión gubernamental fuera del debate ético, como terrenos moralmente neutros en manos de “expertos” que ya tienen el control de esos mismos terrenos. Y, al mismo tiempo, es dejar la sexualidad dentro de una camisa de fuerza patriarcal, autoritaria y misógina.
Hoy en día el nuevo chivo expiatorio de la moral dominante son gays y
lesbianas. El gobierno del país más poderoso del planeta tiene la prohibición de matrimonios entre personas del mismo sexo como uno de sus temas centrales. El papado coincide con esa obsesión en varios de sus documentos públicos recientes. Varias iglesias están a punto de dividirse alrededor de la discusión del mismo asunto, y muchas convierten la posición que la persona tenga ante la homosexualidad en el criterio central para decidir si alguien es buen cristiano o no –pese a que Jesús y los evangelios guardan absoluto silencio sobre el tema.
¿Y las teologías de la liberación, qué dicen al respecto? Con excepción de las teologías feministas, poquísimas son las que se atreven a encarar el asunto, a tomar la defensa de lesbianas y gays, y a criticar sistemáticamente la homofobia de nuestras élites e iglesias. Y menos aún las que se atreven a citar positivamente al creciente número de obras y autor@s en teología de la liberación lesbiana, gay, bisexual y transexual (LGBT).
Una teología valientemente liberadora tiene que tomar en serio, de una buena vez por todas, la defensa de la vida integral de nuestr@s herman@s lesbianas, gays, bisexuales y transexuales; entrar en diálogo abierto, sensible, respetuoso y continuo con las teologías de la liberación LGBT; desarrollar un análisis crítico (histórico, sociológico, antropológico, sicológico, bíblico y teológico) de la homofobia, el heterosexismo y la erotofobia dominantes en nuestras iglesias; y proponer una ética abierta en pro de la vida abundante, amorosa y placentera para la más grande diversidad posible de maneras humanas de vivir la vida en comunidad armoniosa.
Las teologías de la liberación no pueden continuar silenciando el clamor de nuestr@s herman@s LGBT por una vida digna de ser vivida.
7. No europe@s y no-cristian@s entre nosotr@s mism@s.
De tanto vivir, reflexionar y expresar nuestra fe en medios principalmente cristianos, quienes nos hallamos envueltos en las TDLLLs tendemos a olvidar que hay otras maneras de creer, vivir, pensar, sentir, celebrar, orar, esperar y amar que las maneras estrictamente y explícitamente cristianas. Es más,tendemos a olvidar y silenciar el hecho de que nosotr@s, en nuestras raíces culturales, en nuestra sensibilidad religiosa, en nuestras familias, ancestros y relaciones, y, demasiado a menudo, en nuestra propia espiritualidad no somos solamente cristian@s: somos más y somos otras cosas que exclusivamente cristian@s.

Lo que pasa es que, como colonias europeas que fuimos y que no hemos
dejado enteramente de ser (menos ahora bajo la hegemonía estadounidense en la era de la globalización), el cristianismo que conocemos, el cristianismo que nos ha sido impuesto como normal, el cristianismo que tanto nos cuesta criticar a fondo, es un cristianismo imperial –y, como tal, autoritario, jerárquico, excluyente e impositivo (muy distinto, sin duda, del ejemplo y la palabra de Jesús de Nazaret).
En este cristianismo dominante, las tradiciones religiosas africanas e
indoamericanas son vistas como inferiores e incompatibles con el mensaje de Jesús. Cualquier síntesis creativa entre tales tradiciones y la tradición cristiana es percibida como degradación, no como enriquecimiento del cristianismo, y es prontamente etiquetada peyorativamente como “sincretismo” –como si el cristianismo imperante no fuese él mismo un sincretismo con los símbolos, ritos, creencias, prejuicios e intereses de los sucesivos imperios bajo los cuales se han cobijado las iglesias. Y quienes se aferran a sus propias tradiciones indígenas, sin querer mezcla alguna con el cristianismo, son, en el mejor de los casos, vistos y tratados paternalistamente como imperfectos, equivocados y atrasados.
La TDLLL ha avanzado algo en la crítica de ese imperialismo racista del
cristianismo dominante, sin duda. Empero, como lo sugerirían muchas de las teologías asiáticas (surgidas de iglesias minoritarias en sociedades de mayoría budista, confucionista, hindú, musulmana o shinto), al igual que las teologías de las religiones, las teologías ecuménicas y algunas teologías africanas, es mucho más lo que queda por hacer que lo que hemos logrado. Y en este continente de mayoría católica estamos aun en pañales en esta materia.
Latinoamérica no es solamente un continente católico ni simplemente cristiano, y en varios sentidos lo es cada vez menos. Somos, desde milenios, un continente religiosamente plural. Y a pesar de los múltiples esfuerzos, a menudo violentos, de erradicar del continente todo lo que no fuera, antes, catolicismo oficial, y ahora, cristianismo occidental, somos ahora cada vez más variados y diversos religiosamente. Somos religiosamente aborígenes (de unas 2000 culturas originales quedan más de 500 tradiciones espirituales indígenas transformándose y entrecruzándose en nuestro continente); somos también afroamerican@s (con santería, vudú, candomblé, umbanda, palo mayombe, winti y rastafarianismo, creciendo a lo largo y ancho de las Américas); e
igualmente somos judíos, musulmanes, budistas, ateos, agnósticos,
escépticos, panteístas, panenteístas y muchas otras cosas además de
cristianos. Y como cristianos somos cada vez más diversos: católicos,
pentecostales, bautistas, metodistas, Testigos de Jehová, mormones,
presbiterianos, adventistas, etc. Con frecuencia, a escondidas o no,
participamos simultánea, cíclica, sucesiva o espóradicamente de varias de estas tradiciones a lo largo de la semana, el año o la vida individual. Aunque para muchas iglesias cristianas tal variedad espiritual resulte una aberración, y peor aun la multiplicidad de afiliaciones religiosas simultáneas ¿no es acaso cierto que para much@s de nosotr@s esa pluralidad es enteramente normal, pensable y beneficiosa? ¿No es ésta un área en que los sectores populares han influido y enriquecido a las clases medias –y a la gente joven en general–como en el caso de la medicina, la economía, la música, la política y la sexualidad?
Creo que este terreno de la pluralidad religiosa latinoamericana encierra desafíos fértiles para TDLLLs que se atrevan a repensar a fondo las nociones dominantes de revelación, misión, evangelización, iglesia y salvación, osando criticar a fondo la mentalidad autoritaria y exclusivista del cristianismo colonial.
Y, más allá de las teologías de la liberación, hay allí material para una reflexión crítica tanto sobre las premisas históricas, sociales y culturales de nuestras maneras de entender la verdad y el conocimiento, como sobre lasimplicaciones políticas y éticas de nuestras concepciones del conocimiento.
8. El medio ambiente.
Más allá de nuestra corporalidad individual y de nuestra condición
específicamente humana, está nuestra corporalidad cósmica, nuestra
participación en una naturaleza, un medio ambiente, del cual formamos parte y a partir del cual nos (re)hacemos constantemente. Como lo han sugerido teólogas feministas repetidamente, no “tenemos” un cuerpo: somos un cuerpo –y ese cuerpo que somos es parte del cuerpo cósmico que es la naturaleza toda. La naturaleza es (parcialmente) parte de la humanidad y viceversa, y aunque la naturaleza existió y puede volver a existir sin la humanidad, a la humanidad le resultaría imposible vivir sin, fuera, o separada de la naturaleza.
Sin embargo, capitalismo y cristianismo parecen con frecuencia coincidir en una conspiración contra natura: ambos tienden a ver en el medio ambiente, en el cosmos, en la naturaleza, apenas un instrumento a ser aprovechado o
temido por los seres humanos. Para el cristianismo dominante, la naturaleza es a menudo tentación y peligro, el “mundo”, la “carne” donde impera el demonio: realidad externa a ser dominada y colocada en función de una salvación espiritual ultramundana. Para el capitalismo, el medio ambiente es instrumento de producción, materia prima para la salvación material intramundana: es decir, herramienta para el enriquecimiento de quien más poder tenga para lograr riqueza. Para ambos, la destrucción del medio ambiente no tiene mayor importancia, o bien porque ante la salvación de las almas la naturaleza es una realidad inferior, secundaria, pasajera; o bien porque para la búsqueda de la riqueza individual poco importa lo que le quede a las generaciones venideras.
Para la teología de la prosperidad, Dios proveerá a su pueblo y no hay por qué preocuparse por esos detalles sin importancia. Para la teología del Armagedón el fin está próximo, y la destrucción y la guerra no son sino signos de la inminente y deseada venida del Mesías.
Entretanto, quienes más contaminan aguas, tierras, aire y alimentos son,precisamente, quienes más se benefician y consumen los productos de la economía globalizada: los Estados Unidos. Y quienes más sufren los efectos de la contaminación –incluso en los mismos Estados Unidos– son quienes viven en las comunidades más pobres de la tierra, especialmente l@s más

vulnerables de entre los pobres: l@s niñ@s. Es decir, quienes menos tienen
acceso a buena atención médica, buena alimentación, viviendas sanas,
empleos seguros, recursos para mudarse cuando su salud se los exija, buena
educación, asistencia legal y otros privilegios; quienes menos se benefician de
los productos de la economía globalizada, son precisamente quienes más
sufren los efectos de la contaminación ambiental. Basura radioactiva,
deshechos tóxicos, aguas envenenadas; alimentos con pesticidas, herbicidas,
hormonas, antibióticos, sabores y colorantes artificiales; medicinas cuya venta
y consumo se prohíben en el primer mundo (pero permitiendo su producción
para la exportación) –todo esto pasa a ser parte creciente de la dieta diaria de
la gente pobre.
Entretanto, compañías transnacionales se apoderan de aguas sanas, patentan
genes vegetales y animales, compran bosques, ríos y lagos; adquieren
derechos exclusivos en hidroeléctricas, medios de comunicación y transporte;
ponen todo en función de maximizar sus lucros, haciendo los medios para una
vida sana cada vez más inaccesibles hasta para sus propios hij@s.
¿Hay acaso cuestión ética más importante y urgente para una teología de la
liberación en cualquier lugar del mundo que la de esta privatización,
explotación y destrucción imperial-capitalistas del medio ambiente? ¿Hay
cuestión más social hoy día que la cuestión de la naturaleza?
Lo dudo.
Y, sin embargo salvo algunas pocas e importantes voces en Brasil y Costa
Rica, no parece aun haberse roto de manera significativa el descuido de la
TDLLL sobre la cuestión ecológica.
Creo que parte de lo que sucede –además del paralizante impacto de la
pobreza creciente en casi todos los países del planeta desde hace más de 20
años– es que seguimos inconscientemente prisioneros de visiones dualistas
que separan y oponen naturaleza y cultura, política y ecología, salvación y
cosmos, tierra y cielo, cuerpo y alma; y aun vemos a los movimientos
ecológicos como si fueran sólo iniciativas de jóvenes blanquitos acomodados
del Norte sin pobreza o violencia de las cuales preocuparse.
Pero me parece que ya es buen tiempo de entrar en conversación seria,
duradera y sincera con los movimientos ecológicos del mundo entero.
9. Las víctimas de los socialismos reales.
Como en muchas otras TDLLs, también en la latinoamericana nos hemos
inclinado a ver en los movimientos, ideologías y gobiernos socialistas –del
tercer mundo en primer lugar– sólo la esperanza de lo bueno, promisorio y
positivo, descuidando o minimizando lo peligroso, negativo o destructivo que
pueda también haber en muchos movimientos, ideologías y gobiernos
socialistas.
Eso puede ser, por muchas razones, comprensible –sobre todo cuando parece
no haber ya ni salida ni esperanza para las mayorías pobres de nuestrospaíses. Sin embargo, lo desgraciadamente cierto es que esa falta de atención
crítica a fallas, errores, tentaciones y riesgos de gobernantes, teorías y partidos
socialistas, a lo único que contribuye es a hacerlos más graves e irreversibles.
Ningún movimiento religioso está vacunado contra la tendencia a sacralizar lo
profano, absolutizar lo relativo, o universalizar lo particular. Eso lo hemos visto,
denunciado y analizado críticamente en las teologías dominantes tradicionales.
Pero, hasta cierto punto, muchos de quienes estamos envueltos en la TDLLL
hemos hecho no pocas veces algo parecido con grupos, dirigentes y doctrinas
socialistas: por ejemplo, con la revolución cubana, el sandinismo, el FMLN,
Aristide, y a veces hasta con la vieja URSS, China o Corea del Norte.
Cierto, con tan pocas esperanzas de ver nuestros sueños de justicia y paz
realizados a corto plazo, de modo significativo y duradero, es fácil, demasiado
humano, ver como amigos sin defectos a “los enemigos de nuestros
enemigos”, ver como realidades sus declaraciones y promesas novedosas, ver
sólo lo positivo en quienes tienen el arrojo de enfrentarse a los poderes
establecidos, y olvidar que no existe persona ni comunidad humana
enteramente blindada contra la desesperanza, el egoísmo y la fuerza
corruptora del poder. Ni existe doctrina alguna que –con suficiente tiempo,
ingenio y poder– no pueda ser puesta al servicio de fines exactamente
opuestos a aquéllos para los cuales tal doctrina fue originalmente creada, tal y
como la TDLLL percibió y criticó en la historia de la interpretación del mensaje
de Jesús, la historia de las iglesias y la historia de los cristianos en el poder
político y militar.
Los socialismos reales han tenido, tienen y tendrán no sólo benefactores y
beneficiarios, sino también víctimas y victimarios. Tantos más victimarios y
víctimas cuanto más recursos tengan los gobernantes y menos tengan sus
críticos potenciales; tantas más víctimas y victimarios cuantos más años pasen
en el poder los mismos gobernantes; tantas más víctimas y victimarios cuanto
menores sean las posibilidades legales, pacíficas y abiertas de denunciar,
llevar a juicio, castigar y sustituir a quienes ocupan las posiciones dirigentes.
Una auténtica teología de la liberación tendría que luchar por recordar,
resguardar y ejercer frente a los socialismos reales no el rol de voceros del
régimen, sino el de apoyo condicional y crítico, desprendido y altruista, atentos siempre a los más necesitados, vulnerables y desvalidos, haciéndose voz de los sin voz, buscando y protegiendo a las víctimas de injusticia, abuso y exclusión. Por supuesto, eso implica desventajas, riesgos y dolor incesantes –y nadie quiere eso cuando ha logrado un avance significativo en la lucha contra la injusticia. Más fácil es ver y apoyar lo que parece bueno, justificar lo desafortunadamente inevitable y negativo, e ignorar y olvidar lo demás.
¿En qué consistiría una opción liberadora por los oprimidos frente a la realidad cubana de hoy, frente a un Fidel que lleva más años en el poder que ningún otro gobernante en el planeta y quien ni pide ni tolera críticas, ni siquiera de sus mejores y más leales amigos? ¿Acaso en callar y olvidar? No creo.Ciertamente, no es fácil, al mismísimo tiempo, oponerse al apartheid global al que nos someten los E.U.A. y del que forma parte el bloqueo a Cuba; criticar, por otro lado, el autoritarismo, la autocracia y los abusos de los líderes cubanos, apoyar las críticas del imperio estadounidense que el mismo régimen cubano hace, defender a quienes desde las cárceles cubanas critican las graves injusticias perpetradas por el gobierno cubano, y, junto a ello, apoyar los muy positivos logros de la revolución cubana en educación, salud, vivienda, transporte, y alimentación, que los líderes del exilio cubano en Miami rara vez reconocerán y que hoy se desmoronan aceleradamente. No, no es nada fácil hacer todo eso simultáneamente, ni sirve para aumentar las amistades, los privilegios o las ayudas. Al contrario. Pero quizá de algo así es que se trata cuando se sabe que crecen, de uno y otro lado, las víctimas de abusos, racismo, homofobia, exclusión, desempleo, hambre, sectarismo, autoritarismo, desigualdad e intolerancia. Aunque nos duela y nos debilite las esperanzas.

10. Conclusión: Humildad ético-epistemológica y pluralidad teológica
para múltiples mundos posibles.
He tratado en estas líneas de echar una ojeada crítica a la trayectoria de la TDLLL, evaluando algunos aspectos en los que nuestra limitada experiencia y nuestro particular punto de vista (de quienes hemos participado en la primera generación de la teología latinoamericana de la liberación) nos ha llevado a descuidar, olvidar y silenciar otras opresiones y otros oprimidos que los que están en el centro nuestra propia reflexión teológica hasta ahora.
Quiero cerrar estas reflexiones subrayando una idea que de alguna manera está presente a través de todo lo dicho.
La realidad de la que somos parte es infinitamente rica, compleja y cambiante.
Nuestra capacidad de conocerla, comprenderla y transformarla es
extremadamente limitada. Lo que podemos llegar a conocer es en realidad mucho menos de lo que nos rodea, y, en todo caso, lo conocemos de manera parcial, parcializada, presuntiva y provisional. En cambio, lo que desconocemos e ignoramos es prácticamente infinito. Sin embargo, al mismo tiempo, nuestra necesidad de claridad y certeza nos lleva constantemente a olvidar esas limitaciones, a absolutizar y universalizar nuestra percepción de la realidad, a cerrarnos a otras miradas sobre la realidad.
Una teología humilde y valientemente consciente de esas limitaciones y
tentaciones de nuestro conocimiento tiene la obligación ética de preguntarse continuamente qué aspectos y novedades de la realidad circundante estamos ignorando, cuáles experiencias y clamores estamos desoyendo, a quiénes estamos olvidando, quiénes son las posibles víctimas de nuestra manera de ver y de transformar las cosas. Por eso subrayo la necesidad de una honda humildad ético-epistemológica: reconocer la finitud, la falibilidad, la provisionalidad de nuestro conocimiento, y, por lo tanto, la consecuente obligación en la que nos hallamos de dudar, revisar, cuestionar, repensar y criticar constantemente lo que creemos saber y lo que hacemos con ese saber en nuestras relaciones con el resto de la gente. O, dicho de otro modo, me refiero a la exigencia de buscar y escuchar, atenta y pacientemente, a quienes vienen de otras experiencias, con otros puntos de vista y apreciaciones de la realidad, especialmente si los vemos como gente sin importancia, absurda o molesta –pues quizá es sólo en ese contraste que lograremos captar las limitaciones, contradicciones fallas, incoherencias y vacíos de nuestro enfoque de la realidad.
Quizá esa humildad ético-epistemológica haga posible abrazar la pluralidad de religiones, iglesias y teologías no como un defecto, sino como una bendición; no como un escollo a superar, sino como una meta a lograr; no como una consecuencia solamente de una humanidad dividida por egoísmos y opresión, sino, asimismo, como el resultado de la rica variedad, la inagotable creatividad, la infinita imaginación, la multiplicidad de experiencias y la caleidoscópica multidimensionalidad humanas.
Y quizá a partir del abrazo amoroso de esa diversidad religiosa, eclesial yteológica sea más factible imaginar que de lo que se trata no es quizá de buscar un mundo posible; que quizá buena parte de nuestros males provienen de imperios e ideologías obcecadas en unificar a la fuerza a la pluralidad de historias, culturas, comunidades y maneras de ser humanas; que quizá habría que sumarse a quienes sueñan con una multiplicidad simultánea de mundos posibles, de maneras de ser gente, de modos de organizarse en comunidad, de relacionarse con la divinidad, de vivir eróticamente la sensualidad, de expresar la percepción de la realidad, de comunicarnos con otras personas, de celebrar la experiencia vital, de estructurarse para procrear y cuidar nuevas vidas, de sentir, creer, esperar, amar, crear, pelearse, curarse, reconciliarse y soñar.
En todo caso, como buen caribeño cada vez más contento de serlo, prefiero abrazar con incertidumbre el caos festivo y la multiplicidad centrífuga de divinidades, religiones, iglesias y teologías que someterme a la gris certeza de una verdad establecida, una interpretación de una biblia, una creencia en un dios, una religión, una iglesia, una sola teología de la liberación.
Ojalá y esta opción mía no traiga más víctimas que las opciones a las que, por ahora, prefiero renunciar.

*Quiero agradecer aquí a mi compatriota y amiga Matilde Moros por haber tomado el tiempo para hacer una lectura crítica de la primera versión de esta charla.
i[1]
Esto es si ubicamos el “despegue” del movimiento en la publicación y difusión de los textos más decisivos de Gustavo Gutiérrez, Rubem Alves, y otras personas menos conocidas, al final de los años sesenta. Pero es preciso, por una parte, reconocer la raíces múltiples, complejas y profundas de las teologías de la liberación, y, por otra, no reducirlas simplista y elitescamente a la teología escrita, publicada y reconocida en textos académicamente aceptados. Muchas de las ideas de las teologías de la liberación se pueden encontrar, de alguna manera, en tradiciones, grupos y personas muy anteriores (y no tan anteriores también) al movimiento de la TDLLL como tal, no sólo en Latinoamérica sino también fuera de ella.
i i[2]De nuevo, si situamos el nacimiento de la teología negra de la liberación como movimiento teológico en el momento en que James Cone publica A Black Theology of Liberation, pero subrayando que muchas de las ideas que allí se plasman tienen antecedentes al menos desde las luchas de los esclavos hasta el movimiento por los derechos civiles.

i i i[3]
Y en este sentido, de lo que se trata aquí es de un caso particular del hecho más general de que mientras son varones quienes encabezan, deciden, escriben y se benefician de las principales instituciones de la sociedad, ello lo hacemos –y lo podemos hacer– porque hay quienes, sin disfrutar los privilegios inherentes a esas posiciones y actividades, producen y mantienen condiciones de vida que permiten esos privilegios nuestros: trabajadoras/es manuales en general y en particular mujeres (madres, esposas, hijas y criadas entre otras) cuyas perspectivas se ven socialmente silenciada s .
iv[4]
Desafortunadamente, un modo como tales necesidades son satisfechas por individuos y grupos con mayor poder que otros, es mediante el abuso y la explotación de la corporalidad y la sexualidad de la gente más vulnerable (por edad, género o clase). Silenciar la sexualidad, pues, incluye también (como me lo ha recordado Matilde Moros) el negarle a muchas personas, sobre todo a mujeres, la posibilidad de denunciar y combatir las consecuencias destructivas de una sexualidad subordinada: el placer negado o forzado, los tabúes y prohibiciones impuestos, las violaciones y otras formas de violencia sexual, las enfermedades transmitidas a la fuerza o por engaño, los embarazos y partos no escogidos, el dolor físico infligido, etc. ¿Por qué voces diferentes como las de Marcella Althaus-Reid o Tom Hanks o Ivone Gebara se escuchan y citan tan poco en los medios de la TDLLL?

(24 de Enero del 2005

http://www.fundotrasovejas.org.ar/articulos/Otto%20Maduro.pdf

UN ASESINATO QUE NOS HABLA DE RESURRECCIÓN


TERCER DOMINGO DE TIEMPO ORDINARIO

 

21 de enero de 1979

Jonás 3, 1-5, 10
I Corintios 7, 29-31
Marcos 1, 14-20

NOTA: Antes de la homilía del Sr. Arzobispo de San Salvador, Mons. Romero, el Dr. Jorge Lara Braud representante del Consejo Mundial de Iglesias en Ginebra y representante del Consejo de Iglesias de Estados Unidos, dio el pésame al pueblo salvadoreño. Entre otras cosas dijo: «Puedo escuchar al sacerdote Octavio Ortíz Luna ya desde la eternidad, donde no hay más muerte ni llanto, diciéndonos a cada uno de nosotros sus hermanos sobrevivientes: ‘ahora me gozo en lo que padezco por ustedes y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo para bien de su cuerpo: La Iglesia’… en representación de mi país adoptivo los Estados Unidos de Norte América, en representación de estos cristianos de mi país adoptivo, pido perdón a ustedes, mis hermanos salvadoreños, en la medida en que este mi país apoya un orden social que fabrica pobres y que premia a opresores. El Consejo Mundial de Iglesias y el Consejo Nacional de Iglesias, se une a todos ustedes en el luto de este día, pero también se unen a ustedes en esta alegría subversiva que puede decir que a Octavio Ortíz Luna y a sus hermanos no los han matado, no los han asesinado, les han dado vida eterna.»
A continuación pronunció su homilía el Sr. Arzobispo de San Salvador.
Queridos hermanos sacerdotes:
¡Gracias por haber venido a expresar, aun sacrificando sus propios horarios dominicales, su solidaridad que en momentos tan solemnes nos hace sentirnos tan hermanos! Gracias también a esa voz ecuménica de nuestro hermano Pastor Jorge Lara Braud quien, en su breve mensaje, nos da un gran aliento en nuestro peregrinar que une profundamente a todos aquellos: sean protestantes, ortodoxos o católicos, pero que tratan ser fieles intérpretes de un evangelio tan difícil en esta hora de tantas susceptibilidades.
Y, así resulta que el pueblo católico, rodeando hoy los cadáveres de un sacerdote muy querido, el P. Octavio Ortíz, y de los cadáveres de cuatro jovencitos que murieron acribillados con él: Ángel Morales, Jorge Alberto Gómez, Roberto Orellana y David Alberto Caballero, es un pueblo con perspectivas ecuménicas y escatológicas. Esa multitud que llena la Catedral y el parque, que es una multitud que no se circunscribe a este local -a través de la radio se extiende a casi toda la República y más allá de la diócesis y de la Patria- se extiende unida en fe y esperanza con todo el pueblo de Dios que peregrina en todos los países de la tierra.
Creo, hermanos, que pocas veces como hoy se siente lo que es misa dominical, que el Concilio Vaticano II definió como una: «tradición apostólica que se remonta hasta el mismo día de la Resurrección. La Iglesia celebra el misterio pascual -muerte y resurrección- cada ocho días en el día que por eso se llama Día del Señor o día domingo. Este día los fieles deben reunirse para oír la palabra de Dios y participar en la Eucaristía, acordándose de la pasión, resurrección y gloria del Señor Jesús y dar gracias a Dios que los ha regenerado en la esperanza viva por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos». Y esta esperanza y esta participación en la muerte y en la resurrección de Cristo, se hacen hoy vivencia dolorosa en torno de esos cadáveres que nos predican precisamente el lenguaje de las tres lecturas que hoy acabamos de escuchar.
Las comunidades reunidas… liturgia de la tierra que ya pregunta la del cielo… Antes de reflexionar en esas lecturas, quiero pensar en ustedes que forman esa muchedumbre. Son comunidades que han venido desde diversos horizontes de la diócesis y de la patria. Y sentimos también cómo la liturgia de la tierra, esta misa de la Catedral -de la Catedral que se sintió pequeña ante la invasión de amor y de fe en todos ustedes y por eso ha tenido que salir a la calle- esta comunión que nos une, ésa sea con la liturgia del cielo. Nos está haciendo preguntar casi sensible, en la presencia de esos cadáveres que no están muertos sino que son peregrinos que ya van llegando a la vida verdadera, para que nosotros, comunidad que todavía peregrina, afiancemos todavía más esa esperanza que ya es grande en el corazón de todos ustedes. Es una comunidad eclesial que en esta semana puede contar acontecimientos como todas las semanas los vamos contando.

HECHOS ECLESIALES

La gran expectativa que nuestro Continente está sintiendo ante el viaje del Papa a México y a la reunión de Puebla. Mi corazón se divide ante esta expectativa: el anhelo sincero de ir al encuentro con el Papa y con mis hermanos Obispos del Continente no en viaje de paseo, ni de descanso, sino en una búsqueda de un mejor servicio a la diócesis; y en un deseo de aportar la riqueza insondable de nuestra Arquidiócesis que es grande: son ustedes, son sus comunidades, es su fe, es su sufrimiento, es su persecución. Y siento entonces aquello de Pablo: «Quisiera quedarme con ustedes en una hora tan dolorosa y tan peligrosa de nuestra Iglesia; pero por otra parte, siento la necesidad de llevar esta voz para hacerla sentir en Puebla a las amplitudes del Continente y del mundo. Y débil, porque aunque Pastor soy un pobre cristiano, sin embargo, siento que mi fe se robustece en el contacto con el Romano Pontífice».
Por eso, hermanos, yo les pido permiso de dejarlos un momentito en la orfandad para ir a llevar la riqueza de ustedes y traer la fortaleza del Papa, y de mis hermanos obispos, que se van a reunir en Puebla. Y quiero suplicarles sus oraciones. Yo quiero ser la presencia de una Arquidiócesis en oración. ¡Que nadie deje de rezar mucho! Hoy tenemos cinco nuevos intercesores en el cielo que aman esta diócesis; y para servirla, precisamente mejor, estaban preparándose en ese convivio donde encontraron la muerte. Oremos, entonces, para que Puebla sea lo que espera América y el mundo de ella.
¡Es hermoso esto! Yo quiero recoger como voz de todos ustedes, queridos hermanos, el telegrama del P. Alex Poprawa, de las Flores, de Chalatenango, me envía con un cariño fraternal, diciéndome: «Viejita pobre paga misa favor buen viaje Monseñor México. Alégrome profunda fe. Saludos.» Como esta viejita en oración, yo quiero contar con todas las plegarias de todos los que formamos la Iglesia de la Arquidiócesis.
Quiero dejar también una recomendación: ¡Mucho cuidado con la manipulación de las noticias! ¡Mucho cuidado!, porque Puebla está siendo como una presa sabrosa para todos aquellos que distorsionan la verdad de las cosas, y después de haber visto la brutal desfiguración de los hechos que estamos lamentando en esta mañana, hay razones también, para temer que un hecho tan sagrado y de tanta esperanza lo echen a perder los intereses mezquinos de nuestra política, de nuestra potencia económica, de nuestros medios de comunicación social. Seamos superiores a todo eso y tratemos de vivir el verdadero mensaje de Puebla que tendrán el cuidado de estar transmitiendo nuestros medios de comunicación social.
Esta comunidad que está reunida aquí, junto a la Catedral, es la comunidad del Octavario por la Unidad de las Iglesias como nos lo acaba de recordar nuestro estimado hermano Jorge Lara Braud. Una esperanza de unión que está orando en todos los templos católicos y protestantes, que no se dejan manipular su evangelio sino que saben que el evangelio no es un juguete ni de la política, ni de las conveniencias, sino que tiene que ser muy superior y ser capaz de renunciar a todo aquello que empaña el mensaje auténtico del evangelio. Seguiremos buscando con nuestros hermanos protestantes un evangelio que sea verdaderamente de servicio a nuestro pueblo tan sufrido.
Quiero expresar también, en este momento de dolor nuestro pésame a dos hermanos sacerdotes: el P. Gabriel Rodríguez, que llora la muerte de su papá. Y al P. Porfirio Martínez, de la diócesis de San Vicente, por el asesinato de su hermano Gilberto, vecino de San Francisco, Chinameca.
Quiero complacerme con ustedes en esta comunidad por el espíritu de compartición que todos tratan de cultivar, y que lo expresa desde New York un cristiano de nuestras comunidades: Marcos Luis Maldonado, que al enviar $ 100.00 me dice: «es una pequeña ayuda para la gente que esté más necesitada en estos momentos de mi país… con todo cariño y ganado con mi esfuerzo; pues para poder sobrevivir he tenido que alejarme de mis seres queridos y de mi patria que es lo que menos quisiera en esta Navidad».
Es la Iglesia que está aquí reunida, la que recibe también un espaldarazo de un gran prelado de América del Sur. Me escribió y ayer recibía su carta: P. Mons. Leonidas Proaño, de Río Bamba, Ecuador, para decirme: «Seguimos con interés los dolorosos acontecimientos de El Salvador. Estamos junto a usted y a todos los cristianos que están sufriendo por causa del evangelio. Espero que nos podremos ver con ocasión de la Conferencia de Puebla y reconfortarnos mutuamente en nuestra lucha por hacer nacer un pueblo que se convierta en el pueblo de Dios y que marche hacia su liberación integral».
No puedo omitir -las noticias que se han omitido las podrán seguir escuchando en nuestros medios de comunicación social-, un hecho que nos congrega aquí, de la plenitud de la vida de nuestra Arquidiócesis: El caso sangriento y doloroso de Octavio Ortíz Luna.
Acerca de esto, la diócesis declara: que el comunicado oficial que publicaron los medios de comunicación social es mentiroso del principio al fin. Nuestros medios de comunicación social están señalando ya, una a una, todas esas calumnias que teje, en tan pocas líneas, un comunicado que debía de guardar la fe de la patria.
Gracias a Dios, contamos para reconstruir la verdad con el testimonio de muchos que sobreviven a la tragedia, llevados a la prisión de Guardia Nacional. Y gracias a Dios, entonces, que no sucedió aquí con Octavio Ortíz lo que sucedió con nuestro pobre hermano Ernesto Barrera, cuyo único testigo que hubiera podido aclararnos la verdad, fue asesinado por los mismos agentes de seguridad para dejar sin testigos aquel crimen oficial.
Este es el primer testimonio que tenemos a la mano:
«… este día, a las seis horas de la mañana, cuando me encontraba durmiendo…» Durmiendo, tengan en cuenta todos estos detalles, era una convivencia de jóvenes de iniciación cristiana, no eran hombres armados para defenderse, estaban durmiendo. «… en el local que ocupa la casa de retiros para grupos cristianos denominada ‘El Despertar’…» El que no conozca esta casa, lo invito a conocerla para que vea que no tiene el aspecto de un cuartel, ni tiene las intenciones de fomentar allí guerrilleros, sino que desde hace muchos años viene sirviendo para promover grupos de cristianos con criterios de evangelio, que naturalmente son criterios muy peligrosos en nuestro tiempo. «…propiedad del Arzobispo de San Salvador, situada en San Antonio Abad, de este departamento…»
Sigue el testigo diciendo «…se introdujeron de forma violenta muchos miembros uniformados de la Guardia y Policía Nacional, quienes ingresaron al local referido disparando sus armas. En ese acto un vehículo grande de color verde, de los que denominan tanquetas militares junto a un vehículo jeep militar entraron violentamente al centro de retiros cristianos, ubicándose en el patio central.
En este centro me encontraba -dice el testigo- dirigiendo, junto con el P. Octavio Ortíz Luna, sacerdote católico y diez jóvenes más un encuentro de iniciación cristiana para veintiocho jóvenes varones, cuyas edades oscilan entre los doce y veinte años. Que este lugar se destina para formación cristiana exclusivamente, y no se han propiciado en ese lugar otro tipo de reuniones en las que se conspire contra el Estado, como tampoco que en estas reuniones se sustenten doctrinas anárquicas contrarias al orden público.
Que en este cursillo denominado ‘Encuentro de Iniciación Cristiana para jóvenes’, y el cual había sido iniciado el día viernes diecinueve de los corrientes a las diecisiete horas, se utilizaron libros de cancioneros católicos, y los instrumentos que ahí se encontraban eran de tipo musical, como guitarras, no existiendo en poder de ninguno de los participantes en dicho encuentro cristiano armas de ninguna clase. Antes de ser capturado por miembros uniformados de la Policía Nacional, pude ver que exactamente enfrente de las oficinas, a la entrada de éstas y casi en la entrada principal se encontraba en el suelo, encima de un ‘charco’ de sangre el sacerdote Octavio Ortíz, que sangraba de la cabeza.
Los Agentes de la Policía me trasladaron juntamente con una dirigente del equipo de formación cristiana, en un radio-patrulla hacia el cuartel central de la Guardia Nacional, en donde nos interrogaron y donde manifesté todo lo dicho hasta este momento en el presente documento.
Entre los interrogatorios, había también cuestiones acerca del Obispo, si era verdad que llegaba a sembrar la subversión en aquellos centros».
Este comunicado de nuestra Arquidiócesis, al que se irán sumando otros testimonios, gracias a Dios, quiere hacer ver el contraste de la versión de la mentira del Gobierno y la realidad vivida por los testigos.
Cabe sacar algunas conclusiones:
a) Que nuestros Cuerpos de Seguridad no son capaces de reconocer sus errores sino que los hacen más graves falsificando la verdad con la calumnia. Y así van echando a perder cada día más la credibilidad de nuestro Gobierno y de nuestros medios de comunicación social, obligándonos a acudir a los organismos y publicaciones internacionales porque ya no creemos en la justicia y en la verdad de nuestro propio ambiente.
b) Que, por tanto, es urgente una purificación del sistema corrupto de la seguridad de nuestro país. El sentido de frustración de nuestro pueblo se agrava cuando aparecía un rayito de esperanza en el cambio de la dirección de cierto cuerpo de seguridad, que ahora parece apagarse ante la realidad brutal que estamos aquí denunciando.
c) Que se compruebe una vez más la maldad y el peligro de la Ley de Garantía y Orden Público al legalizar las posibles sospechas como justificaciones de actividades violatorias de la libertad y de la vida de los salvadoreños.
d) Que ¡ya basta! -Y lo decimos no con pesimismo sino con un gran optimismo en las fuerzas de nuestro noble pueblo-. El ambiente se ha saturado de brutalidad y es necesario un retorno a la reflexión que haga sentirnos seres racionales capaces de buscar las raíces de nuestros males y realizar sin miedo los cambios audaces y urgentes que necesita nuestra sociedad.
e) Finalmente -quiero recordar- que los autores materiales e intelectuales del asesinato del sacerdote Octavio Ortíz han incurrido en la excomunión canónica, que en este caso -no es otra cosa la excomunión de la Iglesia, ¡bendito sea Dios!, de la que muchos se ríen. Tal vez les hace pensar en esta Iglesia identificada con el pueblo- ratifica la excomunión o sea el repudio del mismo pueblo. Pero que la Iglesia, como madre que en su severidad no olvida la misericordia, así como ora por el descanso eterno de las víctimas y el consuelo de sus familias que lloran, pide también y espera, la conversión de los asesinos.
El cadáver de Octavio Ortíz Luna, sacerdote… y los cuatro jóvenes matados ayer con él… nos predican en lenguaje pascual… ¡Ésta es nuestra Iglesia! Diríamos que junto a nuestro pueblo, como trayéndonos un mensaje transcendente, los cuatro cadáveres de los jovencitos que se reunían bajo la dirección del P. Ortíz y sobre todo el P. Ortíz, son a los que tenemos que escuchar en el silencio de la muerte.

Breve historia del P. Octavio Ortíz

¡P. Ortíz!, un joven sacerdote, nacido apenas el 22 de marzo de 1944, en un cantón de Cacaopera, Departamento de Morazarán. Conservó su sencillez de campesino, sabía que la grandeza del hombre no es de apariencias sino la verdad. A sus padres: don Alejandro Ortíz y dona Exaltación Luna, ambos también gloriosos de su estilo campesino, están aquí entre nosotros. A ellos, lo mismo que a los parientes de los cuatro difuntos, nuestra condolencia. Vino a estudiar el P. Ortíz, en nuestro Seminario San José de la Montaña y yo tuve la dicha de ser el Obispo que lo consagré sacerdote. ¡Es la primicia de mi episcopado! Estrenó su sacerdocio en la comunidad de Zacamil, a la que amó siempre. Al momento de ser asesinado el P. Octavio Ortíz Luna, estaba en plena actividad.
Si se me pidiera cómo fue su ultimo día, lo puedo describir perfectamente: por la mañana, trabajando con los organizadores de la Semana de Identidad Sacerdotal para hacer una síntesis del rico mensaje que nos dejó esa semana; y por la tarde, en una reunión pro-Seminario que yo presidí. Octavio fue el que llevaba la coordinación; con una gracia muy especial sabía él llevar estas juntas y resultaban muy fructuosas. De ahí salió para San Antonio Abad a celebrar la misa del Patronato y, a continuación por la noche, a inaugurar o a dar puntos de reflexión a los treinta y tantos jóvenes, a los cuales la Madre Chepita después concretaba con dos preguntas la reflexión espiritual a la que se tenían que levantar el día en que «El Despertar» fue un despertar horrible, de muerte, para darnos este mensaje doloroso de hoy.
Este pueblo que está reflexionando aquí junto a la Catedral. Quiero reflexionar sobre las lecturas bíblicas -perdonen, no me voy a prolongar tanto- solamente para enfocar desde el Evangelio, desde la teología, desde la pastoral, nuestra realidad. Quiero ratificar que mis predicaciones no son políticas, son predicaciones que naturalmente tocan la política, tocan la realidad del pueblo pero para iluminarlas y decirles qué es lo que Dios quiere y qué es lo que Dios no quiere. La palabra que ahora ilumina este hecho sangriento la hemos escuchado, aunque con dificultades por el mal sistema de sonido, pero podíamos decir que todo el mensaje en esta circunstancia podía llevar este título:

UN MENSAJE QUE NOS HABLA DE RESURRECCION

1º.) Presencia de un mundo nuevo.
2º.) Se acepta por la conversión.
3º.) Se vive por la fe.

1. PRESENCIA DE UN MUNDO NUEVO

Nínive… prototipo del mundo frívolo de la grandeza humana… Nínive, en la primera lectura aparece como el prototipo de las grandes ciudades frívolas, egoístas, pecadoras. Y a este mundo frívolo, Dios le manda el mensaje de Jonás que dice: «Dentro de 40 días, si esta ciudad no se convierte, Dios la va a arrasar». Pero nos cuenta la lectura de hoy que aquel momento fue aprovechado por Nínive y todos hicieron penitencia y Dios perdonó a la ciudad.
Cristo, el máximo maestro de este domingo, nos dice: «Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios». Este plazo que se ha cumplido, es precisamente el Cristo resucitado. El ha abierto una nueva etapa en el mundo y dichosos aquellos que encuentran ese secreto de resurrección, porque entonces, la vida, a pesar de los crímenes, de las maldades, es un mundo que para los cristianos es fuerza y marco de la salvación.
«El momento es apremiante… la figura de este mundo pasa». Dios salva en la historia concreta de cada pueblo y de cada hombre, y » hay que vivir, dice San Pablo, los que están casados, como si no lo estuvieran; los que sufren como si no sufrieran; los que gozan como si no existiera el placer, sabiendo que la figura de este mundo pasa».
Octavio encontró un tesoro… lo estaba dando a estos jóvenes… Este es el gran mensaje de Octavio y los muertos: la figura de este mundo pasa y sólo queda la alegría de haber usado este mundo para haber impulsado allí el reino de Dios. Pasarán por la figura del mundo todos los boatos, todos los triunfos, todos los capitalismos egoístas, todos los falsos éxitos de la vida. Todo eso pasa, lo que no pasa es el amor, el haber convertido en servicio de los demás el dinero, los haberes, el servicio de la profesión, el haber tenido la dicha de compartir y de sentir hermanos a todos los hombres. En la tarde de la vida te juzgarán por el amor. A Octavio y los jóvencitos muertos con él, en eso los ha juzgado Dios el Señor: en el amor.

2. SE ACEPTA (ESE MUNDO) POR LA CONVERSIÓN

Qué hermoso podrá presentarse un sacerdote pobre, renunciador de todo con la sencillez de un campesino que se gloría de esa categoría, para saberse hacer más accesible a todo aquel que quiere encontrar en ese evangelio que lleva características de pobre, de necesitado, el gran mensaje que Dios trae para salvar al mundo: el uso de los bienes de la tierra, en un convertido, San Pablo nos lo ha enseñado en las lecturas de hoy.
La razón de esa conversión es porque no se puede servir a dos señores.
Sólo hay un Dios y ese Dios o será el verdadero que nos pide la renuncia de las cosas cuando se convierten en pecado; o es el dios dinero que nos obliga también a estar de espaldas al Dios del cristianismo. Y porque quisieran un Dios de espaldas al verdadero Dios, muchos critican esta Iglesia y matan a Octavio y matan todo movimiento que está tratando de derrotar los ídolos de los falsos dioses y está tratando de darnos el Dios verdadero.

3. (EN ESE MUNDO NUEVO) SE VIVE POR LA FE

Por eso, hermanos, Cristo dice: «Se acerca el reino de Dios, conviértanse y crean a la buena noticia: la fe». El Evangelio sigue contándonos hoy las primeras cuatro vocaciones de la jerarquía eclesiástica: Pedro, hermano de Andrés; Juan, hermano de Santiago, lo dejan todo cuando el Señor los invita a que su conversión no sea simplemente un dejar de hacer el pecado, sino un cumplir la voluntad de Dios.
Yo quiero decirles a mis queridos hermanos sacerdotes -y gracias por estar atentos a esta palabra- que este centenar de sacerdotes significando su presencia con la estola sacerdotal, en torno al altar, son los sucesores de Pedro, de Andrés, de Santiago, de Juan y que lo que Dios nos pide, es precisamente lo que les pidió a aquellos y le pidió a Octavio y hoy esa sucesión nos deja un ejemplo con estola de sangre, con casulla de dolor, con su cara desfigurada.
El pobre Octavio murió con la cara apachada. ¿Qué le pasó encima? No lo sabemos, pero el médico dice: «Murió de un aplastamiento». Para arreglarlo en la funeraria Auxiliadora tuvieron que hacer grandes esfuerzos, no pudieron dejarlo como era. Octavio ya se transformó, porque dio su cara por Cristo. Esto nos pide el Señor. Y me alegro de decirles, queridos hermanos cristianos, que hoy, cuando es más peligroso ser sacerdote, es cuando estamos recibiendo más vocaciones en el seminario. Este año va a batir el récord, 27 jóvenes bachilleres están ya a las puertas del nuevo curso del Seminario, porque este reino de Dios que está en el mundo es un reino de Dios que a los nobles, a los jóvenes, verdaderamente les hace decir como aquel del evangelio: «Vayamos con Él y muramos con Él».
Todo estado es vocación… la misma situación social es el marco de la santidad de cada uno. En la segunda lectura cuando Pablo, hablando a las situaciones concretas en que viven los hombres: unos casados, otros sin compromisos matrimoniales, unos esclavos, otros señores, les dice que ese marco concreto en el cual viven, es donde Dios los quiere santificar, con tal que ese marco histórico lo purifiquen de todo pecado. Toda situación en el mundo es buena para ser santo con tal que el hombre muestre en esa situación que no está de acuerdo con el pecado. De ahí que la lucha de los cristianos es por convertirse ellos y convertir al mundo del pecado al reino de Dios que ya está cerca.
Toda vocación es un agente de cambio en un mundo donde el pecado está entronizado. Esta comunidad que ha hecho esta reflexión bajo la luz de la palabra de Dios, vive en un mundo donde el pecado está entronizado y es la lucha del reino de Dios. Una lucha para la que no se necesitan tanquetas ni metralletas. Una lucha para la que no se necesita espada o fusil. La lucha se bate con guitarras y canciones de Iglesia; se siembra en el corazón y se reforma un mundo, porque «la violencia aun cuando tiene motivaciones justas, es siempre violencia y no es eficaz y no es digna», decía el Papa. Ojalá los que ante hechos como éste, sienten el natural instinto de la venganza y de la violencia, se sepan dominar y sepan que hay una violencia muy superior a la de las tanquetas y también a la de las guerrillas, es la violencia de Cristo: ¡Padre perdónalos porque no saben, son ignorantes, pobrecitos! El reconocimiento de esa superioridad es más fuerte que la misma violencia de las armas, que no hace más que hacer más brutos a los hombres, porque el animal no tiene armas.
Por eso ha sido ésta una semana en la que tenemos que llorar.

HECHOS DE LA SEMANA

La presencia de esos cadáveres viene a ser como la síntesis del secuestro del Señor Ernesto Liebes, que no se sabe dónde está y su mala salud hace presagiar desenlaces trágicos. ¡Ténganlo en cuenta violentos del secuestro! El secuestro no es civilización como no es civilización los desaparecidos, ni los encarcelados sin juicio. Eso es salvajismo, todo eso.
Quiero decir que los secuestrados: dos ingleses y un japonés, siguen secuestrados y que no se les libera mientras no se dé libertad a los cinco desaparecidos. Ojalá el Señor conmueva los corazones y se lleve a cabo esta libertad de estos hermanos nuestros.
Es una semana en que hemos de recordar cómo el F.A.P.U. se tomó la Cruz Roja, la embajada de México y las oficinas de la O.E.A. Intentó además tomarse la hacienda Chanmico. Pedían con eso una publicidad para derogar la Ley del Orden Público y pedir la Amnistía general. El fruto ha sido: 30 asilados, 86 detenidos y 19 consignados ante Cámaras. Se evidenció internacionalmente la falta de libertad de expresión que existe en nuestro país, por la cual se ven obligados a tomar estas medidas de presión a las cuales reaccionan inflexible y brutalmente los cuerpos de seguridad.
Quiero hacer constar también que yo no puedo hacer nada en este conflicto, porque a pesar de pedírseme de la misma O.E.A. de Washington que interviniera, le tuve que decir que cuando envié la misión de sacerdotes, se les quitaron los pasaportes y cédulas y se les desconoció. Aquí no se reconoce a la Iglesia como una fuerza que ama los derechos de los hombres.
El Señor Presidente, a pesar de todo esto, ha dicho en México que no hay persecución a la Iglesia. Y compromete a nuestros periódicos poniendo en titulares de primera página un hecho que aquí la Catedral lo está evidenciando, lo mentiroso que es. El Señor Presidente acusó en México crisis en la Iglesia a causa de clérigos tercer-mundistas. Denunció la predicación del Arzobispo como una predicación política y que no tiene la espiritualidad que otros sacerdotes sí siguen predicando. Que me estoy aprovechando de mi predicación para promover mi candidatura del Premio Nobel. ¡Qué tan vanidoso me creen! A la pregunta sobre si ¿existen en El Salvador los catorce?. El Señor Presidente negó, que no existe nada de eso; como también negó que existieran desaparecidos y reos políticos.
Anoche mismo, un periodista de México me llamaba por teléfono y me preguntaba qué pensaba yo de las declaraciones, le digo: -no las conozco todavía. Y él me las leyó por teléfono. Le digo: – Pues la mejor respuesta es que usted publique en su diario lo que estamos viviendo en este momento aquí: Un sacerdote asesinado por la Guardia Nacional y cuatro jovencitos más murieron con él. Y se interesó mucho por la noticia. Y al preguntarme cómo me explico la campaña calumniosa y difamatoria contra el Arzobispo y el Clero le dije: – Esa es precisamente la razón por qué decimos que hay persecución en la Iglesia: la campaña de psicosis entre las comunidades cristianas, ¿no es persecución?. ¿No es también persecución el atropello de los derechos humanos y del pueblo?, porque la Iglesia siente que ese es su ministerio: defender la imagen de Dios en el hombre. Y le decía yo para terminar: Fíjese que el conflicto no es entre la Iglesia y el Gobierno, es entre Gobierno y pueblo, la Iglesia está con el pueblo y el pueblo está con la Iglesia, ¡gracias a Dios!…

PENSAMIENTO QUE NOS LLEVA AL ALTAR

Hermanos, a la luz de la palabra de Dios, estos acontecimientos, estas realidades nuestras, nos dicen que sólo hay una salvación: Cristo Señor. Por eso el evangelio de Marcos que nos va a llevar ya al altar, nos dice: el reino de Dios está cerca, ya se cumplió el tiempo, conviértanse y crean.
Señor, hoy nuestra conversión y nuestra fe se apoya en esos personajes que están allí en los ataúdes. Son los mensajeros de la realidad de nuestro pueblo y de las aspiraciones nobles de la Iglesia que no quiere otra cosa más que la salvación del pueblo. Y mira Señor, esta muchedumbre reunida en tu Catedral, es la plegaria de un pueblo que gime, que llora, pero no desespera, porque sabe que Cristo no ha mentido. El Reino está cerca y sólo nos pide que nos convirtamos y que creamos en Él.
Fuente: http://www.serviciosbiblicos.com

¡Qué vergüenza, Señor contigo!



 

Olga Lucia Álvarez Benjumea ACRWP.

Si…, me he quedado sin palabras. Qué vergüenza, Señor contigo.

Pero más que vergüenza, es que no tengo con que agradecerte, llena de fe y de agradecimiento repito con el Cronista: “Toda esta abundancia es tuya y de lo que es tuyo te damos” I Crónicas 29:16.

Que maravilla, todo te lo tenias bien preparado, hasta fuiste capaz de mantenerme en medio de la tensión con gran tranquilidad y equilibrio.

En Octubre/11, no con muchas ganas fui al control médico. El resultado inicial: “algo sospechoso, se recomienda biopsia”. Se realiza la biopsia y el resultado fue positivo: un cáncer “in situ”, de alto grado, -de carácter expansivo-.Algo así como un volcán dormido. Exámenes, van y vienen, radiografía, y todas esas cosas de medicina nuclear cuyas especificaciones se me escapan.

La noticia, le  recibí como una bendición de Dios, pues son estos momentos, estas situaciones son las  que mas nos acerca a su presencia Divina. Empecé a romper con la tonta costumbre de no compartir estas situaciones… pero, conociendo la fuerza, el poder y los méritos de la Oración,  comenté  a mis hermanas, (Asociación Católica Romana Mujeres Presbíteras (ARCWP), amigas/amigos y comunidad en general. Solo al mes comenté en mi familia, para evitarles tensiones. Esta situación la he  compartido, no por buscar compasión, ni porque tuviera miedo, en ningún momento tuve temor de la presencia de Dios. Lo hice porque soy consciente de que a muchos/as, no le gusta hablar de estos temas. A mi misma me ha costado, pero tenia que dar el paso, para crecer en mi parte humana, aceptándome a mi misma.

Me inscribí y me inscribieron en cadenas de oración. Mi comunidad, en Soacha, los/as ancianos, enfermos, las mamás y los niños, con quienes también compartí, me impusieron sus manos sanadoras, mis hermanas de la ARCWP, mis maestras venerables personas mayores (Hnas. Dominicas de la Presentación), Misioneras de la Madre Laura, Las Hermanas Carmelitas, UNA FIDES, la religiosa de Cristo Sacerdote, que me acompañó toda la noche en la Clínica,  las comunidades que acompaño y animo, en Barranquilla, Medellín,(Fundación Bordado a Mano), Chapinero, religiosas, y amigos sacerdotes, CEDEBI, SERCOLDES, a estas oraciones se unieron hermanos/as de otras denominaciones: episcopales-anglicanos, luteranos, presbiterianos, menonitas, metodistas, ciencia-cristiana.

Qué vergüenza, Señor contigo! Toda esa gente, halando tu manto, importunando tu Cielo. Hasta los ángeles metieron sus aladas “manos” en esto. Muchos/as más que después te cuento.

La actitud humana de mis médicos, Dra. María Clara Vélez, Margarita Hurtado, Felipe Mesa y el resto del personal de la Clínica Medellín-Prado. Para todos ellas/os mis agradecimientos y bendiciones. Lo mejor de todo la noticia que me han dado; no hubo necesidad de retirar el ganglio centinela y la biopsia, dio negativo! Aunque parezca mentira, irreal como todas las cosas del Cielo, nos hayamos desacostumbrado a los milagros, y se ponga en duda, tengo que anunciar, compartir y gritar, esto es un milagro, a pesar del diagnóstico inicial recibido. Sigo viva, el solo hecho de vivir la vida y estar feliz,  es un milagro, no tengo que buscar más datos, porque la vida es Dios mismo, y Él esta en mi.

Las bendiciones que he recibido no las puedo ignorar, ni esconder, por insinuación y sugerencia de la Ruahj debo con mi testimonio y compromiso pregonar, su poder y su gloria!

¿Qué más puedo pedir al Cielo? Solo puedo dar gracias y ser testimonio de sus bendiciones, con todos/as los que me han venido acompañando. Pase lo que pase, seguiré respondiendo a su llamado,  sin reservas sirviendo en la construcción del Reino del Dios Padre/Madre, en la creación de un mundo diferente lleno de justicia e igualdad.

Dejo a consideración y reflexión el rico texto de Marcos 5:24-34

Bendiciones para todas/os en Paz y Amor!

Con cariño fraternal.

Olga Lucia Álvarez Benjumea

 

Envigado, Enero 22 de 2012

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