16 DE NOVEMBRE DE 2011
La mayoría de supervivientes de los campos de exterminio nazi tuvieron un reconocimiento público y la consideración de víctimas. Todos menos los homosexuales. Todas las leyes contaminadas por el régimen de Hitler fueron eliminadas, salvo el celebre artículo 175 que condenaba la sodomía. Este artículo se dejó en manos de los landers que en su mayoría lo mantuvieron.
La Vereinigung der Verfolgten des Naziregimes (Asociación de represaliados nazis) se negó a reconocer a los homosexuales procedentes de campos de concentración. Ello significó que se le negaron las indemnizaciones, que no estuvieron en los homenajes o monumentos, que ni siquiera se les citó en Nuremberg. Eran ignorados o perseguidos.
Así muchos homosexuales que habían sobrevivido al genocidio volvieron a ser presos para acabar de cumplir condenas y sin contarles el tiempo en que habían estado en «prisión preventiva». Muchos optaron por ocultar su homosexualidad, otros pudieron huir a Francia donde las leyes eran menos duras.
El movimiento LGTB había sido destruido, arrasado, por el nazismo. La única revista gay se editaba en Suiza. Los tímidos intentos para acabar con la prohibición, fueron ignorados o menospreciados «Alemania tiene cosas mas importantes que afrontar». Hasta su despenalización en 1969, la justicia alemana condenó a mas de 60.000 homosexuales, ello significó la destrucción de carreras, huidas al exilio, suicidios… Jueces y policías seguían siendo los mismos del régimen anterior y el actual gobierno de la CDU era de tinte muy conservador. La entrada de la SPD en el gobierno empezó a suavizar las condenas y a discutirse su eliminación. En 1969 las relaciones sexuales voluntarias entre hombres adultos dejaron de ser delito, sin embargo continuó una discriminación en la edad de consentimiento entre homosexuales (21 años) y heterosexuales (18 años).
En la RDA las cosas fueron distintas, el 175 fue eliminado, pero se mantuvo la condena a las relaciones sexuales «no naturales». La homosexualidad era considerada contraria a la moral socialista e incluso se la relacionaba con el régimen anterior. Como en otras dictaduras, se utilizaba para desacreditar a los disidentes. En 1968 fue despenalizada y señalada la edad de consentimiento a los 18 años, hasta la fecha se condenaron a 300 hombres por sodomía. La despenalización no significó su reconocimiento como víctimas, ni la legalización de sus publicaciones o asociaciones, sus encuentros debían ser en casas privadas.
Tomado de http://leopoldest.blogspot.com/2011/11/la-persecucion-de-la-homosexualidad-en.html?spref=fb
PIERRE SEEL, TESTIMONIO DEL ESTIGMA Y PERSECUCION CONTRA LA HOMOSEXUALIDAD
29 DE ENER DE 2011
Pierre Seel no podía imaginarse las consecuencias de denunciar el robo de un reloj en una zona de cruising de Mulhouse. Tenía 16 años solamente y la gendarmería francesa lo apuntó en una lista de homosexuales en una Francia en la que la homosexualidad no era ilegal.
Tras la invasión alemana la lista fue a parar a manos de la Gestapo y todas sus esperanzas de fututo se desvanecieron. Tras la llegada de los invasores la policía les entregó su lista «rosa». El propio Pierre nos cuenta que él y otros homosexuales fueron golpeados. A algunos de los que intentaron resistir a las SS se les arrancaron las uñas. Otros fueron violados con reglas rotas que les perforaron los intestinos, provocándoles hemorragias.
Inmediatamente después fue enviado al campo de concentración Natzweiler-Struthof. Pronto durante un paso de revista matutino, el comandante nazi anunció una ejecución pública. El hombre que iba a ser ejecutado fue sacado al aire libre y Seel reconoció la cara como la del que había sido su amante de 18 años en Mulhouse. Según el testimonio de Seel, los guardias desnudaron a su amante y colocaron un cubo de metal sobre su cabeza. Entonces soltaron varios pastores alemanes entrenados y los azuzaron contra él, desgarrándolo en cuerpo vivo, hasta que murió por las mordeduras. En sus memorias nos cuenta:
«Desde entonces, todavía me despierto a menudo gritando en medio de la noche. Durante más de cincuenta años esa escena se ha repetido incesantemente ante los ojos de mi mente. Nunca olvidaré el bárbaro asesinato de mi amor — ante mis ojos, ante nuestros ojos, porque había cientos de testigos».
Experiencias como esa pueden explicar la alta tasa de mortandad de los homosexuales en los campos en comparación con la de otros grupos considerados por los nazis como «antisociales». Un estudio afirma que el 60% de los homosexuales en campos de concentración murió, comparado con el 41% de los prisioneros políticos y el 35% de los testigos de Jehová.
Los homosexuales mas jóvenes fueron liberados, se les dio la nacionalidad alemana y se les envió a primera línea de fuego. Fue el caso de Pierre, era un Malgré nous (A pesar nuestro) y se vio obligado a luchar contra sus propios conciudadanos franceses, contra la resistencia yugoslava. La peripecia pasó por un centro de procreación de la raza aria, finalmente fue enviado al frente ruso, allí desertó y se entregó a los soviéticos, estos lo enviaron a un pelotón de fusilamiento, pero su conocimiento de la Internacional lo salvó.
Tras cambiar de nombre para evitar represalias que podían venir de todos los lados se apuntó a un grupo de la Cruz Roja que le iba a enviar a Francia. El viaje duró mas de una año y en unas condiciones que eran de todo menos humanitarias. Finalmente llegó a su país en agosto de 1945.
Una vez acabada la guerra la homosexualidad volvió a estar prohibida y optó por el silencio. Eliminaron las leyes antisemitas, pero decidieron seguir persiguiendo a los homosexuales. Su familia le rechazó y lo desheredó, sus amigos le dieron la espalda y en su ciudad vio como se agredían a personas que hacían visible su condición sexual.
Para ocultar su homosexualidad se casó y tuvo cuatro hijos, pero el matrimonio fue un calvario por el tuvo que pasar para ocultarse de una ciudadanía homófoba. Vergüenza, confusión, culpa…. finalmente en 1978 se separó de su mujer.
Unas declaraciones y acciones homófobas en 1982 del obispo de Estrasburgo, Léon Elchinger, le hicieron salir a luz pública y exponer su caso. Su historia fue recogida solamente por revistas gays. Tuvo que esperar a 1994 tras la publicación de su libro Moi, Pierre Seel, déporté homosexuel (Yo, Pierre Seel, deportado homosexual) para que su historia llegara a la opinión pública.
Hasta el 2003 no se le reconoció su condición de víctima del holocausto, era ya el único homosexual superviviente de la barbarie. Entonces vino el reconocimiento, su familia le apoyó y su esposa retiró la demanda de divorcio. En noviembre de 2005 moría en Toulouse el testimonio del estigma sufrido por los homosexuales en Europa durante 50 años. Una calle le recuerda.
ANEXO: MEMORIA DEL HOLOCAUSTO
El triángulo rosa es el distintivo que en la solapa y en una pernera del pantalón debían llevar los homosexuales en la Alemania de Hitler, así como en los territorios ocupados. Entre 250.000 y 600.000 personas por ser homosexuales o tener relaciones sexuales con otros hombres fueron deportados a campos de concentración, allí eran considerados la escoria de la escoria.
Palizas, castraciones, trabajos forzados, inyecciones mortales con morfina, lobotomías eran la práctica común. Los mas jóvenes se les hacia servir como cobayas. Los suicidios eran numerosos, el porcentaje fue el mas alto después de la comunidad judía, se cifra por encima del 60%.
Pocos regresaron a casa, cuando lo hicieron la homosexualidad seguía siendo considerada un deleito. Por ello y por miedo al estigma los familiares, amigos y afectados optaron por el silencio, por ello las cifras reales aun hoy se desconocen.
En el año 2000 se conocían menos de diez prisioneros vivos que llevaron un triángulo rosa. Solo recientemente se ha comenzado a fijar las historias de estos prisioneros. El gobierno alemán empezó a reconocerlos en el 2002, la mayoría ya habían muerto