REFLEXIONES ACERCA DE LOS 50 AÑOS DEL CONCILIO VATICANO II


ISSN: 1579-6345
ecleSALia 27 de febrero de 2012

“Tanto amó Dios al mundo que le dio su Hijo…” Jn 3, 16

MIGUEL ESQUIROL VIVES, esquirolrios@gmail.com

COCHABAMBA (BOLIVIA).

 

ECLESALIA, 27/02/12.- En la Iglesia católica el año 1962 se dio un tsunami catastrófico para algunos y un suceso de suma importancia para otros. Suceso ya esperado por éstos y despreciado o por lo menos menospreciado por aquellos.

Quizás, como han dicho muchos, el problema de nuestra querida Iglesia viene desde la época constantiniana, cuando la jerarquía eclesiástica pasó de una situación de persecución y martirio a un status de libertad y nobleza, equiparable a la de los grandes señores de la época.

Fueron tiempos en que la preocupación de las autoridades eclesiásticas estaba primordialmente en la doctrina con sus dogmas, más que en el seguimiento de la vida del maestro, aquel camino que nos ofrecen los evangelios de sencillez y de compasión por los que sufren y aquel deseo de Jesús por el reino de Dios o transformación de este mundo, en el cual quien ha recibido más sirva y no sea servido y en el que el respeto a la dignidad de las personas sea para todos, pero sobre todos para los que por la sociedad ha considerado menos dignos, los más olvidados y excluidos.

Muchos años después vino la reforma de Lutero, que sin duda quiso el bien de la Iglesia, quiso acabar con aquel boato y aquella corrupción reinante en las altas esferas eclesiásticas, acabar con abusos al pueblo, como el de los cobros por las indulgencias, el control de las conciencias, y terminar con la ignorancia de un pueblo al que se le había prohibido la lectura de la Biblia…., nunca todo es perfecto entre los humanos, pero la verdad es que hacía falta una reforma y ya era urgente, pero lo más fácil fue declarar hereje a Lutero y terminar con semejante aventura. Para ello surgió la contrarreforma, con gente buena y santa, y si bien hizo mucho bien a muchos fieles, sirvió también para que la jerarquía pudiera seguir son su status, su poder y con la estructura piramidal de la Iglesia.

Cuatrocientos años después y a partir del año 1958, una vez que fue papa el cardenal Roncalli, como Juan XXIII, éste inicia lo que hubiese querido ser un gran reforma para la Iglesia católica, y el año1962 inaugura el Concilio Vaticano II. Fueron cuatro años de deliberaciones y de mucho estudio y una serie de documentos de suma importancia para la renovación, para el “agiornamento” o actualización de la Iglesia católica, documentos que muchos de ellos han quedado a medias, olvidados y quizás algunos ya superados.

El documento que abre la Iglesia al mundo, el más conocido y titulado por sus palabras latinas con que se inicia: Gaudium et spes, “Los gozos y las esperanzas de este mundo, sobre todo de los más pobres, son los gozos y las esperanzas de los discípulos de Cristo”. Que como consecuencia lógica llevó a sacerdotes, religiosos y religiosas a meterse en el mundo a comprometerse de veras con él, pero con las leyes canónicas anteriores al concilio y que no se renovaron dieron como resultado un gran éxodo, abandono de muchos del sacerdocio, porque era incompatible con este compromiso y también de religiosas y religiosos, siendo juzgados todos ellos y ellas entonces como desertores y aún como traidores.

Un verdadero signo de los tiempos, que en lugar de verlo como tal, se consideró por parte de la curia romana y otras altas personalidades como una verdadera desgracia, cuya causa había sido este desdichado concilio. Lo que sirvió también para dar marcha atrás, quedando paralizadas la mayoría de las reformas, como la litúrgica, la misma constitución de la Iglesia en sus ministerios desde el del papa, los obispos, presbíteros y hasta los ministerios laicales tan necesarios en favor de nuestro mundo y el pensar la Iglesia como Pueblo de Dios en lugar de Sociedad perfecta.

La necesidad y el valor del laicado fue siempre más una frase teórica que un interés real. Los “reducidos” al estado laical, palabra poco acertada, no fueron reconocidos como laicos y no se hizo nada o casi nada por recuperar a estos nuevos laicos, se menospreciaron esas fuerzas espirituales, intelectuales y dinámicas en la Iglesia, preparados teológica e intelectualmente, gente la mayoría de grandes valores materiales y espirituales, abandonados muchas veces de las jerarquías, de los superiores y superioras religiosas.

Salvo raras excepciones la mayoría no sintió lo que pudo haber sido una acogida tan necesaria para ellos y ellas, habiendo dejado con dolor, casi siempre, el calor de la institución. Y en ningún momento se pensó que podían ser más útiles en el mundo que en el templo, cuando la sal del evangelio en el mundo se estaba volviendo sin sabor. Y así estamos hoy, con un mundo que sigue su rumbo a toda velocidad de espaldas de la iglesia, lamentando la falta de sacerdotes, cuando todos ellos y ellas podrían ser verdaderos ministros casados y verdaderas ministras casadas de las comunidades eclesiales de base o ser sal y fermento de este mundo, de sus organizaciones civiles, laborales, políticas, etc., con la consiguiente apoyo de la Iglesia para su formación permanente en la fe y con la posibilidad de sentirse Iglesia.  (Eclesalia Informativo autoriza y recomienda la difusión de sus artículos, indicando su procedencia).

“Las multinacionales en Colombia atentan contra los derechos sindicales”


Por Sergio Ferrari. (*)

Ginebra. Suiza.
El afán insaciable de las multinacionales en Colombia por adquirir empresas estatales, controlar territorios y explotar recursos naturales, conlleva a una crisis creciente de los derechos laborales y de las garantías sindicales.
 
En la actual realidad colombiana, el apoyo de la comunidad internacional es esencial para “acompañar y reforzar la vigencia de los derechos humanos, laborales y sindicales”, enfatiza el dirigente sindical Alvaro Vega, durante su reciente estadía en Suiza.
Respetar convenios de la OIT.
Vega además denunció las prácticas de las multinacionales que priorizando sus intereses económicos, desconocen la legislación interna y convenios suscritos por el gobierno colombiano ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Como  el 87 y 98 referidos a los derechos de asociación y negociación colectiva.
“Queremos que se conozcan a nivel internacional situaciones que requieren de la solidaridad externa dada la falta de garantías en mi país”, expresó el dirigente sindical.
Llamado retomado por la organización helvética SOLIFONDS, que reúne en su seno a una decena de sindicatos, asociaciones de cooperación y solidaridad con los pueblos del sur, el Partido Socialista Suizo etc. SOLIFONDS invitó al sindicalista sudamericano para participar en actividades públicas en Ginebra y Zúrich.
“Es esencial hacer conocer en Europa la realidad cotidiana de las organizaciones sociales colombianas que sufren una enorme presión en detrimento de sus derechos”, enfatiza Yvonne Zimmermann, una de las responsables de SOLIFONDS.
Dos violencias superpuestas.
A pesar del discurso más político del nuevo gobierno encabezado por el presidente Juan Manuel Santos y su vicepresidente el ex sindicalista Angelino Garzón, “padecemos una realidad cotidiana cada vez más complicada para ejercer nuestros derechos sindicales”, afirma Alvaro Vega.
Vega, ingeniero mecánico de profesión , es el presidente de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT) en la seccional del Valle del Cauca –con 38 mil afiliados-, una de las regiones más importantes del país y más afectadas por la acción de los distintos actores armados.
Un primer tipo de violencia, explica Vega, es el resultado de una “política global antisocial impuesta por muchas de las multinacionales instaladas en el país. Desconocen sistemáticamente el derecho a la sindicalización; cierran empresas nacionales para desarticular asociaciones gremiales y bajar costos;  promueven la criminalización de la protesta social”.
La segunda manifestación, “es la violencia social cotidiana en aumento, producto de la agudización de la crisis económica y el impacto de las políticas oficiales contra los sectores económicamente más frágiles del país, entre ellos los trabajadores”, explica.
Sobre su propia experiencia personal dice: “era trabajador de la multinacional de capital brasilero GERDAU. Fui afectado por el cierre arbitrario y posterior liquidación de su filial SIDELPA en el 2009”.
En el proceso contra la clausura del centro productivo, inicialmente, participaron 256 trabajadores. Pero debido a presiones de la multinacional y del Estado, “finalmente terminamos la lucha solo dos, que éramos los dirigentes sindicales en la firma”.
Luego de complicados procesos jurídicos y mediaciones internacionales, los dos delegados sindicales lograron obtener una pensión anticipada. “Pero lo que es más importante, que la empresa debió pagar una indemnización reparativa a los sindicatos que defendieron la causa. Fue una forma de reconocer su arbitrariedad y constituyó una victoria simbólica, aunque limitada, de los derechos laborales”, explica.
Realidad deteriorada.
Más de 50 dirigentes sindicales fueron asesinados en 2011 en toda Colombia. Cuatro de ellos en la región del Valle del Cauca.
En los últimos meses “se han disparado los índices de amenazas contra activistas y dirigentes sindicales en mi región”, explica Vega. Quien fue víctima de un hostigamiento a su residencia el 25 de noviembre pasado y de presiones crecientes en los últimos tres meses.
“Se trata de criminalizar al movimiento sindical, a las organizaciones sociales en general. Por eso, a pesar del discurso oficial del respeto de derechos humanos la realidad cotidiana contradice tal argumento”, enfatiza.
Para responder a tantas presiones, “tratamos de impulsar alianzas y apoyo mutuo entre los sindicatos, organizaciones sociales como la minga indígena, el sector de la cultura, el movimiento estudiantil que se ha movilizado fuertemente el segundo semestre del año pasado y algunas comunidades desplazadas de zonas marginales”.
Solidaridad con las mujeres sindicalistas.
Minoritarias en las instancias dirigentes de los sindicatos colombianos las mujeres exigen mayores cuotas de participación.
SOLIFONDS apoyó un proyecto de seminarios de formación para las sindicalistas de la CUT Valle del Cauca. Aunque originalmente se preveía un centenar de inscritas, “finalmente participaron 130 mujeres de doce sindicatos sectoriales” explica Yvonne Zimmermann de la organización solidaria helvética.
Quien ratifica la necesidad de reforzar el apoyo a los sindicatos y organizaciones sociales del país sudamericano, “para asegurar un ejercicio real de los derechos sindicales”, a la base de todo derecho humano esencial.+ (PE)
(*) Sergio Ferrari, en colaboración con E-CHANGER y swissinfo.
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Reparando una Iglesia global


febrero 27, 2012
Estando en Prato, Italia, observé a alegres inmigrantes chinos, trabajando turnos de 14 horas, como le cosían los vuelos a unas blusas y me acordé de una blusa con vuelos que recién me había comprado. Un correo electrónico me había sugerido comprarla a través de Internet, con “un descuento especial del 50%, válido sólo hoy desde las 12 a las 13 horas”. Me imaginé a otras 300 mujeres conectándose a la hora de almuerzo, produciendo un rápido aumento de pedidos para el fabricante. Cuando el cargamento de blusas sin terminar llegó a Prato a las 2 am, un subcontratista llamó a estos trabajadores chinos para que vinieran a coserle los vuelos. Sin embargo, el ruido y las luces molestaron el descanso de los vecinos italianos de esa área no zonificada de modo que la policía de Prato se hizo presente para investigar. Me pregunté si los vuelos de mi blusa habrían causado tensión. El mundo real está marcado por la globalización y la migración, no sólo diversión y jolgorio.

Me dirigí al sacerdote parado a mi lado en esa fábrica de Prato, bajo las imágenes del Inmaculado Corazón de María y el papa Benedicto XVI. Valientemente, el reverendo Francesco Wang se había introducido en un microcosmos de globalización, una fuerza que el papa Benedicto advirtió:

“Puede causar daños sin precedentes y crear nuevas divisiones en la familia humana”(Caritas in veritate, Nº 33).

Nacido en Jilin, China, en 2003 el padre Wang había sido enviado por la Diócesis de Qiqihar en la Provincia de Heilongijang a estudiar en la Pontificia Universidad Urbaniana durante tres años, después de los cuales regresó a China. En 2009, se le solicitó al sacerdote de 36 años que regresara a Italia para que fuera ministro de la comunidad china de la Parroquia de la Ascensión en Prato. La comunidad china de la parroquia estaba teniendo “algunos problemas”,le dijeron al sacerdote, una vaguedad que él ahora recuerda con una risa.

Textiles y tensiones

Prato se encuentra a 15 millas de Florencia, y desde la Edad Media había reinada como la capital textil de Europa. El héroe local de mediados del siglo 13, Francesco Datini, parece haber sido un precoz modelo del empresario global. Según el Museo Textil de Prato, el próspero negocio de Datini no aportó innovaciones a la industria textil, pero implementó nuevas ideas para la obtención de materia prima del “extranjero”, lo que significaba España, Inglaterra, la Provence y Europa del Este. Desde la década del 50 del siglo 19 hasta los ‘80s del siglo pasado, Prato fue el centro mundial de géneros para la moda.

Cuando la creciente industria textil de Prato necesitó mano de obra barata en los ‘80s, los italianos supieron dónde buscarla, porque habían establecido relaciones de outsourcing con Wenzhou, en la región china de Zhejiang. A muchos inmigrantes de Wenzhou se les dieron visas y aprendieron el oficio en largas jornadas laborales. Luego, cuando las centenarias empresas controladas por familias de Prato cayeron en bancarrota por su inhabilidad para competir con las multinacionales, fueron compradas por humildes inmigrantes chinos que introdujeron innovaciones y las hicieron rentables nuevamente. Desde esa transición, no se acogieron nuevos inmigrantes –oficialmente-. No obstante, los chinos siguen llegando a Prato en masa. De la población de 186.000 habitantes, 11.500 son inmigrantes chinos legales y otros 25.000 ilegales.

Como único sacerdote católico chino que trabaja con estos inmigrantes, el padre Wang ha visto los efectos de lo que el Papa llama el impresionante “fenómeno de la migración… por sus grandes dimensiones, por los problemas sociales, económicos, políticos, culturales y religiosos que suscita y por los dramáticos desafíos que plantea a las comunidades nacionales y a la comunidad internacional” (Caritas in veritate, Nº 62). Los inescrupulosos miembros de las mafias chinas cobran hasta US$ 23.000 por traer a un trabajador a la ciudad, donde él o ella ganará aproximadamente US$ 700 al mes; US$ 8.400 al año.

En 2009 Prato eligió como alcalde a Roberto Cenni, cuya campaña prometía impedir la“invasión china”. Aunque el alcalde Cenni es el ex presidente y actual socio de un holding de Prato cuyas compañías han trasladado mucha de su producción a China durante la última década, su director municipal de seguridad afirma con orgullo que las redadas durante la administración de Cenni han cuadruplicado el número de cierres de industrias. El padre Wang nunca se ha juntado con el alcalde Cenni, pero ha visto los helicópteros de la ciudad bajar en picada sobre los trabajadores que arrancan por las puertas traseras cuando se producen las redadas en las industrias.

“Xenófobo”, fue el término que usó el vicario parroquial de inmigración, Monseñor Santino Brunetti, para describir a la administración de Prato en una entrevista con un medio local en octubre de 2010. Cuando Monseñor Brunetti recibió amenazas en respuesta a su declaración, el obispo de Prato Gastone Simoni rápidamente defendió el deber de la Iglesia de recordarles a todas las personas su común humanidad, sin importar lo controversial de la situación.

En un mensaje dirigido a los líderes políticos italianos el 20 de marzo del 2011, el papa Benedicto recordó a los administradores locales, como el alcalde de Prato, su “especial dedicación… en ser promotores de la colaboración, la solidaridad y la humanidad”. El Papa también se refirió a la necesidad de que las organizaciones eclesiásticas “apoyen la humanización y socialización, dedicada especialmente a los marginados y a los grupos más desposeídos”, y dijo que sus actividades siempre debieran ser “adecuadamente apreciadas y apoyadas, incluso en términos económicos”.

La perspectiva desde la parroquia

El padre Wang raramente recibe peticiones de ayuda material de parte de los chinos, una de cuyas características es la independencia. Lo que sí le piden con frecuencia es que actúe como intérprete. En la liturgia dominical en chino a la que asistí, una monja italiana hizo un llamado después de la Comunión para que los parroquianos se unieran a ella en sus esfuerzos evangelizadores, haciendo visitas puerta a puerta en la comunidad china el sábado siguiente. El padre Wang hizo la traducción para los 50 chinos presentes. La parroquia también imparte clases de italiano durante los meses de julio y agosto, que son los de baja actividad en Europa.

El P. Wang reflexiona con calmada determinación:

“Creo que revelaría falta de visión ignorar los enormes resultados que podría obtenerse si la Iglesia profundiza su inversión de evangelización en Prato”.

Hay sólo unos 120 chinos católicos en la parroquia, pero hay cientos de miles en la ciudad. Dado que los niños van a colegios italianos y están creciendo en un país que es nominalmente 90% católico, el padre ha sido exitoso en capturar su imaginación religiosa.“Siento la necesidad de darle a estos jóvenes líderes una visión de la Iglesia global, más allá de Prato”, dice. Desgraciadamente, sus esfuerzos por obtener fondos de la diócesis para enviar a cinco adultos jóvenes a la Jornada Mundial de la Juventud en Madrid no fueron exitosos.

Católico chinoLa liturgia dominical en la parroquia china irradia un sentimiento comunitario vibrante. En mi trayecto a la iglesia, un parroquiano gentilmente me indicó el camino y me dijo que la misa de las 3:30 estaba destinada a trabajadores del turno nocturno. El P. Wang admite que “al principio la parroquia era bastante tribal, porque los inmigrantes venían de distintas provincias chinas, pero abordé el problema insistiendo que en la iglesia sólo hablaríamos mandarín y no otros dialectos chinos”.

Cuando la diócesis ignoró el llamado del padre Wang para que el período de catequesis italiano de dos años fuese abreviado para los trabajadores inmigrantes, decidió hacer que los aun no-bautizados se sintieran acogidos, a su manera. En la misa dominical, los asistentes se ponen en fila para recibir ya sea la Eucaristía o una bendición.

Todos los fines de semana otro sacerdote chino, el padre Huang, hace el viaje de cuatro horas por tren a Roma para ayudar en el ministerio del hospital y la prisión. El padre Huang me contó que un sábado había visitado alrededor de 40 inmigrantes chinos que estaban presos por entrada ilegal al país. También me presentó a un abogado italiano que había venido a la iglesia para convocar a una reunión del ayuntamiento donde el padre Huang sería parte de un diálogo que trataría sobre la tensión en la comunidad.

Parroquias católicas vecinas tienen opiniones diversas sobre el apoyo de la Iglesia a los inmigrantes chinos. En la Parroquia Santa María de la Humildad en Chiesanuova, el reverendo Romeo Serafino dice:

“Hay mucha gente desempleada que, comprensiblemente, tiene problemas con la presencia de trabajadores chinos en estos tiempos de problemas económicos”.

El padre Serafino relata que el obispo Simoni ha dicho que todos los dueños de negocios tienen que respetar la ley de Prato, pero el padre Serafino sonríe abiertamente cuando hace referencia a la reputación que tienen algunos locales por evadir impuestos. Sabe que algunos italianos reclaman que los chinos son ruidosos, pero agrega:

“Mis propios padres vivieron en Alemania durante mis primeros 10 años de vida y trabajaban horas extenuantes para poder ahorrar dinero. Los alemanes se quejaban que los italianos eran muy ruidosos”.

Cuando el padre Serafino tuvo que enfrentar el servicio militar para cumplir con su deber cívico, optó en vez de ello por ingresar a Caritas. Empezó trabajando con inmigrantes chinos junto con Margaret Sin, monja canossiana. Hace pocos años, el empresario textil que empleaba a la hermana del padre Serafino cayó en bancarrota. La empresa fue adquirida por residentes chinos de Prato y hasta hoy ella trabaja en estampado de géneros y recibe los generosos beneficios de la ley italiana. El P. Serafino está orgulloso de que su diócesis esté enfrentando los desafíos de la inmigración del siglo XXI, realizando misas en polaco, rumano, albano, ucraniano, cingalés, español, paquistaní, nigeriano, filipino y, por supuesto, chino mandarín.

Evangelización en una economía global

Junto con los inmigrantes, llegan las remesas que se envían a casa. Hay auditorías que muestran que los montos enviados diariamente a China desde Prato llegan a los US$ 1,5 millones. Los administradores locales sostienen que los chinos están socavando la economía del lugar, pero el P. Wang y los empresarios chinos dicen que la arriesgada innovación de los chinos salvó la industria textil de la zona y que contribuyen a diario con la economía italiana con sus compras locales. Ningún economista de ese país ha estimado el monto de la contribución de los inmigrantes chinos a la economía local. Como escribió el papa Benedicto:

“Los trabajadores extranjeros, no obstante las dificultades inherentes a su integración, contribuyen de manera significativa al desarrollo económico del país que los acoge mediante su trabajo, así como a su país de origen a través de las remesas de dinero”(Caritas in veritate, Nº 62).

Con todo, el año pasado, la hostilidad cultural quedó en evidencia en un importante evento religioso y secular que se llevó a cabo en Prato. En cinco oportunidades en el año, la catedral atrae a peregrinos que vienen a ver el “cinturón sagrado” de María, que se mantiene bajo llave en un relicario de bronce dorado. La leyenda, que se remonta al siglo VI sostiene que María le dio el cinturón a Tomás al momento de su ascensión. Posteriormente, el cinturón llegó a Prato en el siglo XII a través de Michele Dagomari, un residente de la ciudad que había peregrinado a Tierra Santa. El 8 de septiembre de 2010, para la fiesta de la natividad de la Virgen María, la ciudad de Prato se negó a que la bandera china fuera parte de la procesión religiosa que se dirigía a la catedral, a la exposición del cinturón sagrado, rompiendo con una tradición que ha incluido las banderas nacionales de todas las ciudades-hermanas de Prato.

Me preguntaba qué pensaría la Virgen María de estas tensiones, producidas por un pedazo de su vestimenta. Luego pensé en mi blusa con vuelos y el impacto negativo de mi propio estilo de vida de consumidor, que contribuye con la demanda por el bajo precio de los bienes. ¿Cómo puede la globalización convertirse en una fuerza positiva en la vida de personas en ciudades como Prato?. ¿Qué podemos hacer los católicos para acrecentar la justicia económica y la comunidad cristiana en estos lugares?. El Papa ofrece su consejo en Caritas in veritate (Nº 78):

“Ante el ingente trabajo que queda por hacer, la fe en la presencia de Dios nos sostiene, junto con los que se unen en su nombre y trabajan por la justicia”.

Jean M. Li

 http://teologialibre.wordpress.com/2012/02/27/jean-m-li-reparando-una-iglesia-global/

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