Posted on 8 junio, 2011by panamaprofundo
Héctor Gallego desaparecido el 9 de junio de 1971 en Santa Fe de Veraguas, Panamá
El 9 de junio de 2011 se cumplen 40 años de la desaparición de Héctor Gallego. Sobre las espaldas de la oligarquía terrateniente y del gobierno militar de la época recae la responsabilidad directa de la desaparición y el asesinato de este buen hombre de la Iglesia Católica. Perseguido y amenazado de muerte, la noche del secuestro, Héctor dormía en la casa de Jacinto Peña, uno de los miles de campesinos de Santa Fe de Veraguas que lo conocieron. “¿Por qué se llevan ese hombre así?” les gritó Jacinto a los captores de Héctor, que en medio de la oscuridad de la noche, lo sacaron de la casa, anunciándole que tenían orden superior de llevarlo al cuartel.
Desde aquella noche, hasta nuestros días, todo el empeño de los poderes (militares, políticos, económicos y religiosos) se ha ocupado, sin conseguirlo, de borrar el mensaje de liberación plantado por Héctor Gallego en medio del campesinado. Este 9 de junio, como todos los años, campesinos de las comunidades que Héctor recorrió, se reunirán en Santa Fe centro para conmemorar y celebrar la vida y obra de este sacerdote católico, mártir de la lucha campesina y de la Iglesia comprometida que trabaja en Panamá.
De espaldas a testimonios ejemplares como los de Héctor Gallego o Monseñor Romero, los altares en la Iglesia Católica se multiplican cada día. Beatos y santos son venerados hasta el cansancio. El santoral incorpora nuevas y viejas figuras buscando mantener el ritmo de los negocios. La carrera a la santificación se ha divorciado del martirio y ha entrado por el trillado camino la devoción rentable. Para ser “santo” ya no hay que ser venerable, ni puro o limpio en el sentido religioso. Como en muchos otros aspectos de la vida en sociedad, el imperio del dinero y la concentración de poder han pasado a ser el primer valor, y en muchos casos, los únicos valores a seguir.
Eso explica la canonización de Juan Pablo II y su indefectible y súbito arribo a los altares. Un Papa que, para decir lo menos, mutiló la libertad y echó atrás todo el esfuerzo de la teología de la liberación por enraizar en las comunidades cristianas el mensaje de compromiso y la opción por los empobrecidos que da sentido al cristianismo. Juan Pablo II, amigo de los políticos más asquerosos del planeta, íntimo de personajes como Marcial Maciel Degollado, mexicano fundador de la “Legión de Cristo”, un perfecto truhán al que se le ha comprobado delitos de abuso sexual contra menores, fraude y extorsión, entre una amplia lista del prontuario delictivo que lo caracterizó.
Como es natural en los negocios, todo se compra y todo en vende, la beatificación y la santificación, no son la excepción. “Santos” y “beatos” son sujeto de extorsión, de auténticas cruzadas recaudadoras de plata y oro; de dinero en efectivo o de intereses en los más diversos negocios y propiedades. Escrivá de Balaguer ascendió como cuete a los altares respaldado por su exitosa trayectoria en los negocios y en la doctrina del “opus dei”, congregación destinada a perseguir la teología de la liberación que representa el compromiso cristianos con los empobrecidos.
El campesinado explotado y oprimido de Santa Fe de Veraguas es el profeta y es el altar de Héctor Gallego. Entre ellos entregó su vida, y su martirio, a ellos se lo debemos. Hoy, amenazados y perseguidos por las políticas gubernamentales de promoción de represas para construcción de hidroeléctricas y minerías a cielo abierto, campesinos e indígenas de Veraguas y de muchas partes del país, siguen enfrentando a los poderes, huérfanos de la Iglesia de arriba concentrada y ocupada en las tareas marcadas por los poderosos.
“Nos hemos quedado con esa tarea porque la Iglesia Católica está tratando de borrar su recuerdo. En estos cuarenta años no hemos tenido ni un solo sacerdote que haya querido apostar al movimiento de Héctor… Creo que la Iglesia, en vez de dedicar tanto tiempo a santitos y santitas, debemos favorecer a los más desprotegidos.” Publicación de las Comunidades Eclesiales de Base de Kuna Yala, No. 6, 2010. Entrevista con nuestros amigos: Jacinto Peña.
Todo tipo de sortilegios, entre ellos la canonización y la santificación, están a la orden del día. Mientras el Arzobispo de Panamá gasta tiempo en falsos y absurdos llamados al “diálogo” por la libertad de expresión, mutilada por los mismos convocantes, campesinos e indígenas sufren los embates del poder que abre paso para imponer una modernización criminal que destruye ecosistemas y sacrifica comunidades enteras.
Héctor Endara Hill
Fuente: www.panamaprofundo.com