- Actividad grupal
Es muy probable que todas o casi todos hayamos leído esta historia. Sin embargo, no necesariamente la recordamos de la misma forma.
Los invito a que compartamos durante 5 minutos en grupos de 3 o 4 nuestra memoria, nuestros “sentires” sobre este texto:
¿Qué les impacta más de este relato? ¿Qué situaciones personales y/o comunitarias nos traen a la mente? ¿Qué palabras y/o gesto nos parecen más significativas? Les pido sí, que le pongan un título a este relato.
- Introducción
Este compartir que hicimos nos acompañará durante todo este tiempo. Pero no sólo esto nos acompaña en esta mañana, también aparece nuestra locación, quiénes somos, el color de nuestra piel, nuestro nivel socio-económico, educativo, nuestro género, nuestros prejuicios. El dibujito que pintamos sobre este texto en nuestra escuela dominical cuando éramos niñas y niños. También la o las versiones de la Biblia en que hemos leído el texto y las explicaciones que de él nos han dado y con quienes lo hemos leído.
Todo eso hace a nuestra historia, a los lentes que cada uno trae y hace que un texto común despierte en nosotras y nosotros tantas imágenes distintas y nos mueva tantos sentires diferentes. Nuestra tarea hoy aquí no es negar esa historia sino nombrarla, hacerla visible para que podamos dialogar con ella. Tampoco tiene la pretensión de ser “la” explicación del texto.
Solamente buscaremos marcar algunas pistas que nos predispongan en este día a encontrar “Gestos concretos del Reino”.
- Ubicación Narrativa de Hechos 8:26-40
Primero ubicaremos narrativamente el texto. La lapidación de Esteban, el primer mártir cristiano, en Jerusalén (7:55-60) y la obstinada persecución a la naciente iglesia cristiana en Jerusalén llevada adelante por Saulo (8:1, 3) pone en jaque la sobrevivencia de la comunidad. A juzgar por 8:1 la dispersión de todos/todas las creyentes parece ser un claro signo de debilitamiento de la iglesia. Sin embargo, lo que parece ser el fin es en realidad un nuevo comienzo. La dispersión de Jerusalén obliga y al mismo tiempo posibilita la proclamación de la Palabra en “Jerusalén, en toda Judea y Samaria y hasta lo último del mundo.” (1:8).
Aquellas y aquellos dispersados de Jerusalén llevan consigo la maravillosa historia de Jesús de Nazaret. Han sido empoderadas/os para comunicar la buena nueva de Jesucristo. Lucas se detiene primero en uno de los discípulos, en Felipe.
Luego, el capítulo 9 comienza con el llamado y la conversión de Saulo/Pablo 9:1-30. El v. 31 hace como una pequeña conclusión de la situación de la iglesia en ese momento para luego presentarnos a Pedro 9:32ss. Es interesante notar desde ya que los sueños de Pedro y Cornelio y la inclusión de los gentiles en la iglesia cristiana es un aspecto principal, como lo es la figura de Pablo, el apóstol de los gentiles. Sin embargo, antes de llegar a ellos. Aquí Felipe se encuentra con “un eunuco etíope, un alto funcionario de Candace, la reina de Etiopía, quien estaba a cargo de todos sus tesoros y que había venido a Jerusalén para adorar, regresaba sentado en su carro leyendo el profeta Isaías.” (8:27-28)
- Los personajes
4.1 Felipe
¿Quién es Felipe? Felipe aparece por primera vez en la historia en el capítulo 6 cuando la creciente iglesia necesita de 7 hombres de “buen testimonio, llenos del Espíritu y de sabiduría” (6:3) para atender a las viudas no-judías que eran relegadas en su atención.
Felipe es uno de los elegidos “para servir las mesas” (6:2). Sin embargo, en el capítulo 8, una vez dispersa la iglesia en Jerusalén, Felipe aparece con una nueva tarea. Ya no está más “para servir las mesas” sino que ahora aparece en Samaria predicando a Cristo (8:5) y logrando la atención de la gente con sus palabras “y señales”.
El impacto de la predicación de Felipe en Samaria era tal que detrás de él vinieron Pedro y Juan para “ratificar” lo actuado por Felipe e impusieron a los nuevos creyentes sus manos para que recibieran el Espíritu Santo (8:17). El v. 25 cierra la visita de Pedro y Juan en Samaria, donde queda Felipe, aunque no por mucho tiempo.
4.2 Un ángel del Señor
Un nuevo personajes aparece en escena: Un “ángel del Señor” habla a Felipe y lo lleva hacia el sur, hacia la ruta que va de Jerusalén a Gaza y le aclara que se trata de un lugar o una ruta “desierta” (e;rhmojÅ6:1). Y Felipe se levanta y parte (nótese la repetición de los verbos avni,sthmi y poreu,w en vs. 26 y 27) sin más que una dirección, bastante difusa por cierto, y la advertencia de soledad.
Allí se encuentra con el otro personaje central de esta historia: “un eunuco etíope, un alto funcionario de Candace, la reina de Etiopía, quien estaba a cargo de todos sus tesoros y que había venido a Jerusalén para adorar, regresaba sentado en su carro leyendo el profeta Isaías.” (8:27-28)
4.3 Un eunuco
Lucas da mucha información sobre este personaje que aparece sólo aquí y luego continúa su camino gozoso sin saberse más nada de él. Lo primero que se dice de él es que es un etíope (Aivqi,oy). Esta designación nos invita inmediatamente a encontrarnos con un rostro moreno (esa es la etimología probable de la palabra etíope: Aivqio,pwn: ai;qwn, ardido + o`ye,, rostro) proveniente de un reino al sur de Egipto, actualmente Sudan y que para los autores clásicos como Homero y Heródoto representan el “confín de la tierra”. Pero no se trata de un ciudadano cualquiera de aquel reino sino de un alto funcionario (duna,sthj) de Candace, reina de su país, responsable de los tesoros del reino. El hecho que tenga en sus manos un rollo del profeta Isaías, probablemente en griego, es señal clara de su poder económico. Además que vaya leyendo, muestra que estamos ante una persona que constituía para la antigüedad un mínimo porcentaje capaz de leer. Y además en un lenguaje extraño a su primer idioma.
Así, resumiendo estamos ante alguien africano, instruido, con una cuota importante de poder, con recursos económicos propios o al menos con acceso a ello, capaz de leer un texto en una lengua extranjera. Pero además que se encontraba en este lugar del mundo, tan apartado del suyo, pues había venido a Jerusalén a adorar a Dios. Algunos hacen hipótesis que se trata de un judío viviendo en la diáspora, al servicio de la reina de Etiopía. Sin embargo, esto es poco probable, más bien se trata de un gentil que habiendo escuchado hablar del Dios de Israel se había convertido en un “temeroso de Dios”.
Sin embargo, de todas estas características la más relevante para Lucas es que se trata de un eunuco (euvnou/coj). De hecho en lo sucesivo se referirá a este personaje como el eunuco: v. 27, 34, 36, 39.
Ahora bien, y esto es más que relevante para nosotros después de haber trabajado la temática de los derechos sexuales y reproductivos, podamos detenernos en este aspecto.
Presente aquí un cuadro de distintas traducciones al español y portugués:
Versión |
Título de la historia |
Traducción de euvnou/coj |
Dios Habla Hoy |
Felipe y el funcionario |
Funcionario |
Biblia Latinoamericana |
Felipe y el etíope |
Funcionario |
Biblia en Lenguaje Sencillo |
Felipe y un oficial etíope |
Oficial |
Reina Valera 60 |
Felipe y el Etíope |
Eunuco |
El Libro del Pueblo de Dios |
El bautismo de un etíope |
Eunuco |
Nueva Versión Internacional
Nova Versao Internacional |
Felipe y el etíope
Filipe e o Etíope |
Eunuco
Eunuco |
Biblia de las Américas |
Felipe y el eunuco etíope |
Eunuco |
Biblia de Jerusalén |
Felipe bautiza a un eunuco |
Eunuco |
A Biblia Sagrada (Joao Ferreira de Almeida) |
Filipe e o eunuco |
Eunuco |
¿Cuál es la discusión? Veo que hay dos aspectos: Uno, es el significado de la palabra griega eunuco (euvnou/coj) que hay quienes prefieren traducir por funcionario o similar y no como eunuco. La segunda cuestión es ¿por qué se resalta en el título la condición étnica o geográfica cuando el texto mismo subraya su condición de eunuco? En ambos casos, el efecto es el mismo: la invisibilización de este grupo, que constituía lo que hoy llamaríamos una minoría sexual.
4.3.1 Eunuco o funcionario
No hay dudas que el término aquí utilizado es eunuco. No hay discrepancias al respecto, sin embargo hay quienes entienden que eunuco no designa a un eunuco sino a un alto funcionario. De hecho hay algunos casos en donde dada la costumbre que los altos funcionarios en los reinos de oriente eran castrados[1] llegó a utilizarse el término eunuco para designar a todos los funcionarios. Así por ejemplo en Jer 34:19 el término hebreo syrIs’ es traducido como funcionario en griego, duna,sthj (LXX Jer 41:19, también por la RVA).
Sin embargo, en el caso de nuestro texto junto con la designación de eunuco, también aparece la designación de “alto funcionario”. Es decir, si para Lucas eunuco designa un alto funcionario, la mención de “alto funcionario” sería totalmente superflua. De hecho, quienes traducen eunuco por funcionario tienen que dejar duna,sthj sin traducción.[2] Entonces es claro que estamos no sólo ante un alto funcionario sino ante un eunuco.
Por otro lado, debemos mencionar que Tom Hanks ha mostrado como la palabra eunuco puede designar una variedad notable de situaciones que incluye:[3] personas nacidas en tal condición, personas castradas, célibes o que no se sentían atraídos por las mujeres etc.
Textos como Dt 23:1-2 directamente excluyen a los eunucos de la comunidad, aunque Isaías 56:3-5, muy cercana al texto que va leyendo el eunuco al encontrarse con Felipeadmite tanto al extranjero como al eunuco en la comunidad. En la misma línea, Mateo 19:12 muestra una visión también positiva sobre los eunucos.
5. El encuentro
Una vez conducido por “un ángel del Señor” al lado del carro en el que va el etíope eunuco, Felipe hace silencio, no se deja vencer por la ansiedad de ser enviado, escucha. Felipe lo escucha leer en voz alta al profeta Isaías. El eunuco va arriba del carro leyendo, Felipe, elegido para “servir la mesa” y luego en “servidor de la palabra”, va caminado a pie, a su lado, escuchando. Se da la oportunidad del diálogo, nótese como la primera parte del diálogo está basado en preguntas. Felipe, lo inicia (8:30). El eunuco no sólo acepta el diálogo sino que lo invita a subirse al carro (8:31).
Esta escena es más que interesante. El eunuco es excluido en un contexto religioso pero no lo es en el camino. Después de todo él va en un carro y Felipe va a pie. No es un gesto menor el del eunuco de invitarlo a subir. Felipe llegó a este encuentro conducido por “un ángel del Señor”, el eunuco no sabe por qué Felipe está ahí, sin embargo generosamente lo invita a subir. Si Felipe inicia el diálogo, el eunuco inicia una cierta comunión, rompe la distancia entre uno y otro, invitándolo a sentarse a su lado.
El narrador nos ha generado un cierto suspenso sobre el texto que iba leyendo. En el v. 30 nos señala que iba leyendo el profeta Isaías pero nada más. Quien haya leído la obra de Lucas habrá notado que los cap. 40-66 son de los más citados en su obra. Probablemente uno/a como lector/a, podría pensar en el texto referente a los eunucos que mencionamos más arriba. Ahora sí nos enteramos que el texto referido es la porción de Isaías 53:7-8.
El eunuco quiere saber si se el profeta se refiere a sí mismo o a otro (v. 34). Felipe no explica el texto, al menos al narrador no le interesa contarnos eso. Felipe usa este texto como punto de partida para anunciarle la buena nueva de Jesús (v. 35).
No tenemos precisiones sobre el contenido de la “buena nueva” que Felipe le anuncia al Eunuco. Podríamos preguntarnos ¿Qué significaría la buena nueva para esta persona doblemente excluida? Además de la vida, muerte y resurrección de Jesús, no puedo imaginarme otra cosa que el anuncio que su condición de extranjero y sobre todo eunuco, no son un obstáculo, un impedimento para ser parte de la comunidad cristiana.
Sabemos sí que el bautismo aparece como uno de los elementos anunciado por Felipe pues ni bien vieron agua, el eunuco pide ser bautizado. Imaginémonos por un instante a Felipe ante este pedido. Lejos, muy lejos quedaron los apóstoles. El está allí, conducido por “un ángel del Señor” Es cierto que se convirtió en servidor de la palabra pero bautizar a un extranjero y eunuco ya es otro paso, es más, es un salto. Sin embargo, quien lo puso en esa situación es Dios mismo, primero a través de un ángel después el Espíritu”. ¿No será este acaso más que los apóstoles?
Bautizado ya el eunuco, que siguió siendo eunuco (v. 39), continuó su camino gozoso. El Espíritu Santo arrebató a Felipe y lo devuelve a Azoto.
[1] Heródoto en su libro VIII, 105 sobre las guerras persas dice: “pues sabido es que entre los bárbaros se aprecian en más los eunucos que los que no lo son, por la total confianza que puede haber en ellos.”
[2] Por una discussion al respect over Scott Shauf, “Locating the Eunuch: Characterization and Narrative Context in Acts 8:26-40”, CBQ 71, 2009, p. 764 y la bibliografía allí mencionada
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...
Debe estar conectado para enviar un comentario.