LOS MUSULMANES «TEMEN» POR EL PAPA FRANCISCO.


Musulmanes «temen» por el papa Francisco

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«Apreciamos su apertura, pero su postura no es compartida por algunos sectores católicos», señalaron en Roma, al ser saludados por el papa.
por MDZ, Mundo4 de Diciembre de 2013 | 19:201 opinión
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El mundo musulmán «teme» por las ilusiones y esperanzas generadas por Francisco. Así lo afirma Foad Aodi,presidente de las comunidades árabes en Italia, quien en un coloquio organizado para hablar de las perspectivas de paz en Oriente Próximo y el papel en las mismas del nuevo pontificado, incidió en la «oposición interna» a los planes renovadores de Bergoglio, según informa Religión Digital.»Apreciamos la apertura y la disposición al diálogo con el mundo musulmán del Papa Francisco, pero tememos que su postura no sea compartida por los sectores de poder en la Curia y algunos grupos católicos», señaló Aodi, quien subrayó la esperanza del «papa que vino del fin del mundo».

«No me refiero a los peligros físicos, intoxicaciones o algo así, sino al riesgo político», explicó Aodi. » En muchos sectores – agregó – hay indicios de que la voluntad de Francisco a marcar el comienzo de una nueva fase en las relaciones con otras religiones y con el mundo árabe y musulmán no es compartida por algunas filas del catolicismo».

El peligro, desde la óptica islámica, está en que Francisco sufra el «síndrome Obama», al estilo del presidente de EE.UU que al comienzo de su mandato optó claramente con el diálogo con el mundo musulmán, y finalmente no cumplió las expectativas.

«Esperamos que su voz pueda ser escuchada incluso por los israelíes», deseó el embajador adjunto de la Liga Árabe en Roma, el tunecino Zouari Zouheir.
Por su parte, el embajador palestino, Mohammed Abdellatif Rebhi, recalcó que espera que el «coraje, la humanidad y el compromiso de Francisco pueden ayudar a encontrar una solución negociada para poner fin a la ocupación por Israel de los territorios palestinos y el nacimiento de un Estado palestino dentro de las fronteras de 1967».

Todo esto sucede la misma semana en que el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, ha invitado a Francisco a visitar Tierra Santa, un viaje que podría tener lugar en mayo próximo.

Novia de Paul Walker está destrozada tras muerte de su amor


Jasmine Pilchard-Gosnell era la novia del actor desde el 2006.

Jamine era la novia de Paul desde 2006 Foto: divulgación/ ideal.es
Jamine era la novia de Paul desde 2006
Foto: divulgación/ ideal.es

La novia de Paul Walker tiene recién 23 años y ya debe sufrir una pérdida terrible. Jasmine Pilchard-Gosnell, aún no ha asimilado la noticia de la muerte de Paul. Uno de sus tíos ha asegurado a Hollywoodlife que “esta es una noticia terrible e inesperada. Paul era un buen tipo y Jasmine está destrozada por todo esto”.

El fallecimiento de Paul Walker ha afectado a todo Hollywood y a miles de seguidores del actor. Por supuesto que ha dañado en un mayor grado a su novia Jasmine, con quien mantuvo una relación desde el año 2006.

ver más

Por su parte, los fans de Paul Walker le lloran y han erigido un monumento improvisado en un lugar cercano en el que perdió la vida cuando el Porsche en el que viajaba él y un amigo se estrelló contra un poste de luz, provocando el aparatoso incendio por el que los cuerpos de ambos quedaron totalmente carbonizados.

Paul Walker: fotos de su muerte, despedidas y más


Paul Walker perdió la vida el pasado 30 de noviembre tras un accidente automovilístico. La sorpresiva muerte ha entristecido a todos sus seguidores, familiares y amigos.
"Amante de la naturaleza, adicto al océano y yonqui de la adrenalina", señala la bio del perfil de Paul Walker en su cuenta de Twitter @RealPaulWalker. Foto: Getty Images
«Amante de la naturaleza, adicto al océano y yonqui de la adrenalina», señala la bio del perfil de Paul Walker en su cuenta de Twitter @RealPaulWalker.
Foto: Getty Images

La muerte de Paul Walker y de su compañero y amigo Roger Rodas tras un accidente automovilístico sorprendió a todos. Muchos califican de irónica la manera en que fallecieron y lamentan el hecho de que el actor ya no esté presente.

 

«Yo más que actor, soy un adicto a la adrenalina», dijo alguna vez el actor que se convirtió en uno de los protagonistas de la saga de ‘Rápidos y Furiosos’ junto a Vin Diesel. Quizás no sabía la dimensión de sus palabras. (Hija de Paul Walker escribe conmovedora carta a su padre)

 

Fans lloran a Paul Walker, ídolo de 'Rápido y Furioso'Haz clic para ver el video en Terra TV
Fans lloran a Paul Walker, ídolo de ‘Rápido y Furioso’

Varios de sus compañeros de rodaje en la franquicia no pueden creer lo que sucedió. Algunos dicen que se debió a fallas mecánicas del vehículo Porsche Carrera GT color rojo que terminó estrellándose con un poste y un árbol y posteriormente encendió en llamas.

 

Walker preparaba el estreno para mediados de diciembre de la película ‘Hours’ (ver tráiler) y continuaría siendo parte de las películas de ‘Rápido y Furioso’. (Sin Paul Walker, ¿qué pasará con ‘Rápidos y Furiosos’?)

 

El día de su accidente, el actor se encontraba dando pruebas de manejo a favor de las víctimas del tifón de Filipinas.

 

 

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Paul Walker murió durante una carrera de exhibición en el evento Reach Out Worldwide que recogía fondos para las víctimas del tifón Haiyan en Filipinas. Esta fue la última imagen de Walker, justo antes de subirse al Porsche GT donde perdería la vida.
Foto: Reproducción/25Media

 

Un repaso a las películas de Paul Walker

 

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‘Rápidos y Furiosos 6’. Paul Walker se consagró en Hollywood gracias a su personaje de Brian O’Conner en la saga de autos y carreras ilegales. Para la última entrega el personaje introdujo a su hijo, Jack. Aún no se sabe qué pasará con el futuro de ‘Rápidos y Furiosos 7’.
Foto: Reproducción/Collider

 

Paul Walker y más actores que han muerto en accidentes de auto

 

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Paul Walker murió la tarde de este sábado 30 de noviembre cuando acompañaba a su amigo Roger Rodas en una carrera de beneficencia a bordo de un Porsche GT. Walker fue la cara visible de la saga ‘Rápido y Furioso’ y su muerte ha devastado a Hollywood.
Foto: Reproducción/RevistaGQ

 
Mira las mejores fotos de los actores y el mundo cinematográfico aquí

 

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Grupo de Oklahoma City está generando conciencia sobre necesidad de una Reforma Migratoria


PORTADA » Locales OKC » Grupo de Oklahoma City está generando conciencia…

 

 

 

Fuente: Nuestra Comunidad   Locales OKC   2013-12-04

Los representantes de la sección de Oklahoma City, junto con dos sacerdotes católicos, hablaron al respecto el pasado viernes 22 de noviembre en una conferencia de prensa en la Iglesia Católica Holy Angels en Blackwelder. El Rev. Michael Chapman, pastor de Holy Angels, dijo que se sintió emocionado cuando los miembros del grupo, que se hacen llamar “ Dreamers “ (soñadores), le preguntaron si su iglesia podía ser el sitio de acogida para la iniciativa de la reforma migratoria. “Es el momento de decir algo sobre la inmigración “, dijo el reverendo Chapman, y señaló que el tema de la reforma migratoria es de vital importancia para su parroquia predominantemente hispana. Huerta, de 23 años, dijo que junto con el ayuno, “Hungry 4 Justice” implicará otras actividades, entre ellas un domingo de procesión en oración desde la catedral Our Lady hasta Holy Angels. Junto con ello, otras actividades incluyen reuniones de información sobre los derechos de los inmigrantes indocumentados y acerca de la Deferred Action for Childhood Arrivals (Acción Diferida para las Llegadas en la Infancia), informalmente llamada DAC. Además habrá un evento

destinado a que las familias compartan sus historias acerca de cómo la falta de una reforma migratoria integral les ha afectado.

Huerta y otra miembro del grupo, Jessica Vázquez, quienes son indocumentadas, dijeron que obtuvieron algunos derechos cuando se les clasificó para la Acción Diferida para la Llegadas en la Infancia. El programa federal les dio un respiro de dos años renovables, libres de deportación. Para calificar, los requisitos primordiales son: haber llegado a los EE.UU. antes de los 16 años y haber tenido menos de 31 años hasta el 15 de junio del 2012;

estar matriculados en la escuela; haberse graduado o haber servido en el ejército. Los candidatos no deben tener antecedentes penales. Los miembros del grupo que hablaron el viernes, todos de origen mexicano, dijeron que tienen la esperanza de una vida mejor gracias a la DACA pero ésta viene con incertidumbres, porque no es un camino a la ciudadanía permanente. Huerta y varios en el grupo se mostraron emotivos mientras hablaban acerca de sus padres, algunos de los cuales son indocumentados, y contaron cómo esto les ha impedido regresar a México para reunirse con otros miembros de la familia. Huerta, una graduada de la Universidad de Oklahoma City, dijo que los padres de los miembros del grupo tienen miedo de visitar su tierra natal, ya que podrían no ser capaces de volver a entrar en el EE.UU. Ella dijo que las familias desintegradas, son uno de los principales problemas que acosa a los inmigrantes indocumentados en los Estados Unidos. Los padres de Huerta la trajeron a los EE.UU. cuando ella tenía 2 años, y, como para la mayoría de los inmigrantes indocumentados, esto repercutió en una vida mejor para ellos y sus familias. Huerta dijo que tiene la esperanza de que los individuos en la comunidad de inmigrantes se sientan cómodos de participar en las actividades previstas para los próximos días . Fredy Valencia, de 28 años, quien co- fundó la sección de Dream Act Oklahoma en Oklahoma City con Huerta, estuvo de acuerdo. Él dijo que vino a Estados Unidos desde Guadalajara, México, con su familia cuando tenía 17 años y que no calificó para DACA, mientras que muchos de sus amigos lo hicieron. “Hay un punto en el que usted se siente lo suficientemente cómodo para compartir sus historias”, dijo. “Queremos ofrecer esa paz a la gente. “

El reverendo Tim Luschen, pastor de la Iglesia Católica St. Charles Borromeo, dijo que la iniciativa “Hungry 4 Justice” será un tiempo para la oración, el ayuno y la reflexión. Se pide a las personas que participan en la procesión y en la iniciativa en general, que oren por el grupo de ayunantes, por las familias fracturadas debido “al sistema de inmigración “ y por una reforma integral a ese sistema, agregó Luschen.

Puede visitar el sitio web oficial de Dream Act Oklahoma en http://www.dreamactok.org/, donde se invita a la comunidad de inmigrantes en Oklahoma a participar de la iniciativa, se ofrece orientación para inscribirse en el DACA, y se proporcionan enlaces de interés, incluyendo becas, fotografías y videos actualizados de los días de ayuno. Para mayor información sobre el DACA, el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos, ofrece guías a los interesados en el sitio http://www.uscis.gov/es/recursos/como-puedo/g-guias-como-puedo-para-acciondiferida- para-los-llegados-en-la-infancia o acceso directo al folleto detallado en http://www.uscis.gov/sites/default/files/USCIS-ES/Recursos/deferred-spanish.pdf

 

http://www.okspanishnews.com/index.php/en/noticia/imprimir/1286

El Vaticano niega a la ONU datos sobre casos de pederastia


Argumenta que los casos de abusos a menores son responsabilidad del sistema judicial de los países en que tuvieron lugar y no están bajo su control directo.
BBC MUNDO | DICIEMBRE 3 DE 2013

El Papa dijo tras su elección que combatir la pederastia es un asunto vital para la credibilidad de la Iglesia.

El Vaticano rehusó dar a Naciones Unidas la información solicitada sobre abusos sexuales a menores, perpetrados por religiosos.

La Santa Sede argumentó que esos casos de pederastia son responsabilidad del sistema judicial de los países en que tuvieron lugar y no están bajo su control directo.

La Sociedad Secular Nacional acusó al Vaticano de esconderse detrás de tecnicismos legales.

Cuando fue electo Papa en marzo, Francisco dijo que dar respuesta a los casos de pederastia dentro de la Iglesia es un asunto vital para su credibilidad.

Funcionarios del Vaticano serán interrogados el próximo mes de enero por un comité de la ONU experto en derechos de menores.

 

 

http://www.caracol.com.co/noticias/internacional/el-vaticano-niega-a-la-onu-datos-sobre-casos-de-pederastia/20131203/nota/2030006.aspx

MARÍA Y NOSOTROS LA IGLESIA: José Enrique Galarreta


Lc 1, 26-38

El evangelio de Lucas pertenece también al género «relato teológico». La pegunta que nos podemos hacer no es «¿qué pasó en el vientre de María?» ni mucho menos es cuestión de óvulos y espermatozoides, ni el mensaje se refiere a María sino a Jesus, para presentarlo, ya desde el principio como obra del Espíritu, lleno del Espíritu. Por tanto, este relato poco tiene que ver con la concepción de María.

Esta aplicación se ha hecho interpretando la frase «llena de gracia» que se interpreta como «completamente libre del pecado, incluso del pecado original». Esta interpretación es forzada, especialmente porque depende de la existencia del pecado original…

En consecuencia, la Inmaculada Concepción de María no tiene evidentemente fundamentosbíblicos. Se basa en la elaboración posterior de algunos teólogos.

Tanto el dogma de la Asunción como el de la Inmaculada Concepción como el de la maternidad divina de Maria son fruto de épocas en las cuales la Iglesia, los fieles y su jerarquía, pretenden ensalzar lo más posible a la madre de Jesús otorgándole toda clase de títulos, con mayor o menor fundamento en la Palabra de Dios.

De esa misma mentalidad provienen muchas imágenes de María ataviada como una reina terrenal, llena de joyas y oros, que excitan un fervor (dudosamente religioso) en muchas personas, así como la advocación a las diversas «vírgenes» locales, patronas de numerosas localidades, honradas en sus santuarios incluso por muchas personas que manifiestamente no tienen nada de seguidores de Jesús.

Este tipo de dogmas y devociones provienen escasa y lejanamente de La Buena Noticia y en consecuencia para muchos no son buenos instrumentos para acercarnos al seguimiento de Jesús. Respetándolos, pues, como merecen, me atrevo a ofrecer otra vía de devoción a María, por si a alguien le resulta útil.

Hubo un tiempo, y todavía perdura en la mente de muchos buenos cristianos y en la predicación de algunos (¿bastantes?) sacerdotes, en que el corazón de la Buena Noticia, «Abbá», había desaparecido. Se había vuelto atrás, al Dios terrible del AT, al que castiga severamente, al que manda a sus hijos al infierno, al Dios que da miedo.

La palabra «Padre», que en labios de Jesús significaba casi como «mamá», es decir, sentirse querido, confiar, había sido desplazada por la primera persona, todopoderosa y arcana, de la Trinidad. Hasta en la liturgia se notaba (se nota): la inmensa mayoría de las oraciones de la misa no se dirigen al Padre, a Abbá, sino al Dios Todopoderoso y Eterno. El pueblo cristiano se había quedado sin Abbá, sin madre.

Hasta el mismo Jesús se llegó a representar como un emperador terrible. No tienen más que mirar a los «Pantocrator» medievales. Un rey superpoderoso, sin un átomo de dulzura, sin un átomo de humanidad. Sólo distancia, ley, divinidad desencarnada, temor.

La Buena Noticia estaba en peligro. Pero el pueblo cristiano fue mucho más inteligente, mucho más cristiano que sus jefes y sus teólogos, y desplazó lo más cristiano de los atributos de Dios y de Jesús a la madre de Jesús, a María. Madre de misericordia, refugio de pecadores, consuelo de afligidos, auxilio de los cristianos…

Todo lo que es Abbá, todo lo que es Jesús, fue transferido a María. Y así se salvó lo esencial de la Buena Noticia de Jesús sobre Dios. Se había producido el milagro, la presencia del Espíritu en el pueblo de Dios. El pueblo cristiano, privado de Abbá, salvó su fe por María, la Madre.

La Madre no da miedo, porque no es Dios. Dios, y Jesús, daban miedo, porque se había retrocedido, ignorando la Buena Noticia: se había sustituido a Abbá, el papá en quien se puede confiar, que da seguridad y cariño, por el Señor Padre Todopoderoso, lejano y más bien temible; se había sustituido a Jesús de Nazaret, el que curaba porque era compasivo, el que era asequible y cercano a la gente normal, por el Verbo Encarnado, extraterrestre semejante, sólo semejante, a nosotros.

La gente se había quedado sin médico, sin padre, sin amparo. Y encontró a la Madre: refugio de pecadores, consuelo de afligidos… exactamente lo que significa Abbá.

Naturalmente, a María se le transfirieron también otros atributos divinos, para corroborar la fiabilidad de nuestra confianza: medianera de todas las gracias, sin pecado original, ‘asumpta’ al cielo, reina de todo lo creado… (hasta seguimos invocándola como «madre del Creador», sin que nadie que yo sepa haya reparado en la formidable contradicción de esos dos términos juntos).

No hay palabras ni sentimientos capaces de agradecer suficientemente a María, la madre de Jesús, la salvación de todo lo que más caracteriza a la religión de Jesús, a la Buena Noticia: sentirse querido, saber que alguien siempre te comprende, te perdona y te acoge, alguien a quien no temer, alguien que no lleva cuentas de mal, que lo olvida todo, que lo espera todo… Eso, que debería haber sido Dios/Abbá, fue para los cristianos la madre de Jesús, y con razón le ha llamado la Iglesia su madre, Madre de los cristianos.

Pero eso no fue todo, además, María nos ha ofrecido una enorme mejora en la imagen de Abbá. Le ha quitado para siempre su masculinidad patriarcal. Al dirigirnos a María como Madre, poniéndola en el lugar de Abbá, hemos iluminado a Abbá con luz maternal. Hemos entendido por qué en la Parábola del Hijo Pródigo no hay madre: porque no hace falta, porque el corazón del padre es maternal.

María, parábola de Dios. De ninguna manera renunciamos a la devoción, admiración, gratitud a María, la madre de Jesús, por la que pudo Jesús ser uno de nosotros. Ella es la que, a través de los siglos, ha sido la que nos ha llevado al Padre, a Abbá, ha sido la que ha engendrado en los cristianos el verdadero rostro de Abbá.

 

José Enrique Galarreta

 

 

http://feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/4398-maria-y-nosotros-la-iglesia.html

Hoy en Santa Marta: Francisco: «¡Jesús era un hombre alegre!». Video, audio y extracto de la homilía


Francisco reivindica la Iglesia de la alegría en la misa de Santa Marta

«No se puede pensar en una Iglesia sin alegría, sin anunciar el nombre de Jesús»

La Iglesia debe ser siempre alegre como Jesús. Lo afirmó el Papa Francisco en la Misa del martes en la Casa de Santa Marta. El Pontífice subrayó que la Iglesia está llamada a transmitir la alegría del Señor a sus hijos, una alegría que dona la verdadera paz.

Paz y alegría. El Papa Francisco desarrolló su homilía deteniéndose sobre este binomio. En la primera Lectura tomada del Libro de Isaías, observó, notamos el deseo de paz que todos albergamos. Una paz que, dice Isaías, nos llevará al Mesías. En el Evangelio, en cambio, “podemos percibir un poco el alma de Jesús, el corazón de Jesús: un corazón alegre”:

“Pensamos siempre en Jesús cuando predicaba, cuando sanaba, cuando caminaba, iba por las calles, también durante la Última Cena… Pero no estamos tan acostumbrados a pensar en Jesús sonriente, alegre. Jesús estaba lleno de alegría: lleno de alegría. En aquella intimidad con su Padre: ‘Exultó de alegría en el Espíritu Santo y alabó al Padre’. Es precisamente el misterio interno de Jesús, aquella relación con el Padre en el Espíritu. Es su alegría interna, su alegría interior que Él nos da”. 

“Y esta alegría – observó – es la verdadera paz: no es una paz estática, quieta, tranquila”. No, “la paz cristiana es una paz alegre, porque nuestro Señor es alegre”. Y, también, es alegre “cuando habla del Padre: ama tanto al Padre que no puede hablar del Padre sin alegría”. Nuestro Dios, recalcó, “es alegre”. Y Jesús “ha querido que su esposa, la Iglesia, también fuese alegre”:

“No se puede pensar en una Iglesia sin alegría y la alegría de la Iglesia es justamente eso: anunciar el nombre de Jesús. Decir: ‘Él es el Señor. Mi esposo es el Señor. Es Dios. Él nos salva, Él camina con nosotros. Y aquella es la alegría de la Iglesia, que en esta alegría de esposa se convierte en madre. Pablo VI decía: la alegría de la Iglesia es precisamente evangelizar, ir adelante y hablar de su Esposo. Y también transmitir esta alegría a los hijos que ella hace nacer, que ella hace crecer”. 

Y así, agregó, contemplamos que la paz de la que nos habla Isaías “es una paz que se mueve tanto, es una paz de alegría, una paz de alabanza”, una paz que podemos definir “ruidosa, en la alabanza, una paz fecunda en la maternidad de nuevos hijos”. Una paz, subrayó Francisco, “que viene justamente de la alegría de la alabanza a la Trinidad y de la evangelización, de ir a los pueblos a decir quién es Jesús”. “Paz y alegría”, ha resaltado el Pontífice. Y subrayó sobre aquello que dice Jesús, “una declaración dogmática”, cuando afirma: “Tú has decidido así, de revelarte no a los sabios sino a los pequeños”:

“También en las cosas tan serias, como ésta, Jesús es alegre, la Iglesia es alegre. Debe ser alegre. También en su viudez – porque la Iglesia tiene una parte de viuda que espera el regreso de su esposo – también en la viudez, la Iglesia es alegre en la esperanza. Que el Señor nos dé a todos esta alegría, esta alegría de Jesús, alabando al Padre en el Espíritu. Esta alegría de nuestra madre Iglesia en el evangelizar, en el anunciar a su Esposo”.

(Traducción del italiano: Raúl Cabrera- Radio Vaticano)

Escuchar audio aquí
Francisco en Santa Marta: “Hay que anunciar a Jesús con la sonrisa”
Francisco celebró su Misa en Casa Santa Marta acompañado por el llamado G8, o grupo de cardenales que le asesoran en el gobierno de la Iglesia.

En su homilía, el Papa dijo que los cristianos suelen imaginarse a Jesús predicando o curando, pero muy pocas veces lo ven como alguien sonriente. Afirmó que la Iglesia debe transmitir esta felicidad.

PAPA FRANCISCO
«No se puede pensar en una Iglesia sin alegría y la alegría de la Iglesia es exactamente esto: anunciar el nombre de Jesús. Decir: ‘Él es el Señor. Mi esposo es el Señor. Es Dios. Él nos salva, Él camina con nosotros’. Esta es la alegría de la Iglesia, que en esta alegría de esposa se convierte en madre. Pablo VI decía: ‘La alegría de la Iglesia es evangelizar”.

Francisco también habló de la Iglesia como una viuda que espera el retorno de su esposo, pero  que incluso en la espera, está llena de esperanza y paz.

EXTRACTO DE LA HOMILÍA
(Fuente, Radio Vaticana)
«Pensamos siempre en Jesús cuando predicaba, cuando sanaba, cuando caminaba, iba por las calles, también durante la Última Cena… Pero no estamos tan acostumbrados a pensar en Jesús sonriente, alegre. Jesús estaba lleno de alegría: lleno de alegría. En aquella intimidad con su Padre: ‘Exultó de alegría en el Espíritu Santo y alabó al Padre’. Es precisamente el misterio interno de Jesús, aquella relación con el Padre en el Espíritu. Es su alegría interna, su alegría interior que Él nos da”.

«No se puede pensar en una Iglesia sin alegría y la alegría de la Iglesia es justamente eso: anunciar el nombre de Jesús. Decir: ‘Él es el Señor. Mi esposo es el Señor. Es Dios. Él nos salva, Él camina con nosotros. Y aquella es la alegría de la Iglesia, que en esta alegría de esposa se convierte en madre. Pablo VI decía: la alegría de la Iglesia es precisamente evangelizar, ir adelante y hablar de su Esposo. Y también transmitir esta alegría a los hijos que ella hace nacer, que ella hace crecer”.

«También en las cosas tan serias, como ésta, Jesús es alegre, la Iglesia es alegre. Debe ser alegre. También en su viudez – porque la Iglesia tiene una parte de viuda que espera el regreso de su esposo – también en la viudez, la Iglesia es alegre en la esperanza. Que el Señor nos dé a todos esta alegría, esta alegría de Jesús, alabando al Padre en el Espíritu. Esta alegría de nuestra madre Iglesia en el evangelizar, en el anunciar a su Esposo”.

Ese Dios que tanto molesta


03/12/2013, Juan María Tellería

 

Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más (Is. 45, 22)

Allá por los años en que, en tanto que joven seminarista, iniciábamos nuestrosestudios teológicos —la penúltima década del siglo pasado, ni más ni menos—, uno de nuestros profesores afirmó de forma rotunda en clase que la idea de Dios resultaba sumamente molesta a los incrédulos por dos conceptos fundamentales: la creación del mundo y el juicio final. Para combatir la primera, proseguía, ateos como Darwin (!) habían “inventado” las teorías evolucionistas, que eliminaban a Dios de nuestros orígenes y nos reducían a los seres humanos a la categoría de meros “monos con un cerebro más desarrollado”; para hacer frente a la segunda, añadía, incrédulos como Bultmann (!) se habían “sacado de la manga” historias como la “desmitologización” de la Biblia, que hacían de las enseñanzas de las Escrituras un motivo de burla al reducirlas a la categoría de mitos, entendidos como “cuentos para niños”. En conclusión, pontificaba aquel profesor, la especie humana se liberaba de un Dios terrible que le exigía una vida moralmente íntegra y le pediría cuentas por sus pecados.

Obviando las evidentes exageraciones y distorsiones de tales asertos —pues ni Darwin era ateo ni Bultmann incrédulo, precisamente—, aquellas declaraciones cuasi-lapidarias venían a incidir en aquel tipo de apologética al uso en ciertos medios religiosos de finales del siglo XX, que aún se cultiva en algunos círculos restringidos del XXI, a lo que parece, pero que hoy por hoy se nos antoja completamente trasnochada, amén de pésimamente informada.

Sin embargo, la idea de que Dios resulta molesto no es algo pasado de moda o perteneciente a otra época. El Dios que habla a través de las páginas de la Santa Biblia sigue molestando, sigue perturbando la tranquilidad del ser humano; el problema es que hoy por hoy constatamos de continuo que ese incordio divino se genera precisamente, no tanto en “los de fuera” o “los del mundo” (¿por qué será que no me gusta nada esta última expresión?), sino en un buen número de personas que se dicen creyentes y que, en tanto que miembros de diferentes congregaciones y denominaciones, se consideran fieles seguidores del Evangelio de Cristo. Y dicho sea con toda franqueza, una situación tal da mucha lástima.

Venimos constatando desde hace ya bastantes años, tantos como tres décadasgrosso modo, que hay dos puntos esenciales de la enseñanza bíblica en los que muchos cristianos “hacen agua”, y no sólo a niveles teóricos o intelectuales, sino en su propia praxis vital y eclesiástica. No únicamente miembros de iglesia laicos, sino también pastores y predicadores profesionales.

El primero es lo que de forma genérica llamamos la Teología de la Gracia, es decir, la comprensión de las Escrituras enfocada y exclusivamente centrada toda ella en la obra suprema de Dios en Cristo, jamás en el propio ser humano, ya sea el Israel del Antiguo Testamento o la Iglesia del Nuevo. Esta manera de entender los escritos bíblicos, que no obedece al capricho de ciertos lectores o intérpretes actuales o de siglos pretéritos, sino que se cimenta en infinidad de declaraciones de los mismos textos y en el hilo conductor que atraviesa el canon desde el Génesis hasta el Apocalipsis, viene a hacer polvo literalmente cualquier pretensión humana de mérito alguno ante Dios. Es cierto que esta discusión suena a Reforma Protestante del siglo XVI, y que hoy en día a ningún supuesto creyente evangélico se le ocurriría pensar en adquirir indulgencias plenarias previo pago, pongamos por caso, o acudir en peregrinación a ningún santuario para obtener el perdón divino por sus pecados. Sin duda que así es. Pero también es demasiado evidente que son demasiados los creyentes actuales que colocan todo el peso de su salvación personal en sus propias decisiones o en su obediencia estricta a los mandatos divinos (o a lo que algunos “iluminados” y “líderes” van diciendo por ahí que son mandatos divinos, que ésta es otra), decisiones y obediencias en definitiva que con excesiva frecuencia no obedecen sino a estados emocionales muy concretos y hasta hábilmente manipulados por profesionales de la verborrea religiosa —me resisto con todas mis fuerzas a llamarlos ministros de la Palabra, que es algo sagrado—, y que en cualquier caso hacen del ser humano el centro indiscutible de todo, destronando y desplazando a Cristo. El Dios de la Biblia que toma la iniciativa de la Redención del hombre y que elige, llama, dirige la vida de sus hijos, los salva y los santifica porque así lo quiere, es decir, por pura misericordia, molesta a quienes, consciente o inconscientemente, se creen demasiado buenos o piensan ser mejores que el resto porque han sabido responder positivamente a los llamados divinos, o porque han tomado la buena decisión cuando correspondía. Hemos constatado de forma directa que son demasiados los creyentes ofendidos (a veces con notoria agresividad) por la idea de que es Dios quien decide redimir y salvar, no ellos mismos; de que es Dios quien da el primer paso, no ellos; de que es Dios quien concede sus dones por puro amor, no porque ellos los merezcan; de que Dios abre sus puertas a todos y derrama bendición sobre todos, no sólo sobre los obedientes; y de que finalmente Dios recibe en su presencia a muchos que más de uno rechazaríamos. La Teología de la Gracia nos hace añicos, literalmente. Nos muestra quiénes y qué somos en realidad, o sea, nuestra total dependencia del Dios revelado en Cristo. Este Dios molesta.

El segundo es el compromiso que nos exige el Reino de Dios inaugurado por Jesús. Hablar de compromiso hoy en muchos ambientes cristianos tiene una amplia gama de significados, un variado espectro semántico: se entiende por él desde la asistencia regular a los cultos dominicales o a las reuniones de entre semana hasta la participación en ciertas actividades de la congregación, sean sociales internas, solidarias, evangelizadoras, testimoniales, pasando por la contribución generosa en las ofrendas de la iglesia y tantas otras cosas de igual calibre. Y nadie tiene nada que decir en contra. El cristiano, se supone, adquiere un compromiso con su congregación y es su deber (su privilegio suena mejor) hacerle frente. No cabe duda de que tales compromisos, si bien en ocasiones puedan resultar gravosos en tiempo y en dinero, a la larga o a la corta generan en el creyente un cierto grado de satisfacción nada desdeñable: es muy positivo poder colaborar en las actividades de la iglesia y hasta resulta educativo frente a los propios hijos o los demás niños y jóvenes de la congregación respectiva. Pero nos referimos a otra clase de compromiso que no anula nada de lo dicho, por cierto, pero es un tanto diferente. El Reino inaugurado por Jesús, según leemos en los Evangelios, no se limita a las parroquias o congregaciones locales. Su proclamación, que va más allá de lo que entendemos por “testimonio” o por “evangelización”, implica una denuncia abierta de las injusticias sociales y de quienes las provocan. No basta con organizar repartos de comida o de ropa entre los menos favorecidos; no es suficiente con participar en campañas para que niños de familias depauperadas tengan regalos o juguetes en Navidad. Todo esto está muy bien y es necesario que se haga, naturalmente, pero Dios exige de su pueblo algo más: una protesta firme y una denuncia sin paliativos —profética en el más puro sentido de la palabra— de todo aquello y de todos aquéllos que mantienen a las gentes en la pobreza y en la ignorancia. La redención de Cristo no sólo implica la expiación de los pecados de la humanidad; también conlleva una re-dignificación de la persona, una revaloración de los seres humanos, creados todos ellos sin excepción a la imagen y semejanza del Creador, y quienes viven en este mundo deben saberlo. Dios quiere que seamos nosotros quienes proclamemos estas cosas. Para algo nos ha elegido en Cristo por pura Gracia y nos ha puesto en esta tierra como un pueblo sacerdotal. No basta con participar en labores de las que llamamos sociales, muchas de las cuales se efectúan (¿y por qué no?) con ayudas de fondos públicos. Hay que levantar la voz alto y claro denunciando la injusticia, la corrupción, la podredumbre de quienes ejerciendo el poder de forma indigna y amparándose en siglas políticas de todos los tamaños y colores (y siempre engañosas) aplastan a los pueblos y deshonran así a todo el género humano. Dios quiere que ejerzamos este ministerio. Por eso molesta. Molesta y mucho a quienes se conforman con creer que somos un pueblo aparte —“pequeñito y muy feliz”, se cantaba hace años—, impermeable a las influencias de este mundo (?) y debemos vivir separados de todo y de todos preparándonos para un apocalipsis devastador que tendrá lugar en un futuro más o menos lejano.

La realidad es tan distinta…

Dios molesta. Molesta a los incrédulos y a los ateos, naturalmente (no a los pobres Darwin y Bultmann, que quede claro). Pero también molesta a muchos cristianos de profesión y de profesión cristiana. La Gracia molesta porque no nos permite creernos más de lo que somos. El compromiso del Reino molesta porque nos enfrenta a realidades incómodas.

Ojalá siga molestándonos hasta el fin de los tiempos.

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Juan María Tellería

El pastor Juan María Tellería Larrañaga es en la actualidad profesor y decano del CEIBI (Centro de Investigaciones Bíblicas),Centro Superior de Teología Protestante.

 

 

http://www.lupaprotestante.com/lp/

¿Cómo afecta a la Iglesia Católica?


Publicado el 04 de diciembre 2013 por Romero

| Por el Padre. Eric Hodgens | 02 de diciembre 2013 | Catholica |

Aquí está la introducción de Bryan Coyne a este artículo que apareció ayer en Catholica:

«Es la gran pregunta del momento:» ¿Se puede salvar a la Iglesia Católica «- o estamos presenciando su decadencia como las antiguas religiones de los egipcios, los incas y los mayas?. En poco tiempo todo lo que quedará es la arena para los arqueólogos para tamizar a través de tratar de averiguar lo que creíamos? Nuestra serie actual de las conversaciones de vídeo en Catholica es esencialmente tratando de responder a la misma pregunta. Dr. Hans Küng lanzó recientemente un libro con el título que el P. Eric Hodgens ha prestado para su comentario hoy. ¿Puede el Papa Francis «salvar el día» o «salvar a la Iglesia» o se las fuerzas masivas dentro de la institución que se oponen a cualquier cambio en definitiva derrotarlo? P. Hodgens mira a este tipo de preguntas a través de los ojos de la cohorte de sacerdotes ordenados entre aproximadamente 1950 y 1972 – antes de que la Iglesia se fue contratar al estilo JPII de sacerdotes que fueron desplazadas por los que sería «salvar todo y de todos».

Fue el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos. Dickens entienden el dilema. Y lo mismo ocurre con esa cohorte de sacerdotes ordenados entre 1950 y 1975. Ellos fueron ordenados clérigos pero terminaron anticlerical. Ellos fueron ordenados siervos de la doctrina y la ley, pero pronto se transformaron en verdaderos pastores. Ellos disciernen el núcleo del Evangelio que predicaban en el lenguaje cotidiano, no hablan de la iglesia.Aprendieron rápidamente que el sábado fue hecho para el hombre y que la ley ha sido nuestro siervo. Ellos aprendieron a amar a sus ovejas peculiares, entendieron que la vida era desordenada, les habló con significado, caminaron con ellos a través del laberinto de la vida y celebran con ellos pico formación en el seminario events.Their sus vidas no les había ayudado mucho. La mayoría fue en los niños, y salieron como los niños. La curva de aprendizaje rápida era sacerdotes jóvenes. Ellos aprenden en el trabajo de sus mayores, los compañeros y la experiencia. Sin preparación, que, sin embargo, llegaron a un acuerdo con el celibato superpuesta una manera u otra.

Fue el Concilio Vaticano II, que hizo la diferencia. Liturgia se convirtió en una celebración viva y no un misterio-rite horrible. Homilías aplicar el Evangelio del amor, la inclusión, la misericordia y el perdón de la vida de hoy. El pueblo, no de la jerarquía, eran «la Iglesia». El sacerdote era ahora el director de la orquesta, no el artista en solitario. Padre se hizo Tom, Dick o Harry para sus feligreses. Como el dominio clerical dio paso a un liderazgo de servicio, el cuello romano se convirtió en la vestimenta de la ocasión formal. Los laicos también se entusiasmó. Se convirtieron en más energía y los involucrados. Se unieron en la liturgia renovada y la vida pastoral de la parroquia. Muchos lo hicieron de formación pastoral y estudios en la Escritura y de la teología. Las escuelas católicas crecieron en número, calidad y apoyo. No es de extrañar que los cuestionarios personales siempre muestran esta cohorte de haber tenido alta satisfacción laboral. Fue el mejor de los tiempos. Pero era todo de color de rosa? En realidad no.

Poner freno a la del Vaticano II …

Pablo VI comenzó a poner freno a la del Vaticano II. Las 200 personas negativas en el Consejo todavía tenían poder en la Curia romana. Tenían la oreja. Ellos sabían que la forma más efectiva de mantener el poder era a través del nombramiento de obispos afines. Pablo hizo un ejemplo de los obispos holandeses mediante el nombramiento de los hombres anti-conciliares al holandés ve como llegaron a ser vacante. Luego, en 1968 Humanae Vitae mostró al mundo la nueva dirección de Roma estaba tomando. La Iglesia se dividió en reformistas  y  restauradores . La Restauración de invierno de Juan Pablo II y Benedicto XVI se inició en 1978. Duró 35 años. 35 años de nombramiento de obispos y cardenales con RoHS-Roma. 35 años de la ideología romana y las normas que los sacerdotes y los laicos en general o bien no entienden o no estaban de acuerdo con. Los  reformadores  fueron el grupo más grande, pero los  restauradores  tenían el poder. Esta cohorte de sacerdotes había experimentado el ciclo completo – los años 60 del despertar, los 70 emocionantes, los 80 sospechosos, de los años 90 y ahora los deprimentes noughties implosión. Se convirtió en el peor de los tiempos.

La Iglesia de base estaba en problemas. La asistencia a misa cayó; afiliación debilitado. Las luchas doctrinales ideológicas no eran de interés para el feligrés promedio. Lo que Roma estaba diciendo no hablaba de un Dios que reconocían. Y las reglas que preocupan a Roma parecían irreales. Las mujeres tenían que ser tratados como iguales a los hombres. El divorcio es una realidad importante en la cultura de hoy. Sexo ahora estaba liberando – y liberado de la vergüenza vergonzoso del pasado. FIV era ahora una posibilidad positiva. El celibato parecía una resaca extraña del pasado. Un porcentaje significativo de la población era homosexual – un hecho que la sociedad y la Iglesia deben aceptar y tratar.

Mientras que la jerarquía demonizado este nuevo conocimiento como el secularismo y el relativismo muchos sacerdotes se vieron a pensar como su laicado. Como obispos se pintaron en una esquina romana se convirtieron en aún menos relevante. Muchos sacerdotes les encontraron una vergüenza, no podían respetarlos y en silencio siguieron su propio camino. La vida era todavía pastoralmente gratificante y emocionalmente satisfactoria en la parroquia. Simplemente ignorar la oficina central. Pero se podría ahorrar la Iglesia?

Un «Papa pastoral» inesperado … Inesperadamente tenemos un nuevo Papa. Su formación doctrinal es conservador pero su enfoque es pastoral. Él ve la ideología como una enfermedad – la ideología que había sido un pre-requisito para el ascenso bajo Juan Pablo y Benedicto. No le gusta obsesionarse con reglas. Él quiere conocer a la gente donde está y le pregunta «¿quién soy yo para juzgar». Él ha puesto en marcha una revisión de la curia – en primer lugar por su grupo de ocho cardenales – pero la planificación para ponerse en expertos externos también.

Él ha modelado un estilo de vida más simple y llamados a rendir cuentas al obispo Ratzinger-entrenado y promovido de Limburg para el gasto extravagante, no transparente. La red del viejo muchacho había vuelto a fracasar. Es Domus Australia después? Nadie sabe cuánto le costó. Tess Livingstone dice 35 millones de dólares, mientras que Paul Barry sugiere $ 85m +.

Siguiente Hans Küng publica la traducción en Inglés de su libro «¿Cómo afecta a la Iglesia Católica?» Él nombra la mayoría de los problemas. Al igual que el nuevo Papa, que ve la necesidad de una pastoral de las cuestiones de la contracepción, el divorcio, la sexualidad (incluyendo la homosexualidad), el aborto y la condición de la mujer. Él ve la necesidad de cita en el mérito, no en la red de viejos amigos. Restringir los nuevos movimientos ideológicos. Dar transparencia a las finanzas. Introducir el debido proceso. Eliminar toda la represión. Y en ese orden de ideas que cree que la Inquisición debe ser abolida, no reformado.

¿Podemos salvar a la Iglesia Católica? Sigue siendo una cuestión abierta. La cohorte de 1950-1975 todavía está esperando.

http://concernedcatholicsmt.org/can-we-save-the-catholic-church/

EVANGELII GAUDIUM. UNA LECTURA. POR JOSÉ ARREGI


 

Poco latín necesitas para traducir el título de la reciente Exhortación del papa Francisco sobre la evangelización: «El gozo del Evangelio». Y no es fácil decir más en menos: el Evangelio es gozo.

No dice que no pueda haber gozo sin Evangelio, sino que no puede haber Evangelio sin gozo. No dice que quien cree en el Evangelio no vaya a conocer la tristeza, sino que quien anuncia el Evangelio ha de procurar aliviar la tristeza en sí mismo y en los demás. No dice que baste sentirse contento sin luchar contra todo lo injusto, sino que a toda lucha sin gozo le falta corazón.

Es un texto lleno de aliento y frescura. Pero no ocultaré que no todo me gusta en él:

cuando afirma que «Jesús dio su sangre por nosotros» –para expiar nuestros pecados, se entiende– (n.178; cf. 128, 229, 274) (la verdad es que no se entiende, y ¿a quién le puede resultar hoy buena noticia, motivo de alegría?);

o cuando reivindica una mayor presencia de la mujer en la Iglesia, pero afirmando a la vez que «el sacerdocio reservado a los varones, como signo de Cristo Esposo que se entrega en la Eucaristía, es una cuestión que no se pone en discusión» (n.104) (es decir, mantiene el modelo clerical de Iglesia, el ‘sacerdocio’ y ¿puede una Iglesia clerical alegrar a las mujeres y a los hombres de hoy?);

o cuando habla de la defensa de los «niños por nacer», sin hacer distinción alguna entre el cigoto de un día y el feto de cuatro meses (nn.213-214) (lo cual contradice los datos de la ciencia, y ¿puede así la Iglesia aliviar la angustia de muchas madres o padres?). Perdura, pues, una teología tradicional.

Dicho eso, pienso que la teología no es lo esencial en esta verdadera Encíclica del papa Francisco en forma de Exhortación. La misericordia es lo único esencial. «La primacía de la gracia» (n.112) es lo que cuenta. Todo lo demás es superficial, ideas discutibles. Toda teología –tanto si es trasnochada como si está puesta al día– es discutible, transitoria y siempre penúltima.

La teología busca decir una palabra creíble sobre la fe que nos hace vivir, pero la palabra es siempre provisional y relativa, relativa al marco de credibilidad cultural de cada uno o de cada tiempo. La entraña de la vida es lo que importa, y la compasión es lo que mueve la vida y las entrañas. De eso habla este papa, y viene a decir que todo lo demás es secundario. ¡Gracias de nuevo, papa Francisco, por decirlo tan claro, por exhortarnos sin rodeos al corazón del Evangelio, el gozo de la bondad!

Leer es siempre interpretar, y más aún hacer una selección de frases de un texto cualquiera. Es lo que haré. Es mi lectura. Creo, sin embargo, que es una lectura acorde con la intención y el conjunto de esta Exhortación. También ella es, en realidad, una lectura selectiva de los textos del magisterio jerárquico precedente, como queda a la vista mirando cómo cita el Vaticano II o los documentos de los últimos papas. Sus citaciones revelan su intención de fondo, que no es atajar errores –como sucedía hasta el atosigamiento en los documentos de Juan Pablo II y Benedicto XVI–, sino animar a buscar juntos nuevas formas de decir y de vivir la alegría del Evangelio.

No cita para cerrar, sino para abrir. No cita para reafirmar la doctrina tradicional «segura», sino para invitar a renovar, a renovarse, a arriesgar. No alerta contra la innovación, sino contra el estancamiento en el pasado. No llama a repetir, sino a reinventar. Y no condena el mundo moderno, sino invita a acogerlo y escucharlo. No reclama obediencia, sino libertad solidaria, fraternidad evangélica. No insiste en los dogmas, sino en la «revolución de la ternura» (n.88). No denuncia la cultura actual, sino la economía financiera asesina. Y afirma que el gran peligro del mundo (y de los cristianos) es «la tristeza» (n.2), no la increencia. Vuelve el espíritu de la Constitución Gaudium et Spes del Vaticano II. Vuelve el aliento.

Evangelii gaudium. Dos palabras bastan, o incluso solo una: «Evangelio», pues Evangelio significa eso, «buena noticia» o simplemente alegría. Como dijeron los ángeles –que es como decir Dios, que es como decir el Corazón de la Realidad– a los pastores de Belén –que es como decir los más pobres o los más despreciados–: «No temáis, os anuncio una gran alegría que lo será para todo el pueblo» (Lc 2,10).

Bastaba, pues con pocas palabras, pero a este papa le ha dado por hablar, y lo hace muy bien; habla ex abundantia cordis, de lo que en su corazón abunda. Pero como creo, amigo lector/a, que no dispondrás del tiempo o la calma requerida para leer las 224 páginas de esta Exhortación, te ofrezco una selección en 5 páginas con las afirmaciones que considero más importantes. Y si quieres solo una frase, quédate con ésta: «Vive un deseo inagotable de brindar misericordia (…) y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo» (n.24).

 

José Arregi

 

Para orar

 

Madre María, tú que, movida por el Espíritu,

acogiste al Verbo de la vida

en la profundidad de tu humilde fe,

ayúdanos a decir nuestro «sí»

ante la urgencia, más imperiosa que nunca,

de hacer resonar la Buena Noticia de Jesús.

 

Danos la santa audacia de buscar nuevos caminos

para que llegue a todos el don de la belleza que no se apaga.

Estrella de la nueva evangelización,

ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión,

del servicio, de la fe ardiente y generosa,

de la justicia y el amor a los pobres,

para que la alegría del Evangelio

llegue hasta los confines de la tierra

y ninguna periferia se prive de su luz.

 

Madre del Evangelio viviente,

manantial de alegría para los pequeños,

ruega por nosotros.

Amén. Aleluya.

 

(Oración final de Evangelii Gaudium)

 

Una selección reordenada de Evangelii Gaudium
(por José Arregi)

 

NOTA: las cifras entre paréntesis indican los números de la Exhortación. Los títulos numerados son del autor de la selección.

 

1. Acoger el mundo de hoy con su evangelio

Él vive entre los ciudadanos promoviendo la solidaridad, la Fraternidad, el deseo de bien, de verdad, de justicia (71).

Llegan, a veces, a nuestros oídos, hiriéndolos, ciertas insinuaciones de algunas personas que, aun en su celo ardiente, carecen del sentido de la discreción y de la medida. Ellas no ven en los tiempos modernos sino prevaricación y ruina […] Nos parece justo disentir de tales profetas de calamidades, avezados a anunciar siempre infaustos acontecimientos, como si el fin de los tiempos estuviese inminente (Juan XXIII) (84).

Son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y voluntariado (106).

La Iglesia no evangeliza si no se deja continuamente evangelizar (174).

Es verdad que, en nuestra relación con el mundo, se nos invita a dar razón de nuestra esperanza, pero no como enemigos que señalan y condenan (271).

 

2. Abrirse a un Evangelio siempre nuevo

Jesucristo también puede romper los esquemas aburridos en los cuales pretendemos encerrarlo y nos sorprende con su constante creatividad divina. Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre nueva (11).

La Iglesia debe aceptar esa libertad inaferrable de la Palabra, que es eficaz a su manera, y de formas muy diversas que suelen superar nuestras previsiones y romper nuestros esquemas (22)

Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual más que para la auto-preservación (27).

La pastoral en clave de misión pretende abandonar el cómodo criterio pastoral del «siempre se ha hecho así». Invito a todos a ser audaces y creativos… Sin prohibiciones ni miedos (33).

Para eso, a veces estará delante para indicar el camino y cuidar la esperanza del pueblo, otras veces estará simplemente en medio de todos con su cercanía sencilla y misericordiosa, y en ocasiones deberá caminar detrás del pueblo para ayudar a los rezagados y, sobre todo, porque el rebaño mismo tiene su olfato para encontrar nuevos caminos (31).

Los enormes y veloces cambios culturales requieren que prestemos una constante atención para intentar expresar las verdades de siempre en un lenguaje que permita advertir su permanente novedad (…) somos fieles a una formulación, pero no entregamos la substancia. Ese es el riesgo más grave. Recordemos que «la expresión de la verdad puede ser multiforme, y la renovación de las formas de expresión se hace necesaria» (Juan Pablo II) (41).

No tengamos miedo de revisarlas (43) [las costumbres].

Se desarrolla la psicología de la tumba, que poco a poco convierte a los cristianos en momias de museo (83).

A veces el miedo nos paraliza demasiado. Si dejamos que las dudas y temores sofoquen toda audacia, es posible que, en lugar de ser creativos, simplemente nos quedemos cómodos y no provoquemos avance alguno (129).

 

3. Evangelio es salir, ser «Iglesia en salida»

Hoy, en este ‘id’ de Jesús, están presentes los escenarios y los desafíos siempre nuevos de la misión evangelizadora de la Iglesia, y todos somos llamados a esta nueva ‘salida’ misionera (…). Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio (20).

La Iglesia ‘en salida’ es una Iglesia con las puertas abiertas (46). Siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá (20).

A menudo nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas (47).

Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos.

Más que el temor a equivocarnos, espero que nos mueva el temor a encerrarnos en las estructuras que nos dan una falsa contención, en las normas que nos vuelven jueces implacables, en las costumbres donde nos sentimos tranquilos, mientras afuera hay una multitud hambrienta y Jesús nos repite sin cansarse: «¡Dadles vosotros de comer!» (Mc 6,37) (50).

 

4. El Evangelio requiere permanente reforma

El Concilio Vaticano II presentó la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí (26).

No se pueden llenar los seminarios con cualquier tipo de motivaciones, y menos si éstas se relacionan con inseguridades afectivas, búsquedas de formas de poder, glorias humanas o bienestar económico (107).

No nos quedemos anclados en la nostalgia de estructuras y costumbres que ya no son cauces de vida en el mundo actual (108).

También debo pensar en una conversión del papado. Me corresponde, como Obispo de Roma, estar abierto a las sugerencias que se orienten a un ejercicio de mi ministerio que lo vuelva más fiel al sentido que Jesucristo quiso darle y a las necesidades actuales de la evangelización (32).

No es conveniente que el Papa reemplace a los episcopados (16).

 

5. El Evangelio contra una economía que mata

Hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia que muere de frío un anciano en situación de calle y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa (53).

Algunos todavía defienden las teorías del ‘derrame’, que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante (54).

Mientras las ganancias de unos pocos crecen exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del bienestar de esa minoría feliz. Este desequilibrio proviene de ideologías que defienden la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera…

A todo ello se añade una corrupción ramificada y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales. El afán de poder y de tener no conoce límites: cualquier cosa que sea frágil, como el medio ambiente, queda indefensa ante los intereses del mercado divinizado, convertidos en regla absoluta (56).

«No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles la vida. No son nuestros los bienes que tenemos, sino suyos» (San Juan Crisóstomo) (57).

Os exhorto a la solidaridad desinteresada y a una vuelta de la economía y las finanzas a una ética a favor del ser humano (58).

Los planes asistenciales, que atienden ciertas urgencias, sólo deberían pensarse como respuestas pasajeras. Mientras no se resuelvan radicalmente los problemas de los pobres, renunciando a la autonomía absoluta de los mercados y de la especulación financiera y atacando las causas estructurales de la inequidad, no se resolverán los problemas del mundo y en definitiva ningún problema. La inequidad es raíz de los males sociales (202).

Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano invisible del mercado (204).

¡Ruego al Señor que nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo, la vida de los pobres! (205).

 

6. La injusticia es la raíz de la violencia

Hoy en muchas partes se reclama mayor seguridad. Pero hasta que no se reviertan la exclusión y la inequidad dentro de una sociedad y entre los distintos pueblos será imposible erradicar la violencia. … Cuando la sociedad –local, nacional o mundial– abandona en la periferia una parte de sí misma, no habrá programas políticos ni recursos policiales o de inteligencia que puedan asegurar indefinidamente la tranquilidad. Esto no sucede solamente porque la inequidad provoca la reacción violenta de los excluidos del sistema, sino porque el sistema social y económico es injusto en su raíz (59).

La inequidad genera tarde o temprano una violencia que las carreras armamentistas no resuelven ni resolverán jamás las armas y la represión violenta: más que aportar soluciones, crean nuevos y peores conflictos (60).

En muchos lugares del mundo, las ciudades son escenarios de protestas masivas donde miles de habitantes reclaman libertad, participación, justicia y diversas reivindicaciones que, si no son adecuadamente interpretadas, no podrán acallarse por la fuerza (74).

 

7. Los pobres, los primeros del evangelio

Los gozos más bellos y espontáneos que he visto en mis años de vida son los de personas muy pobres que tienen poco a qué aferrarse» (7).

A veces se trata de escuchar el clamor de pueblos enteros, de los pueblos más pobres de la tierra, porque «la paz se funda no sólo en el respeto de los derechos del hombre, sino también en el de los derechos de los pueblos» (Pontificio Consejo Justicia y Paz) (190).

Hay un signo que no debe faltar jamás: la opción por los últimos, por aquellos que la sociedad descarta y desecha (195).

Quiero una Iglesia pobre para los pobres. Ellos tienen mucho que enseñarnos (…). Es necesario que todos nos dejemos evangelizar por ellos. La nueva evangelización es una invitación a reconocer la fuerza salvífica de sus vidas y a ponerlos en el centro del camino de la Iglesia. Estamos llamados a descubrir a Cristo en ellos, a prestarles nuestra voz en sus causas (198).

 

8. El Evangelio no se encierra en la doctrina

Una pastoral en clave misionera no se obsesiona por la transmisión desarticulada de una multitud de doctrinas que se intenta imponer a fuerza de insistencia (35).

[Si se olvida el primado de la misericordia] no será propiamente el Evangelio lo que se anuncie, sino algunos acentos doctrinales o morales que proceden de determinadas opciones ideológicas. El mensaje correrá el riesgo de perder su frescura y dejará de tener «olor a Evangelio» (39).

Más que el ateísmo, hoy se nos plantea el desafío de responder adecuadamente a la sed de Dios de mucha gente, para que no busquen apagarla en propuestas alienantes o en un Jesucristo sin carne y sin compromiso con el otro. Si no encuentran en la Iglesia una espiritualidad que los sane, los libere, los llene de vida y de paz al mismo tiempo que los convoque a la comunión solidaria y a la fecundidad misionera, terminarán engañados por propuestas que no humanizan ni dan gloria a Dios (89).

Que todos puedan admirar cómo os cuidáis unos a otros, cómo os dais aliento mutuamente y cómo os acompañáis (99).

La Iglesia tiene que ser el lugar de la misericordia gratuita, donde todo el mundo pueda sentirse acogido, amado, perdonado y alentado a vivir según la vida buena del Evangelio (114).

La centralidad del kerygma [anuncio de la buena noticia] demanda ciertas características del anuncio que hoy son necesarias en todas partes: que exprese el amor salvífico de Dios previo a la obligación moral y religiosa, que no imponga la verdad y que apele a la libertad, que posea unas notas de alegría, estímulo, vitalidad, y una integralidad armoniosa que no reduzca la predicación a unas pocas doctrinas a veces más filosóficas que evangélicas (165).

Más que como expertos en diagnósticos apocalípticos u oscuros jueces que se ufanan en detectar todo peligro o desviación, es bueno que puedan vernos como alegres mensajeros de propuestas superadoras (168).

Pequeños pero fuertes en el amor de Dios, como san Francisco de Asís, todos los cristianos estamos llamados a cuidar la fragilidad del pueblo y del mundo en que vivimos (216).

Aun las personas que puedan ser cuestionadas por sus errores, tienen algo que aportar que no debe perderse (236).

Jesús quiere que toquemos la miseria humana, que toquemos la carne sufriente de los demás (270).

La fe es también creerle a Él, creer que es verdad que nos ama, que vive, que es capaz de intervenir misteriosamente, que no nos abandona, que saca bien del mal con su poder y con su infinita creatividad (278).

Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar con una ternura que nunca nos desilusiona y que siempre nos devuelve la alegría (3).

 

9. «Mundanidad espiritual» en nombre del Evangelio

Llama la atención que aun quienes aparentemente poseen sólidas convicciones doctrinales y espirituales suelen caer en un estilo de vida que los lleva a aferrarse a seguridades económicas, o a espacios de poder y de gloria humana que se procuran por cualquier medio, en lugar de dar la vida por los demás en la misión (80).

La mundanidad espiritual, que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana y el bienestar personal (93).

Se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico propio del pasado. Es una supuesta seguridad doctrinal o disciplinaria que da lugar a un elitismo narcisista y autoritario, donde en lugar de evangelizar lo que se hace es analizar y clasificar a los demás, y en lugar de facilitar el acceso a la gracia se gastan las energías en controlar (94).

En algunos hay un cuidado ostentoso de la liturgia, de la doctrina y del prestigio de la Iglesia, pero sin preocuparles que el Evangelio tenga una real inserción en el Pueblo fiel de Dios y en las necesidades concretas de la historia. Así, la vida de la Iglesia se convierte en una pieza de museo o en una posesión de pocos (95).

No nos preocupemos sólo por no caer en errores doctrinales, sino también por ser fieles a este camino luminoso de vida y de sabiduría. Porque «a los defensores de ‘la ortodoxia’ se dirige a veces el reproche de pasividad, de indulgencia o de complicidad culpables respecto a situaciones de injusticia intolerables y a los regímenes políticos que las mantienen» (Congregación para la Doctrina de la fe, 1984) (194).

 

10. A nueva cultura, nueva expresión del Evangelio

Una cultura inédita late y se elabora en la ciudad (73).

Se impone una evangelización que ilumine los nuevos modos de relación con Dios, con los otros y con el espacio, y que suscite los valores fundamentales. Es necesario llegar allí donde se gestan los nuevos relatos y paradigmas (74).

Un programa y un estilo uniforme e inflexible de evangelización no son aptos para esta realidad (75).

Se trata del encuentro entre la fe, la razón y las ciencias, que procura desarrollar un nuevo discurso de la credibilidad, una original apologética (…). La prédica cristiana, por tanto, encuentra en el corazón cultural del pueblo una fuente de agua viva para saber lo que tiene que decir y para encontrar el modo como tiene que decirlo (133).

Un predicador es un contemplativo de la Palabra y también un contemplativo del pueblo (154).

 

11. Un Evangelio en muchas culturas

Como podemos ver en la historia de la Iglesia, el cristianismo no tiene un único modo cultural (116).

No haría justicia a la lógica de la encarnación pensar en un cristianismo monocultural y monocorde. Si bien es verdad que algunas culturas han estado estrechamente ligadas a la predicación del Evangelio y al desarrollo de un pensamiento cristiano, el mensaje revelado no se identifica con ninguna de ellas y tiene un contenido transcultural. El mensaje que anunciamos siempre tiene algún ropaje cultural, pero a veces en la Iglesia caemos en la vanidosa sacralización de la propia cultura, con lo cual podemos mostrar más fanatismo que auténtico fervor evangelizador (117).

No podemos pretender que los pueblos de todos los continentes, al expresar la fe cristiana, imiten los modos que encontraron los pueblos europeos en un determinado momento de la historia, porque la fe no puede encerrarse dentro de los confines de la comprensión y de la expresión de una cultura (118).

No hay que pensar que el anuncio evangélico deba transmitirse siempre con determinadas fórmulas aprendidas, o con palabras precisas que expresen un contenido absolutamente invariable (129).

 

12. Evangelio es también diversidad

A quienes sueñan con una doctrina monolítica defendida por todos sin matices, esto puede parecerles una imperfecta dispersión. Pero la realidad es que esa variedad ayuda a que se manifiesten y desarrollen mejor los diversos aspectos de la inagotable riqueza del Evangelio (40).

Cuando somos nosotros quienes queremos construir la unidad con nuestros planes humanos, terminamos por imponer la uniformidad, la homologación. Esto no ayuda a la misión de la Iglesia (131).

 

13. Junto a otras Iglesias, religiones, convicciones

Tenemos que recordar siempre que somos peregrinos, y peregrinamos juntos (244).

La inmensa multitud que no ha acogido el anuncio de Jesucristo no puede dejarnos indiferentes. ¡Son tantas y tan valiosas las cosas que nos unen! Y si realmente creemos en la libre y generosa acción del Espíritu, ¡cuántas cosas podemos aprender unos de otros! A través de un intercambio de dones, el Espíritu puede llevarnos cada vez más a la verdad y al bien (246).

Una actitud de apertura en la verdad y en el amor debe caracterizar el diálogo con los creyentes de las religiones no cristianas, a pesar de los varios obstáculos y dificultades, particularmente los fundamentalismos de ambas partes. Este diálogo interreligioso es una condición necesaria para la paz en el mundo, y por lo tanto es un deber para los cristianos (250).

Los creyentes nos sentimos cerca también de quienes, no reconociéndose parte de alguna tradición religiosa, buscan sinceramente la verdad, la bondad y la belleza, que para nosotros tienen su máxima expresión y su fuente en Dios (257).

 

14. Nadie, ni el papa, tiene el monopolio del Evangelio

Tampoco creo que deba esperarse del magisterio papal una palabra definitiva o completa sobre todas las cuestiones (16).

Ni el Papa ni la Iglesia tienen el monopolio en la interpretación de la realidad social o en la propuesta de soluciones para los problemas contemporáneos. Puedo repetir aquí lo que lúcidamente indicaba Pablo VI: «Frente a situaciones tan diversas, nos es difícil pronunciar una palabra única, como también proponer una solución con valor universal» (184).

En el diálogo con el Estado y con la sociedad, la Iglesia no tiene soluciones para todas las cuestiones particulares (231).

 

 

http://feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/4400-evangelii-gaudium-una-lectura.html

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