Vladimir Luxuria, la primera transexual en el parlamento europeo


Por:  |

6:59 p.m. | 24 de Enero del 2014

 

Vladimir Luxuria

Vladimir Luxuria (der.), cuando lideraba una de las marchas del Orgullo Gay, en Roma, en el 2007.

Foto: Archivo particular

Como líder LGBTI, elogió las declaraciones del papa Francisco sobre la homosexualidad.

“No tengo pelos en la lengua. Total, los pelos en el cuerpo me los he quitado ya todos…” Así se presenta Vladimir Luxuria, artista, escritora, presentadora televisiva y primera transexual en ocupar un escaño en un parlamento europeo.

Protagonista en la lucha por los derechos de los homosexuales, las lesbianas, los bisexuales, transexuales e intersexuales (LGBTI) de Italia, Luxuria, cuyo nombre en el bautismo fue Wladimiro Guadagno, ha vivido ya muchas vidas a sus 48 años.

Recuerda primero sus inicios, en el seno de una familia humilde en Foggia, en la región sureña de Apulia, y su llegada a Roma, donde se licenció en lengua y literatura extranjera: “He sido vendimiadora, me he prostituido para poder pagar el alquiler, he sido profesora…”

Luego le llegaría un cierto reconocimiento gracias a sus espectáculos como directora artística de un centro cultural gay en la capital italiana.

Y, más tarde, alcanzaría la fama como militante LGBTI y por su entrada en el parlamento como diputada en las filas del partido Refundación Comunista. Mantuvo su escaño los dos años que duró la XV legislatura, de abril de 2006 a abril 2008, en la que gobernó Romano Prodi.

Desde entonces se ha volcado con la organización de diversos eventos culturales del mundo homosexual, así como a favor del reconocimiento de los derechos de estas personas por parte del Estado italiano, uno de los más conservadores en este sentido de Europa, pues no reconoce ni siquiera las uniones civiles entre personas del mismo sexo.

Paso a la fama

Luxuria también escribe. Su última obra se titula L’Italia migliore (La mejor Italia), una novela que aborda la realidad de los reality shows, una realidad que conoce bien después de vencer en la versión italiana del programa La isla de los famosos en su edición del 2008. Su triunfo, gracias al voto de los espectadores, supuso una gran sorpresa en Italia, por la poca aceptación social de la que suelen disfrutar los homosexuales.

Pocos creían que fuera a soportar el paso de las comodidades del Congreso de los Diputados a las penurias de una isla de Honduras, donde se celebró el concurso, pero ella aguantó las privaciones y hasta los comentarios homófobos de algunos contrincantes para hacerse con la victoria con un 56 por ciento de los votos. Atraído por el olor del éxito y por los más de 9 millones de espectadores que registró el programa, el entonces líder de Refundación Comunista, Paolo Ferrero, se apresuró a ofrecerle un puesto en las listas para las elecciones europeas de 2009.

Ella declinó la invitación, pues prefirió seguir poniendo su capacidad intelectual, frescura y simpatía a favor del colectivo LGBTI por medio de sus posteriores apariciones en televisión y sus luchas entre plumas de drag queen y días del Orgullo Gay.

Luxuria rechazó volver a entrar en política porque considera que esta actividad está por detrás de la sociedad italiana.

Homofobia de Estado

“Cuando me votaron para el parlamento o me eligieron en La isla de los famosos, –subraya– los ciudadanos demostraron que están por delante de una parte de la clase dirigente. Desgraciadamente en Roma algunos piensan que dos gays que se quieren no pueden ser una pareja normal reconocida por el Estado”.

Y se lamenta: “A la mayoría de los italianos les da igual votar a una persona que sea homosexual o heterosexual. Al principio puede haber un cierto interés por este tema, pero luego lo que importa es cómo respondes a sus problemas. La clase política, en cambio, no representa de verdad a los ciudadanos”.

Para Luxuria en Italia existe una “homofobia de Estado”, representada por todos aquellos dirigentes que dicen que la homosexualidad es una enfermedad que debe ser curada.

En este sentido son memorables las palabras de Silvio Berlusconi, quien al estallar el escándalo del caso ‘bunga bunga’ dijo que era mejor “ser un apasionado de las chicas guapas que ser gay”. Junto a esta “homofobia estatal” hay una “homofobia de la calle”, patente en los insultos y agresiones que este colectivo sufre habitualmente.

Fruto de este acoso son los tres suicidios de adolescentes gays que se han registrado en los últimos meses. Luxuria recuerda en particular una agresión que sufrió antes de las elecciones de 2006 durante un mitin, cuando un grupo de neofascistas le lanzó varios bulbos de hinojos. El nombre de esta planta en italiano, “finocchio”, se utiliza para referirse de forma despectiva a los homosexuales.

Retorno a la espiritualidad

La última batalla que está librando la también actriz es por su propia fe. La pasada semana le confesaba a EL TIEMPO que, debido al impacto interior que está teniendo en ella el papa Francisco, ha vuelto al catolicismo después de 15 años de profesar el budismo. “Con él se abre una nueva época, lo que ha terminado de convencerme para volver a la Iglesia, pese a todas sus contradicciones”, decía.

El budismo fue antes su tabla de salvación, lo que le permitió salir de una época oscura, marcada por las drogas. “Fue una decisión difícil. Una persona como yo no tenía espacio en la Iglesia católica. Yo tenía mucha fe, incluso fui monaguillo en mi parroquia de Foggia. Por desgracia, cuando confesé que me sentía una mujer me dijeron que estaba cometiendo un pecado y me obligaron a dejar los cursos de catequismo que daba. En ese momento decidí tomar las riendas de mi existencia y seguir la vocación: siempre sentí una fuerte espiritualidad, tenían la necesidad de tener fe y de rezar, por lo que me hice budista”, confesó a la revista Oggi.

Comunión desafiante

Los primeros indicios de que volvía al catolicismo los dio en el funeral del sacerdote genovés Andrea Gallo, conocido izquierdista y militante a favor de los derechos de los homosexuales.

En las exequias, oficiadas por el cardenal Angelo Bagnasco, arzobispo de Génova y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, Luxuria comulgó, lo que no hacía en los últimos 15 años.

“Miré a los ojos del cardenal, me reconoció y, sin vacilaciones, me dio la hostia. Es el comienzo de una apertura”, dijo entonces, levantando un gran estupor en la parte más conservadora de la sociedad italiana, que consideró su gesto un desafío, pues según la doctrina católica los homosexuales deben ser célibes si pretenden acceder a la comunión.

Luxuria, cómo no, también ha entablado batallas con su propio cuerpo.

Ella se considera una mujer nacida en un cuerpo de hombre, por lo que ha tratado de ir modelándose para sentirse más cómoda consigo misma. Lo ha hecho, eso sí, sin someterse a una operación de cambio de sexo, una alternativa que valoró de forma pública en 2009, pero que descartó finalmente.

“Tras un periodo en el que pensé seriamente en el cambio, al final me di cuenta de que también iba a ser capaz de amarme con esta duplicidad mía. Pensé que esta unión y no oposición de sexos es una peculiaridad, un enriquecimiento. Ese fue el resorte que saltó dentro de mí y que me hizo cambiar de idea”, reconoció en una entrevista con la revista Tutto, en la que se lamentó de que Italia se esté quedando “a años luz” respecto al resto de países europeos en el reconocimiento de derechos civiles a los homosexuales. (Vea acá: La vida del ‘Ángel’ que protege a las mujeres ‘trans’ en las cárceles de Colombia)

DARÍO MENOR
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
Roma

 

http://www.eltiempo.com/mundo/europa/ARTICULO-WEB-NEW_NOTA_INTERIOR-13407901.html

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.