«Las CEB nos sentimos reconocidas, valoradas, tomadas en cuenta»
Su primer contacto con las Comunidades Eclesiales de Base (CEB) fue a inicios de los años 70, cuando visitó la diócesis de Morelos, en México. Sin embargo, el viraje a concebir y poner en práctica otra manera de ser Iglesia, ocurrió en un encuentro de CEB en 1974 en Celaya, cerca de Guanajuato. «Regresé entusiasmada a contarle a mi comunidad y a los animadores de la CEB de Santa Cecilia, un barrio marginal de Guadalajara, todo lo que había vivido».
Así recuerda la Hna. Socorro Martínez sus primeros pasos en las CEB.
«Desde aquella primera parroquia [en Santa Cecilia], he prestado muchos servicios en las CEB y todos han sido de mucho aprendizaje», comenta la religiosa mexicana, quien actualmente hace parte del equipo de articulación continental de las CEB, a nivel de América Latina, el Caribe y la población latina de los Estados Unidos.
En diálogo con Noticelam, la Hna. Socorro comparte algunas perspectivas sobre el significado de las CEB en el aquí y ahora de la Nueva Evangelización.
Desde una mirada continental, ¿qué lugar ocupan las CEB en la Iglesia?
Si hablamos cuantitativamente las CEB en todo el continente son una expresión minoritaria, un porcentaje pequeño de la Iglesia. Cualitativamente son significativas, son un referente de vivencia evangélica, de compromiso social, de mártires por la justicia, de desarrollo humano, de apertura a lo diverso, de sujetos inquietos por un mundo diferente.
A pesar de tanta persecución, indiferencia, intentos de diluir su identidad siguen siendo un referente de esa Iglesia de Jesús, sencilla, samaritana, misionera, ministerial
¿Qué ha cambiado y qué permanece de las CEB de los inicios, en los años 70, y las actuales?
Permanece su inspiración y continuidad con las iglesias primitivas que nos narran los Hechos de los Apóstoles; la centralidad de la Palabra; su adhesión y seguimiento a Jesucristo; su referencia al Reino y nuestra responsabilidad de colaborar, con la ayuda del Espíritu, a vivir y anunciar el proyecto de Jesús; su ser comunitario, su ser samaritano, sencillo; el ser mayoritariamente formadas por pobres y para los pobres; el método ver-juzgar-actuar-evaluar-celebrar.
¿Qué ha cambiado? El contexto y por lo tanto los desafíos son otros: las nuevas pobrezas, un mundo más tecnológico, la violencia y la inseguridad, etc., que necesariamente implica discernir para saber por dónde y cómo ser comunidades fermento de Evangelio en su ambiente, hoy mayoritariamente en las ciudades. También constatamos un menor acompañamiento de la Vida Religiosa femenina por varios motivos, entre ellos la crisis por la que atraviesa. Por otra parte, las CEB siguen siendo el primer nivel de estructuración eclesial, pero se conciben en términos más amplios en su perspectiva profética y misionera, lo que modifica el actual concepto de parroquia que se tiene.
¿Cómo avanza el proceso de relanzamiento de las CEB en el Continente?
Después de Aparecida se habló y se realizó el relanzamiento de las CEB. Lo primero es que fortaleció la esperanza pues para opinar sobre las CEB no hay que olvidar su historia. Una línea insistente es la formación a través de muy diversos medios, uno de ellos la escuela virtual, para continuar formando animadores que estén convencidos y sean capaces de dar cuenta de su fe, de esta manera de vivir la Iglesia. Aunque el porcentaje de jóvenes es de un 8 a 10%, en las CEB hay un mayor protagonismo y participación de ellos.
Sigue haciendo falta apoyo de la jerarquía, especialmente de los párrocos que fueron ya formados en este neoliberalismo y que son acomodados poco pastorales y desconocen a las CEB. Habría que ver en cuántos seminarios se les forma para estar cercanos al pueblo pobre, a vivir otro modelo de Iglesia. Nos falta mayor dinamismo misionero para llegar a otros más pobres.
En el aspecto celebrativo las CEB han innovado mucho, pero falta más celebraciones que unan la fe y la vida, y la expresen de forma participada, incluyente y simbólica.
¿Qué fue lo más destacado del 13º Intereclesial de las CEB, que acaba de realizarse en Juazeiro do Norte?
El proceso de preparación hacia el 13º intereclesial, en 4 etapas, me pareció muy bueno. También destaco la combinación «justicia y profecía», que fue el tema del encuentro, en un contexto de fuerte religiosidad popular. En cuanto a los participantes, me llamó la atención el pueblo de Dios de las CEB reunido con sus diversos ministerios, entre ellos el de los obispos y presbíteros, de forma comunitaria, sencilla y fraterna, así como los laicos y laicas formados en las CEB, con ricas y diversas experiencias y capacidad para coordinar, orientar, argumentar, etc.
Después de la carta que el papa Francisco envió a las CEB, ¿qué compromisos emergen o qué convicciones se reafirman?
El mensaje carta del Papa tiene un profundo sentido simbólico. Las CEB nos sentimos reconocidas, valoradas, tomadas en cuenta. Hay quien ya ha hecho análisis del mensaje del Papa, pero para el pueblo de Dios en general me parece que lo que prevaleció no fueron las palabras sino el gesto. Que vale la pena seguir adelante, que es momento para reafirmar lo avanzado, para ser fieles a este modelo de Iglesia (no confundir con pequeñas comunidades) y para continuar avanzando y enfrentando el hoy en esta coyuntura eclesial y social.
ÓSCAR ELIZALDE PRADA
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