01 DE JUNIO/14 Vivimos en el mundo, pero somos llamados a estar separados del mundo.MENSAJES PARA NIÑAS/OS


Mensajes para niños
Sermón de la semana 
7to Domingo de Pascua, Año A
01 de junio 2014
Sermón de la semana
 Título: Estamos en el mundo, pero no somos del mundo

Tema: Vivimos en el mundo, pero somos llamados a estar separados del mundo.

Objetos: Una botella transparente con su tapa, agua, aceite vegetal y color vegetal (food coloring). Llenar una tercera parte (1/3) de la botella de agua y echarle color hasta que el agua sea visible fácilmente. Añadirle aceite vegetal hasta que la botella esté llena dos terceras partes (2/3). El aceite flotará en el agua, pero cuando se mueva vigorosamente la botella, el aceite y el agua aparentarán estar unidas, ser una. Si se deja quieto por un período de 30 segundos aproximadamente, se separarán nuevamente.

Escritura: «No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo» (Juan 17:16 y 18 NVI).

En esta botella tengo dos cosas. ¿Pueden adivinar que son? Agua con color y aceite. Cuando miramos la botella con aceite y agua, la primera cosa que notamos es que se mantienen separadas el agua y el aceite. Pero miren lo que sucede cuando agito la botella. (Agítela). El agua y el aceite parecinen ser uno, se unen.

Pero en realidad, ¿se habrán convertido una sola cosa el aceite y el agua? Dejemos esta botella aquí un ratito para ver que sucede. ¡Miren! ¡El agua y el aceite se han separado otra vez! Eso nos demuestra que aún cuando se habían mezclado al agitarse realmente nunca llegaron a ser una sola cosa.

Esta botella es una buena demostración de cómo Jesús desea que seamos en este mundo en el cual vivimos.

Antes de morir, Jesús oró por sus discípulos. Oró que mientras vivieran en este mundo, no fueran parte de él, (no fueran uno con él). Él deseaba que ellos le dieran al mundo de los dones que Él les había dado, como el agua le dio color al aceite, pero Jesús no deseaba que sus discípulos se «mancharan» con el mundo. Él quería que ellos se mantuvieran siendo la persona que Dios había hecho. Quería que supieran de su amor y compartieran ese amor con otros.

Esta oración es para nosotros también. Nosotros debemos vivir en este mundo, pero Jesús nos ha llamado a estar separados. Así como esta agua con color está separada del aceite, Jesús desea que estemos separados del mundo.

Querido Padre, ayúdanos, mientras vivimos en este mundo, a ser fiel a la llamado de estar separados del mundo. En el nombre de Jesús oramos.

Adaptado de un sermón del Rev. Richard J. Fairchild
Sermons & Sermon Lectionary Resources
Usado con permiso.

Páginas para colorear y actividades

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Enlaces a los sermones
Impresión amistosa:   «Estamos en el mundo, pero no somos del mundo»

 

Otro sermón basado en Juan 17:1-11: «Juntos como en uno»

 

Tenemos materiales para ayudarle con los niños

Tenemos un CD conteniendo estos materiales:

Tres años de sermones de Sermons4Kids
Páginas para colorear del Antiguo y Nuevo Testamento
Una serie de páginas para colorear de Graham Kennedy
Lecciones: La vida de Cristo de cada uno de los cuatro Evangelios
Canciones para la Escuela Bíblica de Niños
Catorce presentaciones de PowerPoint
Un año de lecciones del Antiguo Testamento (de Mission Arlington)

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Traducción de Zulma M. Corchado de Gavaldá
Derechos de autor Sermons4Kids, Inc.
Todos los derechos reservados.

El Papa en la tierra de «Israel»: una inmensa paradoja, un gran dolor


24.05.14 | 23:12.

Los cristianos no podemos rechazar nunca a Israel, porque es nuestro principio, el punto de partida de la fe cristiana. Jesús fue un yahvista radical, un hombre coherente, en la línea de la fe y de la esperanza de sus antepasados judíos.

Pero, al mismo tiempo, muchos nos sentimos muy confusos ante la forma que ha tomado en los últimos decenios la política de Israel. No es un “pecado ajeno”, no es culpa de otros. Esa actitud de Israel forma parte de nuestra propia identidad cristiana, es un valor y un riesgo de nuestra misma fe mesiánica.

En esa línea, con ocasión del viaje del Papa Francisco y de su presencia entre los varios grupos sociales y religiosos de Israel/Palestina y de su entorno quiero ofrecer unas reflexiones, en la línea de otras que he venido presentando en este blog.

Mis lectores y amigos saben lo que pienso. Aquí lo expongo de nuevo, de un modo unitario. Mañana ofreceré mi visión de la postura musulmana. Buen domingo a todos.

1 Pueblo particular, religión universal

El judaísmo es, al mismo tiempo, un pueblo particular (con su historia separada de la historia de los pueblos del entorno) y una religión universal, abierta a la globalización salvadora, es decir, a la unión pacífica de los pueblos dispersos y enfrentados.

Una vez que ha descubierto la transcendencia de Dios y ha entrevisto el valor de su acción en la historia, Israel no ha tenido posibilidad de retornar al mito de la naturaleza o de refugiarse en una interioridad segura, sino que ha debido asumir su tarea de abrir un duro y gozoso camino que lleva la reconciliación universal. Ésta ha sido su identidad: Como pueblo elegido (particular), guiado por el Dios del mundo y de la historia, Israel se ha sentido llamado a realizar una tarea universal de reconciliación.

En el camino de la historia, incapaz de retornar a la seguridad de un mundo concebido como eterno retorno, amenazado por los imperios del entorno y sintiendo siempre la dificultad de vincular sus ideales de realización mesiánica universal con la fría evidencia de los hechos, Israel ha mantenido dos certezas: su llamada particular (como pueblo elegido que tiene que cumplir una tarea propia) y su vocación universal (ser fermento de pacificación entre todos los pueblos). De esa forma se vinculan, en línea histórica, la elección concreta (Israel es un pueblo especial, elegido por Dios) y la tarea universal (abrir en el mundo un camino de salvación para todos los pueblos). Así lo han mostrado las diversas “confesiones de fe”, que destacan por un lado la elección particular de Israel y que, por otro, le abren hacia todos los pueblos.

La primera se estructura como narración histórica, que cuenta o describe la actuación de Dios a favor de su pueblo, en una línea de salvación abierta universal: «Yo soy Yahvé, tu Dios, que te he sacado de Egipto» (Ex 20, 2; Dt 5, 6; cf. Núm 24, 8; I Re 12, 28; Jer 2, 6; Dt 8, 14, etc.). Las palabras de fondo de este credo (Yahvé ha librado a Israel, sacándole de Egipto) constituyen el principio de identidad del pueblo israelita, pero en un camino abierto hacia el conjunto de los pueblo, tal como lo muestra el principio de su Biblia (Gen 1-11, con el comienzo de Gen 12, 1-3) . (1)

‒ Los judíos se sienten un pueblo particular, y en esa línea se atreven a decir que Dios mismo les ha escogido y separado: “Yo (Yahvé) seré vuestro Dios; y vosotros (israelitas) seréis mi pueblo” (cf. Dt 26, 16 19). Esta concentración sagrada ha definido y sigue definiendo su historia hasta el día de hoy. En ese trasfondo se vuelve transparente y cobra contenido la confesión pactual, cuyo recuerdo se conserva en Jos 24, 17 18 y Re 1, 18, 39, como ratifica el Shema (Escucha…), que ha determinado la espiritualidad del judaísmo: «Escucha, Israel, Yahvé, nuestro Dios, es solamente Uno. Amarás a Yahvé, tu Dios, con todo tu corazón… (Dt 6, 4 5) . (2)

‒ Al servicio de la humanidad. Pues bien, ese pueblo de Israel, cuyos componentes escuchan la voz de Dios y le responden cumpliendo su palabra (amándole), aparece se abre y despliega, desde su singularidad, como portador de una promesa universal de salvación (cf. Is 2, 2-4). De esa manera se han vinculado, de forma paradójica y poderosa, los dos momentos fundamentales del proyecto de globalización judía, un momento particular y otro universal.

Por una parte, Israel ha sido y sigue siendo uno de los pueblos más “particulares” y separados del mundo. Así decidió serlo no sólo ende su historia antigua (reflejada en la Biblia), sino especialmente a partir del renacimiento rabínico (siglo I-III d.C.), que ha marcado de un modo intenso la historia posterior del mundo occidental. Pero, al mismo tiempo, el judaísmo ha querido y quiere ser fermento de esperanza o globalización salvadora para todos los pueblos, siendo portador de una promesa de universalidad aún no cumplida (los hombres no pueden unirse por ahora, en forma igualitaria, gratuita y salvadora), pero han de hacerlo pronto, cuando Dios así lo decida . (3)

2. Judaísmo actual, gran paradoja.

A partir de las guerras romanas (67-70 y 132-135 d.C.), los judíos se han dispersado, extendiéndose a lo largo de la Edad Media y Moderna como nación “religiosa”, sin Estado propio, bajo el poder de reinos y de imperios. Como pueblo exilado y peregrino en medio de otros pueblos, como grupo de identidad religioso/nacional han pervivido a lo largo de los siglos, tanto en el sur (España, Francia, Italia) como en norte de Europa (Alemania, Polonia, Rusia), con el norte de África y Oriente Medio. Desde 1946, parte de la comunidad judía se ha restablecido políticamente en Palestina, formando el estado de Israel. Ellos siguen teniendo estos rasgos:

‒ Los judíos reinterpretan la herencia de Abrahán y Moisés en plano nacional. Ciertamente, saben que, según la tradición, el viejo patriarca tuvo otros hijos y quizá muchos árabes sean hijos suyos (en sentido biológico) y todos los musulmanes y cristianos se pueden llamar descendientes de Abrahán en sentido espiritual. Pero sólo ellos, los judíos, hijos de Israel/Jacob y de los “doce patriarcas”, siendo la nación elegida de Dios, quieren presentarse como portadores legítimos de la tradición abrahámica en el mundo. En ese aspecto, ellos se sienten ante todo un pueblo distinto y quieren serlo hasta el final de los tiempos.

‒ Los judíos reinterpretan el monoteísmo en línea transcendente y nacional, en paradoja que otros pueblos y religiones han entendido con dificultad. Por un lado, los judíos sostienen la diferencia de Dios a quien conciben como radicalmente distinto, de manera que todo intento de fijarle en algo (en idea, o símbolo) les parece idolatría., y así, como testigos de la diferencia de Dios se han mantenido siempre, criticando a los demás de un larvado o claro paganismo. Pero luego (al mismo tiempo) ellos sostienen que ese Dios transcendente se unido con ellos de una forma duradera y especial, suscitando así el recelo de otros pueblos.
‒ Los judíos han aplicado la Ley de una forma nacional, al menos en el tiempo presente, hasta que se revele Dios de una forma definitiva. Sin duda, ellos piensan que su Ley es también transcendente, existía en Dios desde el principio, como signo de su sabiduría y providencia. Pero esa Ley eterna, expresada de algún modo en su Escritura y Tradición se encarna de alguna forma en ellos, que así tienen una capacidad teológica especial: una penetración religiosa peculiar que les capacita para descubrir en su propia vida el misterio de Dios. Portadores y testigos de Dios en su propia carne, en su camino de pueblo histórico, eso son los judíos.

‒ Ellos cultivan un mesianismo nacional. Los cristianos han personalizado la esperanza en Jesús, a quien consideran Hijo de Dios, en gesto de apertura a todos los hombres de la tierra. Pues bien, los judíos han nacionalizado la esperanza, si es que se puede emplear este lenguaje: los más secularizados esperan de algún modo reconciliación final de la humanidad; los más religiosos hablan de una venida o manifestación salvadora de Dios. Pero todos, de un modo u otro, destacan la mediación judía: ellos mismos, como pueblo distinto y elegido, son los transmisores de la esperanza, los garantes de la reconciliación final entre los hombres.

‒ Desde aquí debe entenderse su misión testimonial. Estrictamente hablando, ellos no pretenden convertir a los demás pueblos en el tiempo de la historia; pero ellos deben mantener su identidad para ofrecer de esa manera un ejemplo de vida y una semilla de futuro para todos los pueblos. Esa tarea mesiánica les ha permitido vivir separados y unidos, como un pueblo particular, pero de cultura universal, con intereses religiosos pero también económicos, que han suscitado el recelo de muchos . (4)

Pues bien, estos judíos que han vivido diecinueve siglos sin tierra ni estado propio (del 70 al 1948 d.C.), siendo muchas veces perseguidos, especialmente en la shoa nazi (del 1939 al 1945), han conseguido crear (¿recrear?) su propio Estado particular en Palestina. En esta perspectiva, algunos que suelen llamarse sionistas creen que es preciso defender el estado de Israel, para que actúe como signo de esperanza y reconciliación humana en todo el mundo (especialmente en el oriente medio). Evidentemente, Palestina es para ellos un signo religioso, una tierra que el mismo Dios les ha ofrecido, de manera que ellos imponerse y defenderla por las armas, en un contexto de máxima violencia, creando así una nación de puros, separados y distintos . (5)

Así se expresa la gran paradoja israelita. Los judíos han sido por siglos un pueblo paria, en el sentido que Max Weber daba a ese término, al menos dentro de occidente. Pues bien, su su misma condición de grupo minoritario y sometido les había impulsado a desarrollar una inmensa labor económica y cultural, como germen de una deseada universalidad futura; en esa línea, ellos han alimentado muchos ideales de revolución social de globalización en los siglos XIX y XX. Pero a través del moderno Estado de Israel ellos corren el riesgo de alimentar un durísimo particularismo.

3. Monoteísmo y diferencia . (6)

Los israelitas han sido y siguen siendo, de algún modo, descubridores y testigos privilegiados de un monoteísmo universal (abierto a unidad pacífica de todos los pueblos), que ellos han formulado y mantenido de un modo contra fáctico: precisamente allí donde se había derrumbado su seguridad política y donde habían perdido su esperanza histórica (tras la derrota y exilio: tras el 586 a. C.), en contra de las apariencias adversas, ellos han descubierto y confesado que hay un sólo Dios, que dirige la historia de los hombres y que les ofrece precisamente a ellos (derrotados, exilados) la promesa de una reconciliación futura de la humanidad. No han encontrado a Dios en un camino de triunfo, ni como poder imperial, sino al contrario, en el centro de su impotencia, allí donde han perdido toda esperanza de vida en línea de sistema. Ellos, derrotados y exilados (en Egipto o Babilonia), saben que hay un Dios que es garante y portador de una promesa de vida universal.

Esa Presencia de Dios constituye para los derrotados de Israel una memoria e impulso de liberación que les permite mantenerse sobre (y contra) el sistema político-económico triunfante, que parece imponerse de manera inexorable sobre el mundo. Por encima de una estructura de poder opresor (globalización imperial), que los textos judíos presentan desde Dan 7 como «mundo de bestias», los derrotados de Israel se descubren llamados por Dios, elegidos entre las naciones, para cultivar y transmitir una experiencia superior de comunión en libertad entre todos los pueblos. Dios se les presenta así como principio superior de concordia universal . (7).

‒ Prueba de humanidad y germen de comunión universal. Los judíos han podido aparecer como piedra de tropiezo donde se mide la capacidad de acogida y comunicación, de diferencia y comunión de las naciones (estados) dominantes y de los grupos menores, de distintos o excluidos. De esa forma han sido y siguen siendo un test de humanidad, un banco de prueba donde otros, especialmente los cristianos, han podido medir su tolerancia o falta de tolerancia y su manera de entender o no entender su monoteísmo. Allí donde los cristianos, a veces en nombre de la misma iglesia (e incluso de Jesús), han perseguido a los judíos, ellos han mostrado que no creen en el Dios del evangelio. Éste ha sido uno de los contextos fundamentales en el que se ha planteado en Europa (y en el mundo) el tema de la tolerancia y de la intolerancia . (8)

‒ Riesgo de violencia, el Estado de Israel. Pues bien, a pesar de esa racionalidad y habiendo sido mártires del mayor nacionalismo violento de este siglo (shoa), los judíos se han convertido al final del siglo XX y comienzos del XXI en fuente de dura injusticia: han formado un Estado impositivo expulsando a cientos de miles de palestinos y lo mantienen de un modo violento, por la fuerza de las armas. De esa manera, el pueblo de la utopía mesiánica (que se presenta a sí mismo como germen de reconciliación final del conjunto de la humanidad) se ha convertido en amenaza concreta de guerra sobre el mundo. Oponiéndose a la propia dinámica de su historia, después de haber sufrido una atroz persecución (del 1939 al 1945), algunos judíos han optado por fundar y defender con violencia su estado militar en Palestina (1947), empleando y ampliando unas normas de talión: violencia contra violencia, persecución contra persecución. Sin duda, como un pueblo más, ellos han tenido y quizá tienen el “derecho” histórico de acudir a la violencia para crear su estado y defenderse. Pero al comportarse de esa forma ya no pueden ya apelar al Dios de su tradición de tolerancia creadora y de esperanza de reconciliación mesiánica de los hombres . (9).

Los judíos creyentes, que mantuvieron su fe tras exilio y persecución, fueron por siglos (y lo siguen siendo) testigos de Dios porque aceptan el martirio y esperan, en amor y no en resentimiento, la resurrección o culminación mesiánica, que Dios mismo les ofrece como gracia. Por eso custodian el testimonio de sus mártires y aguardan la justicia, que se elevará sobre la opresión e injusticia de los asesinos, no por venganza, sino por fe en la gloria y la verdad de Dios (1). En ese contexto ha de entenderse la aportación y el problema (la paradoja) del judaísmo en la causa de la globalización religiosa y política de la humanidad, en este comienzo del siglo XXI . (11)

Notas

(1) En esa misma línea se sitúa la confesión del Éxodo: «Mi padre era un arameo errante; bajó a Egipto y residió allí con unos pocos de su grupo… Allí se hizo un pueblo grande, fuerte y numeroso. Los egipcios nos maltrataron y nos humillaron… Pero gritamos a Yahvé, Dios de nuestros padres, y Yahvé escuchó nuestra voz…, nos sacó de Egipto con mano fuerte, con brazo extendido y nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra» (Dt 26, 50 10; cf. Jos 24, 2s; Sal 136, etc.). Los judíos se sienten así privilegiados, pero no para cerrarse en sí mismo, sino para iniciar una historia de bendición (pacificación) entre todos los pueblos de la tierra, como sabe Gen 12-1-3. De esa forma se vinculan los dos “momentos” de la historia israelita, su particularismo radical y su radical universalismo.

(2) Este credo tiene dos partes. La primera es receptiva y se encuentra iniciada por el «Escucha»: esto es Israel, pueblo que escucha y acoge la revelación del único Dios; lógicamente, en esta primera parte, el orante se introduce en el conjunto del pueblo israelita, de manera que se habla aquí de «nuestro» Dios. La segunda es de tipo activo y está definida por el «amarás»; como se podrá advertir, pasamos del plural (Israel como pueblo) al singular, de manera que cada creyente debe ha de estar comprometido en amor con su Dios.

(3) Entendido así, el judaísmo ha ofrecido un testimonio esencial en la historia: De un modo u otro, todos los proyectos y caminos de globalización de occidente están vinculados con el judaísmo. Por eso, en nuestro contexto, resulta imposible hablar de globalización sin tener en cuenta la experiencia israelita, tal como se ha configurado a partir de la gran “dispersión”, tras las dos guerras judías (67-70 y 132-134).

(4)Así se ha mantenido el judaísmo por siglos, sin tierra propia y sin estado, sin ejército ni templo, como testimonio de una tradición específica y distinta, pero abierta a la esperanza de la reconciliación o globalización mesiánica. Los judíos son universales siendo particulares: creen que no ha llegado aún el tiempo de la unión mesiánica de todos los hombres. Por eso se mantienen distintos y separados, por opción personal o vocación, cultivando sus «leyes propias», sin mezclarse con otros pueblos, como promotores y testigos de una reconciliación universal cuyo tiempo no ha llegado, pues no ha llegado aún el Mesías que puede hacerla posible.
Los judíos han perdido sus instituciones «naturales» (tierra y templo, estado y sacerdocio), para convertirse en un pueblo de elección (de gente que decide ser judía), un pueblo testimonial, formado por sinagogas o comunidades libres de hombres y mujeres ocupados en el cultivo de sus antiguas tradiciones. A lo largo de casi veintes siglos, han sido y siguen siendo algo único en la historia (al menos de occidente), un «milagro», y así pueden presentarse como precedente para nuevas formas de vinculación por libertad, mostrando que no necesitan estado, ni tierra, ni ejército para mantener la identidad.

(5) Otros judíos aceptan y defienden el estado de Israel sólo por sentimiento nacional,sin verdadera creencia religiosa: no hay para ellos Dios (una mayoría de los judíos de Palestina no creen en la existencia personal de Dios), pero hay una tierra sagrada y hay unas tradiciones que merece la pena defender. Ciertamente, los judíos no han creado una misión estricta (en sentido religioso), pero conservan y destacan la obligación nacional de resistir en medio de todos los peligros y contra todos los que quieran aniquilar el estado de Israel o el judaísmo en cualquier lugar del mundo.

(6) He desarrollado el tema general en Globalización y Monoteísmo. Moisés, Jesús, Mahoma, Verbo Divino, Estella, 2002 y en Dios judío, Dios cristiano, EVD, Estella 1996. Cf. K. Armstrong, Una historia de Dios. 4000 años de búsqueda en el judaísmo, el cristianismo y el Islam, Paidós, Barcelona 2001.

(7) En esta línea podemos añadir que los judíos han sido y son testigos (=Presencia), del Dios que es Presencia («Soy el que Soy», es decir, el que estoy presente: Ex 3, 14) desde el sufrimiento de la historia. Eso les ha hechos capaces de trazar su distancia frente a todos los poderes y dioses del entorno. Esos dioses avalaban o justificaban un poder particular de tipo cósmico o biológico, ideológico o político; eran limitados o servían para justificar un sistema, una ideología.

De un modo sorprendente, desde una experiencia de derrota, amenazados por la destrucción, los israelitas han podido descubrir la Presencia (= Shekina) de un Dios siempre mayor, que les ofrece promesa de Vida (y que es garantía de existencia para todos los amenazados de la historia). Dios se muestra así principio de tolerancia radical (pues acoge a los excluidos de la historia), frente a la intolerancia de los poderes políticos triunfantes de este mundo, que protegen a los vencedores.

(8) No han sido siempre un pueblo “fácil” para las naciones en cuyo interior han morado. El hecho de conservarse distintos, de mantener su propia identidad cultural y religiosa, ha chocado con el deseo de homogeneización de otros pueblos, de manera que pueden “entenderse” (nunca justificarse desde el evangelio) algunas persecuciones y expulsiones, como saben algunos judíos clarividentes, como J. Katz, Exclusiveness and Tolerance. Jewish-Gentile Relations in Medieval and Modern Times, New York 1961; H. Arendt, Los orígenes del totalitarismo, Taurus, Madrid 1974. Sea como fuere, los judíos han ofrecido un inmenso testimonio de Presencia y comunión entre los pueblos. Con su forma de ser, ellos han sido y son adelantados de una humanidad plural, abierta a una comunión no dominadora. Por su parte, al perseguirles, los cristianos han mostrado que no creen en el Dios del evangelio que ellos proclamaban.

(9) Los sionistas han apelado a la ayuda de un sistema imperialista violento (USA).Por el lugar donde han planteado su conflicto y por la forma en que lo han desarrollado, ellos forman unos de los nudos más fuertes e insolubles de contradicción religiosa y política, económica y militar de nuestro tiempo

(10) Desde una perspectiva cristiana, A. González (Teología de la praxis evangélica, Sal Terrae, Santander 1999) ha destacado esta experiencia y novedad de una revelación de Dios que desborda y supera por gracia el nivel de juicio en que se mueve la justicia de la historia humana. Un testimonio teológico duro y ejemplar sobre el «Holocausto» lo ofrece W. L. Fackenheim, La presencia de Dios en la historia, Sígueme, Salamanca 2002. Sería bueno que los judíos sionistas disolvieran voluntariamente este tipo de Estado de Israel, de tipo confesional (nacionalista), para iniciar con musulmanes y otros creyentes (o no creyentes), un camino de respeto y diálogo en Palestina.

Los judíos sionistas deberían renunciar a su nacionalismo sacral, para hacerse portadores de una esperanza profética de la paz, como fueron por siglos muchos de sus antepasados. Si un día lo hicieran, si pusieran su potencial utópico/mesiánico al servicio de la reconciliación (con musulmanes y cristianos que también deberían cambiar mucho) cambiarían la faz de nuestra historia. Para ser plenamente judíos (esto es, mesiánicos), ellos deberían renunciar a su intransigencia nacional, empezando a vivir con y para los otros hombres. Los judíos son un pueblo germen, al servicio de la humanidad (del futuro mesiánico). Para eso deben superar su actitud de resistencia (enfrentamiento, pura separación), para comenzar un mesianismo activo, convirtiéndose ya (desde ahora) en fuente de humanidad reconciliada. Pero es evidente que esto implica también grandes cambios para cristianos y los musulmanes.

(11) En contra de todos los intentos de persecución (anti-judaísmo) hay que afirmar el derecho de Israel a mantenerse como pueblo y a tener su propio Estado, en medio de los pueblos y estados de la tierra. Pero, al mismo tiempo, desde una perspectiva histórica, por fidelidad a su pasado de pueblo mesiánico, sería hermoso que los judíos (al menos los sionistas) abandonaran voluntariamente la pretensión de crear un estado confesionalmente israelita en Palestina (y en otros lugares del mundo) realizando de esa forma un signo claro de esperanza mesiánica.
 De todas formas, humanamente hablando, esa solución es poco realista, pues siguiendo ese principio deberían rehacerse muchas fronteras de la geografía política mundial de los últimos decenios (y siglos. Lo que se pide a Israel debería pedirse a todos los estados y naciones: Que fueran capaces de abandonar (superar) sus pretensiones nacionalistas y a su violencia, para fundar una comunidad pacífica mundial.

http://www.periodistadigital.com/religion/opinion/2014/05/25/una-inmensa-paradoja-un-gran-dolor-religion-iglesia-pikaza-israel-francisco.shtml

Francisco propone «un nuevo modo» de ejercer el primado de Pedro en «comunión reconocido por todos»


Francisco y Bartolomé, arrodillados en el Santo Sepulcro

Católicos y ortodoxos firman una histórica declaración por la unidad en el Santo Sepulcro

«Tenemos ya el deber de dar testimonio común del amor de Dios colaborando en nuestro servicio a la humanidad»

José Manuel Vidal, 25 de mayo de 2014 a las 17:37

 Mediante nuestro testimonio común de la Buena Nueva del Evangelio, podemos ayudar a los hombres de nuestro tiempo a redescubrir el camino que lleva a la verdad, a la justicia y a la paz

Bartolomé y Francisco, cogidos de la mano/>

Bartolomé y Francisco, cogidos de la mano

(José M. VidalJ. Bastante).- Gesto histórico sin precedentes. Francisco y Bartolomeo rezan juntos en el Santo Sepulcro ante la tumba vacía por vez primera en la historia desde la división de las dos grandes ramas del cristianismo, firman una declarción conjunta y escuchan de la boca de Bergoglio la propuesta para ejercer de una manera nueva el primado de Pedro en aras de la unidad de todos los cristianos.

Pedro y Andrés se vuelven a abrazar, recordando el abrazo de hace 50 años entre Pablo VI y Atenágoras. ¿La unidad de los cristianos puede ser una realidad a corto plazo?

El Santo Sepulcro, dividido en múltiples estancias de las diversas confesiones se une por una vez. Coptos, armenios, etíopes, griegos, ortodoxos y católicos rezan unidos. Presididos por sus dos máximos líderes: Francisco y Bartolomeo. Ante el sepulcro, en torno al cual comenzaron guerras y divisiones, y desde el cual recomienza siempre la búsqueda de la unidad.

Suenan las campanas, esperando al Papa y al Patriarca, que llegan con una hora de retraso. Acaban de firmar una declaración conjunta por la unidad.

Bajan juntos las escaleras, agarrados de la mano: ninguno de los dos es joven, y sin embargo, asumen con ilusión la tarea de la reconciliación entre los seguidores de Jesús. En el lugar donde fue crucificado el Salvador.

Se nota que el Papa está visiblemente emocionado: es la primera vez que visita el Santo Sepulcro. Ambos oran en silencio, entre cánticos griegos, junto a la piedra en la que, según la tradición, fue alojado el cuerpo de Jesús. Más de un milenio después, no es una quimera ver a cristianos orar, celebrar, compartir en comunión los misterios de la fe.

Francisco observa con atención todos y cada uno de los rincones del Santo Sepulcro. Una estancia preciosa, que refleja como ninguna otra las distintas formas de vivir el Cristianismo. Y, también, la división que, a diario, impide que se celebren a la vez, en el mismo lugar, distintas liturgias ortodoxas, armenias, coptas o católicas.

El encuentro ecuménico arranca con un recuerdo emocionado a los 50 años del encuentro entre Atenágoras y Pablo VI, y una petición para que los seguidores del Señor trabajen juntos por la paz. «Bienvenidos Papa Francisco y Patriarca Bartolomeo, en la Gloria de Jesús resucitado», arranca el acto, que clama por la reconciliación entre los cristianos.

En los últimos 50 años hemos visto los frutos del diálogo teológico entre las confesiones cristianas, reconocen, pese a las diferencias. «Rezamos no sólo por la unión de nuestras confesiones, sino por la paz en el mundo, y particularmente por la paz en esta región», continúa el discurso de bienvenida del custodio del Santo Sepulcro, haciendo especial hincapié en Siria.

«No seamos hombres de muerte, seamos hombres y mujeres de Resurrección, de vida», afirma el Papa, quien reclamó un «apremiante llamado a la unidad. Todos sois mis hermanos».

«No podemos negar las divisiones que existen entre los discípulos de Jesús»

«A los 50 años del abrazo entre Pablo VI y Atenágoras, reconozcamos el paso tan importante para la unidad»

«Las diferencias no nos deben asustar ni paralizar nuestro camino»

«Como se removió la piedra del sepulcro, podrán moverse todas las piedras que iimpiden el camino de la comunión»

«Pidámonos perdón los unos a los otros por los pecados cometidos en los conflictos entre cristianos, y que tengamos el coraje de pedir y ofrecer nuestro perdón. Si no, no tendremos experiencias de nuestra Resurrección»

«Tengamos el coraje de entender la Iglesia como un diálogo con todos los hermanos en Cristo, para encontrar una forma de ejercicio del ministerio propio del Obispo de Roma que, en conformidad con su misión, se abra a una situación nueva, y pueda hacer, en el contexto actual, un servicio de amor y comunión reconocido por todos»

«Nuestro recuerdo vaya para el Medio Oriente. En nuestra oración, tantos hombres y mujeres que en diversas partes del planeta sufren por la guerra, la pobreza o el hambre. Así como por la persecución de millones de cristianos por distintas causas. Cuando cristianos sufren juntos, se prestan unos a otros ayuda, se realiza un ecumenismo del sufrmiento, el ecumenismo de la sangre, que posee una particular eficacia, no sólo por el contexto, sino por la comunión de los santos, para toda la Iglesia».

«Cuando nos persigan por odio a la fe, no nos preguntamos si son ortodoxos o católicos: son cristianos. Es sangre cristiana»

«Hermanos queridísimos: abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo, al espíritu del amor, para caminar juntos para que llegue el día de la comunión plena. Y que nos sintamos unidos en la oración que Jesús elevó en la víspera de su pasión. Que sean una sola cosa, para que el mundo crea. Y cuando la desunión nos haga pesimistas, caminemos todos bajo el manto de la santa madre de Dios»

El acto, como no podía ser de otra manera, concluyó con el rezo conjunto del Padre Nuestro.


Palabras del Papa en la celebración ecuménica

En esta Basílica, a la que todo cristiano mira con profunda veneración, llega a su culmen la peregrinación que estoy realizando junto con mi amado hermano en Cristo, Su Santidad Bartolomé. Peregrinamos siguiendo las huellas de nuestros predecesores, el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, que, con audacia y docilidad al Espíritu Santo, hicieron posible, ha-ce cincuenta años, en la Ciudad santa de Jerusalén, el encuen-tro histórico entre el Obispo de Roma y el Patriarca de Cons-tantinopla. Saludo cordialmente a todos los presentes. De modo particular, agradezco vivamente a Su Beatitud Teófilo, que ha tenido a bien dirigirnos unas amables palabras de bienvenida, así como a Su Beatitud Nourhan Manoogian y al Reverendo Padre Pierbattista Pizzaballa, que hayan hecho posible este momento.
Es una gracia extraordinaria estar aquí reunidos en oración. El Sepulcro vacío, ese sepulcro nuevo situado en un jardín, donde José de Arimatea colocó devotamente el cuerpo de Jesús, es el lugar de donde salió el anuncio de la resurrección: «No tengan miedo, ya sé que buscan a Jesús el crucificado. No está aquí: ha resucitado, como había dicho. Vengan a ver el sitio donde yacía y vayan aprisa a decir a sus discípulos: ‘Ha re-sucitado de entre los muertos'» (Mt 28,5-7). Este anuncio, confirmado por el testimonio de aquellos a quienes se apareció el Señor Resucitado, es el corazón del mensaje cristiano, trasmitido fielmente de generación en generación, como afirma desde el principio el apóstol Pablo: «Lo primero que les transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras, que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras» (1 Co 15,3-4). Lo que nos une es el fundamento de la fe, gracias a la cual profesamos juntos que Jesucristo, unigénito Hijo del Padre y nuestro único Señor, «padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos» (Símbolo de los Apóstoles). Cada uno de nosotros, todo bautizado en Cristo, ha resucitado espiritualmente en este sepulcro, porque todos en el Bautismo hemos sido realmente incorporados al Primogénito de toda la creación, sepultados con Él, para resucitar con Él y poder caminar en una vida nueva (cf. Rm 6,4).
Acojamos la gracia especial de este momento. Detengámonos con devoto recogimiento ante el sepulcro vacío, para redescubrir la grandeza de nuestra vocación cristiana: somos hombres y mujeres de resurrección, no de muerte. Aprendamos, en este lugar, a vivir nuestra vida, los afanes de la Iglesia y del mundo entero a la luz de la mañana de Pascua. El Buen Pastor, cargando sobre sus hombros todas las heridas, sufrimientos, dolores, se ofreció a sí mismo y con su sacrificio nos ha abierto las puertas a la vida eterna. A través de sus llagas abiertas se derrama en el mundo el torrente de su misericordia. ¡No nos dejemos robar el fundamento de nuestra esperanza! ¡No privemos al mundo del gozoso anuncio de la Resurrección! Y no hagamos oídos sordos al fuerte llamamiento a la unidad que resuena precisamente en este lugar, en las palabras de Aquel que, resucitado, nos llama a todos nosotros «mis hermanos» (cf. Mt 28,10; Jn 20,17).
Ciertamente, no podemos negar las divisiones que todavía hay entre nosotros, discípulos de Jesús: este lugar sagrado nos hace sentir con mayor dolor el drama. Y, sin embargo, cincuenta años después del abrazo de aquellos dos venerables Padres, hemos de reconocer con gratitud y renovado estupor que ha sido posible, por impulso del Espíritu Santo, dar pasos realmente importantes hacia la unidad. Somos conscientes de que todavía queda camino por delante para alcanzar aquella plenitud de comunión que pueda expresarse también compartiendo la misma Mesa eucarística, como ardientemente deseamos; pero las divergencias no deben intimidarnos ni paralizar nuestro camino. Debemos pensar que, igual que fue movida la piedra del sepulcro, así pueden ser removidos todos los obstáculos que impiden aún la plena comunión entre nosotros. Será una gracia de resurrección, que ya hoy podemos pregustar. Siempre que nos pedimos perdón los unos a los otros por los pecados cometidos en relación con otros cristianos y tenemos el valor de conceder y de recibir este perdón, experimentamos la resurrección. Siempre que, superados los antiguos prejuicios, nos atrevemos a promover nuevas relaciones fraternas, confesamos que Cristo ha resucitado verdaderamente. Siempre que pensamos el futuro de la Iglesia a partir de su vocación a la unidad, brilla la luz de la mañana de Pascua. A este respecto, deseo renovar la voluntad ya expresada por mis Predecesores, de mantener un diálogo con todos los hermanos en Cristo para encontrar una forma de ejercicio del ministerio propio del Obispo de Roma que, en conformidad con su misión, se abra a una situación nueva y pueda ser, en el contexto actual, un servicio de amor y de comunión reconocido por todos (cf. Juan Pablo II, Enc. Ut unum sint, 95-96).
Peregrinando en estos santos Lugares, recordamos en nuestra oración a toda la región de Oriente Medio, desgraciadamente lacerada con frecuencia por la violencia y los conflictos armados. Y no nos olvidamos en nuestras intenciones de tantos hombres y mujeres que, en diversas partes del mundo, sufren a causa de la guerra, de la pobreza, del hambre; así como de los numerosos cristianos perseguidos por su fe en el Señor Resucitado. Cuando cristianos de diversas confesiones sufren juntos, unos al lado de los otros, y se prestan los unos a los otros ayuda con caridad fraterna, se realiza el ecumenismo del sufrimiento, se realiza el ecumenismo de sangre, que posee una particular eficacia no sólo en los lugares donde esto se produce, sino, en virtud de la comunión de los santos, también para toda la Iglesia.
Santidad, querido Hermano, queridos hermanos todos, dejemos a un lado los recelos que hemos heredado del pasado y abramos nuestro corazón a la acción del Espíritu Santo, el Espíritu del Amor (cf. Rm 5,5) y de la Verdad (cf. Jn 16,13), para marchar juntos hacia el día bendito en que reencontremos nuestra plena comunión. En este camino nos sentimos sostenidos por la oración que el mismo Jesús, en esta Ciudad, la vigilia de su pasión, elevó al Padre por sus discípulos, y que no nos cansamos, con humildad, de hacer nuestra: «Que sean una sola cosa… para que el mundo crea» (Jn 17,21).

 

 

Declaración común del Papa Francisco y del Patriarca Ecuménico Bartolomé I

1. Como nuestros venerables predecesores, el Papa Pablo VI y el Patriarca Ecuménico Atenágoras, que se encontraron aquí en Jerusalén hace cincuenta años, también nosotros, el Papa Francisco y el Patriarca Ecuménico Bartolomé, hemos querido reunirnos en Tierra Santa, «donde nuestro común Redentor, Cristo nuestro Señor, vivió, enseñó, murió, resucitó y ascendió a los cielos, desde donde envió el Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente» (Comunicado común del Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, publicado tras su encuentro del 6 de enero de 1964).

Nuestra reunión -un nuevo encuentro de los Obispos de las Iglesias de Roma y Constantinopla, fundadas a su vez por dos hermanos, los Apóstoles Pedro y Andrés- es fuente de profunda alegría espiritual para nosotros. Representa una ocasión providencial para reflexionar sobre la profundidad y la autenticidad de nuestros vínculos, fruto de un camino lleno de gracia por el que el Señor nos ha llevado desde aquel día bendito de hace cincuenta años.

2. Nuestro encuentro fraterno de hoy es un nuevo y necesario paso en el camino hacia aquella unidad a la que sólo el Espíritu Santo puede conducirnos, la de la comunión dentro de la legítima diversidad. Recordamos con profunda gratitud los pasos que el Señor nos ha permitido avanzar.

El abrazo que se dieron el Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras aquí en Jerusalén, después de muchos siglos de silencio, preparó el camino para un gesto de enorme importancia: remover de la memoria y de la mente de las Iglesias las sentencias de mutua excomunión de 1054.

Este gesto dio paso a un intercambio de visitas entre las respectivas Sedes de Roma y Constantinopla, a una correspondencia continua y, más tarde, a la decisión tomada por el Papa Juan Pablo II y el Patriarca Dimitrios, de feliz memoria, de iniciar un diálogo teológico sobre la verdad entre Católicos y Ortodoxos. A lo largo de estos años, Dios, fuente de toda paz y amor, nos ha enseñado a considerarnos miembros de la misma familia cristiana, bajo un solo Señor y Salvador,

Jesucristo, y a amarnos mutuamente, de modo que podamos confesar nuestra fe en el mismo

Evangelio de Cristo, tal como lo recibimos de los Apóstoles y fue expresado y transmitido hasta nosotros por los Concilios Ecuménicos y los Padres de la Iglesia.

Aun siendo plenamente conscientes de no haber alcanzado la meta de la plena comunión, confirmamos hoy nuestro compromiso de avanzar juntos hacia aquella unidad por la que Cristo nuestro Señor oró al Padre para que «todos sean uno» (Jn 17,21).

3. Con el convencimiento de que dicha unidad se pone de manifiesto en el amor de Dios y en el amor al prójimo, esperamos con impaciencia que llegue el día en el que finalmente participemos juntos en el banquete Eucarístico. En cuanto cristianos, estamos llamados a prepararnos para recibir este don de la comunión eucarística, como nos enseña san Ireneo de Lyon (Adv. haer., IV,18,5: PG 7,1028), mediante la confesión de la única fe, la oración constante, la conversión interior, la vida nueva y el diálogo fraterno. Hasta llegar a esta esperada meta, manifestaremos al mundo el amor de Dios, que nos identifica como verdaderos discípulos de Jesucristo (cf. Jn 13,35).

4. En este sentido, el diálogo teológico emprendido por la Comisión Mixta Internacional ofrece una aportación fundamental en la búsqueda de la plena comunión entre católicos y ortodoxos.

En los periodos sucesivos de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, y del Patriarca Dimitrios, el progreso de nuestros encuentros teológicos ha sido sustancial. Hoy expresamos nuestro sincero aprecio por los logros alcanzados hasta la fecha, así como por los trabajos actuales.

No se trata de un mero ejercicio teórico, sino de un proceder en la verdad y en el amor, que requiere un conocimiento cada vez más profundo de las tradiciones del otro para llegar a comprenderlas y aprender de ellas. Por tanto, afirmamos nuevamente que el diálogo teológico no pretende un mínimo común denominador para alcanzar un acuerdo, sino más bien profundizar en la visión que cada uno tiene de la verdad completa que Cristo ha dado a su Iglesia, una verdad que se comprende cada vez más cuando seguimos las inspiraciones del Espíritu santo.

Por eso, afirmamos conjuntamente que nuestra fidelidad al Señor nos exige encuentros fraternos y diálogo sincero. Esta búsqueda común no nos aparta de la verdad; sino que más bien, mediante el intercambio de dones, mediante la guía del Espíritu Santo, nos lleva a la verdad completa (cf. Jn 16,13).

5. Y, mientras nos encontramos aún en camino hacia la plena comunión, tenemos ya el deber de dar testimonio común del amor de Dios a su pueblo colaborando en nuestro servicio a la humanidad, especialmente en la defensa de la dignidad de la persona humana, en cada estadio de su vida, y de la santidad de la familia basada en el matrimonio, en la promoción de la paz y el bien común y en la respuesta ante el sufrimiento que sigue afligiendo a nuestro mundo.

Reconocemos que el hambre, la pobreza, el analfabetismo, la injusta distribución de los recursos son un desafío constante. Es nuestro deber intentar construir juntos una sociedad justa y humana en la que nadie se sienta excluido o marginado.

6. Estamos profundamente convencidos de que el futuro de la familia humana depende también de cómo salvaguardemos -con prudencia y compasión, a la vez que con justicia y rectitud- el don de la creación, que nuestro Creador nos ha confiado. Por eso, constatamos con dolor el ilícito maltrato de nuestro planeta, que constituye un pecado a los ojos de Dios.

Reafirmamos nuestra responsabilidad y obligación de cultivar un espíritu de humildad y moderación de modo que todos puedan sentir la necesidadde respetar y preservar la creación. Juntos, nos comprometemos a crear una mayor conciencia del cuidado de la creación; hacemos un llamamiento a todos los hombres de buena voluntad a buscar formas de vida con menos derroche y más austeras, que no sean tanto expresión de codicia cuanto de generosidad para la protección del mundo creado por Dios y el bien de su pueblo.

7. Asimismo, necesitamos urgentemente una efectiva y decidida cooperación de los cristianos para tutelar en todo el mundo el derecho a expresar públicamente la propia fe y a ser tratados con equidad en la promoción de lo que el Cristianismo sigue ofreciendo a la sociedad y a la cultura contemporánea. A este respecto, invitamos a todos los cristianos a promover un auténtico diálogo con el Judaísmo, el Islam y otras tradiciones religiosas. La indiferencia y el desconocimiento mutuo conducen únicamente a la desconfianza y, a veces, desgraciadamente incluso al conflicto.

8. Desde esta santa ciudad de Jerusalén, expresamos nuestra común preocupación profunda por la situación de los cristianos en Medio Oriente y por su derecho a seguir siendo ciudadanos de pleno derecho en sus patrias. Con confianza, dirigimos nuestra oración a Dios omnipotente y misericordioso por la paz en Tierra Santa y en todo Medio Oriente.

Pedimos especialmente por las Iglesias en Egipto, Siria e Iraq, que han sufrido mucho últimamente. Alentamos a todas las partes, independientemente de sus convicciones religiosas, a seguir trabajando por la reconciliación y por el justo reconocimiento de los derechos de los pueblos. Estamos convencidos de que no son las armas, sino el diálogo, el perdón y la reconciliación, los únicos medios posibles para lograr la paz.

9. En un momento histórico marcado por la violencia, la indiferencia y el egoísmo, muchos hombres y mujeres se sienten perdidos. Mediante nuestro testimonio común de la Buena Nueva del Evangelio, podemos ayudar a los hombres de nuestro tiempo a redescubrir el camino que lleva a la verdad, a la justicia y a la paz. Unidos en nuestras intenciones y recordando el ejemplo del Papa Pablo VI y el Patriarca Atenágoras, de hace 50 años, pedimos que todos los cristianos, junto con los creyentes de cualquier tradición religiosa y todos los hombres de buena voluntad reconozcan la urgencia del momento, que nos obliga a buscar la reconciliación y la unidad de la familia humana, respetando absolutamente las legítimas diferencias, por el bien de toda la humanidad y de las futuras generaciones.

10. Al emprender esta peregrinación en común al lugar donde nuestro único Señor Jesucristo fue crucificado, sepultado y resucitado, encomendamos humildemente a la intercesión de la Santísima siempre Virgen María los pasos sucesivos en el camino hacia la plena unidad, confiando a la entera familia humana al amor infinito de Dios.

«El Señor ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor; el Señor se fije en ti y te conceda la paz» (Nm 6,25-26)

Jerusalén, 25 de mayo de 2014

 

 

 

http://www.periodistadigital.com/religion/mundo/2014/05/25/francisco-y-bartolomeo-rezan-juntos-ante-la-tumba-vacia-religion-iglesia-ecumenismo-unidad-paz-mundo-humanidad-ortodoxos-catolicos-santo-se

 

INVITACION LANZAMIENTO LIBRO «LA VIDA ES ROSA»


noname

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Papa Francisco: «Aquí nació la Iglesia»


Misa de Francisco en el Cenáculo

Francisco reivindica el papel fundacional del Cenáculo en la Iglesia de Jesús

El Papa anima en el lugar donde se celebró la Última Cena a «servir al pobre, al enfermo, al excluido»

Jesús Bastante, 26 de mayo de 2014 a las 16:25

 El Cenáculo nos recuerda la comunión, la fraternidad, la armonía, la paz entre nosotros. ¡Cuánto amor, cuánto bien ha brotado del Cenáculo!

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Cenáculo

(Jesús Bastante).- Misa histórica en el Cenáculo. El mismo lugar donde hace más de dos mil años Jesús se despidió de sus discípulos, partió el pan, bendijo el vino, lo compartió y les pidió que hicieran eso en memoria suya, Francisco presidió una Eucaristía. Una vuelta a los orígenes de un Papa que representa como nadie a los primeros cristianos por su autenticidad y su compromiso. «Aquí nació la Iglesia», dijo Francisco.

Ha resultado un viaje agotador para Bergoglio, al que se le nota visiblemente cansado. Flanqueado por sus maestros de ceremonias, y por el secretario de Estado,Pietro Parolin; y el patriarca de Jerusalén,Faouad Twal, Francisco reivindica el lugar «donde Jesús vivió su última cena con los apóstoles, donde el espíritu santo se posó sobre la virgen y los apóstoles. Aquí nació la Iglesia». No hubo ninguna reivindicación territorial. Sólo espiritual. «Aquí nació la Iglesia».

«De aquí partió el espíritu de amor en el corazón», señala el Papa, quien recuerda que en este lugar también, «Jesús resucitado, enviado por el Padre, comunicó a los apóstoles su espíritu y con su fuerza les envió a renovar la faz de la Tierra».

«Debemos custodiar la memoria de lo que aquí ocurrió»

 

Algunas palabras del Papa

 

El Cenáculo nos recuerda el servicio, el lavatorio de pies que hizo Jesús como ejemplo a sus discípulos. Lavarse los pies unos a otros significa aceptar, amarse, servirse unos a otros. Servir al pobre, al enfermo, al excluido, al que me es antipático, al que me fastidia

El Cenáculo nos recuerda, con la Eucaristía, el sacrificio. Jesús se ofrece por nosotros al Padre

 

No dejemos de servir, dice Jesús a los doce

El Señor se rinde a sus amigos, se confía a la voluntad del Padre y se da.

Esta experiencia del cristiano, en modo particular del sacerdote: hacerse amigo del señor Jesús

Jesús no nos deja, no nos abandona nunca. Nos precede en la casa del Padre y nos hará ir allí con él.

Pero el Cenáculo también recuerda la mezquindad, la curiosidad, la traición

Es aquí donde uno de nosotros, cuando tratamos mal al prójimo, con nuestro pecado traicionamos a Jesús

El Cenáculo recuerda la fraternidad, la armonía, la paz entre nosotros. Cuánto amor, cuánto bien, sale del Cenáculo. Cuánta caridad surge de aquí, como el río cuando sale de la fuente.

Todos los santos han salido de aquí. El gran río de la santidad de la Iglesia siempre tiene origen aquí, del corazón de Cristo, de la Eucaristía, del Santo Espíritu.

El Cenáculo recuerda el nacimiento de la nueva familia, la Iglesia. Nuestra Santa Madre Iglesia jerárquica, constituida por Jesús resucitado. Una familia que tiene una madre, la Virgen María

Una Iglesia que lucha y con fuerza para caminar y renovarse, a través de las fatigas las pruebas de la vida

Somos invitados todos los fieles de Dios, de todo pueblo y lengua, todos hermanos e hijos del único Padre que hay en el cielo. Este es el horizonte del Cenáculo

De aquí parte la Iglesia, animada por el espíritu.

Una renovada efusión del Espíritu santo

Ven Espíritu y renueva la faz de la Tierra

 

 

 

 

Esta fue la homilía del Papa en el Cenáculo

Queridos hermanos:
Es un gran don del Señor estar aquí reunidos, en el Cenáculo, para celebrar la Eucaristía. Aquí, donde Jesús consumó la Última Cena con los Apóstoles; donde, resucitado, se apareció en medio de ellos; donde el Espíritu Santo descendió abundantemente sobre María y los discípulos. Aquí nació la Iglesia, y nació en salida. Desde aquí salió, con el Pan partido entre las manos, las llagas de Jesús en los ojos, y el Espíritu de amor en el corazón.
En el Cenáculo, Jesús resucitado, enviado por el Padre, comunicó su mismo Espíritu a los Apóstoles y con esta fuerza los envió a renovar la faz de la tierra (cf. Sal 104,30).
Salir, marchar, no quiere decir olvidar. La Iglesia en salida guarda la memoria de lo que sucedió aquí; el Espíritu Paráclito le recuerda cada palabra, cada gesto, y le revela su sentido.
El Cenáculo nos recuerda el servicio, el lavatorio de los pies, que Jesús realizó, como ejemplo para sus discípulos. Lavarse los pies los unos a los otros significa acogerse, aceptarse, amarse, servirse mutuamente. Quiere decir servir al pobre, al enfermo, al excluido.
El Cenáculo nos recuerda, con la Eucaristía, el sacrificio. En cada celebración eucarística, Jesús se ofrece por nosotros al Padre, para que también nosotros podamos unirnos a Él, ofreciendo a Dios nuestra vida, nuestro trabajo, nuestras alegrías y nuestras penas…, ofrecer todo en sacrificio espiritual.
El Cenáculo nos recuerda la amistad. «Ya no les llamo siervos -dijo Jesús a los Doce-… a ustedes les llamo amigos» (Jn 15,15). El Señor nos hace sus amigos, nos confía la voluntad del Padre y se nos da Él mismo. Ésta es la experiencia más hermosa del cristiano, y especialmente del sacerdote: hacerse amigo del Señor Jesús.
El Cenáculo nos recuerda la despedida del Maestro y la promesa de volver a encontrarse con sus amigos. «Cuando vaya…, volveré y les llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estén también ustedes» (Jn 14,3). Jesús no nos deja, no nos abandona nunca, nos precede en la casa del Padre y allá nos quiere llevar con Él.
Pero el Cenáculo recuerda también la mezquindad, la curiosidad -«¿quién es el traidor?»-, la traición. Y cualquiera de nosotros, y no sólo siempre los demás, puede encarnar estas actitudes, cuando miramos con suficiencia al hermano, lo juzgamos; cuando traicionamos a Jesús con nuestros pecados.
El Cenáculo nos recuerda la comunión, la fraternidad, la armonía, la paz entre nosotros. ¡Cuánto amor, cuánto bien ha brotado del Cenáculo! ¡Cuánta caridad ha salido de aquí, como un río de su fuente, que al principio es un arroyo y después crece y se hace grande… Todos los santos han bebido de aquí; el gran río de la santidad de la Iglesia siempre encuentra su origen aquí, siempre de nuevo, del Corazón de Cristo, de la Eucaristía, de su Espíritu Santo.
El Cenáculo, finalmente, nos recuerda el nacimiento de la nueva familia, la Iglesia, constituida por Cristo resucitado. Una familia que tiene una Madre, la Virgen María. Las familias cristianas pertenecen a esta gran familia, y en ella encuentran luz y fuerza para caminar y renovarse, mediante las fatigas y las pruebas de la vida. A esta gran familia están invitados y llamados todos los hijos de Dios de cualquier pueblo y lengua, todos hermanos e hijos de un único Padre que está en los cielos.
Éste es el horizonte del Cenáculo: el horizonte del Resucitado y de la Iglesia.
De aquí parte la Iglesia en salida, animada por el soplo del Espíritu. Recogida en oración con la Madre de Jesús, revive siempre la esperanza de una renovada efusión del Espíritu Santo: Envía, Señor, tu Espíritu, y renueva la faz de la tierra (cf. Sal 104,30)

 

http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2014/05/26/cenaculo-religion-iglesia-francisco-misa-jerusalen-viaje-historico-amor-pobres-excluidos-apostoles-espiritu.shtml

UNA MUJER DE ETNIA GITANA REPRESENTA FEMINISTAS EN EL PARLAMENTO EUROPEO


  1. Europa Press ‎- vor 3 Stunden
    Una mujer de etnia gitana representará al partido sueco Iniciativa Feminista … representará a las feministas suecas en el Parlamento Europeo.

“Jesús no nos manda a evangelizar sólo „si queremos‟: o „si tenemos tiempo‟”. Por José Ignacio Garcia Luque


Fuerteventura, Islas Canarias, España

Estas palabras del Papa Francisco, nos recuerdan hoy que una de las tres Acciones de nuestra Fe es, imprescindiblemente, la de evangelizar, de la mano de la acción Celebrativa y de la acción Caritativa. ¿Y qué pasa si como cristianos no evangelizamos? Sencillamente, que la mesa de tres patas sobre la que se soporta nuestra fe, queda coja y, por lo tanto, todo lo que pongamos encima de ella, se desparrama y desperdicia.
El viernes pasado asistí a una charla de Monseñor Raúl Berzosa, Obispo de Ciudad Rodrigo, en España, y decía cosas tan atrevidas como estas: “Los católicos tenemos que perderle el miedo a evangelizar y, para ello, es importante que sigamos el ejemplo del surfista, que no le tiene miedo a las grandes olas. Así, el cristiano, debe también aprender a perderle el miedo a entrar y evangelizar en el mundo convulsionado de hoy”.
Los católicos debemos reconocer que estamos bastante “quedados” en nuestra acción evangelizadora. Creo que no sólo nos da miedo hablar de Jesús, sino que nos avergonzamos de hacerlo. Así nos duela, debemos aceptar con humildad cómo muchos de nuestros hermanos separados (protestantes, evangélicos, mormones, testigos de jehová…), nos llevan bastante ventaja como evangelizadores. Cuando estamos haciendo la cola en el banco, alguien se nos acerca y nos pregunta si hemos oído hablar de Jesucristo. O cuando vamos por la calle, otro nos para de frente y con arrojo nos invita a su iglesia. Y si vamos de compras en el supermercado, no desaprovechan cualquier oportunidad para hablarnos de Dios y de su Palabra.
¿Qué algunos de ellos pueden ser fanáticos, inoportunos e imprudentes? Es cierto. Pero como decía mi madre: “Es preferible tener que atajar, que arrear”.
En las charlas que doy en colegios, grupos parroquiales y movimientos apostólicos, suelo hacerle a la gente estas dos preguntas, pidiéndoles que cada uno las responda en silencio, con sinceridad de corazón: “En el último año, ¿a cuántas personas de tu entorno les has hablado de Jesús? Y ¿a cuántas personas has invitado a que venga a nuestra iglesia?”. Son estas las mismas preguntas que hoy te hago a ti, amigo lector de este boletín. Y voy, todavía, más allá: ¿eres de los valientes que te atreves a bendecir los alimentos cuando tienes invitados en tu propia casa? ¿0 te da “oso” hacer una oración?
El Papa Francisco, en su exhortación apostólica “Evangelii Gaudium” nos invita a ser una “Iglesia en salida”, para que, con base en el amor, esta Iglesia “sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos”. Y nos recuerda, con emoción, las palabras del mismo Jesús: “Seréis felices si hacéis esto” (Jn 13,17).
Necesitamos una “Iglesia de Puertas Abiertas”, pero no sólo para que “otros entren” como lo hemos venido haciendo durante siglos, sino más importante aún: para que los creyentes “salgamos” en busca de los más alejados, especialmente de aquellos miles de bautizados que, como dice el mismo Obispo Berzosa: “un día entraron a nuestra Iglesia por la puerta grande y se han marchado, sin saber por qué, por la puerta de atrás”.
Nuestro compromiso evangelizador es, pues, con el propio Jesús: “Id y haced discípulos míos en todo el mundo” (Mt, 28,19).
“ENTRE COMILLAS” (2)

 

Fuente: BOLETÍ N ÍNFORMATÍVO
No. 35 – Bogotá, D. C. – Lunes, 26 de mayo de 2014 – PÁGINAS: 5
DE LA COMUNIDAD PARROQUIAL DE SAN MANUEL MORALES

AL-Khalil (Hebrón): Las excavaciones arqueológicas de los colonos continúan expandiéndose a Tel Rumeida 


Para ver este artículo en línea con fotos que lo  acompañan, vaya ahttp://www.cpt.org/node/10739

redECAP
13 de Mayo 2014

El jefe de la familia Al Gobeh mira
el título de su propiedad  al intentar
convencer al director de la excavación para detener el trabajo en su tierra.

La autoridad de las antigüedades de Israel, con la cooperación del aparato de seguridad de  los colonos,  ha expandido las excavaciones alrededor de la Abu Haikal, Al Natsheh, y en  las tierras de la familia Al Gobeh , tierras en la sección H2 de Hebrón, cerca del asentamiento judío de Tel Rumeida.

El domingo 11 de mayo 2014, miembros de Equipos Cristianos de Acción por la Paz, los acompañantes ecuménicos, y el Movimiento  Solidaridad Internacional pasaron a estar con la familia Al Gobeh mientras protestaban por el desarrollo de las excavaciones llevadas a cabo en sus tierras.

A pesar de la existencia de un acuerdo entre la autoridad de las antigüedades de Israel y la familia para suspender sus actividades hasta que un ingeniero civil en el distrito de Hebrón podría venir y delimitar con precisión las líneas de propiedad, los trabajadores de la excavación esperaron hasta que la familia se retiró y comenzó a tirar la tierra hacia las tierras de la familia Al Gobeh.

“Esta es nuestra tierra”, dijo Al Gobeh. “No dimos permiso para esto. Hemos sido testigos de lo  ocurrido en el pasado, cuando dejamos que los israelíes trabajan en nuestra tierra, se convierte en un asentamiento”.

“Las excavaciones dentro de Hebrón deben ser coordinadas con la Autoridad Palestina en virtud del Acuerdo de Oslo”, dijo el Dr. Ahmed Rjoob del ministerio del Estado de Palestina y el Departamento de Turismo.  “Hay varios problemas con la excavación arqueológica”.

Rjoob sostuvo que los trabajos de la excavación, además de ser ilegales en virtud de los acuerdos y protocolos que han sido firmados por las autoridades de Israel y Palestina,  en el pasado se han utilizado como instrumentos para la expansión de los asentamientos, como en el caso del asentamiento de Tel Rumeida.  La ampliación de las excavaciones arqueológicas ha puesto en cuarentena casas y limita los movimientos de sus habitantes, en particular de la familia Abu Haikal. <http://www.cpt.org/cptnet/2014/03/27/al-khalil-hebron-settlers-attempt-con%20%3Chttp://www.cpt.org/cptnet/2014/03/27/al-khalil-hebron-settlers-attempt-con%3E%20struction-new-access-path-tel-rumeida>

De acuerdo con Rjoob,la naturaleza misma de la excavación va en contra de los principios de investigación arqueológica. “En arqueología, las excavaciones de investigación hacen nuevos descubrimientos. Esto no es lo que está pasando aquí”, dijo Rjoob. “Vinieron con un plan de desarrollo de antemano.”

Emek Shave, una organización de arqueólogos y activistas de la comunidad centrada en el papel de la arqueología en la sociedad israelí y en el conflicto palestino-israelí, sostiene que el plan ha estado en obra durante años. <http://alt-arch.org/en/tel-rumeida-the-future-archaeological-park-of-hebron>

«Parece que el plan para el parque arqueológico fue concebido por primera vez por lo menos hace cuatro años, en 2010, el ministro de la cultura y el deporte Limor Livnat, visito Hebrón junto con el Director de Antigüedades de Israel (IAA).  Y, sin embargo, la excavación comenzó poco después de la declaración del  Primer Ministro Benjamin Netanyahu de que Hebrón permanecería en manos de Israel en cualquier acuerdo de paz entre Israel y los palestinos. La coincidencia de este tipo de sucesos es un recordatorio de que la excavación arqueológica en Hebrón estará estrechamente vinculada a consideraciones políticas. Ya a finales de la década de 1990, el IAA ha participado en una excavación de Tel Rumeida realizada en preparación para el establecimiento del asentamiento en la colina.»

“Seguiremos trabajando para preservar los derechos de las familias aquí», dijo Rjoob. «Estas tierras pertenecen a los palestinos en virtud del derecho internacional».

Francisco ofrece «su casa» a palestinos e israelíes


Francisco ha orado en el Muro de las Lamentaciones para «participar en el sufrimiento» que vive ese territorio

26.05.2014 | 08:48

El Papa Francisco ofrece \

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Francisco ofrece «su casa» a palestinos e israelíes Agencia ATLAS / Foto: REUTERS

EFE/Belén Esperado con enorme emoción por los miles de fieles que abarrotaban la plaza del Pesebre en la ciudad palestina de Belén, el papa Francisco sacudió parte de los cimientos con dos gestos que probablemente desencadenen nuevas polémicas.

El primero, poco después de que su helicóptero, procedente de Ammán, aterrizara en la ciudad que vio nacer a Jesús sin pasar antes por Israel, una decisión que ya había causado malestar entre las autoridades israelíes.

Tras ser recibido por el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abas, el pontífice se subió a un automóvil descubierto para recorrer los escasos metros que separan la sede de la gobernación de la Basílica de la Natividad, donde le esperaban más de 8.000 fieles.

En un momento dado, al pasar junto al muro de segregación erigido por Israel, el papa pidió al chófer que se detuviera, bajó, se acercó a pie y oró en silencio por espacio de cinco minutos, en un gesto que el portavoz vaticano, Federico Lombardi, calificó de muy «simbólico».

Después, inclinó su cabeza y apoyó su frente sobre el frío y gris hormigón, sin pronunciar palabra alguna pero dejando una imagen para la historia.

«Este gesto ha sido para demostrar su participación en el sufrimiento de esta tierra pero lo hizo de manera silenciosa, orando como un símbolo del problema, de la visión que hay en esta tierra», explicó Lombardi después a los periodistas.

El muro comenzó a ser construido por el Ejército israelí en 2003, en plena Intifada palestina, y en la actualidad es una combinación de hormigón, piedra y alambrada con concertinas que aisla la mayor parte del territorio palestino y complica a diario la vida de miles de personas.

Miles de ellas se agolpan cada mañana en las puertas que controla Israel para tratar de cruzarlo en busca de trabajo, asistencia médica o simplemente encontrarse con su familia o visitar los Santos Lugares en Jerusalén.

Otras, como la familia Abu Mohor, que este domingo compartirá almuerzo con el pontífice en Belén, han visto como su construcción les ha privado de sus tierras.

Y puede dejarles sin muchas más si finalmente el Tribunal Supremo israelí falla en junio a favor del Ejército, al que le ha pedido que ofrezca una ubicación alternativa, en el litigio que mantiene con los cristianos del valle del Cremisán, en el sur de Belén.

Conocido como el muro del apartheid por los palestinos y barrera de seguridad para los israelíes, su trazado se prolonga a lo largo de centenares de kilómetros y en julio de 2004 la Corte Internacional de Justicia lo declaró ilegal y ordenó a Israel su demolición.

Francisco guardó su segundo gesto, más conciliador, para el final de la misa, justo antes de entonar el Regina Coeli y después de hacer una cerrada defensa de la infancia, que dijo es el termómetro que marca si la familia y la sociedad están sanas.

Con voz pausada y gesto serio, el pontífice invitó a Abas y a su colega israelí, Simón Peres, a sumarse a un rezo conjunto por la paz en Oriente Medio y ofreció «su casa», el Vaticano, para llevar a cabo esta iniciativa.

«Muchos construyen la paz día a día con pequeños gestos, pequeñas cosas, muchos de ellos sufren aun sin ser conscientes de que son creadores de paz. Los que formamos parte de la iglesia tenemos la obligación de convertirnos en herramientas para la paz, especialmente a través de nuestras plegarias», afirmó.

Al hilo de este argumento, Francisco subrayó que construir la paz «puede ser difícil, pero vivir sin paz es un sufrimiento», antes de iniciar el rezo del Regina Coeli en la plaza del Pesebre en Belén, adonde llegó hoy en la segunda etapa de su primera peregrinación a Tierra Santa.

Minutos después, el propio Lombardi confirmó que se trata de una invitación formal a ambos líderes para hablar de paz «en un sentido religioso» y dijo que la intención del pontífice es que este encuentro pueda tener lugar en el Vaticano en un breve espacio de tiempo.

«En este momento, no recuerdo que haya habido una iniciativa de este tipo«, agregó.

Con ambos gestos, que autoridades palestinas dijeron a Efe haber acogido con satisfacción, Francisco vuela esta tarde a Jerusalén, donde realizará el que la Iglesia católica considera el acto principal de su peregrinación: el encuentro con el patriarca de la Iglesia de Constantinopla Bartolomé I.

Antes, y por razones diplomáticas, deberá aterrizar y despegar en el aeropuerto de Ben Gurión, donde saludará por vez primera, en este periplo, al propio Peres y al primer ministro israelí, Benjamín Natanyahu.

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PARAGUAY: Iglesia repudia el desalojo de los Ava Guarani


La Coordinación Nacional de Pastoral Indígena (Conapi) repudió el violento desalojo de la comunidad indígena Y’apo, ubicada en el distrito de Corpus Christi de Canindeyú. Califica de arbitraria la disposición judicial porque viola el derecho consuetudinario que les ampara.

Los efectivos policiales destruyen las chozas de los nativos.

Los efectivos policiales destruyen las chozas de los nativos. / ABC Color

“La comunidad indígena Y’apo, perteneciente al pueblo Ava Guarani, es poseedora ancestral de las tierras de las que el día 20 de mayo de 2014 fue despojada de manera arbitraria por parte de autoridades jurisdiccionales y policiales”, señala el comunicado que divulgó el organismo de la Conferencia Episcopal Paraguaya.

Explica que desde tiempos inmemoriales el pueblo Ava Guarani ha desarrollado sus pautas ancestrales de vida en su territorio, en este caso, en lo que hoy es el departamento de Canindeyú, en el lugar denominado Pindoty Porã, Yvyrarovaná y Laguna San Antonio, entre otras. Agrega que existen estudios antropológicos que lo certifican.

El antropólogo Miguel Chase Sardi tiene varios escritos sobre este pueblo indígena, dejando expresa certificación de que se trata del territorio ava guarani, que existe una profunda vinculación con la tierra, con sus creencias religiosas y que en el sitio se hallan restos de sus antepasados más remotos, quienes han dado incluso la vida por defender su territorio de distintos invasores.

Afirma que “aunque los ava guarani no tengan título de sus tierras, es un título originario que no necesita legitimación alguna. Eso significa que una comunidad indígena tiene derecho sobre su tierra y no necesita de escritura registrada en una escribanía. Además, están amparados por la Constitución Nacional, que dice que ningún indígena podrá ser removido de su hábitat tradicional”.

La Conapi sostiene que los derechos posesorios que amparan a los pueblos indígenas: el artículo 62 de la Constitución Nacional reconoce la existencia de los pueblos indígenas, definidos como grupos de cultura anteriores a la formación y organización del Estado paraguayo, por lo que de ninguna manera es posible referirse a los mismos como “supuestos invasores de inmuebles”.

En lo concerniente a la legislación internacional, el Convenio Nº 169, de la OIT “Sobre pueblos indígenas y tribales en países independientes”, en el artículo 14 dice que deberá reconocerse a los pueblos interesados el derecho de propiedad y de posesión sobre las tierras que tradicionalmente ocupan. Además, deberán tomarse medidas para salvaguardar el derecho de estos pueblos a utilizar tierras que no estén exclusivamente ocupadas por ellos, pero a las que hayan tenido tradicionalmente acceso para sus actividades tradicionales y de subsistencia.

También indica que los gobiernos deberán tomar las medidas necesarias en garantizar la protección.
Lo llamativo en este caso es que la propia jueza Silvia Cuevas reconoció unos años atrás la posesión ancestral de la comunidad indígena sobre su territorio, en un fallo judicial que a la fecha se encuentra firme. Sin embargo, ahora ordenó que los miembros de la misma comunidad fueran despojados de sus casas, elementos domésticos, templos y varias pertenencias sagradas de su territorio tradicional.
Versión de la empresa

El administrador del inmueble, David Morandini, manifestó a nuestro corresponsal Rosendo Duarte que los nativos ocuparon el lugar en venganza por una denuncia que la empresa Laguna SA había realizado en contra de ellos por la extracción ilegal de madera y que son todos moradores de dos asentamientos indígenas colindantes: Cerro Pytã y Fortuna. Aseguró que los indígenas arriendan sus tierras a sojeros brasileños y que la invasión tiene propósito de conseguir más tierra para arrendar. Incluso son los futuros arrendatarios quienes los financian, señaló.

 

http://www.abc.com.py/edicion-impresa/locales/iglesia-repudia-el-desalojo-de-los-ava-guarani-1248685.html

 

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