Conmovedor, en algunos momentos muy duro y desgarrador, … es el testimonio vital de una mujer que se niega a rendirse ante las dificultades de la vida. La esperanza se abre paso cuando parece que no hay salida.
Nacida con una deformación en los pies, los médicos dijeron que no podría andar… y anduvo… luego dijeron que no podría hacer deporte, y jugó al voleybol llegando a entrenar a un equipo. Superando innumerables operaciones (para la primera, su padre vendió el coche, ya que no estaba cubierto por el seguro social), sus dolores asociados, y en demasiadas ocasiones, la burla de los compañeros por ser “diferente”. También la dificultad para seguir el ritmo escolar normal.
En una de las operaciones, “el informe decía que no me entubaran para la anestesia pero el médico no lo leyó”. Sufrió un shock, entró en coma. Ahí tuvo una de las experiencias fundantes de su vida: el túnel de luz y el Amor esperando en el final. En muy distintas circunstancias y de diversos modos hallará la forma de “reconectar” con esa experiencia, lo que le proporcionará la paz y ánimo para seguir adelante, así como una cierta definición de su vocación. “Volver a casa” es como expresa esta experiencia.
Nació con una cardiopatía, por la que los médicos casi la desahuciaban, y aquí nos escribe en sus 50. Relacionada con ella, sufrirá un microinfarto cerebral en su adultez, que impedirá que termine sus estudios de teología.
En su infancia su padre sufrió un accidente laboral en la planta química en la que trabajaba, con daños cerebrales muy considerables que le impedían la comunicación. Como consecuencia, tuvo una muerte temprana, justo el día en que Monika aprobaba su carné de conducir.
Aún con todo lo anterior, las experiencias más dolorosas y destructivas tienen que ver con sus sucesivos fracasos sentimentales. Dos matrimonios fracasados por engaño del marido, una pareja que le abandona tras el parto y queda como madre soltera. ¿Por qué me dicen una cosa y luego hacen otra? Se pregunta. A lo que añade, con gran honestidad: necesitaba entender qué había de erróneo en mí para elegir siempre al hombre equivocado.
Tendrá diversas experiencias con el cristianismo, el hinduismo, el Islam… Buscando respuesta a sus preguntas vitales.
Es anecdótico el juego infantil: sus hermanos hacían de monaguillos, pero a ella no le dejaron por ser niña. Entonces cuando jugaban, ella no podía hacer de monaguillo, así que hacía el papel “que quedaba”, hacía de cura…
La pregunta sobre su vocación atraviesa todo el libro, toda su vida. El momento culminante es cuando, tras ir al paro, en la oficina de empleo le hacen unos “tests” que sirven de confirmación externa a lo que ella siempre ha deseado. Se matricula en la universidad de teología de Lucerna y comienza sus estudios. Son páginas de una alegría desbordante. El sueño que se hace realidad pese a sus dos empleos parciales para pagar sus facturas y las de su pequeña Anna de 3 años y la distancia de sus otros tres hijos (cuya custodia obtuvo su padre por motivos económicos, y que viven en una ciudad distinta).
Su vocación tiene ya su formulación concreta: la bella palabra alemana “Seelsorgerin”, intraducible, significa “cuidadora de almas”.
Piensa orientarse a asistente de pastoral cuando en un escaparate encuentra un libro sobre las “Siete del Danubio” (Roman Catholic Women Priests). Ahí une su vocación a su inquietud personal por la situación de la mujer en la Iglesia. Es ordenada diaconisa en 2004 y sacerdote en 2006. En medio, el microinfarto cerebral parece destruirlo todo. Pero ella no se rinde, y sigue adelante.
Escribe el libro “für dich”, para ti. Lo dedica a sus cuatro hijos. Pero también a aquellos lectores que están en búsqueda de la verdad, como ella se sitúa en numerosas páginas.
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