Número 34 – Por Pablo Dabezies 07/2014
Hace exactamente un año, publiqué una nota sobre la crisis que se estaba viviendo entre la asociación que reúne a un 80% de las religiosas de los EE.UU. (LCWR) y el Vaticano. La subtitulé “Un entredicho para seguir atentamente” porque, entre otras cosas, el asunto de las condenas a teólogos y otras medidas represivas o de censura en la Iglesia, había caracterizado a los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI. Por eso me parecía que este caso, en el que la Congregación para la Doctrina de la Fe (CFD) había dispuesto, con la aprobación del papa Ratzinger, la intervención de la LCWR, era como uno de los bancos de prueba para interpretar el naciente servicio de Francisco, quien no había suspendido la medida. Aunque hubiera dado unas cuantas señales de distensión, directamente o por medio sobre todo del Prefecto de la Congregación para la Vida Consagrada, el cardenal brasilero Braz de Aviz y el secretario Rodríguez Carballo.
Por mi parte había prometido seguir la evolución de este caso por lo que creo que se juega en él. Aquí comparto lo que he podido averiguar.
A un año
Las últimas informaciones recogidas databan de mayo del año pasado, con la audiencia que Francisco había concedido a la asamblea de las Superioras mayores de todas las Congregaciones femeninas en Roma. Allí, el papa no había hecho ninguna referencia directa a la LCWR, que había recibido muy mal las afirmaciones del Prefecto de la CFD, Müller, en el sentido de que el papa le había confirmado la intervención en la audiencia que le había concedido. Esta información dada oralmente por el cardenal alemán, nunca había sido ratificada por escrito, ni siquiera en el comunicado de prensa sobre el contenido de su conversación con el papa. Esto había dado lugar a que varios observadores, y las mismas líderes de la LCWR, dudaran de que Francisco hubiera sido bien informado.
Por la información que he podido recoger, el diálogo de las religiosas con el principal de los interventores nombrados por CDF, monseñor Peter Sartain, arzobispo de Seattle, prosiguió en términos aceptables hasta el presente, seguramente amparado en el nuevo clima de comprensión y transparencia promovido por el papa Bergoglio.
Sin embargo, casi un año después de esas declaraciones del cardenal Müller, la polémica reapareció de forma abierta. Al recibir al equipo dirigente de la LCWR en su visita anual a Roma, el prefecto pronunció una especie de discurso introductorio, que a la par de reconocer lo que las religiosas viven y hacen, les dirigió fuertes críticas. Ellas tienen que ver con lo que a juicio del prelado es un no acatamiento de parte de la LCWR del contenido de la intervención dispuesta por la CDF hace dos años.
Müller cita sobre todo dos hechos. El primero es la decisión tomada por las directivas de las religiosas de otorgar su premio anual a la monja teóloga Elizabeth Johnson, conocida y respetada autora de importantes obras, pero cuestionada por los obispos norteamericanos y por la misma CDF (ver nuestra nota en la edición de noviembre 2012). Müller juzga esa premiación como una “clara provocación”. El segundo hecho se refiere a la importancia que el liderazgo de la LCWR está dando desde hace ya más de un año al pensamiento de Barbara Marx Hubbard y su teoría de la “Evolución consciente”, que el prefecto juzga incompatible con la fe católica. La pensadora fue invitada hace dos años a hablar en la asamblea anual de la coordinación de religiosas.
Hay palabras significativas en la alocución del cardenal Müller que vale la pena citar: “Una vez más, pido disculpas si esto les parece excesivamente contundente, pero lo que tengo que decir es demasiado importante como para envolverlo en un lenguaje florido […] Tengo una deuda incalculable con las religiosas, que han formado parte de mi vida durante mucho tiempo. Ellas fueron las que me inculcaron el amor por el Señor y por la Iglesia y me animaron a seguir la vocación a la que el Señor me estaba llamando. Por tanto, las cosas que he dicho hoy nacen de un gran amor. La Santa Sede y la Congregación para la Doctrina de la Fe desean sinceramente que la vida religiosa prospere y que la LCWR sea un instrumento eficaz de apoyo para su crecimiento. Al final, lo importante es esto: la Santa Sede considera que la vitalidad carismática de la vida religiosa sólo puede florecer dentro de la fe eclesial de la Iglesia”. El llamado, duro y severo, a respetar las condiciones de la intervención decretada por la CFD, está envuelto en un tono que quiere ser de respeto y aun de reconocimiento (para leer el texto completo de Müller:http://www.noticiasglobales.org/documentoDetalle.asp?Id=1649).
La campana de la LCWR
Las religiosas, por su parte, emitieron el siguiente comunicado sobre la reunión: “El día 30 de abril, la presidencia de la LCWR (Carol Zinn, SSJ; Florence Deacon, OSF; Sharon Holland, IHM) y Janet Mock, CSJ, directora ejecutiva), se reunió con el Cardenal Gerhard Müller y algunos oficiales de la Congregación para la Doctrina de la Fe. El Arzobispo Sartain, delegado apostólico, estuvo también presente en la reunión. Las observaciones introductorias del Cardenal Müller dadas a conocer por la CFD, reflejan cuidadosamente el contenido del mandato comunicado a la LCWR en abril de 2012. Estas observaciones, en la forma en que fueron expresadas por la intervención del Cardenal, sirvieron como contexto para la discusión que siguió a continuación. La actual interacción con el Cardenal Müller y su staff fue una experiencia de diálogo respetuoso y comprometedor”.
A esta reacción escueta, publicada el 5 de mayo, siguió tres días más tarde una declaración de las mismas religiosas presentes en la reunión de Roma, dando más explicaciones sobre ella (ver el texto completo en https://lcwr.org/media/lcwr-statement-meeting-cdf-0. Al final del texto en inglés está el link a la traducción española). Allí, luego de relatar su experiencia global en su visita anual a la Santa Sede, consignando una serie de señales positivas y estimulantes, se refieren en concreto a la reunión con la CDF. Y dicen: “Durante nuestras reuniones en la CDF, la LCWR se entristeció al enterarse de que las impresiones de las últimas décadas sobre nuestra organización se han institucionalizado en el Vaticano, y que estas percepciones institucionalizadas han derivado en juicios y en definitiva, en la evaluación doctrinal. Durante la reunión se puso de manifiesto que a pesar de los máximos esfuerzos desplegados a través de los años, la comunicación se ha roto y como resultado, ha germinado la desconfianza. Lo que en esta reunión generó una apertura hacia el diálogo fue el escuchar de primera mano la forma en que la CDF percibe a la LCWR. No nos reconocemos en la evaluación doctrinal de la Congregación y nos damos cuenta, que a pesar de ese hecho, nuestros intentos por aclarar las percepciones erróneas han llevado a malentendidos más profundos. Este es un asunto muy complejo y sin embargo, la LCWR se sintió animada por los intentos tanto de la CDF como de la LCWR para encontrar un camino que honre la integridad y la misión de ambas”.
Y concluyen: “La pasión por todo lo que la Iglesia puede ser ahonda nuestro compromiso de permanecer en la mesa y hablar a través de nuestras diferencias. Queremos ser parte de la Iglesia Universal enraizada en el Evangelio; una Iglesia que escucha el clamor de los pobres y está unida en su respuesta […] Durante nuestra reunión con los oficiales del CDF, percibimos un movimiento hacia una conversación sincera y auténtica sobre algunas de las cuestiones que están en el corazón de nuestra fe y nuestra vocación. Hemos llegado a creer que la continuación de esta conversación puede ser una de las tareas más cruciales que nosotras, como líderes, podemos emprender por el bien del mundo, la Iglesia y la vida religiosa”.
Otras voces y reacciones
Por su parte, el arzobispo Sartain, que preside la comisión de tres obispos estadounidenses encargados de la intervención de la LCWR, habló también de la reunión en la que participó. Ante todo señaló que el intercambio fue “claro y abierto”, y que “todos los que participaron expresaron su gratitud por la franqueza y la amplitud de la conversación”, según informa Marco Tosatti en “La Stampa”. Y agrega que Sartain relató que el cardenal Müller agradeció a las hermanas por los progresos hechos en algunos sectores, “pero ha subrayado preocupaciones sobre áreas significativas de la Evaluación Doctrinal que aún no han sido tratadas y pidió señales de una colaboración más clara con la Santa Sede y con el arzobispo delegado”. “Estoy en todo de acuerdo con los problemas planteados por el cardenal y en los dos últimos años los he discutido con las líderes de la LCWR”, añadió Sartain, dando a entender que las religiosas parecen estar remisas en cooperar.
Como era de esperar, tratándose de algo de tanta relevancia para la Iglesia de los EE. UU, las reacciones no han faltado. Es difícil hacerse una idea precisa del estado de la opinión católica norteamericana. Desde que comenzó esta crisis las monjas han recibido apoyos significativos de los superiores de las congregaciones masculinas, así como de grupos importantes del clero y el laicado. Pero otras voces llaman a endurecer la mano, a dispersarlas sin más. Los obispos de USA, por su parte, siguen preocupados y molestos por la actitud de las religiosas. Aunque no tengo elementos para juzgar si a ese nivel ha habido algún cambio de clima luego de la elección (11/2013) de las nuevas autoridades de la Conferencia de obispos del país, en la cual Peter Sartain es el nuevo secretario.
Una opinión de peso: el cardenal Walter Kasper, en una reciente visita a los EE. UU. a comienzos de mayo, para presentar la traducción de su libro sobre la misericordia de Dios, preguntado sobre el caso comentó su desacuerdo con el discurso de su compatriota y co-cardenal Müller que según él, refleja las miras “estrechas que los oficiales de la Curia romana tienden a tomar”. Y recomendó a los católicos de ese país, que no dieran excesiva importancia al problema. Esta última observación coincide con versiones que atribuyen a Francisco el haber dejado conocer por vías informales a las monjas que no se preocuparan demasiado por sus entredichos con la CFD. Recuerdo que había dicho una cosa muy similar, en su momento, durante la conversación que mantuvo con la directiva de la CLAR. Kasper agregó: “Si uno tiene un problema con el liderazgo de las órdenes femeninas, entonces debe discutir con ellas, dialogar con ellas, intercambiar ideas. Quizás ellas deban cambiar algo. Quizás también la CDF tenga que cambiar un poco su manera de pensar. Esta es la manera normal de hacer las cosas en la Iglesia. Yo estoy por el diálogo. Y el diálogo presupone diferentes posiciones. La Iglesia no es una unidad monolítica” (tomado de National Catholic Reporter – NCR – online).
Se ha conocido también una carta al papa Francisco, enviada por la Asociación de los sacerdotes católicos de los EE. UU. (AUSCP), creada hace tres años y sin demasiada expresión pública hasta ahora. La carta, fechada el 3 de junio, fue dada a conocer el día 12. En ella, la asociación que representa un millar de presbíteros, critica el discurso de Müller a la LCWR, y sobre todo el hecho de que fuera conocido sin ninguna referencia a la discusión y diálogo que siguió. “Eso sirvió como un ‘rezongo’ público de la LCWR. ¿O acaso ese tipo de comentario unilateral y prematuro contribuyó a construir la verdad? ¿Ayudó al proceso y a la imagen pública de la Iglesia? Más bien este estilo revela lo que muchos consideran como abuso clerical/jerárquico de las religiosas, avergonzándolas públicamente”. Y dirigiéndose de forma directa al papa agregan: “Nosotros lo percibimos a usted como alguien que promueve un estilo por completo diferente de tratar las cuestiones que preocupan en la Iglesia, permitiendo un diálogo honesto, sin determinar previamente el resultado. El proceso que usa la CDF nos parece alejado de Hechos 15 y del Vaticano II”. La carta está firmada por el presidente de la AUSCP, James Cooper y los nueve miembros de la directiva.
En busca de responsables
No faltan quienes se preguntan acerca de dónde está la fuente de la dura forma de tratar a las religiosas en Roma. Porque son unos cuantos los que marcan las diferencias de estilo, y no solo del papa Francisco y el cardenal Müller. Diferencia que por ejemplo se había verificado en el tratamiento de la cuestión de los divorciados y vueltos a casar, en el momento del consistorio de febrero, en lo que se vio envuelto por igual el cardenal Kasper.
A este respecto, en los EE. UU. hay quienes piensan que la verdadera persistencia del problema radica en la hostilidad de obispos norteamericanos con relación a la LCWR. Así lo dice la hermana Maureen Fiedler, dedicada sobre todo al diálogo interreligioso y que escribe en NCR: “El continuo apoyo de los laicos [a la LCWR] en los USA es importante. Pero tal vez esos hermosos manifestantes deberían enfocar sus protestas hacia la Conferencia de Obispos, o las oficinas de las curias, o las catedrales. Pidan a los obispos que envíen un nuevo mensaje a Roma. Y rápido. ¡Ya basta!”
De modo no tan directo pero con énfasis parecido, se han dirigido últimamente a Roma, y en concreto al papa Francisco, por canales no oficiales, diversas manifestaciones y peticiones que demuestran apoyo a las monjas y deseos de que se cambie la manera en que se está tratando su caso.
Doy algunos elementos de dos de textos, uno conocido y el otro aún no. El primero es un editorial del NCR del 23 de mayo: “En su discurso a los peregrinos en la Plaza de San Pedro del 11 de mayo, el papa Francisco se apartó del texto preparado y les dijo que llamasen a las puertas de sus pastores, añadiendo que esto haría mejores a los obispos y sacerdotes. “Encordien a sus pastores, moléstennos, a todos nosotros, pastores, de modo que les demos el alimento de la gracia, de la doctrina y de la orientación”. Al día siguiente por la mañana, en la Misa en Santa Marta, Francisco predicó sobre Hechos 11,1-18, donde Pedro dice a la iglesia reunida en Jerusalén que los gentiles también han llegado a creer en Jesús. Francisco dijo que Pedro había abierto las puertas de la Iglesia para todos. ‘¿Quiénes somos nosotros para cerrar puertas?’ preguntó. […] Papa Francisco, hoy estamos aquí para molestarte, para llamar a tu puerta hasta que la abras. Estamos llamando en nombre de los católicos bien creyentes de Estados Unidos, que se encuentran entre los millones de personas de todo el mundo a quienes has inspirado y alentado en su misión de renovar la Iglesia. Y hoy estamos llamando específicamente en nombre de nuestras religiosas lastimadas y tergiversadas, cuyas visiones sobre el ministerio encomiendan a la Leadership Conference of Women Religious. La LCWR es la cabeza pensante del cuerpo de las religiosas católicas. Francisco, no estamos solos. Los católicos a lo largo de nuestra nación estamos llamando a tu puerta en nombre de estas mujeres creyentes, centradas en Cristo. […] El trabajo de la LCWR no debería ser impedido o disminuido. Necesita ser alentado y celebrado. Nos encontramos con una dolorosa desconexión entre el modo como están siendo tratadas y la Iglesia del encuentro que tú predicas. Estamos llamando y esperando tu respuesta. Nos preguntamos: ¿Cuál es la causa de esta grave desconexión? La respuesta, la conclusión a la que hemos llegado, es el miedo. Miedo de permitir a las mujeres el sentarse a la mesa. Miedo, tal vez, a la posible imagen de una Iglesia inclusiva. […] Mantenerlas fuera nos disminuye a todos. Francisco, nada de lo que nos has enseñado desde el primer día de tu pontificado indica que seas un obispo impulsado por el miedo. Por el contrario, pareces tranquilo y en paz contigo mismo. Tu humilde confianza dice que la pones en el Espíritu. Son señales saludables de que el Espíritu está vivo dentro de ti. Confía en ese Espíritu, esa confianza te servirá bien […] La LCWR no pretende ser perfecta. Pero los ‘errores’ que pueda haber cometido no proceden de una falta de fidelidad. Cualquier error procedería de una dedicación a la fidelidad que tú articulas en tu visión de la Iglesia: una visión profética que abre espacio para el cambio y no tiene miedo, cuando se mueve hacia adelante, asumiendo riesgos en nombre de los necesitados del mundo […] Francisco, escucha la llamada de tu pueblo. Abre las puertas a la LCWR y rompe el impasse con la Congregación doctrinal. Abre las puertas para que pase todo el pueblo de Dios. Permanecemos en la confianza de que responderás guiado por tu instinto evangélico de piedad, amor e inclusión” (el texto completo en español del editorial está en:http://ecupres.wordpress.com/2014/06/03/monjas-estados-unidos-interpelan-a-francisco/).
Un mes después, algunas revistas y fuentes de información, dan cuenta de que se habría enviado en estos días una carta al papa anunciada por el grupo “Alianza de Católicos por el Bien Común”, defendiendo a las religiosas de la LCWR y rechazando el actuar de la CDF. “Creemos, dicen, que la reciente crítica a la LCWR ha sido injusta. Parece que se esté ignorando su llamado por una ‘Iglesia que trabaja a favor de los pobres’ y se elija en cambio acusar a la LCWR de no poner en primer lugar las enseñanzas que usted ha dicho que debían ser consideradas en una perspectiva correcta, especialmente si se las coloca en referencia a la necesidad urgente de que nuestra Iglesia sea guiada por ‘pastores con olor de oveja’ y que se concentra en las necesidades de los ‘últimos’ entre nosotros”. Y concluyen: “Hoy pedimos solo que el trabajo de estas mujeres sea honrado en lugar de ser criticado, y que su generosa dedicación no sea impedida por las sanciones punitivas de los últimos años”. La misiva está firmada por seis teólogos, los líderes de la Alianza, la Red de Acción Franciscana y ex líderes del Center of Concern y la Sociedad Católica de Teología de América (cf. ncronline.org).
Dos palabras como conclusión
Creo que es posible extraer alguna conclusión provisoria de la evolución del conflicto, al mismo tiempo que expresar el deseo de una justa y evangélica solución.
1. Esta situación es en su totalidad una herencia que ha recibido Francisco. Tanto las primeras denuncias como la intervención decretada en 2012 son anteriores a él. Si se mira el impulso que Francisco está dando a la colegialidad episcopal y la tendencia a confiar a los obispos de cada lugar el tratamiento de los problemas que se suscitan en su territorio, el asunto de la LCWR parece una mezcla de lo antiguo y lo nuevo. Una posible intervención directa del papa podría desbloquear las cosas, pero difícilmente él vaya a desautorizar al prefecto de la CDF a quien confirmó en su cargo. Habrá que continuar siguiendo la evolución del caso por lo que pueda indicar hacia el futuro.
2. Esta tendencia a responsabilizar a cada episcopado de los asuntos que afectan a su Iglesia, tiene indudablemente un signo positivo en cuanto favorece el gobierno colegial de la Iglesia y disminuye el centralismo romano, valora el magisterio local, etc. Pero al mismo tiempo, teniendo en cuenta las realidades concretas, es cierto que hace depender mucho las cosas de la tendencia más o menos abierta y dialogante de cada episcopado. Por otra parte, la actitud de la LCWR deja a veces la impresión de estar poco dispuesta a reconocer la necesidad de algunos cambios. La vía de un diálogo exigente sigue abierta…
http://www.obsur.org.uy/carta/hechosdichos/index/493
http://amerindiaenlared.org/biblioteca/5887/dialogo-trabajoso-pero-dialogo-la-evolucion-del-caso-de-las-monjas-norteamericanas
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