“Mujeres fuertes que ya desde antiguo, complementan la visión “masculina” de la teología con una rica experiencia “femenina” tan llena de valores y matices nuevos. No pueden ignorarse ni dejar encerradas sus palabras y vivencias que tanto pueden decir hoy a nuestro mundo ardiendo de sed de Dios pero sin referentes y perdido en un mundo secularizado que no le permite vislumbrar la Luz que le conduce a la Verdad a la felicidad, en definitiva, a Dios.” (S. Marina Medina Monasterio Cisterciense de la Sta. Cruz)
“Son mujeres portadoras de sabiduría, y se nota la diferencia: su sabiduría no es erudición, es saborear.” “Caminan hacia una humildad muy realista en la que dicen: «tenemos que saber quiénes somos, tenemos que conocernos muy bien, y a continuación integrar nuestro ser. De alguna manera, hagámonos amigas de lo que somos, porque si no, no vamos a salir adelante». (Marifé Ramos)
¿QUIENES FUERON LAS AMMAS DEL DESIERTO?
Mujeres cristianas de los siglos IV y V, fundadoras de algunas de las primeras comunidades femeninas, para que su sabiduría se hiciera accesible a un público más amplio. Parece que pudieron llegar a ser unas 20.000.
Amma = “madre espiritual”
Amma, término utilizado para designar a una “madre espiritual”, es el equivalente de abba, nombre que se da al “padre espiritual”. Amma, dice Mary Forman, «se refiere a la capacidad de convertirse en guía espiritual de otras personas y no está explícitamente asociado al rol de las abadesas o superioras.»
Aún cuando la vida de estas madres del desierto ha sido descubierta hace poco, sus biografías y sus historias son un tesoro de sabiduría que revela el rol fundamental que desempeñaron en la fundación del monacato. Sus nombres son María de Egipto, Sara, Teodora, Sincletica, Melania, María hermana de Pacomio, Marcela, Macrina hermana de Gregorio de Nisa, entre muchas otras. Mujeres sabias, portadoras del Espíritu y estudiosas de la Escritura, las ammas del desierto pusieron sus virtudes y sus dones al servicio de los demás. Enamoradas de Dios, del desierto y de la oración, fueron auténticas guías espirituales para todas las personas, hombres y mujeres, que las necesitaban.
Esta es una herencia para todas las mujeres de hoy, una herencia que debemos conservar porque es parte de nuestra historia además de un estímulo para el futuro. (Nuria Calduch-Benages)
Las Madres vivían en el desierto, una vida ascética y dura, hace muchos siglos. Demostraron que la contemplación y la vida espiritual y ascética, no es sólo patrimonio de los hombres y que nosotras, las mujeres, tenemos una especial y fina sensibilidad para captar las resonancias del Amor.
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AMMA MACRINA
“Sí, realmente, una gran mujer que sabía lo que quería y a ello se dedicó con todas las fuerzas de su corazón sin dejar que ningún obstáculo se interpusiera en su camino. No fue una decisión que acabara en el olvido, la llevó a cabo hasta sus últimas consecuencias, día a día, sin cansarse pues en Dios encontraba su fuerza, su gozo y su descanso.”
El legado monástico femenino de Santa Macrina, fue modelo de las generaciones sucesivas. Ella marcó con su propio ejemplo, unas pautas de vida que constituían un eco fiel de lo practicado en los desiertos de Egipto: desprendimiento de todo lo mundano; carencia de lo superfluo; pobreza en el vestir; austeridad en la comida; canto ininterrumpido de salmos, bien el Oficio coral o como rumia a lo largo de la jornada; trabajo manual moderado.
Mas en Annesi también hubo notas distintivas y originales dotadas de más sensibilidad: espíritus más instruidos; sentimientos más delicados; formación ascética más íntima; y apariencias externas menos espectaculares. Hasta el mismo paisaje era encantador pues estaba constituido por las bellas riberas del Iris.
Macrina influyó notablemente en la historia del cristianismo del siglo IV. Gracias a su influencia sobre su hermano Basilio, éste se hizo eremita, fundó monasterios y trazó las reglas que regirían la vida monástica en la Iglesia Ortodoxa.
Debido a su fuerte e importante influencia sobre sus hermanos Macrina también ha influido mucho en la construcción del monacato cristiano: San Benito se inspiró en Basilio de Cesarea para redactar su Regla. De Macrina a San Benito, la historia del monacato cristiano, fue modelado basándose en un fuerte ascetismo, en la lectura de las Sagradas Escrituras y en el papel de las vírgenes como metáforas vivas del Paraíso Perdido.
A través de su vida, vemos que es una mujer la conductora intelectual de la familia. Como guía y protectora espiritual era ella la “maestra”, mi “señora”. Y esto representa un cambio en la mirada masculina en relación a la mujer. Nació dentro de una familia cristiana y se creía que el principal beneficiario con la devoción de la virgen, era el dueño de la casa, y por eso, la asceta era un ejemplo de comportamiento, de pureza. Según nos relata Gregorio en su obra “De la Virginidad”, las vírgenes se mantenían siempre unidas y a tiempo completo con Dios, y por eso Macrina se encontraba en la frontera entre el mundo visible y el invisible.
El modelo de Macrina, fortaleció la idea vigente de aquel entonces, donde la mujer consagrada era un depósito de valores para las comunidades cristianas. Estas mujeres consagradas, eran las kanonikai, es decir, mujeres comprometidas con un canon, una vida regular y ascética cotidiana en un pequeño grupo espiritual y orgánico que las destacaba de las otras fieles. Nacía así, el ideal ascético cristiano femenino. Macrina también influyó en la actitud ambivalente de la sociedad patriarcal de Bizancio en relación a la mujer: entre Eva y María, entre el ideal ascético cristiano de la virginidad y el del celibato, y la “promoción” del matrimonio. Por tanto, Macrina es modelo de mujer santa y de abadesa medieval.
A largo plazo, Macrina y su modelo ascético fortaleció el discurso del polo positivo femenino cristiano: la exaltación de la virgen, con su poder de donación, intrínseco a su sexo, su influencia cristiana dentro de la familia (2 Tim), y su papel de ayuda y auxilio en la conversión de los pueblos al cristianismo.
Y este papel dentro de la conversión, es un atributo plenamente femenino y se ve en una carta de Basilio de Cesarea a los habitantes de Neocesarea, que muestra la fuerza de la imagen de Macrina, la fuerza cristiana femenina en la difusión del cristianismo en el siglo IV, y como ella les transmitió a todos los hermanos la doctrina de Gregorio (Taumaturgo) que había conservado de la tradición oral y así, los formó en los dogmas de la piedad.
La virgen, además de ser un espejo de la pureza de Dios, el principal papel femenino que los hombres veían en las mujeres, era la transmisión de la fe en las familias. Propagar la fe por medio de su amor infinito resguardado en su virginidad eterna[38].
Realizando este estudio por la vida de Santa Macrina, sólo me cabe exclamar: ¡QUÉ MUJER! Sí, realmente, una gran mujer que sabía lo que quería y a ello se dedicó con todas las fuerzas de su corazón sin dejar que ningún obstáculo se interpusiera en su camino. No fue una decisión que acabara en el olvido, la llevó a cabo hasta sus últimas consecuencias, día a día, sin cansarse pues en Dios encontraba su fuerza, su gozo y su descanso. Con la mirada dirigida hacia las realidades celestiales desestimó los bienes de este mundo caduco en nada comparables a los eternos. El inmenso amor hacia el Señor, permitió a Macrina vivir una vida de total consagración a Él a través de la austeridad y la ascesis vividas en el amor. Por ella, muchas otras mujeres abrazaron el mismo estado de vida y aprendieron de ella la vida de renuncia por Dios.
También resulta admirable el influjo que causó en los miembros de su familia, ya que sin ella, la historia no sería la misma. A ella le debemos un San Basilio como hoy día es conocido y lo mismo podemos decir de San Gregorio de Nisa. Y ni decir tiene, que la Regla de San Basilio le debe mucho a su hermana y su vida de virginidad junto con otras vírgenes.
De Santa Macrina se puede hablar, escribir y aprender mucho más de lo que estas pobres páginas pueden decir. Sólo baste leer lo que de ella se sabe y gustarlo con la inspiración del Espíritu para sacar provecho espiritual de esta virgen que supo dedicar su vida a Dios sin otra ocupación que el servirle y amarle.
AMMA TEODORA
“Amma Teodora avanzaba por el camino de la liberación interior, para descubrir el Dios-Misericordioso que es Padre y Madre.”
“Ni la rigidez de la observancia monástica, ni las austeridades corporales, nos salvan, sino la humildad sincera”
Es una mujer culta y con conocimientos teológicos, de finales del sIV. Como Sara vivió cerca de Alejandría. Tenía una gran penetración psicológica, y era muy delicada y prudente.
Mientras los apotegmas de los Padres se centran más en la ascesis, la renuncia, y la penitencia, Amma Teodora, igual que las otras Ammas, hacen más atención a Dios y a vivir en Cristo a través de las Escrituras.
Amma Teodora avanzaba por el camino de la liberación interior, para descubrir el Dios-Misericordioso que es Padre y Madre.
Las sentencias de Teodora están llenas de juicio: “como los árboles que necesitan el paso de las estaciones para crecer, nosotros tenemos que pasar el invierno con el fin de dar buenos frutos”.I decía :”Ni la rigidez de la observancia monástica, ni las austeridades corporales, nos salvan, sino la humildad sincera”. Explicaba que un anacoreta que sacaba demonios, un día preguntó a los espíritus malignos qué era lo que les hacía marcharse: ¿El ayuno? ¿Las vigílies? Pero ellos respondieron de que nada los vencía tanto como la humildad. Entonces añadía ella: “Sólo la humildad nos da la victoria”.
Un día explicó a un monje que quería marcharse del monasterio para no tener que pasar por tentaciones, que en una ocasión un monje cogió le sandalias para marcharse, y vio al demonio que haciendo lo mismo le decía: “No te marches por mí, porque allí donde tú vayas yo te precederé”.
Y recomendaba a los que dirigen las comunidades que tienen que renunciar tanto a querer dominar, como a buscar adulaciones, siendo pacientes, humildes, y rectos. Condescendientes con equilibrio, y amando sin hacer distinciones.
Ella estaba convencida que las dificultades las llevamos todos dentro y que nos acompañarán siempre.
Se explica que un día Abba Teófilo le preguntó qué quería decir “redimir el tiempo”, y ella le respondió que era “aprovechar todo lo que te viene, para transformarlo en virtud.” Y añadió: “si te hacen una injuria, aprovechala para ser humilde y penitente. Así el tiempo se convierte en una ganancia”.
Según ella ni la ascesis, ni las vigílias, ni nada nos salva, sino la humildad sincera. La humildad que proviene de un auténtico conocimiento de uno mismo, es, pues, la principal herencia de Amma Teodora.