Cuando a los ovarios se les llamaba testículos
Agnódice fue la primera mujer que ejerció como ginecóloga aunque para ello tuvo que disfrazarse de hombre. Obtuvo mejores resultados que sus colegas masculinos de profesión
La Atenas del s.V a.C, fue, la primera democracia griega de la Historia. Los ciudadanos tenían derecho a voto, a participar en la vida política y en la gestión de la polis, pero aquella sociedad modélica en lo político y cultural, al mismo tiempo, toleraba la misoginia.
Por ciudadano sólo se entendía al “varón nacido en Atenas, de progenitor ateniense, de condición libre”. En realidad estos, eran una élite minoritaria, que representaba menos de la cuarta parte de la población total de la vieja Atenas. Fuera quedaban esclavos, niños, extranjeros, y , por supuesto, las mujeresrelegadas de cualquier participación en la vida pública.
Pero algunas de esas mujeres, no se conformaron con ser discriminadas injustamente y, en la medida de sus posibilidades, lucharon por acceder a los campos profesionales que les estaban vedados, simplemente, por el hecho de no haber nacido dotadas de un apéndice llamado pene.
La histeria, el mal de la mujer
En aquella sociedad se creía que la mujer no pensaba con la cabeza, sino con el útero, con las entonces llamadas ‘ultimas partes’ (‘hystéra’), de ahí que fuera tildada de histérica.
Esa tendencia a despreciar todo lo femenino se reflejaría incluso en la fisiología femenina, como demuestra el hecho que no existiera un término científico para designar a los ovarios. En los tratados se aludía a ellos con la misma palabra utilizada para los testículos (órxis’), por lo que sólo recurriendo al contexto en el que aparecía el término podia deducirse si se estaba haciendo referencia a un hombre o a una mujer.
La práctica médica era prohibida a las mujeres
En el siglo IV a. C., los griegos habían promulgado leyes que prohibían a las mujeres estudiar medicina, y más aún practicarla so pena de muerte.
La práctica de la medicina en aquella Grecia estaba completamente fuera del alcance de la mujer, quien, según atestiguan textos de filósofos tan importantes como Platón o Aristóteles, era considerada como una menor de edad e incluso como una mala copia de los hombres.
Y es que, hablar de medicina en Grecia es hablar del mito masculino del Apolo sanador y de su hijo Asclepio o del sabio centauro Quirón que lo conocía todo acerca de las hierbas sanadoras. Médicos griegos, profesionales masculinos de la medicina sobre los que destaca la figura de Hipócrates, como “el padre de la medicina”. Ningún ejemplo de mujer.
Agnódice la primera médica y ginecóloga de la Historia
Pero hubo una mujer que, sin embargo, se rebeló contra esta tiranía masculina de la medicina: Agnódice.
Agnódice fue una sabia mujer que vivió en la Atenas del siglo IV a.d.C y que por nacimiento pertenecíó a la alta sociedad ateniense.
A pesar de su elevada posición social, Agnódice estaba deseosa de estudiar medicina y de poder ejercer tan noble profesión para ayudar a las parturientas. Sin embargo su sueño era complicado de alcanzar, ya que la medicina les estaba vetada a mujeres como ella en el año 350 antes de Cristo, así que no le quedó otro remedio que cortarse el cabello y vestirse de hombre para poder seguir los cursos del célebre médico Herófilo donde consiguió los mejores resultados lo que la convirtió en ginecóloga.
La historia cuenta, que muchas pacientes frecuentaron su consulta y que sus colegas de profesión, envidiosos de sus éxitos, la denunciaron ante el Areópago, incluso se cuenta que la acusaron de violar a dos pacientes. A Agnódice no le quedó más remedio que revelar su sexo, corriendo el riesgo de ser condenada a muerte, por haber ejercido siendo mujer, violando la ley.
Pero afortunadamnete, esta médica extraordinaria, tuvo el apoyo de las mujeres de algunos de los principales ciudadanos de la polis, a las que había curado. Sus distinguidas clientas atenienses increparon y presionaron a los magistrados en favor de su ginecóloga, consiguiendo, finalmente, que la ley fuese inválidada.
“Vosotros los hombres no sois esposos sino enemigos, ya que condenáis quien descubrió la salud para nosotras” “Si ella no puede acercarse a nuestros cuerpos enfermos, tampoco lo haréis vosotros a nuestros cuerpos sanos”
Agnódice fue absuelta. Un año después, el Consejo Ateniense modificaba la ley autorizando a las mujeres a estudiar dicha carrera.
Según algunas crónicas, fue así como el ejercicio de la medicina se abrió al mundo femenino, al menos por lo que respecta a Atenas.
La medicina hipocrática no tardó en extenderse , en auqel contexto existían lasobstetrices o Comadronas y las feminae medicae o ginecólogas. Las primeras atendían los partos sencillos, pero debían llamar a los médicos cuando surgían complicaciones; las segundas eran expertas en las enfermedades propias de la mujer.
Como curiosidad, etimológicamente la palabra Ginecología viene del griego, de la unión de dos palabras mujer, y estudio. Se puede decir que es la ciencia de la mujer, o la especialidad que trata las enfermedades del sistema reproductor femenino (Útero, Vagina y Ovarios), aunque explícitamente el término no haga referencia a ninguno de estos tres elementos.
Tendria que ser muchos siglos más tarde, ya entrados en el primer milenio de nuestra era, en un mundo todavía dominado por hombres donde dificilmente las mujeres podian acceder al conocimiento, cuando Trotula de Salerno (1110 – 1160),otra mujer, se abrió camino en el campo profesional de la ginecología.
Trotula de Salerno, fue la primera mujer, que trató sobre temas de ginecología y obstetricia y dejó escritos sus pensamientos y reflexiones. Parece ser que sus ideas fueron tan eficaces y novedosas que hasta el siglo XX existieron voces que quisieron dudar de su existencia.
Conclusión
Agnódice fue la primera mujer que ejerció libremente como ginecóloga,aunque para ello tuvo que disfrazarse de hombre, como tantas otras mujeres de la antigüedad. La historia de Agnodice se perfila entre el mito y la realidad, pero nos hace reflexionar sobre el coraje de una mujer, adelantada a su tiempo, que pese a su privilegiada condición social quiso dedicar su vida a ayudar a otras mujeres, y a luchar por ejercer su práctica profesional en el campo de la ciencia.
Para ello sorteó muchos riesgos, levantó muchas envidias entre sus compañeros médicos y arriesgó su vida. Afortunadamente su historia difiere de tantas otras con un final feliz.
Recomendamos la lectura de la novela histórica de la escritora Gillian Bradshaw,inspirada en la historia de Agnódice llamada “El faro de Alejandría” está excelentemente ambientada en el contexto del s. IV de nuestra era en tres escenarios, Éfeso, Alejandria y Tracia.
La protagonista es una joven, Caris, de origen noble que huye de su país Éfeso, en Antoquía (actual Turquía) en dirección a Alejandría (centro cultural de la época), para cumplir su sueño de estudiar el arte de la medicina hipocrática y poder dedicar su vida a esta noble profesión. Para ello se convertirá en ayudante de un médico alejandrino judío tratando de camuflar su naturaleza femenina bajo el aspecto de un joven eunuco llamado Caritón.
Extraído de: http://arquehistoria.com/cuando-a-los-ovarios-se-les-llamaba-testiculos-7632
lunes, 31 de agosto de 2009
Agnodice, primera mujer médica y ginecóloga
Esta extraordinaria mujer vivió en Atenas durante el siglo IV antes de Cristo (300 a.C.). Unos tiempos en los que ellas estaban sometidas a ellos. Así, por ley.
Sus padres, sus hermanos, sus esposos e incluso sus propios hijos controlaban su vida. Como si no fueran personas de fiar. O sea. Auténticas ciudadanas de tercera.
Por eso mismo todo tipo de conocimientos les estaba vedado: las matemáticas, la física, la cosmología, la medicina, la filosofía. Un status aceptado por todas ellas. Bueno por la gran mayoría. Alguna que otra no estaba conforme con su suerte.
La prohibición que por ley, las atenienses tenían para la práctica de la medicina, no era compartida por Agnodice. Una brillante joven de la alta sociedad ateniense que deseaba ser ginecóloga.
Y ni corta ni perezosa, y apoyada por su padre, se cortó el cabello, y vestida de hombre, asistió a las clases del célebre médico Serófilo, en Alejandría. Quería especializarse en la, entonces, incipiente disciplina de la Ginecología. Y lo consiguió. Vaya que sí.
Obtuvo los mejores resultados en los exámenes y se hizo ginecóloga, perdón, ginecólogo. Nadie, durante todo ese tiempo, se percató de su condición femenina.
Al volver a Atenas ejerció su profesión, eso sí, disfrazada de hombre. Y lo hizo alcanzando un gran prestigio entre las mujeres de la aristocracia.
Lo que provocó los celos profesionales del resto de los médicos atenienses, que hicieron correr el rumor de que “es uno de los que seduce y corrompe a las esposas de los hombres”. Si la envidia fuera tiña.
Incluso fue acusada de violar a dos de sus pacientes. Ya me dirán ustedes.
En su defensa, Agnodice, decidió revelar su verdadera identidad, su condición de mujer. Lo que agravó aún más la situación. Ahora lo que violaba era la ley que prohibía a las mujeres ejercer la medicina. Y eso era peor, pues estaba penado con la muerte.
Una sentencia que, por suerte, no llegó a cumplirse, merced al movimiento que organizaron las mujeres atenienses. Prometieron matarse en el caso de que se cumpliera la ejecución.
Comadrona de Atenas
Fruto de esta presión social femenina los magistrados, no sólo absolvieron a Agnodice, sino que le permitieron continuar con el ejercicio de la medicina, vestida y peinada como quisiera. Es más, al año siguiente, el Consejo Ateniense modificó la ley y autorizó a las mujeres a estudiar dicha carrera. Eso sí, sólo podrían tratar a mujeres. Algo es algo y, por supuesto, más que nada.
A caballo entre el mito y la realidad, la vida de Agnodice nos muestra el deseo y la valentía de una mujer por la ciencia.
Una devoción que le hace saltar todas las reglas y correr todos los peligros, con tal de poder ayudar a sus semejantes. Una adelantada de su tiempo.
LA PRIMERA MUJER MÉDICO: DOCTOR JAMES BARRY
Elizabeth Blackwell (1821-1910), nacida en Inglaterra, fue la primera mujer que estudió (en el Geneva Medical College en Nueva York), y ejerció la medicina, pero existen suficientes pruebas para aseverar que fue precedida por otra notable mujer, quien para poder estudiar medicina y ejercerla durante toda su vida, fingió ser hombre.
Esa mujer fue conocida en el mundo médico como el doctor James Barry.
La historia de James Barry comienza en un lugar indeterminado en un año cercano a 1795. A los 13 años finalizó la escuela de medicina, y tras unos años de espera, en 1813 se alistó en la Armada Británica. Allí sirvió con distinción en muchas de las colonias que la corona británica tenía, incluyendo India, Sudáfrica y Canadá.
Estando en Sudáfrica, Barry se convirtió en el primer cirujano del Imperio Británico que realizó con éxito una cesárea donde tanto la madre como el hijo sobrevivieron. Antes de eso, este tipo de operación sólo se realizaba cuando la madre estaba muerta (o casi).
Pasaron los años, y Barry continuó haciendo méritos. Poco a poco, fue ascendiendo hasta lograr el rango de Inspector General de Hospitales de la Armada, aunque también tuvo tiempo para trabajar con la Marina Real mejorando las condiciones sanitarias de los marineros.
Hasta aquí puede parecer una trayectoria admirable, aunque no todo lo extraordinaria que podríamos esperar. Entonces, ¿de dónde viene eso del mito?
Pues de que según se dice, James Barry era una mujer.
En aquellos tiempos, una mujer no podía acceder a estudios médicos, ni mucho menos llegar a ejercer como doctor o cirujano. Por ese motivo, desde su infancia (cuando comenzó en la escuela de medicina), disimuló su sexo para poder aprender y trabajar de aquello que realmente le interesaba.
Al parecer, su habilidad para ocultar su verdadero sexo fue tal que hasta que no murió en 1865 y se le realizó la autopsia, no se descubrió el engaño. Incluso se dice que llegó a disimular un embarazo, y que se encargó ella sola de dar a luz y realizar todos los cuidados.
http://www.erroreshistoricos.com/curiosidades-historicas/la-primera-vez-en-la-historia/1110-la-primera-mujer-medico-doctor-james-barry.html
La primera doctora, Elena Cornaro (1646-1684)
Inteligente y erudita, Elena Cornaro fue la primera mujer de la historia que consiguió doctorarse en una universidad. Para ello se volcó de lleno en el estudio llegando a realizar en secreto votos de castidad y evitar así un futuro como madre y esposa, algo incompatible con sus inquietudes.
Virtuosa y casta
Elena Lucrezia Cornaro Piscopia nació el 5 de junio de 1646 en el precioso palacio Loredan de Venecia. Era la tercera hija de Giovanni Battista Cornaro-Piscopia, procurador de San Marcos, y Zanetta Boni. Como muchas damas nobles, Elena recibió una educación excepcional para las mujeres. Pronto destacó en muchas facetas. A los 7 años ya hablaba con fluidez latín, griego, hebreo, español, francés y árabe y con 17 era una virtuosa de instrumentos como el arpa o el violín.
Consciente de que su talento sería enterrado tras los muros de un hogar en cuanto tuviera edad de casarse, Elena decidió realizar en secreto votos de castidad. Se predisponía así a llevar una vida alejada de los roles tradicionales de las mujeres y aspiraba con su renuncia a ser respetada por los hombres eruditos y estudiosos.
El primero en reconocer la sabiduría de Elena fue su propio padre quien no dudó en mandar a su hija a la universidad de Padua. Allí se volcó en el estudio de matemáticas , gramática, filosofía y teología.
Un examen multitudinario
El 25 de junio de 1678 Elena Cornaro conseguía el primer doctorado alcanzado por una mujer en toda la historia. El merecido honor lo conseguía tras una hora de discurso en latín clásico hablando de Aristóteles ante una multitudinaria concurrencia. Autoridades universitarias, profesores, estudiantes, senadores y múltiples asistentes de Padua y otras universidades de Italia se rindieron ante la sabiduría de Elena.
Enseñanza y caridad
Tras doctorarse, dedicó su vida a la enseñanza de las matemáticas por varias universidades europeas. Además del estudio, ingresó en la orden benedictina destinando parte de su tiempo a la caridad.
El 26 de julio de 1684, con tan sólo 38 años, Elena Cornaro murió de tuberculosis. Cuatro años después su obra se publicaba en Parma.
Está enterrada en el monasterio de San Giustina de Padua, tal y como fue su deseo.
http://www.mujeresenlahistoria.com/2011/08/la-primera-doctora-elena-cornaro-1646.html
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