Colombia está ingresando en la era de la sociedad en proceso de envejecimiento y está dejando atrás la sociedad juvenil. En cinco años, la población de más de 60 años crecerá aceleradamente. De hecho, ya empezó.
El estudio ‘Misión Colombia envejece’, revelado esta semana, muestra que los mayores de 60 años en el país están creciendo a razón de 255.000 por año. Hoy son 5,2 millones y en los próximos 35 años, 8,9 millones se unirán a ese grupo. En total, 14,1 millones.
En 1985, esta franja de edad representaba el 7 por ciento de la población. El año pasado había subido al 10 y a partir del 2020 comenzará un proceso que llevará el porcentaje al 23 por ciento en el 2050, cuando el país tendrá 61 millones de habitantes. Será vieja la cuarta parte de la población. (Además: ‘Muppies’, la generación del recambio)
Las proyecciones muestran que los viejos se envejecerán más, es decir, vivirán más tiempo: una de cada cinco personas mayores tendrá 80 años y más. En 1985 eran 180.000, hoy son 670.000 y en el 2050 serán 3,1 millones. Esto es porque pasarán de representar el 8,3 de los mayores en 1985 al 21 por ciento en el 2050.
El informe indica que, mientras que los adultos de 80 años y más se multiplicarán por 17, el grupo de 40 a 50 se triplicará en el periodo de 1985 al 2050 y el de más de 60 años crecerá 6,4 veces.
Lo que deja claro este estudio, liderado por la Fundación Saldarriaga Concha y Fedesarrollo, es el llamado bono demográfico, es decir, una mayoría de población joven y en edad productiva frente a la dependiente que se acerca a su fin. (Lea:Conozca a los ‘Millennials’, ¿la generación que salvará al planeta?)
De aquí al 2020, el país ingresa a lo que el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (Celade) define como el impuesto demográfico: más población dependiente, representada en los viejos, versus la población económicamente activa.
Detrás de esta transformación están tres indicadores que han cambiado desde mediados del siglo XX: la reducción de la tasa de fecundidad, que pasó de 6,8 a 2,2 hijos; el aumento de la esperanza de vida al nacer, que subió de 50,6 a 74 años en promedio, y la reducción de la mortalidad infantil, que bajó de 123 a 16,5 muertes por mil niños nacidos vivos.
“Quienes nacen hoy tienen la probabilidad de vivir hasta cien años”, dice Elisa Dulcey-Ruiz, directora de la Fundación Cepsiger para el Desarrollo Humano. (Lea: Mininterior radica proyecto que reglamenta consejos de juventud)
En 1985, el país tenía 13 personas mayores por cada 100 en edad activa; el año pasado, la proporción era de 14 a 100 y en el 2050 será de 40 por cada 100. Lo que Celade llama impuesto demográfico implica que la sociedad debe prepararse para disponer y asignar más recursos a la población mayor, con los costos económicos y financieros que implica.
Lucas Correa Montoya, uno de los investigadores, advierte que el envejecimiento de la población “tiene que ver con el desarrollo social y la riqueza”. Según él, en la medida en que una ciudad o un municipio son más desarrollados, más ricos, tienen más oportunidades, mayores niveles de ingreso y mejor educación, la población envejece”.
Por eso, en Colombia no todas las ciudades están envejeciendo a la misma velocidad. Los municipios sumidos en la pobreza y atrasados en su desarrollo son más jóvenes. “El envejecimiento en Colombia es heterogéneo. Las ciudades más desarrolladas y más ricas en salud, educación y trabajo envejecen más rápido que las más pobres y atrasadas”, afirma Correa.
Por eso, Bogotá junto con Medellín son las ciudades más viejas y las que más rápido envejecen, mientras que Riohacha y Quibdó son jóvenes. Las ciudades más viejas de Colombia en el 2035 tendrán una persona mayor de 60 por cada menor de 15 años y las más jóvenes, 3 mayores de 60 por cada 10 con menos de 15 años. (Además: Jóvenes fuman menos cigarrillo, pero más marihuana)
No es gratuito que organismos como la Cepal adviertan sobre la importancia de poner atención al embarazo adolescente porque empobrece a las familias, pero en particular a las mujeres y a sus hijos.
Lo rural, más joven
‘Misión Colombia envejece’ revisó las proyecciones y estableció que el envejecimiento en las zonas rurales no será tan intenso en las próximas dos décadas porque la transición demográfica ocurrió primero en las ciudades y por el fenómeno de migración que llevó a los adultos a dejar el campo para buscar trabajo en los centros urbanos, especialmente las mujeres. Están envejeciendo en las ciudades.
En 1985, los mayores de 60 en el área rural representaban el 7,7 por ciento, mientras que en lo urbano eran 6,7. Era más vieja la población rural. En el futuro, en las zonas urbanas será más acelerado el envejecimiento: en el 2050 habrá más población vieja en las ciudades (23,3 por ciento) que en las zonas rurales (22,1 %). (Lea: En cinco años van más de 50.000 menores detenidos por microtráfico)
Bogotá (27,2 %), Valle del Cauca (26,2 %), la Orinoquía (24,8 %) y Antioquia (24,6 %) serán las regiones con mayor proporción de personas mayores de 60 años, en relación con su población total, y estarán por encima del promedio.
Correa señala que no solo envejecen las grandes ciudades, sino intermedias como Armenia, Pereira o Ibagué, que además de la población propia que envejece se han convertido en receptoras de adultos mayores que las eligen para cambiar sus condiciones de vida. “Son más baratas, con mejor clima y más fáciles de vivir para adultos mayores que no necesitan quedarse en las grandes ciudades”, explica.
Además, están las diferencias relacionadas con las condiciones familiares y de educación. El 61 por ciento de los adultos mayores de 60 no tienen educación o no completaron la primaria, y apenas el 7,1 por ciento llegó a un nivel superior. (Además: ‘Me atreví a soñar con la tecnología)
La investigación advierte que esa situación influye para mantener a estas personas en la informalidad. Ni siquiera saben cómo funciona, por ejemplo, el sistema pensional para cotizar y garantizar ingresos futuros, y algunos asumen como inversión para su vejez la educación que les brindan a sus hijos. Hoy, la mitad de los adultos no hace nada para garantizar un ingreso en la vejez. En el campo, el porcentaje asciende a 70.
“El país tiene que reflexionar sobre lo que les espera a las siguientes generaciones que van a llegar a la vejez con más probabilidad que antes”, dice Dulcey-Ruiz.
EL TIEMPO