José Arregi: «La Iglesia tiene que renovarse radicalmente, invertir el modelo autoritario, piramidal y clerical»


José Arregi, en Religión Digital

El teólogo y colaborador de RD publica «Invitación a la esperanza» (Herder)

«Jesús fue un innovador, y serle fiel es renovar, como la vida pide y como el espíritu reclama»

Jesús Bastante, 17 de noviembre de 2015 a las 11:02

Jesús nunca pensó que estaba formando una nueva religión, con papas y con obispos, ni en la sucesión apostólica…

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Arregi ayer, durante la presentación de su libro

(Jesús Bastante).- El teólogo José Arregi,estrecho colaborador de esta casa, es el autor de «Invitación a la esperanza» (Herder), un texto en el que profundiza sobre la «esperanza activa» en mitad de un mundo que sufre y en el que, pese a todo, hay razones para ser optimista. ¿También en la Iglesia? «La Iglesia tiene que renovarse radicalmente. Invertir el modelo autoritario, piramidal y clerical de la Iglesia. Y para darle la vuelta ese modelo piramidal, hay que eliminar dos dogmas: el poder absoluto del Papa y el de la infalibilidad«, argumenta.

 

Acaba de terminar el Sínodo de la Familia. ¿Tú cómo ves este momento?

Si has seguido mis artículos desde que se anunció y terminó la primera fase, sabrás que nuca he tenido muchas expectativas sobre este sínodo. Tengo la sensación de que hay dudas de que vaya a salir lo que yo pensaba que era muy poquita cosa pero que era posible, y que es el tema del posible acceso de los divorciados vueltos a casar a la comunión.

Da la sensación de que los obispos sobre los que recae la decisión está intentando dilatar su responsabilidad y que sea el Papa quien decida.

La impresión que tengo es de demasiado montaje para lo que va a salir

Sobre todo del tema de los divorciados al que te has referido. De hecho cuando salió la campaña de algunos teólogos a favor de esa revisión, tú sacaste un artículo, que iba bastante más allá. Eras mucho más directo.

En ese punto de los divorciados, admitían el carácter penitencial de esa posible comunión. Es decir que eran tratados como culpables, y le exigían las tres condiciones: arrepentimiento, confesión con el obispo del lugar, y el propósito de enmienda. Decían que era una disciplina de excepción y que no se ponía en tela de juicio toda la doctrina de la indisolubilidad.

Yo creo que hoy en día, presentándose como teólogos progresistas, esto no se puede tratar así.

Hoy mismo el Papa en Santa Marta se refería a la necesidad de que los cristianos estemos en el mundo, y atentos a los signos de los tiempos para poder cambiar a partir de esos signos. A veces de la impresión de que el papa Francisco quisiera ir más rápido de lo que la realidad vaticana le puede imponer.

Sí, esa es la impresión, y desde luego que habría que ir más allá. La inmensa mayoría de la gente afectada por ese problema ya lo tiene resuelto. Y lo ha hecho con su buen sentido, que desde un punto de vista cristiano, es el sentido del Espíritu Santo. La presencia y la voz de este espíriritu en el fondo de nuestro corazón y nuestra conciencia. Y la gente fiel a esa voz, va a comulgar tranquilamente.

Vienes a presentarnos un libro que tiene que ver con el sentido cristiano de ver la vida. Lo has escrito con la editorial Herder y lleva como título, «Invitación a la esperanza» ¿A qué esperanza quieres invitar al lector?

A una doble esperanza: la del aliento vital, esperanza tiene que que ver con el respiro, con el espíritu. Y también invitar a una esperanza activa, creadora. Que haga realidad, que anticipe aquello que esperamos y por lo que queremos trabajar.
Esperar no es aguardar a que suceda algo. Es vivir de tal manera que haces realidad eso que deseas que suceda. Es la esperanza de Jesús.

¿Cual es la esperanza que según tu opinión trae el mensaje de Jesús y que pueda ser aplicable hoy?

Jesús vivió en un mundo que tiene muchos puntos de semejanza con el mundo que vivimos hoy: una crisis económica muy aguda en la Galilea que era donde vivía. Un malestar económico muy grande que tenía que ver con la deuda:
Los pequeños propietarios de tierras, obligados a enajenarse de ellas porque no podían pagar las deudas y a hacerse arrendatarios. Y los arrendatarios que no podían pagar la renta y se veían obligados a convertirse en simples asalariados con unos sueldos que no daban para comer.
Jesús en sus mensajes tiene muy en cuenta la realidad de estos pobres campesinos y de los pobres pescadores y pescadoras. Y también tiene muy en cuenta la raíz de esta pobreza, que es la deuda. Deuda a la que se les ata y se les impone.
Y la deuda, ¿por qué? Pues yo creo que ahí también hay un punto de semejanza muy grande entre lo que pasaba y lo que pasa hoy. Herodes Antipas duplicó y triplicó los impuestos para sus construcciones: hipódromos, circos, etc, y para quedar bien ante el emperador y ganarse sus favores.

Me estoy imaginando Grecia, España y Alemania de ahora mismo con tus palabras

Hubo una auténtica burbuja inmobiliaria por parte del rey vasallo, Herodes Antipas, y a costa de los pobres campesinos, de los pobres pescadores y de los artesanos de la época.

 

 

Y sin embargo el mensaje de Jesús cala, va entrando y modifica el concepto de sociedad.

Es que todas las palabras de Jesús tienen una carga de subversión política muy grande. Todas ellas. Nos parece que Jesús habló del perdón de los pecados, y del más allá. De lo bien que viven los pájaros y de los bonitas que son las flores. Él admiraba mucho la lluvia, el sol, el campo, la semilla…, pero todo para él era sacramento del reino. Y el reino, para él era una metáfora política de la transformación radical que ha de suceder en las estructuras sociales, económicas, políticas, y religiosas.

Y qué sucede cuando el mensaje de un subversivo es acogido y posibilita la creación de una institución que, hoy por hoy es lo menos subversivo que pueda existir: la mayor representación de ese imperio, de esa falta de sintonía con el mundo, de ese dogma y de esas prohibiciones. Esa Iglesia del «no» que hemos denunciado en más de una ocasión. ¿Cómo se llega a eso?

Pues muy pronto. Primero, el movimiento de Jesús se estabilizó. En segundo lugar, el movimiento que era subversivo y reformador se convirtió en un movimiento estático y acomodaticio. Y sobre todo, con Constatino, a partir del siglo IV, la Iglesia se acomodó al gran modelo social, económico y religioso imperial.
La Iglesia-poder pervierte el mensaje de Jesús, pero la Iglesia-institución consigue crear una cultura con una serie de valores: el tema de la educación, las universidades… ¿Hasta qué punto eso es un mal menor aceptable? Parece haber una dicotomía entre lo posible y lo probable

Seguramente todo aquél que deja de estar en el margen y puede permitirse anunciar el cambio radical que sueña, que es lo que hizo Jesús, y una vez que un grupo se institucionaliza, como hizo el movimiento de Jesús, tiene que contar con el principio de la realidad y de lo posible mucho más de lo que contó Jesús.
Jesús fue siempre profeta. Ni sistematizó la doctrina ni dio pautas ni soluciones políticas. Anunció su sueño y lo promovió. Y lo hizo realidad en el inmediato entorno que se movía ante él.
Pero claro, la Iglesia, como toda institución religiosa, en la medida en que adquiere poder se carga también de intereses y tiene que seguir estrategias, y no tanto el sueño primero.
Y esto le ha pasado a la Iglesia como institución desde muy pronto. Ha hecho muchísimas cosas, ha forjado en buena parte la cultura occidental. Durante un milenio fue prácticamente la única que transmitió la cultura en Occidente, pero esto como ya sabemos tienen un precio. Este precio fue la consolidación de una doctrina muy férrea e inmutable. De una alianza con los poderes políticos de cada momento. Y esto hay impedido que la Iglesia haya ido mucho más lejos en el espíritu profético de Jesús.

Sin embargo hay muchos profetas, me atrevo a decir, que siguen trabajando teniendo la letra y el espíritu del evangelio en el motor de sus vidas. Y que siguen viviendo no sólo en las fronteras sino en el día a día, moviéndose y cambiando la sociedad. Y que son un motivo de esperanza a través de la fe en Jesucristo.

Sí, sin duda lo olvidamos. Normalmente cuando hablamos de la Iglesia, hablamos de la Institución y no es justo. El espíritu de la esperanza activa y pacificadora late en el corazón de muchísima gente sencilla y que vive eso en el día a día. A veces en las situaciones más extremas, en situaciones límite. En la frontera y más allá de la frontera. Y nadie sabe eso. No hay más que ver la cantidad de cristianos y cristianas que se están volcando con los refugiados, con los inmigrantes, con los desahuciados. Eso es el evangelio viviente de Jesús.

¿Y cómo hacemos para que esas personas que son iglesia, puedan formar parte de su construcción? ¿O no hace falta?

Bueno, el espíritu sopla, late y hacer vivir. Pero tampoco estaría mal que se hiciese propaganda de esta presencia activa del espíritu. Los medios prefieren un tipo de noticias diferente, más llamativas. Habría que hacer muchísima más propaganda del bien, de esta presencia viva del Evangelio en el corazón de mucha gente anónima.
¿Cómo te insertas tú dentro de la Iglesia como creyente?

Me defino como simple novicio discípulo de Jesús, uno más en la Iglesia. No tengo buena conciencia de mi implicación con las grades causas: de los marginados, los pobres…, me dedico más que nada a otras cosas. Pero trato de mantener la sensibilidad y pequeños compromisos. De sintonizar mi mente.
También sé que mi postura, como la de tantos otros es discutible y discutida, no sé si estoy en la frontera, o la he traspasado como dicen muchos, que me sitúan fuera. Yo me siento dentro, aunque creo que no hay dentro ni fuera.

Has tenido muchos problemas con el obispo actual de San Sebastián, monseñor Munilla.

No tengo ningún problema, lo saludo cuando nos encontramos por ahí. Eso es una etapa superada. Procuro seguir mi camino con la mayor paz que puedo.

Cómo ves la llegada de un hombre como Francisco, un pastor de las periferias como él se definía, a la cúpula del poder de la Iglesia- institución. ¿Cómo lo sentiste y cómo lo sientes ahora, dos años y medio después?

Todos quedamos impactados por sus primeras palabras y su sus primeros gestos: inclinándose ante la gente en la plaza, pidiendo su bendición, reconociéndose obispo de Roma…, y después su manera de ser y el nombre que adoptó me hizo soñar mucho y me llegó al alma.
Dos años después, incluso antes, tuve mis dudas de que un hombre pudiera llegar hasta el mínimo necesario, para dar los pasos que posibiliten una verdadera nueva Iglesia.

¿Cuáles son esos pasos?

Que tiene que renovarse radicalmente. Invertir el modelo autoritario, piramidal y clerical de la Iglesia. Y para darle la vuelta ese modelo piramidal, hay que eliminar dos dogmas: el poder absoluto del Papa y el de la infalibilidad. Que son los dos últimos, por cierto. No son de Jesús ni del espíritu que late en los corazones en el mundo de hoy.

Quienes acusan a los que defienden esa postura dicen que provocaría la destrucción de la Iglesia de Cristo

No es la Iglesia que Jesús construyó, si es que lo hizo. En esto están de acuerdo casi todos los exégetas mínimamente críticos: Jesús nunca pensó en fundar una iglesia, ni una nueva religión. Jesús se sintió judío, aún cuando rompió y movió cosas que para la mayoría de los los judíos eran inamovibles, como la cuestión de la circuncisión y la comunión de mesa con los cristianos procedentes de la gentilidad.
Pero nunca pensó que estaba formando una nueva religión, con papas y con obispos, ni en la sucesión apostólica…

Todos son términos del derecho romano

Summus pontifes es un título imperial que en los siglos IV y V asumió el obispo de Roma, que todavía no era papa. El de papa, es una creación del siglo XI, con esa pretensión del poder absoluto. Y la infalibilidad de más tarde todavía, es de la reforma de Gregorio VII y Bonifacio VIII y después del Vaticano I, cuando se le dio la formulación. Pero de Jesús, no. Esto ya lo sugirió Juan Pablo II, también Benedicto XVI y el papa Francisco lo acaba de decir.

Que el papado tiene que convertirse, pues efectivamente. Y ¿a qué?, dicen que a lo que fue en el primer milenio. Yo diría que a mucho más. A lo que Jesús vivió y soñó: todos sois hermanos y hermanas.

La radical diferenciación y sometimiento de la mujer al varón dentro de la iglesia, es brutal.

Y eso tiene que ver con una misoginia patriarcal que viene de muy lejos, y que es como en otras religiones…, pero fundamentalmente con el modelo clerical masculino y autoritario de la Iglesia.

Sí, porque Jesús vivió en la Palestina del siglo I donde la mujer tenía una condición social infinitamente inferior a la del hombre.

Y sin embargo Jesús dio pasos impensables para la época. Como el hecho de admitir en su grupo a seguidores y seguidoras, haciendo vida itinerante. Eso, y que en las iglesias de Pablo, las mujeres tenían protagonismo y presidían las iglesias domésticas.
Pero aunque no hubiese sido así, el espíritu inventa, como la vida vive de renovar las formas.

Es el problema para los que piensan que las soluciones de los problemas de la vida son exclusivamente una interpretación de las palabras de Jesús, como si él pudiera dar una respuesta a cuestiones como la investigación genética.

No puede consistir el seguimiento de Jesús en imitar sus palabras y repetir sus gestos y su manera de pensar. No. Jesús fue innovador, y serle fiel es renovar, como la vida pide y como el espíritu pide. Ir más allá de Jesús, siguiendo el su impulso espiritual.

 

 

Como el de Francisco de Asís que es un líder para muchos. ¿Tienes esperanza de que esos pasos puedan darse, o de que se estén dando más allá de lo que ofrezca a Iglesia-institución?

Si me preguntas por la esperanza de aguardar, no aguardo mucho. Vivo, en mi pequeño grado, con la esperanza activa para que esto suceda. Pero mis expectativas de que vaya a suceder de motu propio y por impulso interno de la propia institución eclesial…
A nivel personal, parece que en su estilo a eso apunta el papa Francisco. Pero yo no veo ni atisbo de las reformas institucionales de modelo eclesial. Ni de la interpretación los dogmas que se requerirían a nivel institucional.
No tengo expectativas de eso suceda desde dentro. Sucederá, pero como tantas cosas, desde fuera se desmoronará lo que hay. Y el espíritu dará forma a otra cosa. Como sucede en todos los campos.

¿Los seguidores estamos obligados en cierto modo a tener esa esperanza activa, a ser esperanza viva?

Obligados no. Esta es la suerte si lo vivimos. No tenemos que hacer nada por obligación, sino por el gusto y por el impulso espiritual. Eso es vivir de lo que el cuerpo te pide, de lo que el espíritu te pide cuando el espíritu es bueno, de la vida buena.
Nos has invitado a caminar en esa esperanza, con todas sus dificultades y sin mojigaterías, pero advirtiendo un camino que está ahí y que en buena medida es necesario para construir ese mundo que Jesús contribuyó a que fuera surgiendo.
Con esa alegría y con esa voluntad de que las cosas cambien también entre los que sufren esa crisis de la Palestina del siglo I en la Europa del sXXI.
«Invitación a la esperanza» que publica Herder. No se lo pierdan, es un libro delicioso que se lee con mucha facilidad. Es complicado que un teólogo escriba de una forma que la gente normal pueda entender.

Yo soy incapaz de escribir complicado, y eso lo tengo como limitación. Yo no quiero hacer teología académica, no me interesa. Ahora menos todavía porque ya no estoy en la docencia, que te obliga siempre a ese esfuerzo. Y siempre dije a mis alumnos que para hacer buena teología hay que leer mucha ciencia y mucha literatura y estar al tanto. Y leer mucho mucho menos sobre la teología de los «versados en teología»: teología de libros, de manuales. Porque entonces, la teología se retroalimenta y vive dando vueltas y vueltas a las mismas cuestiones. Esto se rompe aspirando el aire del entorno, que es el espíritu.

Otro día si te parece hablaremos del estado de la Teología porque eso daría para otra entrevista. Muchas gracias por acompañarnos y por escribir «Invitación a la esperanza».
Aprovecho para agradecerlo. La invitación a escribir este libro me vino de José Manuel Vidal y de Religión Digital. Yo lo tomé como carga y lo hice, y después lo ha publicado Herder. Pero la primera intención y el primer proyecto nacieron aquí.

Gracias por hacerlo y por estar aquí, que ya tocaba

Ha sido un placer, Jesus.

 

 

http://www.periodistadigital.com/religion/libros/2015/11/17/jose-arregi-la-iglesia-tiene-que-renovarse-radicalmente-invertir-el-modelo-autoritario-piramidal-y-clerical-religion-iglesia-herder-libros-invitacion-esperanza.s

 

El Pacto de las Catacumbas (16. 11. 1965)


13.11.15 | 08:56.

Terminando el Concilio Vaticano II, inspirados por el movimiento que se estaba gestando en la Iglesia, unos 40 obispos de todo el mundo se reunieron en las Catacumbas de Domitila para firmar lo que hoy en día se conoce como el Pacto de las Catacumbas.

Eran pocos los que “celebraron” y firmaron aquel día el Manifiesto, de un modo casi secreto, a modo de conspiración cristiana, pero ellos aparecen como representantes de otros muchos obispos del Concilio, que eran en conjunto unos 700, inspirados especialmente por Cardenal G. Lercaro de Bolonia y H. Cámara de Brasil.

Con este Pacto, aquellos obispos se comprometieron a caminar con los pobres y a ser una Iglesia pobre al servicio de los pobres, con ellos y entre ellos. Para lograr eso, se comprometieron a llevar un estilo de vida simple, renunciando no sólo a los símbolos de poder, sino al mismo poder externo, volviendo de esa forma a la raíz del evangelio.

El espíritu de ese Pacto ha guiado desde entonces algunas de las mejores iniciativas de la Iglesia, el Oriente y Occidente, de manera que su texto ha venido a convertirse en una de las páginas mas influyentes y significativas de la historia cristiana de la actualidad, aunque aún no se hayan cumplido todos sus objetivos, como quiere el Papa Francisco, que es “hijo espiritual” de aquel pacto (aunque no pudo firmarlo, no era entonces obispio)

Por eso, al cumplirse los cincuenta años de aquel acontecimiento, hemos querido recoger en este libro no sólo el texto del Pacto y los nombres de aquellos que lo firmaron, sino algunos trabajos más significativos que ayuden a entenderlo y situarlo en su historia pasada, en su actualidad y en su necesaria proyección hacia el futuro. Así nos hemos propuesto estudiarlo y promoverlo en el conjunto de la iglesia y de la sociedad.

Con este motivo, a petición de la Congregación y de la Editorial de los Misioneros del Verbo Divino, custodios de la catacumba de Domitila, J. Antunes de Silva y un servidor, con la colaboración de más de veinte especialistas, hemos preparado este libro,publicado a la vez en cuatro lenguas (castellano, portugués, inglés e italiano), que recoge el origen, impacto y actualidad de aquel manifiesto, como iré indicando en los días que siguen.

Hoy presento el texto del pacto. En días sucesivos presentaré a los firmantes y estudiaré el contenido de su mensaje, presentando también a los más de veinte colaboradores actuales que han estudiado el Pacto, desde una perspectiva actual, con J. A. Da Silva y conmigo. Simplemente acabo dando gracias a la Editorial Verbo Divino por habernos permitido presentar en este libro aquel gran Documento de Pacto, quizá el más importante de la Iglesia Católica del siglo XX.

Pacto de las Catacumbas
(Catacumba de Domitila, 16 noviembre 1965)

(Contexto) El 16 de noviembre de 1965, pocos días antes de la clausura del Concilio, cerca de 40 padres conciliares celebraron una eucaristía en las catacumbas de santa Domitila. Pidieron “ser fieles al espíritu de Jesús”, y al terminar la celebración firmaron lo que llamaron “el pacto de las catacumbas”. El “pacto” es una invitación a los “hermanos en el episcopado” a llevar una “vida de pobreza” y a ser una Iglesia “servidora y pobre” como lo quería Juan XXIII. Los firmantes -entre ellos muchos latinoamericanos y brasileños, a los que después se unieron otros- se comprometían a vivir en pobreza, a rechazar todos los símbolos o privilegios de poder y a colocar a los pobres en el centro de su ministerio pastoral.

(Texto)

“Nosotros, obispos, reunidos en el Concilio Vaticano II, conscientes de las deficiencias de nuestra vida de pobreza según el evangelio; motivados los unos por los otros en una iniciativa en la que cada uno de nosotros ha evitado el sobresalir y la presunción; unidos a todos nuestros hermanos en el episcopado; contando, sobre todo, con la gracia y la fuerza de nuestro Señor Jesucristo, con la oración de los fieles y de los sacerdotes de nuestras respectivas diócesis; poniéndonos con el pensamiento y con la oración ante la Trinidad, ante la Iglesia de Cristo y ante los sacerdotes y los fieles de nuestras diócesis, con humildad y con conciencia de nuestra flaqueza, pero también con toda la determinación y toda la fuerza que Dios nos quiere dar como gracia suya, nos comprometemos a lo que sigue:

1. Procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población en lo que toca a casa, comida, medios de locomoción, y a todo lo que de ahí se desprende. Mt 5, 3; 6, 33s; 8-20.

2. Renunciamos para siempre a la apariencia y la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir (ricas vestimentas, colores llamativos) y en símbolos de metales preciosos (esos signos deben ser, ciertamente, evangélicos). Mc 6, 9; Mt 10, 9s; Hech 3, 6. Ni oro ni plata.

3. No poseeremos bienes muebles ni inmuebles, ni tendremos cuentas en el banco, etc, a nombre propio; y, si es necesario poseer algo, pondremos todo a nombre de la diócesis, o de las obras sociales o caritativas. Mt 6, 19-21; Lc 12, 33s.

4. En cuanto sea posible confiaremos la gestión financiera y material de nuestra diócesis a una comisión de laicos competentes y conscientes de su papel apostólico, para ser menos administradores y más pastores y apóstoles. Mt 10, 8; Hech 6, 1-7.

5. Rechazamos que verbalmente o por escrito nos llamen con nombres y títulos que expresen grandeza y poder (Eminencia, Excelencia, Monseñor…). Preferimos que nos llamen con el nombre evangélico de Padre. Mt 20, 25-28; 23, 6-11; Jn 13, 12-15.

6. En nuestro comportamiento y relaciones sociales evitaremos todo lo que pueda parecer concesión de privilegios, primacía o incluso preferencia a los ricos y a los poderosos (por ejemplo en banquetes ofrecidos o aceptados, en servicios religiosos). Lc 13, 12-14; 1 Cor 9, 14-19.

7. Igualmente evitaremos propiciar o adular la vanidad de quien quiera que sea, al recompensar o solicitar ayudas, o por cualquier otra razón. Invitaremos a nuestros fieles a que consideren sus dádivas como una participación normal en el culto, en el apostolado y en la acción social. Mt 6, 2-4; Lc 15, 9-13; 2 Cor 12, 4.

8. Daremos todo lo que sea necesario de nuestro tiempo, reflexión, corazón, medios, etc. al servicio apostólico y pastoral de las personas y de los grupos trabajadores y económicamente débiles y subdesarrollados, sin que eso perjudique a otras personas y grupos de la diócesis. Apoyaremos a los laicos, religiosos, diáconos o sacerdotes que el Señor llama a evangelizar a los pobres y trabajadores, compartiendo su vida y el trabajo. Lc 4, 18s; Mc 6, 4; Mt 11, 4s; Hech 18, 3s; 20, 33-35; 1 Cor 4, 12 y 9, 1-27.

9. Conscientes de las exigencias de la justicia y de la caridad, y de sus mutuas relaciones, procuraremos transformar las obras de beneficencia en obras sociales basadas en la caridad y en la justicia, que tengan en cuenta a todos y a todas, como un humilde servicio a los organismos públicos competentes. Mt 25, 31-46; Lc 13, 12-14 y 33s.

10. Haremos todo lo posible para que los responsables de nuestro gobierno y de nuestros servicios públicos decidan y pongan en práctica las leyes, estructuras e instituciones sociales que son necesarias para la justicia, la igualdad y el desarrollo armónico y total de todo el hombre y de todos los hombres, y, así, para el advenimiento de un orden social, nuevo, digno de hijos de hombres y de hijos de Dios. Cfr. Hech 2, 44s; 4, 32-35; 5, 4; 2 Cor 8 y 9; 1 Tim 5, 16.

11. Porque la colegialidad de los obispos encuentra su más plena realización evangélica en el servicio en común a las mayorías en miseria física cultural y moral -dos tercios de la humanidad- nos comprometemos:

* a compartir, según nuestras posibilidades, en los proyectos urgentes de los episcopados de las naciones pobres;
* a pedir juntos, al nivel de organismos internacionales, dando siempre testimonio del evangelio, como lo hizo el papa Pablo VI en las Naciones Unidas, la adopción de estructuras económicas y culturales que no fabriquen naciones pobres en un mundo cada vez más rico, sino que permitan que las mayorías pobres salgan de su miseria.
12. Nos comprometemos a compartir nuestra vida, en caridad pastoral, con nuestros hermanos en Cristo, sacerdotes, religiosos y laicos, para que nuestro ministerio constituya un verdadero servicio. Así,
* nos esforzaremos para “revisar nuestra vida” con ellos;
* buscaremos colaboradores para poder ser más animadores según el Espíritu que jefes según el mundo;
* procuraremos hacernos lo más humanamente posible presentes, ser acogedores;
* nos mostraremos abiertos a todos, sea cual fuere su religión. Mc 8, 34s; Hech 6, 1-7; 1 Tim 3, 8-10.

13. Cuando regresemos a nuestras diócesis daremos a conocer estas resoluciones a nuestros diocesanos, pidiéndoles que nos ayuden con su comprensión, su colaboración y sus oraciones.
Que Dios nos ayude a ser fieles.

(Para una presentación más amplia del libro:
http://www.verbodivino.es/libro/4209/el-pacto-de-las-catacumbas-y-la-mision-de-los-pobres-en-la-iglesia )

La verdadera revolución de Francisco se realiza a golpe de nombramientos


Los cambios más sorprendentes en los Estados Unidos y en Italia, con nuevos obispos y cardenales al «estilo Bergoglio». En Bélgica, el desquite de Danneels sobre Ratzinger. El triunfo del club San Galo

por Sandro Magister

ROMA, 14 de noviembre de 2015 – Mucho más que reformar la curia y las finanzas vaticanas (a lo cual se aplica más por obligación que por pasión, sin una planificación de conjunto y apostando por hombres y mujeres que demasiado a menudo demuestran ser elecciones equivocadas), está claro que el deseo del Papa Francisco es revolucionar el colegio de los obispos. Y lo está haciendo de manera sistemática.

Los dos discursos que ha dirigido este otoño a los obispos de los Estados Unidos y de Italia hay que incluirlos seguramente entre aquellos que más diferencian su pontificado de los de sus predecesores.

De hecho, si había dos episcopados nacionales, con más de doscientos hombres, que más que el resto ponían en práctica las orientaciones de Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger, eran precisamente el estadounidense y el italiano.

Ambos han tenidos dos líderes notables: el cardenal Francis George en los Estados Unidos y el cardenal Camillo Ruini en Italia. Pero mientras en el primer caso, alrededor de George creció un equipo sólido de cardenales y obispos con la misma visión y acción, en el segundo caso no fue así.

Efectivamente, con Ruini fuera de escena, Francisco no ha necesitado mucho tiempo para aniquilar la conferencia episcopal italiana y empezar a rehacerla «ex novo». Algo que no ha sucedido en los Estados Unidos, como se ha visto en el sínodo del pasado mes de octubre, donde precisamente los delegados estadounidenses, junto a los africanos y a los europeos del este, han representado la resistencia que se ha opuesto a los progresistas.

LOS DOS DISCURSOS DE WASHINGTON Y FLORENCIA

«No es mi intención trazar un programa o delinear una estrategia», fueron las palabras del Papa Jorge Mario Bergoglio a los obispos de los Estados Unidos reunidos en la catedral de Washington el pasado 23 de septiembre:

> «Queridos Hermanos en el Episcopado…»

Y tampoco ha querido trazar una agenda concreta a los obispos italianos que lo escuchaban en Florencia, donde estaban reunidos los estados generales de la Iglesia italiana, el pasado 10 de noviembre:

> Il nuovo umanesimo in Cristo Gesù

Pero no hay duda de que tanto en un caso como en el otro, el Papa Francisco ha ordenado a ambos episcopados que cambien la dirección de la marcha.

Más literariamente elaborado el discurso de Washington. Más coloquial el de Florencia. Pero ambos inequívocos en exigir de los obispos un cambio en el lenguaje, en el estilo, en la acción pastoral.

A los obispos de los Estados Unidos, Francisco les ha dicho:

«Ay de nosotros si convertimos la cruz en bandera de luchas mundanas, olvidando que la condición de la victoria duradera es dejarse despojarse y vaciarse de sí mismo».

«No es lícito dejarnos paralizar por el miedo, llorando por un tiempo que no volverá y preparando respuestas duras a las resistencias ya de por sí ásperas».

«El lenguaje duro y belicoso de la división no es propio del Pastor, no tiene derecho de ciudadanía en su corazón y, aunque parezca por un momento asegurar una hegemonía aparente, sólo el atractivo duradero de la bondad y del amor es realmente convincente».

Y a los obispos italianos:

«No debemos estar obsesionados por el poder, incluso cuando éste adopta el rostro de un poder útil y funcional a la imagen social de la Iglesia».

«Que Dios proteja a la Iglesia italiana de cualquier sustituto de poder, imagen, dinero. La pobreza evangélica es creativa, acoge, sostiene y está llena de esperanza».

«Me gusta una Iglesia italiana inquieta, cada vez más cercana a los abandonados, a los olvidados, a los imperfectos».

«Prefiero una Iglesia accidentada, herida y manchada por salir a la calle, antes que una Iglesia enferma por el encierro y la comodidad de aferrarse a las propias seguridades. No quiero una Iglesia preocupada por ser el centro y que termine clausurada en una maraña de obsesiones y procedimientos».

Estas últimas palabras han sido extraídas de la «Evangelii gaudium», el documento que el propio Francisco ha definido «programático» para su pontificado y con las que impone a la Iglesia italiana «profundizar de manera sinodal» en los próximos años y a todos los niveles: «en cada comunidad, en cada parroquia e institución, en cada diócesis y circunscripción, en cada región».

Añadiendo además la advertencia de resistir a la antigua herejía del pelagianismo, que nunca se ha extinguido:

«El pelagianismo nos lleva a confiar en las estructuras, en las organizaciones, en las planificaciones perfectas porque son abstractas. A menudo nos lleva incluso a asumir un estilo de control, de dureza, de normatividad. La norma le da al pelagianismo la seguridad de sentirse superior, de tener una orientación concreta. En esto encuentra su fuerza, no en la ligereza del soplo del Espíritu. Ante los males o los problemas de la Iglesia es inútil buscar las soluciones en corrientes conservadoras o fundamentalistas, en la restauración de conductas y formas superadas que ni siquiera culturalmente tienen la capacidad de ser significativas. La doctrina cristiana no es un sistema cerrado incapaz de generar preguntas, dudas, interrogantes, sino que está viva, sabe inquietar, sabe animar. Tiene un rostro que no es rígido, tiene un cuerpo que se mueve y se desarrolla, tiene una carne tierna. La doctrina cristiana se llama Jesucristo».

Es inútil decir que, escuchando esta reprimenda, el pensamiento de los obispos presentes ha ido no sólo al combatido sínodo del pasado mes de octubre y al documento pontificio que presentará las conclusiones del mismo, sino también -en negativo- al periodo de Ruini y el que fue su «proyecto cultural».

Mientras que en Washington el Papa no ha dejado de recordar -en positivo- el periodo del liderazgo progresista ejercido sobre los obispos americanos en los años setenta y ochenta por el cardenal Joseph Bernardin con su famosa palabra de orden, repetida tal cual por Francisco, «seamless garment», “túnica sin costuras”, es decir, el compromiso sin distinciones -también aquí con las palabras de Francisco- en favor de «las víctimas inocentes del aborto, los niños que mueren de hambre y bajo las bombas, los emigrantes que se ahogan buscando un mañana, los ancianos o enfermos de los que se querría prescindir, las víctimas del terrorismo, de las guerras, de la violencia y del narcotráfico, el ambiente devastado por una relación depredadora del hombre con la naturaleza».

LOS NOMBRAMIENTOS EN LOS ESTADOS UNIDOS

El cardenal Bernardin fue arzobispo de Chicago. También el cardenal George lo ha sido después de él. Y desde hace un año lo es Blase Cupich, el hombre que Francisco ha promovido inesperadamente a esta sede crucial como futuro líder de un episcopado estadounidense alineado con la nueva ruta:

> Diario Vaticano / Los entretelones del nombramiento de Chicago (30.9.2014)

Según muchos, Cupich no estaba a la altura de sus predecesores. Y ni siquiera era popular entre los otros obispos, a juzgar por los pocos votos que recogió en la elecciones de 2014 para la presidencia y la vicepresidencia de la conferencia episcopal. Pero su promoción a Chicago ha sido vivamente recomendada a Francisco por dos cardenales americanos de la minoría «progresista» y «moderada», Theodor McCarrick y Donald Wuerl, uno después del otro arzobispos de Washington.

De McCarrick se recuerda que en 2004 ocultó la carta escrita por el entonces cardenal Joseph Ratzinger a los obispos americanos en las que les amonestaba que no dieran la comunión a los políticos católicos pro-aborto, carta que http://www.chiesa hizo pública:

> Caso Kerry. Ciò che Ratzinger voleva dai vescovi americani (3.7.2004)

Respecto a Wuerl, aún está fresco el recuerdo de su pugnaz presencia en el sínodo del pasado octubre, llamado no por elección de los obispos connacionales, sino -igual que Cupich- por nombramiento directo de Francisco, que lo incluyó en la comisión encargada de la redacción del documento final. Seguro de su posición, Wuerl ha atacado públicamente a los trece cardenales firmante de la carta entregada al Papa al inicio del sínodo, entre los cuales está el arzobispo de Nueva York, Timothy Dolan.

> Cardinal Wuerl Calls Out Pope’s Opponents

Los cuatro delegados elegidos para el sínodo por parte de los obispos de los Estados Unidos eran todos de la corriente mayoritaria, de impronta wojtyliana y ratzingeriana. Mientras que los dos primeros no elegidos eran el arzobispo de San Francisco, Salvatore Cordileone, también él perteneciente a esta corriente, y Cupich. Pero Francisco, al elegir a los 45 padres sinodales de nombramiento directo, descartó al primero recuperando al segundo. Y añadiendo a otro de la misma línea que Cupich, el semidesconocido obispo de Youngstown, George V. Murry, jesuita.

Otros dos nombramientos saludados calurosamente por los católicos «progresistas» americanos como conformes al «estilo de Francisco» han sido los del nuevo arzobispo de Santa Fe, John Charles Wester, y sobre todo el del nuevo obispo de San Diego, Robert W. McElroy.

Y es previsible que después del discurso en Washington del 23 de septiembre, este cambio iniciado por Francisco en el episcopado de los Estados Unidos prosiga a gran velocidad.

Sin embargo, es curioso que cuando hay que nombrar a titulares de diócesis que tienen serios problemas administrativos o judiciales, la elección del Papa es más pragmática. En Kansas City, tras la renuncia del obispo Robert Finn, acusado de inacción respecto a un caso de abuso sexual, ha sido nombrado James Johnston, wojtyliano de hierro pero de comprobada capacidad de gobierno. Y algo similar parece que se prepara para el nombramiento en Saint Paul y Minneapolis del sucesor del arzobispo John Nienstedt, obligado a dimitir por acusaciones aún más graves.

Una verificación importante de los actuales equilibrios entre los obispos de los Estados Unidos será, en los próximos días, las votaciones para la renovación de los jefes de las comisiones de la conferencia episcopal, en las cuales entrarán en liza, entre otros, los recién promovidos Wester y McElroy, ambos desafiados por obispos de visión opuesta:

> USCCB elections present clear choices

EN ITALIA

El primer y decisivo golpe realizado por Francisco a la conferencia episcopal italiana de impronta ruiniana fue, a finales de 2013, la expulsión del entonces secretario general Mariano Crociata, exiliado en la periférica diócesis de Latina, y el nombramiento como nuevo secretario de Nunzio Galantino, es decir, el menos votado en la larga lista de candidatos señalados al Papa por el consejo permanente de la CEI.

Pero «los últimos serán los primeros». Y, efectivamente, a partir de ese momento Galantino se ha movido con poderes absolutos y sin oposición, seguro de su proximidad al Papa Francisco, eclipsando totalmente al presidente de la CEI aún en el cargo, el cardenal Angelo Bagnasco.

A continuación ha habido un serie de nombramientos, efectivos o no, que están dando cuerpo al cambio. Entre los recientes que han afectado a diócesis de primera importancia hay que señalar el nombramiento en Padua del párroco Claudio Cipolla, en Palermo de otro párroco, Corrado Lorefice, y en Bolonia de Matteo Zuppi, antes obispo auxiliar de Roma.

Sobre Lorefice y Zuppi y su verdadera o presunta filiación a la llamada «escuela de Bolonia», la corriente historiográfica que ha impuesto en el mundo una lectura del Concilio Vaticano II en términos de «ruptura» y «nuevo inicio» en la historia de la Iglesia, puede leerse este post de Settimo Cielo:

> A Bologna e Palermo due nuovi arcivescovi. Della stessa «scuola»?

Pero se puede añadir que Bergoglio conoce a Zuppi personalmente desde hace años. Como miembro prominente de la Comunidad de San Egidio, Zuppi había viajado varias veces a Buenos Aires para llevar ayudas. Y no dejaba nunca de visitar al entonces arzobispo de la capital argentina.

En lo que respecta a los nombramientos no efectivos, estos atañen sobre todo al colegio cardenalicio, donde el Papa ha premiado, no a las sedes tradicionales de Turín o Venecia, sino a las menos tituladas de Perugia, Agrigento y Ancona.

En Ancona, el recién nombrado Edoardo Menichelli está muy unido al cardenal Achille Silvestrini, de quien ha sido su secretario personal. Y Silvestrini formaba parte de ese club de cardenales progresistas que periódicamente se reunían en Suiza, en San Galo, para discutir sobre el futuro de la Iglesia y que en los dos cónclaves de este siglo obstaculizaron la elección de Ratzinger y apoyaron la de Bergoglio. Un club que incluía a los cardenales Walter Kasper, Karl Lehmann, Carlo Maria Martini, Basil Hume, Cormac Murphy-O’Connor y Godfried Danneels.

Y EN EL RESTO DEL MUNDO

El ultraprogresista Danneels, de 82 años, arzobispo emérito de Malinas-Bruselas es uno de los predilectos del Papa Francisco, que lo ha puesto al inicio de la lista de los padres sinodales nombrados por él personalmente tanto en 2014 como en 2015, dejando en cambio en casa al arzobispo en el cargo de la capital belga, el conservador André Léonard.

No ha turbado a Bergoglio ni siquiera la mala fama que cayó sobre Danneels por su intento de cubrir, en 2010, las fechorías sexuales del entonces obispo de Brujas, Roger Vangheluwe, de las que fue víctima su joven sobrino:

> Belgium cardinal tried to keep abuse victim quiet

Pero hay más. El pasado 6 de noviembre, el Papa Francisco ha nombrado nuevo arzobispo de Malinas-Bruselas a Jozef De Kesel, antes auxiliar de Danneels y su protegido.

Ya en 2010 Danneels quería como su sucesor a De Kesel, pero Benedicto XVI lo impidió y nombró a Léonard, elegido por él personalmente, con el resultado que el entonces Nuncio en Bélgica, el alemán Karl-Joseph Rauber, dejó el cargo y denunció que no se hubiera promovido al candidato de Danneels y suyo en una entrevista publicada en «Il Regno» y que fue un ataque frontal a Ratzinger:

> «De bello germanico». Ex nunzio tedesco vuota il sacco contro Benedetto XVI

Pero ni siquiera este comportamiento tan poco acorde con el papel de nuncio ha turbado al Papa Bergoglio que, al contrario, no sólo no ha hecho cardenal a Léonard, sino que el pasado febrero premió con la púrpura al propio Rauber, por «distinguirse en el servicio a la Santa Sede y a la Iglesia».

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Otros detalles sobre Danneels y el club anti-Ratzinger y pro-Bergoglio de San Galo, por él mismo definido como «una mafia»:

> Cardinal Danneels Admits to Being Part of ‘Mafia’ Club Opposed to Benedict XVI

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Traducción en español de Helena Faccia Serrano, Alcalá de Henares, España.

http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1351176?sp=y

MENSAJES PARA NIÑOS/AS: NACIDO PARA SER REY.


SERMÓN DE LA SEMANA
Titulo: Nacido para ser Rey

Tema: El Reino de Dios (Propio 29(34) – 26º Domingo después de Pentecostés Año B)

Objeto: Una corona

Escritura: «¡Así que eres rey!» le dijo Pilato. «Eres tú quien dice que soy rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que está de parte de la verdad escucha mi voz» – Juan 18:37 (NVI).

¿Qué deseas ser cuando seas grande? ¿Maestro, policía, abogado, doctor o enfermero? ¡Hay tantos trabajos para escoger! ¿Cómo decidiremos? Algunos piensan en escoger un trabajo que les pueda dejar mucho dinero; otros pueden decidir ser maestros porque aman a los niños. Tal vez otros deseen ser doctores o enfermeros porque desean ayudar a las personas enfermas a sanarse. Pudiera ser que otros escogieran ser lo mismo que sus padres. Frecuentemente la persona comienza en un trabajo y luego decide que no es el apropiado para él o ella y cambian de trabajo. Cuando somos niños, podemos decir: «Yo quiero ser esto o lo otro cuando sea grande». Pero no siempre resulta de esa manera.

¿Crees que Jesús pensó alguna vez en qué sería cuando fuera grande? Él pudo haber sido carpintero. Su padre terrenal, José, era un carpintero, y cuando Jesús era un jovencito, trabajó con su papá en su carpintería. Quizás Jesús pudo haber escogido ser doctor. Verdaderamente él tenía el don de sanar a las personas. Pudo haber sido un vinicultor (una persona que hace vino). Él cambió agua en vino en una boda y los invitados dijeron que era el mejor vino que habían probado. De seguro que pudo haber tenido una pescadería. En una ocasión él le dijo a algunos pescadores dónde tirar sus redes y cogieron tantos peces que sus redes no podían aguantarlos.

Todas esas hubieran sido buenas alternativas para Jesús, pero no había nacido para ser ninguna de ellas. Hay algo que te dará un «la». (Enseñe la corona). ¿Quién usaría una corona? ¡Correcto! Un rey. Ahora, una persona no se levanta un día y dice «Sé lo que quiero ser…deseo ser un rey». No, la persona tiene haber nacido para ser rey.

Durante los últimos días de su vida en la tierra, Jesús fue arrestado y enjuiciado. Pilato le preguntó:¿Eres tú el rey de los judíos?»

«¿Es esa tu idea u otros te han hablado de mí?» le preguntó Jesús.

«Fue tu gente que te entregó. ¿Qué has hecho?» le respondió Pilato.

«Mi reino no es de este mundo. Si así fuera, mis sirvientes pelearían para defenderme. Mi reino es de otro lugar».

«Así que eres un rey,» dijo Pilato.

Jesús le contestó: «Estás en lo correcto al decir que soy un rey. De hecho, para esto nací y para esto vine al mundo».

Él nació para ser Rey, pero no de la clase de rey que usa una corona y rige sobre un reino terrenal. Su reino está en el cielo donde él reina ahora y por siempre.

Padre celestial, ofrecemos alabanzas a Jesús, nuestro Rey. Escogemos el seguirle diariamente. Vemos esperanzados el día en que viviremos con Él en el cielo donde reina como Rey de Reyes y Señor de Señores. En el nombre de Jesús oramos. Amén.

PÁGINAS PARA COLOREAR Y ACTIVIDADES

ENLACES A LOS SERMONES 

 
Impresión amistosa:    «Nacido para ser Rey»
Otro sermón basada en Juan 18:33-37:  «¡Coronadle Rey!»

TENEMOS MATERIALES PARA AYUDARLE CON LOS NIÑOS

José Oscar Beozzo: «Pacto de las Catacumbas, una Iglesia servidora y pobre»


Oscar Beozzo

«Los obispos firmantes salieron de los palacios y se fueron a vivir a casas sencillas»

«Los profetas siempre son minoría, lo importante es que sean capaces de arrastrar»

Luis Miguel Modino, 14 de noviembre de 2015 a las 19:46

La Iglesia de la Liberación mantiene viva la idea de que la gloria de Dios es la vida de los pobres y la defensa de la vida de los pobres

Oscar Beozzo/>

Oscar Beozzo

(Luis M. Modino, corresponsal en Brasil).- Este próximo lunes, 16 de noviembre, se cumplen 50 años del Pacto de las Catacumbas, con el que un grupo de obispos participantes del Concilio Vaticano II hicieron un compromiso por una Iglesia servidora y pobre. Este Pacto se materializó en una celebración que tuvo lugar en las Catacumbas de Santa Domitila, en el que participaron 42 obispos, a los que después se unieron muchos otros, hasta llegar a unos 500 firmantes.

El teólogo brasileño José Oscar Beozzo, sacerdote diocesano de la Diócesis de Lins (São Paulo), profesor en los cursos de pos graduación del ITESP (Instituto de Teología de São Paulo, por sus siglas en portugués) y en el Centro Ecuménico de Servicios a la Evangelización y Educación Popular (CESEEP, por sus siglas en portugués), centro ecuménico de ámbito latinoamericano, que busca la formación de dirigentes en el área popular, atendiendo sindicatos y partidos políticos, ha publicado en los últimos días una obra en la que ha pretendido hacer un pequeño estudio de este momento, que él considera fundamental en la vida de la Iglesia, que lleva por título «Pacto das Catacumbas, por uma Igreja Servidora e Pobre».

A Beozzo le avala, entre otras cosas, el hecho de haber estado en el grupo de teólogos que preparó la Conferencia de Puebla, aunque después no estuviese presente y haber participado activamente como asesor teológico de las Conferencias de Santo Domingo y Aparecida, así como del Sínodo de América en 1997.

En esta entrevista nos muestra la importancia del Pacto de las Catacumbas, sus implicaciones actuales y lo que la Teología de la Liberación aporta a la realidad teológica y social latinoamericana.

¿Qué fue el Pacto de las Catacumbas y qué supuso para la Iglesia Católica?

Fue una decisión del Concilio, que ya desde la Primera Sesión formó un grupo llamado «Iglesia de los Pobres», para pensar toda la problemática del Concilio a partir de los pobres, de sus preguntas y angustias, dándose cuenta rápidamente que no estaban consiguiendo muchos resultados, pues en medio de tantas intervenciones de los presentes, discusiones y sucesivas redacciones de las diferentes comisiones era muy difícil introducir cualquier frase que hiciese referencia a aquello que el grupo pretendía. En la elaboración de los textos había muchas modificaciones, sirviendo como anécdota que en la última votación de la Gaudium et Spes llegaron veinte mil propuestas de modificación.

El grupo sintió que, por un lado, existía cierta simpatía con lo que ellos decían y que eran escuchados, pero que sus propuestas no conseguían plasmarse en los textos. En la última sesión pensaron en realizar un gesto, sin que fuese algo para acusar a los otros, como un compromiso personal. Siendo muy respetuosos, hicieron una celebración muy discreta para después pasar para el resto ofreciendo la posibilidad de firmar el pacto. Con gran sorpresa vieron como 500 obispos se adhirieron.

¿Cuántos participaron de la celebración?

Estaban presentes 42 obispos.

¿Cuándo y dónde tuvo lugar esa celebración?

El 16 de noviembre de 1965 en las Catacumbas de Santa Domitila, en la basílica de los mártires Nereo y Aquiles.

¿De los obispos que participaron de esta celebración, alguno todavía está vivo?

Ninguno de ellos está vivo. En la lista aparecen cinco brasileños, siendo en realidad seis, pues uno de ellos tenía una semana como obispo y fue acompañando al arzobispo de Vitoria, del que era auxiliar. Este obispo, Monseñor Luiz Fernándes, será quien después daría inicio a los Interecelsiales de las Comunidades Eclesiales de Base (CEBs), que todavía hoy se siguen celebrando en todo Brasil. Junto con él estaban Monseñor Antonio Batista Fragoso, obispo de Crateus, Monseñor Henrique Golland Trindade, arzobispo de Botucatú, Monseñor José Alberto Lopes de Castro Pinto, auxiliar de Rio de Janeiro, Monseñor Francisco Austregésilo de Mesquita Filho, obispo de Afogados da Ingazeira y Monseñor João Batista da Mota Alburquerque, arzobispo de Vitoria.

Entre los obispos españoles estuvo presente Monseñor Rafael González Moralejo, obispo auxiliar de Valencia de 1958 a 1969 y posteriormente obispo de Huelva, de 1969 a 1993.

¿Podríamos decir que el Pacto de las Catacumbas es lo mismo que el Papa Francisco pretende cuando afirma que no quiere obispos príncipes?

El Pacto comienza diciendo: «Procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población, en lo que concierne a casa, alimentación, medios de locomoción y a todo lo que de ahí se sigue». Y continúa: «Renunciamos para siempre a la apariencia y a la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir».

La idea de los firmantes era no apartarse de aquello que el pueblo tiene, o mejor que no tiene, y muchos de esos obispos salieron de los palacios y se fueron a vivir en casas sencillas. Don Helder entregó el Palacio de Manguinhos para que fuese sede de las pastorales diocesanas y fue a vivir en la sacristía de una Iglesia de la periferia, la Iglesia de las Fronteiras. Monseñor Antonio Fragoso vivía en una casa sencilla de un barrio popular. Y otros que no estaban allí pero asumieron ese mismo espíritu, como Monseñor Paulo Evaristo Arns, en São Paulo, que vendió el Palacio Episcopal y lo destinó a comprar 1.200 terrenos en la periferia, donde fueron construidos centros comunitarios, lugares de celebración de las comunidades eclesiales de base, y fue a vivir también en una casa simple.

Lo que querían transmitir era que aquello que es de la Iglesia es de los pobres, y, por tanto, si la Iglesia tiene tierras tienen que ser distribuidas entre los pobres. Don Helder hizo eso en la llamada Operación Esperanza, mediante la cual entregó las tierras de la Archidiócesis de Recife a los labradores, dándoles formación técnica, con el apoyo de la Comunidad de Taizé, desde Francia. Este tipo de actitudes se repitieron en diferentes puntos de Brasil, poniendo de manifiesto esa idea de que lo que es de la Iglesia es de los pobres.

¿Qué es lo que pretende con su nuevo libro, recientemente publicado, y que aborda el tema del Pacto de las Catacumbas?

En algunos países, como Italia o España, la editorial Verbo Divino ha publicado un libro sobre este tema, traducido a diferentes lenguas. En Brasil el texto del Pacto estaba publicado, dentro de una obra de cinco volúmenes que narra lo sucedido en el Concilio, pero resulta poco accesible. Lo que he publicado es un pequeño cuaderno que comienza explicando lo que es el Pacto de las Catacumbas.

Sobre cada uno de los 13 compromisos fue discutido, en el momento en que fueron redactados, cuál era la inspiración, teniendo siempre algunos textos bíblicos como referencia, que han sido colocados en el libro publicado, así como textos del Vaticano II que tiene que ver con la opción que ellos hicieron. Vendría a ser una conversación con la Escritura, con el Concilio y con el compromiso de los obispos. Al final del libro aparece la lista de los firmantes, así como imágenes de las catacumbas y de una visita del cardenal Montini a una favela de Rio de Janeiro junto a Don Helder, uno de los redactores principales del Pacto, a pesar de que el día de la misa en las catumbas no estuvo presente, pues debía participar de la comisión que realizaba la redacción final de la Gaudium et Spes. También aparecen imágenes de Monseñor Enrique Angelelli, uno de los que firmó el Pacto y que después fue asesinado por los militares en Argentina.

¿Por qué la Iglesia se olvida tan rápidamente de esas propuestas diferentes?

No se olvidó, pues hubo obispos que se tomaron eso tan en serio que decidieron reunirse cada año durante diez días para rezar, rever lo que el Pacto propone y tomar decisiones de acuerdo con la nueva coyuntura, de una manera profética.

Este grupo continúa vivo en América Latina y cada año se reúne en São Paulo, con la presencia de obispos latinoamericanos de diferentes países. Al principio este grupo se reunió en diferentes países, pero desde que en 1976 algunos fueron detenidos en Ecuador, los encuentros se concentraron en la ciudad brasileña.

Al fin y al cabo es lo que sucedió en el Concilio, donde los firmantes del Pacto fueron una minoría entre los participantes. Los profetas siempre son una mínima parte, lo importante es que sean capaces de arrastrar como han hecho Don Tomás Balduíno, Don Pedro Casaldáliga, Don José María Pires, que, a pesar de ser pocos, arrastraron la Iglesia de Brasil en un momento clave, con una actitud profética, siendo artífices de documentos a partir de su clarividencia y testimonio evangélico que fueron capaces de sensibilizar al conjunto de los obispos, o de influir, como sucedió en Medellín y más recientemente en Aparecida.

El modelo eclesial, poco a poco fue cambiando, pero ¿es posible que 50 años después del Concilio, con el Papa Francisco y su nueva sensibilidad eclesial, volver de nuevo a ese espíritu del Pacto de las Catacumbas en la Iglesia latinoamericana?

Pienso que muchos guardaron ese espíritu y que cuando se entierra una semilla y no llueve… Pero el Papa Francisco vino para que llueva, y por eso, espero que muchas de esas semillas que estaban durmiendo ahora renazcan. En este sentido, van apareciendo jóvenes que caminan en esa dirección, como una joven de Uruguay que me comentó que van a hacer una vigilia recordando el Pacto y el martirio de los Jesuitas de El Salvador. Es un momento propicio para relanzar todo esto.

Esa Iglesia de la Liberación, que tiene como uno de sus fundamentos el Pacto de las Catacumbas, ¿ha muerto, como algunos dicen?

El Congreso Continental de Teología, organizado por la Iglesia de la Liberación, es una prueba de lo contrario. Quien lo dice es porque le gustaría que así fuese, pues ya la mataron y enterraron muchas veces, pero continúa viva, de la misma forma que mataron y enterraron a Jesús y Él está vivo.

¿Qué es lo que aporta esa Iglesia de la Liberación a la realidad latinoamericana?

Pienso que mantiene viva la idea de que la gloria de Dios es la vida de los pobres y la defensa de la vida de los pobres. Lo que está sucediendo con los pueblos indígenas, con aquellos que viven en las periferias, con los jóvenes negros, es una masacre. Creo que hay que estar al lado de la vida, pero denunciando las raíces de eso, pues no es suficiente con socorrer a las víctimas y sí hay que entender el por qué hay tanta gente que continúa siendo víctima dentro de un sistema que se agravó de los años sesenta para acá. Él se globalizó, se internacionalizó y perfeccionó los mecanismos de dominación, sobre todo en el campo financiero.

Esa Iglesia continúa teniendo mártires, como la hermana Dorothy Stang, en unas circunstancias nuevas, como es la falta de respeto con la naturaleza, que muestra un nuevo lado de la lucha por la vida, que es preservar el medio ambiente. En ese sentido, el Papa Francisco va a tener el don de suscitar muchos nuevos compromisos de gente que ya venía batallando, pero que pensaba que estaba sólo.

También el Congreso Continental de Teología muestra que no estamos solos, que hay mucha gente trabajando, en muchos países, y que es importante encontrarse para, a ejemplo de los concilios en la Iglesia, renovar la fe y el compromiso.

¿Ese espíritu del Pacto de las Catacumbas es el espíritu fundamental del Concilio, que después no consiguió desarrollarse?

Debemos observar algunas cosas. La Lumen Gentium hizo algunos cambios fundamentales, definiendo a la Iglesia como Pueblo de Dios. Pero dentro de la Lumen Gentium, en el número 8, se dice que así como Jesús se hizo pobre, la Iglesia tiene que hacerse pobre, así como Él sirvió, la Iglesia tiene que servir. Es un pequeño texto, que no consiguió que la Lumen Gentium partiese de ahí, pero en Medellín el texto sobre la Iglesia habla de la pobreza en la Iglesia, como aparece en el número 14, que vendría a ser la concretización de Lumen Gentium en Medellín.

Esto muestra que la Iglesia Latinoamericana acogió lo esencial del Pacto de las Catacumbas con la opción por los pobres, repensando la Iglesia a partir de los pobres, reiterándolo en Pueblo y mostrando como novedad la idea de que los pobres nos evangelizan, porque ellos interpelan a la Iglesia para ser más fiel al Evangelio de Jesús.

 

Texto del Pacto de las Catacumbas

Nosotros, obispos, reunidos en el Concilio Vaticano II, conscientes de las deficiencias de nuestra vida de pobreza según el evangelio; motivados los unos por los otros, en una iniciativa en que cada uno de nosotros quisiera evitar la excepcionalidad y la presunción; unidos a todos nuestros hermanos de episcopado; contando sobre todo con la gracia y la fuerza de Nuestro Señor Jesucristo, con la oración de los fieles y de los sacerdotes de nuestras respectivas diócesis; poniéndonos con el pensamiento y la oración ante la Trinidad, ante la Iglesia de Cristo y ante los sacerdotes y los fieles de nuestras diócesis, con humildad y con conciencia de nuestra flaqueza, pero también con toda la determinación y toda la fuerza que Dios nos quiere dar como gracia suya, nos comprometemos a lo siguiente:

1) Procuraremos vivir según el modo ordinario de nuestra población, en lo que concierne a casa, alimentación, medios de locomoción y a todo lo que de ahí se sigue.

2) Renunciamos para siempre a la apariencia y a la realidad de la riqueza, especialmente en el vestir (tejidos ricos, colores llamativos, insignias de material precioso). Esos signos deben ser ciertamente evangélicos: ni oro ni plata.

3) No poseeremos inmuebles ni muebles, ni cuenta bancaria, etc. a nuestro nombre; y si fuera necesario tenerlos, pondremos todo a nombre de la diócesis, o de las obras sociales caritativas.

4) Siempre que sea posible confiaremos la gestión financiera y material de nuestra diócesis a una comisión de laicos competentes y conscientes de su papel apostólico, en la perspectiva de ser menos administradores que pastores y apóstoles.

5) Rechazamos ser llamados, oralmente o por escrito, con nombres y títulos que signifiquen grandeza y poder (Eminencia, Excelencia, Monseñor…). Preferimos ser llamados con el nombre evangélico de Padre.

6) En nuestro comportamiento y en nuestras relaciones sociales evitaremos todo aquello que pueda parecer concesión de privilegios, prioridades o cualquier preferencia a los ricos y a los poderosos (ej: banquetes ofrecidos o aceptados, clases en los servicios religiosos).

7) Del mismo modo, evitaremos incentivar o lisonjear la vanidad de quien sea, con vistas a recompensar o a solicitar dádivas, o por cualquier otra razón. Invitaremos a nuestros fieles a considerar sus dádivas como una participación normal en el culto, en el apostolado y en la acción social.

8) Daremos todo lo que sea necesario de nuestro tiempo, reflexión, corazón, medios, etc. al servicio apostólico y pastoral de las personas y grupos trabajadores y económicamente débiles y subdesarrollados, sin que eso perjudique a otras personas y grupos de la diócesis. Apoyaremos a los laicos, religiosos, diáconos o sacerdotes que el Señor llama a evangelizar a los pobres y los trabajadores compartiendo la vida y el trabajo.

9) Conscientes de las exigencias de la justicia y de la caridad, y de sus relaciones mutuas, procuraremos transformar las obras de «beneficencia» en obras sociales basadas en la caridad y en la justicia, que tengan en cuenta a todos y a todas, como un humilde servicio a los organismos públicos competentes.

10) Haremos todo lo posible para que los responsables de nuestro gobierno y de nuestros servicios públicos decidan y pongan en práctica las leyes, las estructuras y las instituciones sociales necesarias a la justicia, a la igualdad y al desarrollo armónico y total de todo el hombre en todos los hombres, y, así, al advenimiento de otro orden social, nuevo, digno de los hijos del hombre y de los hijos de Dios.

11) Porque la colegialidad de los obispos encuentra su más plena realización evangélica en el servicio en común a las mayorías en estado de miseria física cultural y moral -dos tercios de la humanidad- nos comprometemos a:
-participar, conforme a nuestros medios, en las inversiones urgentes de los episcopados de las naciones pobres;
-pedir juntos a nivel de los organismos internacionales, dando siempre testimonio del evangelio como lo hizo el Papa Pablo VI en las Naciones Unidas, la adopción de estructuras económicas y culturales que no fabriquen más naciones pobres en un mundo cada vez más rico, sino que permitan a las mayorías pobres salir de su miseria.

12) Nos comprometemos a compartir nuestra vida, en caridad pastoral, con nuestros hermanos en Cristo, sacerdotes, religiosos y laicos, para que nuestro ministerio constituya un verdadero servicio; así:

-nos esforzaremos para «revisar nuestra vida» con ellos;
-buscaremos colaboradores que sean más animadores según el Espíritu que jefes según el mundo;
-procuraremos hacernos lo más humanamente presentes y ser acogedores;
-nos mostraremos abiertos a todos, sea cual sea su religión.

13) Cuando volvamos a nuestras diócesis, daremos a conocer a nuestros diocesanos nuestra resolución, rogándoles nos ayuden con su comprensión, su colaboración y sus oraciones.

Que Dios nos ayude a ser fieles.

http://www.periodistadigital.com/religion/america/2015/11/14/jose-oscar-beozzo-pacto-de-las-catacumbas-una-iglesia-servidora-y-pobre-religion-dios-jesus-papa-obispos.shtml

 

¡FUERA DEL FUTBOL! ¿los niños de Siria, que culpa tienen?


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¡FUERA DEL FUTBOL!

Niños muertos por las bombas de cloro en Siria.
Esto tiene que terminar, no podemos continuar ignorando el infernal destino que han tenido miles de niños asesinados,

Y tu que tienes tu bandera de Francia, ¿los sigues apoyando aún en ésto?

MEDELLIN, BASTA YA!


«Es muy enriquecedor, hacer el ejercicio uno y ponerse en el lugar de las víctimas, aprender y entender lo que significa hablar, nombrar las cosas y exteriorizarlas» afirma Sara Giraldo. ‪#‎MedellínBastaYa‬

Sara Giraldo estudiante de Periodismo, nos cuenta su experiencia en los talleres de memoria y la importancia de un informe de Medellín Basta Ya.
YOUTUBE.COM

«SI LOS DEPORTADOS HUBIESE TENIDO PSIQUIATRAS»



4:38/4:38

Este video no solo me gusto, me impacto, que me di a la tarea de ponerle los subtítulos en español para todos aquellos que no entienden ni ingles ni francés

CINDY, ESA SÍ SOY YO

17 Nov 2015 Deja un comentario


Mientras producíamos esta radionovela la activista argentina trans Diana Sacayán fue asesinada. Cindy es en memoria de ella y de todas las trans que han sido víctimas de crímenes de odio. Esta radionovela es parte del proyecto “Derechos y Ciudadanía” que realizan Radioteca.net y Radialistas.net con el apoyo de “HIVOS”.

Escucha la radionovela completa AQUÍ

radialistas@radialistas.net

Sangre inocente para más sangre

17 Nov 2015 Deja un comentario


Umberto Mazzei

ALAI AMLATINA, 17/11/2015.- El día anterior a los atentados en Paris, hubo atentados con docenas de víctimas en Beirut, que la prensa apenas mencionó. Lo poco que dijo, insinuaba un ataque contra Hezbollah, por luchar contra el ISIS y demás socios, en Siria. Antes, también la masacre en Ankara, contra una protesta pro-kurda mereció poca cobertura y se le miró como represalia por la lucha de las milicias kurdas contra el ISIS. Antes aún, ISIS se atribuyó el derribó de un avión ruso, con 224 personas, en el Sinaí, tragedia de la cual el Charlie Hebdo – a 200 metros de Bataclan – hizo chistes.

Los trágicos atentados del ISIS en Paris han tenido la atención de los medios que sin duda merecen, pero se evita aludir a los bombardeos franceses en Libia, Irak y Siria o la intervención francesa en Mali y África Central. Silencio mediático sobre el apoyo militar diplomático y financiero del gobierno francés a la lucha armada islamista contra el gobierno laico de Siria (http://es.awdnews.com/política/quand-hollande-avoue-explicitement-avoir-armé-l-etat-islamique) y silencio hermético sobre los grandes negocios de armamento francés con Arabia Saudita y Qatar, reconocidos patrocinadores del ISIS.

Es llamativo como cuando se trata de ataques ISIS o demás terroristas islámicos, nadie culpa de los fracasos a los jefes políticos y administrativos. Nunca son destituidos y mucho menos dimiten. Es surrealista ver como siguen en sus puestos los jefes de la inteligencia y la seguridad policial y militar en el gobierno del Sr. Hollande. ¿Es que Francia no está directamente empeñada en acciones bélicas contra terroristas en varios frentes? ¿Es que no es aliada y hace negocios con países involucrados en las guerras del Medio Oriente? Los responsables de su seguridad doméstica debieran estar alertos y no han cumplido con su deber. Los jefes del aparato policial y militar francés han demostrado ineptitud y descuido en el cumplimiento de su deber.

La misma ineptitud parece aquejar también a los Estados Unidos, cuando se trata de su política militar anti- jihad. La sub-secretaria de Defensa Christine Wormuth y el General Lloyd Austin III, jefe de la campaña contra el grupo que opera como ISIS, admitieron ante el Comité de Servicios armados del Senado que habían gastado US$ 500 millones para producir 4 soldados. Con tantos millones cualquier país entrena y equipa dos divisiones. En realidad se entrenó a 100 o 120, pero que al infiltrarlos en Siria desde Turquía, se pasaron con armas y equipaje a Al-Nusra y al ISIS, que al final son lo mismo. En un país normal, el despilfarro de 500 millones hubiera causado la renuncia del Ministro de la Defensa, pero Ash Carter sigue allí. También debieran echarlo porque durante 14 meses de ataques aéreos de la US Air Force – sin autorización del gobierno sirio – los terroristas avanzaron. Lo que si destrozó fue la infraestructura civil de Siria, lo que obligó a emigrar a la ola de refugiados que baña de angustia las playas europeas. Pero Estados Unidos es el país indispensable y excepcional, que nunca se equivoca. Carter seguirá, con la Sra. Wormuth y el General Austin III. Me pregunto como saben que les quedan esos 4 fieles y carísimos guerreros, tal vez porque siguen cobrando en la nómina.

Es curioso que a ninguno del Senado se le ocurrió objetar que entrenar, equipar y pagar soldados para infiltrarlos con fines bélicos en un país soberano, es contrario al derecho internacional y a la carta de las Naciones Unidas (Art. 2, párrafo 4; Art. 39.). También contradice la carta de la ONU declarar que el presidente legítimo de un país –en este caso Siria- deba renunciar e irse porque así lo dice la supuesta «comunidad internacional», léase OTAN.

Estados Unidos debe reconocer la realidad y renunciar a cambiar el gobierno de Siria o seguir fomentando guerras civiles, porque su situación económica no da para eso. Cometió toda clase de crímenes en países musulmanes, con gran gasto y sin otro resultado que el caos y hacer ganar billones, del erario público, a la industria de la guerra.

Recientemente -en una entrevista televisada- Dave Walker, quien fuera jefe de la Government Accountability Office (GAO) bajo los Presidentes Bill Clinton y George W. Bush, dijo que cuando se suman todas las obligaciones sin cobertura de los Estados Unidos, la deuda nacional es tres veces mayor que esos 18 billones (trillions) que se dice. Según él, la deuda real de EE UU ronda los $65 billones (trilliones). [Catsimatidis en “The Cats Roundtable” de New York]

La deuda en US$ de los bancos, sólo por emisión de derivatives, según el Banco de Compensación Internacional –BCI- de Basilea, está en torno a 760 billones (trillions). Con un Producto Mundial Bruto de 75 billones en 2014, la entera producción mundial no alcanza para pagar el 10% de esa deuda.

La desocupación en EE UU, cuando se toma en cuenta la totalidad de desocupados -no solo los inscritos el último año buscando empleo- está cerca del 23% de la población en edad laboral. Según las estadísticas americanas, la mitad de los jóvenes de 25 años está obligada a vivir con sus padres. El número de americanos en edad de trabajar que no trabajan es de 101 millones, según datos del US Bureau of Statistics. Esos $500 millones estarían mejor invertidos en crear oportunidades de trabajo y reparar la decaída infraestructura física y social de EE UU, que en combatir al ISIS & Cº. Dejen que Siria, Irak, Irán y Rusia acaben con ISIS, Al Qaida, Al Nusra y el resto de salafistas, que en sólo un mes lograron más que «la coalición anti-ISIS de 40 países» en dos años.

Es que ISIS es un agente de Estados Unidos?

La pregunta que queda en el aire es si realmente EEUU pretende acabar con el ISIS, que es descendiente directo de la Al-Qaida terrorista que usó en Afganistán, Bosnia, Kosovo y tal vez otros lugares.

Es llamativo que Daesh o ISIS o Estado Islámico se equipase -sin aviso ni resistencia- con el armamento y equipo pesado totalmente norteamericano de dos divisiones iraquíes estacionadas cerca de Mosul.

Es curioso que el transporte de combatientes del Estado Islámico se realice con millares de pick ups de marca Toyota, hechas en Japón y llevadas hasta Siria o Iraq, armadas con ametralladoras de alto calibre o morteros, sin que la red de servicios de inteligencia de la OTAN se enterase de nada.

Es difícil de explicar que el ISIS esté equipado con equipos anti-tanques TOW, que son de la última generación de armas norteamericanas contra blindados y que EE UU vendió a Arabia Saudita, patrocinador eminente del wahabismo, que es la religión oficial de ISIS.

Es notable que sometido a 14 meses de bombardeos, el ISIS haya continuado a avanzar, coordinado con equipos de comunicación militar modernos que no crecen en las arenas del desierto. Un indicio sospechoso es que se suspendieran los vuelos de la coalición anti ISIS, justo cuando fuerzas de ISIS y Al-Nusra se desplazaban para un ataque simultáneo a la ruta que lleva pertrechos a la ciudad de Alepo. Ciudad cuya central eléctrica fue destruida unos días antes por la aviación norteamericana.

Oficiales del ejército iraquí denunciaron el suministro de pertrechos y armamento a las tropas del ISIS por la aviación norteamericana. También denunciaron ataques aéreos –equivocados- contra tropas iraquíes durante el asedio contra el ISIS en Ramadi.

Putin mostró ante el G-20, reunido en Turquía, fotos de líneas interminables de camiones cisterna de ISIS llevando petróleo a Turquía. La primera incógnita es cómo llegaron allí miles de camiones cisterna. Ante la velada amenaza de que los aviones rusos acabarán el problema, los aviones de EE UU realizaron ayer un ataque y destruyó 116 camiones. El gobierno norteamericano reconoció estar enterado de ese comercio rodante del ISIS, pero pretextó no haberlos atacado para evitar víctimas civiles (sic). ¿Es que son civiles quienes manejan los vehículos de ISIS? Luego sucedió algo inaudito: al verse obligados a atacar la columna petrolera, la rociaron de panfletos advirtiendo que atacarían: guerra avisada no mata soldado.

En mi opinión, el interés primordial de Estados Unidos en Siria no es atacar al ISIS, sino cambiar el gobierno de Damasco y fragmentar a Siria, según el sanguinario modelo tribal y caótico sembrado en Libia.

¿Una guerra caliente?

Obama ya anunció el envío de tropas especiales de tierra a Siria. Primero está la cuestión de la constitucionalidad de ese envío. Es un acto de guerra en territorio sirio, sin previa declaración de guerra, ni la indispensable autorización del congreso norteamericano.

Es una decisión ilegítima según el derecho internacional y según la carta de la ONU. Mandar tropas a Siria sin autorización del gobierno sirio, es un acto de agresión militar.

Puede que el objetivo sea limitar la operación de la aviación siria y rusa que apoya la ofensiva terrestre del ejército árabe sirio y las milicias locales contra los fanáticos islamistas. Estados Unidos y sus aliados saben que Siria y Rusia no quieren escalar esa lucha hacia una confrontación internacional, más de cuanto ya lo es. La muerte de soldados americanos en el curso de una operación pudiera ser utilizada por la NATO como pretexto para intervenir abiertamente. No es la primera vez que Washington victimiza a sus hombres para obtener el apoyo popular con que iniciar una guerra. Es un viejo truco usado por gobiernos de psicópatas ambiciosos. Desde El Álamo en Tejas, desde el acorazado Maine en La Habana.

Ginebra, 17/11/2015

– Umberto Mazzei es doctor en Ciencias Políticas de la Universidad de Florencia. Es Director del Instituto de Relaciones Económicas Internacionales Sismondi, en Ginebra.  www.ireisismondi.orgwww.ventanaglobal.info

URL de este artículo: http://www.alainet.org/es/articulo/173662

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