Las mujeres que leen son peligrosas


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8 de MARZO: REIVINDICANDO NO FELICITANDO.


Foto de Clarita Cardona Tamayo.

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REVOLUCIÓN IGNORADA: JOSE ANTONIO PAGOLA


Jn 8, 1-11

Le presentan a Jesús a una mujer sorprendida en adulterio. Todos conocen su destino: será lapidada hasta la muerte según lo establecido por la ley. Nadie habla del adúltero. Como sucede siempre en una sociedad machista, se condena a la mujer y se disculpa al varón. El desafío a Jesús es frontal:«La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras. Tú ¿qué dices?».

Jesús no soporta aquella hipocresía social alimentada por la prepotencia de los varones. Aquella sentencia a muerte no viene de Dios. Con sencillez y audacia admirables, introduce al mismo tiempo verdad, justicia y compasión en el juicio a la adúltera: «el que esté sin pecado, que arroje la primera piedra».

Los acusadores se retiran avergonzados. Ellos saben que son los más responsables de los adulterios que se cometen en aquella sociedad. Entonces Jesús se dirige a la mujer que acaba de escapar de la ejecución y, con ternura y respeto grande, le dice: «Tampoco yo te condeno». Luego, la anima a que su perdón se convierta en punto de partida de una vida nueva: «Anda, y en adelante no peques más».

Así es Jesús. Por fin ha existido sobre la tierra alguien que no se ha dejado condicionar por ninguna ley ni poder opresivo. Alguien libre y magnánimo que nunca odió ni condenó, nunca devolvió mal por mal. En su defensa y su perdón a esta adúltera hay más verdad y justicia que en nuestras reivindicaciones y condenas resentidas.

Los cristianos no hemos sido capaces todavía de extraer todas las consecuencias que encierra la actuación liberadora de Jesús frente a la opresión de la mujer. Desde una Iglesia dirigida e inspirada mayoritariamente por varones, no acertamos a tomar conciencia de todas las injusticias que sigue padeciendo la mujer en todos los ámbitos de la vida. Algún teólogo hablaba hace unos años de «la revolución ignorada» por el cristianismo.

Lo cierto es que, veinte siglos después, en los países de raíces supuestamente cristianas, seguimos viviendo en una sociedad donde con frecuencia la mujer no puede moverse libremente sin temer al varón. La violación, el maltrato y la humillación no son algo imaginario. Al contrario, constituyen una de las violencias más arraigadas y que más sufrimiento genera.

¿No ha de tener el sufrimiento de la mujer un eco más vivo y concreto en nuestras celebraciones, y un lugar más importante en nuestra labor de concienciación social? Pero, sobre todo, ¿no hemos de estar más cerca de toda mujer oprimida para denunciar abusos, proporcionar defensa inteligente y protección eficaz?

 

José Antonio Pagola

http://feadulta.com/es/buscadoravanzado/item/7401-revolucion-ignorada.html

8 DE MARZO/ 16.LECTURA DEL GÉNESIS SEGÚN EDUARDO GALEANO.


Foto de Mujeres que Sanan.

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LAS MUJERES TESTIGOS DE LA BUENA NUEVA!


Foto de Cátedra de Teologia Feminista.

La muerte de la medicina con rostro humano: La Salud como negocio


la salud como negocio

La Salud como Negocio

“El respeto a la autoridad es la base de la mayor parte de la educación médica. Los estudiantes pueden llegar a acostumbrarse a memorizar, cayendo en la ilusión de que la razón de aprender es repetir como loros lo que se dice en conferencias y libros de texto, que es donde estaría la verdad”.

– Petr Skrabanek

Se recoge a continuación un fragmento del libro de Petr Skrabanek “La muerte de la medicina con rostro humano”. Petr Skrabanek nació en la antigua Checoloslovaquia, trabajando como toxicólogo y forense. Durante un viaje por Irlanda con su esposa, poco antes de terminar sus estudios de medicina, se produce la invasión rusa de Praga, de modo que decidió quedarse en Irlanda, donde finalizó sus estudios y obtuvo el título de Medicina. Murió en 1994, a la edad de 53 años. Esta obra fue concluida pocos días antes de su muerte.

Hasta el siglo XIX, el término consumir tenía sobre todo unas connotaciones negativas: destrucción y desechos. La tuberculosis era conocida como consumption, es decir, una enfermedad que consumía. Por aquel entonces, los economistas propusieron una extraña teoría, que ha sido ampliamente aceptada, según la cual, la base de una economía saneada es el continuo aumento del consumo de mercancías (es decir, desechos). Este principio también ha sido aplicado en las sociedades capitalistas a la salud, de modo que la salud se ha convertido en un producto comercializable.El producto se ve envuelto en la retórica de la compraventa. En la jerga del negocio de la medicina, los médicos actúan como unos dispensadores de salud, pero se diferenciarían del repartidor de leche en que estos entregan bienes tangibles y el médico sólo ofrece promesas.

Tradicionalmente, a los médicos se les llamaba cuando era necesario. De hecho, algunos médicos todavía acuden cuando se solicita su presencia, o cuando un médico está de guardia, se presenta en poco tiempo cuando el paciente así lo requiere. Pero ahora esto está cambiando. Ahora es el médico el que llama al paciente para que le visiten. Ahora la gente sana acude al médico para un chequeo cuando los registros digitales muestran una señal de advertencia. De no acudir a la cita, se considera un incumplimiento, lo que indicaría una conducta imprudente y una irresponsabilidad.

Para despertar el interés por los nuevos productos, son muy importantes las labores de marketing, para así intentar convencer a los potenciales clientes de que no pueden vivir sin ellos, a pesar de que hasta ahora no se habían dado cuenta. En el caso de la salud, esta tarea no es difícil, porque todo el mundo la necesita. La labia que emplea el vendedor está tomada directamente de los manuales de venta de los seguros de vida: “Se salvaría un millón de vidas al año”; “Imagine a una madre dejando indefensos a sus adorables hijos, sólo porque ha sido tan imprudente de no aprovechar la oportunidad de realizarse una sencilla prueba de prevención del cáncer”; “Mire esas fotos de personas que mueren en agonía, ¿quiere terminar así?”. El hecho de que la salud sea un producto intangible hace que sea fácil venderlo. Y a medida que la salud se convierte en una mercancía que en principio no tiene precio, se le puede poner el que se quiera. Y una vez que esta necesidad se convierte en universal, entonces se puede defender señalando que responde a una necesidad. A los productores les gusta hacernos creer que el mercado está determinado por el consumidor, pero una combinación de monopolio y hábiles tácticas publicitarias impiden que la inconstancia del gusto de los consumidores no garantice una constancia en sus ingresos.

Como los servicios de salud son cada vez más complejos, entre el médico y el paciente se interpone una tercera persona: el gerente sanitario. Estos burócratas controlan la compra de equipos médicos, del marketing y la publicidad, gracias a lo cual se abren nuevos mercados. Como verdaderos parásitos, obtienen su parte de los beneficios, sin que hayan producido nada. Se desarrolla una estrecha cooperación entre productores y gestores, con o sin la participación del Estado, dependiendo de si el sistema político es un Estado de Bienestar o una economía del laissez-faire. En 1986, el 12% de todos los hospitales de Estados Unidos estaban bajo el control de cuatro grandes empresas, que dirigían la red en su propio beneficio.

Marc Renaud señaló que la interminable búsqueda de la salud mediante el consumo de una amplia variedad de productos y servicios específicos busca la obtención de unos beneficios económicos por encima del beneficio que pueda suponer para la salud de las personas. Barsky, al comentar la actual manía por el ejercicio, observó que de 30 a 40 millones de corredores eran potenciales compradores de bandas de diseño para la cabeza, vestimentas de nylon, ropa interior de polipropileno, podómetros para el registro de las distancias, pulseras especiales para llevar las llaves de casa, cronómetros digitales para controlar la frecuencia cardíaca, o las tiras reflectantes para correr por la noche. Sólo las zapatillas deportivas representan un mercado de varios miles de millones de dólares. La Industria de los artículos deportivos en su conjunto tiene un volumen de negocios de unos 12 mil millones de dólares al año [Tenga en cuenta que son cifras de mediados de los años 1990. Se estima que el valor la industria del deporte alcanza actualmente los 620 mil millones de dólares en EE.UU. (Ver aquí)]. Los dietistas cobran a unos 40 dólares la hora para ayudar a planificar las dietas, claro, que para aquellos que puedan permitírselo. Se gastan alrededor de 10 mil millones de dólares al año en adelgazamientos (píldoras, libros, gimnasios y dietas especiales). Citando de nuevo a Barsky, “las preocupaciones malsanas pueden generar sanos beneficios”.

Según McKinght, detrás de la creciente Industria de la salud están los mismos profesionales sanitarios: necesidad de beneficios, de expansión, de clientes, la necesidad de ser necesitado. Lo mismo puede decirse de las jerarquías burocráticas.

Extender a los sanos el negocio de la salud es un asunto relativamente sencillo. Sólo hay que persuadir a los sanos de que no es lo mismo estar sano que sentirse sano, pues incluso uno podría tener una enfermedad y no haberse dado cuenta de ello. Así que estando sano, pero con el miedo metido en el cuerpo, los consumidores de salud acuden como rebaños a las puertas del Sistema, solicitando su derecho a entrar (puesto que se les ha dicho, y así lo creen, que el derecho a la salud es un derecho inalienable). Entonces, los productores de salud pueden alegar que están haciendo todo lo posible para atender la creciente demanda, pero que debido a la escasez de lo demandado (la salud, en este caso) hay que subir los precios. Paradójicamente, este aumento en los costes de la atención médica está justificado por la necesidad de ahorrar dinero, lo que se conseguiría previniendo la aparición de enfermedades, y en este campo la Industria reparte salud para todos, lo necesiten o no.

https://bradtaylor.files.wordpress.com/2009/06/death-of-humane-medicine.pdf

SOTT / Noticias de abajo

Visto en : Paradigma Terrestre

La muerte de la medicina con rostro humano: La Salud como negocio

La Santa Sede ha expulsado a casi un millar de curas en la última década por pederastia


Abusos sexuales en la Iglesia

Doctrina de la Fe ha recibido en este tiempo 6.000 demandas «creíbles» de abusos

Francisco crea una nueva secretaría judicial dedicada a agilizar estos procesos. «Tenemos trabajo para 50 años»

Jesús Bastante, 06 de marzo de 2016 a las 08:07

Algo más de la mitad de las denuncias acaba llegando a juicio por la vía canónica y alrededor de tres de cada cuatro concluyen con la condena del acusado

Francisco, contra la pederastia/>

Francisco, contra la pederastia

(Jesús Bastante).- Es la mayor lacra en la Iglesia católica de las últimas décadas. Desde que estallara el caso de abusos sexuales en la diócesis de Boston en 2001 – retratado con maestría por la oscarizada «Spotlight»-, lasdenuncias contra sacerdotes y religiososse han extendido como la pólvora. Según los datos de la propia Santa Sede, en la última década han llegado más de 6.000, a una media de cerca de 600 casos por año.

Entre 2004 -año en que se recibieron casi 800 denuncias– a la actualidad, la maquinaria canónica ha procesado miles de causas, ycasi un millar de curas -848- han sido expulsados del sacerdocio, «reducidos al estado laical», según datos de la Comisión Pontificia para la Tutela de Menores, creada por el Papa Francisco y que intenta coordinar la respuesta de la Iglesia frente a este cáncer. Algo más de la mitad de las denuncias acaba llegando a juicio por la vía canónica y alrededor de tres de cada cuatro concluyen con la condena del acusado. Al margen del proceso religioso bajo las leyes canónicas del Estado vaticano, hay casos por la vía civil en cada país.

De las casi 6.000 denuncias presentadas ante la Santa Sede, entre 2004 y 2013, la Congregación para la Doctrina de la Fe estudió «3.420 casos creíbles de abusos a menores de 18 años». Es decir, la mitad de las presentadas. El año 2004 tiene muchas más demandas que el resto porque recogía conductas delictivas cometidas desde 1950. De estos más de 3.000 casos, se expulsó a 848 sacerdotes. En el resto de casos, los sacerdotes fueron simplemente sancionados con distintas penas, que el informe vaticano no especifica, pero que podrían ir desde una sanción temporal a un traslado, o a evitar su trato con menores.

En el aspecto puramente jurídico, la responsabilidad recae en la Congregación para la Doctrina de la Fe. En las oficinas de la antigua Inquisición los informes se amontonan. Una causa contra un sacerdote por pederastia, o contra religiosos u obispos por encubrimiento, tarda años en sustanciarse, pues el sistema vaticano es sumamente garantista. De hecho, el Papa Francisco tuvo que nombrar hace unos meses un tercer secretario adjunto de la Congregación para que se ocupara única y exclusivamente de estos casos.

 

 

«No dan abasto», reconocía Bergoglio en el vuelo de vuelta de México, donde dejó claro que no hay lugar en la Iglesia para los abusadores y sus cómplices.

«Un obispo que cambia a un sacerdote de parroquia cuando se detecta una pederastia es un inconsciente y lo mejor que puede hacer es presentar la renuncia. ¿Clarito?», apuntó entonces el Papa, tal vez pensando en su ministro de Finanzas, George Pell, que acaba de declarar respecto a su papel en la gestión de casos de abusos sexuales hace décadas en Australia.

Bergoglio, quien ya dijo en su día sobre el caso de abusos en Granada que «la verdad es la verdad, y tiene que salir a la luz», añadía en la última entrevista: «Doy gracias a Dios de que se haya destapado esta olla y hay que seguir destapándola. Y tomar conciencia. Y lo último que quiero decir es que es una monstruosidad, porque un sacerdote es consagrado para llevar a un niño a Dios y ahí se lo come en un sacrificio diabólico. Lo destruye».

Mientras tanto, las denuncias continúan llegando a Roma, y los papeles amontonándose.En España hay alrededor de una decena de casos en la actualidad, de los que los más conocidos son los relativos a Granada, el colegio Gaztelueta del Opus Dei o los maristas de Barcelona.

 

 

Un eclesiástico español, bien informado de los casos que conciernen a nuestro país admite en privado que «desgraciadamente, y pese a la buena voluntad del Papa y del G9 (grupo de cardenales que asesoran al Papa en la reforma de la Curia), habrá muchos casos de abusos que se resuelvan cuando víctima y agresor hayan fallecido, o que se cierren en falso«.

Las razones son muchas: falta de personal, el hecho de que muchas denuncias se hacen cuando pasan hasta 30 y 40 años y, sobre todo, la sensación de que tanta denuncia puede sembrar el caldo de cultivo para pensar que toda la Iglesia está infectada. «Muchos no denuncian porque quieren seguir con su vida y olvidarse. Hay que comprenderles, pero también resaltar la valentía de tantas personas que han dado un paso adelante, y que con su denuncia pueden contribuir a evitar nuevos abusos, y a poner coto a los que se estén dando».

Hans Zollner, jesuita y miembro de la Comisión Pontificia para la Tutela de Menores, es claro al respecto. «Tenemos trabajo como para 30 ó 50 años más«. Porque las denuncias continúan llegando. Las condenas, aunque con cuentagotas, también.

 

http://www.periodistadigital.com/religion/vaticano/2016/03/06/la-santa-sede-ha-expulsado-a-casi-un-millar-de-curas-en-la-ultima-decada-por-pederastia-religion-iglesia-v

MEXICO-POTOSI. IGLESIA PIDE PERDÓN A LAS MUJERES


http://pulsoslp.com.mx/2016/03/08/iglesia-pide-perdon-a-las-mujeres/

El cura de las dos biblias: GONZALO GUILLÉN


07 MAR 2016

Estaba por alcanzar los 60 años de edad cuando llegó al pueblo en un bus de línea y una maleta de cuero que arrastró hasta la residencia parroquial donde viviría. No daba la apariencia a primera vista de ser un cura cualquiera porque, entre otras particularidades, tenía dos biblias.

Revestido hasta los talones con su sotana negra, abrochada de arriba a abajo y desteñida por el uso y los años, Gonzalo Javier Palacio Palacio, llegó para servirle de ayudante al párroco principal de la iglesia Las Mercedes del pueblo de Yarumal, departamento colombiano de Antioquia. El nuevo sacerdote pronto cobró fama porque indagaba hasta el último detalle sobre cada uno de los pecados de los feligreses que iban a pedirle que se los perdonara en el ámbito secreto del sacramento de la confesión.

                  “Otra cosa que recuerdo de él es que tenía dos biblias: una, común y corriente, para las misas y en la otra, que llevaba a todas partes, había abierto un hueco entre las páginas para esconder un revólver Smith & Wesson, calibre 32, de seis tiros y cacha negra”, precisó un viejo campesino que acudió muchas veces a buscar la bendición del cura.

                  En los oficios religiosos tronaba desde el púlpito exhibiendo la Biblia de decir misa: “en este evangelio vemos muy claro que Cristo nos da a sus apóstoles el poder de perdonar los pecados. En ninguna parte dice que los cristianos deban pedirle perdón a Dios directamente. No, siempre deben pedírnoslo a nosotros, sus apóstoles”, rememoró el viejo campesino.

                  Recuerda que, como ningún otro cura, examinaba cada confesión con detenimiento para saber de ella hasta los más pequeños detalles. Podría decirse que con sus preguntas le hacía la autopsia a cada pecado hasta verificar si tenía rastro de algún delito secreto. “No le bastaba saber si uno había mentido, si uno tuvo un mal pensamiento, si uno juró en vano el santo nombre de Dios o si uno deseó a la mujer del prójimo. No, preguntaba de quién era hija la mujer del prójimo, dónde había estudiado, cómo se llamaba, dónde vivía y qué hacía exactamente ese prójimo”.

                  Otra peculiaridad del cura Palacio Palacio era que, en contraste con sus exhaustivos interrogatorios, “ponía penitencias muy cómodas. Usted podía confesarle, pongamos por caso, que se peleó con un vecino o que se robó un carro. Entonces, le preguntaba, eso sí, hasta el último detalle del vecino o del carro y al final simplemente daba la bendición y, cuando más, ponía de penitencia un simple padrenuestro”.

                  No obstante la serie de preguntas exhaustivas a las que sometía a sus feligreses, ellos preferían que él les tomara la confesión para verse recompensados con la simplicidad de sus penitencias.

                  Pero la predilección por este padrecito comenzó a disminuir entre la gente debido a que adoptó la costumbre perniciosa de pedirles a ciertos parroquianos fotografías de personas que fueran mencionadas en las confesiones y dejaba en suspenso el perdón de Dios hasta cuando el penitente cumpliera la orden celestial impartida a través de él.

                  Luego, el apóstol de Cristo comenzó a despertar sentimientos de pavor entre un sector del pueblo que descubrió cómo muchas de las personas por las que el cura preguntaba con sumo detalle en el confesionario eran asesinadas después por bandas de pistoleros, la Policía Nacional o el Ejército.

Llegó un momento en que ya nadie acudía al locutorio de su reverencia el padre Palacio Palacio y éste, extrañado por esa pérdida repentina de fe, salió a las calles y las cantinas del pueblo a indagar entre los feligreses acerca de por qué habían decidido esquivarlo.

“Su reverencia, a mí me dijo una señora que es que usted tiene muy mal aliento y por eso ahora prefieren confesarse con el párroco o ir hasta Santa Rosa”, recuerda que le mintió el viejo campesino cuando fue interceptado una mañana por el cura.

                  En medio del terror que sembró en la región un largo y creciente período de asesinatos de personas sobre las que Palacio Palacio había preguntado en la confesión, los miembros de la Policía Nacional en Yarumal comenzaron a amarrar cadáveres al parachoques delantero del carro de patrulla Nissan Patrol del destacamento para exhibirlos durante lentos recorridos por el pueblo.

                  Era 1990. Los paisanos no debieron hacer muchos esfuerzos para descubrir que un grupo de hacendados y comerciantes del pueblo, asociados con la Policía Nacional y el Ejército, estaban cometiendo asesinatos selectivos, llamados “limpieza social”, bajo la dirección principal del ganadero Santiago Uribe Vélez, hermano del controvertido político regional Álvaro Uribe Vélez, ambos hijos del extinto comerciante, ex socio de Pablo Escobar y supuesto comerciante de cocaína Alberto Uribe Sierra, a quien las influencias de su hijo Álvaro lo habían salvado de un pedido de extradición hecho por el gobierno de Estados Unidos.

                  Antes de poner en práctica la estrategia aterrorizante de exhibir al público los cadáveres de las víctimas de “Los doce apóstoles”, en expedientes judiciales quedó registrado que Santiago Uribe Vélez mandó renovar el carro de patrulla del destacamento usado para ello y lo hizo repintar con los colores reglamentarios, negro y blanco, que entonces distinguían a los vehículos de la Policía Nacional.

                  Las víctimas de la “limpieza social” eran, por lo común, drogadictos, prostitutas, homosexuales, izquierdistas, forasteros, trabajadores agrarios inconformes que denunciaban judicialmente a sus empleadores, protestantes, deudores morosos, ladrones, ateos, sospechosos de congeniar con el hampa guerrillera y, en general, todo aquel que fuera contrario a la decencia, la moral pública y las sanas costumbres cristianas.

                  Bajo el imperio del terror, Yarumal se convirtió, según se hizo costumbre reconocerlo, en un remanso ejemplar de orden, paz y seguridad con democracia.

                  Las indagaciones cautelosas que, sin embargo, hacía el pueblo para averiguar la realidad permitieron determinar que la organización criminal causante de tantos “beneficios de higiene social” era manejada por un consejo de once personas, más el mensajero de Cristo en Yarumal, su reverencia Gonzalo Javier Palacio Palacio: por eso se dio en llamarla “Los doce apóstoles”.

                  Las pesquisas que, con silencio y cautela, los pobladores comentaban en la clandestinidad y debatían en voz baja, les permitieron establecer que los asesinos que asolaban los campos de la región eran adiestrados por policías y militares en un sector de la gigantesca hacienda La Carolina, de los hermanos Uribe Vélez, situada entre los municipios de Yarumal y Santa Rosa de Osos, en el norte del departamento de Antioquia. El latifundio estaba dedicado principalmente a la crianza de toros de lidia.

                  La semana pasada, con una tardanza de 25 años, fue arrestado Santiago Uribe Vélez por la formación de esa banda criminal cuyas fechorías suman cerca de 300 homicidios. Fue una acción judicial inesperada que siempre impidió llevar adelante el eficiente poder saboteador que ha tenido sobre este caso Alvaro Uribe Vélez, presidente de Colombia entre 2002 y 2010.

                  El propio ex presidente está enredado en el sumario matriz, compuesto por cerca de 13 mil folios, de los cuales guardo copia auténtica, a buen recaudo, en Nueva York. Distinguido con el número 8051 de la Unidad de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la Fiscalía General de Colombia,  contiene abundantes denuncios, informes forenses, declaraciones de testigos reservados, investigaciones independientes, delaciones, confesiones de narcotraficantes, conceptos de organismos internacionales, organigramas, peritajes, informes oficiales acusatorios de distintas autoridades y enlaces a otros procesos penales en los que, de la misma manera, abundan los señalamientos directos contra Santiago y Álvaro Uribe Vélez por variados delitos de lesa humanidad atribuidos a “Los doce apóstoles”,  raíz y cimiento de lo que años después sería el gran ejército de los carteles del narcotráfico que, con más de 20 mil sicarios distribuidos en bloques paramilitares regionales, se conoció como Autodefensas Unidas de Colombia, AUC.

                  “La verdad sea dicha, para condenar a Álvaro Uribe no han faltado pruebas sino cojones”, sentenció en su cuenta de Twitter la abogada penalista de Bogotá Diana Muñoz.

                  Una de las masacres más repudiadas de “los doce apóstoles” fue la de la familia López, en la zona rural La Solita, del municipio de Campamento, próximo a Yarumal, en la que fueron asesinados seis campesinos, entre ellos dos niñas de ocho y once años, Yoli y Milena (ver foto). A un niño de ocho años, Darwin (ver foto), le perdonaron la vida para que contara cómo fue cometido el crimen múltiple y aterrorizara a la población con su relato. Este chico salvó a un bebé de brazos al que las balas de los asesinos lo rozaron por todos lados pero solamente recibió heridas menores con esquirlas de una granada de fragmentación lanzada por los asesinos.

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En la masacre participó el batallón Bárbula, de la IV Brigada del  Ejército Nacional, y los muertos, incluidas las dos niñas, fueron presentados como combatientes de las FARC.

La familia López supo que el Ejército y “Los doce apóstoles” habían decidido asesinarlos y durante un par de meses pasó las noches durmiendo a la intemperie escondida en las montaña. Luego abandonó su parcela campesina y se escondió en Medellín y Anorí pero regresó en la clandestinidad para saldar asuntos domésticos que habían quedado pendientes. Cuando todo estuvo en orden, los López se prepararon para huir del todo en una larga caminata que emprenderían en la madrugada, sanos y salvos.

Sin embargo, a partir de un par de desprevenidas confesiones de penitentes recibidas en el locutorio de la parroquia de Las Mercedes, de Yarumal, el cura Palacio Palacio ató cabos, dedujo que los López habían regresado a La Solita, bendijo a los confesantes, pasó la información a los asesinos y estos masacraron a la familia cuando acababa de beber una olla de café cerrero y se disponía a emigrar por las montañas en una marcha de varios días que intentó emprender antes de que brillaran las primeras luces del nuevo día.

Veinte años después, María Eugenia López, quien perdió a su familia en la masacre, supo que el cura Palacio Palacio daba misas en la parroquia del barrio San Joaquín, en Medellín, donde la iglesia Católica lo escondía de la justicia, y decidió buscarlo. Al entrar en la iglesia reconoció la voz del apóstol que rebotaba contra las paredes del ámbito sagrado, esperó que terminara la misa y lo encaró.

–Usted mató a mi familia –lo increpó María Eugenia.

– No sé de qué me está hablando –contestó el cura atolondrado.

 –Usted asesinó a mi familia, en La Solita, con el ejército y “Los doce apóstoles” –le gritó de nuevo María Eugenia mirándolo a los ojos.

–Lo que quiera saber pregúntelo en la Fiscalía, yo soy inocente –murmuró el cura con el aliento agitado y próximo a alcanzar los 80 años de edad.

– A usted lo apresaron el 22 de diciembre de 1995 y le encontraron el revólver que escondía entre una biblia y después quedó libre pero usted es un asesino –afirmó María Eugenia con un coraje que jamás en su vida había experimentado.

–¿Y es que yo no puedo tener un arma? –replicó el ahora anciano cura. Con el pulso tembloroso, sustrajo de un bolsillo de su sotana una navaja y desdobló la hoja bruñida y filosa –¿El que yo tenga esta navaja significa que la vaya a matar? –preguntó haciendo una embestida fallida hacia la garganta de María Eugenia, que la esquivó –¡Ese revólver me lo regaló el general Gustavo Pardo Ariza! (el que fue destituido por haber protegido a Pablo Escobar para que huyera de la cárcel en 1991).

– Yo no lo voy a perdonar a usted ni voy a olvidar lo que me hizo. Sólo quiero saber la verdad y que haya justicia –le exclamó María Eugenia al apóstol de Cristo que acababa de oficiar una misa y de errar un lance de puñal.

http://hispanopost.com/el-cura-de-las-dos-biblias

¿Qué ha hecho la iglesia católica de Medellin con el cura asesino del clan de los doce apóstoles?: absolutamente nada

¿Y que ha hecho la gente para reprobar estos hechos? ¡Nada!, todos y todas siguen asistiendo a la misa en la parroquia de San Joaquín en Medellín, hasta donde se sabe – pues este asesino ya está muy mayor-, el cura sigue dando la comunión.
Tan culpable es el que mata como el que no hace nada para evitarlo. ¿Acaso no piensan en el sufrimiento de los pobres habitantes de Yarumal, Antioquia, nuestros paisanos antioqueños, cuando veían al cura Palacios entrar a la fuente de soda Los Alpes, que estaba frente a la iglesia de Yarumal, y luego de tomarse unos tragos, se reunía con sus apóstoles asesinos – el nombre de los doce apóstoles se los dio este cura maldito – y señalaba la persona o personas que debían matar ese día, porque eran comunistas, guerrilleros, putas, maricas, habitantes de la calle, de La Unión Patriótica, locos, drogadictos y pobres miserables que no tenían dónde caerse muertos. Y mientras este señalamiento – llamado con la elegancia cruel de los antioqueños como de LIMPIEZA SOCIAL – ocurría dentro de la fuente de soda, los yarumaleños y yarumaleñas los veían desde la calle y pensaban en medio del miedo y la desolación: ¿a quién matarán hoy?, y corrían a guarecerse en sus casas que se convertían en lugares endebles ante la ofensiva paramilitar.
Todos los antioqueños y antioqueñas estamos en deuda con Yarumal porque no hicimos nada para evitar esta masacre y el sufrimiento de sus pobladores, pero más en deuda está la poderosa iglesia católica de Medellín, que fuera de no expulsar a este cura asesino, lo fue trasladando de parroquia en parroquia, (como hacen con los curas pedófilos) mientras el Moseñor Dario Monsalve de la arquidiócesis de Medellín lo exoneró de toda culpa.
¡No hay derecho a tanto sufrimiento!
 
Olivia Osorio Rivera

Razones para no celebrar el día de la mujer


Por: marzo 8, 2016
Estar soltera es una decisión de vida. ¡No se metan!

Paola la Catolica

Hoy el time line de mi Facebook se llenó de mensajes para la mujer. Mensajes como: ‘Eres la mejor’, ‘Dios en su infinita sabiduría creó a la mujer’, ‘Atrevida, coqueta, amorosa, tierna’, ‘Si pudiera dar más que mi costilla la daría’, entre otras cosas que para mi gusto son demasiado ‘cursis’ y que solo se dicen por ser hoy el día que es.

Hoy no es un día para celebrar, es un día para conmemorar la muerte de 146mujeres incineradas en la fábrica Triangle Shirtwaist de Nueva York en 1911. Fallecieron por la  negligencia y torpeza de un grupo de hombres trogloditas que quiso dejarlas encerradas, según ellos, “para evitar robos en la fábrica”.

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No creo que debamos celebrar lo que le pasó a esas más de 100 heroínas y tampoco creo que debamos celebrar las muertes de miles de mujeres que son asesinadas por sus esposos; que son violentadas en su hogar, en el trabajo y en la calle.

Entre 2014 y 2015, según Medicina Legal, en Colombia hubo más de 1.300 casos de feminicidios. Los departamentos con cifras más altas fueron: Valle del Cauca, Cundinamarca, Antioquia, Cundinamarca y Meta. Es una cifra escandalosa, y lo peor viene en ascenso.

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Existen mujeres que no defienden a otras mujeres, eso me invita a pensar que no tenemos solidaridad de género. El otro día una mujer ascendió a un cargoimportante, y a más de una escuché decir: “Es que de pronto se lo dio al jefe y por eso está allá” o “será la moza del jefe”, o “ese puesto no le va durar nada”, esa y otras frases más venenosas he oído. Entonces me pregunto ¿Para qué celebrar?

Sin embargo,  hay casos aberrantes como la muerte de Rosa Elvira Cely en 2012 o el caso que a principio de año fue titular en todos los medios: la muerte de Johanna Ramírez y su hijo de cinco años por parte de su loco esposoAlejandro Garrido Molina en un hotel en Cartagena, quien después de asesinarlos se quitó la vida. Estos casos nos deberían llevar a la reflexión- ¿Por qué debemos celebrar? ¿Cuántas de las mujeres que recibieron flores hoy saben el trasfondo de esta problemática? Me atrevo a responder: Pocas.

Un policía me contó un día que en un barrio en el sur de Bogotá, un hombre le propinó una golpiza a su esposa hasta reventarle la boca. El policía no se contuvo al ver la escena y golpeó al marido de la víctima, con tan mala suerte que la señora herida y convaleciente le pegó al policía porque estaba agrediendo a su señor marido. ¿Es esto posible? ¡Dios santo! 

Le pregunté al policía: ¿Qué lo llevó a golpear ese hombre? Me dijo: “porque me imaginé que golpeaban a mi esposa, o a mi mamá”.

 Buena la respuesta del policía, mala la reacción de la mujer. Considero que es una mujer con una autoestima muy baja, que no se quiere, no se respeta, no se valora, y además no es el mejor ejemplo para sus hijos, yo no les digo que se igualen a los hombres y los enfrenten a puños o que pongan la otra mejilla, pero sí que tengan el suficiente  carácter  para parar esas acciones violentas.

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La excusa de algunas mujeres es la soledad. ¿Quién las va volver a mirar?, entonces les digo: ¿Prefieren que sus hijos crezcan en un hogar violento sin ninguna expectativa de respeto? ¿Qué agredan a sus nietos, nueras, bisnietas y así la cadena de la vida se vuelva un circulo vicioso? O  saber que hizo lo correcto desde un principio, dejó al maltratador de su esposo que ni le aporta ni le quita nada y quién quita que la recompensa en el amor llegue a su vida.

 Y si no lo consigue, entonces celebre su soltería y de paso su bella libertad, porque la opresión de un hombre también es sinónimo de esclavitud.

Otro caso con el cual quiero poner sobre la mesa, es sobre las chicas solteras, si tiene 30 y está soltera, si tiene 20 y es soltera, o si tiene 40 y decidió estar sola, ese es el problema de ella, pero encontrar frases incómodas como: “está soltera porque se lo busco” o “pa’ cuando los hijos” o ¿algún día se va a organizar? y la típica “¿Por qué tan solita?”, entonces pienso y digo: ¡Dios santo! Y qué pasa si no quieren parir un hijo, que su decisión es no tener marido y que si está soltera no es porque se lo busco sino que simplemente es una decisión de vida.

Por último, quiero recordarles que cada una de nosotras tiene un valor preciado en esta sociedad, que no debemos merecer un hombre que se desquita física o psicológicamente contra una mujer, que no debemos aguantar infidelidades, que tenemos el derecho a estar solteras, si así lo queremos, que no debemos hablar mal de las mujeres y que debemos celebrar cumpleaños, matrimonios, nacimientos, día de la madre y pare de contar, el día de la mujer no es solo un ocho de marzo, son todos los días.

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