TESIS SOBRE EL PUESTO DE LA MUJER EN LA IGLESIA Y EN LA SOCIEDAD
Thesen zur Stellung der Frau in Kirche und Gesellschaft, Theologische Quartalschrift, 156 (1976) 129-132 I.
PENSAMIENTOS TEOLÓGICOS FUNDAMENTALES
- Ya en el concepto de Dios se ha de evitar acentuar más de la cuenta lo masculino. Dirigirnos a Dios como Padre no debe significar una diferenciación sexual en Dios mismo: decir Dios no es lo mismo que decir varón. Ya en el Antiguo Testamento, Dios tiene también rasgos femeninos, maternales. El llamar a Dios Padre es un símbolo (análogo) patriarcal para la realidad transhumana y transexual de Dios, que es también el origen de todo lo femenino-maternal.
-
La animosidad de muchos Padres de la Iglesia y teólogos posteriores en relación a las mujeres no reproduce la actitud de Jesús, sino la de algunos de sus contemporáneos judíos (y paganos),, para quienes las mujeres no contaban socialmente. Los evangelios, sin embargo, no tienen reparos en hablar de las relaciones de Jesús con las mujeres. Según ellos, ,Jesús no sólo no muestra desprecio alguno a la mujer, sino que las trata con sorprendente naturalidad. Desde el principio se encuentran mujeres en su seguimiento, mujeres asisten a su muerte o sepultura. El puesto jurídico y humano de la mujer en la sociedad de entonces era bien débil. Jesús lo revalorizó considerablemente al prohibir el divorcio al hombre. Por tanto, ninguna Cristología debe acentuar más el ser varonil de Jesús que su ser humano (por ejemplo en conexión con el título de Hijo de Dios): Dios no se ha manifestado específicamente en el varón, sino en el hombre.
-
La figura de la madre de Jesús, María, es captable históricamente sólo a grandes rasgos. La mariología, elaborada por hombres célibes, le ha robado en gran parte su sexualidad, y así, la veneración cultural de María resultó ineficaz para la valoración de la mujer en el ámbito social. Sólo la mariología que no tema urca confrontación crítica con el dato bíblico, que reconozca a María en su pleno ser femenino, en lugar de tomarla sólo ejemplarmente como la humilde esclava, y que la vea en relación con las demás grandes figuras femeninas de la biblia y de la historia de la Iglesia, puede ayudar al hombre actual a una mejor comprensión del mensaje cristiano.
II. LA MUJER EN LA SOCIEDAD 4. El sometimiento de la esposa a su marido no pertenece a la esencia del matrimonio cristiano; las expresiones neotestamentarias sobre el sometimiento de la esposa (la mayoría de ellas, en los escritos neotestamentarios tardíos) hay que entenderlas a partir de la situación sociocultural de aquel tiempo y hay que traducirlas críticamente a la actual. Muchos matrimonios actuales han descubierto que un matrimonio entre iguales corresponde mejor a la dignidad del hombre, que fue creado según la imagen de Dios como varón y mujer. HANS KÜNG
- De la esencia del matrimonio cristiano no se puede deducir tampoco una determinada división del trabajo. Tanto la educación de los hijos y el trabajo doméstico como el trabajo profesional pueden ser realizados conjuntamente por varón y mujer. 6. Por consiguiente, tanto en las hijas como en los hijos de una familia ha de fomentarse igualmente la educación y la formación profesional. Y a la inversa, los hijos han de prepararse para sus deberes paternales y caseros al igual que las hijas. 7. La planificación de la natalidad, consciente y responsablemente practicada, puede contribuir a la auténtica emancipación de la mujer -si no se emplea mal para su explotación sexual y no se equipara la revolución sexual con la emancipación de la mujer-: contribuirá ayudando a que se descarguen, laboral y financieramente, especialmente las mujeres de las capas sociales más bajas, por medio de un menor número de hijos. 8. En la discutida cuestión del aborto no han de considerarse sólo los derechos del feto, sino también la salud psicofísica y la situación social de la mujer, así como su responsabilización ante su familia y especialmente ante los hijos que ya hay que cuidar.
III. LA MUJER EN LA IGLESIA 9. Las estructuras ministeriales y de poder de la Iglesia católica están totalmente dominadas por varones. Para que se transforme en una Iglesia de todos los hombres, las mujeres han de estar representadas en todos los órganos de decisión: a nivel parroquial, diocesano, nacional y mundial. Un ejemplo patente de que la mujer no está representada es la congregación romana para los religiosos, de la que no es miembro una sola mujer; según la legislación actual, al concilio ecuménico sólo pueden ser enviados varones y el Papa sólo puede ser elegido por varones, nada de lo cual es cuestión divina, sino de puro derecho humano. l0. El lenguaje del culto debe expresar que la comunidad está compuesta tanto de mujeres como de varones, que básicamente tienen los mismos derechos. Así que las expresiones usadas no han de ser sólo «hermanos» o «hijos de Dios», sino igualmente «hermanas» e «hijas de Dios». 11. Hay que fomentar el estudio de la teología católica por mujeres, lo cual en muchos sitios está sólo limitadamente permitido o totalmente excluido. La Iglesia y la teología sacarían mucho provecho con los puntos de vista de la mujer (y no en último término, en el campo de la ética, y aquí, de nuevo y en especial, en el de la ética sexual). 12. Muchas órdenes femeninas han llevado a la práctica con eficacia los principios de renovación del concilio Vaticano II. Pero muchas veces la Iglesia ministerial, compuesta de varones, más bien las frena que las alienta. A pesar de la escasez de sacerdotes, sigue cerrado a las religiosas el camino a las funciones directivas de la comunidad y se les niega en gran medida los medios financieros para una formación completa. HANS KÜNG 13. El celibato ministerial del presbítero lleva con frecuencia en la práctica a una relación tensa y no natural entre sacerdote y mujeres; se las considera únicamente como seres sexuados y como tentación sexual para el sacerdote. La prohibición de casarse para los varones ordenados y la prohibición de la ordenación para las mujeres están en conexión: la ordenación de la mujer y la plena colaboración colegial en los órganos de dirección y decisión de la Iglesia no se llevarán a cabo en tanto que el celibato del clero no se resuelva por una elección libre de los llamados verdaderamente al celibato propiamente tal. 14. Es de desear la reintroducción del diaconado de la mujer, testimoniado en la Iglesia primitiva (y que fue abolido primero en la Iglesia occidental y luego en la oriental), pero, si no se posibilita simultáneamente con el acceso de la mujer al diaconado también su acceso al presbiterado, esto no llevaría a una igualdad de derechos sino más bien a un retraso de la ordenación de la mujer. En muchas comunidades católicas ya se permite el acceso de las mujeres a las funciones litúrgicas. Esto puede ser un paso importante para que la mujer se integre plenamente en el ministerio de la dirección eclesial. Pero tampoco esto hace superflua la exigencia de la ordenación de la mujer. 15. Contra un presbiterado de la mujer no existen serios motivos teológicos. La constitución exclusivamente masculina del colegio de los doce ha de entenderse partiendo de la situación sociocultural de aquel tiempo. Hay unos motivos para la exclusión de la mujer que se encontrarían en la tradición (por la mujer vino el pecado al mundo; la mujer fue creada en segundo lugar; la mujer no fue creada según la imagen de Dios; la mujer no es miembro completo de la Iglesia; el tabú de la menstruación). Pero no pueden referirse a Jesús y dan testimonio de una difamación teológica fundamental de la mujer. A la vista de las funciones directivas de mujeres en la primitiva comunidad (Febe, Prisco) y a la vista del puesto de la mujer, hoy totalmente cambiado, en economía, ciencia, cultura, estado y sociedad, no se debería retrasar más el acceso de la mujer al presbiterado. Jesús y la Iglesia primitiva se adelantaron a su tiempo en la valoración de la mujer; la Iglesia católica actual está muy por detrás de su tiempo y también de otras Iglesias cristianas. 16. Sería un ecumenismo mal entendido el que las reformas que ya desde hace tiempo se echan en falta en la Iglesia católica, como por ejemplo la ordenación de la mujer, se retrasasen apelando al mayor retraso conservador de las «Iglesias hermanas»; en lugar de utilizar a tales Iglesias como un alibi, más bien habría que exigirles que ellas mismas se reformasen. En esto varias Iglesias protestantes pueden servir como modelo a la Iglesia católica. Durante mucho tiempo se ha desacreditado y difamado a la mujer en la Iglesia católica. Con todo, al mismo tiempo se la ha explotado. Es ya tiempo de garantizarle también a ella, en la Iglesia, la dignidad que le corresponde y el puesto jurídico y social adecuado.
Tradujo y extractó: ANTONIO CABALLOS