edith_steinSe la vio por última vez en una estación de tren, en Schifferstadt, Alemania. Iba en un vagón precintado junto a otros viajeros forzosos. Fue una de sus alumnas la que la vio por última vez y recuerda que le dijo: “Saluda en mi nombre a las hermanas de Speyer y diles que me llevan hacia el Este”. Pero como en el caso de tantos otros en aquellos días, en realidad la llevaban al campo de exterminio nazi de Auschwitz. Allí la marcarían con el número de deportación 44.074 y poco tiempo después moriría asesinada en una cámara de gas. Edith muere como judía y como mártir cristiana. Después queman su cuerpo y las cenizas las arrojan a un campo cercano. Solo tenía 51 años de edad.

Edith Stein (1881-1942) nace en Breslau (hoy Polonia). Era solo una adolescente cuando en su lucha personal por dar sentido a su vida abandona el judaísmo y se dedica a estudiar. Con 20 años empieza a estudiar Historia y Germanística en la Universidad de Breslau. Más tarde, atraída por la filosofía fenomenológica de Husserl, estudia en la Universidad de Gotinga. Allí escribe su tesis Sobre el problema de la Empatía y desde entonces no cesa de escribir sobre todo lo que le apasiona: Causalidad sentiente e Individuo y Comunidad, Una investigación sobre el Estado (un texto filosófico no comprometido con las cuestiones políticas del momento), Introducción a la Filosofía (obra ésta en la que en diálogo con Kant y Hurssel demuestra amplios conocimientos de física, biología y filosofía), La estructura de la persona humana. 

edith-stein4Edith comenzó su labor como asistente de Hurssel en octubre de 1916, lo que la llevó no solo a conocer en profundidad su obra sino a postular perspectivas nuevas y originales. En su libro Edith Stein, un prólogo filosófico 1913-1922, (Nuevo Inicio, Granada 2008), Alasdair MacIntyre escribe,

Stein editó, revisó y proporcionó una continuidad, añadiendo algunos fragmentos, a lo que serían partes sustanciales de las Ideas II. Sawicki ha defendido insistentemente de que Stein fue responsable de partes esenciales del párrafo 18… y de los párrafos 43-47… De una manera parecida Stein realizó un borrador revisado y coherente de los manuscritos de Hursserl acerca de la constitución del tiempo, un borrador que Heidegger publicó con posterioridad identificándose como editor y sin mencionar siquiera a Stein“. – Pág. 181.

Las diferencias con Hursserl la llevaron a renunciar al cargo de asistente en 1919, después de ingente trabajo e intensa colaboración. No obstante, su talento como profesora y su claridad de mente eran más que suficientes para impulsarla a solicitar la habilitación como profesora de filosofía en la universidad de Götingen. Sin embargo, fue rechazada por ser judía y por ser mujer.

Durante los años de la guerra, como tantas otras gentes, Edith conoció el dolor de las ausencias de amigos y personas cercanas. El constante aumento de muertes desde el frente no cesaba. Durante aquel tiempo horrible se alista como enfermera. En el año 1914 los ciudadanos judíos de Alemania no se diferenciaban del resto de la población. Existía gran integración y el país entero se sentía como uno solo en el deber patriótico. Pero al acabar la Gran Guerra en 1918, el fantasma antisemita de la derecha emergió después de haber estado latente. Ahora necesitaba urgentemente un chivo expiatorio que culpara de la pérdida de la guerra a los judíos. A partir de entonces, su exclusión progresiva de la sociedad fue mucho mayor.

Comunidad e individuo

edith-stein5En 1922 ve la luz un escrito suyo en el que analiza la relación entre el individuo y la comunidad, “Causalidad Psíquica” (Edith Stein, Obras completas, II, Monte Carmelo, Madrid 2005). Llama la atención que en algunas obras posteriores de Husserl se vea la influencia de estos escritos de Stein, aunque Husserl nunca haya reconocido su fuente. Una de las ideas con la que comienza su ensayo filosófico es,

Cuando me siento cansado, entonces la corriente de la vida parece que se estanca… que va deslizándose perezosamente hacia adelante, afectando a todo cuanto surge en todos los campos sensoriales. Los colores parecen descoloridos, los sonidos huecos… Cualquier color, cualquier sonido, cualquier roce causa dolor“.

Stein expresa aquí cuán vulnerable es la razón cuando la mente está cansada, cómo nuestros sentimientos, pensamientos y percepción dependen de factores externos a la conciencia. Parece que la razón cartesiana es siempre lúcida y que nunca se fatiga. Cuando los filósofos escriben lo hacen usando ejemplos en los que la razón está atenta y bien consciente. Edith, sin embargo, se muestra aquí humilde y sincera: cuántos factores puede haber que condicionen seriamente nuestra capacidad de percepción y entendimiento sobre las cosas.

Otro de los conceptos que se encuentra en ellos es cuando describe los tipos de comunidades que no permiten que sus miembros se desarrollen como sujetos libres, cómo eso les hace insensibles a los valores éticos, estéticos y religiosos. Como gran conocedora del momento que le tocó vivir, Edith Stein tenía razones suficientes como para reconocer las potencialidades y peligros del nacionalsocialismo.

Conversión al cristianismo

edith-stein6En 1921 cae en manos de Edith un libro que resulta determinante para ella: “El libro de la vida“, de Teresa de Ávila. Es entonces cuando decide orientarse hacia el cristianismo. Desde entonces su pensamiento filosófico se introduce en una nueva cosmovisión que sin duda lo enriquece. Lee las obras de Tomás de Aquino y Duns Escoto y al cabo de cierto tiempo escribe una obra basada en Aquino y Husserl que la convierten en una de las tomistas más originales de la historia de la filosofía. En 1932 da unas conferencias sobre “Mujer y pedagogía“. Le apasionan la física y las matemáticas. Su disposición vital era la búsqueda de la verdad, “una enamorada de la verdad“, dicen sus biógrafos. A diferencia de Simone Weil y Hannah Arendt, su perspectiva de la historia es positiva y esperanzada en lo que se refiere al ser humano. Ve la historia como una lucha entre el bien y el mal, por eso escribe a Pío XI para que detenga con su palabra el horror nazi.

Cuando el que fue su maestro en filosofía fenomenológica, Edmund Husserl, murió, Edith Stein escribió una breve reflexión a una de sus amigas. Lo que dice muestra su amplitud de miras y gran corazón, mostrando comprensión y aprecio por todo ser humano: “No tengo preocupación alguna por mi querido Maestro. He estado siempre muy lejos de pensar que la misericordia de Dios se redujese a las fronteras de la Iglesia visible. Dios es la verdad. Quien busca la verdad, sea de ello consciente o no,  busca a Dios”.

Cuando se encontraba en el Carmelo de Echt, Holanda, escribe su última obra, “La ciencia de la Cruz“, su más personal y autobiográfico escrito. El 2 de agosto es arrestada por la Gestapo y conducida al campo de concentración de Amersfoort desde donde será trasladada el 9 de agosto a Auschwitz-Birquenau. Allí será asesinada en una cámara de gas con solo 51 años, pero manifestando hasta el último momento la firme convicción de que nada de todo aquello era en vano.

A Edith le tocó vivir en el más oscuro de los mundos, como a tantos millones de personas entonces. Un mundo donde el terror de la realidad, como tantas veces sucede en esta vida, supera por mucho a la mera ficción. Tanto sus orígenes como su fe la convertían de hecho en persona non grata, prescindible y maldita. Mujer inteligente y llena de fe, ávida por saber y progresar, su vida fue truncada como cuando se arranca violentamente una flor sin tener en cuenta su belleza o como si careciera de toda dignidad. Cuando algo así sucede, algo se conmociona aunque no se vea, aunque no sea ostensible. Edith, como tantos otros, cayó como un pequeño gorrión, como un alma indefensa. Pero como dijo Jesús de Nazaret, “ni un gorrión cae sin que su Padre que está en el cielo lo sepa. No temáis, vosotros valéis más que muchos gorriones” (Mat. 10:29-31). Años más tarde fue canonizada y se le dio mucha honra ‘oficial‘. Pero bien pensado ella no lo necesitaba. Y es que hacía ya tiempo que, cuando aquel gorrión cayó, su Padre en el Cielo ya lo sabía.

edith-steinEl teólogo Xabier Picaza escribe sobre ella,

Encontrarse con Edith Stein es hallarse ante un pensamiento profundo y una antropología humanizada y humanizadora. La suya en una vida apasionada, ahíta de conocimiento y abierta a todo; una vida ‘al servicio de la humanidad’, en palabras suyas. Sobre la base de una personalidad recia, independiente, voluntariosa y sincera hasta la transparencia, vemos evolucionar y transformarse a esta mujer singular cuyo mayor logro será… haber conseguido encarnar su pensamiento filosófico, religioso y místico en la propia vida. Edith Stein forma junto a Simone Weil y Hannah Arendt (judías la tres) una especie de triángulo donde, de forma virtual, podríamos encerrar para su estudio y comprensión gran parte del pensamiento del siglo XX en el corazón de Europa.- Xabier Picaza, “Diccionario de pensadores cristianos“, Verbo Divino, 2010.

Algo de su pensamiento

Hay un estado de sosiego en Dios, de total relajación de toda actividad espiritual, en el que no se hacen planes ningunos, no se toman decisiones de ninguna clase y , sobre todo, no se actúa, sino que todo el porvenir se deja a la voluntad de Dios, se abandona uno totalmente al destino“.

No sé hacia dónde Dios me lleva, pero sé que él me guía”.

Lo que no estaba en mis proyectos, se encontraba en los proyectos de Dios y cuanto más se me representaban tales acontecimientos, más viva se hacía mi convicción de fe de que no existe el azar“. – Edith Stein, Ser finito y ser secreto.

A cada cual Dios lleva por su propio camino, y uno llega más fácil y más rápido a la meta que el otro. Lo que nosotros podemos hacer, en relación a lo que se nos da, es realmente poco. Pero debemos hacer ese poco. Ante todo: pedir insistentemente que vayamos por el camino recto y sigamos sin resistencia alguna el estímulo de la gracia, cuando lo notemos. Quien procede así y persevera pacientemente, ese tal no deberá decir que sus esfuerzos son inútiles. Únicamente no se debe poner plazo alguno al señor”. – Edith Stein, Autorretrato epistolar (1916-1942). Madrid 1996

Durante el tiempo que precedió a mi conversión e incluso un buen tiempo después, tenía la convicción de que llevar una vida religiosa significaba el abandono de todo lo terrestre para vivir solo en el pensamiento de las cosas divinas. Progresivamente aprendí a reconocer que algo más se nos pide en este mundo y que incluso en la vida contemplativa, el ligamen con el mundo no se debe romper. Creo incluso, que cuanto más profunda es la atracción que nos conduce a Dios, mayor es el deber de “salir de sí”, en este sentido también, es decir en dirección al mundo para llevar allí la vida divina”. – Una espiritualidad para hoy según Edith Stein.

La vida de Dios es amor: amor desbordante, sin límites y que se da libremente; amor que se inclina misericordioso hacia toda necesidad; amor que sana al enfermo y resucita lo que estaba muerto; amor que protege, defiende, alimenta, enseña y forma; amor que llora con los que lloran y se alegra con los que están alegres; dispuesto a servir a todos para que lleguen a ser lo que el Padre quiere; en una palabra: el amor del corazón divino”. – Edith Stein Werke V, 11.

Esta suerte me fue deparada después de una experiencia, que sobrepasó mis fuerzas, que absorbió toda mi energía vital y que me privó de toda actividad. La quietud en Dios es algo totalmente nuevo y particular en contra de la negación de la actividad por falta de fuerza vital. En su lugar aparece el sentimiento de estar escondido, de estar liberado de todo problema, preocupación u obligación. Y mientras más me entrego a este sentimiento, me comienzo a llenar más y más de vida nueva, que me empuja a nuevas ocupaciones, sin que para ello actúe la voluntad“.  – Una espiritualidad para hoy según Edith Stein.

El de un corazón libre de todo apego a cualquier cosa creada: a sí mismo y al resto de las criaturas, pero también a todo consuelo y cosas similares que Dios pueda conceder al alma, a cualquier forma de devoción especial, etc.; el de un corazón que no desea otra cosa sino que se cumpla la voluntad de Dios y que se deje guiar por Él sin resistencia“. -Edith Stein. Autorretrato epistolar (1916-1942), Madrid 1996.

Yo me sé sostenido y este sostén me da calma y seguridad. Ciertamente no es la confianza segura de sí misma del hombre que, con su propia fuerza, se mantiene de pie sobre un suelo firme, sino la seguridad suave y alegre del niño que reposa sobre un brazo fuerte, es decir, una seguridad que, vista objetivamente, no es menos razonable. En efecto, el niño que viviera constantemente en la angustia de que su madre le dejara caer, ¿sería razonable?” – Edith Stein, Ser infinito y ser eterno, México 1994.

Quien busca la verdad, consciente o inconscientemente, busca a Dios“. – Carta de Edith Stein a una benedictina.

  • Bibliografía: Alasdair MacIntyre, Edith Stein, un prólogo filosófico 1913-1922, (Nuevo Inicio, Granada 2008),

Esteban López

Edith Stein, ‘no existe el azar’