ENTREVISTA AL TEÓLOGO Y ESCRITOR LEONARDO BOFF


“El objetivo del imperio es eliminar liderazgos progresistas”
Con 78 años, el referente brasileño de la Teología de la Liberación continúa más que activo, entusiasmado por las ideas del papa Francisco. Su visión de la situación en Argentina y Brasil, donde se quiere llevar el proyecto neoliberal hasta sus últimas consecuencias.

(Imagen: Dafne Gentinetta)

“La crisis es tan global que se nos hace difícil hacer análisis”, afirma este hombre de pelo canoso y barba blanca que habla pausadamente en español, sin poder disimular su acento portugués. Se lo puede caracterizar como un filósofo muy crítico y agudo de la sociedad actual. Se sigue considerando un teólogo porque esa fue su formación fundamental como religioso franciscano, a pesar de que desde 1992 se apartó del sacerdocio católico planteando discrepancias con la institución eclesiástica. Ha sido uno de los iniciadores latinoamericanos de la Teología de la Liberación. Hoy es uno de los mayores predicadores de la lucha ecológica y de la sustentabilidad. También un firme defensor del papa Francisco, a quien considera junto al Dalai Lama, uno de los más importantes líderes mundiales, “en un mundo en el que carecemos de liderazgos políticos y populares”.

Leonardo Boff, ese es su nombre. Estuvo en Buenos Aires para brindar una serie de conferencias en distintos ámbitos, pero también para escuchar, dialogar, encontrarse con sus amigos políticos, dirigentes sociales, religiosos. Hubo un tiempo para el diálogo con PáginaI12. A sus 78 años Boff conserva una enorme vitalidad, derrocha entusiasmo en cada afirmación, pero deja transparentar una enorme preocupación por el momento que vive la humanidad.

“Hay cuarenta puntos de guerra en el mundo, es una guerra mundial balcanizada”, dice. “No sabemos hacia dónde vamos, nadie sabe hacia dónde vamos. Tengo la impresión de que estamos en un vuelo ciego, de un avión sin piloto”, subraya.

Para Boff “estamos inmersos en una gran crisis sistémica, que pone en duda un modo de vivir”. Vuelve sobre lo  que a su juicio es una cuestión central: la ecología. “La crisis ecológica es de tal gravedad que no podemos dimensionar el daño que está causando y tampoco alcanzar a ver la gravedad de la crisis que estamos enfrentando”, afirma. Y repite, de distintas maneras, lo que también escribió en su último libro publicado en Argentina (Sustentabilidad, Editorial Santa María, 2017): “La estrategia de los poderosos consiste en salvar el sistema financiero, no en salvar nuestra civilización y garantizar la vitalidad de la Tierra”.

Las referencias al papa y a su encíclica Laudato Si son constantes a lo largo de la conversación. La mención puede resultar sorprendente viniendo de un hombre que abandonó el ministerio sacerdotal en la Iglesia Católica como consecuencia de la persecución a la que fue sometido por la institución que le impidió expresarse, enseñar, ejercer su condición de teólogo. Jozef Ratzinger, antes de ser Benedicto XVI y actuando como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio) fue uno de sus implacables perseguidores. El libro titulado “Iglesia, carisma y poder” (1981) encierra una de las más duras críticas que se haya conocido a la Iglesia Católica como institución. En 1985 fue condenado a un año de silencio por Ratzinger. En 1991 se le impuso censura eclesiástica previa a sus escritos y ese mismo año Boff  renunció a la dirección de la revista teológica Vozes (Petrópolis, Brasil) una tribuna de la teología de la liberación.

Hoy Leonardo Boff resalta la figura del Papa y de sus enseñanzas. Admite que tiene una relación fluida con Francisco a quien le envió, apenas fue electo, una serie de ideas sobre la ecología y el ambiente. Menciona también que en aquella oportunidad recibió respuestas de Bergoglio a través de un amigo común: el entonces embajador argentino ante la Santa Sede Eduardo Valdés. Boff no lo dice, pero quienes conocen sus escritos y han profundizado en el documento papal sobre la ecología saben que muchas de las ideas plasmadas por Francisco estaban ya en el pensamiento de este hombre formado en las ideas de Francisco de Asís. “La encíclica Laudato Si no está dirigida a los cristianos, sino a la humanidad y su pedido es salvar la tierra. Es una respuesta de ecología integral, que abarca todos los órdenes de la vida. No es una ecología boba, tonta. Con este documento el Papa se puso a la vanguardia”, sostiene.

No elude las respuestas políticas. “No es posible analizar Argentina o Brasil solo desde aquí. Tenemos que mirar nuestras realidades en el marco de la crisis de la globalización, de la planetarización”. Y refuerza la idea subrayando que “dependemos los unos de los otros y cada país no puede salvarse por sí mismo, encontrar su propia salida”.

Cuando se refiere a Brasil abona la idea del “golpe parlamentario” y, con desazón, sostiene que “no vemos ninguna salida” porque los actuales gobernantes “quieren llevar el proyecto neoliberal hasta sus últimas consecuencias”. La crisis, real o supuesta, de los llamados “gobiernos progresistas” de la región también se incorpora al diálogo. “El objetivo del imperio es eliminar los liderazgos progresistas y de izquierda de raíz popular”, sostiene. “La estrategia para hacerlo es usar la represión, por una parte, utilizar a la Justicia (Poder Judicial) con ese propósito y deslegitimar la movilización popular como lucha política”. Sintetiza: “No hay leyes, sino poderes en disputa”.

“La estrategia del imperio es: un mundo, un imperio; cubrir todos los espacios y desestabilizar todos los gobiernos de base popular, ya no a través de la fuerza militar, sino utilizando a los parlamentos. Es lo que han hecho en América Latina”. Y sigue su argumentación: “El Atlántico Sur estaba abierto. Es una zona de muchos recursos en la que gobernaban las democracias de base popular. Había que intervenir para ocupar los espacios y, además, para ponerle límite a la presencia de China en la región, dado que China está entrando cada día más en América del Sur. Estados Unidos tiene que frenar a China. Es un juego geopolítico”.

“Por eso digo que el problema de Argentina y de Brasil y del resto de los países sudamericanos no se resuelve solo desde aquí”. Como dato agrega que “los recursos de agua y petróleo de Brasil están entre los más grandes del mundo y los están privatizando a precio vil”. A esta altura del diálogo, Boff pone más y más énfasis en cada afirmación. “Todo eso hace muy difícil una historia con solidaridad… y tenemos democracias de muy baja intensidad”. Vuelve otra vez sobre la política: “Se pretende el desprestigio de la política presentándola como el mundo de los sucios, donde todos son corruptos”. ¿Cuál es la alternativa? “Los gestores, los gerentes que actúan por fuera de la política. Y esto es muy peligroso, porque, yo creo, no se resuelve nada sin pasar por el mundo de la política”.

“Nadie sabe hacia dónde vamos” reitera. Y, a modo de anécdota refiere conversaciones que ha mantenido con militares brasileños. “Algunos quieren que vuelvan los militares pero ellos mismos no quieren afrontar la situación porque perciben la gravedad de la crisis”, dice mientras sonríe con picardía.

Pone su esperanza en los movimientos populares y en su capacidad de movilización. “Los movimientos sociales están despertando y ocupando las calles”, señala. Pero vuelve a advertir que “no hay líderes y eso hace difícil la construcción de alternativas. Quizás la crisis facilite la emergencia de nuevas personas que asuman esos lugares de liderazgos”.

https://www.pagina12.com.ar/37642-el-objetivo-del-imperio-es-eliminar-liderazgos-progresistas

Dios es mi historia. No un concepto – Luis Alemán


 

Posted: 12 May 2017 05:15 AM PDT

Suelo aludir al libro de
Gerhard von Rad de LA ACCIÓN DE DIOS EN ISRAEL. Es
la historia de la fe en Israel. El israelita repasa su historia y descubre a su Dios. Nosotros nos reunimos los domingos y rezamos en común el “creo en Dios Todopoderoso, que creó el cielo y la tierra”. Nuestro credo es una fe intelectual que une a muchos si son creyentes.

Aunque reconocemos que de Dios sabemos más bien nada. Se suele decir que Dios siempre es el mismo, el inaccesible, inmutable. No está mal pensarlo como inmutable cuando entre nosotros todo cambia y se mueve constantemente. La Tierra como el Universo se mueve constantemente. Y el ser humano es voluble, en movimiento como su corazón. Si se para, se muere. Parecería que Dios tampoco puede ser inmutable. Si se detiene deja de ser. La vida es movimiento. Y Dios es la Vida.

Lo que Dios crea permanece creado en tanto esté unido a Dios. No es posible, y no está en nuestras manos, el independizarse de Dios.

Esta filosofía no la aprendí en el libro al que hice referencia. Lo que sí aprendí con Gerhard von Rad, fue a pensar en cómo creían los de Israel: en el Dios que actúa en la historia. La fe antigua, la de Abrahán, no es fe en un concepto. Es la fe en un Dios que camina, que acompaña, que interviene. Abrahán tiene fe porque descubre a Dios que le acompaña.

Al leer la acción de Dios en Israel, comencé a comprender la diferencia entre la noción filosófica de Dios y la realidad actuante de Dios. Dios no solo se manifiesta en una Historia con mayúscula o en una Naturaleza como abstracción. La abstracción del concepto no era propia del antiguo Israel. Donde se manifiesta Iahvé es en el acontecer diario y en la atosigante fragilidad diaria. Descubrir la mano de Dios en esa fragilidad diaria es una fe refrigerante: “busquen a Dios, por ver si lo palpan y lo encuentran, no estando él, ciertamente, lejos de cada uno de nosotros. Pues en él vivimos, nos movemos y somos” S. Pablo en Hch 17, 28

Creer en Dios como la consecuencia de un razonamiento filosófico será más o menos difícil. Pero resulta insuficiente para afrontar una vida real. Prescindir del Dios griego o del Dios escolástico es casi lógico a fuerza de su improductividad. No “sirven” para vivir una vida como la mía. Es decir, con el Dios del catecismo no me soporto a mí mismo ni soporto la historia de aquel ayer lejano ni el hoy. Puede que mi fe de tanto vivirla conceptualmente se me convierta en un convencimiento. Pero a mí me hace más creyente y más cristiano la consciencia de que siempre estuvo a mi lado. Por encima de la pregunta de si creo en Dios.

Será difícil verlo a mi lado. Pero es así como necesito a Dios: a mi lado, mucho más que alojado en un concepto de mis creencias.

Luis Alemán Mur

Fuente: http://www.fecansada.com

Sacerdocio Carmelitano femenino. (Basado en una conferencia de: Ma. José Arana. RSCJ)


Sin título1A lo largo de los tiempos, no han sido pocas las mujeres que se han encontrado muy limitadas por el hecho de no poder participar directamente en las actividades evangelizadoras y sacramentales. Encerradas, honestas y recogidas, tanto en la sociedad civil como en la eclesiástica, se les impedía toda actividad “impropia de su sexo” y se les evitaba cualquier responsabilidad y credibilidad.

Sin embargo, aun bajo estas prohibiciones, encontramos varias reivindicaciones femeninas cuando examinamos vidas y textos de muchas santas y místicas, que bajo el velo de una espiritualidad de la inmolación eucarística, llegan a expresar claramente una vocación al sacerdocio ministerial.

El Carmelo ha sido una tierra fecunda para estas mujeres con vocación sacerdotal, podemos leer claramente en los escritos de Teresa de Lisieux, Isabel de la Trinidad y Teresa de los Andes esta profunda convicción, pues para ellas vivir la descalcez es ser sacerdote en la inmolación.

Isabel de la Trinidad expresa: “…Del fondo de la inmolación silenciosa de un alma hostia -dice- brota un llamamiento misterioso y real, una vocación sacerdotal…”[1]. Su vida espiritual está centrada en ese anonadamiento de la víctima que se inmola: “…El sacerdote y la víctima son seres correlativos…”, y su vocación contemplativa la descubre íntimamente relacionada con la sacerdotal: “La vida del sacerdote, como la de la carmelita”; “Tal es como yo entiendo el apostolado de la carmelita y del sacerdote”; “¡Qué sublime misión la de la carmelita!; ha de ser mediadora”. Todas estas afirmaciones están profundamente conectadas con el centro de su espiritualidad: “Que no deje de consagrarme en el Santo Sacrificio de la Misa, para que sea una Hostia de alabanza para gloria de Dios”. Unida a la que ella llama “Virgen Sacerdotal”, se anega, llena de celo, en Cristo y, aunque feliz en su vocación contemplativa, sin embargo deja traslucir, como un deseo incumplido, esa “vocación sacerdotal” casi secreta: “Fuera del sacerdocio no veo nada más santo en la Tierra”[2].

Algo semejante percibía en sí Santa Teresita del Niño Jesús y poco antes de morir escribía a su hermana: “Siento en mi interior vocación de sacerdote”; y en otro momento exclama con toda espontaneidad: “Sin embargo siento en mí otras vocaciones; siento la vocación de guerrero, de sacerdote, de doctor, de mártir”. Experimentaba una especial satisfacción al “tener que tocar, como los sacerdotes, los vasos sagrados”[3]. También añoraba el apostolado mediante la predicación ministerial y escribe: “Si hubiese sido sacerdote, cómo hubiera hablado de Ella!”[4]. Sin embargo, en el fondo de su corazón, no renunció nunca a esta real vocación, la supo integrar en su espiritualidad y vivencias, pero, además, tampoco excluyó la intuición de que sus deseos, algún día, se pudieran realizar: “Ando con la idea de que los que lo hayan deseado en la tierra participarán en el cielo del honor del sacerdocio”[5].

Teresa de Los Andes, es más reservada en sus comentarios, sin embargo sus ganas de participar activamente en el sacrificio del altar le consumen y lo expresa recurrentemente en sus cartas. Ella considera su vocación a la vida contemplativa en el Carmelo semejante a la vocación sacerdotal pues: “La carmelita es hermana del sacerdote. Ambos ofrecen una hostia de holocausto por la salvación del mundo”.[6] Su vida quiere ser una continua la inmolación eucarística, y siente la misión de cristificarse por medio de la eucaristía, donde ella se ve reflejada: “Dime por donde puede buscarse a la Carmelita que no se le encuentre en el altar del sacrificio. Es inmolada cual la hostia santa: en silencio. Su acción, su obra redentora, ¿No es acaso semejante a la de Jesús-hostia? Ella salva las almas por la oración y el sacrificio.”[7] Es tanta la seguridad que siente en esta semejanza con Jesús Eucaristía que pide a sus directores espirituales que la ofrezcan como tal en la misa: “Quiero ser hostia por hostia. Introdúzcame en el cáliz para que bañada en la sangre de Jesús, sea aceptada por la Sma. Trinidad”.[8]

La vocación sacerdotal no es solo un ministerio apostólico, implica en sí una mística y espiritualidad propia y especifica, cuyo mejor ejemplo, según estas santas, ven reflejado en la Virgen María, verdadera mujer sacerdotal: “Con la Sma. Virgen he arreglado que sea mi sacerdote que me ofrezca en cada momento por los pecadores y sacerdotes, pero bañada con la sangre del Corazón de Jesús.”[9]

Sin embargo muchos apuntan que estas vocaciones al ministerio sacerdotal y las de otras muchas mujeres de tiempos pasados y modernos no son vocaciones verdaderas, pues su verdadera vocación es la de ser victima (sic), ya lo reconocía Paulo VI: “La mujer no puede ser sacerdote. No realiza el Sacrificio. Pero la mujer puede ser víctima”.[10] Pero a éstas y otras mujeres no les convence esta idea. Es más, ven en ello una flagrante injusticia y desigualdad.

La célebre Carmelita y filósofa Edith Stein señalaba como una gran contradicción la postura del Derecho Canónico que excluye a las mujeres, por el hecho de serlo, de todas las funciones consagradas dentro de la Iglesia. “¿A qué se debe esto?”, se preguntaba; porque, ciertamente, además de no encontrar razones en contra del sacerdocio femenino desde el punto de vista dogmático, antropológico ni bíblico, pensaba que es una cuestión “que aún no ha sido tomada en serio” y esperaba, de la Iglesia, una futura acogida[11].

[1] ISABEL DE LA TRINIDAD, Obras Completas, Madrid 1958. pp. 171, 173, 185, 192, 223, 254, 365, 369, 541, 547, etc.

[2] Ibid., 904-905.

[3] SANTA TERESITA DEL NIÑO JESÚS, Manuscritos Autobiográficos (Historia de un alma), Burgos 1958, p. 242.

[4] Se refiere a la Virgen, p. 373.

[5] Proceso diocesano, 2741, Sor Genoveva.

[6] SANTA TERESA DE LOS ANDES, Obras Completas, Burgos 1995. Carta 63, p. 375.

[7] Ibid. Carta 138, p. 613.

[8] Ibid. Carta 116, p. 547.

[9] Ibid. Carta 162, p. 674.

[10] J. GITTON, Dialogues avec Paul Vl, Fayard 1967, p.304.

[11] C. FELDMANN, Edith Stein, Judía, Filósofa y Carmelita, Barcelona 1988, p.72. A. JIMÉNEZ VICENTE, Destellos en la noche, Publicaciones Claretianas, Madrid 1990, p. 70.

COLOMBIA. “Mis años de guerra”: los guerrilleros y la religión


Por Juan Esteban Londoño

Termino de leer el libro Mis años de guerra (2008), del analista y politólogo colombiano León Valencia, quien se desmovilizó de la guerrilla del ELN en 1994, y desde entonces se ha dedicado a un activismo pacifista.

Este libro me trae algunas impresiones sobre aspectos que quiero destacar: la relación entre la guerrilla y la religión en Colombia; el fenómeno del narcotráfico; la realidad contradictoria de estos grupos guerrilleros vista desde adentro; y la experiencia de las desmovilizaciones anteriores, de cara a la actual desmovilización de las FARC y a los posibles diálogos con el ELN.

El libro denota una fuerte presencia del fenómeno religioso en los movimientos revolucionarios en Colombia durante los años 70, principalmente en la guerrilla del ELN.

León Valencia menciona algunos casos en los que sacerdotes, religiosas y laicos católicos impulsaban jornadas de reflexión que llevaron a la transformación de la mentalidad de muchos hombres y mujeres pobres en el campo y en la ciudad en Colombia. En aquel entonces había un proyecto de transformación social, movido por la comprensión que estas personas tenían del evangelio:

“Eran doce sacerdotes […] Recorrían las veredas formando sindicatos y asociaciones. Tenían grupos de estudiantes y campesinos en todas partes. Algunos jóvenes de las universidades de Medellín se les habían unido y se encontraban ya metidos en el campo” (Valencia, 2008: 40).

Esta “nueva manera de entender la religión” (41) estaba inspirada por la Conferencia Episcopal Latinoamericana de 1968, reunida en Medellín, que puso a los pobres y sus luchas sociales como lugar prioritario de la reflexión teológica.

Este mismo impulso dio paso a lo que fue la Teología de la Liberación. Sin embargo, aquí hay que detenerse y hacer distinciones, pues el mismo impulso llevó a dos –o más- vertientes distintas: la acción pacífica de muchos religiosos, religiosas y laicos para reclamar los derechos de los campesinos y obreros; y la militarización de muchas oposiciones que culminaron en la conformación de guerrillas.

(Esto último, tampoco debe ser malinterpretado, pues estas personas se levantaron en armas creyendo, en su momento, que hacían lo correcto y que estaban defendiendo sus vidas y sus derechos).

Estos sacerdotes, religiosas y laicos optaron por la justicia y la defensa de los pobres, convencidos por lo que encontraron en el Evangelio, no en los libros de Marx; como lo deja ver Valencia:

“Los nuevos sacerdotes que encontré no tenían tantas ideas políticas en la cabeza, su motivación les venía de un profundo compromiso evangélico” (75-76).

El contenido de este evangelio consistía en el seguimiento de Cristo, en la preocupación por los débiles y los excluidos.

Valencia, que era un marxista comprometido en ese entonces, y preparaba bien los discursos de sus lecturas para impresionar a los religiosos activistas, chocaba contra una visión menos libresca y mucho más humana de la realidad, la que venía de la experiencia:

“Me regalaban a cambio su idea de compromiso con la gente, su bella idea de que había que encarnar en el pueblo como Cristo, hacerse pueblo, compartir sus dolores, sus tristezas, sus alegrías” (76).

Esta visión nutría la fe de muchos religiosos en los años 70 y 80 en Colombia. Habían encontrado un sentido social en el evangelio. Esto les permitió generar organizar al pueblo para que luchara por mejores salarios, infraestructura y educación.

Pero cuando llegó la hora de decidirse en la guerra que se estaba fraguando con brutalidad desde el Estado contra los campesinos y obreros, muchos sacerdotes, religiosas y laicos no siguieron el camino del mero activismo compasivo, sino que tomaron las armas.

Figuras emblemáticas como Camilo Torres, Domingo Laín José Antonio Jiménez, Manuel el Cura Pérez y su compañera la ex monja española Mónica reflejan la presencia de religiosos en el movimiento armado.

Tal presencia religiosa dio fuerza al movimiento guerrillero del ELN durante muchos años.

(Sobra decir que los teólogos de la liberación de los años 70 y 80 nos deben una reflexión sistemática crítica sobre la práctica de muchos seguidores de su teología en los movimientos guerrilleros).

En su libro, Valencia se pregunta por qué en Colombia no se dio un salto social y popular hacia la revolución. Una respuesta posible que da es el narcotráfico: fenómeno que debilitó a las guerrillas, inicialmente como su enemigo y, posteriormente, como la bestia que las absorbió.

Según Valencia, el narcotráfico frenó los procesos revolucionarios en Colombia, puesto que los jóvenes pobres ya no sintieron la necesidad de levantarse en armas ante su situación miserable ni protestar en las fábricas para transformar su realidad.

En las ciudades, los jóvenes ahora podían adquirir medios antes inalcanzables:

“La oferta económica se había convertido en la más grave disputa a la labor que realizaban las organizaciones de izquierda en los barrios, que sólo podían ofrecer a los muchachos la posibilidad de una reivindicación colectiva dentro de un proyecto revolucionario” (194).

Los campesinos empezaron a cultivar coca, pues les garantizaba rentabilidad. La guerrilla, que inicialmente no estaba de acuerdo con los cultivos, tuvo que respetar las prácticas que les permitía sobrevivir a campesinos y, con el paso del tiempo, terminó asumiendo el cultivo y la exportación de coca como un medio indispensable para que también subsistiera su movimiento.

Pero esto no sucedía solamente con los muchachos de los barrios periféricos y del campo, sino también con las personas adultas de clase media que tenían que asimilar a los nuevos ricos que emergieron de la mafia, y poco a poco se dejaron corromper por su dinero fácil. Valencia señala, por ejemplo, que en una reunión que tuvo con el capo del Cartel de Cali, Gilberto Rodríguez Orejuela, este realizó en no menos de cinco horas conversaciones telefónicas con trece senadores de la República, como si estos fueran sus aliados.

El narcotráfico, además, fue el motor principal del nacimiento de paramilitarismo en Colombia, sugiere este escritor. A diferencia de lo que sus líderes y defensores argumentaban públicamente, el paramilitarismo surgió para defender el negocio de la droga. Ya que la guerrilla hostigaba a empresarios y ganaderos involucrados en el narcotráfico, estos se aliaron con políticos y carteles para eliminar a los insurgentes a como diera lugar.

Pero la guerrilla en Colombia no era una sola, sino varias (FARC, ELN, EPL, M19, Quintín Lame), y dentro de ellas había diferentes posiciones e interpretaciones de la vida militar, política, social e incluso religiosa.

A finales de los años 80 el tema de los secuestros era debatido entre los mandos guerrilleros. Al comienzo, se trataba de retenciones “de alto contenido político” (170) a mandatarios y jefes petroleros para que entregaran capital y se hicieran sensibles a las luchas sociales, compartiendo un tiempo con los grupos alzados en armas, durante el cautiverio. La guerrilla consideraba, además, que se trataba de una respuesta ante las acciones de desaparición forzada de personas por parte de agentes del Estado o de fuerzas paramilitares.

Valencia, no obstante, reconoce que “el secuestro y la extorsión se convirtieron en el gran tropiezo para hacer una verdadera propuesta de humanización del conflicto” (188). Cada vez más se volvió una forma de venganza y dio paso a la deshumanización que empezó a reinar entre estos grupos:

“La guerra se estaba convirtiendo en un trágico juego de espejos en el que los contendientes reflejábamos lo peor que llevábamos en el alma. En esta larga confrontación entre colombianos los enemigos empezábamos a parecernos. Desafortunadamente, más en la saña que en el honor. Uno y otro nos habíamos dado a la tarea de realizar acciones indebidas y brutales que autorizaban al contendor para hacer lo propio, tejiendo así una irrompible cadena de horror. Empezaba a sentir en esta guerra el olvido azaroso de la condición humana” (191).

Algunos movimientos guerrilleros, después de 1990, dieron un paso gigante que los llevó de ser activistas sociales y no grupos de venganza, como fue el caso del M19, algunas fracciones del EPL y el Movimiento Indígena Quintín Lame.

Sin embargo, quienes se desmovilizaron sufrieron una oleada de asesinatos por parte de grupos paramilitares, militares y también de otros guerrilleros. Ante el temor de ser traicionados y desaparecidos, las FARC y el ELN decidieron continuar la guerra:

“las FARC habían acumulado un odio feroz y tenían en su mente una venganza despiadada por la manera como la coalición entre las élites regionales, los narcotraficantes, los paramilitares y sectores de las fuerzas armadas habían llevado a la muerte y a la desaparición de miles de líderes políticos y sociales asociados a su proyecto de cambio […] Recurrirían al terror que fuera necesario […] Tenía el pálpito de que en adelante las FARC marcarían la pauta y arrastrarían al ELN a acciones de esa naturaleza” (272. 275).

Allí fue donde Valencia se separó del movimiento guerrillero, y decidió entrar en un sendero diferente, que fue su propia rendición y negociación de paz.

Hechos tan dicientes como la caída del Muro de Berlín, la rendición del Frente Farabundo Martí de El Salvador y la derrota del gobierno sandinista en Nicaragua mostraban que el mundo estaba cambiando y requería de otros medios de transformación.

Un pensamiento del desencanto llevó a este activista a comprender que el metarrelato de la lucha armada terminaba y que las profecías de sus mensajeros no llegaron a un final feliz. Lecturas como las de Vattimo, orientadas a interpretar los acontecimientos desde múltiples posibilidades, esto es, desde una hermenéutica de la pluralidad, llevaron a Valencia a continuar su defensa de los pobres desde otra esfera, más pacifista.

Al fin se desmovilizó, entre peligros y atentados del Ejército. Y fue, de nuevo, la inspiración religiosa de sus inicios, la que lo llevó a reflexionar sobre el desvío que habían tomado estos grupos de sus ideas iniciales:

No podía aceptar que la guerrilla de Camilo Torres Restrepo, el más puro de los revolucionarios de Colombia y de América Latina, no saliera a condenar sin ambages un crimen de esa naturaleza [el asesinato del obispo de Arauca Emilio Jaramillo por parte del ELN]. Me negaba a creer que una fuerza guerrillera que contaba en sus filas con cientos de curas, monjas y laicos vacilara a la hora de rechazar el sacrificio de un pastor de la Iglesia católica. Sentía que estaba traicionando a los sacerdotes amorosos que me habían rescatado de una juventud sin sentido para lanzarme a la vida apasionada de la revolución y al compromiso con mi país (p. 263).

Ayudado por los jesuitas Francisco de Roux y Horacio Arango y por otros mediadores, León Valencia logró ingresar a la vida civil para continuar su lucha desde el poder de la palabra, la denuncia y el activismo social.

Este libro autobiográfico revela que uno de los motivos que tienen muchas personas para ingresar a la guerrilla o para permanecer en ella es el miedo a ser asesinados cuando están en la vida civil.

Valencia da cuenta de muchos activistas sociales amenazados y exterminados por parte de coaliciones entre los políticos y las fuerzas ilegales, como es el caso del médico defensor de los derechos humanos Héctor Abad Gómez. O también el caso del asesinato de políticos de izquierda, como Jaime Pardo Leal, quien había sido candidato presidencial del partido de la Unión Patriótica, asesinado en 1987 (más de 4.000 miembros de dicha organización murieron violentamente en las dos décadas siguientes). Y también el caso de Bernardo Jaramillo Ossa, quien había sido senador de la República por la UP y candidato presidencial de este partido después del asesinato de Pardo Leal.

De allí brota la pregunta: ¿Está Colombia preparada actualmente para una desmovilización de guerrilleros que implique una expresión real de perdón y reconciliación?

Tal vez se necesite, hoy con más fuerza, el papel protagónico de los sectores religiosos -quienes incitaron al pueblo a levantarse en armas cuando parecía necesario, y también a dejarlas cuando ya los medios no perseguían los fines iniciales-, para que ayuden a poner en práctica la enseñanza de un evangelio de reconciliación y abran un panorama de esperanza en una cultura que respira miedo.

COLOMBIA. “Mis años de guerra”: los guerrilleros y la religión

Las ordenaciones anglicanas no son «nulas»


10.05.17 | 18:59.

El cardenal Coccopalmerio abre la puerta al reconocimiento del sacerdocio anglicano

Se lamenta de que haya en la Iglesia católica «una comprensión muy rígida de la validez y la invalidez» de las órdenes sagradas

«Cuando alguien se ordena en la Iglesia anglicana y se convierte en párroco de una comunidad, no podemos decir que no haya pasado nada, que todo es ‘inválido'». El presidente del Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, el cardenal Francesco Coccopalmerio, acaba así de poner en entredicho la determinación del Papa León XIII en la bula Apostolicae curae que las ordenaciones anglicanas «son absolutamente nulas y sin efecto».

Según recoge el Tablet, Coccopalmerio -uno de las autoridades más importantes en la Iglesia en cuanto a la interpretación de las leyes canónicas- ha abogado por que la Iglesia reconsidere su negativa a reconocer el sacerdocio de la Iglesia de Inglaterra. Lo ha hecho en la última entrega de las actas de las llamadas Conversaciones de Malines -un foro de diálogo católico-anglicano-, un tomo al que el purpurado ha contribuido un trabajo.

Al meollo de este asunto para el cardenal están no solo las realidades pastorales a las que se entregan sin reserva los sacerdotes anglicanos, sino también un concepto de «validez» en la Iglesia católica que resulta demasiado inflexible.

«La cuestión de la validez… no es una cuestión de ley, sino de doctrina», escribe Coccopalmerio. «Hemos tenido y todavía tenemos una comprensión muy rígida de la validez y la invalidez: esto es válido y aquello no. Uno debería poder decir: ‘esto es válido en un determinado contexto, y aquello es válido en otro’«. «Esto se trata de la vida de una persona y lo que ha dado… ¡son cosas muy importantes!», afirma.

Una base importante en la que se apoya el purpurado para hacer su argumento son las muestras de cariño en tiempos recientes entre diferentes Papas y los arzobispos de Canterbury, los cabezas de la Iglesia anglicana. En ocasiones éstas han pasado, cabe recordar, por intercambios de objetos litúrgicos, tales como cruces pectorales. En el encuentro histórico en 1966, por ejemplo, entre el Papa Pablo VI y el entonces arzobispo de Canterbury, Michael Ramsey -reunión que abrió la etapa moderna de acercamiento entre las dos comunidades eclesiales- el obispo de Roma entregó a su homólogo no solo su anillo episcopal, sino también un cáliz.

«¿Qué significa cuando el Papa Pablo VI dio un cáliz al arzobispo de Canterbury?», se pregunta Coccopalmerio en su trabajo. «Si fue para que celebrara con él la Cena del Señor, la Eucaristía, fue para que lo celebrara válidamente, ¿no?». El cardenal prosigue que, a su juici,o el regalo de una copa que contenía la Sangre de Cristo «es más fuerte» que el de una cruz pectoral, «porque un cáliz se usa no solo para beber sino para celebrar la Eucaristía». «Con estos gestos la Iglesia católica ya intuye, ya reconoce una realidad», declara el purpurado.

Pero no es solo el cardenal Coccopalmerio el que sostiene que la postura de la Iglesia católica sobre las ordenaciones anglicanas debe cambiarse. También lo hacía -aunque en menor grado- el entonces Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Joseph Ratzinger, según el trabajo que publica en el presente volumen el otrora obispo anglicano de Europa, Geoffrey Rowell.

Sobre las órdenes anglicanas, el obispo Rowell cita al cardenal Ratzinger, en el transcurso de las Conversaciones de Malines, al efecto de que «no podemos hacer nada acerca de las palabras de León XIII pero hay, no obstante, otras maneras de mirar las cosas». «Cuando una comunidad eclesial, con su ministerio ordenado, en obediencia al mandamiento del Señor, celebra la eucaristía, los fieles se hallan en los lugares celestiales, y allí se alimentan de Cristo», habrá dicho en una ocasión, según Rowell, el hoy en día Papa emérito.

Pero la verdadera novedad que desprende de este último volumen del foro católico-anglicano son las declaraciones del cardenal Coccopalmerio. Palabras que, incluso, podrían desencadenar en un gesto histórico de la Iglesia católica hacia la anglicana en este año en el que se celebra el 500 aniversario de la Reforma de Lutero.

«Hoy, las Iglesias están divididas, o, más bien, dicen que están divididas porque carecen de elementos comunes que, sin embargo, no son fundamentales porque no son cuestión de fe», afirma el purpurado en cuanto al actual estado de las relaciones ecuménicas. «Decimos: ‘no tienen esta realidad, que es cuestión de fe, por consiguiente estamos divididos’. Pero en verdad no es ninguna cuestión de fe; solo aparentamos que lo sea«. Una situación de menos que óptima claridad, añade, que merece que se reexamine el grado hasta el que la Iglesia católica podría reconocer el sacerdocio anglicano.

 http://blogs.periodistadigital.com/don-de-lenguas.php/2017/05/10/las-ordenaciones-anglicanas-no-son-nulas

QUE HERMOSURA!!!


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Las madres de Soacha no encuentran justicia en Colombia


María Sanabria lleva nueve años luchando por conocer la verdad tras el asesinato de su hijo a manos del Ejército.

María Sanabria con la imagen de su hijo.
María Sanabria con la imagen de su hijo. OXFAM

María Sanabria quiere saber la verdad. Hasta hace algún tiempo también esperaba una sentencia condenatoria por el asesinato de su hijo Jaime Estiven Valencia. “Después de nueve años, se empieza a dudar de que alguien vaya a ser condenado, pero al menos quiero saber qué pasó, cómo fue, por qué lo hicieron. Saberlo es otra forma de justicia”, dice. Desde 2008 lleva haciéndose las mismas preguntas. Su única certeza es que a Jaime Estiven lo torturaron, lo mataron y lo hicieron pasar por guerrillero. Su nombre es parte de la lista de las más de 3.000 personas que aparecen en uno de los peores capítulos de la historia reciente de Colombia: las ejecuciones extrajudiciales también conocidas como falsos positivos.

Su hijo, de 16 años, desapareció en Soacha, cerca de Bogotá, y fue encontrado muy lejos de su casa en Ocaña (Norte de Santander), bajo el rótulo de ‘guerrillero muerto en combate’. Su asesinato fue uno de los tantos que sirvió para que muchos soldados y altos mandos del Ejército recibieran felicitaciones y consiguieran beneficios económicos y vacaciones durante el gobierno de Álvaro Uribe (2002- 2010). Nueve años después, María sigue tropezando con un aparato judicial que no parece estar a favor de las víctimas. El pasado 29 de marzo se lo recordaron, una vez más. Las madres de Soacha, como se llaman a las mujeres que perdieron a sus hijos en ese municipio colombiano a manos del Ejército, siguen luchando para que el asesinato de los jóvenes no quede en la impunidad.

La audiencia en la que se hablaría del proceso por la muerte de Jaime Estiven fue cancelada bajo el argumento de que el caso debía ser examinado por la Justicia Especial para la Paz (JEP), anunciada en el proceso de paz con las FARC. Como si la desaparición de su hijo se hubiera dado en el marco del conflicto colombiano, como si su hijo, un adolescente estudiante, hubiera hecho parte de alguno de los bandos que por más de cincuenta años desangraron a un país. “¿Nueve años después me dicen eso? ¿mandan el proceso a un sistema que ni siquiera ha empezado a funcionar?”. María interpuso una acción de tutela manifestando sus dudas y pronto, un juez le dio la razón. Señaló que se vulneró el derecho fundamental al acceso a la administración de justicia al pretender enviar el caso a la JEP. María espera una nueva citación por la vía ordinaria para ver si por fin puede escuchar la verdad.

El debate sobre la aplicación de la JEP apenas empieza y no está muy claro sobre cuáles investigaciones procederá. Hay dudas incluso por los expedientes en los que ya hay condena. Hace unos días 21 militares, entre ellos un coronel, fueron sentenciados a penas de cárcel de entre 37 y 52 años por estos crímenes, pero no se descarta que esas investigaciones se reabran en la jurisdicción especial. “Estamos frente a una inflexión histórica que permitirá un tratamiento que realmente cobije a quienes participaron en el conflicto de manera directa o indirecta y esa determinación la tomarán los jueces y magistrados en cada caso», dijo recientemente el vicepresidente de Colombia, el general en retiro Óscar Naranjo. Serán entonces los jueces quienes decidan a qué tribunal se someterán los militares involucrados en las ejecuciones extrajudiciales. Muchas madres se alistan para demandar con tal de que los procesos de sus hijos sigan en el ámbito ordinario.

“Hemos vivido un doble crimen: asesinaron a nuestros hijos y nos niegan el acceso a la justicia”, repite María, de 60 años. Los casos por los que las madres de Soacha luchan han sido declarados como crímenes de lesa humanidad y ese es el argumento principal, dice ella, para rechazar que tengan un tratamiento especial.

María también espera que la demanda contra el expresidente Uribe por injuria y calumnia avance. En la audiencia más reciente, el exmandatario no asistió y varias madres de los jóvenes que fueron ejecutados extrajudicialmente se quedaron esperando la retractación del ahora senador. Hace dos años, Uribe aseguró en un trino que se había reunido con algunas de estas mujeres y que ellas le reconocieron que sus hijos habían participado en actos delincuenciales. Las víctimas lo denunciaron e insisten en saber a quién se refería con esa afirmación.

“Si mis palabras ofendieron a las madres les pido perdón. Las madres que me denunciaron no estuvieron en la reunión de la presidencia, aunque mis palabras no refieren a ellas, les pido perdón. A las madres que estuvieron en la reunión de la presidencia también les pido perdón”, decía un mensaje escrito por el expresidente. Ellas solo esperan que asista el próximo 19 de mayo a una nueva audiencia en este proceso. “Si no llegamos a una conciliación, el juicio tendrá que avanzar”, sentencia María, que cada año que pasa habla con más fuerza.

http://internacional.elpais.com/internacional/2017/05/12/colombia/1494541802_870832.html

De mujeres, monjas y libertades


May 14, 2017

Compartimos con todos aquellos y aquellas que nos seguís el enlace al post de Pepa Torres en la web entreparentesis del día 7 de Abril, en el que bajo el título reseñado en esta entrada, hace un precioso homenaje a Mercedes Navarro.

Pepa Torres comienza diciendo: «Hay libros que te cambian la vida, te la reorientan, te amplían la perspectiva. Sin duda uno de ellos en la mía…»  

Anímate a seguir leyendo: De mujeres, monjas y libertades

 https://www.asociaciondeteologas.org/single-post/2017/05/14/De-mujeres-monjas-y-libertades

Retiros


jueves, 11 de mayo de 2017


Hace algunos días incluí un comentario en una entrada anterior que decía: “Estoy de acuerdo con usted: cuidado con los retiros espirituales, sobre todo si son ignacianos. Vade retro!”. Recibí como respuesta un par de acotaciones de lectores del blog que muy enfáticamente me advertían acerca de los riesgos de mi condenación eterna por expresarme de ese modo. He pensado entonces que vendría bien exponer cuál es mi opinión sobre el tema.
Da la impresión que mucha gente conservadora o tradicionalista considera que los retiros espirituales son indispensables para la salvación eterna. Y es falso. En primer lugar, porque la Iglesia en ninguno de sus preceptos nos manda hacer retiros y porque tampoco lo mandan los mandamientos. Por otro lado, tenemos una buena cantidad de santos que nunca hicieron retiros espirituales y, sin embargo, alcanzaron la salvación. Ya demasiado tenemos con diez mandamientos y cinco preceptos que cumplir para que nos quieran añadir otros. Se trata de un caso análogo al de mucho que están deseando que el Papa se dedique a definir dogmas anualmente, y cuantos más tengamos mejor… como si creer fuera cosa fácil, y como si no fuera ya suficiente con adherir a lo que proclamamos en el Símbolo de la fe.
Que los retiros espirituales no sean obligatorios no significan que no sean recomendables. Claro que lo son, y creo que todo buen cristiano debería procurar dedicar algunos días al año, o algunas horas al día, a retirarse espiritualmente. Y aquí entra a tallar otra cuestión que tiene que ver con el tipo de retiro espiritual que se trata.
Si nos referimos a lo que podemos denominar retiros espirituales estructurados (en los que el “ejercitante” recibe varias prédicas por día por parte de un sacerdote y sobre las cuales debe meditar), hay que decir que son una invención moderna, cocida a las brasas de la devotio moderna. No conozco los datos históricos concretos -y si alguien los tiene le agradeceré que nos los pase- de cuándo comenzaron, pero se me hace que no será antes de los siglos XIV o XV. Es decir, apenas si ocupan un cuarto de toda la historia de la Iglesia.
Por cierto que anteriormente existían los retiros espirituales, pero no del modo estructurado o moderno: consistían, simplemente, en que el cristiano se retiraba algunos días a un monasterio y allí, siguiendo los oficios litúrgicos y bajo la guía ocasional de algún monje, hacía su retiro. Era un modo mucho más natural y libre de retirarse del mundo, porque tampoco tiene mucho sentido alejarse de los ruidos seculares para caer presa de los ruidos, y de las peroratas, clericales. Y esto se dio a lo largo de toda la primera etapa de la cristiandad. Cuenta Paladio en su Historia láusica, que Evagrio Póntico, cuando dejó Constantinopla, se retiró a un monasterio en Jerusalén donde tomó la decisión de instalarse el desierto egipcio. Y cuenta el amigo y biógrafo de San Elredo, que éste se retiró al monasterio de Rieval mientras era funcionario de la corte del rey David I de Escocia, y fue allí donde decidió hacerse cistercience. Es decir, la historia nos dice que un santo del siglo IV y otro del siglo XII hacían retiros espirituales no estructurados: simplemente, se retiraban a un monasterio, y como el caso de ellos, habrán miles.
¿Todos los que hacían retiros encontraban allí la vocación religiosa? No; lo que ocurre es que nos han llegado los datos históricos de aquellos que no solamente tomaban estado de vida religioso sino que, además, sobresalían en él. Esto no implica, sin embargo, que los seglares acudieran en masa a los monasterios para retirarse. Tengamos presente que se trataba de una época en la que se respiraba la cultura cristiana y donde, quien más, quien menos, cumplía sus deberes religiosos. Por otro lado, la vida de las ciudades -que eran de dimensiones reducidas- y de los pueblos y villorios, donde vivía la mayoría de la población, estaba regida por la liturgia que actuaba como una suerte de retiro permanente. Sin pretender idealizar, lo que quiero decir es que la necesidad de retirarse del mundo es mucho mayor hoy que en la Edad Media. O  pongámoslo del revés: El hombre contemporáneo está más alienado en las cosas del mundo que lo que lo estaba el hombre medieval, y por eso necesita con más urgencia el retirarse.

Que todos los monasterios tuvieran hospedería y que San Benito dedique unas cuantas páginas de su Regla a hablar de los huéspedes, está indicando que era función importantísima de los monjes recibir a los peregrinos. Muchos acudirían simplemente como una posta en un largo viaje, otros porque no tenían donde ir y otros porque necesitan retirarse. Y el retirarse consistía fundamentalmente en participar en los oficios monásticos. Recordemos que pocos eran los laicos que sabían leer y, quienes sabían, no siempre tenían acceso a los libros -porque eran extremadamente costosos-, por lo que tampoco se trataba de un retiro dedicado a leer las Escrituras o los sermones de San Agustín. Para eso habrá que esperar a la imprenta. Retirarse era dedicar tiempo a Dios participando de su culto en la liturgia y en el corazón.
Estos son, en mi opinión, los mejores y más fructíferos retiros espirituales: buscar un monasterio, hospedarse allí tres o cuatro días, participar de los oficios, tener algún buen monje a mano para hablar si resulta necesario y, ahora que todos sabemos leer y tenemos fácil acceso a los libros, llevarse la Biblia y un par de buenos libros de autores espirituales, y dedicar así tiempo a la lectura sosegada y receptiva a la voz del Espíritu que sopla en la brisa monástica. Esto es un retiro tradicional, o un retiro tal como lo entendió la tradición de quince siglos de la Iglesia.
Aquí, claro, hay un elemento fundamental para tener en cuenta, y es que no todos están preparados para este tipo de retiros. Es necesario que la persona tenga un cierto camino recorrido en la vida espiritual para que esos días de apartamiento le sirvan de algo. Si largamos a alguien que vive inmerso en el mundo a un monasterio con cuatro o cinco libros y el horario de las horas canónicas para que vaya a rezar con los monjes, lo más probable es que pierda el tiempo. Como decían los Padres del Desierto, en las soledades monásticas, la distracciones y ataques de los demonios no vienen de las cosas -que son muy pocas-, sino de los pensamientos. El pobre hombre no hará más que aburrirse y distraerse durante sus días de retiro. Por eso mismo, en estos casos lo más conveniente es recurrir a los retiros estructurados. Y esto es un problema espinoso porque estos retiros pueden ser no ya una pérdida de tiempo, sino un verdadero peligro para la fe o para el equilibrio psicológico de quien los hace.
No es necesario aclarar que, si el retiro lo predica un cura progresista, no servirá absolutamente de nada más que aprender algo de sociología barata y derechos humanos en liquidación. Todo permanecerá en la horizontalidad de lo humano a lo que esta gente ha reducido la religión. Y por esta razón, muchos dirán: “Que haga un ignaciano, que tienen éxito garantizado”. Pero yo no estaré de acuerdo.
Reconozco que tengo tirria a los ejercicios ignacianos aunque creo que no es una aversión injustificada. Hice muchos durante muchos años: de una semana e, incluso, de mes: jamás me sirvieron de nada; más aún, en la mayor parte de los casos me hicieron daño. Lo más probable es que se deba a mis defectos. Sin embargo, cuando descubrí para mi sorpresa que había otra clase de retiros que no eran ignacianos, e hice uno de ellos -en este caso predicado por un sacerdote del Opus Dei- fue un bálsamo y un enorme alivio espiritual. Y de allí en más, siempre fue así. Por este motivo, tengo muchas reservas con respecto a la actitud de muchos que creen que arreando a la gente a hacer ejercicios ignacianos lograrán indefectiblemente un bien. En todo caso, restrinjo mi reserva: una cosa es ser arreados por el Santo Cura Brochero, y otra por un curita cualquiera. Recuerdo que en mi época de juventud, en ciertas diócesis que pasaban por conservadoras, se predicaban varias tandas de ejercicios por año, para varones y para mujeres, y lo más asombroso de todo es que los predicadores eran buenos muchachitos con dos años, o dos meses, de ordenados. ¡Qué disparate! Un joven de 24 años es un joven de 24 años por más cura que sea y por más libreto ignaciano que tenga en las manos y, por eso mismo, es un mono con navaja. Todos sabemos que el ambiente que se crea en los retiros por lo general deja a la persona muy vulnerable a nivel emotivo y, por eso mismo, con muchas posibilidades de ser manipulada, aunque sea con la mejor de las intenciones del predicador. ¿De qué otra manera se explican si no, la carrada de “vocaciones” que sacaban los sacerdotes de cierto instituto religioso destinado a encarnar la cultura, sino por la manipulación lisa y llana que el fundador y sus secuaces ejercían sobre los pobres jóvenes que se avecinaban?

Por eso -y esta es mi opinión y no es más que eso-, digo que el mejor retiro y más acorde a la tradición, es retirarse a un monasterio. Si por un motivo u otro se considera conveniente embarcarse en un retiro estructurado, mirar bien qué tipo de retiro se busca, -y esto se sabrá de acuerdo a la espiritualidad de cada uno, porque es bueno saber que la escuela ignaciana es sólo una de tantas escuelas de la espiritualidad católica- y, sobre todo, quién lo predica. Insisto, aquí es donde reside el peligro del que hablaba en mi comentario que dio pie a esta entrada. Aún cuando el predicador tenga la mejor de las intenciones, es capaz de hacer mucho daño. Se necesita un abba, es decir, un padre. Y abba se hace, no se nace, ni se consigue con la sola imposición de manos.
Escolio 1: Un dato que vale la pena recordar. Más de una vez escuché decir que la Santísima Virgen era la que habían inspirado a San Ignacio de Loyola los Ejercicios Espirituales en la cueva de Manresa. Lo cierto es que, si hubo un inspirador, fue García de Cisneros, abad de Monserrat. Está claro que el libro de los Ejercicios es una buena copia o adaptación si se quiere (los jesuitas lo llaman “recreación”) del Ejercitatorio de vida espiritual, escrito por Cisneros, y mediado por un resumen  realizado por un monje anónimo de la misma abadía de Monserrat, llamado Compendio breve de ejercicios espirituales. Concretamente, lo de San Ignacio es el resumen de un resumen. Y esto no va en su desmedro. Era una práctica muy habitual aprovechar lo que otros habían escrito, y eso no significaba ni plagio ni deshonestidad. Pero lo cierto es que los ejercicios ignacianos, de “ignacianos” tienen menos de lo que se cree.
Escolio 2: Resulta casi enternecedora la ingenuidad con la que un anónimo sacerdote del Instituto del Verbo Encarnado escribió la entrada de Wikipedia sobre Ejercicios espirituales. Además de ser  elemental e incompleta, no se priva de afirmar que, quienes los predican, son los jesuitas y los miembros del IVE y, además, deja un link para que los interesados pueden hacer los ejercicios ¡de modo virtual!, por supuesto, con un sacerdote de ese instituto. Pero lo más asombroso de todo es que dice: “Un Instituto religioso que sigue esta espiritualidad y practica los Ejercicios durante el noviciado y cada 10 años, es el Instituto del Verbo Encarnado”. Flaco favor le hacen a San Ignacio y pocas técnicas de marketing tienen porque si la práctica de la espiritualidad y de los ejercicios ignacianos es la propia del IVE, estamos en el horno: el fundador, predicador serial de ejercicios ignacianos durante décadas, está condenado por la Santa Sede por abuso de sacerdotes y seminaristas, y de todos los sacerdotes que hicieron puntualmente sus ejercicios ignacianos durante años, alrededor de doscientos han dejado el Instituto y, de esos, noventa han abandonado el ministerio, lo cual representa el 30% del total de miembros. Y mejor arrojemos un manto de piedad a lo que ocurre con la rama femenina del Instituto.

PRIMERA PARTE. Jesús y la mujer: ‘quedas libre’: por Elizabeth Johnson


Barbara Schwarz, OP, «Jesús y la mujer encorvada», acrílico sobre lienzo, 2014.

Primera parte de una de dos series -parte.

Hay una escena de gran alcance en los Evangelios que muestra cómo en un instante que da vida el encuentro entre Jesús y la mujer puede ser. Como Lucas cuenta la historia:

Jesús enseñaba en una sinagoga en el día de reposo, y entró una mujer que había sido causa de un demonio durante 18 años. Ella estaba encorvada y no podía enderezarse para nada. Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: “Mujer, quedas libre de tu enfermedad.” Luego se puso las manos sobre ella; y luego se enderezó y comenzó a alabar a Dios. (Lc 13: 10-13)

Observe el entorno: un lugar sagrado donde la comunidad se reúne en el día de reposo. Nota, también, la posición de Jesús: frente y al centro, el famoso maestro instruyendo al grupo. Es un momento solemne. La mujer se desliza en silencio. Ella es nadie importante. Durante casi dos décadas se ha movido a través del mundo se inclinó sobre, paralizado por una terrible desventaja, una figura lamentable a los ojos de sus vecinos. A menos que hace un gran esfuerzo, todo lo que ve mientras se mueve a través de su vida es el suelo o en el suelo. Ahora ella sólo quiere escuchar y orar.

Imagínese cómo se sentía al estar de pie, levantar la cabeza, mirar alrededor y ver las caras en lugar de la tierra. Una nueva forma de vida se abre ante ella. Y esta mujer sabía quién gracias. Alaba a Dios por mostrando su tierna misericordia tales gracias a la bondad de este profeta y maestro, Jesús de Nazaret.

Las mujeres cristianas de hoy leen esta historia como una revelación de lo que su relación con Jesús puede llevar a cabo. Encorvado por muchas fuerzas, encuentran su poderosa compasión un estímulo para la liberación, lo que les permite estar de pie. eruditos mujeres están descubriendo que hay muchas escenas de este tipo en el Nuevo Testamento que muestran el amor de Jesús por las mujeres, su preocupación por su bienestar, y su efecto liberador en sus vidas. Pero a lo largo de los siglos el poder de estas historias a menudo se ha ignorado porque los hombres que predican y enseñan por lo general no se dan cuenta del sufrimiento que soportan las mujeres. ¿Cuáles son algunos?

cargas

Sociedad : Considere estas estadísticas de la ONU: las mujeres, que constituyen la mitad de la población mundial, el trabajo de las tres cuartas partes de las horas de trabajo del mundo; recibir una décima parte del salario del mundo; poseer uno por ciento de las tierras del mundo; formar dos tercios de los adultos analfabetos; y junto con sus hijos dependientes forman las tres cuartas partes de las personas que mueren de hambre en el mundo.

Esta situación, denominada sexismo, o el prejuicio contra las mujeres debido a su sexo, es rampante en una escala global. Para señalar esto no es hacer que las mujeres en una clase de víctimas, sino para subrayar estadísticas que dejar en claro las dificultades que enfrentan las mujeres en la sociedad debido a su género. En ningún país del mundo son mujeres y hombres todavía tratados de igual manera acorde a su dignidad humana.

En 1995 las Naciones Unidas llevó a cabo una conferencia sobre la mujer en Beijing, China. Un evento histórico, que fue la primera reunión a la que asistieron las mujeres de todas las naciones del mundo. En esa ocasión, el Papa John Paul II escribió una Carta a las mujeres que apoyan fuertemente la agenda de la conferencia de la igualdad social:

En lo que se refiere a los derechos personales, existe una urgente necesidad de lograr la igualdad real en todos los ámbitos: igual remuneración por igual trabajo, la protección de las madres trabajadoras, la equidad en la promoción profesional, la igualdad de los cónyuges con respecto a los derechos de la familia y el reconocimiento de todo que es parte de los derechos y deberes de los ciudadanos en un estado democrático. Esto es cuestión de justicia, sino también de la necesidad. ( Carta a las mujeres en la Conferencia de Beijing , julio de 1995, párr. 4)

Esta era una carta muy bienvenida, poniendo a la Iglesia Católica de lleno en la liga con la lucha de las mujeres por la justicia. El movimiento para obtener la igualdad de la mujer en la legislación y la cultura es en realidad un movimiento por la justicia social conforme a la doctrina social católica. Esto a su vez se basa en la verdad que las mujeres, como los hombres, son creados a imagen y semejanza de Dios, y debe vivir con la dignidad que corresponde a todas las personas humanas.

Sin embargo, hay problemas en la propia iglesia que el Papa no se refirió.

Iglesia : el cristianismo tomó forma en la cultura del Imperio Romano, donde los hombres de élite tenían poder sobre menores, hombres, mujeres, niños y esclavos. Esta estructura social, llamado patriarcado (regla del padre), es una disposición en forma de pirámide donde el poder está siempre en manos de un hombre dominante o grupo de hombres. A medida que la iglesia creció y se estableció, sus líderes adoptaron este patrón por su propia vida interna. Dentro de este sistema, algunos hombres pueden ser muy respetuoso de las mujeres, e incluso los amo. Pero las mujeres son por necesidad colocado en papeles desiguales y predeterminadas. Hombres enseñan y decidir; las mujeres escuchan y obedecen.

La iglesia refleja esta desigualdad en todos sus aspectos. Los textos sagrados, símbolos religiosos, las doctrinas, enseñanzas morales, leyes canónicas, los rituales y las oficinas de gobierno están diseñadas y dirigidas por hombres. Hasta Dios se imaginó con mayor frecuencia como un patriarca poderoso en el cielo gobernar la tierra y sus pueblos. A su vez, este patriarcado sagrada justifica la regla de los hombres sobre las mujeres en la familia y la sociedad en general.

Mientras que las historias son diferentes, un patrón similar afecta a todas las religiones del mundo.

Teología en la voz de las mujeres

En vista de estas cargas, las teólogas hoy están descubriendo que el poder del encuentro con Jesús es liberador. Sus palabras a la mujer del primer siglo se hacen eco a través de los siglos: “Mujer, quedas libre.”

Las mujeres aportan a este trabajo una nueva perspectiva, haciendo preguntas que surgen de las experiencias de la vida – y el sufrimiento de las mujeres -. Este tipo de teología que comúnmente se llama feminista teología, del latín femina , que significa mujer. Se ve la fe con los ojos de la mujer. Se ve lo que está mal o no en la forma en la fe se ha presentado la medida en que ignora o cargas mujeres. Y se busca en la tradición de los elementos liberadores de gran alcance que pueden transformar la vida de hoy.

La visión que guía la teología feminista es la que Jesús predicó, centrada en su frecuente uso del símbolo “el reino de Dios.” Este reino de Dios trae consigo una nueva forma de comunidad donde la gente vive en el respeto mutuo entre sí y con el otros seres vivos de la tierra. El objetivo no es la discriminación inversa, una comunidad donde las mujeres dominan los hombres; esto sería simplemente continuar la injusticia en una nueva forma. Por el contrario, las mujeres sueñan con un nuevo cielo y una nueva tierra, sin hablaba un grupo y hay un grupo que se subordinan, pero cada persona apreciados y participar de acuerdo a sus propios dones dados por Dios, en las relaciones recíprocas de verdad. Con esta esperanza, el trabajo de la teología feminista hoy destaca una nueva apreciación del significado de Jesucristo para los seres humanos que son mujeres.

[Elizabeth A. Johnson, CSJ, es el distinguido profesor de Teología de la Universidad de Fordham, Nueva York, NY Ella recibirá el premio al liderazgo LCWR excepcional en su asamblea anual en Nashville, Tenn., En agosto.]

Nota del editor: Este ensayo está siendo compartida en GlobalSistersReport.org en dos partes. Parte dos estudiará con más detalle la relación liberadora de Jesús con las mujeres. El ensayo original fue publicado en Bosnia como “Isus I Žene: Se Uspravite!” En el número especial de 2012 ( Isus iz Nazareta: T Perspektivi Medureligijskog Dijaloga ) de la revista franciscana con sede en Sarajevo Svjetlo Riječi . Johnson se le preguntó a abordar el tema de la mujer en medio de ensayos sobre el significado de Jesucristo en una sociedad plural, multi-religiosa (católica, ortodoxa, musulmanes y ateos).

http://globalsistersreport.org/column/speaking-god/spirituality/jesus-and-women-you-are-set-free-1186

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