En la ciudad de Calvino. Visita ecuménica de Francisco


21.06.18 | 15:24.

Francisco ha venido a Ginebra para dialogar con diversos grupos protestantes, y en especial con los «calvinistas» (reformados, presbiterianos, hugonotes…), cuyo origen está vinculado a la «reforma» de esta ciudad suiza, donde Calvino ejerció su autoridad «teocrática».

Se le llamó el «ginebrino» (aunque era francés del norte), porque se estableció en Ginebra, creando allí el más significativo de los «estados» nuevo, de tipo popular y dictatorial. Era un hombre intenso, un duro intelectual… y muchos le acusaron y le siguen acusando de intransigente y violento, incluso de sanguinario (por su forma de humillar y ejecutar por ejemplo a M. Servet).

Pero fue, al mismo tiempo, un gran pensador… y todavía se leen con provecho sus Instituciones Cristianas y sus Comentarios bíblicos… Por otra parte, su visión político-social ha sido influyente, no sólo en Suiza sino en varias partes de Francia e Inglaterra y, sobre todo, en Escocia, y después en Estados Unidos (en una línea que, conforme a la visión de M. Weber influyó bastante en la creación del capitalismo moderno).

Calvino no fue muy dialogante en su vida con algunos de sus adversarios como Servet (ni con los «papistas»), pero sus propuestas teológicas, eclesiales e incluso económicas ejercieron un gran influyo en el desarrollo de la modernidad, y son fundamentales para entender el mundo actual.

Por otra parte, Ginebra, la ciudad donde él impuso su teocraciaha venido a convertirse con el tiempo en metrópoli de pactos, de diálogos y encuentros… en un tipo de Vaticano Protestante, lugar de referencia para el Consejo Mundial de las Iglesias y para diversos tipos encuentros ecuménicos (siendo, al mismo tiempo, ciudad del Dinero).

Allí ha venido Francisco, para aceptar e impulsar el diálogo, desde la «patria» de Ginebra, donde hay un gran letrero que dice Post Tenebras Lux, tras la tinieblas del «papismo» llegó la luz de los reformadores…

Aquel lema es hoy en parte una historia pasada (para calvinistas y católicos), pues tanto Papa Francisco como muchos líderes «protestantes» quieren hoy abrir en Ginebra (y no sólo en Roma) un resquicio para que penetre en el mundo la Luz del Evangelio.

Deseamos esa luz de Dios para Francisco y para todos los representantes de las iglesia, en Ginebra que (por su mismo espíritu calvinista recreado…) ha venido a convertirse en una de las capitales del diálogo y encuentro entre grupos cristianos y no cristianos, entre pueblos y naciones (a pesar de que puede correr el riesgo de ser diálogo de ricos, en una capital de gran riqueza).

CALVINO, JEAN (1509-1564).
(Pikaza, Diccionario Pensadores Cristianos, Estella 2011, 167-170)

Reformador, teólogo y dirigente eclesial francés (Nacido en Noyon, Picardía, al norte de París), hijo de un abogado, al servicio del obispo. En torno al 1535 abrazó la Reforma de Lutero, proclamando la justificación por la fe y tomando la Biblia como único fundamento de la fe cristiana. Vivió en Ginebra (Suiza), donde impulsó la Reforma, en una línea propia y más radical, apareciendo así como fundador de la rama “reformada” (calvinista, prebiterana) del protestantismo.

1. Elementos básicos de su movimiento.

Calvino estableció en Ginebra una “teocracia”cristiana, condenando incluso a muerte a los que a su juicio eran contrarios a los principios de la fe, como a . Servet, por ser anti-trinitario (cf. Castellio). Sus seguidores se llaman “calvinistas” (por su fundador), “reformados” (por la intensidad con que insisten en la reforma) y “presbiterianos” (porque niegan en principio la estructura episcopal de la Iglesia).

Calvino destacó la importancia de la fe pura, insistiendo mucho menos que Lutero en los sacramentos y en la jerarquía de la iglesia. Por eso abolió el episcopado, de manera que sus seguidores se establecieron como comunidades igualitarias y democráticas de seguidores de Jesús, dirigidas por unos “ancianos” o presbíteros, nombrados por las mismas comunidades (que han podido llegar a ser muy radicales y exigentes).

Los calvinistas se extendieron en diversas zonas de Francia, desde el País Vasco hasta Normandía, recibiendo el nombre de “hugonotes” y formando una especie de estado propio, dentro del Estado francés, pero fueron perseguidos y tuvieron que huir a vivir en un tipo de clandestinidad. Ellos se establecieron también, de un modo preferente, en Escocia, donde formaron una iglesia nacional.

Durante un tiempo tuvieron gran influjo en Inglaterra (en los años de Cromwell: 1653-1658), pero fueron perseguidos, precisamente porque sus ideales democráticos iban en contra de los poderes instituidos (de reyes y obispos). Muchos de ellos emigraron a los Estados Unidos, donde contribuyeron de manera radical al surgimiento de la democracia americana que, en su principio, resulta ejemplar (aunque sus aplicaciones posteriores puedan ser dictatoriales).

Los cristianos reformados o calvinistas han sido muy estrictos en la vida social, estableciendo comunidades intensa, de «cristianos puros». Ciertamente, ellos quisieron ser pacíficos, pero muchos se estructuraron de un modo militar, estableciendo fuertes dictaduras, aunque también han sido grandes promotores de la democracia. Su participación en las guerras religiosas de Francia e Inglaterra resulta sobradamente conocida. Desde →
M. Weber, suele afirmarse que los calvinistas han influido no sólo en el surgimiento de la democracia europea sino, sobre todo, en el nacimiento del espíritu moderno del capitalismo porque ellos han puesto de relieve la honradez en el trabajo, destacando la necesidad de una racionalización social en el plano de la producción y consumo de bienes.

En ese sentido, su religiosidad más intensa, fundada en el principio de responsabilidad personal, puede vincularse con el riesgo de una racionalización económica de la vida, donde la búsqueda del éxito venga a ponerse por encima del respecto a las personas y del amor a los pobres. Si esa hipótesis es cierta, el calvinismo se encuentra en la raíz de unos de los fenómenos más violentos de la historia moderna: el despliegue del capitalismo. De todas formas, más que por el posible influjo en la economía, el calvinismo ha sido importante en la historia del pensamiento cristiano por los grandes teólogos que ha suscitado. Entre los últimos quiero citar a → K.Barth y J. Moltmann, que han renovado de manera la teología de todas las iglesias.

Éstos son los cuatro puntos básicos de su enseñanza.

a. Pecado radical: Por la Caída de “Adán”, todos los hombres y mujeres nacen esclavizados por el pecado: no buscan el bien, ni aman a Dios, sino que tienden necesariamente a conseguir sus intereses, pecando siempre.

b. Predestinación particular. Dios escoge y llama desde toda la eternidad a los que él quiere salvar, por pura misericordia gratuita, sin contar con los méritos de los hombres.

c. Salvación limitada. Dios no llama a todos, sino a los que quiere. Por eso, a pesar de que en general puede desear la salvación universal, en concreto, sólo llama y ama a los que quiere, para atraerlos hacia sí, sin que los hombres puedan hacer nada por su parte (en esta línea, algunos calvinistas como K. Barth hablarán de una salvación universal).

d. Perseverancia de los elegidos. Los que han sido llamados por Dios en Cristo y ungidos por el Espíritu Santo no pueden abandonar la fe, ni perder la salvación. Todo está en las manos de Dios, que llama y salva a los que quiere, sin que los hombres y mujeres puedan oponerse a su decreto. Eso significa que Dios realizará su voluntad sin que nadie se le pueda oponer. Eso significa que los verdaderos creyentes están ya salvados.

2. Confesión de fe.

La obra fundamental de Calvino (Institutionis Christianae religionis, 1536) fue traducida al castellano por C. de Valera (año 1597) y se han venido editando de un modo regular entre los cristianos reformados. Esa obra ha sido y sigue siendo el texto teológico fundamental de la reforma protestante, un compendio de teología dogmática, estructurada y desarrollada a partir de la justificación por la fe. Lutero no había escrito nada semejante (en línea dogmática).

Es en ella donde el protestantismo ha encontrado por primera vez su identidad teológica, en forma de tratado, es decir, de unidad de pensamiento. Ésta y las restantes obras de Calvino indican su fidelidad a la gran tradición de la Iglesia universal, pero desde una doctrina “reformada”, es decir, de justificación por la fe y de libertad individual creyente, dentro de una iglesia que “salvaguarda” esa libertad, como indicamos a continuación, citando uno de sus textos más significativos, en el que muestra que la salvación del hombre se realiza en las tres personas de la Trinidad:

(Trinidad).

«Acabamos de exponer lo que obtenemos en Cristo por la fe.
Escuchemos ahora lo que nuestra fe debe mirar y considerar en Cristo para consolidarse. Esto está desarrollado en el Símbolo (como se le llama), en el que vemos cómo Cristo fue hecho para nosotros, por el Padre, sabiduría, redención, vida, justicia y santificación. Poco importa el autor o autores que compusieron este resumen de la fe, puesto que no contiene ninguna enseñanza humana, sino que proviene de los firmísimos testimonios de la Escritura. Pero con el fin de que nuestra confesión de fe en el Padre, en el Hijo y el Espíritu Santo no perturbe a nadie, hablemos primero un poco de ella. Cuando nombramos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, no nos imaginamos tres dioses; sino que la Escritura y la experiencia de la piedad nos muestran en el Ser único de Dios, al Padre, a su Hijo y a su Espíritu. De modo que nuestra inteligencia no puede comprender al Padre sin comprender igualmente al Hijo en el cual brilla su viva imagen, y al Espíritu en el cual aparece su poder y su fuerza. Detengámonos, pues, y fijemos todo el pensamiento de nuestro corazón en un solo Dios. Y sin embargo contemplemos siempre al Padre con el Hijo y su Espíritu».
(Creo en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra). «Estas palabras no sólo nos enseñan a creer que Dios existe, sino también, y sobre todo, a reconocer que es nuestro Dios y a tener por cierto que formamos parte de aquellos a. quienes Él promete que será su Dios y a los que ha recibido como pueblo suyo. A Él se le atribuye todo poder: dirige todo con su providencia, lo gobierna con su voluntad y lo conduce con su fuerza y con el poder de su mano. Decir «creador del cielo y de la tierra», significa que cuida, sostiene y vivifica perpetuamente todo lo que creó una vez».

(Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor).

«Lo que hemos enseñado más arriba, a saber, que Cristo es el objeto mismo de nuestra fe, aparece claramente en estas palabras que describen en Él todos los aspectos de nuestra salvación. Le llamamos Jesús, título con que le honra una revelación celestial, pues ha sido enviado para salvar a los suyos de sus pecados. Por esta razón la Escritura afirma que «no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos». El título de Cristo significa que ha recibido con plenitud la unción de todas las gracias del Espíritu Santo (simbolizadas en la Escritura por el óleo), sin las cuales caemos como ramas secas y estériles. Esta unción le consagró: Primero como Rey, en el nombre del Padre, para tener todo poder en el cielo y en la tierra, a fin dé que fuésemos nosotros reyes por Él, con dominio sobre el Diablo, el pecado, la muerte y el infierno. En segundo lugar como Sacerdote, para damos la paz y reconciliación con el Padre por medio de su sacrificio, a fin de que fuésemos sacerdotes por Él, ofreciendo al Padre nuestras plegarias, nuestras acciones de gracias, nosotros mismos y todo lo que nos pertenece, ya que es nuestro intercesor y nuestro mediador. Además se le llama Hijo de Dios, no como los fieles que lo son solamente por adopción y por gracia, sino como verdadero y legítimo Hijo que lo es, y por consiguiente el único, en contraposición a nosotros. Él es nuestro Señor, no sólo según su divinidad, que es desde toda la eternidad una sola con el Padre, sino también según esta carne creada en la que se nos ha revelado…»

(Creo en el Espíritu Santo).

«Enseñamos a creer en el Espíritu Santo, quiere decir que se nos manda esperar en Él todos los bienes que nos han sido prometidos en la Escritura. Todo lo que existe de bueno, sea donde sea, lo hace Jesucristo por el poder de su Espíritu. Por él crea, sostiene, conserva y vivifica todas las cosas. Por él nos justifica, santifica, purifica, llama y atrae hacia sí, para que obtengamos la salvación. Por eso el Espíritu Santo, cuando habita de este modo en nosotros, es quien nos ilumina con su luz para que aprendamos y sepamos perfectamente las infinitas riquezas que, por la divina bondad, poseemos en Cristo. El Espíritu Santo es quien inflama nuestros corazones con el fuego de un ardiente amor a Dios y al prójimo.

Es Él quien, cada día y cada vez más, mortifica y destruye los vicios de nuestra codicia, de modo que si hay en nosotros algunas obras buenas, son frutos y efectos de su gracia. Sin Él no habría más que tinieblas en nuestra inteligencia y perversidad en nuestro corazón» (Breve Instrucción Cristiana, 1537, Parte III, Núm 9).

Obras: Se han publicado en diversas ocasiones las obras completa de Calvino; cf. Oeuvres complètes (Paris 1936ss).
En castellano: La institución cristiana I-II (Barcelona 1982). Hay una edición latina: Institutio Christianae Religiones, Univer. Valencia 1996.
Cf. además El libro de la Verdadera Vida Cristiana, Clie, Terrasa 1991. Estudios.

Calvino es uno de los pensadores cristianos que sigue suscitando más discusiones e interpretaciones. Cf.
H. Schützeichel, Die Glaubenstheologie Calvins (Trier 1972); Der Herr ist mein Hirt. Calvin und der Psalter (Trier 2005);
F. D. Tosto, Calvino punto di convergenza (Napoli 2003);
G. Tourn, Giovanni Calvino. Il riformatore di Ginevra (Torino 2005);
Cornelis van der Kooi, As in a mirror. John Calvin and Karl Barth on knowing God (Leiden 2005);
M. Oertner, Martin Luther and John Calvin (Louisville Ky 2005);
M. García Alonso, La teología política de Calvino: Pensamiento 62 (2006) 5-20; La «contrarrevolución» juridica de Calvino: Ius canonicum 47 (2007) 99-118;
V. Reinhardt, Die Tyrannei der Tugend. Calvin und die Reformation in Genf (München 2009);
W. de Greef, J. Calvin. Eine Einfürunf in sein Leben und seine Schriften (Neukirchen-Vluyn 2009).

http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php/2018/06/21/en-la-ciudad-de-calvino-visita-ecumenica

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