En el mundo actual, con la crisis por la que atravesamos, la teología se ha asociado con la ciencia de la economía para obtener más rentabilidad y se ha divorciado de la física. El Dios cristiano habla el lenguaje del Fondo Monetario Internacional. El Papa no está del lado de los pobres, sino del lado de aquellos que expolian a otros seres humanos.
Vamos a ilustrarlo con un ejemplo, utilizado por Franz J. Hinkelammert, sobre el cambio que se introdujo hace unos años en el ‘Padre Nuestro’ por parte de la jerarquía eclesiástica. En una frase de la oración se decía: «Perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores». El texto se cambió por este otro: «Perdónanos nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden».
Este cambio, que aparentemente no tiene ninguna importancia, significa que ya no se ofrece el perdón de las deudas porque las deudas resultan legítimas. Las deudas son legales, las ofensas no, porque son la transgresión de una norma y ésta no debe ser transgredida. Por consiguiente, se establece la justicia de las leyes en tanto que, al perdonar las deudas, estableceríamos la injusticia de una ley válida, que obliga al pago de una deuda, aunque sea impagable, como la deuda externa de algunos países.
Así pues, con esta variación en el texto del ‘Padre Nuestro’, la economía se impone a la teología y la ha puesto a su servicio, dado que las leyes del mercado son la expresión de la justicia. La ley del mercado, como una ley absoluta y que jamás puede ser violada en nombre de la justicia, porque es una ley de Dios. Pagar lo que se debe, porque es lo estipulado en los contratos concertados entre los que participan en el Dios mercado, lleno de discursos ampulosos, vacíos y con muchos efectos especiales. Bonito mensaje de fraternidad y justicia. Curioso, ¿eh?
José Carlos Rivera Fernández, profesor de Filosofía, en El Correo
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