¿Puede el diálogo interreligioso ser una de las claves para afrontar los desafíos de la humanidad?


religionesdic162018 

Enviado a la página web de Redes Cristianas

—Madrid, 15 de diciembre de 2018—. Representantes religiosos provenientes de diferentes trasfondos espirituales se han reunido para el 8º encuentro de la organización «Elijah Board of World Religious Leaders», cuyo tema principal del encuentro ha sido la importancia de la amistad entre las religiones y sus representantes.

Cada dos años, líderes y representantes de distintas confesiones, tradiciones y filosofías religiosas se encuentran en un punto distinto del planeta a fin de intercambiar ideas y perspectivas sobre sus propias realidades y cosmovisiones. Representantes cristianos, musulmanes, judíos, budistas, de religiones originarias de la India —como son el hinduismo o el sijismo—, y este año por primera vez bahá’ís, viajaron desde sus países de origen —Reino Unido, India, Estados Unidos y España, entre otros— para reflexionar de forma colectiva sobre los problemas de hoy en día.

«Cuando el diálogo interreligioso se conecta con las problemáticas sociales actuales, parece ser que el avance hacia una sociedad más unida y pacífica se refuerza», declara Leila Sant, quien asistió al encuentro de parte de la comunidad bahá’í. «La religión tiene recursos e instrumentos para responder ante tales desafíos. Lo hemos hecho como una sola voz a la vez que se han tenido en consideración elementos de cada tradición religiosa».

A lo largo de la semana se sucedieron varias actividades para reforzar el tema principal del encuentro: la amistad. Se inició con una recepción por parte del Cardenal Osoro a todos los representantes religiosos en la biblioteca del arzobispado, donde subrayó la importancia de la amistad y la concordia entre todas las religiones. Le siguieron varios días de discusión y reflexión intensa sobre la identidad y el conocimiento mutuo, el cual finalmente culminó en la aprobación de una declaración colectiva sobre la amistad.

«El resultado de este espacio, donde se propicia el intercambio de ideas, es un mayor entendimiento de la perspectiva de la que parten otras religiones y supone una oportunidad para trabajar por el mejoramiento de nuestras comunidades tanto a nivel individual como colectivo, tanto a nivel de base como internacional», destaca Leila Sant, «por lo tanto, el encuentro no solo se caracteriza por las buenas intenciones y palabras, sino que éstas se han reflejado en un acuerdo al que queremos ceñirnos».

La semana finalizó con un acto al que asistieron políticos, artistas y músicos, entre los que se encontraba el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara. «No hay mejor espacio para el odio, el rencor y la intolerancia que los corazones vacíos», declaró Vara, «por eso la espiritualidad y la meditación son instrumentos para encontrarte y llenar lo que tenemos en nuestras almas, en nuestros adentros»

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Gabriel M. Otalora: «Francisco está desconcertando a poderes que se creían intocables. Va en serio, y ellos lo saben»


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  • Director: José Manuel Vidal

Libros

Nuestro bloguero presenta su nuevo libro ‘La revolución pendiente’ (San Pablo)

«Si Dios le da al Papa un par de años o tres más, su legado será equiparable al de Juan XXIII» José Manuel Vidal, 15 de diciembre de 2018 a las 10:12

El escritor Gabriel M. Otalora Religión | Libros

Este libro trata de resaltar que el camino cristiano y católico en particular, tiene que deshacerse de algunas cargas culturales e históricas que han convertido a la Iglesia institución en algo más importante que el Mensaje

(José M. Vidal).- Gabriel M. Otalora es laico de la diócesis de Bilbao, casado y padre de tres hijas. Licenciado en Derecho y bloguero de RD, entre otras muchas cosas. Asiduo colaborador en prensa escrita, nos comenta su último libro, editado por San Pablo, «La revolución pendiente», que no es otra que la del laicado: «discernir lo esencial» y enfrentarnos a un clericalismo arraigado que provoca sumisión.

Dice también que los laicos tenemos una asignatura pendiente: la corresponsabilidad «en derechos y deberes», lo que implica aprender de nuestra fuente, Jesús, y poner en orden todo lo que él nos enseñó: «los doce elegidos apóstoles fueron laicos, Jesús tampoco venía de la casta sacerdotal, ni de tradición levita. Las mujeres le acompañaron en sus correrías dando escándalo pero también ejemplo»…

Además contamos con Francisco que, si nos acompaña unos o dos años más, «su legado será equiparable al de Juan XXIII» y nosotros consigueromos una verdadera Iglesia.

¿Qué buscas con tu libro? ¿Un aldabonazo, un basta ya de clericalismo…?

Un poco de las dos cosas… En realidad, es un posicionamiento público ante una realidad injusta de la parte minoritaria de la Iglesia que perjudica a la principal tarea de todos: la evangelización, que significa trasladar con nuestras acciones (no valen solo las palabras) a Jesús, el Cristo, como buena noticia para todos. Me llama la atención que las principales reglas de la psicología moderna, las que liberan al ser humano ayudando a la maduración ante las realidades de la vida, no van contra el evangelio. O lo que es lo mismo, el seguimiento a Cristo es un camino siempre liberador que no va contra el ser humano y nos muestra cómo llegar a ser la mejor posibilidad de cada uno.

Este libro trata de resaltar que el camino cristiano y católico en particular, tiene que deshacerse de algunas cargas culturales e históricas que han convertido a la Iglesia institución en algo más importante que el Mensaje. En este sentido, la llamada permanente del Papa Francisco al discernimiento, sobre todo en Amoris Laetitia, es una llamada permanente a la maduración en la fe, porque es aquí donde el clericalismo está haciendo mucho daño.

¿Tu obra es una condensada y bien resumida historia de la Iglesia vista por un laico, orgulloso de serlo?

Bueno… Eso dice en el prólogo Juan María Laboa. Mi pretensión era más modesta: me ha parecido oportuno trazar un recorrido que nos ayude a reflexionar -a mí también- sobre lo que parece normal y hasta bueno, cuando no es más que una deriva que nos aleja de la verdadera Iglesia o comunidad en la fe que quiere el Espíritu; de nuevo, discernimiento. Y por tanto, reflexionar sobre lo esencial: cómo vivió Jesús en su contexto, cómo debemos vivir nosotros en el nuestro. Esto nos debe llevar a plantearnos en serio ser Marta y María: hacer, pero sin olvidarnos de orar en escucha activa, receptiva y dispuesta, con humildad como la base de todo, incluso del amor.

¿De los grandes personajes laicos que pueblan la historia eclesiástica, con quién te quedas?

Voy a nombrar a tres que me han hecho reflexionar y crecer: El protestante Martin Luther King me impresionó mucho en su momento. En su debilidad encontró la fortaleza de Dios hasta convertirse en un revolucionario en el sentido de transformador de la realidad, en este caso de la discriminación racial; en un país, por cierto, que entonces nos lo vendían como perfecto.

Concepción Arenal es un ejemplo extraordinario de laica con una talla humana excepcional: luchadora a contracorriente, precursora en derechos humanos preocupada por los derechos de los presos, los niños, las mujeres y los pobres. Se adelantó a su tiempo pero no se arredró ante las dificultades siendo un ejemplo magnífico de verdadera evangelización.

Emmanuel Mounier fue una de las caras de la renovación de la vida social y religiosa después de la II Guerra Mundial. Su apuesta comprometida en favor de la integridad de la personas desde el llamado Personalismo cristiano (frente al existencialismo de Sartre), le convirtió en un avanzado de algunas de las mejores esencias del Concilio Vaticano II.

La corresponsabilidad de los laicos sigue siendo una asignatura pendiente claramente.

Sí, es una de las bases de este libro. Corresponsabilidad en derechos y deberes, con carismas diferentes pero no superiores o inferiores. Nos estamos perdiendo una riqueza espiritual y religiosa muy profunda que la Iglesia Pueblo de Dios necesitamos. No hay más que ver el evangelio: los doce elegidos apóstoles fueron laicos, Jesús tampoco venía de la casta sacerdotal, ni de tradición levita. Las mujeres le acompañaron en sus correrías dando escándalo pero también ejemplo, que por algo fueron muchos más quienes le siguieron, hasta ser el gran referente de la historia. Sin olvidar los relatos troncales de la Resurrección, donde las protagonistas absolutas de las apariciones son mujeres…

Pablo es claro cuando afirma: «Ya no hay hombre ni mujer porque todos vosotros sois uno en Cristo». Todos estamos llamados a evangelizar según el espíritu de las bienaventuranzas desde los diversos carismas.

¿De dónde proceden las mayores resistencias a que los laicos dejen de ser menores de edad en la Iglesia?

Pues ahora mismo, de los propios laicos tanto como de los sectores más involucionistas de la institución eclesial. Salir de la zona de confort no es muy apetecible, la verdad, sobre todo cuando un consumismo materialista nos ha envenenado los ideales. Le veo a Francisco como un gran profeta al estilo de algunos del Antiguo Testamento. Su mensaje, además, es doble. A los de dentro, para no caer en lo que peor llevó Jesús: la hipocresía y la falta de misericordia. Y a los de fuera, misericordia precisamente, como parte esencial de la Buena Noticia.

Francisco zahiere continuamente al clericalismo como uno de los grandes males de la Iglesia ¿No son demasiado lentos sus pasos en este ámbito?

¡Qué buena pregunta! Es lo que parece a primera vista, pero es radicalmente evangélico: que la mala hierba, aun siendo peligrosa, no se arranque antes de tiempo, es decir, que él cree en la conversión por la fuerza del amor y de la Verdad.

Y efectivamente, está desconcertando a poderes que se creían intocables, porque está reformando estructuralmente la institución. Va en serio, y ellos lo saben. Lleva más tiempo y disgustos, pero es lo que tiene la auctoritas frente a la potestas cuando se activa desde un verdadero liderazgo de servicio.

Si Dios le da un par de años o tres más, y completa la reforma de la Curia y las bases de su pensamiento contemplativo en acción, humilde y cercano a los pobres, su legado será equiparable al de Juan XXIII.

Y no digamos ya en el ámbito del empoderamiento de la mujer en la institución.

Ahí Francisco va más despacio que en otros temas, en parte por no provocar un cisma. Pero parece irreversible que las puertas de la responsabilidad femenina en la Iglesia se han abierto de una vez por todas. Ahora falta aceptarles a ellas en sus carismas donde hace decenas de siglos que no tienen ninguna consideración. En el fondo, es triste decirlo, pero buena parte de las resistencias es por un asusto de poder, de tener que repartirlo entre quienes consideran que ni siquiera son unas iguales.

Y Jesús era laico y se rodeó de laicos y de mujeres. ¿Le hemos traicionado?

Fue muy consciente de lo que somos, barro. Es cierto que la elección de sus mejores compañeros y amigos no fue un alarde de proceso de selección… O sí, si tenemos presente que quiso dejar muy claro que la revolución del Dios Amor que nos proponía era de abajo hacia arriba, con mimbres más bien normalitos. Y las mujeres que le acompañaban significaba la apuesta radical por acoger la exclusión radical; como queriendo decir que el Amor está alcance de todos. Solo basta abrirse a Dios, y ahí los sencillos y humildes, ellos y ellas, nos llevan la delantera.

Hablamos de una Iglesia pueblo de Dios en teoría, pero en la práctica, ¿no seguimos instalados en la Iglesia piramidal de antes del Concilio?

Sí, la jerarquización institucional, lo decía antes, se ha convertido en algo con mayor peso que el Mensaje el cual, en muchas ocasiones, está al servicio y la salvaguarda de la institución eclesial soportado en un Estado Vaticano que rechina cada vez más.

¿Cómo pasar de una liturgia clerical a otra popular?

Participación, empoderamiento y unificación en la liturgia dos elementos: potenciar la oración de escucha y la misión que tenemos a la salida del templo. Dicho con otras palabras, repensar la liturgia para recuperar el que seamos buena noticia para los que nos rodean. Me parece muy acertada la visión de Pagola con su oferta de los «Grupos de Jesús». Minoritarios podremos llegar a ser, pero juntos en la buena dirección daremos más luz que cuando lo controlábamos todo bendiciendo la sociedad a los príncipes de la Iglesia.

¿Cómo acabar con lo que tú defines como «una casta avalada por Cristo»?

Siguiendo los pasos santos e inteligentes de Francisco, que ha sabido leer este momento de la historia con una actitud valiente -heroica en no pocas ocasiones- capaz de retar a la indiferencia general que ha dejado en parte de serlo, percibiendo muchos alejados que tras él se vislumbra una Buena Noticia. Es un poco, o un mucho, lo le pasó con Jesús, que pronto le siguió más gente «de fuera» que «de dentro», y la casta pasó a la historia solo por serlo y por el daño que hizo.

https://www.periodistadigital.com/religion/libros/2018/12/15/francisco-desconcertando-poderes-in

“No ha habido interés por la historia de las ideas, y la religión forma parte de ella” El académico catalán Antoni Gelonch acaba de publicar un libro sobre Lutero.


 “Es una figura que debe interesar porque si no es imposible entender nuestra sociedad”, dice.

AUTOR Jonatán Soriano BARCELONA 17 DE DICIEMBRE DE 2018 17:00 h Gelonch, sosteniendo un ejemplar de su última obra. / Jonatán Soriano Para Antoni Gelonch (Lleida, 1956), Lutero era un buscador de la verdad. Con esa definición comienza el primer párrafo de su último libro, Lutero.

Buscando la verdad, cambió la historia. Se trata de una obra de aproximación al personaje impulsor de la Reforma, y no una biografía.  Un retrato exhaustivo, con tintes propios de quien ama la historia, y que constituye uno de los primeros escritos en catalán sobre el reformador alemán. “El afán es entender nuestra civilización, y para ello, a mi entender, si no se conoce a Lutero no se puede conocer esta civilización”, explica Gelonch. Desde el salón de su casa, con vistas a la Avenida Diagonal de Barcelona, y esquivando el murmullo del tráfico cotidiano y de quienes no se detienen en él, Gelonch sostiene un ejemplar de su libro, sobre el que habla en primer lugar para después dar paso a una amplia reflexión sobre la idea del pluralismo, la realidad de la intolerancia y el peligro de no conocer la historia.    Según explica el académico, el libro es consecuencia de una exposición de grabados sobre la Reforma y la Contrarreforma. / Jonatán Soriano Pregunta: ¿Por qué este libro? Respuesta: Este libro tiene una cocción muy lenta y se llega de una manera casual. Lo he hecho partiendo de los grabados. Como hicimos la exposición “Imágenes para creer” el año pasado, que era sobre cómo católicos y protestantes utilizaban las imágenes entre los siglos XVI y XVIII, forzosamente tenía que entender y conocer bien la Reforma. A través del grabado comencé a ver las divergencias teológicas entre Lutero y la Iglesia Católica Romana, y el personaje me interesó. Pero desde el principio tuve claro que no quería hacer una biografía, porque creo que las biografías no dan la imagen real del personaje. Yo quería presentar a Lutero bajo diversos aspectos. Por tanto, en el libro hay capítulos sobre Lutero y la economía, Lutero y el poder, su evolución teológica, su relación con el arte y con la educación. Me interesaba destacar estos aspectos.  Después hay otros capítulos destinados a la figura, la personalidad de Lutero. Son tres en total. Uno es “En la intimidad de Lutero”, donde explico cuál era el ambiente donde él vivía y se desarrollaba; otro llamado “Amigos, enemigos y odiados”, porque como buen personaje disruptivo de la historia, Lutero tuvo amigos, enemigos y odiados; y todavía hay dos capítulos más relacionado con la figura de Lutero: “Erasmo y Lutero”, donde intento explicar las divergencias entre humanistas y reformados, y “El antisemitismo de Lutero”, porque he querido hacer una aproximación a la figura de Lutero sin priorismos. Lo que quiere decir que no he pretendido hacer una hagiografía ni mi objetivo era la descalificación. Como todos los personajes históricos, Martín Lutero tiene luces y sombras, y no he querido destacar unas más que otras. Por ejemplo, el título del libro es “Buscando la verdad, cambió la historia”, y yo creo sinceramente que Lutero buscaba la verdad. Lo que pasa es que cuando se tiene una visión tan clara de lo que se quiere hacer en la vida, todo lo que no coincide con esa visión no es útil, y por tanto se rechaza. Y en ese rechazo Lutero era muy radical, porque su carácter era fuerte, pero lo entiendo. Solamente con un carácter fuerte se puede hacer una reforma de la iglesia porque se tiene que luchar.  En su caso se trataba de una nueva doctrina que tenía que abrirse paso en un mundo mayoritariamente católico con una iglesia muy aceptada. Lo que también he querido destacar es que Lutero no es una seta que aparece, sino que lo hace cuando lo tenía que hacer. Se daban unas circunstancias que provocaban que mucha gente anhelase la reforma de la Iglesia Católica Romana. Además, ya habían habido otros intentos antes. Hay un capítulo sobre ello en el libro. Lo que digo es que Lutero es un eslabón de un proceso que comienza en el siglo XII, cuando mucha gente empieza a considerar que la Iglesia Católica se ha desviado de la pureza evangélica. Entonces aparecen los valdeses o los husitas, entre otros. Pero el peso de la Iglesia Católica todavía es muy importante y aplasta estos movimientos, que tampoco tienen mecanismos de difusión.    Una imagen de Katharina Von Bora en el interior del libro. / Jonatán Soriano La ventaja de Lutero es que contará con dos elementos que los otros no habían contado. Uno es la imprenta que, como él dice, es una bendición de Dios, porque le permite llegar a mucha gente. El otro elemento es su coalición, ganadora para las dos partes, con algunos príncipes y nobles alemanes. Él considera que si no tiene la espada, difícilmente ganará el verbo, y a los nobles les interesa porque es una manera de desligarse, aparte de sus convicciones teológicas, del poder del emperador y de Roma. Esto le traerá a Lutero algunos dolores de cabeza, como su posicionamiento en la Guerra de los Campesinos, pero eso le permitirá hacer avanzar y consolidar la Reforma, que si no hubiese sido liquidada por el poder conjunto del emperador y la Iglesia Católica. 

  P: Con todos los respetos, ¿qué hace una persona católica escribiendo sobre Lutero?

R: Lutero es una figura principal de la historia y todavía hoy en Europa. Tengas la confesión que tengas, es una figura que debe interesar porque si no es imposible entender nuestra sociedad, la construcción de Europa o las maneras diferentes de entender la civilización que hay entre católicos y protestantes. Me parece que es interesante que lo haga un católico porque si lo hiciese un protestante, quizás habría cosas que no las podría decir con tanta contundencia. Porque los protestantes, aquí, tienen conciencia de minoría y de Lutero lo ven todo bueno.  Mi aproximación ha sido para conocer el personaje. He leído mucho sobre Lutero porque me interesaba cómo podía aproximarme al personaje. También tenía otro hándicap, que es que en catalán no había prácticamente nada publicado y me he tenido que basar en textos, básicamente, en francés e inglés. El afán es entender nuestra civilización, y para ello, a mi entender, si no se conoce a Lutero no se puede conocer esta civilización. No se puede entender porqué Angela Merkel tiene unos determinados posicionamientos y Matteo Salvini tiene otros. Esto se tiene que explicar yendo a las fuentes de este personaje.  O sea, su ideal de austeridad, de lucha contra la usura, de no intermediación, de la importancia de la palabra dada, de no estirar más el brazo que la manga y de buscar la salvación a través del trabajo de cada día, diciendo que el escándalo no es la riqueza sino que es la pobreza, todo esto configura una Europa que todavía hoy es visible. Por eso me interesó el personaje, porque me interesan los fenómenos que son disruptivos, que marcan un antes y un después. La Reforma protestante es uno. Y para entender el movimiento hay que entender al personaje que lo impulsó de la manera más decisiva. Y es un personaje con muchos contornos. 

  P: ¿Hacia dónde va ese interés por las “divergencias teológicas” del protestantismo?

R: Mi relación con el protestantismo ya tiene tiempo porque viví siete años en Francia y la mayoría de mis amigos allí, curiosamente, eran protestantes. Fui a cultos y tuve conversaciones con pastores. Esa relación no ha sido nunca de rechazo por mi parte. Es cierto que, a veces, tengo la sensación que aquí los protestantes se quejan más de lo que sería necesario. Yo siempre les pregunto si hacen suficientes esfuerzos para ser conocidos, porque quejarse de que los demás no los quieren lo suficiente puede indicar que tampoco se han hecho querer. Es una relación muy compleja y que viene de muy lejos. En Francia no se da porque la situación allí está mucho más normalizada en este sentido. Desde la Revolución francesa, los protestantes tienen todos los derechos cívicos y el culto está asegurado.  La sociedad española ha sido muy cerrada. Siempre pongo el ejemplo de que España es uno de los pocos países en los que, a finales del siglo XIX, un pensador católico, Menéndez y Pelayo, es capaz de escribir un texto titulado Historia de los heterodoxos españoles. Cuando uno habla de “heterodoxos españoles” quiere decir que hay una manera ortodoxa de ser español y que el mismo Menéndez y Pelayo resume en una frase: “España es luz de Trento y martillo de herejes”. Si a finales del siglo XIX todavía estamos así, se puede suponer que ocurrió en los siglos XVI, XVII Y XVIII, en cuanto a persecución.  Lo que a mí me parece es que esta sociedad que es poco tolerante, que acepta muy poco al otro, tiene como una de las bases de su intolerancia el hecho de que la Reforma no llegase. No digo que sea tan importante que la Reforma triunfase, como el hecho de que no llegase. Se instaló un pensamiento único que hizo que no hubiese debate con quiénes piensan de otra manera. Y esto ha conformado una sociedad muy intolerante. Pondré el mismo ejemplo con la Revolución francesa. Como en el Estado español nunca ha triunfado una revolución liberal, esto hace que haya un pensamiento único, que haya una sola manera de ser español. Por tanto, como ciudadano me pregunto por qué esta sociedad se ha conformado así, y lo ha hecho porque no hemos llegado nunca a los grandes hechos históricos. Lo que crea esta sociedad donde el debate no se acaba de entender ni se acaba de tolerar. Esto es muy peligroso y quiero preguntarme por qué somos así. Y, en parte, somos así porque la Reforma protestante no llegó.    P: ¿El debate sobre el laicismo se plantea desde esta base? R: Una sociedad intolerante produce movimientos pendulares. Este es un país que puede pasar del nacionalcatolicismo al laicismo poco reflexivo. Nunca hay término medio. O todo se conforma al hecho religioso o nada se conforma al hecho religioso. Y esto tiene una relación con la intolerancia. O tú eres español de manera ortodoxa, y por tanto católico, o el hecho religioso es expulsado del espacio público. Pueden haber algunas razones comprensibles. Cuando se tiene un empacho de nacionalcatolicismo, se puede tender hacia lo contrario. El exceso de clericalismo del siglo XIX comporta la aparición del anticlericalismo, que es tan radical como el clericalismo en esta idea de pensar que se tiene la razón.    Entre otros estudios, Gelonch ha cursado Derecho y Farmacia. /Jonatán Soriano Ahora estamos en el anticlericalismo más primario, es decir, el hecho religioso no existe, es antigüedad, hay que ser modernos. Pero esta sociedad no es sólida. No puede encontrar términos medios que puedan acomodar a todo el mundo. Cada uno tiene que imponer su verdad. Esto ocurre porque hay excesos por parte de ambos lados, es decir, un exceso del hecho religioso o una anulación de la presencia del hecho religioso.  Deberíamos encontrar un equilibrio. El hecho religioso existe, y expulsarlo me parece incorrecto, pero también me parece incorrecto que se quiera imponer una determinada doctrina en el espacio público. La Iglesia Católica tiene que reflexionar mucho sobre la utilidad del enseñamiento católico. Me parece que no es difícil constatar que hay un problema cuando en Cataluña el 25% de la educación está en manos de la Iglesia Católica y la frecuentación religiosa es del 5%. Por tanto, la Iglesia Católica debe preguntarse si estos grandes centros educativos sirven para la transmisión de la fe o son escuelas privadas sin más. Por otro lado, los anticlericales y laicistas siempre ven las escuelas católicas, aquí hay pocas protestantes, como de élite y perpetuadoras del sistema elitista. Esto es falso porque también hay escuelas católicas en zonas con problemas sociales graves, pero es más fácil atacar a los escolapios de Sarrià que a la escuela de los jesuitas del Clot.    P: Entonces, los protestantes en España hemos crecido a partir de una relación de queja.  R: El protestantismo no arraigó aquí porque se dieron una serie de circunstancias que no lo hicieron posible. En el libro destaco cuatro de ellas. No puedo hacer una suposición de lo que hubiese ocurrido si hubiera arraigado, porque sería una invención y procuro ser riguroso. Como decía, no es tan importante que no arraigase sino que no hubo la oportunidad de contraste.  Aquí se impuso un pensamiento único y los protestantes han recibido mucho. Han sido perseguidos por todas las dictaduras. Se les ha considerado el partido del extranjero, como decía Giscard D’Estaign. Por tanto, entiendo que tengan conciencia de minoría, y minoría perseguida. Tienen motivos sociológicos para considerarse como tal. Pero creo que no pueden quejarse de ser una minoría perseguida porque no saldrán nunca del bucle. Ahora, con las presentaciones del libro, muchas veces pido que me acompañen protestantes, y estoy descubriendo que van saliendo poco a poco y sin miedo de reivindicarse como protestantes, pero es curioso que un católico tenga que incitarlos a manifestarse como tales. Creo que los protestantes deberían hacer un esfuerzo para que personajes reconocidos de su confesión los reivindiquen públicamente, porque nadie hará ese esfuerzo por ellos.    Para Gelonch es imprescindible conocer la figura de Lutero para comprender la Europa actual. / Jonatán Soriano La comunidad protestante, que además es una comunidad históricamente dividida en diferentes denominaciones y esto es otra debilidad, se tiene que manifestar. Hablo de un protestantismo de tipo luterano o calvinista, pero cuando te encuentras con la realidad de los evangélicos, los pentecostales, todo aquello es otro mundo. Y resulta muy complicado establecer un puente porque no existen los protestantes, sino muchas parcelas diferentes y pequeñas. En este sentido creo que se tendrían que fomentar más acciones conjuntas. Deberían mirar de tener más presencia pública pero también recomiendo una cosa, en este sentido. Y es que cuando se haga presencia pública, no se intente adoctrinar.  Caen rápidamente en el combate de ideas y hay quién quiere conocer pero no ser convencido. En Francia me pasó en una iglesia. En el tiempo del aperitivo, después del culto, un hombre me preguntó si era católico y entonces me dijo que ya había conocido la verdadera fe y que tenía que convertirme. Yo le dije que no sabía si tenía ganas de convertirme porque es una decisión personal. Esto lo encuentro muy violento, porque si te aproximas para conocer una realidad no se puede ir más allá de lo que se está solicitando, porque si no se puede generar un rechazo. Habría que calmar esa mentalidad proselitista. Los protestantes harían muy bien en darse a conocer sin proselitismo, con el deseo de compartir las bases de su fe.    P: En otras entrevistas sobre el libro ha hablado de “pedagogía del miedo”. ¿Cómo  se relaciona con el protestantismo en la actualidad? R: Yo cuando hablo de pedagogía del miedo hablo del siglo XVI, no de ahora. Básicamente se trata de poner en marcha el tribunal de la inquisición, y entre 1560 y 1580, después del Concilio de Trento, se va a por todas. La época en la que hay más ejecuciones y condenas. Por tanto, durante veinte años, si alguien es protestante, deja de sentir ganar de serlo. Porque sabe que irá a galeras, o será azotado, o lo quemarán o tendrá que huir. Después de esos veinte años de intensidad, la inquisición se calma. Porque la gente tiene interiorizado que no puede pensar en ser aquello, porque si lo hace le puede pasar lo que le ha pasado a los otros. La pedagogía del miedo está siempre detrás de la gran punición de un sistema totalitario, y la inquisición no deja de ser un sistema totalitario. Consiste en juzgar la conciencia y hay una gran represión. Luego se instala el miedo. El franquismo es igual. Hay una gran represión durante los primeros años y luego miedo a hablar incluso de los recuerdos de la guerra. No creo que sea la situación actual de los protestantes.    P: No me refería tanto a las galeras, sino a esa idea de intolerancia con lo ajeno, lo desconocido.  R: No vienen buenos tiempos para las minorías. Se está instaurando un discurso, otra vez, que me parece peligroso y que es el de los buenos y los malos. Hay una manera de ser que es la que debe ser, una ausencia de debate y unas redes sociales que juegan un papel en todo esto. Y todo ello nos conduce hacia un futuro autoritario.  Europa es un continente que tiene miedo a perder lo que tiene, las pensiones y el estado de bienestar, pero también miedo al extranjero, que por otro lado es un miedo muy fomentado porque es miedo al extranjero pobre. Al extranjero rico no parece que se le tenga miedo. Todo este conjunto de miedos hace sociedades cerradas y rígidas, donde toda disensión es mal vista.  En este sentido, me da miedo el rebrote del autoritarismo en Europa, que no es exclusivo de los católicos porque en los países protestantes hay el mismo autoritarismo. Sólo hace falta mirar el lugar que ocupa la extrema derecha en Suecia, Dinamarca o Alemania, entre otros. Es un fenómeno de sociedades envejecidas, que no es muy dependiente de la adscripción religiosa, sino que se da con el envejecimiento y el miedo al futuro. Cuando se le tiene miedo al futuro se está dispuesto a hacer lo que sea para asegurar la situación presente.    P: Y usted, ¿cómo ha adquirido la sensibilidad para observar a otro colectivo que no es el suyo? R: He aprendido la tolerancia de mis padres, que eran católicos. Pero no me acerco tanto a un colectivo sino a una personalidad. Lutero me parecía muy digno de estudio y me acerco a él como una persona que tiene interés por la historia de su civilización, pero no tiene que ver con una adscripción religiosa. No me he dejado llevar por ningún priorismo. Realmente creo que Lutero buscaba la verdad.    La obra de Gelonch es uno de los pocos textos escritos en catalán acerca de Martín Lutero. / Jonatán Soriano P: ¿Y la encontró? R: Él encontró su verdad. Creo que lo hizo con el corazón abierto, el espíritu libre y con sinceridad. Desde el punto de vista teológico, quiso regresar a las fuentes. Hizo una evolución teológica muy rápida y eso conlleva el peligro de derrapar. Su verdad lo confrontó a él y a mucha gente que vivía con trauma la evolución de la Iglesia Católica Romana.    P: ¿Se le recordaría diferente de no haber sido un personaje religioso? R: Como he dicho, no me gusta la invención. Pero todos los personajes disruptivos son mal vistos porque van a por el poder establecido. No creo que su recepción sea muy diferente de la de otros. El problema aquí es que no ha habido interés por la figura de Lutero, ni por la historia de las ideas, y la religión forma parte de la historia de las ideas. Esto es algo que me preocupa. 
Leer más: http://protestantedigital.com/espana/46099/No_ha_habido_interes_por_la_historia_de_las_ideas_y_la_religion_forma_parte_de_ella

NICARAGUA: Hacen cirugía en el rostro al padre atacado con ácido


El padre Guevara entró a la cirugía en condición muy delicada, y hasta le hicieron una diálisis porque las quemaduras le habían afectado el funcionamiento de los riñones.

 Orlando Barrios  |   Lester Arcia

Sacerdote Mario Guevara.

+ NOTICIAS

El sacerdote Mario Guevara, quien fue atacado con ácido sulfúrico por una mujer de nacionalidad rusa el pasado 5 de diciembre, fue intervenido en un hospital de Managua este domingo, donde se recupera, informó Jorge Guevara, hermano del vicario de la Catedral de Managua.

El Nuevo Diario recibió información, de una fuente de la Iglesia, de que el padre Guevara entró a la cirugía en condición muy delicada, y hasta le hicieron una diálisis porque las quemaduras le habían afectado el funcionamiento de los riñones.

Su hermano aseguró que su hermano entró a la cirugía a las 10:00 a.m., y salió del quirófano aproximadamente a la 1:30 p.m. hacia la sala de recuperación.

“Mi hermano se recupera y confiamos en Dios que se cure pronto. Estamos en las afueras de la sala donde se recupera”, dijo vía telefónica Jorge Guevara. 

Según familiares del presbítero, quien sufrió quemaduras de segundo y tercer grado a causa del ácido sulfúrico en el rostro y otras partes del cuerpo, él fue operado para realizarle una reconstrucción de tejidos en el rostro por medio de injertos de piel.

En los últimos días, el padre Mario Guevara había presentado problemas de descontrol de la presión y en los niveles de azúcar, lo que impedía realizarle la cirugía.

Los médicos habían previsto que la cirugía durara cuatro horas, pero al final tardó tres horas y media, aseguraron los familiares, quienes le piden a Dios que sea él quien los sane. 

El padre Mario Guevara fue atacado con ácido sulfúrico el pasado 5 de diciembre en la catedral de Managua, por Elis Leonidovna Gonn, quien tiene nacionalidad rusa y llegó a Nicaragua en septiembre pasado en circunstancias aún poco claras.

La mujer le lanzó el ácido sulfúrico al sacerdote durante una jornada de confesiones en la catedral. La ciudadana rusa fue acusada por la Fiscalía de lesiones graves y exposición de personas al peligro.

- La mujer atacó al padre con ácido sulfúrico / Oscar Sánchez -

– – La mujer atacó al padre con ácido sulfúrico / Oscar Sánchez – –

Un juez capitalino ordenó prisión preventiva para la atacante y programó la audiencia inicial para el 10 de enero de 2019.

https://www.elnuevodiario.com.ni/nacionales/481623-ataque-acido-sacerdote-cirugia-iglesia-catolica/

La infancia de Jesús en dos pinturas de Rembrandt


The Holy Family 
*oil on canvas 
*183.5 x 123.5 cm 
*signed b.r.: Rembrandt f 163[1]
Juan Esteban Londoño

JUAN ESTEBAN LONDOÑO

Nacer es unos de los verbos que más han fascinado al ser humano. Es una realidad y un símbolo de llegada a la existencia. Nos hallamos en el mundo, asombrados ante la ferocidad y el milagro de todo nacimiento. También sucede con la infancia, uno de los lugares privilegiados de la literatura, adonde quisieran volver los artistas y permanecer allí, creando una morada libre de calabozos.

En la religión también los símbolos del nacimiento y la infancia reclaman escenario ante las caras rígidas de los rituales. Heráclito, quien no sólo era filósofo sino también sacerdote, decía que en el centro del universo hay un niño que juega. Y la fe cristiana transforma una fiesta solar en la celebración del nacimiento de su Dios.

El Nuevo Testamento registra el nacimiento y la infancia de Jesús al estilo de los textos literarios del origen de los héroes antiguos: como Perseo, nace de una virgen y de un dios. Como Rómulo y Remo, debe crecer en los márgenes del reino, para un día retornar y convertirse en salvador y gobernante. Como Moisés, es liberado del peligro, pues tiene una misión que cumplir: emancipar al pueblo y llevarlo al Monte Sinaí para recibir la Torah y encaminarse a la Tierra Prometida.

Los relatos de infancia de Jesús que aparecen en la Biblia son breves y por ello quedan abiertos a la interpretación diversa, tanto en las narraciones posteriores como en el arte. Una de las recepciones más fecundas es la del pintor holandés Rembrandt van Rijn (1606-1669), cuya obra destaca el toque personal, el sabor comunitario y la relación profunda con el trabajo humano. Se le reconoce como el pintor del dramatismo de la luz y como un ávido intérprete de los textos bíblicos.

Las narraciones de la infancia de Jesús reciben gran atención por parte de este artista en el transcurso de su carrera, como por ejemplo la adoración de los magos (3 obras), la adoración de los pastores (3 obras), la circuncisión de Jesús (5 obras), el sueño de José (3 obras), el escape a Egipto (6 obras), el himno y la profecía de Simeón (6 obras) y la Sagrada Familia (8 obras).

Nos concentramos en dos de ellas: La Sagrada Familia (1634) y El descanso en la huida a Egipto (1647).

La Sagrada Familia (1634)

The Holy Family by Rembrandt van Rijn, 1634. The Pinakothek Museums in the Kunstareal Munich.

La obra es una interpretación que hace Rembrandt de lo sagrado en el taller del artista. María, el Niño y José descansan en el lugar de trabajo del carpintero hebreo. No hay una marca de liturgia, sólo el trabajo. No hay ningún gesto de divinidad, excepto la carne.

En el centro duerme Jesús, después de haber bebido la leche de mujer, cuyos senos están exhaustos de amamantar. El niño es un Dios frágil, cubierto con una frazada de pieles para combatir el frío. Lo divino, una figura a la que debe alimentar su madre.

La otra protagonista es la luz. Ella da centralidad a María y al Niño. Tal vez sea esta luz la fuerza del sol que también nace en esta fecha y penetra por la ventana, o una lámpara de aceite, evocación de nuestra necesidad de fuego.

José es un artesano refugiado en la sombra. Observa maravillado el milagro de la luz. Mientras tanto, sus instrumentos de carpintería descansan en la penumbra, después de una larga jornada de trabajo. Lo sagrado nace en la intimidad de taller del artista. La creación artesanal y el engendramiento de la carne revelan al Dios de la tierra.

Descanso en la huida a Egipto (1647)

Landscape with the Rest on the Flight into Egypt by Rembrandt van Rijn, 1647. National Gallery of Ireland

El evangelio de Mateo cuenta que José tomó a María y al niño y se los llevó a Egipto porque temía que Herodes asesinara al pequeño. Calla el itinerario y los años que pasaron en la ciudad africana. No sabemos si Jesús aprendió el copto, y tampoco si fue más allá de los límites de la comunidad judía en el exilio. La estética de la recepción se nutre de los lugares vacíos que deja el relato e imagina, sueña con un mesías itinerante.

La familia toda, incluyendo al asno y al buey, descansa en un pequeño establo, rodeada por la oscuridad y amenazada por el frío. Una hoguera enciende el calor de hogar y los seres vivos se reflejan en el agua, el espejo inmemorial. De nuevo es la luz la que salva. La luna testifica el equilibrio natural de los poderes, y el calor producido por el esfuerzo humano brinda cuidado al más pequeño. Aunque afuera el caos parezca extenderse en lo inevitable de la noche.

La pintura destaca la soledad y el peligro de los seres desplazados por el miedo. El misterio habita en el acto de recogerse y abrazarse, en la protección del fuego, en el reposo. Tampoco aquí aparece un cielo que intervenga, sino la tierra, cuyo milagro es el de la solidaridad y la lucha por la vida.

En estas dos obras Rembrandt ha sabido pintar lo no dicho en los relatos de infancia, para resaltar la presencia de la vida en los lugares olvidados. En estos personajes marginales, un carpintero, una mujer y un niño, como también los animales, residen los símbolos del nacimiento y la sobrevivencia, del trabajo y la creación. Se nace en el taller del artesano, en el escape ante las amenazas de los poderes y en la capacidad de empezar siempre de nuevo, incluso cuando se ha perdido la seguridad de casa. En lo no dicho, la vida canta. En lo vivido, nace.

https://teounder.com/2018/12/11/infancia-rembrandt/?fbclid=IwAR1jXx7KOfvjpkBsF8RtOrHNK3S0wFkmD8PhQMkDSYwIc-nSkL6Jao-dSB4

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