Pentecostés: Espíritu de Dios, Iglesia de hombres


Una teología del Espíritu Santo

08.06.2019

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  En esta Vigilia de Pentecostés quiero reflexionar sobre el sentido el Espíritu Santo y su presencia en la Iglesia. En otras ocasiones, en este mismo blog, en las fiestas de Pentecostés, he presentado una visión más pastoral del Espíritu Santo. Este año he querido destacar el aspecto teológico del tema, desde la perspectiva de la biblia

Del mensaje de Jesús a Pentecostés

              La presencia pascual de Jesús resucitado como Espíritu de Dios se expande (visibiliza) en una iglesia o comunión escatológica de perdonados (liberados) que celebran su victoria sobre la muerte. De esa forma, la nueva Iglesia o comunión de los creyentes viene a presentarse como verdadero Israel, revelación y presencia de Dios en forma humana, como irán descubriendo los cristianos: 

− Los primeros cristianos (seguidores de Jesús, en Jerusalén), manteniéndose fieles a Jesús, tenían miedo de perder su identidad, pues al abrir el evangelio a los pecadores y gentiles podían destruir el tesoro de historia nacional israelita. Por eso, prefirieron esperar, como grupo de renovación escatológica, al interior del judaísmo, hasta que viniera Jesús de un modo glorioso, pues, a su juicio, no había llegado todavía el tiempo de la renovación universal por el Espíritu.

− Pero muy pronto, otros cristianos, partiendo de la misma fidelidad a Jesús,comprendieron que el Espíritu debordaba las barreras nacionales, fundando así una comunión escatológica, es decir, universal, de fieles liberados de la ley y abiertos por la fe y amor del Cristo a todas las naciones. Con ellos se iniciaba la nueva iglesia, tanto en la tradición de Pablo (cf. Ef 2, 14-22) como en la de Pedro (cf. Mt 16, 17-19) y la de Juan, desde el Dios‒Espíritu, que vincula en su verdad a judíos y samaritanos (con el mismo Pentateuco), y a todos los pueblos (cf. Jn 4, 24).

               Estos nuevos cristianos comprendieron que cerrados en un tipo de leyes particulares, por muy hondas y buenas que fueran, no podían abrirse a todos los pueblos de la creación (Gen 1). Ellos descubrieron así que, precisamente por haber sido (y ser) un buen israelita, Jesús debía abrir un camino de vida y salvación para todos los pueblos, no en forma de gran torre de Babel (cf. Gen 11), sino de comunión creyente:

− Jesús había superado con su vida y mensaje una estructura nacional de ley, convocando para su reino a los judíos perdidos-pecadores-expulsados, que se hallaban fuera de la alianza oficial y, de un modo indirecto, a los gentiles. Pues bien, en esa línea, los nuevos cristianos  descubren que, sin un acercamiento a los impuros y gentiles, trascendiendo un tipo de Ley nacional, pierde sentido el evangelio.

− Iglesia universal. Retomando el impulso de Jesús, tras un tiempo de “esperanza nacional judía”, los discípulos helenistas (representados ya por Hch 2, en el día de Pentecostés, antes de Hch 6‒7),convocan por la iglesia, para el Reino, a todos los hombres y mujeres. Así rompen la barrera israelita, para vincularles en una iglesia, sin más condición de entrada que la fe, sin más compromiso de vida que el amor en el Espíritu.  

Desde ese fondo, el libro de los Hechos cuenta la historia de la iglesia, como evangelio del Espíritu Santo, que se abre desde Jerusalén y Antioquía, por medio de Roma a todas las naciones. En principio, los primeros cristianos pascuales (y pentecostales), no habían querido crear una nueva religión, pero profundizando en su experiencia pascual, ellos crearon de hecho un espacio y camino de comunicación universal, como descubrimiento y despliegue de Pascua de Jesús[1].    

− Pascua, el Mesías crucificado. Jesús vivió y murió a favor de los excluidos, poniéndose así en manos Dios, que le recibió en su Vida (=Espíritu) de amor. Este había sido su milagro (es decir, su principio de identidad): un amor abierto en gratuidad a todos. Al principio, sus discípulos no lo comprendieron: escaparon, fracasados, y se escandalizaron ante el signo (realidad) del Cristo crucificado. Pero después volvieron a Jesús, en Dios, por el Espíritu, comprendiendo que la Pascua responde a la «lógica» de reino, como Amor universal que triunfa de la muerte.

− Pentecostés, el Espíritu. Los cristianos descubren y reciben por Cristo el amor pleno de Dios, que vincula a los hombres y mujeres, en gratuidad y comunión. La acción pascual de Jesús se expresa así en forma de Espíritu: el mismo Amor de comunión de Dios (del Padre y Jesús) se abre y ofrece a todos los hombres, como salvación y comunión universal. Jesús no ha recorrido su camino para sí, sino por todos (a partir de los excluidos). Por eso, su resurrección se expande y ofrece por pentecostés como Espíritu de vida universal.

             De esa forma se condensan y vinculan los diversos rasgos del misterio cristiano, como ha mostrado (descubierto) la tradición de la Iglesia que ha estructurado el mensaje y vida de Jesús en forma trinitaria (de Dios Padre, por Cristo, en el Espíritu), desde Galilea (como hace Mt 28, 16‒20) o desde Jerusalén (como hace Hch 1‒2), manteniendo, retomando y expandiendo la historia y camino de la Biblia israelita[2].

− El foco central de Pentecostés (del Espíritu en la Iglesia) sigue siendo Jesús, pretendiente mesiánico crucificado a quien el Padre ha engendrado como Hijo (en Vida pascual), haciéndole principio y germen de comunión humana (=divina). Ciertamente, muchos judíos aguardaban la Resurrección para el fin del tiempo, como sabe Marta (Jn 11, 24), pero los seguidores de Jesús han descubierto y confesado que esa resurrección se expresa y anticipa en la pascua de Jesús, de forma que los cristianos ya no dejan su esperanza para el fin, sino que viven desde ahora en la gracia y presencia de Jesús resucitado.

− En la base de Pentecostés está Dios Padre, que ha resucitado a Jesús: le ha recibido por su Espíritu, ofreciéndole su Vida y haciéndolo principio de salvación universal, en este mismo tiempo, por encima de un judaísmo nacional. Por eso, la resurrección no es una experiencia del fin, sino expresión y principio de un camino abierto a todos los hombres. Así se manifiesta Dios por la resurrección como Padre verdadero de todos los hombres, en el tiempo actual (cf. Rom 4, 24), por Jesús resucitado. Dios es Padre porque ha recibido a Jesús en su Vida (Espíritu), al resucitarle de los muertos.

− Pentecostés es el don y la apertura del Espíritu de Cristo a todas las naciones, como experiencia y tarea de amor íntimo y universal que brota de la pascua y que se abre a todos los hombres y mujeres. Ese Dios‒Espíritu no es sólo del Padre, ni tampoco de Jesús, sino el Dios Todo‒en‒Todos (cf. 1 Cor 15, 28), Dios que se expresa en la pascua de Jesús y unifica en comunión de libertad a todos los hombres y mujeres. En esa línea podemos hablar no sólo de la “encarnación” del Hijo/Logos de Dios en Cristo sino también de la comunicación (encarnación comunitaria) del Dios‒Espíritu en la Iglesia, como saben y dicen Lc 24 y Hech 1-2, con Jn 20, 19-23 y las Cartas de la Cautividad (Col-Ef)[3].

El Espíritu es Amor, testimonio de Pablo

                        Como he venido diciendo (cf. cap. 18 y 25), Pablo ha colocado en el principio de la confesión cristiana la muerte de Jesús como mesías (hijo) de David según la carne y  su resurrección como hijo de Dios en poder, “según el Espíritu de Santidad” (Rom 1, 3‒4). Sólo a través de ese “fracaso” en un plano de carne (cf. Flp 2, 6-11), por su entrega en amor liberador hasta la muerte, él ha venido a mostrarse Hijo de Dios por el Espíritu, abriendo para todos (no sólo para los israelitas) un camino de libertad y de gracia, en clave de resurrección[4].

 Si el Espíritu de aquel que ha resucitado a Jesús de entre los muertos habita en vosotros,  el que ha resucitado al Cristo de entre los muertos . vivificará también vuestros cuerpos mortales, . en virtud de su Espíritu que habita en vosotros (Rom 8, 11).

           El mismo Dios, que ha resucitado a Jesús, nos resucitará por su Espíritude forma que podrá surgir así en nosotros la nueva humanidad, conforme al principio de la filiación, que hemos destacado en el capítulo anterior (cf. Gal 4,1‒7). La vida en el mundo resultaba servidumbre (douleia): la Ley nos mantenía esclavizados, vivíamos divididos, varones y mujeres, judíos y griegos, esclavos y libres (Gal 3, 28). Para superar esa situación y liberar a los hombres, ha enviado Dios a su Hijo, dándole su Espíritu, para que los hombres puedan superar en él superar la esclavitud interior, la violencia mutua:

       No habéis recibido un Espíritu de esclavitud para volver otra vez al temor, sino que habéis recibido un Espíritu de filiación, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y si hijos, también herederos; herederos de Dios, coherederos con Cristo… (Rom 8, 15-17)

        En plano externo, los cristianos siguen viviendo en un nivel de carne: sometidos al temor de la muerte. Pero, en su nivel más hondo, ellos han recibido por Cristo al mismo Dios‒Espíritu, para ser hijos, ciudadanos de dos mundo: (a) Inmersos en la vanidad del tiempos (cf. Rom 8, 20). (b) Habitando en el Dios‒Espíritu:

 ‒ Nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu... gemimos por dentro, aguardando ansiosamente la filiación, la redención de nuestro cuerpo…

‒ Pero… el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues no sabemos orar como debiéramos, y el Espíritu intercede por nosotros con gemidos indecibles (Rom 8, 23-27).

        Entre la creación cautiva y la libertad-filiación de Dios habitamos los creyentes, animados por el Dios‒Espíritu, que Pablo ha interpretado como Presencia esperanzada de Jesús. El mismo Dios‒Espíritu que ha resucitado a Jesús, Hijo de Dios, se manifiesta como Espíritu filial, presencia del Padre en nuestra vida. De esa forma, la experiencia de pascua (Dios ha resucitado a Jesús) es principio de nuevo nacimiento y esperanza trinitaria, de forma que  podemos distinguir dos hombres (a) Adán fue alma viviente, en un nivel de tierra (cf. Gen 2-3). (b) Jesús, segundo Adán, es Espíritu vivificante y pertenece al cielo por la resurrección, siendo así dador de vida (1 Cor 15, 45-47).

El primer Adán era hombre de tierra, que vuelve a la tierra en fragilidad. El segundo Adán es Cristo, Hijo de Dios resucitado, que ha vencido a la muerte y actúa como Espíritu vivificador en los creyentes. En esa línea podemos decir con 2 Cor 3, 17 que la letra de la Ley (una Biblia interpretado de modo carnal/legal), escrita en tablas de piedra, encierra al hombre en un nivel de muerte (dureza, oscuridad, mentira), mientras que el Dios‒Espíritu de Cristo, inscrito en los corazones, nos introduce en la Vida, rasgando el velo de Ley que Moisés había puesto ante su rostro: “Porque el Señor (=Jesús resucitado) es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor allí está la libertad” (cf. 2 Cor 3, 17).

            Este ha sido para Pablo el gran descubrimiento: Dios nos había hecho libres, pero hemos sido esclavizados bajo los elementos del mundo (sistema cósmico) y las leyes y normas que nacen del miedo de la muerte que es base y contenido de toda esclavitud (Gal 3; Hbr 2, 14-15; cf. bien-mal: Gen 2-3). Pero, muriendo por nosotros, Cristo nos ha liberado de esa muerte no sólo para el fin del tiempo, sino en el tiempo actual, de forma que  en él superamos el miedo a la muerte y podemos vivir en libertad de amor, pues allí donde está el Espíritu del Señor está la libertad (cf. 2 Cor 3), y eso no sólo para el tiempo futuro, sino para el mismo tiempo actual[5].

Nueva creación, mensaje de Juan

       Como he puesto de relieve en cap. 22, el evangelio de Juan es una catequesis del Espíritu, que culmina en la experiencia del Paráclito. Desde ese fondo se puede evocar el texto clave de Jn 2, 5, donde Jesús dice a Nicodemo: “En verdad te digo, si alguien no nace del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios” (Jn 3, 5). Nicodemo, maestro judío, tiene interés por Jesús, pero se ve con él de noche (Jn 3, 1), por miedo a los judíos (es decir, a un grupo de poder establecido). Pues bien, en este contexto, Jesús le responde apelando al Dios‒Espíritu, que se expresa en forma de “nacimiento superior”, del agua y del Espíritu (cf. cap. 24)[6].

En el contexto anterior se sitúa un pasaje donde, en vez del maestro judío en la noche (Nicodemo) aparece a pleno día la mujer samaritana, junto al pozo de Jacob, donde Jesús le pide agua, para ofrecerle después un agua superior de vida (cf. Jn 4, 4‒10). Este pasaje, lleno de resonancias bíblicas, recoge la historia de los samaritanos, que siguen “bebiendo del pozo de Jacob” (comparten el mismo Pentateuco de los judíos) pero, según la tradición de los judíos, ellos se han prostituido con varios maridos (pueblos o dioses) paganos. En este contexto, cuando la mujer le pregunta dónde se debe adorar a Dios, Jesús responde:

       Créeme, mujer: viene la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre… Pero llega la hora y es esta en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en Espíritu y en Verdad; estos son los adoradores que Dios busca: Dios es Espíritu, y quienes le adoran deben adorarle en Espíritu y Verdad (Jn 4, 21-24)

          Judíos y samaritanos estaban divididos por sacralidades de montes y templos sagrados, por etnias y grupos sociales (siendo israelitas, con un mismo Pentateuco). Pues bien, ahora todos pueden y deben unirse en el mismo Dios Espíritu y Verdad de Jesucristo. Eso lo sabían los judíos helenistas (Filón alejandrino, el libro de la Sabiduría), pero no habían podido concretarlo en forma de comunión personal y religiosa. En contra de eso, por encima de las sacralidades particulares, Jesús ofrece a esta mujer (y a los samaritanos), junto al pozo de Jacob, lo que él ha ofrecido en Jerusalén a Nicodemo: el nuevo nacimiento en el Dios‒Espíritu y Verdad.

Desde ese fondo quiero citar otro pasaje, el más misterioso y profundo, situado en el templo de Jerusalén, donde los judíos celebraban el despliegue de la vida (agua) de Dios y la esperanza de culminación final en la fiesta de los Tabernáculos, cuando Jesús ofrece el agua (Espíritu) de vida, que brota de su seno (y del de los  creyentes):

 El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús, en pie, gritaba: Si alguien tiene sed que venga a mí y que beba. Quien cree en mí (como dice la Escritura), de su seno brotarán ríos de agua viva. Decía esto refiriéndose al Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él. Todavía no se había dado el Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado (Jn 7, 37‒38)

             La fiesta de los Tabernáculos era (y sigue siendo) para muchos judíos la más importante, porque recuerda el camino de los hebreos por el desierto y anticipa la entrada en la tierra prometida. En ese contexto sitúa Juan un discurso muy significativo de Jesús (Jn 7, 37-53) que comienza con la evocación de las aguas sagradas, que marcarán la llegada del tiempo escatológico (Jn 7, 3-38), aguas de Siloé que brotan bajo el templo, visibles y vivas todavía, en un sentido externo, como signo de la protección de Dios, que los judíos antiguos habían despreciado, buscando alianzas militares con los ríos de Egipto o Mesopotamia, en la guerra siro-Efraimita (siglo VIII a.C.; cf. Is 8, 6).

Tras la caída de Jerusalén, destruida por los babilonios, proclamó el profeta Ezequiel su más alta profecía del agua: El mismo templo se convertirá en manantial de vida hacia el oriente… El agua irá bajando desde el interior del santuario… y crecerá hasta convertirse en un gran río (Ez 47, 1ss), corriente de vida mesiánica, presencia de Dios y trasformación de la tierra desierta, bajando de Jerusalén al Mar Muerto. En esa línea sigue Zacarías, diciendo que aquel día brotará un manantial de Jerusalén; la mitad fluirá hacia el mar oriental, la otra mitad hacia el occidental, lo mismo en verano que en invierno (Zac 14, 8-9; cf. Ap 22, 1-2).

En ese contexto se sitúa la palabra de Jesús (Jn 7, 37‒38), que se eleva y habla, como templo verdadero y fiesta definitiva de Dios (cf. cap. 9), poniéndose en pie y proclamando una palabra radical (“si alguien tiene sed que venga a mí y que beba; quien cree en mí, como dice la Escritura, de su seno brotarán ríos de agua viva”), que puede interpretarse de dos maneras (como es normal en otros textos de Juan):

 ‒ 1ª interpretación: “Si alguien tiene sed que venga a mí, y que beba el que cree en mí (=en Jesús), (pues) como dice la Escritura de su seno (de Jesús Mesías) brotarán corrientes de agua viva”. El mismo Jesús aparece así como seno o cavidad profunda de la que brotan ríos de agua viva. Esta versión, que nos pone ante la imagen del “mesías fuente” del Espíritu de Dios (del agua viva; cf. Sal 21), concibe al creyente como “sediento de Dios”, y, en nuestro caso, “de Cristo”, enviado de Dios, pues él es la fuente de Dios, manantial del Espíritu: De Jesús brota la vida‒agua de Dios.

‒ 2ª interpretación. Resulta filológicamente más probable, por el testimonio de los lectores antiguos, y por la forma de colocar la expresión “el que cree” (ho pisteuôn), que suele hallarse casi siempre al comienzo de una nueva frase. Dice así: “Si alguien tiene sed que venga a mí y que beba. Quien crea en mí, como dice la Escritura, de él (es decir, del creyente) brotarán ríos de agua viva”. Esta lectura responde mejor a la construcción del texto griego, y a la dinámica del paralelismo poético semita, que divide el texto en dos frases: (a) Cristo es la fuente de vida, manantial del Espíritu de Dios. (b) Quien crea en Cristo vendrá a convertirse también en manantial del Espíritu divino.

             Ciertamente, la fuente del agua de Vida (vinculada según Is 43, 9; Ez 47, 1‒12; Zac 14, 8 y Joel 4,16 por el templo de Jerusalén) es Cristo que dice: “quien tenga sed que venga a mí y que beba”. Pero, al mismo tiempo, al recibir el agua de Jesús, los creyentes se convierten ellos mismos en manantiales de agua viva (esto es, del Espíritu Santo), conforme a la imagen de Gen 2, 9‒14, donde se evoca el manantial convertido en cuatro ríos/torrentes que riegan y dan vida al Edén de Dios.

            Eso significa que, naciendo del Espíritu de Dios por Cristo (en la línea de Jn 1, 12‒13), los creyentes son también “fuente de Dios”, “como dice la Escritura”[7], en un contexto cristológico muy preciso, paralelo al de Jn 1 18: “Nadie ha visto a Dios, sólo el Hijo/Dios unigénito que estaba en el seno de Dios nos lo ha revelado”. En esa línea se añade aquí que “antes/fuera de la pascua de Jesús no hay espíritu”:

             Esto lo dijo refiriéndose al Espíritu que debían recibir los que creyeran en él.  pues todavía no había Espíritu, porque Jesús no había sido aún glorificado (Jn 7, 39).

        Esa interpretación ha de entenderse en la línea del radicalismo cristológico de Juan que aplica a Jesús todo el AT (ratificando de esa forma su valor), para expresar así su más hondo sentido. En esa línea, este pasaje afirma que no había Espíritu (no actuaba: oupô ên), pues Jesús no había sido aún glorificado, como supone todo el evangelio de Juan y como ratifica la escena del “costado/pulmón abierto” (pleura, cf. 19, 34‒35), del que brotó sangre y agua (es decir, su vida, su Espíritu).        

        Jesús resucitado es manantial del Agua/Dios/Espíritu, que se abre y corre para todos (como las del paraíso: Gen 2, 10-14; Ap 22, 1-2), pero de tal forma que se hacen (son) manantial de Espíritu y vida para todos los creyentes, convertidos en templo de Dios, de manera que del interior de ellos (habitado por Dios) brota el agua para todos, pues cada uno puede y debe decir, en este contexto, como Cristo: “Si alguien tiene sed que venga a mí y que beba”.

Aquellos que beben del agua de Jesús vienen a convertirse en manantial o manadero de Dios, pues cada creyente es Cristo, templo de Dios, y de su mismo seno (convertido en manantial de Dios) brota el Agua/Espíritu de vida. Jesús quiere, según eso, que todos los creyentes se vinculen por medio del Espíritu, que brota como río de su seno (del de todos), de forma que cada uno sea también manantial de Dios[8].

[1] Cf. G. Barth, El bautismo en el tiempo del cristianismo primitivo, Sígueme, Salamanca 1986 M. A. Chevallier, L’ Esprit et les Messie dans Le Bas-Judaïsme et le Nouveau Testament, EHPR 49, París 1958; J. de Goitia, La fuerza del Espíritu. Pneuma-dynamis, Un. Deusto, Bilbao 1974; O. Knoch, El Espíritu de Dios y el hombre nuevo, S.Trin., Salamanca, 1977;   H. Mühlen, El Espíritu Santo en la Iglesia, Sec. Trinitario, Salamanca 1998; P. Pagano, El Espíritu Santo- Epíclesis- Iglesia, Sec. Trinitario, Salamanca 1994.

[2] En la línea de Mt 28, 16‒20, al extender el evangelio desde Galilea, se podía pensar que la Biblia y el judaísmo oficial habían perdido su sentido, se habían cumplido ya, y sólo quedaba la enseñanza de Jesús. Pues bien, a diferencia de Mateo, al situar el primer Pentecostés de la Iglesia en Jerusalén (no en Galilea), Lucas quiere retomar el camino más oficial (judío), aunque lo hace desde la perspectiva de Jesús.

[3] Los cristianos saben por un lado que todo se ha cumplido (pascua de Jesús) y por otro descubren que todo está empezando, por Pentecostés, como nueva creación, en comunión (salvación) para todos los hombres. La primera creación (Gen 1) fue obra del Espíritu de Dios (que se cernía sobre las aguas del abismo), haciéndose Palabra creadora que separa y vincula (coloca en su lugar) a cada uno de los elementos. La segunda (Hech 2) es obra del Espíritu de Cristo, que se posa como lenguas de fuego sobre los creyentes, abriéndose a todos los pueblo.

[4] Bibliografia sobre el Espíritu en Pablo en cap. 19. En espacial, cf. J. D. G. Dunn, El cristianismo en sus comienzos. Comenzando desde Jerusalén II, 1. Verbo Divino, Estella 2012,579‒759; L. W. Hurtado,Señor Jesucristo. La devoción a Jesús en el cristianismo primitivo, Sígueme, Salamanca 2008; H. Räisänen, El nacimiento de las creencias cristianas, Sígueme, Salamanca 2011; G. Theissen, La Religión de los primeros cristianos, Sígueme, Salamanca 2002.

[5] Eso significa que el Dios‒Espíritu pascual de Jesús no es sólo esperanza de futuro, sino experiencia actual de vida, en libertad y amor universal (cf. Gal 3, 1-5). Desde ese fondo, superando la Ley nacional judía, Pablo apela al Espíritu de Cristo, recibido por fe (Gal 3, 1-3) y expresado en «amor, gozo, paz» (cf. Gal 5, 22). En esa línea, identifica el Espíritu Santo con el amor mutuo, como signo de resurrección en el amor, por encima de los “carismas particulares” de los creyentes (1 Cor 12-14.

            Algunos cristianos de Corinto habían preguntado a Pablo sobre los pneumatiká (dones espirituales) que se habían vuelto objeto de discordia en la comunidad. Pues bien, por encima de unos “dones” más particulares, de tipo extático, Pablo apela al amor en unidad, diciendo que los carismas individuales o grupales han de estar al servicio del «cuerpo» de la iglesia (cf. 1Cor 12, 12-26). No son valiosos en si, como separados, sino en cuanto vinculan en amor a los cristianos, entre quienes los más importantes son aquellos que parecen más pobres; por eso, la unidad del Espíritu (experiencia pascual) se expresa como servicio a los excluidos, en la misma Iglesia, entendida como cuerpo de Jesús resucitado, presencia y acción compartida del Dios Espíritu Santo (cf. 1 Cor 12, 1-11.27-31; 14, 26-33).

            En esa línea, en el centro de la gran unidad sobre la Iglesia (1Cor 12-14), el mismo Pablo (o un posible recopilador posterior de su obra) identifica la presencia y acción del Espíritu con el Amor (1 Jn 4, 8) en el que todo se centra y culmina (1 Cor 13). Tanto el don de lenguas, como los milagros y profecías, lo mismo que la fidelidad creyente, son expresión del Amor, son Espíritu‒Dios, como presencia gratuita y comunión de vida, por encima de una ley impuesta desde fuera, pues el Dios‒Espíritu es el mismo Dios‒Amor en Cristo (cf. Jn 21, 15-19; Rom 12, 9‒21. 14, 8‒14).

[6] El Dios‒Espíritu es nuevo nacimiento, en interioridad y misterio: “sopla” cómo y dónde quiere, “de manera que no escuchas su voz externa, pero sabes que te impulsa”. De esa forma, Jesús dice a los judíos, a través de Nicodemo, que no tengan miedo del Espíritu, que acojan su voz, pero no de una manera puramente interna, pues su bautismo está vinculado con el agua exterior de la pertenencia común (eclesial) de los que nacen en Cristo.

[7] No es fácil concretar en qué lugar lo dice, y es muy posible que se trata de una cita‒interpreración genérica de Ez 47 o Zac 14. Pero esa cita puede referirse de un modo más extenso, a una serie de pasajes, de tipo básicamente sapiencial en los que el justo/creyente aparece como fuente de vida, desde Prov 18, 4 y Cant 4, 15 hasta Eclo 24, 30‒31, que identifica la fuente del templo con la Escritura, y, al mismo tiempo, con aquellos que la acogen y se convierten en fuente de vida de Dios para otros.

[8] Este tema, menos explorado por la teología, puede y debe vincularse con Jn 14, 12 (cf. cap. 22) donde Jesús dice a los creyentes realizarán obras aún mayores que las suyas, pues él va al Padre. El mismo Jesús resucitado ofrece a los creyentes el poder del Espíritu Santo, no sólo para realizar obras como (y aún mayores que) las suyas, sino para ser portadores/engendradores de Dios, fuente del Espíritu Santo.

http://www.religiondigital.org/el_blog_de_x-_pikaza/Pentecostes-Espiritu-Dios-Iglesia-hombres_7_2128057195.html

La fe jugó un papel complejo en la batalla por el derecho al voto de las mujeres


8 de junio de 2019por Bob Smietana , Servicio de Noticias de ReligiónJusticiaPolítica

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Las mujeres llevan una urna en un desfile de sufragio femenino en la ciudad de Nueva York, el 27 de octubre de 1917. (Biblioteca del Congreso / Colección George Grantham Bain)

Las mujeres llevan una urna en un desfile de sufragio femenino en la ciudad de Nueva York, el 27 de octubre de 1917. (Biblioteca del Congreso / Colección George Grantham Bain)

La semana pasada se cumplieron 100 años desde que el Congreso aprobó la 19ª Enmienda a la Constitución, garantizando a las mujeres el derecho a votar.

Pasado a raíz de una cataclísmica guerra mundial, no fue ratificado hasta 1920.

Muchas de las mujeres que habían cabildeado por ello (fue presentada por primera vez en el Congreso en 1878), incluidas Susan B. Anthony y Elizabeth Cady Stanton, estaban muertas.

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La fe jugó un papel clave en la lucha por el sufragio femenino. Las convicciones religiosas obligaron a muchos a hacer campaña a favor del sufragio de las mujeres, y muchos a luchar duramente contra él.

«La religión surge bastante y de muchas maneras diferentes», según la periodista Elaine Weiss, autora de La hora de la mujer: La gran lucha para ganar la votación .

La batalla por los derechos de voto, según Weiss y otros expertos, reunió a mujeres en un espectro de práctica religiosa, desde cuáqueros hasta mujeres activas en el movimiento de santidad, quienes vieron la reforma social como un medio para testificar su búsqueda de la santidad.

Muchos defensores del sufragio femenino, incluidos activistas como Lucrecia Mott, surgieron del movimiento abolicionista. Vieron el sufragio como una cuestión de justicia divina, así como los derechos humanos, dijo Weiss.

Otras mujeres vieron el derecho al voto no solo como un problema político y social sino también moral, al igual que sus oponentes.

«El movimiento para ganar votos verá a muchos clérigos de ambos lados, y usarán argumentos bíblicos para reforzar su lado», dijo Weiss, quien observó que muchas denominaciones, incluyendo metodistas, presbiterianos y católicos, estaban divididas sobre el tema del sufragio.

El sufragio de las mujeres también fue un tema de división para el clero judío.

La reforma El rabino Stephen Wise viajó por todo el país dando conferencias en apoyo del derecho al voto de las mujeres, según Weiss. Wise, que en ese momento era rabino en la Sinagoga Libre de la Ciudad de Nueva York, fue miembro fundador de la Liga de Hombres para el Sufragio de Mujeres y logró un récord de 78 para promover el tema.

«Tenía una gran rivalidad con un rabino [Joseph Silverman] de Temple Emanu-El, una gran sinagoga en Manhattan», dijo. «Luchan desde el púlpito por esto durante años, cada uno dando su propio giro religioso».

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Una carroza de "Mujeres de las Tierras Bíblicas" pasa por el Capitolio de los EE. UU. Durante el Desfile del Sufragio de la Mujer que se realiza en Washington, DC, el 3 de marzo de 1913. (Biblioteca del Congreso / Colección George Grantham Bain)

Una carroza de «Mujeres de las Tierras Bíblicas» pasa por el Capitolio de los EE. UU. Durante el Desfile del Sufragio de la Mujer que se realiza en Washington, DC, el 3 de marzo de 1913. (Biblioteca del Congreso / Colección George Grantham Bain)

Uno de los iconos del movimiento del sufragio fue Anna Howard Shaw, una médica y ministra que se convirtió en presidenta de la National American Woman Suffrage Association y la dirigió desde 1904 hasta 1915 (murió en 1919, antes de que se ratificara la enmienda).

Erin Sears, una estudiante de segundo año en ascenso en la Escuela de Teología Candler y Metodista Unida, dijo que estudió a Shaw mientras estaba en la universidad. Pero ella dijo que no siempre era consciente de que la fe jugaba un papel en la lucha por el derecho al voto.

«Es realmente importante que las mujeres sepan que otras mujeres estuvieron con ellas durante años y años en su lucha por ser tratadas de manera justa. Como una mujer que busca la ordenación [yo], es realmente humillante e inspiradora estar en una línea de mujeres que ponen su La fe en acción «, dijo Sears. «Es un testimonio de que la fe va más allá de los edificios de las iglesias y que nos extendemos al mundo».

Otros partidarios se vieron envueltos en la batalla por el sufragio de las mujeres como parte del movimiento de la temperancia, dirigido por la educadora y reformadora social evangélica Frances Willard.

En 1879, cuando el metodista Willard se convirtió en presidente de la Unión Cristiana de Templanza de Mujeres, comenzó a alinear la virtud doméstica con el cambio social, según la historiadora del Calvin College, Kristin Du Mez.

Para las mujeres afectadas por la bebida de sus maridos, impotentes para proteger a sus propios hijos, el voto se convirtió en un medio para adquirir poder político y hacer el bien al mismo tiempo.

«Willard estratégicamente atrae a más y más mujeres al activismo por los derechos de las mujeres, con cautela y de manera gradual», dijo Du Mez. «Las esposas y las madres tenían que votar. Es un buen deber de la mujer cristiana votar. Las personas tienen que votar para proteger a sus familias».

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Una postal de propaganda del sufragio femenino de 1915 contradice la retórica de que votar haría a una mujer masculina al asumir roles masculinos.  (RNS / Katherine Milhouse, Creative Commons)

Una postal de propaganda del sufragio femenino de 1915 contradice la retórica de que votar haría a una mujer masculina al asumir roles masculinos. (RNS / Katherine Milhouse, Creative Commons)

A finales del siglo XIX, dijo Du Mez, el sufragio se había convertido en una causa respetable en la que las mujeres cristianas podían participar.

Al mismo tiempo, aquellos que se oponían a la campaña de votación aumentaron su propia retórica infundida en la fe, dijo Weiss.

Ellos «usan la religión como un garrote para vencer el movimiento del sufragio», dijo Weiss. «Si las mujeres votan, la salud moral de la nación estará en peligro».

Usando argumentos basados ​​en textos bíblicos y acusando a los sufragistas de ser inmorales, los opositores dijeron que la sumisión de Eva a Adán en Génesis fue divinamente ordenada, dijo.

Las mujeres afroamericanas como Frances Ellen Watkins Harper, Mary Church Terrell y Harriet Forten Purvis también estuvieron profundamente involucradas en el sufragio femenino, pero no son tan conocidas.

«Susan B. Anthony y Elizabeth Cady Stanton creían que a las mujeres blancas se les debería dar el voto antes que a los hombres negros», dijo el sacerdote y erudito episcopal Kelly Brown Douglas, decana de la Escuela de Divinidad Episcopal en el Seminario Teológico de la Unión. «Todo se reducía a este asunto de la raza, de las mujeres blancas que sentían que tenían una prerrogativa y un privilegio sobre las personas negras».

Weiss estuvo de acuerdo.

«La 19ª Enmienda fue daltónica», dijo Weiss, y agregó que los principales sufragistas creían que necesitaban acercarse a los racistas blancos para obtener sus votos. «La forma en que se implementó no fue».

Al igual que el abolicionismo, la campaña para ganar a hombres y mujeres negros, el voto siempre estuvo arraigado en la comunidad de fe negra, dijo Douglas, y se definió por la búsqueda de la justicia racial, rechazando la narrativa cristiana de los blancos de esclavitud.

Por otro lado, agregó, el papel de las iglesias blancas estadounidenses, incluida su propia denominación, ha sido más complicado: a veces abogaba por la justicia racial y otras veces por los privilegios estructurales que conlleva ser blanco en Estados Unidos.

¿Qué se puede deducir de este momento histórico?

Este aniversario, sugirió Douglas, puede convertirse en un catalizador para reflexionar sobre el registro histórico y resolver actuar para remediar los males raciales que aún aquejan a los Estados Unidos de hoy.

«Creo que el arrepentimiento siempre se debe», dijo. «Las iglesias tienen que decir la verdad sobre su propia historia y hacer la pregunta, quiénes hemos sido y quiénes somos en la lucha por la justicia social y racial».

Aunque mucho ha cambiado desde la muerte de Willard a fines del siglo XIX, las feministas cristianas como ella, que atrajeron a las mujeres estadounidenses «promedio» a un movimiento social creciente y las empoderaron, pueden proporcionar inspiración para aquellas personas que quieran crear alianzas entre feministas de fe. y las seculares, sugirió.

«¿Cómo podemos tener mejores conversaciones, coaliciones de tiendas grandes e incluir mujeres de fe?»

Una agenda que excluye a las mujeres de fe es probable que tenga menos éxito, dijo.

«Creo que Frances Willard se sentiría desconsolada por la división entre la mayoría del cristianismo estadounidense y el feminismo cristiano. Eso causaría su dolor», dijo Du Mez. «Me pregunto si nuestro marco polarizado en este momento no está ocultando una esfera más tranquila a la que vale la pena mantener».

Pero Weiss, que es miembro del movimiento conservador judío, dijo que le preocupa la idea de llevar a Dios a la esfera pública.

«La moral sí, la religión no», dijo. «Como persona de fe, no creo que la religión tenga ningún lugar en la esfera pública».

http://www.ncronline.org/news/justice/faith-played-complex-role-battle-womens-right-vote

INDÍGENA DE LA COMUNIDAD AVÁ GUARANÍ SE GRADUÓ EN MEDICINA


Fanny Sales, de la parcialidad Avá Guaraní, se graduó en Medicina, en una universidad de Cuba y ahora se proyecta para trabajar en Salud Pública, en el Alto Paraná. La joven médica tiene planes que buscan prevenir enfermedades.

Se llama Fanny Sales y tiene 25 años. Pertenece a la Comunidad Indígena Fortuna, de Curuguaty, departamento de Canindeyú, donde vivía con sus padres y cinco hermanos menores. Allí terminó su bachillerato y se postuló para acceder a una beca. Consiguió estudiar la carrera de medicina en la universidad Arley Moreira de Cuba, donde se graduó el año pasado.

“Logré terminar la carrera con mucho sacricio y disciplina, pero fue fundamental contar con todo el apoyo de mi familia. Siempre tuve deseos de servir a mi gente, por eso elegí seguir medicina”, indicó.

La joven médica vino este año al Alto Paraná, con la intención de trabajar en la zona, donde existen muchas comunidades de nativos. Actualmente, está gestionando sus documentaciones para acceder a un puesto laboral del Ministerio de Salud Pública (MSP).

“Una vez que consiga todos los documentos correspondientes estaré trabajando en alguna Unidad de Salud Familiar de esta región. Más adelante me gustaría especializarme en ginecología donde sería muy útil para cualquier comunidad”, destacó.

Fanny dijo que en Cuba lo que más le llamó la atención, además del trato muy equitativo por el socialismo que se vive, fue el trabajo complejo que se hace para prevenir enfermedades. “Allá se trabaja muchísimo en prevenciones y la asistencia es muy buena. Sería muy interesante poner en práctica aquí algunas de las estrategias que se utilizan en Cuba. Me gustaría trabajar en eso, en la prevención de males”, señaló.

Destacó que al llegar a Paraguay vio que aumentó la cantidad de amputaciones de miembros a causa de la diabetes en la población y que eso buscará detener.

MENSAJE
La médica indígena recordó que aún existe mucha discriminación hacia los nativos pero animó a los jóvenes de su comunidad. “Lo más importante es que sigan estudiando siempre. Todo se puede cuando hay un verdadero apoyo de la familia y de la comunidad. Actualmente existen muchas oportunidades para nosotros y que no se deben desaprovechar”, comentó.

Fanny está viviendo en la casa de una licenciada amiga, aguardando su contratación para ser funcionaria de la Décima Región Sanitaria. Estará a disposición donde se la envíe, dijo.//VANGUARDIA

http://itapuanoticias.tv/

CHILE: EL EVANGELIO QUE ANUNCIAMOS LAS MUJERES


La imagen puede contener: 2 personas, personas sonriendo, personas de pie
Madre e hija anunciando el Evangelio. Mujeres laicas totalmente empoderadas dentro de la Iglesia Católica Romana.


Queridas hermanas, queridos hermanos, les enviamos una nueva homilía del Evangelio que anunciamos las mujeres. Nos alegramos y agradecemos los ojos y la voz nueva de mujeres que se atreven a decir y orar el evangelio para nuestras comunidades. Estas van enriqueciendo nuestra capacidad de comprender y ampliar el mensaje de Jesús.
Pueden encontrar todos los comentarios anteriores en Facebook: Mujeres Iglesia Chile, en la página de la Revista Mensaje: https://www.mensaje.cl/category/noticias/iglesia/ y en la página: https://www.kairosnews.org

Compañeras, llamadas, unidas… por el Espíritu.
Juan 20, 19-23
Queridas y queridos…Somos Naty Zúñiga y María Isabel Miranda, ambas compañeras de ruta, profesora y alumna, hermanas, madre e hija con un cordón umbilical que traspasa alimento y vida, que nos une desde el amor, la misión y la mirada esperanzada en la construcción del Reino.
Fui invitada como mujer a comentar este Evangelio y le pedí a Naty, que me colaborara, ella tuvo la oportunidad de vivir Magis, una experiencia de crecimiento espiritual para jóvenes en Centroamérica este mes de enero y su visión de joven, alienta por medio de su trabajo pastoral, a nuestra comunidad de estudiantes en nuestro Colegio Lecaros, acompañándolos y animándolos con alegría y testimonio.
Contemplando el Evangelio, inicialmente a ambas nos llama la atención el encierro de los discípulos, si bien ellos tenían miedo y estaban paralizados ante lo sucedido, ¿cuántas veces, nosotros hoy, aún nos sentimos así?, cuántas veces a partir del dolor de nuestra Iglesia nos hemos paralizado y quedado en el dolor. Pero, no podemos seguir permitiendo que nos abusen, nuestra misión de denunciar todo tipo de abuso, debe hacerse carne cada día, y también debemos anunciar con alegría esperanzada que otra Iglesia es posible.
Naty, vio en Centroamérica una Iglesia compuesta por personas con nombres, familias, historias, movidas por la Fe y la Justicia, en la cual lo comunitario es lo que marca el paso; ¿no podríamos también nosotr@s construir una Iglesia con rostros, en la que lo humano sea signo de Dios, en la que la lucha del agua, la educación, la salud sea un mandato Divino?
“Los discípulos se regocijaron al ver al Señor”, ver al Señor es encontrarlo en lo cotidiano, en el vecino, en el abuelo, la cara sonriente de cada niño y niña, en las causas que necesitan de nosotr@s, en el sol de cada día, pero, cómo anunciar la buena noticia si no lo hacemos con la santa alegría de saber que Jesús se pone en medio de nosotros y que su Espíritu nos anima e invita a ser manos que amasan justicia, verdad y reparación. ¡¡¡Tenemos una gran oportunidad!!!
Dispongámonos a la Gracia, la que debemos reconocer, comprender y hacerla parte de nuestro actuar. Necesitamos hacernos conscientes del Soplo de Dios en nuestras vidas, que sea la RUAH, la que nos interpela y nos vitaliza desde nuestro interior, para salir alegremente y sin miedo ponernos en camino, confiad@s en el amor que nos trae su paz.
Comenzamos esta reflexión con mi querida Naty pidiendo al Espíritu Santo que nos asistiera, ella trayendo su alegría de joven dispuesta a “ vivir buscando servir y amar” y yo contemplando cada día al sol que se pone, con la promesa de volver a salir diciendo “la paz sea con ustedes”.
Pidamos al Espíritu Santo que no tengamos miedo, que reconozcamos su soplo, y que al igual que los discípulos ese día primero de la semana… nos regocijemos de ver al Señor.

Natalia Estefanía Zúñiga Carrillo, Ex Alumna Colegio José Antonio Lecaros, actualmente estudiante de Trabajo Social UCSH, Monitora de Confirmación y acompañante en Sube Conmigo.
María Isabel Miranda Lorca, Coordinadora Pastoral Colegio José Antonio Lecaros.

Fuente: facebook mujeresiglesiachile

La resistencia al Evangelio


El teólogo Castillo analiza el por qué de las acusaciones de «herejía» al Papa Francisco
Cardenales escuchan al Papa Francisco
Cardenales escuchan al Papa Francisco
«Si la Iglesia no ha podido firmar y hacer suya la Declaración de los Derechos Humanos, ¿con qué autoridad y con qué credibilidad puede hablar de amor a la humanidad?»
«En no pocos ambientes del clero, se ve como lo más normal del mundo hacer lo contrario de lo que manda el Evangelio»

07.06.2019 José María Castillo

Hace poco más de dos meses, he publicado un libro que se titula “El Evangelio marginado”. En este libro explico cómo y por qué, en la organización y gestión de la Iglesia, se le concede más presencia y más importancia a la Religión que al Evangelio. De forma que, por las enseñanzas y la gestión de la Iglesia, el Evangelio ha terminado por ser un componente más de la Religión. Cuando, en realidad, lo que sabemos por los evangelios, es que la vida, las enseñanzas y la actividad de Jesús fueron un conflicto profundo y creciente, que terminó en la condena a muerte del mismo Jesús.

En realidad, pues, se puede afirmar que la Religión se enfrentó al Evangelio de forma que, en definitiva, fue la Religión la que rechazó, condenó y mató a Jesús, que es el centro del Evangelio. Sin embargo, es un hecho que la Iglesia se ha organizado y es gestionada de forma que lo más visible y palpable en ella es la Religión, no el Evangelio. Por eso es por lo que se puede hablar de “El Evangelio marginado”. Lo que plantea inevitablemente una situación confusa, compleja y de difícil solución. La situación que consiste en que, en la misma Iglesia, convive gente más “religiosa” que “evangélica”. Como también hay cantidad de personas que son más “evangélicas” que “religiosas”.

Lo peor de todo este asunto es que, siendo así las cosas, se hace extremadamente difícil – por no decir imposible – gestionar esta Iglesia, tan confusa y complicada, de forma que pueda ser, en este momento, prolongación y presencia del Evangelio del Reino de Dios, tal como lo quiso Jesús.

Pero no es esto lo más complicado. Lo más problemático, en todo este asunto, no es que podamos hablar, con todo derecho, de “El Evangelio marginado”. Lo más grave y preocupante es que, si se intenta llegar hasta el fondo del problema, sin más remedio nos vemos obligados a tener que hablar, con toda razón, de “La resistencia al Evangelio”. Es decir, no se trata simplemente de que, en gran medida, hayamos “marginado” el Evangelio. Lo peor de todo es que “nos resistimos” a vivirlo y cumplirlo.

'El Evangelio marginado', libro del teólogo Castillo
‘El Evangelio marginado’, libro del teólogo Castillo

El Evangelio, más exigente que todos los Derechos

Según el Evangelio, Jesús no vino a este mundo para “suprimir la Ley y los Profetas…, sino a darles cumplimiento” (Mt 5, 17). Es decir, Jesús vino para que los seres humanos comprendamos y vivamos lo que Dios quiere hasta realizarlo en su plenitud. Y esa plenitud lleva consigo que, si estando en el templo y acercándote al altar, te acuerdas de que alguien tiene algo contra ti, no te acerques al altar de Dios. Vete primero a ordenar y resolver tus relaciones humanas. Y cuando eso esté resuelto, entonces vas a misa, comulgas… etc. (Mt 5, 23-24). Y es que las “ofrendas” y ceremonias de los pecadores le causan horror a Dios (Prov 15, 8. 21; 3, 27; Eclo 31, 21-24; 35, 1-3…) (U. Luz, El Evangelio según san Mateo, vol. I, 362). Además, el Evangelio nos dice que tenemos que amar al enemigo, al que nos ofende, al que se aprovecha de nosotros, al que nos hace daño (Mt 5, 43-48).

Si todo esto no es mera palabrería, es decir, si todo esto se toma en serio, la consecuencia lógica, que de ello se sigue, es que el Evangelio no se cumple observando los Derechos Humanos. El Evangelio no se fundamenta en ningún “derecho”, sino en el “amor” a todos, ante todo a los más débiles. El Evangelio es indeciblemente más exigente que todos los Derechos. Pero cuando sabemos que, a estas alturas, la Iglesia no ha podido firmar y hacer suya la Declaración de los Derechos Humanos, ¿con qué autoridad y con qué credibilidad puede hablar de amor a la humanidad?

Consistorio de cardenales
Consistorio de cardenales

Las dignidades, lo contrario del Evangelio

Pero hay más. Indeciblemente más. Jesús les prohibió a sus apóstoles tener o llevar dinero (Mt 10, 9-10 par) y les mandó decir tales cosas, que tendrían que aceptar ser perseguidos y llevados ante los tribunales civiles y religiosos (Mt 10, 16-28 par). Además, les prohibió aceptar títulos, dignidades, cargos de poder, usar vestimentas de hombres importantes, vivir en palacios (Mt 23, 5-12 par; Mc 12, 38-40; Lc 11, 37-52; 20, 45-47; Mt 11, 8-9), ser importantes o pretender los primeros puestos (Mc 9, 33-37 par). O sea, Jesús les prohibió a sus apóstoles la forma de vida que suelen llevar la mayoría de los cardenales, los obispos, los monseñores. En no pocos ambientes del clero, se ve como lo más normal del mundo hacer lo contrario de lo que manda el Evangelio.

En cualquier caso, lo dicho no es lo más fuerte en cuanto se refiere a “la resistencia al Evangelio”. La Iglesia se ha organizado de manera que el “clero” (obispos, curas, frailes, religiosos…) es un colectivo de hombres “sagrados” y “consagrados”, que tienen (excepto en casos determinados) unos poderes, unos derechos, una dignidad y unos privilegios, que les dan a estos escogidos una categoría y sobre todo una “seguridad”, en la vida y en la sociedad, que pocas personas pueden tener semejante estabilidad y firmeza. Y digo que aquí está la clave de la “resistencia al Evangelio” porque, si algo hay patente y repetido en los evangelios, es que la convicción y la conducta central, que exige el Evangelio, es el “seguimiento de Jesús”.

Seguir a Jesucristo
Seguir a Jesucristo

La clave: abandonarlo todo

En efecto, cuando Jesús inicia su relación más estable y profunda con sus discípulos, lo primero que hace no es preguntarles si “creen” en él, sino que todo se resume y se concentra en una sola palabra: “sígueme” (Mt 8, 22; 9, 9; 19, 21; Mc 2, 14; 10, 21; Lc 5, 27; 9, 59; 18, 22; Jn 1, 43; 21, 19. 20). De forma que la respuesta es abandonarlo todo(familia, trabajo, dinero, casa…) y empezar a vivir con Jesús y tal como vivía Jesús. Hasta el extremo de que Jesús no le tolera al que es llamado ni despedirse de la familia, ni siquiera enterrar al propio padre (Mt 8, 21-22). El seguimiento de Jesús supera la cumbre de nuestras buenas obras (Martin Hengel).

Con una particularidad que impresiona: cuando Jesús llama a alguien, para que le siga, no da explicaciones. No explica ni para qué llama, ni propone un proyecto o presenta unas condiciones, ni siquiera plantea un ideal. Nada de nada. Jesús solo. Eso es todo (Dietrich Bonhoeffer). La vida (y la presencia de Jesús en la propia vida) tiene que ser tan determinante y tan fuerte, que únicamente Jesús tiene que ser nuestra más firme seguridad. Incluso a sabiendas de que “seguir a Jesús introduce a los discípulos en la inseguridad total” (M. Hengel). Porque, entre otras cosas, el seguimiento de Jesús comporta “cargar con la cruz” (Mt 10, 38; 16, 24; Mc 8, 34). Lo que significa que estas “palabras de Jesús son una llamada a escoger un camino de vida de marginación” (Warren Carter).

Seguir a Jesucristo
Seguir a Jesucristo

Miedo al seguimiento de Jesús

Seamos honestos y afrontemos la pregunta: ¿Ha echado la Iglesia por este camino? Dicho con más claridad: ¿se nos conoce a los cristianos como los “seguidores de Jesús”? Estas preguntas – y lo que ellas suponen – nos enfrentan a un miedo tan hondo que ni nos atrevemos a planteárnoslas y afrontarlas de veras.

La resistencia al Evangelio es algo tan patente en la Iglesia, que ha sido necesaria la llegada al papado del actual papa Francisco, para que, con su profunda sensibilidad y sintonía evangélica, ha dividido a la Curia Vaticana, al episcopado de muchos países, a cantidad de clérigos, y laicos.

Los “peligros” y “herejías”, que mucha gente de Iglesia ve en el papa Francisco, son los mantos de luto con los que los más cobardes intentan ocultar su miedo al seguimiento de Jesús.

No cabe duda: la “resistencia” al Evangelio es tan fuerte, en esta Iglesia en que vivimos, que nos da pánico reconocer que esa resistencia existe y que la llevamos en la sangre de nuestras venas. Quizás las venas más “observantes” y más “religiosas”.     

El Papa Francisco, rodeado de cardenales
El Papa Francisco, rodeado de cardenales

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«Su casulla roja de aceptación y transformación» por Mary Sue Barnett ARCWP


 Mary Sue Barnett ARCWP en su día de ordenación abraza a su amiga, Donna Rougeux ARCWP a la derecha, sonriendo, Bridget Mary Meehan ARCWP, en casulla roja con la cabeza inclinada, sonriendo“ Un símbolo del dominio espiritual masculino puede ser, y es, transformado por la creatividad y la agencia femenina. . . Este es mi cuerpo y cuando estoy en la mesa eucarística y en el púlpito, soy mujer ”.

«Desde la seguridad del vientre de mi madre hasta la comodidad de los brazos de mis padres, las aguas bautismales se vertieron suavemente sobre mi ser infantil en 1962 en la Iglesia Católica del Santo Nombre. Creadas y bendecidas tanto en el amor humano como en el divino, el agua, el aceite, y la luz de las velas fue una bienvenida comunitaria a la belleza y el rigor de vivir en un camino cristiano. En ese día, con mis ojos infantiles, podría haber visto la manga de la alba delante de mí y haber sentido el roce del La casulla litúrgica era una mera sombra, protegida contra mí y protegida por la respiración y el calor del cuidado de mis padres en el día del bautismo.

Como una niña pequeña, una adolescente y una joven adulta, vi cómo se vestía el atuendo litúrgico, aparentemente en innumerables ocasiones; Misas dominicales, misas semanales durante la escuela primaria y secundaria, misas de retiro, mi misa de reconciliación, mi misa de confirmación, mi misa de bodas, misas de bautismo de mis hijos, misas funerarias de mis abuelos, numerosas misas de bodas familiares, incluso misas de Corpus Christi en Churchill Downs. Cientos de veces en mi vida he visto vestimenta litúrgica usada por sacerdotes y obispos varones, vestimenta reservada para el cuerpo masculino, para espacios comunales, sagrados definidos y custodiados por hombres.
Cuando llegué temprano a la edad adulta, estaba lo suficientemente condicionada, como muchas niñas y mujeres católicas, de que el atuendo que tengo ante mis ojos es para los hombres. Y realmente, para ser perfectamente claro, no se trata de la vestimenta en sí. Se trata de cuerpos, se trata de piel, y se trata de significado espiritual y autoridad asignada a un tipo de cuerpo y no a otro. Las niñas y mujeres católicas a menudo internalizan la creencia de que los cuerpos de los hombres llevan más plenamente la imagen de Dios y de Cristo durante la oración comunitaria. Más allá del razonamiento consciente, las niñas y mujeres católicas a menudo llevan dentro de sí mismas una inclinación hacia el interior, si no deferencia, hacia la autoridad espiritual masculina debido a una vida de condicionamiento.
El día de mi ceremonia de ordenación como mujer sacerdote católica, usé una alba hecha por una amiga mía. Hace años, en una parroquia católica, esta mujer y yo habíamos ministrado juntas para brindar sanidad a las mujeres católicas sobrevivientes de violencia doméstica y abuso sexual. Años más tarde, gentilmente pone una cinta métrica alrededor de mis caderas y la línea del busto antes de caminar conmigo por los pasillos de la tienda de telas. Ella confeccionó una prenda para el liderazgo litúrgico comunal. Como ella y yo sabemos por nuestro compromiso de décadas con la seguridad y el bienestar de las mujeres y las niñas, el atuendo se trata de la piel de una mujer y de cómo ella lleva la imagen de Dios y Cristo en su cuerpo femenino. Cuando la mujer obispo me ungió, vi claramente ante mí su «casulla roja de aceptación». Un símbolo del dominio espiritual masculino puede ser, y es, transformado por la creatividad y la agencia femenina.
Mi alba y estolas cuelgan en la oficina de mi capellánia en el hospital. Cada vez que presido liturgias eucarísticas y predico homilías en la capilla, me pongo el atuendo con la conciencia constante de que palpablemente siento la tela en mi piel, envuelta alrededor de mi cuerpo femenino; un cuerpo que comenzó a menstruar a los 13 años, un cuerpo que ha abortado, nacido y amamantado; un cuerpo que se benefició de años de control de la natalidad artificial, un cuerpo que experimenta placer sexual; un cuerpo que ama la cercanía de su marido, un cuerpo que abraza a sus hijos con feroz cuidado maternal, un cuerpo que ha sufrido un acosador y múltiples acosadores; un cuerpo que es excomulgado de la Iglesia Católica; un cuerpo que consuela a los seres queridos, sostiene bebés, toma riesgos, entra en lugares peligrosos y aboga por los vulnerables. Este es mi cuerpo y cuando estoy en la mesa eucarística y en el púlpito, soy mujer. Cuando utilizo un lenguaje equilibrado e inclusivo para la humanidad y la divinidad, cuando me desvío de las lecturas del leccionario para predicar la compasión y no el pecado, y cuando formo oraciones de aceptación en lugar de juicio, soy mujer. Soy completamente femenina, completamente humana y completamente a la imagen de Cristo. Al vivir en la belleza y el rigor de mi vida particular, resisto la violencia y el estigma y protejo el espacio para que otros también puedan hacerlo.
Al final de un servicio reciente en la capilla, una paciente se acercó y me abrazó. Mis brazos, vestidos de tela blanca y encaje, la envolví y la sostuve.Fue un intercambio sagrado, una experiencia indeleble.El atuendo que una vez simbolizó la exclusión de mi yo femenino está ahora en funcionamiento;sostiene y acepta a una mujer vulnerable durante sus horas de curación,ayudándola a sentir en su propio cuerpo que el Divino está cerca.Que el atuendo, el símbolo, sea libre.Deja que cante su profundo significado para aquellos que tienen sed de transformación. «

25 de junio de 2018

Conozca a la “Reina de Huarmey”, la mujer de la nobleza del antiguo Perú [FOTOS, VÍDEO]



Arqueólogos hallaron su tumba en el 2012 rodeada de joyas, frascos y herramientas para tejer. Antigua reina regentó en la época del Imperio Wari, hace1.200 años, en la Región Áncash, Perú.

Los restos de la famosa Reina de Huarmey o Reina Wari”, fue hallada en el 2012 en una tumba del Castillo de Huarmey ubicada en la Región Áncash en la costa del Perú, cuyo cuerpo había sido enterrado en una cámara privada, y estaba rodeado de joyas, bengalas de oro, un hacha ceremonial de cobre y una copa de plata. Se cree que tenía 60 años al momento de su muerte.
Los estudios bioantropológicos muestran que tuvo una vida dedicada al tejido; además, le faltaban algunos de sus dientes, ocasionado por beber chicha regularmente, una bebida ancestral oriunda de Perú, que solo la élite Wari podía tomar; también se encontró un canal que habría permitido a las personas compartir ceremonialmente líquidos con la mujer noble, ello incluso después de su muerte. Con todo ello se le da un estado de élite a esta “reina” del Perú antiguo.Su tumba estaba ubicada en un sitio que alguna vez fue un complejo de templos de la cultura Wari, un antiguo imperio que ocupó el sitio durante siglos, mucho antes de que los Incas se establecieran. En total, 58 mujeres nobles fueron sepultadas en la tumba, incluyendo cuatro reinas o princesas.

Vista aérea del Castillo de Huarmey. Esta construcción habría funcionado como 
centro administrativo de la civilización Wari, que dominó la región siglos antes 
que la cultura inca.

Hay algunas pistas que indican que la Reina de Huarmey pertenecía a la élite. Primero, fue enterrada en su propia cámara privada, y rodeada de lujos, incluyendo un hacha ceremonial y una copa de plata.Su esqueleto sugería que había pasado la mayor parte de su vida sentada, posiblemente tejiendo, los textiles en ese momento eran más deseables que el oro o la plata.Hace poco, un informe publicado por la National Geographic describía cómo fue reconstruido el rostro de esta gobernante peruana. Se trata de la recreación que han hecho artistas forenses suecos de los restos de la reina de Huarmey, que falleció hace aproximadamente 1.200 años.

La reconstrucción se ha realizado a partir de su cráneo. Los forenses utilizaron un programa informático para calcular el grosor de los músculos de su rostro y de la capa de carne que lo cubría y, a partir de esos resultados, realizaron un molde en 3D de la forma del rostro. Utilizaron ojos protésicos para completar la reconstrucción.

Los arqueólogos Miłosz Giersz y Oscar Nilsson usaron fotografías de mujeres nativas andinas que vivían cerca de la tumba como referencia. Después de 220 horas de trabajo, recreó su aspecto. Incluso usaron cabello real de una anciana andina, comprado en un mercado de pelucas peruanas, para reconstruir su corte de pelo.

El rostro reconstruido de la «Reina de Huarmey» es muy familiar a los rostros actuales de las mujeres de la región. 

El realismo es sorprendente. Impresiona su similitud con los rostros actuales de las mujeres de la región, con aquellas que nos detenemos con frecuencia a conversar en el portal de sus casas o en medio de los campos de cultivo. La labor tenaz de este equipo de arqueólogos, apoyados por especialistas de otras disciplinas y con el apoyo de los recursos científicos cada vez más complejos y desarrollados, nos ha permitido mirar el pasado como si fuera el presente. (Fuente)———————————————————————————————Los genes Wari han traspasado el tiempo y el lugar, constituyendo un patrimonio cultural invalorable.——————————————————————————————–“Cuando vi la reconstrucción por primera vez, en ese rostro vi a algunas de mis amigas indígenas de Huarmey”, dijo Miłosz Giersz, arqueólogo polaco y codescubridor de la tumba de la noble a National Geographic“Sus genes se mantienen en este lugar”.Esta mujer pertenecía a la llamada cultura Wari o Huari, que floreció en Los Andes entre los siglos VII y XIII de nuestra era. Y, ahora, gracias al extraordinario trabajo de estos artistas forenses, su rostro parece haber resurgido lleno de aparente vida desde las brumas de aquel pasado.No es la primera vez que se reconstruye las caras de la élite precolombina de América del Sur; la Señora de Cao, una joven aristócrata que vivió hace 1.600 años, que perteneció a la antigua cultura Moche del Perú, también fue reconstruida facialmente. A diferencia de la dama, la reconstrucción de la Reina de Huarmey se hizo con un enfoque más manual.La reconstrucción de su rostro está ahora en exhibición pública en el Museo Nacional Etnográfico de Varsovia, Polonia.
El hallazgoEn 1919 el investigador Julio C. Tello, tuvo la oportunidad de observar unos objetos de madera finamente tallados, puestos en venta en Lima. Al referirle el comerciante que éstos procedían del valle de Huarmey, organizó una expedición arqueológica para encontrar el lugar preciso de su proveniencia. En la ocasión no logró identificar el lugar de origen de las piezas y además, su equipo debió retirarse rápidamente del valle debido a un brote de peste bubónica.Fue en 2012 durante la segunda temporada de excavaciones, los investigadores ubicaron un extraordinario edificio de planta rectangular (13.5 m. x 11.5 m), que contenía recintos de forma ortogonal, organizados cuidadosamente e interconectados por un complejo sistema de accesos. Debajo de un piso formado por adobes de forma trapezoidal, dispuestos de manera alternada, había una capa de relleno de tierra y piedras de casi un metro de espesor. Al retirarla, apareció una segunda capa formada por tierra, cantos rodados y adobes rotos. En ella fueron hallados los restos de seis adolescentes que carecían de envoltura textil y ajuar funerario, los cuales posiblemente fueron sacrificados.


Reconstrucción gráfica del mausoleo. Imagen: Fernando Baptista, Daniela Santamarina y Amanda Hobbs, Universidad de Varsovia, publicado en la Revista National Geographic, junio 2014, páginas 12 y 13.

En el nivel inferior fueron enterrados 54 individuos, la mayor parte de ellos mujeres adultas. Adicionalmente cuatro mujeres de estatus social más alto fueron depositadas en tres sub-cámaras rectangulares (1), en una de las cuales se halló a la “Reina Wari o Dama Principal”. En el nivel superior fue edificado un trono para probablemente exhibir la momia del personaje principal, la cual no ha sido encontrada.Debajo de ellos, se hallaron 54 individuos sepultados en el recinto principal del mausoleo. Estaban en posición sentada y con las piernas flexionadas, envueltos en fardos y en su mayoría apoyados sobre los muros que delimitaban la cámara funeraria.

Los resultados de las investigaciones concluyeron que la mayor parte de los individuos enterrados eran mujeres adultas, de distintas edades y acompañadas por adolescentes posiblemente del mismo sexo. Estas tuvieron un rico ajuar funerario, con más de tres mil objetos que sustentaban su pertenencia a la nobleza. Entre los objetos destacan joyas formadas por dijes, tupus, anillos, orejeras de metal, madera y hueso; armas (hachas, estólicas, cuchillos); objetos para tejer (telares, husos, piruros, cucharas con pigmentos de colores) y otros elementos vinculados con la parafernalia de la muerte, tales como sonajeros, caleros y silbato.

Objetos descubiertos en la tumba del Castillo de Huarmey (Fuente)

Adicionalmente a las 54 inhumaciones, fueron ubicadas cuatro mujeres de estatus social más alto, las que fueron depositadas en tres sub-cámaras de adobes especialmente edificadas. Estas resultaron ser de mayor edad que las restantes mujeres en la cámara funeraria y tener un mayor número y calidad de objetos de su ajuar funerario.

Recreación del fardo funerario de la Dama Principal o Reina Wari, El rostro estaba pintado con pigmento rojo oscuro (cinabrio), símbolo de sacralidad en la muerte en el antiguo Perú. Imagen: Fernando Baptista, Daniela Santamarina y Amanda Hobbs, Universidad de Varsovia, publicado en la Revista National Geographic, junio 2014, página 15.

La cámara orientada hacían el noreste era cuadrada y de un metro de lado. Allí se encontró una mujer de más de 50 años de edad, acompañada por un adolescente de unos 13 a 15 años. La sub-cámara central, fue la última morada de la Dama Principal o “Reina Wari” quien tenía al momento de ser inhumada alrededor de sesenta años. La cámara tenía una forma ligeramente rectangular de .75 x .70 metros. La última sub-cámara era de .60 x .70 metros y contenía una mujer de unos 35 a 40 años de edad.La Dama Principal, que fue depositada en la sub-cámara central, vestía ropas finas de fibras escogidas de algodón y lana de camélido. La lliclla estaba sujeta con un alfiler o tupu de metal. El rostro fue pintado con cinabrio, que le otorgó una coloración rojo oscuro. Desde alrededor de los 8,500 años a.C. en los Andes peruanos el rostro con cinabrio tuvo una connotación vinculada con lo sagrado y las creencias en torno a la trascendencia del espíritu sobre la muerte corporal.

(Fuente)Fuentes: www.quo.es/ www.rpp.pe / http://www.patrimonioculturalperu.com / Tierra de Chullos
Fotos: www.nationalgeographic.esLea AQUÍ el artículo referencial.VÍDEO:  A
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