Un espacio para recrear lo sagrado y lo profano con ojos de mujer. Somos un grupo ecuménico en búsqueda de la justicia e igualdad.Respetamos la opinión, de los autores aunque no necesariamente estemos de acuerdo.
Algunas personas que
estuvieron cerca del sacerdote Héctor Gallego en los días previos a su
desaparición dicen haber notado en él un halo triste. Su sonrisa no asomaba con
la facilidad acostumbrada y en varias de sus últimas conversaciones dejó
escapar comentarios lúgubres, frases que dejaron perplejos a sus interlocutores
pues no encajaban con su temperamento jovial y entusiasta. Era como si Héctor
Gallego, párroco de Santa Fe (Panamá) desde hacía más de tres años, se
estuviera despidiendo de sus allegados y feligreses.
Eric Concepción, entonces
un niño campesino santafereño, se sorprendió una mañana cuando Héctor lo sacó
de su escuela sin previo aviso y se lo llevó a dar un paseo por los márgenes de
un río cercano. Héctor había hallado en Eric un singular talento y había
decidido apoyarlo económicamente para evitar que abandonara los salones. Eric,
en aquel encuentro, recibió de manos del cura un billete de diez dólares
acompañados de una advertencia: le dijo que esos quizás eran los últimos que le
daría. Cuando a los tres días corrió la voz del secuestro del párroco, Eric
repasó aquellas palabras y reconoció en ellas el mensaje cifrado de un hombre
que se sabía en peligro.
A Diego de Obaldía la
noticia del secuestro también le hizo poner en perspectiva una frase
pronunciada por Héctor en la última conversación que sostuvo con él. A
comienzos de junio de 1971, Obaldía, un universitario de clase alta de Ciudad
de Panamá, había ido a Santa Fe por invitación de Gallego para ver el trabajo
que la iglesia estaba haciendo con la comunidad campesina de esa zona. Durante
su visita, Obaldía le obsequió a Gallego una moneda de tiraje limitado,
conmemorativa del cincuentenario de la independencia entre Panamá y Colombia.
Aquel regalo no habría tenido nada de transcendental, de no haber sido por lo
que Gallego dijo al recibirlo y echárselo al bolsillo: “Por esta moneda me van
a encontrar”. Esa misma noche desapareció.
La versión que Héctor
presentía una sombra de fatalidad que lo acechaba está respaldada también en lo
que cuentan algunos de sus colaboradores más cercanos en la parroquia Santa Fe.
Según ellos, en las semanas previas a su desaparición, Héctor hablaba a menudo
de su eventual ausencia, e incluso los instruía sobre cómo tenían que proceder
en dichas circunstancias. “Si desaparezco, no me busquen”, les decía, “sigan la
lucha”.
47 años han transcurrido
desde entonces. En el parque principal de Santa Fe hoy se levanta una estatua
en memoria a Héctor Gallego cuya base de cemento lleva inscrito aquel
estribillo testamentario. También se puede leer allí el nombre de los
padres del sacerdote, su fecha y lugar de nacimiento, y una leyenda que dice:
“Secuestrado el 9 de junio de 1971”.
El primer episodio de La desaparición del padre Gallego le hace zoom a esta
última leyenda. Reconstruye, a partir del testimonio de un testigo directo, la
noche en la que al sacerdote se le vio con vida por última vez. También, narra
las horas de zozobra que se vivieron dentro de la familia Gallego, una vez
trascendió en Colombia la noticia del secuestro.
Con este episodio La
no ficción lanza su segunda temporada. Quienes escucharon el podcast
durante la primera temporada, sabrán que allí conjugamos las crónicas sonoras
con una serie de entrevistas. En esta oportunidad queremos hacer una apuesta
periodística más ambiciosa. Concentrar todos nuestro trabajo en producir una
serie narrativa: contar mediante múltiples entregas la historia de la
desaparición del sacerdote colombiano Héctor Gallego en Panamá. Exploraremos
las variadas consecuencias que desencadenó la desaparición del padre Gallego.
Encontrarán dramas domésticos, intrigas políticas, amagos de crisis
diplomáticas, pendientes judiciales, historias de redención y sacrificio
personal. En el trasfondo de todo, estará la vida de un religioso que
cambió el destino de una comunidad campesina, la cual, a estas alturas, lo
considera un santo, sin que para tales efectos haya necesitado del beneplácito
papal.
En una época marcada por las graves denuncias de abuso sexual y
encubrimiento, quiero pensar que para muchos resultará reconfortante y
esperanzador conocer una cara menos ingrata de la iglesia; conocer historias de
sacerdotes que sacrificaron su vida por llevar a cabo su misión pastoral. Como
monseñor Romero, recientemente declarado beato. Y como fue también el
caso de Héctor Gallego.
En la preparación de esta serie llevamos más de medio año embarcados.
Reporteando, entrevistando, editando, visitando archivos públicos y hemerotecas
en Panamá y Colombia (perdón tantos gerundios encadenados). Aunque la fase de
producción del podcast aún no está terminada, estamos felices de poder comenzar
a compartir los resultados con todos ustedes. Esperamos lo disfruten y nos
ayuden a llegar a más personas. Este es un proyecto de periodismo independiente
cuyo éxito depende del voz a voz y de la difusión de sus contenidos en redes
sociales.
No olviden, por cierto, seguirnos en @lanoficcion. Estamos en Twitter, Facebook e Instagram. A
través de esos canales, estaremos compartiendo material adicional que hemos
encontrado durante la investigación.
La desaparición del padre Gallego
Dirección general y guion: Juan Serrano
Edición de texto: María Pía Wohlgemuth
Dirección creativa: Daniel Díaz Avellaneda
Un agradecimiento especial a Gonzalo Orrego, que nos ayudó con la
digitalización de algunos audios que se escucharon en este primer episodio.
La alegría de Héctor Gallego es una de las características que más resaltan quienes lo conocieron
El nuevo libro del erudito bíblico Michael Coogan examina los peligros asociados con el concepto bíblico de elección, que tiene sus huellas dactilares en todo, desde el tratamiento genocida de los pueblos indígenas hasta la idea de que las mujeres, cuando los creyentes creían que habían sido creadas como meros recipientes para la reproducción, Puede ser tratado a la manera del ganado de cría.
Un maestro de escuela dominical temprano dijo que sería una buena idea para nosotros, los pequeños, aprender el idioma holandés lo más rápido posible, ya que era cierto que esta lengua gutural sería el idioma oficial del Cielo. Espero que el erudito de la Biblia Michael Coogan, autor de los Favoritos de Dios: judaísmo, cristianismo y el mito de la elección divina(Beacon Press, abril de 2019), diría que no habría ninguna razón religiosa enparticular para que mi maestra se considere fuera de lugar en Expresando certeza sobre este punto. Él diría que así es como funciona siempre la religión: la configuramos para servir a nuestros fines parroquiales.
El armamento de la creencia es especialmente agudo en culturas como la nuestra que se creen receptores de una protección divina especial. El daño causado se propaga fácilmente desde ofensas arraigadas directamente en un sentido de elección equivocado (p. Ej., El tratamiento genocida de los pueblos indígenas) hasta atentados estrechamente adyacentes, como la idea de que las mujeres, cuando los creyentes creían que habían sido creadas como meros recipientes para la reproducción, Puede ser tratado a la manera del ganado de cría. El autor Coogan no explora todas estas ramificaciones viles del concepto de elección especial, solo menciona brevemente el papel del concepto en el fomento del sentimiento antiinmigrante, pero su exposición, sin embargo, ayuda a iluminar muchas otras formas de guerra cultural teñida religiosamente.
Coogan, who directs publications for the Harvard Semitic Museum and who adapted his compact book from a course he has taught at Harvard Divinity School, is one of the rare academics who know how to tell a good story with dry wit backed by immense learning. It’s easy to see why HDS students flocked to Coogan’s course: He throws brilliant light on complex and often contradictory Bible texts while reminding us that how these documents appear in their final form always reflects the exercise of social and political power. The unchanging and inerrant Word of God? Not so much. More like propaganda for the winners in bitter internecine power struggles. In this respect, they’re not much different from canonical works produced within other ancient cultures, as in the writings of Virgil, for example, which suggest a divine hand in the foundation of imperial Rome.
En el prefacio de su libro, Coogan marca la «esquizofrenia intelectual» que afecta el estudio bíblico en los últimos dos siglos: el confuso desenfoque creado por los estudiosos que han captado los problemas en textos que tocan el concepto de elección pero que, sin embargo, han permitido que sus sensibilidades religiosas Prevalecen en dar una especie de pase al concepto.
Pide una mayor participación femenina en la fuerza laboral y un papel más importante en la toma de decisiones de la iglesia
Céline Brégand Suiza14 de junio de 2019
Manifestación por los derechos de las mujeres en Lausana, el 14 de mayo, un mes antes de la huelga nacional de mujeres el 14 de junio. (Foto de FABRICE COFFRINI / AFP)
Mujeres católicas y protestantes de la Suiza francófona se unieron a una huelga nacional por los derechos de las mujeres que se realizó el 14 de junio.
«Las mujeres están presentes en todos los niveles de la pirámide jerárquica de la fuerza laboral, como voluntarias o empleadas», dijo Myriam Stocker, delegada episcopal de las diócesis de Lausana, Ginebra y Friburgo.
«Pero a medida que asciendes en la escalera, hay menos», dijo, y agregó que en muchos sectores las mujeres se volvieron «inexistentes» en la parte superior.
Stocker también es miembro de Réseau desfemmes en Église, o Red de Mujeres en la Iglesia.
La agrupación reúne a mujeres de los cuatro cantones de la diócesis de Lausana, Ginebra y Friburgo, que se movilizaron en solidaridad con la huelga nacional suiza por los derechos de las mujeres.
Los feligreses de los otros dos cantones de Suiza francófona se unirán a ellos.
Una delegación de seis mujeres, en representación de los seis cantones, presentará un documento con una lista de sus demandas a los consejeros episcopales de la Suiza francófona.
Llamada a las voces de las mujeres a escuchar.
Exigen una participación significativa de las mujeres en los órganos de toma de decisiones y formación, como los consejos episcopales, de vicariatos y de pastoral, así como los seminarios.
Stocker dijo que la misión de las mujeres bautizadas debería ser reconocida como «un ministerio auténtico» sobre la misma base que la de los sacerdotes y obispos.
El Réseau des femmes en Église también busca una mayor reciprocidad, diversidad y menos clericalismo, pero aún no el sacerdocio para las mujeres.
«En nuestra opinión, cuando haya más mujeres en los órganos de toma de decisiones, será más fácil discutir este tema», subrayó Stocker.
También piden que al menos una vez cada dos años tengan un día con el obispo, en cada diócesis de la Suiza francófona.
Esto sería para que cada obispo «pueda compartir reflexiones y visiones para el futuro con nosotros, las mujeres, para que pueda escuchar nuestras expectativas, nuestras necesidades, que pueda estar interesado en nuestros proyectos, nuestros ideales, nuestra vida espiritual … «
El grupo ‘Maria 2.0’
En Ginebra, el vicariato ha decidido dar a todos sus empleados, hombres y mujeres, un día de licencia con sueldo para que puedan participar en varios eventos el 14 de junio.
Del 11 al 18 de mayo, las mujeres católicas alemanas se declararon en huelga para exigir un lugar más justo en la Iglesia. Algunas mujeres cancelaron sus clases de catecismo o dejaron de asistir a misas.
El llamado grupo «María 2.0», formado por seis mujeres de la diócesis de Munster en Alemania Occidental, escribió al Papa Francisco pidiendo en particular que las mujeres tengan acceso a todas las funciones en la Iglesia, incluido el sacerdocio.
Las comunidades de la región amazónica de Brasil se enfrentan continuamente a desafíos por actividades industriales agresivas, hoy alentadas por el nuevo gobierno. Nuestra serie semanal presenta a cinco jóvenes líderes que defienden el bosque y su territorio. En este primer capítulo: Ednei.
Izquierda: Ednei posa para un retrato sobre las huellas de los camiones de madera que pasan por el borde de su territorio. Derecha: los restos de 26 árboles derribados por una maderera ilegal en territorio indígena Maró, que fueron incautados por el grupo
Un viejo motor de barco, un Yanmar diésel de dos cilindros, de fabricación brasileña, instalado a la vista sobre un chasis de camión, unas cuantas chapas de acero, soladas a modo de cabina, y una sólida caja trasera de buena madera, conforman un vehículo en apariencia precario, pero poderoso en toda su simplicidad.
Valiéndose de él desde hace poco más de un año, los habitantes de las tres aldeas de indígenas borarí y arapiun de la Tierra Indígena Maró (TI Maró), en Brasil, pueden recorrer el perímetro completo de su territorio en algunos días. Esto es algo que a pie, como se hacía antes, toma bastante más tiempo: unas dos semanas largas.
El grupo de indígenas borarí llegó hasta este territorio remoto, poblado desde hace siglos por los arapiun, hace relativamente poco tiempo. Huían de la pobreza desde Alter do Chao, tierra predominantemente borarí, en el Pará brasileño. Remontaron todo el río Arapiuns hasta su cabecera, y de ahí se adentraron en el pequeño río Maró, que es el que da nombre al territorio. El grupo es modesto, compuesto por unas 300 personas repartidas en tres aldeas: Novo Lugar, Cachoeira do Maró y Sao José. Pero el territorio es relativamente grande: abarca unas 42.000 hectáreas de bosque primario, es decir, selva amazónica intacta, en el sentido de que nunca fue derribada.
Para un observador inexperto, toda la selva parece igual, pero hay una diferencia fundamental entre esta selva virgen y la que ya ha sido explotada. En una primera fase de explotación maderera, se derriban los árboles que contienen las maderas tropicales más valiosas, que cotizan en los mercados internacionales. La segunda consiste en explotar la madera restante; y una tercera y última, en la eliminación total de la vegetación, generalmente con fines de agricultura industrial o de ganadería extensiva. Aunque con el paso del tiempo la selva pudiera llegar a recuperar el espacio destruido, la biodiversidad original se habrá extinguido para siempre.
En Brasil, el avance devastador de la deforestación ilegal parece imparable. Pero comunidades como la del Maró son las que oponen todavía resistencia, y su presencia ha sido una garantía de conservación. Aun con dificultades y movilizaciones frente a la agresión. Pero la llegada de Jair Bolsonaro al poder en enero de este año está ya cambiando las cosas muy rápidamente.
Indígenas de las etnias borari y arapiun durante el recorrido mensual de inspección del territorio en prevención de la presencia de madereros ilegales. PABLO ALBARENGANone
Ante esta nueva realidad, hay que prepararse para enfrentarse a una amenaza aún mayor: aquellos que se sienten amparados por las palabras agresivas del presidente contra los indígenas, y contra la Amazonia. Muchos de sus seguidores creen que por fin pueden hacer lo que les venga en gana, tomándose al pie de la letra el hecho de que Bolsonaro considere a los indígenas un “obstáculo para la agroindustria y el desarrollo”.
Bolsonaro fue elegido con un discurso racista, atacando a las minorías, a los negros y a los indígenas, diciendo de ellos que hay que “integrarlos” a un distópico Brasil uniforme y “productivo” que él imagina. Se acabó con la idea de preservar territorios indígenas, demarcar sus tierras y respetar sus derechos, más allá de que estén recogidos en la Constitución brasileña de 1988. En el paquete, Bolsonaro incluye también a ambientalistas y activistas de derechos humanos y civiles. En su famoso discurso electoral grabado en un pretendido vídeo casero, desde el patio trasero de su casa, dejó claras sus intenciones: “O se van fuera, o se van a la cárcel.”
Hasta qué punto ciertas personas se sienten amparadas por el discurso de Bolsonaro y actúan por su cuenta se puede constatar en el territorio indígena Maró. Pilotado por Dadá Borarí, el segundo cacique tributario de su tío abuelo, quien es el primer cacique del territorio, el vehículo improvisado recorre el camino que marca el perímetro del territorio indígena, una ruta llena de obstáculos y peligros que, sin embargo los vigilantes afrontan con entusiasmo y determinación.
Hace unos pocos años, desde que las incursiones de los madereros se hicieron más agresivas, y siguiendo una recomendación de la Fundación Nacional del Indio (FUNAI), organismo público encargado de los pueblos indígenas del Brasil, un grupo de hombres elegidos por las aldeas se han constituido en vigilantes del territorio, y recorren su perímetro regularmente, en rondas que suelen durar unos 10 días.
Vista aérea del Territorio Indígena Maró. PABLO ALBARENGANone
Estos hombres expertos, que conocen la selva desde pequeños, palmo a palmo, integraron hace poco a Ednei, un joven de etnia arapiun, perteneciente a Cachoeira do Maró, la aldea vecina a Novo Lugar, que también ha resultado elegido recientemente como coordinador del Consejo Indígena Tapajós-Arapiuns(Cita), representante legítimo de 45 aldeas de 13 pueblos indígenas diferentes, pertenecientes a los pueblos indígenas del Bajo Tapajós, del Río Arapiuns, del Río Maró y del Planalto Santareno.
Ednei, con 20 años recién cumplidos, es persona de pocas palabras, pero muestra una gran determinación. Tiene muy claro el rol que se le adjudica y está dispuesto a asumirlo con todo el arrojo de su juventud.
La incorporación de jóvenes al grupo de vigilantes es fundamental para la continuidad de su misión en el tiempo. Es esencial que adquieran el conocimiento y la experiencia necesarios para la labor de defensa de un territorio sometido a la presión de un entorno hostil y codicioso, que pretende extraer sus múltiples riquezas.
La presión, sobre todo, viene de los madereros que operan en la región y de algunos cazadores furtivos, que se acercan a robar madera o a dar caza a la rica diversidad de animales que forman parte del sustento de las aldeas. Estos últimos son, muchas veces, pobladores de tierras vecinas que vendieron sus bosques y que ahora, empobrecidos, no tienen otra opción que intentar procurarse alimento en la Tierra Indígena Maró, aún intacta.
Las rondas de vigilancia son prolongadas y las condiciones en la selva duras, pero las creencias de estos indígenas les proporcionan a la vez la sabiduría y la valentía necesarias para asegurar el éxito de sus expediciones. La Tierra Indígena Maró, cuenta Dadá, además de sustento, alberga lugares sagrados, fuentes de agua dulce (conocidas como igarapés) que alimentan al río Maró, hierbas y plantas medicinales y, sobre todo, es el lugar el que habita el espíritu de la curupira.
Quizás el concepto curupira podría traducirse como el espíritu protector de la selva, aunque evidentemente, para ellos, tiene un sentido mucho más profundo. Y enigmático. Como entidad sagrada, guardaría poderes mágicos que determinan lo que acaba ocurriendo a los que penetran en la selva.
La misión que se proponen estos indígenas es respetarla y protegerla y, de esta manera, respetarse y protegerse a sí mismos. Aprender a defender el territorio es uno de los retos importantes a los que se enfrenta el joven Ednei, que además está cursando el primer año de Ciencias del Clima en la universidad de Santarém, la metrópoli, a medio día de viaje en barco desde la aldea.
Dadá, junto a Ednei y el grupo de vigilantes de la TI Maró comandan un viaje de reconocimiento. En la ruta se ven restos de madera robada, 26 grandes y valiosos troncos ya numerados que una compañía no pudo acabar de retirar: es un triste cementerio de árboles derribados antes de que el territorio consiguiera avanzar en la demarcación como tierra indígena y verse protegido por ley.
Esa madera hoy abandonada, que lentamente se descompone para servir de nutriente a la misma tierra en que creció, es el testimonio trágico de una depredación real y bien cercana. El paso de un camión de gran tonelaje que carga troncos majestuosos y que atraviesa la pista limítrofe con el territorio, llevando su tesoro derribado probablemente a los mercados internacionales, recuerda que la amenaza no es virtual.
Los indígenas de Maró tienen gran interés en denunciar un descampado donde una antigua maderera abandonó maquinaria inservible y otros desechos de su actividad depredadora en el territorio.
Para ellos significa una herida, un rastro execrable que exigen borrar, y parece que su concepción sagrada del bosque le conceda al vertedero el carácter de una profanación.
Pero el conflicto adquiere una dimensión explícita cuando la disputa territorial se materializa en una propiedad inmobiliaria.
Este es el caso de una casa que en un tiempo perteneció a un maderero pero que, desde que el territorio empezó a ser demarcado y la construcción quedó incluida en el interior del territorio indígena, pertenecería por ley a Maró. Pero el antiguo propietario ha insistido en marcar su poder contratando a celadores para habitar la casa y enfrentarse a los indígenas, que aspiran a darle a esa propiedad un uso comunitario.
Un camión de gran tonelaje transporta madera a través de una pista limítrofe con el Territorio Indígena Maró. PABLO ALBARENGANone
Desde que se reanudó el proceso de demarcación en 2016, la casa permanecía deshabitada. Pero recientemente aparecieron unas pintadas amenazadoras en una pared lateral: “Indio ladrón”, rezaba una. “Vete al infierno. Bonsonaro» [sic], rezaba otra. La apelación al presidente había sido ya una premonición de lo peor, un mal augurio.
La sorpresa en esta ronda fue que la casa cerrada, vigilada desde dentro por dos perros. Cuando el grupo de vigilantes consiguió abrir la puerta atrancada y entrar finalmente en la vivienda, encontró comida fresca y signos evidentes de que la casa volvía a estar invadida. El presunto propietario había regresado a su política de enfrentamiento.
Ayudados por un equipo de jóvenes indígenas activistas que acompañaba la expedición, y liderados por Ednei, también miembro de ese colectivo, decidieron pintar en dos pancartas un mensaje muy claro: “Aquí es tierra indígena”. “MARÓ”, decía en letras mayúsculas, la segunda.
Tomaron su tiempo en pintar las telas. Se entretuvieron en adornarlas con grafismos indígenas, dejando patente su voluntad de reafirmar la propiedad sobre el territorio y todo lo que él contiene. Y hacerlo, además, con dignidad y orgullo. Ednei se esmeró personalmente hasta el último detalle, cuidando la combinación del rojo y el azul en las cenefas geométricas, signo de identidad indígena.
Justo en el instante en el que posaban para la foto, mostrando con satisfacción y orgullo las dos vistosas pancartas antes de colgarlas definitivamente, apareció por el camino una joven de aspecto muy humilde, cargando en su cabeza un macaco y acompañada de un cerdito, que parecía escapado de la granja de George Orwell.
Tras un momento de desconcierto general, Dadá se dirigió a ella, con una mezcla de autoridad y solemnidad que le da su condición de cacique. Dadá explicó que la acción reivindicativa no iba contra ella, sino contra quien la mandaba a ocupar la vivienda.
Le exigió que avisara al maderero de que quería hablar con él y que lo citaba el viernes siguiente, para contarle personalmente que carece de cualquier derecho sobre esta propiedad al encontrarse en tierra Maró, y que no piensan ceder a sus acciones de amedrentamiento.
Tras la conversación, la joven pudo entrar de nuevo, acompañada del macaco y del cerdito. Fijaron entonces las pancartas en la fachada de la casa. Al dar el último golpe al último clavo que las sostenía, Dadá lo hizo con la fiereza y la determinación de quien sabe que se enfrenta a una amenaza real, amparada ahora por ese Bon-sonaro al que apela el maderero como garantía de impunidad.
Esta comunidad de no más de 300 indígenas, que defiende su territorio ante el poder potencialmente avasallador de cualquier maderera o industria extractora que se vea suficientemente empoderada al amparo del bolsonarismo que tiene congelados los procesos de demarcación, representa la enorme vulnerabilidad de estos pedazos de selva virgen.
De regreso al campamento, de pie en la caja del vehículo, sosteniendo bajo una lluvia tropical intensa su carabina de caza, Ednei encarna una nueva generación de afirmación y resistencia que, habiendo asumido con orgullo los valores de sus padres y abuelos, se dispone a enfrentarse a los retos de un futuro amenazado por todas partes.
Herederos de una lucha de generaciones, aprenden a defender estos pequeños territorios de la enorme devastación de la selva. Y saben que su lucha contribuye también a la defensa de una causa más global, la preservación del pulmón y la biodiversidad del planeta, la lucha contra el cambio climático, aunque Trump, Bolsonaro y tantos otros ahora nieguen que eso realmente exista.
Integrantes del grupo de vigilantes del Territorio Indígena Maró. PABLO ALBARENGANone
Esta nueva generación, educada ya en la autoafirmación, empieza a usar las herramientas del activismo para luchar por sus derechos. Está por ver si con la eficacia necesaria para resistir el envite que se viene encima. Desafiando la noche del bosque primario, bajo un cielo brillante de estrellas que no conocen la contaminación lumínica, el vehículo imposible devuelve al grupo a la aldea, justo a tiempo para embarcar en una vieja barcaza de vuelta a lugares más poblados.
Ednei y los suyos saben, junto a tantas otras comunidades indígenas brasileñas, como supervivientes que son de devastadores genocidios, que el mero hecho de existir es resistir. De gente como ellos dependen demasiadas cosas como para que el resto de la humanidad mire hacia otro lado.
Este artículo pertenece a la serieRainforest Defenders, un proyecto dedemocraciaAbierta en colaboración conEngajamundo Brasil, con el apoyo delRainforest Journalism Fund del Pulitzer Center. Fue originalmente publicado por El Paísaquí
Hartas de la desigualdad que sufren frente a los hombres y decididas a ganarse el respeto del gobierno, decenas de miles de mujeres protagonizaron hoy la mayor huelga femenina en la historia de Suiza. Exigieron igualdad de salarios, mejores condiciones para compatibilizar la vida laboral y familiar, el reconocimiento por la atención que dedican al cuidado de sus allegados y más influencia en la política y las empresas, donde, frente a otros países europeos, su representación en las altas esferas es mínima. Pero también reclamaron una rebaja de impuestos para los tampones, la apertura del sacerdocio a las mujeres y el fin de la explotación femenina en el hogar. Hubo originales llamamientos a «menstruar sobre el patriarcado», la convocatoria de una «excursión de clítoris» y una «caravana de cochecitos de bebés» durante la movilización
En uno de los países más ricos del continente europeo, las mujeres se ven obligadas a luchar por sus derechos por primera vez, aunque hace casi 40 años que la igualdad de derechos quedó reflejada en la Constitución de la república helvética. En 1991 medio millón de suizas protestaron masivamente en su país para exigir igualdad y muchas consideran que desde entonces poco ha cambiado. En esta ocasión fueron muchas más. En Berna, Lausana, Zúrich o Basilea, la mujeres tomaron las calles, muchas de ellas empujando los cochecitos de sus bebés o luciendo un ostentoso embarazo, vestidas en su mayoría de lila o rosa y en un ambiente pacífico y festivo. Suiza es un caso especial en Europa: no introdujo el derecho de voto de la mujer hasta 1971 y hubo que esperar 20 años más hasta que todos sus cantones y municipios permitieron a las féminas participar en sus elecciones y referendos.
Las protestas se iniciaron poco después de la medianoche, pero crecieron durante la mañana y alcanzaron su zenit a las 15:24 horas, el momento exacto en el que la convocatoria exigía el paro masivo por el simbolismo. A esa hora y debido a la diferencia salarial frente a los hombres, las suizas dejan de ganar dinero en sus empleos y empiezan a trabajar gratis. Sus sueldos son de media casi un 20% inferiores a los de sus compañeros de trabajo. Y también en la dirección de empresas su representación es ridícula. Las 100 mayores firmas suizas tienen 96 jefes y solo 4 jefas.
Solo un día por paternidad
Y las condiciones laborales de las mujeres dejan también mucho que desear. La prestigiosa revista británica ‘Economist’ sitúa a Suiza en su ‘Glass Ceiling Index’ en el puesto 26 de 29 países. Más vergonzoso aun para la pequeña república alpina es el último lugar en la lista de 31 países publicada esta semana por Unicef sobre políticas de conciliación para las familias. A años luz de Islandia, Suecia y Noruega, que encabezan la clasificación, pero también de España, situada en el puesto 15.
Hasta hace poco las mujeres estaban obligadas por ley a ocuparse del hogar familiar, la mayoría se ve forzada a abandonar su empleo para ocuparse de sus hijos pequeños y todavía hoy los hombres solo tienen un día de libranza por paternidad. El parlamento suizo lleva años discutiendo conceder a los varones unas vacaciones por paternidad más generosas y no consiguen ponerse de acuerdo.
No es de extrañar así que en Lausana este viernes muchas mujeres prendieran fuego a sus sujetadores como forma de protesta o que en Basilea el sindicato Unia proyectase sobre la fachada del consorcio farmaceútico Roche el logotipo de la protesta: un puño alzado sobre fondo lila. En Zúrich, donde la manifestación reunió a más de 70.000 mujeres no se vio un solo policía en la calle, solo mujeres uniformadas se encargaron de la seguridad del acto. Y en todas las protestas pudo verse a miembros del movimiento ‘La revolución de las abuelas’ para denunciar su labor gratuita como cuidadoras de sus nietos.
Algunas empresas permitieron a sus empleadas abandonar sus puestos de trabajo para sumarse a las manifestaciones, otras lo prohibieron tajantemente. De ese modo, aunque la huelga no paralizó el país, sí se dejó notar. También en las instituciones. Muchas políticas acudieron vestidas de lila al parlamento suizo y para disgusto de los ultraconservadores, que trataron por todos los medios de evitarlo, la presidenta de la cámara impuso a las once de la mañana una pausa de un cuarto de hora.
En Suiza, una docena de mujeres tienen un ministerio sacerdotal en la Iglesia católica cristiana, una de las tres iglesias oficialmente reconocidas. Reunión con una de ellas, Anne-Marie Kaufmann, al margen de la huelga de mujeres.
«No me gusta expresarme en público. Excepto en una iglesia «, dice Anne-Marie Kaufmann, cruzando la nave de la iglesia de San Pedro y Pablo en Berna. Sacerdote durante casi 15 años, siguió una voz discreta y tenaz que le ordenó tomar su lugar detrás del altar. «No se hizo todo en un día», dice con un toque de acento suizo-alemán apenas perceptible.
Sacerdote, de padre a hija.
En casa, la fe es un asunto de familia. «Mi padre era sacerdote. Crecimos en una cura «. Sin embargo, la elección del sacerdocio llegó tarde. «Después de mi madurez, dejé Zurich para un entrenamiento de agricultores en el país de la cal». Ella conoce a su marido allí. Juntos, viajan por el mundo antes de regresar a Neuchâtel para hacerse cargo de una granja. Entre vacas lecheras y cereales, nacerán tres hijos. Dentro de la pareja, la igualdad se vive serenamente. «Mi esposo cuidó a los niños y yo me turné en la granja».
La vida va bien hasta que una crisis lo lleva a emprender estudios teológicos. Estamos en 1995, Anne-Marie Kaufmann se encuentra en los bancos de la Facultad de Teología católica-cristiana de Berna. La pareja se adapta. «Tuvimos que dejar ir a las vacas lecheras y pedir ayuda para el hogar».
Desde la granja hasta el altar, el salto no es tan grande: la obra de la tierra predispone a la del espíritu. Además, el Nuevo Testamento está lleno de sembradores, pastores, campos y cosechas. Mientras Anne-Marie Kaufmann está perfeccionando su conocimiento del griego y el hebreo, su Iglesia está a punto de provocar una reflexión de más de 30 años para aceptar la ordenación de mujeres.
«¿Qué impide que una mujer sea ordenada sacerdote?»
«Sabía que iba a ser sacerdote durante mis estudios, incluso si aún no estaba permitido». La Iglesia católica cristiana en Suiza ha sido la ordenación de mujeres desde 1999. «El proceso de reflexión fue bastante interesante», recuerda Anne-Marie Kaufmann. En la década de 1970, nos preguntamos: ‘¿Puede una mujer convertirse en sacerdote?’ Unos años más tarde, nos preguntamos, y esto lo cambia todo: «¿Qué impide que una mujer sea ordenada sacerdote?» La Biblia no da una respuesta lista, pero muestra que Jesús no distinguió entre hombre y mujer «. Para los católicos cristianos, por lo tanto, no hay razón para no abrir el sacerdocio a las mujeres. Ordenado en 2005, Anne-Marie Kaufmann será la segunda mujer sacerdote de Suiza.
En su iglesia se siente como un pez en el agua. Después de siete años de ministerio entre La Chaux-de-Fonds y Neuchâtel, que oficia como pastor de Berna desde 2012. Con un compañero sacerdote celebra la misa, hace el catecismo, recibe visitas, acompaña a muchos de personas. Un diario ajetreado marcado por la celebración de la Eucaristía el domingo y el miércoles por la noche. «Dos puntos fijos que me hacen sentir mejor», dice ella, sin prestar atención al timbre del teléfono.
Mujer y sacerdote. Incongruente para algunos. «Un domingo estuve celebrando misa en la iglesia. Entró un capuchino. Probablemente estaba visitando a Berna. Cuando me vio, frunció el ceño. Cuando entendió, hizo una señal de la cruz a toda velocidad antes de tomar sus piernas alrededor de su cuello. Una amplia sonrisa se dibuja en su rostro. La mayoría de los 12’000 católicos cristianos del país aceptaron descaradamente la presencia de mujeres en el altar. Cuando se tomó la decisión, después de un largo consenso, las disputas siguieron siendo «marginales». Una mujer que se negó a recibir la comunión de su mano, recuerda. Un sacerdote que dejó la Iglesia cuando ella se abrió a esta práctica.
¿Disminución ineluctable?
¿Podría ser lo mismo en la Iglesia Católica Romana? Anne-Marie Kaufmann es escéptica. «Nuestra práctica está evolucionando más fácilmente porque nuestra iglesia es pequeña. Cambiar una doctrina secular en una iglesia de mil millones de fieles es mucho más complicado. En Suiza, creo que todos estarían de acuerdo en que el ministerio sacerdotal debería extenderse a las mujeres. Muchos católicos romanos me lo dicen. ¿Es lo mismo en Roma y en otras partes del mundo? No lo creo».
Aún así, esta práctica no resuelve todo. La Iglesia católica-cristiana, al igual que sus hermanas romanas y reformadas, también está experimentando un declive que parece inevitable. ¿Qué les falta? Anne-Marie Kaufmann reflexiona. «Hoy necesitamos éxito. Esta es una lógica que se encuentra en todas partes. Pero estamos agotados tratando de ser atractivos. Por supuesto, es importante hacer lo mejor, a veces ofrecer masas maravillosas para los jóvenes. También podemos preguntarnos sobre nuestras liturgias y su capacidad para hablar con la gente «. Pero lo esencial no está ahí. Para escucharlo, sostiene en dos palabras: caridad y luminosidad. «Como cristianos, debemos ser la voz de quienes caminan en ella. E intenta irradiar lo que vive en nosotros, estar en sintonía con el mundo en que vivimos «.
En un momento en que mujeres de todo el país se preparan para romper el pavimento para lograr una mayor igualdad, Anne-Marie Kaufmann se prepara para unirse al sínodo de su Iglesia , que se celebrará en Lancy (GE), el 14 y el 15 de junio. Se arrepiente de no poder unirse a todas aquellas mujeres cuyas demandas le importan mucho. Tal vez se arrepienta aún más de que su iglesia no haya puesto nada en marcha para celebrar el 20 aniversario de la ordenación de mujeres este año. «Espero que nos pongamos al día el próximo año», sonríe. Podremos celebrar el vigésimo aniversario del primer sacerdote ordenado en Suiza «. (Cath.ch/pp)
¿Un puente entre la iglesia católica y la protestante?
Compuesta por cerca de 12,000 fieles, la Iglesia Católica o Católica Vieja es una de las tres iglesias reconocidas en Suiza. Nació de la crisis que enfrentó a las corrientes liberales y conservadoras en el catolicismo del siglo XIX. El punto de ruptura fue el Concilio Vaticano I en 1870, durante el cual se proclamó la infalibilidad y la primacía del Papa. Parte de los católicos liberales rechazaron estos dogmas y fueron excomulgados. Sin embargo, querían seguir siendo católicos modelando la iglesia cristiana de los primeros siglos, de ahí su nombre de «Católicos Antiguos». Su liturgia se asemeja a la de la Iglesia Católica Romana a medida que su organización se acerca a las iglesias Reformadas, algunos lo ven como un puente entre las dos iglesias. En todos los niveles de decisión, Los laicos y el clero están asociados con la marcha de la Iglesia. El sínodo nacional (legislativo, compuesto por delegados laicos, parroquias y clérigos) se reúne al menos una vez al año. Dirige la Iglesia con el obispo y el Consejo sinodal (ejecutivo).
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(Washington). La Iglesia católica estadounidense, convulsionada desde hace años por escándalos de pederastia, aprobó este jueves un texto del Papa que obliga al clero a denunciar sospechas de abusos sexuales y refuerza el sistema de alerta para las presuntas víctimas.
Reunidos en Baltimore, en el estado de Maryland, los miembros de la conferencia episcopal estadounidense ratificaron por amplia mayoría la ley canónica decidida por el papa Francisco en mayo.
Los obispos también aprobaron la instauración, antes del 31 de mayo de 2020, de un sistema para permitir a la gente denunciar agresiones de forma confidencial, por teléfono o por Internet. El dispositivo se gestionará con la cooperación de personal laico.
En su carta apostólica titulada “Son la luz del mundo”, el pontífice obligó a denunciar cualquier acoso o agresión sufridos por un fiel o un religioso, así como todo intento por la jerarquía de encubrir abusos sexuales perpetrados por un miembro de la Iglesia.
Ese documento papal estipula que las investigaciones deberán realizarse a nivel local antes de ser transmitidas al Vaticano para posibles juicios. Si las acusaciones van dirigidas a cardenales, las denuncias podrán presentarse directamente a la Santa Sede, a un embajador del Vaticano o a un arzobispo metropolitano que supervise a los obispos de una provincia.
Las asociaciones de víctimas de curas pederastas denunciaron una “autorregulación” de la Iglesia.
“Los obispos estadounidenses no dirigen un país independiente cuando se trata de actos delictivos contra niños”, afirmó Becky Ianni, directora de la asociación SNAP para la región de Washington.
La Iglesia católica estadounidense vive una profunda crisis de confianza a raíz de revelaciones sobre agresiones sexuales perpetradas por curas, a menudo contra menores, que fueron encubiertas por su jerarquía.
En agosto de 2018, una investigación de los servicios del fiscal de Pensilvania reveló abusos sexuales cometidos durante décadas por más de 300 curas contra al menos 1.000 niños.
El escándalo provocó la dimisión del cardenal Donald Wuerl, sospechoso de haber intentado ocultar esos abusos cuando era el obispo de Pittsburgh entre 1988 y 2006.
Otro cardenal influyente, Theodore McCarrick, fue destituido en febrero por haber agredido sexualmente a un adolescente en los años 1970.
La principal Iglesia protestante estadounidense, que protagonizó un enorme escándalo sexual este año, también decidió acabar con su cultura de impunidad esta semana.
Los delegados de la Southern Baptist Convention (SBC), que cuenta con 15 millones de miembros, aprobaron el martes por amplia mayoría la exclusión de las congregaciones que intentaron encubrir supuestamente a autores de abusos sexuales.
Esa decisión muestra un cambio importante en el seno de la SBC, donde las distintas Iglesias gozan de una gran autonomía.
SANTIAGO (Reuters) – El Papa Francisco aceptó la renuncia de un obispo auxiliar de la capital chilena tras el rechazo de grupos feministas a uno de sus comentarios sobre el papel de la mujer en la Iglesia.
“No había ninguna mujer sentada en la mesa (de la última cena de Jesús) y eso tenemos que respetarlo también”, había dicho en mayo el sacerdote Carlos Irarrázaval en una entrevista en televisión poco después de asumir como obispo.
La iglesia católica en Chile traviesa por una profunda crisis por decenas de denuncias de abuso sexual contra sacerdotes, lo que llevó a la salida de varios obispos.
“La decisión ha sido fruto de un diálogo y de un discernimiento conjunto, en el cual el Papa Francisco ha valorado el espíritu de fe y humildad del presbítero, en favor de la unidad y bien de la Iglesia que peregrina en Chile”, dijo un breve comunicado del Arzobispado de Santiago.
Irarrázaval continuará como párroco de una iglesia en un barrio de la capital.
Crece la violencia y los asesinatos en el Amazonas.
Carloes Cabral Pereira, presidente de la Unión de Trabajadores Rurales, asesinado
Cabral Pereira ya había sido objeto de un ataque en 1991, cuando fue herido en una emboscada. Con él ya hay cuatro líderes asesinados del STR: uno en 1985, otro en 1990 y el último en 1991
La Red Eclesiástica Pan-Amazónica (REPAM) de Brasil repudia la acción violenta y el ataque que había victimizado al líder Carlos Cabral Pereira
En 2018 el 49% de los 1,489 conflictos registrados en el campo en Brasil ocurrieron en la región del Amazonas. El CPT tuvo que crear «el Atlas de conflictos en el Amazonas» para ilustrar esta situación terrible y no resuelta
14.06.2019 | Agencia Fides
La Red Eclesiástica Pan-Amazónica (REPAM) de Brasil repudia la acción violenta y el ataque que había victimizado al líder Carlos Cabral Pereira, presidente del Sindicato de Trabajadores Rurales (STR, en portugués) de Río María. al sureste de Pará, asesinado en la tarde del martes 11 de junio, con 4 disparos de pistola. Cabral Pereira ya había sido objeto de un ataque en 1991, cuando fue herido en una emboscada.
Según el informe de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) «Conflitos no Campo», en 2018 el 49% de los 1,489 conflictos registrados en el campo en Brasil ocurrieron en la región del Amazonas. De las 960,630 personas involucradas en los conflictos, 62% (599,084) están en el Amazonas. El estado de Pará lidera el número de asesinatos e intentos de asesinato.
«Ante este incidente y muchos otros casos de homicidios relacionados con conflictos agrarios en el estado, pedimos a las autoridades públicas que tomen las medidas necesarias en la investigación y resolución del caso, así como que establezcan políticas públicas en vista de la garantía y protección de muchos hombres y mujeres que viven amenazados todos los días en el campo «, dice la declaración recibida por la Agencia Fides.
«Expresamos nuestra solidaridad con la familia de Carlos Cabral, sus amigos y compañeros combatientes y todos los líderes amenazados y perseguidos en el campo, especialmente en Río María, llamada informalmente «la tierra de la muerte anunciada», y pedimos que el poder público actúe con La determinación en la lucha contra la impunidad para que, de esta manera, la violencia en la región termine», concluye la declaración.
Según una nota del Ministerio Público de la Federación (MPF), con Cabral Pereira hay cuatro líderes asesinados del STR: uno en 1985, otro en 1990 y el último en 1991. La violencia en esta área de Brasil ha obligado a la CPT a dedicar una sección de su informe anual a estas cifras, datos y situaciones que confirman la importancia de la figura del líder entre los campesinos en el campo brasileño y el abandono por parte del estado que no los protege.
El CPT tuvo que crear «el Atlas de conflictos en el Amazonas» para ilustrar esta situación terrible y no resuelta. Solo en Brasil cubre los estados de Acre, Amapá, Amazonas, Tocantins, Pará, Rondônia, Roraima, Mato Grosso y Maranhão. Las comunidades sienten mucho esta violencia como una afrenta a su tipo de vida y convivencia pacífica. Desde el asesinato de la hermana Dorothy Stang en 2005 (ver Fides 10/07/2017), sienten que también es una violencia contra los representantes de la Iglesia Católica.
La cuestión de la mujer y de lo femenino vuelve a escena, tanto en el mundo secular como en el eclesial. ¿Será porque las mujeres están asumiendo papeles destacados en un mundo convulso, violento y movedizo? ¿Será porque el papa Francisco vuelve sobre el tema una y otra vez? Sea cual sea el motivo, en este momento, cuando el mundo, como un todo, se encuentra inmerso en la violencia, afrontando tantos problemas económicos, políticos y sociales, se percibe la sensación más o menos extendida de que la mujer puede ser una protagonista importante en los procesos de cambio. La autora participó en la inauguración del curso de Cristianisme i Justícia 2017-2018. En este cuaderno se recoge parte del contenido de aquella ponencia inaugural.
Maria Clara Lucchetti Bingemer es profesora de Teología en la Pontificia Universidad Católica de Río de Janeiro y decana del Centro de Teología y Ciencias Humanas de la misma universidad. Miembro del consejo editorial de la revista Concilium. Ha publicado varios artículos y libros sobre Dios, sobre el papel de las mujeres en la evangelización y en la Iglesia y sobre el diálogo interreligioso.
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