COLOMBIA PARA DIFUNDIR:COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA



Medellín, ## de julio del 2019

El pueblo de Dios camina por la paz

Los anhelos de paz han sido nuevamente maltratados, heridos de muerte por una dirigencia sorda ante los cambios de fondo que exige este país empobrecido por décadas de guerra contra la dignidad de los pueblos. Aunque la firma de un acuerdo político con las FARC-EP, insurgencia armada más numerosa del continente, trajo gozo y esperanza en los territorios, el panorama hoy no podría ser más desolador. Los liderazgos sociales y populares están siendo sistemáticamente asesinados y judicializados, la palabra empeñada por el anterior Gobierno hoy se entiende como un manual de buenas intenciones y promesas vacías, y el conflicto abierto hace más de medio siglo con el ELN permanece activo mientras se multiplican los frentes de batalla a nivel nacional.

La paz, como nos lo ha hecho entender a fuerza de tropiezos la realidad, no es ningún pacto de fusiles entre guerreros. Antes bien, es un resultado, un regalo que solo obtendremos luego de sincerarnos con la realidad e iniciar todas aquellas transformaciones necesarias para que hombres y mujeres puedan reunirse en la mesa, y sin hipocresías, compartir el pan como auténticos hermanos. Esta paz que soñamos es un imperativo ético para los seres humanos justos; pero más aún para aquellos que de muchas maneras buscamos mantener vivo el proyecto militante por la vida de Jesús.

Es por eso que diferentes iniciativas por la paz, la justicia y la solidaridad nos juntamos en Medellín, una ciudad que se resiste a la guerra, para apoyar y sumarse decididamente a los esfuerzos de paz adelantados actualmente por el Arzobispo de Cali, Darío de Jesús Monsalve. Resulta del todo desalentador que un hombre de paz como él, fundamental en la protección y promoción de la vida de tantos y tantas que se encuentran amenazados en nuestro país, sea víctima de tergiversaciones, calumnias e incluso amenazas.

Este, nuestro pueblo de Dios, que sufre en medio de la violencia, la corrupción y la falta de dirección política recibe con alegría y esperanza el compromiso de nuestros pastores y jerarcas católicos en la defensa de la paz lograda y la búsqueda de una paz completa y definitiva para Colombia. El noble gesto del Nuncio apostólico en nombre de la Iglesia de Roma y el manifiesto de los obispos de suroccidente colombiano junto con los de zonas fronterizas del Ecuador nos renuevan la fe en Cristo Jesús junto a su pueblo que lucha por la paz con justicia social.

Por esa razón asumimos la tarea de llamar a todas las personas creyentes, católicas, cristianas, de otras confesiones religiosas y no creyentes que contribuyen a defender la paz lograda a aunar esfuerzos en la movilización social y en la educación para la paz, de manera que podamos lograr mayor efectividad en el cuidado de nuestros hermanos y hermanas líderes amenazados, en el acompañamiento a las familias de quienes han sido asesinados en medio de la más grande indiferencia del Gobierno nacional, en la superación del miedo, y por lo tanto, en una acción colectiva más eficaz en la transformación de la cultura, de la sociedad y de las instituciones hacia un horizonte de nueva convivencia y garantía efectiva y material de los derechos humanos.

¡Aceptamos el llamado de una paz completa y artesanalmente tejida! ¡Sigamos juntando iniciativas por la paz justa que merecemos!

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