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Domingo 19 de mayo
de 2019
5º de Pascua
María Bernarda Bütler
(1924)
Hechos 14,21b-27:
Contaron lo que Dios había hecho
Salmo 144: Bendeciré tu
nombre por siempre, Dios mío, mi Rey
Apocalipsis 21,1-5a: Dios
enjugará sus lágrimas
Juan 13,31-33a.34-35:
Ámense unos a otros
El libro de los Hechos nos sigue
presentado el éxito misionero de Pablo y Bernabé entre los gentiles, pues “Dios
les había abierto la puerta a los no judíos para que también ellos pudieran
creer” (v.27). Sus desvelos misioneros serían fuente de
esa propagación del Evangelio que, extendiéndose a lo ancho del mundo “gentil”,
llegaría hasta nosotros.
Por
su parte Juan, el vidente de Patmos, alienta nuestra esperanza con su magnífica visión de “un cielo nuevo y una tierra nueva”, como la gran meta
de nuestros esfuerzos por transformar las realidades de muerte que nos rodean y
redimir al mundo con la fuerza vital arrolladora del Resucitado. Una nueva
realidad de justicia, paz y amor fraterno habrá de traer “la nueva Jerusalén que descendía del cielo enviada por Dios y
engalanada como una novia”. Es la esperanza maravillosa que podemos
enarbolar frente a los catastrofistas que nos amenazan con una destrucción
inexorable del mundo, sobre la base de supuestas profecías que en nada se
condicen con las promesas de la Nueva Alianza que Cristo ha sellado con su
pasión y su triunfo sobre la muerte. “Esta
es la morada de Dios con los hombres –señala un entusiasmado Juan-; acampará entre ellos. Serán su pueblo, y
Dios estará con ellos. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte,
ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque el primer mundo ha pasado. El que estaba
sentado sobre el trono dijo: Ahora hago el universo nuevo”.
El
evangelio nos presenta unos cuantos versículos del gran discurso de despedida
de Jesús en la noche de la Cena, donde el Maestro entrega su testamento
espiritual a los discípulos: el gran mandato del amor como signo visible de la
adhesión de sus discípulos a él y de la vivencia real y
afectiva de la fraternidad. El mundo podrá identificar de qué comunidad se
trata si los discípulos guardan entre sí este mandato del amor. Jesús rescata
la Ley, pero le pone como medio de cumplimiento el amor; quien ama demuestra
que está cumpliendo con los demás preceptos de la Ley. Es posible que en la
comunidad primitiva se hubiera discutido cuál debía ser su distintivo propio e
inequívoco. Para eso apelan a las palabras
mismas de Jesús. En un mundo cargado de egoísmo, de envidias, rencores y odios,
la comunidad está llamada a dar testimonio de otra realidad completamente nueva
y distinta: el testimonio del amor.
Una
de las principales causas por las que tantos cristianos abandonan la Iglesia
radica justamente en la falta de un testimonio mucho más abierto y decidido
respecto al amor. Con mucha frecuencia nuestras comunidades son verdaderos
campos de batalla donde nos enfrentamos unos contra otros; donde no reconocemos
en el otro la imagen de Dios. Y eso afecta la fe y la buena voluntad de muchos
creyentes. Por cierto, no se trata de que nuestras comunidades y agrupaciones
sean totalmente ajenas al conflicto, no; el conflicto es necesario en cierta
medida, porque a partir de él se puede crear un ambiente de discernimiento, de
acrisolamiento de la fe y de las convicciones más profundas respecto al
Evangelio; en el conflicto –llevado en términos de respeto y amor
cristiano mutuo– aprendemos justamente el valor de la tolerancia, del
respeto a la diversidad, y el mejoramiento de nuestra manera de entender y
practicar el amor. Del conflicto así entendido -inevitable
donde hay más de una persona-, es posible hacer el espacio para construir y
crecer. Para ello hacen falta la fe, la apertura al cambio y, sobre todo, la
disposición de ser llenados por la fuerza viva de Jesús. Sólo en esa medida
nuestra vida humana y cristiana va adquiriendo cada vez mayor sentido y va
convirtiéndose en testimonio auténtico de evangelización.
El evangelio de hoy no está
recogido en la serie «Un tal Jesús» de los hermanos López Vigil, pero en su
lugar podría escucharse, por ejemplo, el episodio del lavatorio de los pies,
que es su contexto histórico; está en el capítulo 110 de la serie, que puede
ser tomado del portal radialistas.net/11o-la-cena-de-pascua/
Para la
revisión de vida
Este es mi mandamiento: ¿He puesto en el centro de mi vida el Amor?
¿Tengo conciencia de que ése es, realmente, «el mandamiento», la verdadera
tarea del ser humano y del cristiano?
Como Yo les he amado: ¿Tengo a Jesús
como modelo y medida a alcanzar en mi progreso en el amor?
Para la
reunión de grupo
Para la
oración de los fieles
Oración
comunitaria
Dios Padre nuestro que, por medio de Jesús, has dado por ley a tu
pueblo santo el nuevo mandato de amar como Cristo nos amó a nosotros; haznos a
todos los cristianos testimonios vivos de ese mismo amor, para que lo
difundamos a todo el universo. Por el mismo J.N.S.
Lunes 20 de mayo
de 2019
5a Semana de Pascua
Bernardino de Siena (1444)
Hch 14,5-18: Conviértanse
a Dios
Salmo 113: No a nosotros,
Señor, no a nosotros, sino a tu nombre
Jn 14,21-26: El Defensor
les ensenará todo
La práctica de los mandatos de Jesús
es la forma cómo todo ser humano le manifiesta su amor. El móvil «amor oblativo» es lo sustantivo de la ética
cristiana. Ahora, vivir con el mismo espíritu de Jesús supone actuar como «servidores y promotores de humanidad» (GS 41), creando relaciones
«fraternas», como forma concreta de amar. La pedagogía del Espíritu nos
capacita para sostener la vida en medio de las dificultades, para permanecer en
el Padre, y para que la Palabra humanada de Dios, tome cuerpo en nosotros,
cuando asumamos sus Causas, su Sueño de humanidad. Desde esta perspectiva,
«vivir con el espíritu de Jesús» es «vivir y luchar por la Causa que lo movió»,
por ese Reinado de Dios. Esa Utopía de Jesús se construye con el amor, que
implica transformar este mundo para convertirlo en el sueño de Dios. Para
construirlo, necesitamos apoyar las muchas «causas» que quieren transformar la
realidad, el corazón del mundo donde Dios y su Hijo han puesto su morada, en
esa misma dirección. ¿Te atreves a vivir en el Espíritu?
Martes 21 de mayo
de 2019
Arcángel Tadini
(1912)
Hch 14,19-28: Contaron lo
que Dios había hecho
Salmo 144: Que tus
fieles, Señor, proclamen la gloria de tu Reino
Jn 14,27-31a: Mi paz les
doy
La situación de miedo paralizante que
la comunidad experimenta por la partida de Jesús ha de quedar superada con lo
que les ha comunicado: con el Espíritu, Jesus dona la paz. La paz (shalom) es la realidad más preciada y
anhelada en el AT (Cf. Is 9,5s). En el contexto del evangelio de Juan es un don del maestro de Nazaret, es suya, y contrapuesta a la del mundo,
que se impone por la fuerza y espiral de violencia para poder controlarlo todo,
abre la puerta a la mayor de las pesadillas humanas: la guerra y el asesinato
del otro. La paz de Jesús, y la que nos invita a construir de manera auténtica
y sostenible, se establece con el amor interhumano y el cuidado a las múltiples
formas de vida. Hacer posible la paz presupone la búsqueda de lo que “nos es en
común” como seres humanos. El papa Francisco nos lo ha recordado: se necesita
mucho más “coraje para hacer la paz que para llamar a la guerra”. ¿Estamos
haciendo acontecer la paz de Jesús?
Miércoles 22 de
mayo de 2019
Joaquina de Vedruna,
fundadora (1854), Rita de Casia (1457)
Hch 15,1-6: Controversia
en la Comunidad
Salmo 121: Vayamos
alegres a la casa del Señor
Jn 15,1-8: Yo soy la vid,
ustedes los sarmientos
El relato de hoy está incluido en el
extenso discurso de despedida (Caps. 13–17) que la comunidad pone en boca de Jesús, después de la cena. Jesús se
inspira en la vida de un campesino judío para expresar realidades profundas: la
“Vid” pertenece al imaginario comunitario de Israel como una metáfora que
expresa su identidad «como pueblo de la Alianza». Jesús propone una nueva experiencia de Dios que rompa con la
mentalidad mercantil y retributiva, y que se constituya en una relación
permeada por la práctica de la liberación y de la justicia, que reclama la
construcción del reino; como una realidad que habla de nuestras relaciones, no de nuestras ideas o
creencias religiosas. Por una parte, en el «reino», las relaciones se miden por la manera de vivir solidaridades
recíprocas; por otra parte, desde allí se invita a asumir un modo filial para
tratar a Dios, posibilitador de la vida en plenitud, y de tratar a los otros
con lazos de humanidad. ¿Sostenemos una relación de Alianza con Dios?
Jueves 23 de mayo
de 2019
Juan Bautista Rossi
(1764)
Hch 15,7-21: No hay que
molestar a los gentiles
Salmo 95: Cuenten a los
pueblos la gloria del Señor
Jn 15,9-11: Les he dicho
esto para que sean felices
En el evangelio, Jesús insiste en la
urgencia de lo esencial: permanecer en Él por el amor, correspondiendo así al
amor-relación con el Padre con la que Él nos ha amado. En tal sentido, se trata
de una permanencia dinámica, efectiva y alegre en el ejercicio de amar. Es el
camino de crecimiento que moviliza a la persona y a la comunidad humana por
medio de la colaboración solidaria, la responsabilidad social y la capacidad de
crear condiciones pacíficas y de justicia en las cuales nos realicemos
plenamente como humanidad. La pedagogía de este amor exige transformar a los sujetos y las estructuras sociales en una
nueva comunidad capaz de cumplir el derecho y el querer de Dios, que no es sino
su proyecto de llevar hasta las últimas consecuencias las perfectibles
posibilidades de humanización. Este amor de Jesús trasciende todo vínculo piadoso
y orienta a la comunidad al horizonte del reino: transformar las relaciones
personales, sociopolíticas, religiosas y ecológicas «a compasión». ¿Tu fe en
Jesús de Nazaret transmite densidad espiritual, alegría incondicional,
responsabilidad y encarnación histórica?
Viernes 24 de mayo
de 2019
Ntra. Sra. María
Auxiliadora
Vicente de Lerins
(450)
Hch 15,22-31: Decidimos
no imponerles más cargas
Salmo 56: Te daré gracias
ante los pueblos, Señor
Jn 15,12-17: Les mando
que se amen unos a otros
La continuidad del evangelio reafirma
el mandamiento del amor. El maestro de Nazaret sigue explicando en qué consiste
la pertenencia de la comunidad discipular a lo esencial de la Alianza con Dios:
concretar la liberación de toda opresión, practicar la justicia y vivir según
el derecho y querer divinos. Las metáforas y comparaciones del relato pasan a
un segundo plano, para colocar al lector ante la realidad más profunda del
mensaje evangélico: el amor. Siendo este don, proceso y realidad que nos hace
trascender la condición que nos constituye, humanizándonos. El amor de Dios es
una realidad concreta con la cual Él revela su relación visceral y enteramente
existencial con toda persona: brota de las profundidades humanas, lleno de
ternura, cuidado, compasión y misericordia (Cf. Misericordiae Vultus). El Dios de Jesús está enteramente
“desquiciado” de amor por la humanidad. De hecho, ahí donde Dios se mostró
amoroso, se mostró vulnerable. ¿Estamos dispuestos, personal y eclesialmente, a
aceptar este Dios? ¿Nuestra conciencia egoíca no nos permite transformar la
vida desde las entrañas de Dios?
Sábado 25 de mayo
de 2019
María
Magdalena de Pazzi (1607)
Hch 16,1-10: “Ven a
Macedonia y ayúdanos”
Salmo 99: Aclama al
Señor, tierra entera
Jn 15,18-21: Yo los he
escogido
En la lectura continuada que la
liturgia hace de los “Discursos de despedida” (Jn 13–17), se leía al final del capítulo 14, que
Jesús daba la orden a los suyos de “salir del cenáculo” (Jn 14,31). Este
mandato no fue cumplido, teológicamente hablando, sino hasta el capítulo 18: «salir al mundo». En el texto de hoy, la comunidad
empieza afrontar el tema del mundo, que se ha enfrentado a Jesús, lo ha odiado,
y finalmente le ha dado muerte. El orden del mundo (Jn 12,31) es mentiroso,
violento, homicida, impulsado por el lucro y su propia gloria; pero es en este
ámbito donde la comunidad discipular tiene que encarnar a Jesús para así
transformarlo desde dentro. Haciendo relectura, este es el sentido de ser una
comunidad eclesial «’en salida’ hacia el mundo», aunque este lo rechace, ya que esta crea alternativas al orden
establecido, condena toda violencia fratricida y devuelve la esperanza a la
humanidad. ¿Como Iglesia, estamos dispuesta a caminar, abrir fronteras de todo tipo
–incluso las del pensamiento–, buscando caminos de diálogo con el mundo?
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