Un espacio para recrear lo sagrado y lo profano con ojos de mujer. Somos un grupo ecuménico en búsqueda de la justicia e igualdad.Respetamos la opinión, de los autores aunque no necesariamente estemos de acuerdo.
La práctica de meditación conocida como mindfulness es la nueva espiritualidad capitalista. Fetichiza el presente, favorece el «momentismo», fomenta el olvido de la memoria histórica y apunta contra la imaginación utópica. Una nueva espiritualidad a la medida del mercado. Una nueva espiritualidad a imagen y semejanza de McDonald’s.Por Ronald PurserMayo 2019
Según sus patrocinadores, estamos en medio de una «revolución de la conciencia». Jon Kabat-Zinn, recientemente apodado el «padre del mindfulness», llega a proclamar que estamos al borde de un renacimiento global, y que el mindfulness «puede ser realmente la única esperanza que la especie y el planeta tienen para sobrevivir los próximos doscientos años».
¿En serio? ¿Una revolución? ¿Un renacimiento global? ¿Qué es exactamente lo que ha sido volcado o transformado radicalmente para obtener un estatus tan grandioso?
La última vez que vi las noticias, Wall Street y las corporaciones seguían haciendo negocios como de costumbre, los intereses especiales y la corrupción política seguían sin control, y las escuelas públicas seguían sufriendo de falta de fondos y negligencia masiva. La concentración de la riqueza y la desigualdad se encuentra ahora en niveles sin precedentes. El encarcelamiento masivo y el hacinamiento en las cárceles se han convertido en una nueva plaga social, mientras que los disparos indiscriminados de la policía contra los afroamericanos y la demonización de los pobres siguen siendo moneda corriente. El imperialismo militarista de Estados Unidos continúa extendiéndose, y los desastres inminentes del calentamiento global ya se están mostrando de manera más evidente.
En este contexto, la arrogancia y la ingenuidad política de las porristas de la «revolución» consciente es asombrosa. Parecen tan enamorados de hacer el bien y de salvar al mundo que estos verdaderos creyentes, no importa cuán sinceros sean, sufren de una enorme ceguera. Parecen no tener en cuenta el hecho de que, con demasiada frecuencia, la atención se ha reducido a una técnica de autoayuda mercantil e instrumental que, sin saberlo, refuerza los imperativos neoliberales.
Para Kabat-Zinn y sus seguidores, los culpables de los problemas de una sociedad disfuncional son los individuos descerebrados y inadaptados, y no los marcos políticos y económicos en los que se ven obligados a actuar. Al transferir la carga de la responsabilidad de la gestión de su propio bienestar a los individuos, y al privatizar y patologizar el estrés, el orden neoliberal ha sido una bendición para la industria del mindfulness, que ahora se cotiza en 1.100 millones de dólares.
El mindfulness ha surgido como una nueva religión del «yo», libre de las cargas de la esfera pública. La revolución que proclama no ocurre en las calles o a través de la lucha colectiva y las protestas políticas o las manifestaciones no violentas, sino en las cabezas de individuos atomizados. Un mensaje recurrente es que el hecho de que no prestemos atención al momento presente -que nos perdamos en reflexiones mentales y en vagar por la mente- es la causa subyacente de nuestra insatisfacción y angustia.
Kabat-Zinn lleva esto un paso más allá. Afirma que nuestra «sociedad entera está sufriendo de un desorden de atención generalizado». Aparentemente, el estrés y el sufrimiento social no son el resultado de desigualdades masivas, prácticas empresariales nefastas o corrupción política, sino de una crisis dentro de nuestras cabezas, lo que él llama una «enfermedad del pensamiento».
En otras palabras, el capitalismo en sí mismo no es intrínsecamente problemático; más bien, el problema es la incapacidad de los individuos para ser conscientes y resistentes en una economía precaria e incierta. Y no es de extrañar que los mercaderes atentos tengan justo los bienes que necesitamos para ser capitalistas atentos y contentos.
El mindfulness, la psicología positiva, y la industria de la felicidad comparten un núcleo común en términos de despolitización del estrés. La ubicuidad de la retórica individualista del estrés -con su mensaje cultural subyacente de que el estrés es un hecho- debería hacernos sospechar. Como señala Mark Fisher en su libro Realismo capitalista, la privatización del estrés ha llevado a una «destrucción casi total del concepto de lo público».
El estrés, nos dicen los apologistas del mindfulness, es una influencia nociva que destroza nuestras mentes y cuerpos, y depende de nosotros como individuos el «estar atentos» y «ser conscientes». Es una proposición seductora que tiene potentes efectos de verdad. En primer lugar, estamos condicionados a aceptar el hecho de que hay una epidemia de estrés y que es simplemente una fatalidad de la era moderna.
Segundo, como el estrés es supuestamente omnipresente, es nuestra responsabilidad como sujetos estresados manejarlo, controlarlo y adaptarlo consciente y vigilantemente a los esclavos de una economía capitalista. La atención se centra en esta vulnerabilidad y, al menos en la superficie, aparece como una técnica benigna para el auto-empoderamiento.
Pero en su libro «Una nación bajo estrés»: El problema del Estrés como Concepto, Dana Becker señala que el concepto de estrés oscurece y oculta «los problemas sociales al individualizarlos de manera que perjudican más a aquellos que tienen menos que ganar con el status quo». De hecho, Becker ha acuñado el término estresismo para describir «la creencia actual de que las tensiones de la vida contemporánea son principalmente problemas del estilo de vida individual que deben resolverse mediante el control del estrés, en oposición a la creencia de que estas tensiones están vinculadas a las fuerzas sociales y necesitan resolverse principalmente mediante medios sociales y políticos».
Al ingerir de manera acrítica las premisas culturales del estresismo, el movimiento del mindfulness se ha promovido a sí mismo como un remedio científico. Pero el foco sigue estando puesto en el individuo que espera que sane la llamada «enfermedad del pensamiento» de la civilización moderna. Se nos dice que, al practicar el mindfulness, podemos cambiar hábilmente nuestro frenético «modo de hacer» a un «modo de ser» más armonioso, aprendiendo a soltar y a fluir en situaciones estresantes.
El mindfulness es la nueva inmunización, una vacuna mental que supuestamente puede ayudarnos a prosperar en medio del estrés de la vida moderna. Depende de nosotros convertirnos en lo que Tim Newton ha llamado individuos «en forma contra el estrés». El mindfulness se comercializa a menudo como una forma de mejorar nuestra productividad, una técnica útil para desarrollar la aptitud mental necesaria para que podamos convertirnos en trabajadores más productivos y eficaces. No es coincidencia que el lema de la aplicación de meditación más exitosa de mindfulness, Headspace, sea «una membresía de gimnasio para la mente».
La máxima de este movimiento es ‘vivir el presente’. Para los devotos conscientes, el cambio social y político depende de la fantasía de convertir a las masas distraídas para que sigan este consejo y vivan ‘conscientes’. El fetiche del presente auspiciado por el mindfulness es una práctica que cultiva la amnesia social, fomentando el olvido colectivo de la memoria histórica y, al mismo tiempo, excluyendo eficazmente la imaginación utópica.
Este momentismo actual aparece, al menos en la superficie, como un solvente terapéutico para todos nuestros problemas, haciendo más soportable nuestra situación actual. Pero esta capacidad de soportar el status quo equivale a un retiro permanente al refugio psíquico contra bombardeos de ahora, una especie de enterrar la cabeza en la arena, que actúa como un paliativo desinfectado para los sujetos neoliberales que han perdido la esperanza al pensar alternativas al capitalismo.
El movimiento mindfulness opera en resonancia con lo que Eric Cazdynen su libro, The Already Dead: The New Time of Politics, Culture and Illness, caracteriza como «la nueva crónica». Cazdyn explica que la nueva crónica «extiende el presente hacia el futuro, enterrando en el proceso la fuerza de lo terminal, haciendo que parezca que el presente nunca terminará». Solo tienes que estar en el momento presente y todo estará bien. Viviendo conscientemente, podemos continuar nuestras vidas aplazando, evadiendo y reprimiendo cualquier crisis en curso.
La falsa revolución de la conciencia proporciona una forma de enfrentar sin cesar los problemas del capitalismo refugiándose en la fragilidad del momento presente; la nueva crónica nos deja conscientes de mantener el statu quo. Se trata de un optimismo cruel que anima a conformarse con una pasividad política resignada. El mindfulness se convierte entonces en una forma de manejar, naturalizar y perdurar los sistemas tóxicos, en lugar de convertir el cambio personal en un cuestionamiento crítico de las condiciones históricas, culturales y políticas que son responsables del sufrimiento social.
Pero nada de esto significa que la conciencia debe ser prohibida, o que cualquiera que la encuentre útil sea engañado. Hay formas emergentes de conciencia social y cívica que evitan esta trampa. Estos métodos se están liberando del enfoque biomédico en la patología individual al integrar el activismo por la justicia social con la investigación contemplativa, cultivando el pensamiento crítico en lugar de la separación sin prejuicios.
Los innovadores en este campo están reescribiendo los planes de estudio de mindfulness mediante el empleo de pedagogías críticas y anti opresivas. Por ejemplo, Beth Berila ha desarrollado métodos de atención plena que ayudan a los practicantes a descubrir cómo han interiorizado la opresión, así como formas de desmantelar y desaprender el privilegio. Mushim Patricia Ikeda, junto con los maestros del Centro de Meditación de East Bay, ha desarrollado numerosos programas que conectan las preocupaciones por la justicia social con las enseñanzas budistas sobre la interdependencia, a fin de fomentar la solidaridad y el activismo comprometido con la causa. Y la Red de Mindfulness y Cambio Social del Reino Unido está experimentando con prácticas de mindfulness que abordan cuestiones sociales, políticas y ambientales.
Cuando reconocemos que el descontento, la ansiedad y el estrés no son solo culpa nuestra, sino que están relacionados con causas estructurales, la atención se convierte en combustible para encender la resistencia.
El Papa Francisco besa el altar cuando llega a la Basílica de San Pedro en el Vaticano para celebrar una misa con miembros internacionales de Caritas, el jueves 23 de mayo de 2019. (Crédito: AP Photo / Alessandra Tarantino).
ROMA – Hablando a los líderes de organizaciones benéficas católicas de todo el mundo, el Papa Francisco el jueves les pidió que evitaran la tentación de lo que él llamó «eficiencia-ismo», así como «adorándonos a nosotros mismos y nuestra bondad», y también advirtieron contra la Iglesia que quiere tener todo bajo control y ser capaz de defender su buen nombre.
«Pidámosle al Señor que nos libere de eficiencia, de mundanalidad, de la sutil tentación de adorarnos a nosotros mismos y a nuestras habilidades», dijo Francis. «El camino correcto a través de la Palabra de Dios es la humildad, la comunión, la renunciación».
«Jesús no quiere que la Iglesia sea un modelo perfecto que se complace en ser organizado y capaz de defender su buen nombre», dijo Francisco. «Jesús no vivió así, sino siempre en el camino, sin temor a los desafíos que plantea la vida».
Los comentarios del Papa se produjeron durante la apertura de una Asamblea General de Caritas Internationalis, un grupo paraguas para organizaciones caritativas católicas de todo el mundo.
Francisco dijo que Jesús evitó dar instrucciones claras, y el hecho de que sus seguidores lo vieran como un problema es un signo de «eficiencia» de la Iglesia que piensa que «está bien si tiene todo bajo control, si vive». Están sin complicaciones con una agenda en orden «.
Los evangelios, dice el pontífice, tienen que ser el programa de la Iglesia, teniendo en cuenta que Dios no envía «respuestas» sino el Espíritu Santo, y que la tercera persona de la Trinidad no «trae una agenda» sino que viene como el fuego
La fe, continuó Francisco, no es una receta “preparada”, sino un camino que se debe recorrer “con un espíritu de confianza”. Citando el libro de Hechos, dijo que hay tres elementos esenciales para la Iglesia. Para seguir en este camino: “la humildad de escuchar, el carisma del conjunto y el coraje de la renuncia”.
La Asamblea General de Caritas International, que se celebró del 23 al 28 de mayo, comenzó técnicamente el jueves por la mañana con la presentación de un mosaico de migrantes, líderes mundiales y trabajadores de Caritas para ilustrar cómo la humanidad forma una familia y comparte un viaje, que se presentó durante una conferencia de prensa. celebrada en roma. Entre las muchas imágenes utilizadas para crear el mosaico, había una foto de la abuela del cardenal Luis Antonio Tagle de Manila, Filipinas, que emigró de China a Filipinas.
La asamblea se lleva a cabo cada cuatro años. Esta vez, está reuniendo a 450 delegados de más de 150 oficinas nacionales de todo el mundo. El tema para este año está inspirado en el documento del Papa Francisco sobre el medio ambiente de 2015, “Una familia humana. Una casa común «.
Tagle, quien ha presidido Caritas durante los últimos cuatro años, dijo a los periodistas que el tema elegido no es un «eslogan» sino una afirmación del Evangelio, la enseñanza social católica, la enseñanza de los papas modernos y una afirmación de la experiencia vivida en el mundo. Personal de Caritas y voluntarios de todo el mundo.
Hablando de tener el coraje de la renuncia, Francis dijo que para seguir a Dios es necesario «caminar rápido y caminar rápido, uno tiene que ser ligero, incluso si es difícil». Como Iglesia, no estamos llamados a hacer negocios, sino a dar saltos evangélicos «.
Al «purificar» a la Iglesia, dijo, la Iglesia debe evitar hacer una reforma gattopardesca , es decir, una «maquillaje» sin cambiar nada en realidad. (La referencia es a una célebre novela italiana llamada Il Gattopardo , o «El leopardo».) Como ejemplo, dijo que Dios no quiere que la Iglesia «se mantenga al día» poniendo algo de «maquillaje». parece joven «, pero una real» conversión del corazón «.
El pontífice también utilizó su homilía para recordar a los representantes y voluntarios de Caritas que, aunque son llamados a cumplir con los estándares profesionales y responden a las expectativas de los donantes, también deben recordar que la Iglesia no es un negocio.
«Para alguien que quiere seguir el camino de la caridad, la humildad y la escucha, significa prestar atención a los pequeños», dijo Francis. «En el mundo, los que tienen más hablan más, pero entre nosotros no puede ser así porque a Dios le encanta revelarse a través de los que son pequeños y duraderos».
“¡Gente antes de los programas!” Dijo Francis.
El pontífice también les dijo a los presentes que Jesús les dice a los que lo siguen que «permanezcan en mi amor». La única manera de hacerlo, según el Papa argentino, es permanecer cerca de Jesús.
«Nos ayudarán a permanecer delante del tabernáculo y ante los muchos tabernáculos vivos que son los pobres», dijo. “La Eucaristía y los pobres, el tabernáculo fijo y los tabernáculos móviles: es allí donde permanecemos enamorados y absorbemos la mentalidad del pan partido [Jesús]”.
Los participantes en la XXI Asamblea General de Caritas proceden de todo el mundo, de Estados Unidos y Venezuela, a Siria y Sri Lanka. Hacia el final de la reunión, elegirán un nuevo liderazgo.
La elección del liderazgo de Caritas se llevará a cabo el lunes por la tarde, hora de Roma. Esa mañana, el grupo se reunirá nuevamente con Francis.
Entre otras cosas, el programa oficial incluye una sesión sobre salvaguarda en la Iglesia; adoptar un marco financiero; Caritas está en el corazón de la Iglesia y un informe de un grupo sobre mujeres y jóvenes.
El Fiscal General Néstor Humberto Martínez anunció su renuncia irrevocable luego de que la JEP anunciara que
Este es el texto con el que el fiscal lo anunció:
Progresivamente se consolida en Colombia un estado de cosas antijurídico que conjura contra el estado de derecho y expone a la sociedad frente al crimen, en medio de las advertencias de la Fiscalía General de la Nación. En el futuro la reincidencia en el secuestro y la extorsión, entre otros delitos, podrá convivir con los privilegios de la justicia transicional; en adelante los delitos permanentes de narcotráfico no podrán ser investigados por la justicia ordinaria y se juzgarán por la JEP con un sistema de beneficios, pese a que el colectivo social está amenazado como nunca por el cultivo y tráfico ilícito de drogas; las facultades de investigación de la Fiscalía respecto de los crímenes ocurridos durante el conflicto quedaron emasculadas y se abrió una puerta falsa para restringir la extradición. ¡¡¡Todo esto en nombre de la paz!!!.
Por si fuera poco, de acuerdo con las informaciones de prensa –dado que la Fiscalía no ha sido formalmente informada- en el día de hoy la Sección de Revisión del Tribunal para la Paz adoptó una decisión que desafía la evidencia aportada por Estados Unidos y por esta Fiscalía; hace trizas la cooperación judicial internacional; desdice de las obligaciones contraídas por Colombia en los tratados internacionales sobre la materia; confronta abiertamente la Constitución Política (art. 19, A.L. No. 1 de 2017) y, lo más grave, destruye la muralla que construyó el Acuerdo de Paz entre la reinserción y el narcotráfico, cuya promiscua relación constituye una amenaza para la democracia. Este desafío al orden jurídico no puede ser refrendado por el suscrito.
Mi conciencia y mi devoción por el Estado de Derecho me lo impiden. Por ello he presentado renuncia irrevocable al cargo de Fiscal General de la Nación. Exhorto a la ciudadanía a movilizarse con determinación por el restablecimiento de la legalidad y la defensa de la paz, en un marco de justicia especial que exhale confianza para todos los colombianos y no para unos pocos y, particularmente, para todas las víctimas del conflicto.
Por: CINDY A. MORALES y LAURA ROBLES 14 de febrero 2019 , 04:04 p.m.
El tema no es nuevo. Aunque hoy se llamen ‘mandalas de la prosperidad’, ‘fractales’, ‘telares de la abundancia’, ‘de sueños o de la prosperidad’, esos sistemas piramidales no son más que una estafa común desde hace años, pero que en las últimas semanas ha tenido componente adicional que la vuelve más truculenta: captar solo mujeres y usar al feminismo como bandera para el fraude.
Desde hace días por grupos cerrados de Facebook y por chats de Whatsapp circulan invitaciones para hacer parte de una “economía solidaria, sagrada o colaborativa”. En los comentarios de esas publicaciones hay denuncias y alertas sobre el robo; respuestas que apelan a la solidaridad de las mujeres, a la espiritualidad o a la vibra femenina para justificar las ganancias, y también mensajes con gráficos que explican con lujo de detalles cómo funciona el esquema.Consejos para identificar el engaño de los ‘telares de la abundancia’
En cuestión de semanas se ha pasado del rumor de una pirámide secreta y cerrada para que “las mujeres cumplan sus sueños” a invitaciones abiertas en casas y centros comunales en varios barrios de Bogotá sin la advertencia de que las posibilidades de “cobrar” esos jugosos pagos es, además de finita, ilegal.
“El dinero no crece en los árboles, no se multiplica sin que exista una actividad financiera real y lícita que genere ingresos. En este caso, se captan ilegalmente los recursos de 8 o más personas, quienes a su vez vinculan a otros aportantes de dinero que se obligan a la misma acción, al punto que si no se logra completar la estructura, no se contará con el dinero para que se cumpla con lo prometido”, alerta la entidad.
El gancho con el que se intenta vender este nuevo sistema usa al feminismo y disfraza los aportes económicos como parte de la sororidad o solidaridad entre mujeres, lo que evidencia que los cerebros detrás de la estafa estudian y estructuran bien el discurso para el público que quieren convencer.
“Lo que intentan hacer los organizadores de estas estafas para lograr que eso dure la mayor cantidad de tiempo es vender un cuento, porque estos esquemas se han vuelto más sofisticados al utilizar conceptos psicológicos. En el caso de las mujeres hay una cohesión o un pegamento social que las une: unos miedos, unas motivaciones, unas ambiciones y unos intereses que las pueden unir”, expone Martín Jaramillo, economista del Spring Hill College de Estados Unidos.
Las primeras reuniones suelen ser presenciales o a través de un sistema de videollamada llamado Zoom donde están chicas de diversas partes del mundo.
El dinero no crece en los árboles, no se multiplica sin que exista una actividad financiera real y lícita que genere ingresos
“Todo empieza como una charla sobre el patriarcado, la forma en la que rige la economía y cómo las mujeres quedamos por fuera del sistema. De ahí en adelante te explican el esquema con una historia de una antropóloga que vio cómo funcionaban unas supuestas castas femeninas en África y cómo ese modelo se podía aplicar en Occidente. La explicación siempre está apelando a la sororidad, la ayuda entre mujeres, el merecimiento del dinero y la revolución feminista que apunta a cumplir los sueños, a ser la elegida. “¿Cuál es tu sueño? ¿Qué deseas conseguir?, esas son las preguntas constantes”, explica Adriana*, una mujer que estuvo en una de las reuniones en Bogotá.
El origen de esta estafa no es claro. En algunos informes aparecen alusiones al libro ‘El millonésimo circulo’ escrito en 2004 por Jean Shinoda Bolen, doctora en medicina, psiquiatra y escritora estadounidense, que se vende en Amazon como una “guía esencial para los círculos de mujeres”.
“’El millonésimo círculo’ o ‘El centésimo mono’ se basa en una hipótesis muy sencilla y cuyo mecanismo es posible aprehender de forma intuitiva e inmediata: cuando un número crítico de personas cambia su modo de pensar y de comportarse, la cultura lo hace y comienza una nueva era. Este libro propone la posibilidad de que los círculos de mujeres puedan acelerar el cambio de la humanidad a una era post-patriarcal”, dice la reseña en la misma plataforma.
Si bien la autora ha escrito otros libros en los que apela al feminismo, no ha sido impulsora y hasta ahora no ha estado involucrado en estructuras piramidales.
El otro fundamento de esta estafa también proviene de un libro escrito en 2006, pero mucho más popularizado debido a la película que lleva el mismo nombre: Comer, Rezar y Amar.
“En una de las reuniones se habló de que el modelo del grupo era muy parecido a una escena de ese libro en la que la protagonista pide a sus amigos que, en vez de darle regalos para su cumpleaños, hicieran una donación para ayudar a comprarle una casa a Tutti, una niña de Bali, cuya madre perdió su dinero para conseguir la custodia de su hija tras separarse de su esposo. Al final consigue 18 mil dólares por la donación y cumple su sueño. Ese esquema era lo que nos vendían”, explica Mariana, otra de las participantes.
Cualquiera de las dos teorías ha funcionado para movilizar a más participantes, llamadas también “tejedoras”, a quienes se les pide reiteradamente ser selectivas al momento de compartir la información. Una de las imágenes que circulan en los grupos así lo demuestra.
Con esta imagen ilustran las invitaciones a formar parte de los telares.Foto:
Archivo particular
Los invitados a participar deben cumplir con un estricto control de confidencialidad, no hablar del tema con personas ajenas al esquema, garantizando así además el anonimato, otra de las características de este tipo de engaños.
El esquema funciona como un multinivel. Se ingresa con un aporte económico de 1.440 dólares o 4.500.000 pesos colombianos, pero la cifra no es dada al azar. De acuerdo con la teoría del mandala o telar, los números suman nueve en honor a los meses de gestación.
Con este dinero, denominado el “regalo”, la participante podrá recibir hasta ocho veces su valor, siempre y cuando “invite” a más personas que también hagan su “regalo” para ir conformando los diferentes círculos de la estructura que está denominada con los elementos de la naturaleza: agua, tierra, aire y fuego. Cada telar está conformado por 15 personas: En el nivel del fuego hay 8 mujeres, 4 en aire, 2 en tierra y 1 en agua.
Fuego: Las ‘mujeres fuego’ son las que están en la base de la pirámide. Ellas entregan el dinero, y, a veces, una carta con propósitos. Al entregar el dinero a la ‘mujer agua’, que es la cima de la estructura, esas ‘mujeres fuego’ se convierten en ‘mujeres aire’.
Aire: El objetivo en este punto es difundir la información y captar a dos mujeres más que compartan los ideales de esa estructura. Cuando las cuatro ‘mujeres aire’ consigan sus dos amigas y ellas se comprometan con el esquema, las ochos nuevas se convertirán en fuego y las ‘mujeres aire’, serán ‘mujeres tierra’.
Tierra: El compromiso de este punto es organizar la “ceremonia”, como denominan la entrega del dinero a la mujer que ocupa la posición de agua. En ese evento se cuenta a nuevas mujeres sobre la existencia del telar para volver a comenzar con nuevas estructuras.
Agua: En esta posición la mujer recibe su “regalo” de las otras 14 personas que componen la célula. Es decir obtiene 36 millones de pesos. De ese dinero, saca 4.500.000 para darle a la mujer agua a la que le dio por primera vez el dinero y que se ha convertido en su hermana mayor.
Hermana Mayor: Es un nivel arriba de la mujer agua. Como ella ya recibió el dinero acompaña a su célula para que todos terminen el ciclo con éxito. Hace las veces de asesora.
Agua Mayor: Esta figura no existe en todos los telares, pero su tarea consiste en hacer capacitaciones masivas e incluso internacionales para seguir captando más participantes. La mayoría de estas captaciones se hacen a través de Zoom. Cada nivel debería, en teoría, durar una semana.
El principal impedimento para dar con las cabezas responsables o detectar la captación ilegal de dinero es que la plata que se mueve dentro de la red se entrega personalmente y por ende no hay movimientos financieros que se puedan rastrear o que puedan ser detectados como fraudulentos.¿Por qué matemáticamente no funciona?
“Ningún activo en el mundo puede hacer eso con un nivel de riesgo relativamente aceptable. Ni los grandes inversionistas pueden aspirar a ese tipo de retorno, inclusive siendo las mejores. Esto es algo completamente insostenible y eso debe prender una alarma”, explica Jaramillo.
El economista asegura que la vida en años de una pirámide se puede contar con los dedos de una mano.
“Eventualmente va a colapsar porque la confianza se empieza a deteriorar cuando las personas se dan cuenta de que no hay nada sostenible, cuando ya se vuelve cada vez más difícil conseguir más gente”.
Una evidencia de la eminente caída de este sistema en Colombia es que en las últimas semanas las redes sociales se han llenado de invitaciones para unirse, algo que rompe la regla de la confidencialidad.
Según la Superintendencia Financiera, estos esquemas carecen de legitimidad y no cuentan con respaldo por parte del Estado Colombiano.
“Tanto quien administra como quien promueve y facilita el crecimiento de la estructura puede ser responsable del delito de captación masiva y habitual de dinero”, explica en su circular. Este práctica es un delito consignado en el Código Penal colombiano puede dar penas de entre 10 y 20 años de cárcel y una multa de hasta 50 mil salarios mínimos legales mensuales vigentes.
“Si para dichos fines el agente hace uso de los medios de comunicación social u otros de divulgación colectiva, la pena se aumentará hasta en una cuarta parte”, dice el Código Penal.
Estos telares ya habían estado en Colombia y la Superfinanciera había dado alerta de ellos en 2016 y 2017. Sobre estas estructuras hay denuncias en países como Argentina, España, Perú, Chile, México y Venezuela, entre otros.
Los agentes estaban autorizados a usar las manos y la cara del megadonor para desbloquear cualquier teléfono que requiera huellas dactilares o escáneres faciales.
En 2009, Broidy se declaró culpable en un escándalo de soborno masivo que involucró a funcionarios públicos del estado de Nueva York. El año pasado, el ex presidente adjunto de finanzas de RNC llegó a los titulares cuando renunció a su cargo luego de que surgieran informes de que estaba haciendo pagos en un acuerdo de $ 1.6 millones de dinero secreto con un ex modelo de Playboy con quien tenía una aventura. Pero esa pequeña indiscreción parece tener poco que ver con la redada.
La orden de registro se centró en tres áreas de grift: conspiración, lavado de dinero y cabildeo ilegal para funcionarios extranjeros. La orden también conectó a Broidy con el ex subjefe de campaña de Trump y el oficial del equipo de transición, Rick Gates, y colocó a Broidy en medio de una red de personas potencialmente involucradas en actividades ilícitas.
Planearon confiscar cualquier evidencia relacionada con una lista de docenas de personas, países y entidades corporativas, según la orden. Entre los nombres en la lista están Rick Gates, el ex oficial de la campaña de Trump que se declaró culpable en la investigación de Mueller; Colfax Law Office, la firma fundada por Robin Rosenzweig, la esposa de Broidy; y varios paises extranjeros.
La orden de registro también conecta a Broidy con el financiero malayo Jho Low , quien ha sido acusado por el gobierno federal y está acusado de intentar robar miles de millones de dólares de un fondo estatal conocido como 1Malaysia Development Bhd., O 1MDB. Según informes, los fiscales federales están evaluando si Low realizó una donación ilegal a través de intermediarios al comité de recaudación de fondos de 2020 Trump Victory, porque nunca es demasiado pronto para inyectar algo de ilegalidad en las próximas elecciones.
Broidy también es sospechoso de ser «Individuo 1» en otra presentación el año pasado en la que se compensó a esa persona por supuestamente intentar que los funcionarios de la administración de Trump rechacen una investigación sobre Low. Pero no termina ahí, amigos. Las autoridades federales también estaban buscando registros en la oficina de Broidy relacionada con los Emiratos Árabes Unidos, el asesor de los EAU George Nader, Qatar, Arabia Saudita y cualquier viaje a Medio Oriente.
¿Recuerda a George Nader, el conducto no oficial de los Emiratos Árabes Unidos que participó en la reunión secreta de Seychelles y fue detenido para interrogatorio por funcionarios federales el año pasado en el Aeropuerto Internacional de Dulles? Al parecer, Nader intentó atraer a Broidy con un lucrativo acuerdo para su firma de seguridad privada si presionaba a los funcionarios de Trump en nombre de los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita. Se informó que Nader ha estado cooperando con funcionarios federales en la investigación.
Suena como que Broidy está en un gran montón de problemas.
El Papa Francisco y el Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyib, han realizado un importante e imprescindible “documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común… Al-Azhar y la Iglesia Católica piden que este Documento sea objeto de investigación y reflexión en todas las escuelas, universidades e institutos de educación y formación, para que se ayude a crear nuevas generaciones que traigan el bien y la paz, y defiendan en todas partes los derechos de los oprimidos y de los últimos”. Pues bien esto es lo que nos proponemos con este artículo, que asimismo tiene su raíz en mi viaje y estancia en la querida Colombia, en la bella ciudad de Bucaramanga, con motivo de mi conferencia en las V Jornadas Internacionales de humanidades y educación. Organizadas por la Universidad de Santander (UDES), con la temática-cuestión «educación y cultura», en donde estuve invitado como ponente internacional. Y en la Universidad Industrial de Santander (UIS), impartiendo clases de ética.
Empezaremos tratando de exponer el sentido de la cultura que, como indica su etimología (similar a la de “agricultura”), es la realidad por la que nos cultivamos como seres humanos. El pensamiento y la filosofía nos transmite que la cultura nos humaniza como los animales (seres) racionales que somos. Efectivamente, la personas es un animal (ser) cultural. Más allá de nuestros impulsos instintuales, la cultura es lo que nos diferencia del resto de animales y lo que nos hace propiamente humanos. Gracias a nuestra capacidad cultural, nos convertimos en personas y damos sentido a la existencia mediante las creencias, costumbres, tradiciones, estilos de vida, ciencias u otras formas de conocimiento, leyes, instituciones…que conforman la cultura. Por la cultura vamos realizando nuestras formas de pensar, sentir y hacer, los diversos proyectos vitales, sociales e históricos que promovemos con la vida cultural. Las relaciones humanas, sociales e históricas se van plasmando por las culturas que van dando sentido y significado a la realidad del ser humano.
Aunque en ocasiones se han contrapuesto natura y cultura, como nos van mostrando los estudios del pensamiento y de las ciencias humanas o sociales, no hay tal oposición o dualismo, sino distinción o diversidad en la unidad estructural entre naturaleza y cultura. Y es que la cultura tiene una base física, biológica y psico-corporal sobre la que se desarrolla la vida cultural del ser humano. Desde una adecuada antropología integral, se puede observar la inter-acción fecunda entre los sentidos y la razón, por la que el ser humano se constituye como una “inteligencia sentiente” (Zubiri), entre el cuerpo y psique-alma.
El pensamiento y la antropología, o las mismas neurociencias, nos muestran la denominada “unidad psíquica” del género humano: toda la humanidad comparte una serie de características universales, que nos constituyen como humanos; como personas, todos tenemos las capacidades racionales, de buscar la verdad y establecer el diálogo, éticas para discernir el bien o el mal y estéticas en el anhelo de belleza.
Todos amamos, sentimos o nos indignamos ante el mal e injusticias. Estas dimensiones universales, propias de toda persona, hacen posible el diálogo y encuentro con los otros de diferentes áreas culturales y, evidentemente, no niegan la diversidad cultural. Las diversas culturas expresan estas constitutivas dimensiones racionales, éticas y estéticas, como el amar y sentir o la pasión por la justicia, de diversas formas, expresiones y tradiciones que son complementarias y se fecundan entre los distintos pueblos.
De ahí que es propio del ser humano establecer el diálogo y encuentro inter-cultural, para que los pueblos vayan compartiendo y fecundándose entre sí, gracias a esta diversidad de cauces culturales. Acogiendo así lo verdadero, bello y bueno de los otros con lo que nos fecundamos y en este sentido, como ya hemos indicado, ir uniéndonos en lo compartido y común con la humanidad a la que pertenecemos. No es sano ni adecuado un relativismo cultural que no permita el diálogo y el encuentro con los otros seres humanos, a los que estamos unidos por nuestra propia naturaleza personal y humana compartida, universal que no se puede negar. Ni tampoco un etnocentrismo o uniformismo cultural que quiera dominar o excluir a las otras culturas, con pretensiones de superioridad sobre los otros que llevan al racismo, o a la negación de esta esta vitalidad fecunda y belleza de la diversidad cultural.
En esta línea, nuestras capacidades racionales, críticas y éticas nos permite rechazar y liberarnos todo aquello de inhumano e injusto que haya en las culturas, que nunca se pueden sacralizar, para que se respeten la vida, dignidad y derechos humanos de las personas. El cuidado y protección de la vida en todas sus formas, desde la fecundación-concepción, dimensiones y aspectos, de la familia con el amor fiel entre un hombre y la mujer abiertos a la vida, a los hijos, a la solidaridad y al bien común. La vida y la familia son pilares de toda sociedad-mundo que quiera ser humanizadora, cultural, ética y espiritual.
De esta forma, mediante una educación (formación) integral, podemos y debemos ir promoviendo todo este sentido de la persona con sus capacidades culturales e inter-culturales para un desarrollo humano, social, liberador y global. Tal como se impone actualmente, la educación y formación no puede caer en el individualismo posesivo e insolidario, en la razón tecnocrática, mercantilista e instrumental. Al contrario, en su propia entraña, la educación debe cultivar toda esta formación cultural e integral del ser humano que engloba todas estas inherentes dimensiones humanas, sociales y culturales de la persona.
La educación pues se encarna en la vida y cultura de los pueblos, cultiva y potencia las diversas tradiciones culturales, espirituales (como es la religiosidad popular) y sociales de los pueblos por las que se van humanizando, desarrollando y liberando integralmente. Una educación razonable e inteligente que busca el conocimiento de la realidad, la verdad real, ética que promueve el discernimiento de lo bueno y justo u honrado, estética que se admira de la belleza en una ecología integral.
Una educación y cultura en los valores, principios y humanismo que nos constituyen como personas. Esto es, una educación y cultura para la solidaridad, la paz, la justicia liberadora con los pobres de la tierra, el trabajo decente con un salario justo y la economía ética, lo femenino que respeta la vida digna y el ser sujeto de la mujer, el cuidado y la ecología integral. En oposición a la deshumanización e in-cultura de la egolatría posesiva e individualista, del mercado y capital como ídolos, de las idolatrías de la riqueza-ser rico y del poder. Frente a la sinrazón e inhumanidad de las desigualdades e injusticia sociales-globales, de las guerras y violencias, la destrucción ecológica y de toda forma de vida en cualquier fase o dimensión, del machismo, racismo o cualquier “fobia” e (integr)”ismo” que dañe y excluya el otro. De ahí que las diversas tradiciones espirituales y religiones como las orientales, el budismo e hinduismo o confucionismo, la judía, cristiana e islámica: tienen mucho bueno, verdadero y bello que aportarnos.
Ahora se hace necesario, más que nunca, acoger y valorar todo lo bueno, bello y verdadero de los otros u otras religiones como el islam. Es un diálogo y encuentro inter-religioso para la búsqueda de la paz, la justicia y una convivencia fraterna entre todos los pueblos. No es cierto que las personas, culturas y religiones, cual fuera, sean malas por naturaleza. Al contrario, como nos muestran hasta las propias neurociencias junto a la filosofía o teología y las diversas ciencias, la persona por su propia naturaleza humana, social, cultural y espiritual está vocacionada, llamada y constituida por el amor, la empatía y la compasión; por la paz, solidaridad y justicia hacia el otro. En esa búsqueda común de la libertad, igualdad y fraternidad que promueva la civilización del amor.
La mundialización solidaria, equitativa y eco-pacífica en contra de la globalización neoliberal del capital, de la guerra y de la destrucción eco-cultural. Todo ello es lo que nos muestra la razón y la fe, por ejemplo la denominada ley natural, la iglesia y los Papas como San Juan Pablo II o Francisco en dicho documento que, junto al resto de su enseñanza, sigue el espíritu del Concilio Vaticano II.
El Papa Francisco y el Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyib, han realizado un importante e imprescindible “documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común… Al-Azhar y la Iglesia Católica piden que este Documento sea objeto de investigación y reflexión en todas las escuelas, universidades e institutos de educación y formación, para que se ayude a crear nuevas generaciones que traigan el bien y la paz, y defiendan en todas partes los derechos de los oprimidos y de los últimos”. Pues bien esto es lo que nos proponemos con este artículo, que asimismo tiene su raíz en mi viaje y estancia en la querida Colombia, en la bella ciudad de Bucaramanga, con motivo de mi conferencia en las V Jornadas Internacionales de humanidades y educación. Organizadas por la Universidad de Santander (UDES), con la temática-cuestión «educación y cultura», en donde estuve invitado como ponente internacional. Y en la Universidad Industrial de Santander (UIS), impartiendo clases de ética.
Empezaremos tratando de exponer el sentido de la cultura que, como indica su etimología (similar a la de “agricultura”), es la realidad por la que nos cultivamos como seres humanos. El pensamiento y la filosofía nos transmite que la cultura nos humaniza como los animales (seres) racionales que somos. Efectivamente, la personas es un animal (ser) cultural. Más allá de nuestros impulsos instintuales, la cultura es lo que nos diferencia del resto de animales y lo que nos hace propiamente humanos. Gracias a nuestra capacidad cultural, nos convertimos en personas y damos sentido a la existencia mediante las creencias, costumbres, tradiciones, estilos de vida, ciencias u otras formas de conocimiento, leyes, instituciones…que conforman la cultura. Por la cultura vamos realizando nuestras formas de pensar, sentir y hacer, los diversos proyectos vitales, sociales e históricos que promovemos con la vida cultural. Las relaciones humanas, sociales e históricas se van plasmando por las culturas que van dando sentido y significado a la realidad del ser humano.
Aunque en ocasiones se han contrapuesto natura y cultura, como nos van mostrando los estudios del pensamiento y de las ciencias humanas o sociales, no hay tal oposición o dualismo, sino distinción o diversidad en la unidad estructural entre naturaleza y cultura. Y es que la cultura tiene una base física, biológica y psico-corporal sobre la que se desarrolla la vida cultural del ser humano. Desde una adecuada antropología integral, se puede observar la inter-acción fecunda entre los sentidos y la razón, por la que el ser humano se constituye como una “inteligencia sentiente” (Zubiri), entre el cuerpo y psique-alma.
El pensamiento y la antropología, o las mismas neurociencias, nos muestran la denominada “unidad psíquica” del género humano: toda la humanidad comparte una serie de características universales, que nos constituyen como humanos; como personas, todos tenemos las capacidades racionales, de buscar la verdad y establecer el diálogo, éticas para discernir el bien o el mal y estéticas en el anhelo de belleza.
Todos amamos, sentimos o nos indignamos ante el mal e injusticias. Estas dimensiones universales, propias de toda persona, hacen posible el diálogo y encuentro con los otros de diferentes áreas culturales y, evidentemente, no niegan la diversidad cultural. Las diversas culturas expresan estas constitutivas dimensiones racionales, éticas y estéticas, como el amar y sentir o la pasión por la justicia, de diversas formas, expresiones y tradiciones que son complementarias y se fecundan entre los distintos pueblos.
De ahí que es propio del ser humano establecer el diálogo y encuentro inter-cultural, para que los pueblos vayan compartiendo y fecundándose entre sí, gracias a esta diversidad de cauces culturales. Acogiendo así lo verdadero, bello y bueno de los otros con lo que nos fecundamos y en este sentido, como ya hemos indicado, ir uniéndonos en lo compartido y común con la humanidad a la que pertenecemos. No es sano ni adecuado un relativismo cultural que no permita el diálogo y el encuentro con los otros seres humanos, a los que estamos unidos por nuestra propia naturaleza personal y humana compartida, universal que no se puede negar. Ni tampoco un etnocentrismo o uniformismo cultural que quiera dominar o excluir a las otras culturas, con pretensiones de superioridad sobre los otros que llevan al racismo, o a la negación de esta esta vitalidad fecunda y belleza de la diversidad cultural.
En esta línea, nuestras capacidades racionales, críticas y éticas nos permite rechazar y liberarnos todo aquello de inhumano e injusto que haya en las culturas, que nunca se pueden sacralizar, para que se respeten la vida, dignidad y derechos humanos de las personas. El cuidado y protección de la vida en todas sus formas, desde la fecundación-concepción, dimensiones y aspectos, de la familia con el amor fiel entre un hombre y la mujer abiertos a la vida, a los hijos, a la solidaridad y al bien común. La vida y la familia son pilares de toda sociedad-mundo que quiera ser humanizadora, cultural, ética y espiritual.
De esta forma, mediante una educación (formación) integral, podemos y debemos ir promoviendo todo este sentido de la persona con sus capacidades culturales e inter-culturales para un desarrollo humano, social, liberador y global. Tal como se impone actualmente, la educación y formación no puede caer en el individualismo posesivo e insolidario, en la razón tecnocrática, mercantilista e instrumental. Al contrario, en su propia entraña, la educación debe cultivar toda esta formación cultural e integral del ser humano que engloba todas estas inherentes dimensiones humanas, sociales y culturales de la persona.
La educación pues se encarna en la vida y cultura de los pueblos, cultiva y potencia las diversas tradiciones culturales, espirituales (como es la religiosidad popular) y sociales de los pueblos por las que se van humanizando, desarrollando y liberando integralmente. Una educación razonable e inteligente que busca el conocimiento de la realidad, la verdad real, ética que promueve el discernimiento de lo bueno y justo u honrado, estética que se admira de la belleza en una ecología integral.
Una educación y cultura en los valores, principios y humanismo que nos constituyen como personas. Esto es, una educación y cultura para la solidaridad, la paz, la justicia liberadora con los pobres de la tierra, el trabajo decente con un salario justo y la economía ética, lo femenino que respeta la vida digna y el ser sujeto de la mujer, el cuidado y la ecología integral. En oposición a la deshumanización e in-cultura de la egolatría posesiva e individualista, del mercado y capital como ídolos, de las idolatrías de la riqueza-ser rico y del poder. Frente a la sinrazón e inhumanidad de las desigualdades e injusticia sociales-globales, de las guerras y violencias, la destrucción ecológica y de toda forma de vida en cualquier fase o dimensión, del machismo, racismo o cualquier “fobia” e (integr)”ismo” que dañe y excluya el otro. De ahí que las diversas tradiciones espirituales y religiones como las orientales, el budismo e hinduismo o confucionismo, la judía, cristiana e islámica: tienen mucho bueno, verdadero y bello que aportarnos.
Ahora se hace necesario, más que nunca, acoger y valorar todo lo bueno, bello y verdadero de los otros u otras religiones como el islam. Es un diálogo y encuentro inter-religioso para la búsqueda de la paz, la justicia y una convivencia fraterna entre todos los pueblos. No es cierto que las personas, culturas y religiones, cual fuera, sean malas por naturaleza. Al contrario, como nos muestran hasta las propias neurociencias junto a la filosofía o teología y las diversas ciencias, la persona por su propia naturaleza humana, social, cultural y espiritual está vocacionada, llamada y constituida por el amor, la empatía y la compasión; por la paz, solidaridad y justicia hacia el otro. En esa búsqueda común de la libertad, igualdad y fraternidad que promueva la civilización del amor.
La mundialización solidaria, equitativa y eco-pacífica en contra de la globalización neoliberal del capital, de la guerra y de la destrucción eco-cultural. Todo ello es lo que nos muestra la razón y la fe, por ejemplo la denominada ley natural, la iglesia y los Papas como San Juan Pablo II o Francisco en dicho documento que, junto al resto de su enseñanza, sigue el espíritu del Concilio Vaticano II.
La ética global que deseamos y que Hans Küng tiene el mérito de haber propuesto, tras un prolongado esfuerzo de investigación comparativa intercultural e interreligiosa, no es una nueva superestructura ideológica impuesta al resto del mundo por Occidente, sino que ofrece para toda la humanidad el resultado armónico de la confluencia de corrientes doctrinales sobre el buen comportamiento humano, cuyas fuentes religiosas y filosóficas son éticamente complementarias.
El nuevo paradigma de las relaciones internacionales y el papel de las religiones Hans Küng, Fundación Weltethos, Tubinga, Alemania.
Breve reseña histórica
Permítanme comenzar con un breve resumen histórico: tres fechas emblemáticas que señalan el nuevo paradigma de las relaciones internacionales que se está estableciendo despacio y trabajosamente: su anuncio (1918), su desarrollo (1945) y su consolidación (1989).
La primera oportunidad: 1918.
La Primera Guerra Mundial, desgraciadamente apoyada en ambos bandos por las Iglesias cristianas, acabó con un resultado de diez millones de muertos y el colapso de cuatro imperios: el alemán, el habsburgo, el zarista y el otomano. El imperio chino se había hundido antes. Por primera vez había tropas americanas en suelo europeo; por otro lado, el imperio soviético estaba en sus albores. Todo ello marcó el comienzo del fin del paradigma imperialista eurocéntrico de la modernidad y el nacimiento de uno nuevo, que todavía no estaba definido pero que ya muchos pensadores progresistas lo vislumbraban a largo plazo, y fue planteado por primera vez en el escenario de las relaciones internacionales por los Estados Unidos de América. Con sus “catorce puntos”, el presidente Woodrow Wilson buscaba alcanzar una paz justa y la autodeterminación de las naciones, sin las anexiones y demandas de indemnizaciones solicitadas en el Congreso. Pero en Estados Unidos el presidente Wilson ha sido muy ignorado, e incluso denigrado por Henry Kissinger, que frecuentemente polemizaba contra el “wilsonismo”.
El Tratado de Versalles de Clemenceau y Lloyd George impidió el desarrollo inmediato del nuevo paradigma. La Realpolitik, palabra utilizada inicialmente por Bismarck, cuya ideología desarrolló Maquiavelo y el cardenal Richelieu trató de practicar en su política. En lugar de una paz justa, emergió una paz dictada en la que las naciones vencidas no participaban. Las consecuencias de este planteamiento son bien conocidas: el fascismo y el nazismo (respaldados por el militarismo japonés en el Lejano Oriente), a los que no se opusieron suficientemente las Iglesias cristianas, son los catastróficos errores reaccionarios que dos décadas más tarde llevarían a la Segunda Guerra Mundial, con mucho, la peor de la historia.
La segunda oportunidad: 1945 .
Vio el final de la Segunda Guerra Mundial, con un resultado de cincuenta millones de muertos y muchos millones más de exiliados. El fascismo y el nazismo habían sido derrotados, pero el comunismo soviético se presentaba ante la comunidad internacional más fuerte y formidable que nunca, aunque internamente estaba en plena crisis política, económica y social debido a la política de Stalin.
De nuevo, la iniciativa para el naciente paradigma llegaba desde Estados Unidos. En 1945 se fundó la Organización de las Naciones Unidas en San Francisco y se firmó el Acuerdo de Bretton Woods para el reordenamiento de la economía global (creación del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial). En 1948 se firmó la Declaración Universal de los Derechos Humanos y llegó la ayuda económica americana (Plan Marshall) para la reconstrucción de Europa y su incorporación al sistema de libre mercado. Pero el estalinismo bloqueaba este paradigma en su esfera de influencia y condujo a la división del mundo entre Este y Oeste.
La tercera oportunidad: 1989 .
Vio la revolución pacífica y triunfante de la Europa del Este y el colapso del comunismo soviético. Tras la primera guerra del Golfo, fue un presidente americano quien declaró el nuevo paradigma, el nuevo orden mundial, y encontró con este eslogan una entusiasta aceptación en todo el mundo. Pero en contraste con su predecesor Woodrow Wilson, el presidente George Bush senior se vio en apuros cuando tuvo que explicar el significado de lo que, a través de su visión, debería ser el orden internacional. Ningún cambio en Irak, sin democracia en Kuwait, ninguna solución para el conflicto entre Israel y Palestina, ningún cambio democrático en otros Estados árabes. Y en el presente, incluso en Estados Unidos crecen las dudas de que la llamada “guerra contra el terrorismo” sea nuestra visión de futuro. Así que hoy surge la cuestión: ¿hemos vuelto a dejar escapar la oportunidad de un nuevo orden mundial, el nuevo paradigma, en la última década?
No debemos perder la esperanza. Y especialmente los cristianos, judíos, musulmanes y miembros de otras religiones comprometidos, debemos luchar por ese nuevo paradigma. Después de todo, a pesar de las guerras, masacres y masas de refugiados del siglo XX, a pesar del archipiélago Gulag, del Holocausto, el crimen inhumano más grande de la historia, y la bomba atómica, no debemos pasar por alto algunos cambios positivos importantes. Tras 1945, la humanidad no sólo ha visto grandiosos logros científicos y tecnológicos; también se han consolidado muchas ideas planteadas desde 1918, que presionaban en pro de una nueva constelación posmoderna y global. Diversos movimientos, como el pacifista, el de los derechos de las mujeres, el medioambiental y el ecuménico, comenzaron a hacer considerables progresos: ha ido surgiendo una nueva actitud hacia la guerra y el desarme, una alianza entre hombres y mujeres, la relación entre economía y ecología, el entendimiento entre las Iglesias cristianas y las religiones del mundo. Desde 1989, tras el final de la división mundial impuesta entre Este y Oeste y la definitiva desmitificación de ambas partes, con la ideología evolucionista y revolucionaria de progreso se conformaron posibilidades para un mundo pacificado y cooperativo. En contraste con la modernidad europea colonialista, estas posibilidades ya no son eurocéntricas, sino policéntricas. A pesar de los monstruosos defectos y conflictos que todavía plagan la comunidad internacional, este nuevo paradigma es, en principio, postimperialista y postcolonial, con los ideales de una economía de mercado eco-social y con naciones realmente unidas en lo importante.
A pesar de los horrores del siglo XX, “hay todavía algo así como un vacilante progreso histórico”. En el siglo pasado, las orientaciones políticas predominantes fueron reemplazadas por otras mejores. Por una parte, el imperialismo ya no tuvo posibilidades en la política global tras la descolonización. Por otra, desde el final del régimen del apartheid en Sudáfrica, el racismo –potente política de privilegios y discriminaciones raciales– ya no vale como estrategia política en ningún estado. Asimismo, la palabra nacionalismo se convirtió en no-palabra en las naciones de la Europa occidental, precisamente donde se había acuñado, y para muchas personas ha sido reemplazada por vocablos como “diálogo”, “cooperación” e “integración”.
El movimiento ahora tiende hacia un nuevo modelo político de cooperación regional y de integración, e intenta superar pacíficamente siglos de confrontación. El primer resultado es la paz entre Alemania y Francia, luego en la Unión Europea (UE) y, finalmente, en toda el área de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, fundada en 1948 y desarrollada en 1960), incluyendo los países industrializados de Occidente (los europeos, Estados Unidos, Canadá, México, Australia, Nueva Zelanda y Japón): medio siglo de paz democrática. Ello, a pesar de los fallos y deficiencias, es realmente un exitoso cambio de paradigma. Sé que todavía hay conflictos en Asia, África, Sudamérica y en el mundo islámico (El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Colombia, Israel-Palestina, Sudán. Yemen, Argelia, golfo Pérsico, Bosnia y Kosovo), pero nadie podría ya imaginar una guerra entre Alemania y Francia o entre Estados Unidos y Japón.
El nuevo paradigma
Tras este breve periplo histórico, quiero avanzar ahora hacia la definición fundamental del nuevo paradigma de las relaciones internacionales. He recibido muchos estímulos y apoyos dentro del pequeño “grupo de eminentes personalidades” reunidas por el secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, durante el año del “Diálogo entre Civilizaciones”, en el 2001, un trabajo que generó un informe para la Asamblea General de las Naciones Unidas: “Crossing the Divide, Diálogo entre civilizaciones”, Universidad de Seton Hall, 2001.
Basándonos en las experiencias de la UE y de la OCDE, en esta nueva constelación política la cuestión ética no puede ser ignorada. Para empezar, el nuevo paradigma significa políticas de reconciliación regional, entendimiento y cooperación, en lugar de las modernas políticas nacionalistas a favor del propio interés, poder y prestigio. En concreto, el ejercicio de la acción política ahora reclama cooperación recíproca, compromiso e integración en lugar de confrontación, agresión y venganza. Esta nueva constelación política presupone un cambio de mentalidad, que va más allá de la política de nuestros días. Para que esta nueva constelación política se mantenga, se necesitan nuevos planteamientos de política internacional.
Por una parte, para las organizaciones internacionales esto no es bastante; se necesita un cambio de pensamiento. Las diferencias nacionales, éticas y religiosas no deben ser nunca más consideradas, en principio, una amenaza, sino más bien fuente de enriquecimiento. Si el viejo paradigma siempre presuponía un enemigo, el nuevo paradigma ni lo ve ya ni lo considera; es más, busca socios, rivales y oponentes económicos para competir, en vez de la confrontación militar, y utiliza un poder blando (influencia diplomática y persuasión política, influencia cultural y prestigio) en lugar del poder duro militar (Joseph Nye).
Y es así porque está comprobado que, a la larga, la prosperidad nacional no avanza con la guerra, sino con la paz; no en oposición o confrontación, sino con cooperación. Y porque los diferentes intereses que existen se satisfacen en colaboración, ya no cabe una política con juegos de suma cero donde uno gana a costa del otro, sino con un juego de suma positiva donde todos ganan.
Por supuesto, esto no significa que la política se haya hecho más fácil en el nuevo paradigma. Permanece el “arte de lo posible”, aunque hoy se ha vuelto no violento. Si funciona no es basándose en un pluralismo posmodernista al azar, donde todo está permitido; más bien, presupone un consenso social sobre unos valores concretos básicos, unos derechos básicos y unas responsabilidades básicas.
Todos los grupos sociales y todas las naciones deben contribuir a este consenso social básico, especialmente los creyentes religiosos, pero también los no creyentes y los vinculados a diferentes filosofías o ideologías. En otras palabras, este consenso social, que no puede ser impuesto por un sistema democrático, sino que debe ser un presupuesto, no es un sistema ético específico, sino unas mínimas normas éticas comunes, una ética de humanidad.
Esta ética global no es una nueva ideología o superestructura impuesta por Occidente al resto del mundo, sino que ofrece juntas fuentes religiosas y filosóficas para toda la humanidad. Por ejemplo, la regla de oro ya la encontramos en las Analectas de Confucio, en los escritos del rabino Hillel (antes de Cristo), en el sermón de la montaña de Jesús y, también, en los 40 hadices de an-Nawani: “Lo que no deseas para ti, no se lo hagas a los demás”. Ninguno de nosotros es un verdadero creyente hasta que desea para su hermano lo mismo que desea para sí mismo y respeta unas pocas directrices básicas que podemos encontrar en todos los códigos humanitarios: no matar, no robar, no mentir, no abusar sexualmente. Volveré sobre este punto.
La ética global no debería imponerse por ley, sino llevarse a la conciencia pública. La ética global se orienta por igual a personas, instituciones y resultados. En este sentido, la ética global no se proyecta sobre la responsabilidad colectiva para eliminar cualquier responsabilidad individual que pueda haber (como si sólo las condiciones sociales, la historia y el sistema fueran los culpables de abusos y crímenes concretos). Al contrario, se dirige a la responsabilidad individual de cada uno, en su lugar dentro de la sociedad, y, más concretamente, a la responsabilidad individual de los líderes de la política, la economía y la cultura.
El libre compromiso con una ética común, desde luego, no excluye el apoyo de la ley, sino que lo incluye, y en ocasiones puede apelar a ella: en los casos de genocidio, crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra y agresiones contrarias a la ley, como en la antigua Yugoslavia. Así pues, con la adhesión de más de sesenta naciones al Tratado de la Corte Penal Internacional, actualmente está establecido que tales violaciones se traten en ella, sobre todo cuando un Estado firmante no puede, o no quiere, ejercer castigos legales sobre atrocidades cometidas en su territorio (por ejemplo, el presidente Milosevic). Pero nuestra visión tiene que hacer frente a la realidad política.
Alternativas realistas para el futuro
Es llamativo que sea precisamente la administración del segundo Bush la que se oponga a acuerdos internacionales como el de Kyoto, para reducir el calentamiento mundial, al Tratado de Prohibición de Ensayos Nucleares, al Tratado de Misiles Antibalísticos, a la implementación del Tratado de Armas Biológicas, etc. ¡Triste para los admiradores de la democracia americana! A mucha gente no sólo del mundo islámico, sino de Asia, África y Europa, le parece que la actual administración de la superpotencia mundial interrumpe la política del nuevo paradigma. Así pues, no puedo evitar comparar el nuevo paradigma con la realidad política tras el 11 de septiembre de 2001, puesto que, sin ninguna duda, la lucha contra el terrorismo tenía que comenzar y el monstruoso crimen de Nueva York y Washington no podía quedar impune.
Tras la, quizá evitable, guerra de Afganistán y la inmoral e ilegal de Irak –dos guerras que han llevado de todo menos la paz a estos dos países–, la cuestión decisiva es, más que nunca la siguiente: ¿qué compromiso internacional debemos tomar? ¿Debemos simplemente continuar luchando de este modo contra el terrorismo? ¿Pueden las fuerzas armadas resolver el problema del terrorismo? ¿Puede una Otan más fuerte parar el terrorismo? ¿Deberían las naciones europeas constituir y financiar una “legión extranjera” al servicio del Pentágono? No me preocupan las alternativas del pasado, sino las alternativas para el futuro. ¿Tenemos alguna alternativa frente al hecho de que la política militar esté por encima de todas las políticas y se estén gastando billones pecaminosamente en nuevos sistemas de armas y aviones de transporte, en lugar de en guarderías y escuelas, sanidad y servicios públicos en Europa, y en luchar contra la pobreza, el hambre o la miseria del mundo? ¿Hay alguna oportunidad para el nuevo paradigma fuera de la zona OCDE?
Yo creo que sí las hay, y quiero señalarlas con cautela, no como firmes predicciones, sino como que “podría suceder que…”. Voy a hacerlo con plena conciencia de todas las incertidumbres del futuro, que hoy traen constantes cambios fundamentales mucho más rápidamente que antaño, cambios que, a pesar de todo, no siempre son para peor, como hemos visto en el cambio de actitud de la administración Bush con respecto a las Naciones Unidas.
Adoptaré el principio realista anti-Murphy: “Lo que puede ir mal no necesariamente va siempre mal…”. Y como admirador de la gran tradición americana de democracia y defensa de los derechos humanos, yo apostaría por la paz política, incluso de cara a la campaña contra el terrorismo, que no debería ser primordialmente una lucha militar, sino política, económica y cultural.
Podría suceder que la actual o la siguiente administración americana se den cuenta de que quienes piensan que pueden ganar la lucha contra el mal en todo el mundo se están condenando a sí mismos a una guerra eterna, y que la superpotencia mundial puede llevar a cabo una política exitosa sólo si no actúa unilateral y despóticamente, sino con socios y amigos, no satélites, practicando la humildad en su trato con el resto de las naciones, como G. W. Bush prometió antes de su elección, aunque después no la ha llevado a cabo.
Podría suceder que Estados Unidos, más astutamente que los antiguos imperios, no extienda su poder y fracase con su megalomanía, pero preserve su posición predominante teniendo en cuenta no sólo su interés, sino también el de sus socios. El intento de organizar al gusto personal un mundo desordenado es puro orgullo, y en los imperios el orgullo precede a la caída (recuerden los imperios de Francia, Gran Bretaña, Alemania, Japón o Rusia).
Podría suceder que la actual o la siguiente administración americana, porque no desee alejarse del mundo islámico, se tome más interés en las raíces del resentimiento árabe y musulmán hacia Occidente, y hacia los Estados Unidos en particular, y que en lugar de preocuparse sólo de los síntomas se ocupe también de la terapia desde la raíz de los problemas sociales, económicos y políticos del terror, y que, en lugar de gastar aún más billones en objetivos militares y policiales, se preocupe de mejorar la situación social de millones de personas en su propio país y de los que salen perdiendo en todo el mundo, víctimas de la globalización.
Podría suceder también que la superpotencia de Estados Unidos no actuara en interés de su propio progreso con el objetivo de prevenir que el sentido internacional de la ley se viera trastocado, pues si la superpotencia fijara reglas diferentes de las aplicadas normalmente en derecho internacional, eso ayudaría a quienes no desean observar la ley internacional y, además, se reforzaría el terrorismo y se anularían las normas internacionales que regulan el uso de la fuerza.
Podría suceder – por decir también una palabra sobre el conflicto entre Israel y Palestina como fuente principal del terrorismo– que una nueva mayoría del pueblo israelí reemplazase a los líderes que no les han traído paz ni seguridad, sino una economía que hace equilibrios al borde de la ruina, y eligiese otros líderes políticos con mayor mentalidad de paz y con visión y habilidad para sacar al país del pantano y –con fuerte presión americana– implementar la Hoja de Ruta –apoyada por las Naciones Unidas, la Unión Europea, los Estados Unidos y Rusia–, para la retirada de los territorios ocupados y el reconocimiento del Estado de Israel por los Estados árabes, normalizando las relaciones políticas y económicas. La Iniciativa de Ginebra de diciembre de 2003 debería tomarse como sistema de navegación para implantar la Hoja de Ruta. Eso crearía condiciones para un Estado autónomo y viable (no desmembrado) de Palestina, preferiblemente en unión económica con Israel y Jordania, lo que sería una auténtica bendición para toda la región, especialmente para Israel.
Realmente, podría suceder que, entonces, incluso los palestinos extremistas que aplican la misma lógica de violencia, detuvieran sus sangrientas actividades terroristas, y que los palestinos restringieran de verdad su derecho al retorno, a un retorno simbólico para algunos casos particularmente duros, en un intercambio con nuevos asentamientos y compensación económica. A largo plazo, sólo el reconocimiento por parte de Israel traerá una administración menos autoritaria y corrupta y más democrática. Pero lo que ustedes esperan ansiosamente es el postre.
Consecuencias para las religiones y la ética
En este punto planteo demandas concretas para las tres religiones proféticas –judaísmo, cristianismo e islam– no para apoyar sin crítica alguna las políticas oficiales de sus respectivos gobiernos, sino para mostrarles su papel profético:
– “No devolváis mal por mal” (Romanos, 12,17). Esta cita del Nuevo Testamento va dirigida hoy a los cruzados cristianos de América y de cualquier otro lugar que sólo buscan el mal en el otro, pensando que una cruzada santifica cualquier sentido militar y justifica todos los daños humanos colaterales. – “Ojo por ojo, diente por diente” (Éxodo 21,24). Esta cita de la Biblia hebrea pone límite al daño y va dirigida a los fanáticos israelitas que prefieren sacar los dos ojos al adversario en lugar de uno y les gustaría sacarle varios dientes, olvidando que perpetuar el ojo por ojo conduce a que el mundo se quede ciego (Gandhi). – “Y si ellos se inclinan hacia la paz, inclínate tú también” (Surah 8.61). Esta cita del Corán va dirigida a los palestinos soldados de Dios a los que todavía hoy les gustaría borrar del mapa el Estado de Israel y que intentan sabotear todas las iniciativas de paz.
La paz entre las religiones presupone la paz entre las naciones. Permítanme concluir con unos puntos elementales de ética global que, en la era de la globalización, son más urgentes que nunca. La globalización de la economía, de la tecnología y de las comunicaciones precisa la globalización de la ética para abordar problemas globales. Las dos demandas fundamentales de la Declaración de Chicago de 1993, confirmadas con la llamada lanzada a los líderes de nuestras instituciones en el III Parlamento de las Religiones –Ciudad del Cabo, 1993– y utilizadas en el manifiesto Crossing the Divide (“Salvando las diferencias”) dentro del Año para el Diálogo entre Civilizaciones de las Naciones Unidas, son las más elementales que pueden redactarse sobre este asunto, pero no son un mero trámite en absoluto.
El primero es el principio de humanidad: la petición de auténtica humanidad: “Hoy como ayer, hombres y mujeres son tratados inhumanamente en todo el mundo. Se les roban sus oportunidades y su libertad; sus derechos humanos son pisoteados; su dignidad ignorada. ¡Pero la fuerza no significa la razón! Frente a esa falta de humanidad, nuestras convicciones religiosas y éticas exigen que cada ser humano sea tratado humanamente”. Esto significa que toda persona –hombre o mujer, blanco o de color, joven o mayor, americano o iraquí– debe ser tratada no de modo inhumano, bestial, sino de modo auténticamente humano.
El segundo punto fundamental es la regla de oro: “Hay un principio que se encuentra y permanece en muchas religiones y tradiciones éticas de la humanidad desde hace miles de años: Lo que no desees para ti, no se lo hagas a los demás… Lo que no quieras para ti, no lo quieras para los demás… Estas palabras deberían ser irrevocables, norma incondicional para todos los aspectos de la vida, para familias y comunidades, para todas las razas, naciones y religiones”.
En la base de estos dos principios fundamentales, debemos recordar cuatro directrices éticas, presentes en todas las grandes tradiciones de la humanidad:
– No matar, torturar, atormentar, herir; en sentido positivo: preservar la vida o, lo que es lo mismo, el compromiso con una cultura de no violencia y de reverencia por la vida. – No mentir, engañar, calumniar, manipular; en sentido positivo: hablar y actuar honradamente o, lo que es lo mismo, el compromiso con una cultura de sinceridad y tolerancia. – No robar, explotar, sobornar, corromper; en sentido positivo: actuar con honestidad y transparencia o, lo que es lo mismo, el compromiso con una cultura de imparcialidad y orden económico justo. – No abusar sexualmente, estafar, humillar, deshonrar; en sentido positivo: respetar y amar al prójimo; en otras palabras, el compromiso con una cultura de asociación-colaboración e igual dignidad para hombres y mujeres.
Concluyo ya. Comencé con la falta de visión tras 1989. Espero haber clarificado lo que pudo haber sido aquel panorama. No es una visión de guerra, sino de paz. Permítanme resumirlo en las cuatro propuestas siguientes:
– No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones. – No habrá paz entre las religiones sin diálogo entre las religiones. – No habrá diálogo entre las religiones sin unas normas éticas globales. – No habrá supervivencia del planeta sin una ética global.
Fuente: Tamayo Acosta, Juan José. «Interculturalidad, diálogo interreligioso y liberación» (Nuevos desafíos) . Editorial Verbo Divino/Digitalia. Édition du Kindle.
Este libro recoge las actas del I Simposio de Teología Intercultural e Interreligiosa de la Liberación, celebrado en el marco del Fórum de las Culturas de 2004 en Barcelona. Los ponentes trataron de poner las bases para una teología capaz de responder a las desigualdades de nuestro tiempo y a los fundamentalismos.
ANGELO PROIETTI ESTAFÓ A TRAVÉS DE UNA CUENTA EN EL IOR
Es la primera vez que se aplica este delito en el Estado VaticanoRedacción, 27 de diciembre de 2018 a las 16:17
Angelo Proietti estafó a través de una cuenta en el IORAgenciasRELIGIÓN | VATICANO
Proietti había sido arrestado por bancarrota fraudulenta en mayo de 2016 en una investigación de la Fiscalía de Roma y se comprobó que tenía cuentas en el IOR con su empresa de construcción que había recibido algunas contratas del Vaticano
El Tribunal del Estado de la Ciudad del Vaticano condenó a dos años y seis meses de prisión al empresario italiano Angelo Proietti por el delito de blanqueo de capitales a través de una cuenta corriente en el Instituto para Obras de Religión (IOR), el banco vaticano.
La Oficina de Prensa del Vaticano informó que la sentencia que se emitió el pasado 17 de diciembre también incluye la confiscación de un millón de euros, que habían sido ya retenidos en 2014 por las autoridades vaticanas.
Se trata, añade la nota, de la primera vez que en el Estado Vaticano se aplica una condena por el delito de lavado de dinero previsto en el artículo 421-bis del Código Penal.
Proietti había sido arrestado por bancarrota fraudulenta en mayo de 2016 en una investigación de la Fiscalía de Roma y se comprobó que tenía cuentas en el IOR con su empresa de construcción que había recibido algunas contratas del Vaticano.
La declaración de la Oficina de Prensa destaca que las investigaciones son fruto de la colaboración entre el promotor de Justicia vaticano (fiscal), la Autoridad de Información Financiera (AIF), la Gendarmería vaticana y la magistratura italiana.
El fallo de la Corte adquiere una importancia fundamental desde el punto de vista del sistema de prevención del lavado de dinero y de contrarrestar la financiación del terrorismo desarrollada por el Estado en los últimos años.
Una vez más el presidente Donald Trump está en aprietos ante la ley, esta vez por usar indebidamente su fundación de caridad.
El Fiscal de Nueva York tiene un caso sólido en contra el presidente Donald Trump por manejar su fundación de caridad sin tener en cuenta las leyes estatales y federales, dijo este jueves Barbara Underwood en una nueva presentación judicial sobre el caso.
La fiscalía está demandando a la fundación de caridad del presidente argumentando que rompió las reglas que prohíben a las organizaciones benéficas a participar en actividades políticas,reportó Time Magazine.
“La ley es clara: las fundaciones privadas no pueden usar sus fondos para el beneficio personal o comercial de sus directores, y no pueden participar en actividades políticas”, argumentó la presentación del tribunal.
En su último informe, los abogados estatales reiteraron su demanda de que Trump no pueda participar en la gestión de organizaciones benéficas durante 10 años.
La demanda aduce que la fundación del presidente se usó indebidamente para beneficiar a Trump personalmente varias veces y se convirtió en un ala de su organización de campaña durante las elecciones de 2016.
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