Un espacio para recrear lo sagrado y lo profano con ojos de mujer. Somos un grupo ecuménico en búsqueda de la justicia e igualdad.Respetamos la opinión, de los autores aunque no necesariamente estemos de acuerdo.
Una joven holandesa de 17 años, Noa Pothoven, decidió poner fin a su vida, con autorización de sus padres, después de años sufriendo estrés postraumático, depresión y anorexia como consecuencia de los abusos sexuales que padeció de pequeña.
(Agencias/InfoCatólica) La muchacha, conocida en Holanda por haber escrito su autobiografía titulada ‘Winnen of leren’ (Ganar o aprender), en la que reconocía haber sido víctima de abusos sexuales y agresiones años atrás, se despidió de sus seguidores en la red social Instagram anunciando que había decidido poner fin a su vida.
«No me voy a andar con rodeos: voy a estar muerta como mucho en diez días. Mi lucha ha terminado. Por fin voy a ser liberada de mi sufrimiento porque es insoportable. No me intentéis convencer de que esto no es bueno. Es una decisión bien considerada y definitiva», escribió en su mensaje de despedida.
Según relató, había «dejado de comer y beber durante un tiempo» y subrayó que estaba «todavía respirando pero sin estar viva», lo que la llevó, «después de muchas conversaciones y revisiones», a cometer un suicidio asistido, rodeada de sus «padres y amigos y de todos los seres queridos».
La hermana de Noa confirmó al diario holandés ‘AD’ que la menor había muerto el pasado domingo, según recogió Efe. La chica, de la ciudad holandesa de Arnhem, ya afirmó en su autobiografía, publicada hace un año y premiada con varias distinciones en Holanda, que para ella «no tenía ningún significado» continuar con vida porque no había logrado superar los problemas psicológicos desde que sufrió los abusos. En la última etapa de su vida había sido ingresada en tres instituciones de atención a menores, aunque según denunció su madre la niña necesitaba recibir atención «en un centro psiquiátrico, pero hay una larga lista de espera» en Holanda.
«Vergüenza y miedo»
En su libro, la joven explicó que había «ocultado las violaciones por vergüenza y miedo» hasta el punto de no denunciarlas en el momento en que se produjeron. Y reconoció haberse acercado, sin compartir la idea con sus progenitores, a la clínica Levenseinde (final de vida, en neerlandés), situada en La Haya, donde preguntó por las posibilidades que existían para terminar con su sufrimiento.
«Piensan que soy muy joven. Creen que debo completar el tratamiento psicológico y esperar a que mi cerebro esté completamente desarrollado. Eso no pasará hasta que tenga 21 años. Estoy destrozada porque no puedo esperar tanto. Revivo el miedo y el dolor a diario. Siento que mi cuerpo está aún sucio», escribió en su libro ‘Ganar o aprender’.
«Se fundamenta a veces la oposición a la eutanasia como si fuera señal de identidad religiosa»
Eutanasia y cuidados paliativos
«Me cuesta entender que se aduzcan razones religiosas para oponerse al dejar morir dignamente»
«Para una persona con fe religiosa -que crea en la vida eterna- tendría que ser más fácil la decisión»
«No debería extrañar que se afirme: dejar morir es dejar nacer: alumbramiento de eternidad»
24.05.2019 | Juan Masiá SJ
Ante el “caso Lambert”, se agudizó el debate sobre el rechazo de recursos de prolongación vital fútiles. Ante casos semejantes se escuchan dos afirmaciones extremas. El extremo izquierda dice: lo están torturando, cese el ensañamiento y déjenlo morir, estar conectado es estar siendo torturado; el extremo derecha dice: lo van a matar, si cesan la alimentación e hidratación; desconectar, equivaldría a matar. Ambas exageraciones me parecen desproporcionadas.
Una mayoría de personas con opiniones diferentes acerca de este caso concreto podrían, sin embargo, estar de acuerdo en oponerse en términos generales a los dos extremos: el homicidio y el ensañamiento; es decir, a la aceleración irresponsable de la muerte contra la voluntad del paciente, y a la prolongación irresponsable del proceso de morir, frenado con recursos tecnológicos que solo sirven para frenar el desenlace irreversible.
Reconozco que acerca de la supresión de la alimentación e hidratación (sobre todo, en casos de duda acerca de la voluntad expresa de la persona paciente), la cuestión es controvertida y son posibles juicios y decisiones opuestas, lo cuál no impide que unas y otras puedan justificarse como éticamente responsables.
Cuando el caso es “dejarse morir dignamente”, esta decisión es más fácil de tomar que cuando se trata de decidir en lugar de otra persona para “dejarla morir dignamente”, sobre todo si no consta su voluntad expresa.
Pero lo que me cuesta entender es que se aduzcan razones religiosas para oponerse a la toma de decisión responsable acerca de dejar morir dignamente; como si una postura ética laica tuviera que estar necesariamente a favor y una postura ética religiosa tuviera que estar necesariamente en contra. Son posibles ambas opciones, tanto desde una ética laica como desde una moral católica tradicional (p.e. el clásico Vitoria).
Más aún, me atrevería a decir que, para una persona con fe religiosa – que crea en la vida eterna y fundamente la dignidad de la persona en la presencia en su interior del Soplo del Espíritu de Vida, semilla de vida eterna, destinado a vivir para siempre en la Vida de la vida- tendría que ser más fácil la decisión de dejar morir.
Cuando una persona religiosa escribe y firma su “testamento vital o declaración anticipada de voluntad”, en previsión de circunstancias como las mencionadas, es natural que encabece el texto con la afirmación de la motivación de fe que le mueve a hacerlo. (Así lo hicieron los obispos españoles en el modelo de testamento vital de 1998 y 2001).
¿Desconectarán a Vincent Lambert, francés en estado vegetativo?
No se pierde la vida al morir, sino se transforma
Estoy escribiendo este apunte mientras acompaño a un grupo de personas en un día de retiro espiritual y acabamos de meditar sobre lo que significa creer en el Espíritu de Vida:
Creo en el Espíritu de Vida que infundió una semilla de vida eterna en aquella nueva vida que se fue configurando en el interior del seno de la madre al completarse el proceso de concepción mediante la interacción embrio-materna tras la implantación, durante la primera etapa de la gestación. Durante meses la madre llevó en su seno el feto de esa nueva vida. (Con razón decimos que esa criatura nació engendrada por sus progenitores y a la vez por obra y gracia de Espíritu Santo). Ese feto llevaba a su vez en su interior un soplo de vida-semilla-de-vida-eterna. Todos llevamos esa semilla de vida eterna que va madurando a lo largo de la vida, todos estamos “embarazados de divinidad” y todos podemos decir “yo no puedo morir”, soy cuerpo, alma y espíritu.
Muere el cuerpo-alma aristotélico, pero no muere el espíritu encarnado, semilla de inmortalidad. La llamada muerte es solo muerte de un cuerpo animado mortal. Pero para la semilla de cuerpo glorioso que llevamos dentro, la muerte es transformación de la crisálida en mariposa, la muerte es el nacimiento a la vida eterna del cuerpo glorioso. Vita mutatur, non tollitur. No se pierde la vida al morir, sino se transforma. En ese marco de pensamiento y de fe no debería extrañar que se afirme: dejar morir es dejar nacer: alumbramiento de eternidad.
Para dejar morir dignamente ayuda la fe en la Vida de la vida. Dejar morir dignamente no es matar, sino dejar nacer a la vida verdadera. Dejar morir dignamente al cuerpo mortal, es obra de cooperación con la Fuente de la Vida, que creó criaturas creadoras, libres y responsable de cooperar con el Creador, tanto al dar vida como al dejar morir responsablemente.
Camino de la vida
Respeto a la vida, también respeto a la dignidad de la vida
Nota 1: A propósito del tema de la eutanasia, como también en el del aborto, se fundamenta a veces la oposición a las mencionadas decisiones como si fuera una señal de identidad religiosa o política “pro-vida”. Eso impide a menudo el debate ético serio y sereno sobre casos en los que con un mismo criterio pro-vida y pro-persona, principio de respeto a la vida y la dignidad de la persona, pueden concluirse varias decisiones diferentes, igualmente correctas, gracias al proceso de discernimiento responsable que ha guiado el desarrollo de la deliberación correspondiente.
Nota 2: Tomar decisiones creativas acerca del fin de la vida no tiene necesariamente que estar en contra del Dios Fuente de la Vida, porque el Creador ha creado creadores para que co-creen, es decir, cooperen con el Creador a favor de la vida (biológica, personal y espiritual).
Cuando se habla de respeto a la vida o de custodiar y proteger la vida hay que precisar: no se trata solamente de la vida biológica, ni tampoco de la vida en términos generales, sino de la dignidad de la vida personal y espiritual destinada a transformarse en vida eterna, de la que es semilla en la vida presente.
Respetamos la vida humana personal y la semilla de vida eterna que cada vida humana personal lleva en su interior; la que responde a la pregunta “¿quién soy yo?” diciendo: Soy cuerpo-espíritu inmortal encarnado en cuerpo-alma mortal. Soy un soplo inmortal de Espíritu de Vida encarnado en cuerpo y alma mortales. Soy semilla de inmortalidad encranada en un cuerpo mortal destinado a transformarse en cuerpo glorioso, espiritual e inmortal para vivir por siempre en la Vida de la vida.
(Cf. Cuidar la vida, Herder, 2012, p. 130: “Dejar morir no es matar”).
A los obispos: «Dejad morir en paz para vivir a quienes lo necesitan»
Debate sobre la eutanasia en España
«Obligar a alguien, por acción u omisión, a vivir sufriendo lo insufrible, pudiendo evitarlo, eso sí es inmoral»
«Me fío más del consenso mayoritario que de la convicción absoluta de quienes se creen depositarios exclusivos de la verdad»
«Cuidar la vida es el criterio, pero sin reducir la vida a esta vida física visible ni absolutizarla. Cuidar la vida, pero sin imponer a nadie la vida a toda costa»
En el umbral de la Semana Santa en memoria de Jesús, el profeta crucificado, que afrontó la muerte sin miedo porque creía en la Vida, dedico estas líneas a la memoria de María José Carrasco, a su vida crucificada por la Esclerosis Múltiple y por los prejuicios sociales, y no en último término por la múltiple esclerosis eclesiástica. Y a su marido y compañero Ángel Hernández, su ángel fiel, a la sencilla humanidad con que la cuidó durante su largo Vía Crucis de 30 años, a su grandeza de ánimo, al arriesgado gesto de amor con el que ayudó a María José en su paso final a la Vida, a su anhelada pascua. Y hago mía su causa común: la eutanasia en favor de la vida.
“La eutanasia es inmoral”, escribía hace unos días uno de los teólogos más reconocidos del estado español, distinguido en sus buenos tiempos por su gran apertura. ¿Es inmoral que alguien decida poner término a su vida biológica, de todos modos tan efímera, cuando para él ya no posee las condiciones de calidad que la hacen sacramento de la Vida que no nace ni puede morir? ¿Es inmoral que una mano amiga ayude delicadamente a dar ese paso a la Resurrección? ¿Es inmoral esa forma de pascua?. “No –nos diría, supongo, el teólogo–, lo inmoral sería aprobar una ley que acabara siendo un coladero, que abriese la puerta a muertes no consentidas, que permitiera desembarazarse de una vida por oscuros intereses inhumanos”.
De acuerdo, amigo, pero eso no sería eutanasia, sino cruel asesinato. Nada tendría que ver con lo que reclamaba María José y reclama Ángel y una gran mayoría social junto con ellos: la ley del “buen morir”, la libertad de morir inseparable de la libertad de vivir. La opinión de la mayoría social no es garantía de moralidad, por supuesto, pero me fío más del consenso mayoritario, siempre provisional, que de la convicción absoluta de quienes se creen depositarios exclusivos de la verdad y del bien solo encomendados a ellos por designio divino.
Los obispos dicen no a la eutanasia
Agencias
Hablemos, pues, con propiedad. Se llama eutanasia a una intervención –practicada por un médico con el certificado de otro– que induce directamente la muerte serena de una persona afectada por una enfermedad terminal o un sufrimiento físico o psíquico insoportable, cuando el paciente así lo ha pedido libre y reiteradamente. Punto. Está muy cerca del suicidio asistido –no te asuste la palabra– y es legal, con diversos matices, en Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Suiza, Finlandia, Canadá, Colombia y siete estados de los EEUU. Cuidar la vida es el criterio, pero sin reducir la vida a esta vida física visible ni absolutizarla. Cuidar la vida, pero sin imponer a nadie la vida a toda costa. La vida es mucho más.
Cuidar la vida, pero sin separar la vida humana de la de todos los vivientes. Abrir la puerta suavemente, llegado el momento, a la hermana muerte, y saber discernir cuándo es el momento es una forma de cuidar la vida. Aprobar una ley de eutanasia o de suicidio asistido tiene sus riesgos de abuso, sin duda. Pero peor abuso me parece negar la responsabilidad o la libertad de vivir y de morir. Obligar a alguien, por acción u omisión, a vivir sufriendo lo insufrible, pudiendo evitarlo, eso sí es inmoral.
“La muerte provocada nunca es la solución a los conflictos, ni en el aborto ni la eutanasia”, ha declarado el portavoz de la Conferencia Episcopal Española, sin antes haber escuchado atentamente. No, hermanos obispos, nadie propone la eutanasia como “la” solución a los conflictos, sino como una solución digna y humana para quien, por muchos motivos, no puede encontrar otra mejor. Nadie propone la eutanasia como una ley obligatoria para nadie, sino solo como una ley que permite morir en paz a quien lo pida porque no puede vivir en paz. Para vivir en paz hemos nacido. ¿Y no anunciáis los obispos que con la muerte no se acaba la vida, sino que se transforma?
Sed, pues, consecuentes y dejad morir en paz para vivir a quienes lo necesitan y desean. Por la compasión de las entrañas y por la fe en la Vida. No sigáis predicando, por favor, que la vida pertenece únicamente a “Dios”, como si fuera un Ser Supremo y Soberano que rige el mundo desde fuera, que decide cuándo, cómo y dónde hemos de nacer, cuándo, dónde y cómo debemos sufrir y morir. No convirtáis a Dios en norma exterior inmutable, enemiga de la libertad y del deber de decidir, revelada a unos pocos investidos del poder de imponerla a otros. Vuestro discurso sobre “Dios” como legislador despótico no solamente provoca el avance imparable del “ateísmo”, lo que no ni bueno ni malo, sino que impide a mucha gente reconocer y cuidar en todo el Aliento vivificador que sostiene el universo sin fin.
Defiendo la libertad de morir porque creo en la Pascua. Creo en la inagotable creatividad que anima el Universo, desde el agujero negro a 55 millones de años luz que acabamos de ver por primera vez hasta la flor del laurel. Y creo en el ritmo palpitante de la vida que nace y muere y renace transformándose sin cesar en infinitas formas. Creo en DIOS.
Defiendo la libertad de morir porque creo en Jesús, que tuvo tanta fe en la Vida que se jugó la suya por aliviar el dolor del prójimo, por pura y libre bondad frente a toda ley, autoridad y doctrina. Se jugó la vida y la perdió, pero quien pierde su vida la gana, como la semilla de trigo que ya espiga en nuestros campos. Por eso, no por ningún sepulcro vacío, lo confieso viviente junto con todos los muertos, primero con los crucificados.
En línea con su postura y sus declaraciones de los últimos años, el jesuita Juan Masiá ha publicado un artículo defendiendo la legitimidad de la eutanasia, justo cuando el parlamento español decidirá si la legaliza en España.
1. Estar en contra de la regulación no significa ser pro-vida. Estar a favor no es ser anti-vida.…
2. El buen morir respetando la dignidad de la persona (que puede conllevar a veces una solicitud de eutanasia justa) no se debe confundir con la eutanasia irresponsable.
3. Una eutanasia justa (cumplidas las condiciones de respeto a la dignidad y libertad de la persona) no se puede equiparar con el homicidio, como tampoco puede ni debe llamarse suicidio al asumir responsable y libremente la propia muerte.
4. La opción responsable por una eutanasia justa no significa optar por la muerte y contra la vida, sino elegir cómo vivir cuando se muere…
No se debe llamar a esa opción «muerte digna», sino respeto de la dignidad en el proceso de morir….
5. En los debates sobre regularización legislativa no debería plantearse el tema del recurso a paliativos como si fuera un dilema entre paliativos y eutanasia. Hay que garantizar, ante todo, el acceso equitativo al uso de paliativos, así como el de la sedación terminal debidamente consentida y protocolizada. Pero, eso supuesto, teniendo en cuenta las situaciones de solicitud de eutanasia, habrá que garantizar las condiciones para que sea justa, es decir, «buen morir responsable de la persona digna».
Años defendiendo la eutanasia
La postura del P. Juan Masiá, contraria al Magisterio de la Iglesia Católica, es conocida desde hace años sin que ello haya tenido efecto alguno sobre su condición de sacerdote y religioso de la Compañía de Jesús.
Catecismo de la Iglesia Católica
2277 Cualesquiera que sean los motivos y los medios, la eutanasia directa consiste en poner fin a la vida de personas disminuidas, enfermas o moribundas. Es moralmente inaceptable.
Por tanto, una acción o una omisión que, de suyo o en la intención, provoca la muerte para suprimir el dolor, constituye un homicidio gravemente contrario a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador. El error de juicio en el que se puede haber caído de buena fe no cambia la naturaleza de este acto homicida, que se ha de rechazar y excluir siempre (cf. Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Decl. Iura et bona).
Me parece leer el texto de Hans Küng «Morir con dignidad: Un alegato a favor de la responsabilidad» y pensar en lo útil que sería que los juristas, legisladores, cristianos, no cristianos, leyeran este texto, para darse cuenta de lo complejo del sufrimiento y de la necesidad de terminar pacíficamente la vida.
El papa Francisco Contra el matrimonio homosexual, el aborto, la anticoncepción y la eutanasia Filipinas, 16 de enero de 2015.
Discurso completo: https: //www.youtube.com/watch? V = al2z0 …
El gran encuentro se producirá en un momento muy delicado para Rusia en el terreno internacional
Kiril, líder de cien millones de rusos – AFP
El motivo del primer encuentro de la historia entre un Papa y un patriarca ortodoxo ruso, según el Metropolita Hilarión de Volokolamsk, el segundo en la jerarquía eclesiástica rusa y habitual portavoz del Patriarcado, será tratar «la persecución de que son objeto los cristianos en Oriente Próximo y en África».
La cuestión está ahora muy de actualidad, especialmente en la desgarrada Siria, país en donde está interviniendo la aviación rusa. Pero hay además una larga lista de asuntos pendientes entre las dos iglesias después de casi un milenio de desencuentro.
Lo que más ha preocupado siempre a la Iglesia rusa ha sido la disputa por los templos que los católicos ucranianos, los uniatos, recuperaron por la fuerza a los ortodoxos, tras la desintegración de la URSS, y el envío de misioneros a zonas que el Patriarcado de Moscú considera de su influencia. Este problema ha sido siempre para Moscú el impedimento fundamental que hizo imposible que ningún papa romano pudiera entrevistarse con la máxima autoridad eclesiástica rusa. Hilarión dijo ayer que el Patriarca Kiril aceptó Cuba como escenario para esta histórica reunión «porque no quería que se celebrara en Europa».
Sin embargo y pese a las discrepancias, el Metropolita de Volokolamsk sostiene que católicos y ortodoxos tienen muchas cosas que hacer juntos. «Los cristianos ortodoxos y los católicos deberíamos ser solidarios ante la actual ola de laicismo que azota Europa», afirmaba recientemente en una de sus habituales comparecencias.
Hilarión cree que el Viejo Continente «está perdiendo su identidad cristiana y debemos trabajar juntos para contrarrestar esa nefasta tendencia». Y es que las dos iglesias comparten el mismo punto de vista sobre la eutanasia, el aborto, el matrimonio homosexual, el sacerdocio femenino y otras muchas cosas.
No obstante, más allá del estricto contenido religioso, muchos analistas rusos especulan con la posibilidad de que Kiril aproveche la ocasión para sugerir a Francisco que, como ya hizo en el caso de Cuba y Estados Unidos, medie también para ayudar a suavizar el actual enfrentamiento entre Rusia y Occidente.
El presidente Vladímir Putin, que se presenta a sí mismo como el impulsor del actual renacimiento religioso de Rusia y mantiene una estrecha relación con Kiril, está completamente aislado y su país bajo sanciones por la anexión de Crimea y su apoyo a los separatistas del este de Ucrania. Esta simbiosis entre Estado e Iglesia en Rusia o, más bien, entre Putin y el Patriarca ha acarreado a éste último no pocos problemas y críticas de la oposición.
Kiril se posicionó claramente a favor de la candidatura de Putin en las elecciones presidenciales de 2012. Una de las acciones de protesta contra él por ese gesto fue la protagonizada por el grupo punk Pussy Riot en la Catedral de Cristo Salvador de Moscú, algo que el jefe del Kremlin tachó de «inadmisible». Según su parecer, «la Iglesia es un aliado natural del poder político».
El Patriarca ruso sembró también la controversia cuando dijo que los soldados rusos enviados a invadir Ucrania son «tropas de paz». La última polémica en torno a su persona estalló el mes pasado en el seno de algunos sectores de la sociedad rusa cuando aseguró que la participación de Rusia en la guerra de Siria es «justa» y tiene carácter «defensivo» para contener el terrorismo.
Vladímir Mijáilovich Gundiáyev, así se llamaba Kiril antes de ordenarse, fue elegido por el Concilio de la Iglesia Ortodoxa rusa el 27 de enero de 2009 y entronizado cinco días después, el 1 de febrero, en la Catedral de Cristo Salvador. Habla perfectamente inglés, francés, alemán y es un gran orador. Su facilidad de palabra le viene de haber dirigido durante años un programa de televisión para promover la fe. Fue además rector de la Academia Teológica de San Petersburgo y obispo de Víborg.
Antes de ser puesto al frente de la Iglesia Ortodoxa Rusa, Kiril, que nació en San Petersburgo el 20 de noviembre de 1946, era metropolita (arzobispo) de Smolensk y Kaliningrado y uno de los siete miembros permanentes del Santo Sínodo.
Tras años de complacencia de la Iglesia Ortodoxa Rusa con un poder corrompido y autoritario, los creyentes esperaban que Kiril hubiera denunciado los abusos y perversiones de la élite rusa. Su predecesor, Alexis II, prefirió mirar para otro lado para no malograr el proceso de devolución del patrimonio que los comunistas confiscaron a la Iglesia tras la Revolución Bolchevique.
Pero el actual Patriarca ha demostrado estar todavía más comprometido con el actual poder político que Alexis II. Según cifras del Patriarcado de Moscú, en toda Rusia hay unos 100 millones de creyentes ortodoxos sobre una población total de casi 143 millones. Se trata de la segunda confesión cristiana más importante en todo el mundo tras los católicos.
El arzobispo de Canterbury, Justin Welby, jefe de la Iglesia anglicana, y los dirigentes de otros grupos religiosos de Gran Bretaña advirtieron ayer de que se cruzará “un Rubicón ético” si el Parlamento adopta una ley sobre el derecho a morir para los enfermos en fase terminal.
En una misiva a todos los diputados de la Cámara de los Comunes, el arzobispo de Canterbury y los representantes de las comunidades católica, ortodoxa, judía, musulmana y sij de Gran Bretaña instan a los legisladores a rechazar el proyecto de ley sobre muerte asistida que será debatido el viernes próximo en el Parlamento. Este contempla que enfermos con menos de seis meses de esperanza de vida reciban una dosis mortal de medicamentos.
Según esos responsables religiosos, el proyecto de ley puede socavar el respeto de la ética y de la vida humana, que son la base del código moral y del sistema legal británico.
El suicidio asistido es legal en Suiza, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y en los estados norteamericanos de Vermont, Oregón y Washington. (I)
Luis Augusto Castro, presidente Conferencia Episcopal. Foto: Caracol Radio
Les pidió a los médicos preservar la vida y la muerte natural sobre todo. Caracol Radio Medellín | 6 de Julio de 2015
Para Monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia,la eutanasia no es la solución al dolor de los enfermos terminales, al considerar que es necesario defender la vida y la muerte natural.
El arzobispo de Tunja insistió que es una obligación de la medicina disminuir el dolor y preservar la vida.
“Cuando se abre una puerta, son varios los que quieren pasar por esa puerta, no estamos de acuerdo con la eutanasia, defendemos la vida hasta el último minuto y la muerte natural. Hay que hacerle ver a la medicina que hoy hay muchas maneras de enfrentar el dolor, para que las personas no sufran tanto. Cuando una persona sufre mucho otros le dicen que cambie de médico, porque los médicos deben saber cómo disminuir el dolor”, aseguró Monseñor Castro Quiroga.
Además le pidió a los enfermos entender el dolor como un mensaje de Dios, por eso consideró importante encontrarle sentido al sufrimiento.
“hay otro elemento importante y es encontrarle sentido al dolor, si uno sufre por algo que tiene sentido el dolor no es tan terrible, pero si se está sin ningún ideal se muere, de manera que encontrarle sentido al dolor es muy importante. Dios a través del dolor nos quiere entregar un mensaje”, agregó el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia.
La intervención la hizo en Medellín, donde se celebra la Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano número 99, con la presencia de 86 obispos del país.
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