Un espacio para recrear lo sagrado y lo profano con ojos de mujer. Somos un grupo ecuménico en búsqueda de la justicia e igualdad.Respetamos la opinión, de los autores aunque no necesariamente estemos de acuerdo.
Video acerca de los tejidos andinos, creado por Mariana Tschudi, inspirado en las enseñanzas de Mario Osorio Olazábal, para la muestra de Arte Pachatopías del PUCP en el Museo Amano, Abril 2017.
Qué sentido tiene, cuál es el contexto, cuáles son las dificultades y cuáles las posibilidades de aprobación del referendo ciudadano que está siendo promovido para acabar con la JEP.
Juan Manuel Charry*
Polarización y división
Hace un mes, un sector ciudadano propuso derogar la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) por medio de un referendo.
Dado que la Registraduría Nacional entregó los formularios, ya la propuesta arrancó con la recolección de firmas. Esta propuesta deja entrever cuán polarizada está la sociedad colombiana. ¿Es posible que esta propuesta prospere?
La sociedad colombiana está profundamente dividida desde que el primer gobierno de Juan Manuel Santos empezó a negociar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).
El mismo Gobierno eligió una estrategia de comunicación muy criticada: dividir a los ciudadanos entre amigos y enemigos de la paz. Esa división se hizo más profunda una vez que el ‘No’ ganó en el plebiscito y el Gobierno refrendó el acuerdo en el Congreso.
Aunque el acuerdo no fue aprobado en el plebiscito, el Gobierno siguió desarrollándolo, y así rompió una regla de oro de la democracia bajo el argumento de que se había reunido con los líderes políticos del ‘No‘ y que la refrendación popular había ocurrido en el Congreso.
Duque no superó la división
Con las elecciones presidenciales de 2018, un sector de la población esperaba que se superara la división política y con ella la polarización de la opinión pública.
Iván Duque ganó las elecciones con el 54 por ciento de los votos de una posición de centro derecha. Su victoria fue asegurada por la propuesta de cumplir los acuerdos, pero con modificaciones, lo cual implicaba buscar los consensos entre las partes de modo que la división fuera superada.
Un grupo ciudadano propuso un referendo para derogar la JEP mediante firmas.
Sin embargo, el sector que impulsó el ‘Sí’ en el plebiscito no ha accedido a aceptar las modificaciones propuestas e insiste en que se debe respetar el acuerdo sin más reformas. Por lo tanto, persiste la división.
En marzo de este año, el presidente objetó por inconveniencia seis artículos de la Ley Estatutaria de la JEP. Si bien este pudo ser un buen escenario para los consensos, fue todo lo contrario, pues tres meses después la Corte Constitucional enterró las objeciones y le ordenó a Duque sancionar la Ley Estatutaria.
El caso Santrich
El 15 de mayo, la JEP tomó una discutible decisión: pidió la libertad de Jesús Santrich y le otorgó la garantía de no extradición. De modo paralelo a la decisión de la JEP, el Consejo de Estado decidió mantener la investidura de Santrich.
Sin embargo, la Corte Suprema de Justicia le reconoció el fuero de congresista y le abrió una investigación por hechos relacionados con narcotráfico vinculados con la solicitud de extradición de Estados Unidos.
La decisión de la Corte chocó con la decisión de la JEP, pues al avocar conocimiento indicó que los hechos por los que se acusaba a Santrich eran crímenes posteriores a la firma del acuerdo y que, por lo tanto, Santrich no tenía la garantía de no extradición.
A pesar de las investigaciones, Jesús Santrich se posesionó como representante a la Cámara en medio de criticas y reproches a las anteriores decisiones judiciales.
Además, Santrich no compareció a la diligencia de indagatoria ante la Corte Suprema de Justicia, con lo cual se reafirmaron muchos de los temores y de las críticas a la libertad ordenada por la JEP.
Si bien varias de las decisiones de los altos tribunales tienen recurso de apelación y pueden ser revisadas, los jueces dejaron en la opinión el amargo sabor de la impunidad.
En en este contexto, un grupo ciudadano propuso un referendo para derogar la JEP mediante firmas.
El 13 de junio, el militante del uribismo, Herbin Hoyos, anunció el comienzo de la recolección de firmas. El propósito de esta iniciativa es crear salas especiales en la Corte Suprema de Justicia y remover a los actuales magistrados.
En mi opinión, es una reacción que responde a un ambiente polarizado que fomenta opiniones y que no conduce a una decisión efectiva, pues como explicaré, su trámite es complejo.
Para adelantar tal referendo es necesario:
Recolectar las firmas equivalentes al 5 por ciento del censo electoral, es decir, 1,9 millones de firmas aproximadamente;
Promulgar una ley de convocatoria a elecciones con la mayoría de los miembros del Senado y la Cámara de Representantes;
Superar el examen de constitucionalidad por parte de la Corte Constitucional;
Y obtener el voto afirmativo de más de la mitad de los sufragantes y que el número de éstos exceda la cuarta parte del censo electoral —9,5 millones aproximadamente—.
Por estas exigencias, la propuesta podría tardar cerca de dos años en llevarse a cabo. Por lo tanto, se trata de un procedimiento de participación ciudadana de muy difícil éxito si tenemos en cuenta sus antecedentes:
La consulta anti-corrupción, un asunto prácticamente sin oposición, no alcanzó el umbral de la tercera parte del censo electoral.
El referendo propuesto por Álvaro Uribe en su primer gobierno tan solo logró aprobar una pregunta, a pesar de tratarse de un presidente elegido por mayoría absoluta.
Estos antecedentes y las complejidades del trámite no auguran el derogamiento de la JEP.
En este caso, el referendo es un camino desproporcionado que ataca un fallo judicial específico a través de la supresión de toda una jurisdicción y la remoción de sus magistrados.
Es desproporcionado porque todavía se pueden ejercer los recursos de apelación respectivos. Además, los magistrados están sujetos al control político del Congreso —aunque sea teóricamente—, por lo que existen vías ordinarias para vigilar sus funciones.
En todo caso, parece que la fuga de Santrich y la expedición de una orden de captura por parte de la Corte Suprema de Justicia confirman el error en el que incurrió la JEP y su ingenuidad al dejarlo en libertad. La fuga también parece un indicio de culpabilidad de Santrich, y una clara manifestación de los errores de implementación del acuerdo con las FARC.
Como tantas veces se ha dicho, la administración de justicia atraviesa uno de sus más difíciles momentos: si sus decisiones siguen siendo desacertadas perderá aún más legitimidad ante la sociedad, y por lo tanto, será necesaria una reforma.
Se trata de un procedimiento de participación ciudadana de muy difícil éxito si tenemos en cuenta sus antecedentes.
Sin embargo, una reforma a la justicia no se debe hacer al calor de los enfrentamientos políticos, sino después de un acertado diagnóstico y unas soluciones cuidadosamente estudiadas, que difícilmente se pueden adoptar por referendo.
Este tipo de propuestas son el resultado, por un lado, de la exacerbación de los ánimos ante las diferencias y, por otro lado, de la torpeza política de corto plazo que busca figurar en el escándalo y en la confrontación.
Foto:Twitter Herbin Hoyos Herbin Hoyos y otros promotores del No adelantan la recolección de firmas para el referendo derogatorio de la JEP.
Por el contrario, el camino acertado es la construcción de políticas de Estado y de los consensos de los partidos en los asuntos fundamentales, por encima de las posturas ideológicas.
La política requiere de practicas más ponderadas, visiones de largo plazo, debates más argumentados, y soluciones consensuadas. Lamentablemente, la proximidad de las elecciones regionales hace que se imponga la lógica mediática donde la figuración lo es todo y el escándalo su camino más fácil.
En fin, parecería que los grandes sectores de opinión están atrapados entre las posturas radicalizadas e inmediatistas, y que, por lo tanto no han encontrado el vocero y la fórmula de conciliación entre los extremos.
Aunque no prospere, el referendo para derogar la JEP es un llamado a los partidos políticos para superar la polarización causada por la forma como se refrendó e implementó el acuerdo con las Farc. De ahora en adelante, es necesario que se representen a los sectores más moderados, que quieren soluciones y no confrontaciones.
Cuando se trataba de matar «moros» para conquistar Jerusalén, ahí estaba la iglesia.
Cuando se trataba de cazar «brujas», ahí estaba la iglesia.
Cuando se trataba de quemar «herejes» ahí estaba la iglesia.
Cuando se trataba de esclavizar indígenas, ahí estaba la iglesia.
Cuando se trataba de condenar científicos como a Galileo o a Giordano Bruno, ahí estaba la iglesia.
Cuando se trataba de esclavizar negros, ahí estaba la iglesia.
Cuando se trataba de impedir votar a las mujeres, ahí estaba la iglesia.
Cuando se trataba de perseguir a los judíos, gitanos y detractores de Hitler, ahí estaba la iglesia.
Cuando se trataba de perseguir «comunistas» durante las dictaduras militares de Latinoamérica o durante la dictadura de Franco en España, ahí estaba la iglesia.
¿Por qué será que la iglesia siempre toma partido en favor de la opresión?
Si somos iglesia, seamos la otra iglesia.
La de Bartolomé de las Casas, en favor de los indios.
La de William Wilberforce, en contra de la esclavitud de los negros.
La de Dietrich Bonhoeffer, en contra del fascismo de Hitler.
La de Monseñor Romero, durante las dictaduras militares de Latinoamérica.
Yo soy iglesia, de la otra iglesia.
Fuente: remitido al e-mail. Efrain Chavez (facebook)
Desde su postura sobre los migrantes hasta su encíclica Laudato si ‘, el Papa causa controversia.
Robert Mickens, Roma Ciudad del Vaticano12 de julio de 2019
(FOLLETO DE EPA / EFE / VATICAN MEDIA FOLLETO / MaxPPP)
El Papa Francisco es un ofensor de igualdad de oportunidades.
No importa dónde se coloque a lo largo del amplio espectro de la Iglesia Católica: derecha, izquierda o centro; conservador o liberal Tradicional o progresista: si no se siente desafiado e incluso perturbado por algunas de las cosas que este Papa dice y hace, entonces no está prestando atención.
Y eso incluye a cualquiera de ustedes que pueda considerarse a ustedes mismos como «grupos del Papa Francisco» o «católicos de la derecha o del mal». Si él no se está poniendo un poco bajo tu piel, entonces tampoco estás escuchando.
A pesar de lo que afirman algunos de sus críticos más tradicionalistas, Francisco no es políticamente correcto. Él es, de hecho, bastante hablado. Él es profético.
Esto se debe a que es, sin lugar a dudas, uno de los papas evangélicos más radicales que la Iglesia haya visto. Y su lectura radical del Evangelio, como la de su santo homónimo de Asís hace más de 800 años, cuestiona y sirve de crítica a todas las ideologías, estilos de vida y formas de pensar.
Ya es bien sabido que la insistencia del Papa de 82 años de que las sociedades ricas del mundo sean más generosas para recibir e integrar a los migrantes y los refugiados está causando un alboroto entre los residentes de esas sociedades.
Irónicamente, algunos de los opositores más feroces a la adopción de la inmigración por parte de Francisco son inmigrantes o, como el Papa, hijos de inmigrantes.
Y no es un secreto que las críticas del Papa italiano-argentino al capitalismo desenfrenado y su llamado a una distribución más justa de la riqueza y los recursos del mundo han frotado a muchos católicos pro capitalistas de manera equivocada.
Pero los creyentes que se oponen a Francisco en estos temas no son los únicos que encuentran difíciles de aceptar algunas de sus enseñanzas.
Hora calurosa, verano en la ciudad.
Esto fue confirmado recientemente en un mensaje publicado en Twitter por alguien que la mayoría de las personas consideraría un católico progresista.
«Hay varias partes de @Pontifex #LaudatoSi con las que discrepo con vehemencia. Uno tiene que ver con su postura sobre el aire acondicionado», dijo esta persona, que también es catedrática católica de teología, ética y medio ambiente.
Laudato si ‘ es, por supuesto, la polémica encíclica » sobre el cuidado de nuestra casa común » , que Francis publicó hace cuatro años. Y el autor del tweet está realmente entusiasmado con este documento de 2014 sobre temas relacionados con la preservación del medio ambiente y toda la creación de Dios (personas incluidas).
Pero, evidentemente, la toma del A / C por parte del Papa es un desafío demasiado grande para la zona de comodidad de este profesor.
«El aire acondicionado en climas bochornosos es un regalo del cielo. Específicamente, deshumidifica y enfría los cielos, y eso es una bendición», concluyó este «católico» verde «.
Otro católico de mentalidad progresista intervino en:
«Creo que en algunos lugares (A / C) es una necesidad que salva vidas debido al calor excesivo y las alergias. Dicho esto, no tiene que ser una explosión en todas partes en todo momento».
Pero, ¿qué dice realmente nuestro actual obispo de Roma sobre el asunto en su encíclica? Él hace una sola referencia. Se encuentra en el párrafo 55 del texto.
Y parece ser una respuesta directa a nuestros Tweeters antes mencionados.
Se trata de algo más que A / C
«La gente puede tener una sensibilidad ecológica cada vez mayor, pero no ha logrado cambiar sus hábitos nocivos de consumo que, en lugar de disminuir, parecen crecer aún más. Un ejemplo simple es el uso y la potencia cada vez mayores del aire acondicionado». el papa escribe
«Los mercados, que se benefician inmediatamente de las ventas, estimulan una demanda cada vez mayor», continúa.
Francisco llega a una conclusión algo diferente a la de sus críticos. «Un extraño que mira nuestro mundo se sorprendería de tal comportamiento, que a veces parece autodestructivo», dice.
Sí, esto parece una enseñanza difícil. Pero deténgase y piense: ¿cómo sobrevivimos miles de años antes de que se inventara el aire acondicionado?
Incluso hace 20 o más años, el aire acondicionado no era muy común en la mayoría de los lugares de Italia, por ejemplo. Y la mayoría de las personas en este país siguen siendo ambivalentes acerca de su uso hoy.
Desafortunadamente, eso tiene más que ver con el temor de que el aire recirculado no sea saludable, en lugar de sus efectos nocivos para el medio ambiente, por lo que muchos italianos usan aire acondicionado con las ventanas abiertas para dejar entrar aire fresco o natural.
La vida sin aire acondicionado, incluso en lugares calurosos como Roma en julio y agosto, no es imposible. Solía ser la norma. Había estrategias antiguas para evitar que nos quemáramos, como dibujar las persianas y usar uno o dos fanáticos.
El ritmo de vida (y el trabajo) se ralentizó considerablemente cuando no había aire acondicionado. Y los apetitos de las personas se redujeron significativamente. Estas nunca fueron consideradas cosas malas. De hecho, se consideró que el cambio del ritmo diario estaba en sintonía con la naturaleza y era algo muy saludable.
Pero nuestra sociedad cada vez más consumista y la locura de producir cada vez más dan poco valor al tiempo de inactividad.
Poniéndose a tono con la naturaleza.
El Papa Francisco tiene razón al criticar el uso excesivo (y abuso) del aire acondicionado.
«Nadie está sugiriendo un regreso a la Edad de Piedra, pero sí necesitamos reducir la velocidad y ver la realidad de una manera diferente, para apropiarnos del progreso positivo y sostenible que se ha hecho, pero también para recuperar los valores y los grandes objetivos barridos». lejos por nuestros delirios desenfrenados de grandeza «, dice (LS, 122).
Porque, como dice el papa, «donde solo cuentan las ganancias, no puede haber pensamientos sobre los ritmos de la naturaleza …» (LS, 190).
Joao Braz de Aviz dice que nuestras relaciones con la Iglesia y entre nosotros necesitan una reevaluación constante
Anne-Bénédicte Hoffner 17 de julio de 2019
Cardenal Joao Braz de Aviz
«Hay que ver qué es fundamental y qué no. Muchas cosas de la tradición, que son más bien una cultura antigua, ya no son útiles», dijo el cardenal brasileño Joao Braz de Aviz al periódico paraguayo Ultima Hora el 14 de julio.
Prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica desde 2011, el Papa fue enviado por el Papa Francisco para participar en una reunión de 90 congregaciones religiosas en Paraguay, que celebraba el 60 aniversario de la Conferencia de Religiones del país sudamericano. .
Consultado sobre los desafíos de la vida religiosa, el cardenal dice que trabaja mucho «para la transformación de la formación», una formación que debe ser «un proceso de la vida», un «camino» y que «requiere mucha atención, responsabilidad y la Capacidad de perdonar, de escuchar «.
«Tenemos que cambiar mucho», admite el cardenal. «Una forma de rezar, una forma de vestir …»
Por ejemplo, continúa, «tenemos formas de vida vinculadas a nuestros fundadores que no son esenciales: una forma de orar, una forma de vestir, de dar más importancia a ciertas cosas que no son tan importantes y de descuidar otras que sí lo son. Todos Las cosas secundarias pueden caer, pero los carismas especiales de los fundadores no pueden caer «.
Para este brasileño, un ex arzobispo de Brasilia, la vida cristiana consagrada incluso debe enfrentar grandes problemas humanos como la afectividad y la sexualidad, repensar la relación entre autoridad y sujeto, así como la relación entre el hombre y la mujer, que ya no está en una «defensa». Modo pero más «integrado, profundo y completo».
El celibato un pilar de la vida consagrada.
Cuando se le preguntó si el celibato era una de esas cosas que debían abandonarse, la persona a cargo de las vidas dedicadas a la Curia romana responde negativamente.
El celibato es fundamental, insiste, calificándolo de uno de los pilares de la vida consagrada, de los cuales los tres votos son pobreza, castidad y obediencia.
«Pero estos no son mandamientos, son propuestas, son consejos evangélicos», dice el cardenal Braz de Aviz.
«Todos deben averiguar si están o no llamados a hacerlo. A veces las personas cometen errores y piensan que se les llama, pero ese no es el caso. Otros no aceptan, porque no lo ven [celibato] como un Valor; hay que distinguir, discernir y seguir «.
Al abordar la cuestión del clericalismo, el cardenal invita a las congregaciones religiosas a reflexionar profundamente. En sus ojos, el sacerdocio debe considerarse «no como lo más importante», sino como «una vocación» entre otras.
«En la vida consagrada, el sacerdote no debe ocupar el primer lugar, debe ocupar el mismo lugar que otros hermanos y hermanas», dice.
«Esto, por ejemplo, debe cambiar. El Papa dice que se debe hacer una distinción entre poder y autoridad. La autoridad divina es buena, no poder».
Transparencia y rendición de cuentas.
Cuando se le preguntó acerca de cómo el papa deseaba manejar la crisis de abuso sexual en la Iglesia, su «ministro de la vida consagrada» resume claramente el enfoque de Francisco: «El papa quiere transparencia. Él quiere responsabilidad».
«El Papa dice que incluso si hubiera un solo caso de abuso en la Iglesia, debería ser revelado, porque la figura consagrada del sacerdote es una figura que indica un valor divino», enfatiza, destacando el «gran bien» realizado Por los medios de comunicación cuando «ponen todo esto en perspectiva».
A su llegada a Asunción, Paraguay, el cardenal Braz de Aviz hizo una declaración a la AFP que se extendió a través de las redes sociales.
«Si han surgido casos en la vida de la Iglesia, debemos aclararlos», dijo. «Estamos muy avanzados [en investigaciones] pero hay muchas denuncias que no son ciertas, y son las comisiones diocesanas las que verifican si esto es cierto o no».
En esta entrevista, optó por centrarse en la solución a la crisis actual: «Aclarar los casos y luego cambiar nuestra forma de ser».
Cuando Hugo Chávez asume la presidencia de Venezuela en el año 1999, François Houtart decide vivir en América del sur, particularmente en Ecuador. En Quito será acogido por la Fundación del Pueblo Indio del Ecuador[1] en donde permanecerá hasta al 6 de junio del 2017, su último día de vida.
En el mes de noviembre del 2012 encontré y entrevisté a François Houtart en Quito después de haber leído su texto “Deslegitimar el capitalismo, reconstruir la esperanza”. Además, tuve el inmenso placer de asistir en una clase magistral suya en el seminario internacional “Sumak Kawsay y el planeta”[2]realizado en la localidad Pucahuaico[3] en el mismo año.
DM: Usted ha declarado que se necesita construir un paradigma alternativo al capitalismo. ¿Cuáles son los elementos constitutivos de este nuevo paradigma?
FH: Son: a) la vinculación con la naturaleza, b) la producción material para vivir, c) la organización colectiva, d) la cultura. El capitalismo destruye las dos fuentes de su propia riqueza: la naturaleza y el trabajo. Frente a eso necesitamos la transformación y la constitución de un nuevo paradigma. Debemos reconstruir la relación con la naturaleza. Pasar de la explotación al respecto de la vida como fuente natural. Es fundamental inspirarnos en los pueblos originarios de América Latina que conviven con la Pachamama[4] y alimentan el Sumak Kawsay. Necesitamos una nueva definición de la economía que no puede ser solamente agregar valor en función de los intereses de unos pocos. Es indispensable redefinir la economía como una actividad humana colectiva que produce la base material de todas las vidas: la vida material, la vida física, la vida cultural y la vida espiritual de todos los seres humanos del planeta.
Para superar el capitalismo debemos privilegiar el valor de uso al valor de cambio. El sistema capitalista da prioridad al valor de cambio para transformar todo en mercancía. Se debe replantear una nueva y diferente organización colectiva de la humanidad, la cual, no puede realizarse sin la universalización de un proceso de democratización de todas las instituciones (políticas, económicas, sociales culturales, deportistas, religiosas). Y finalmente la interculturalidad. Hemos definido y construido el desarrollo en función de la cultura occidental – capitalista. Ya no podemos marginalizar o destruir todas las otras culturas. Debemos reconocer y estudiar todas las culturas, todos los saberes, todas las religiones. Eso contribuye a la construcción delBien Común de la humanidad.
DM: En su libro “Deslegitimar el capitalismo, reconstruir la esperanza” habla de la teología de la liberación como sujeto crítico al actual sistema capitalista. ¿Cuál es, para usted, la crítica principal de la Teología de la Liberación hoy?
FH: La Teología de la Liberación es contextual, es decir, se construye en la realidad humana. La especificidad de esta Teología reposa en la contextualización de la realidad con los ojos de los pobres. El Evangelio obliga justamente a ver la realidad y el contexto en función de la situación de los pobres y de los oprimidos. La pobreza se crea mediante las relaciones sociales y no es algo natural. En este sentido la Teología de la Liberación desarrolla una crítica al paradigma capitalista en cuanto crea una enorme concentración de riquezas en pocos grupos y al mismo tiempo fomenta pobreza en la gran mayoría de la población.
DM: Usted participó en el Concilio Vaticano II. Después del mismo Concilio surge una iglesia liberadora en el obispado latinoamericano. En Ecuador la figura más representativa de esta iglesia fue el Monseñor Leonidas Proaño ¿Cuál fue el compromiso mayor del mismo Monseñor con los oprimidos de su país?
FH: Conocí a Monseñor Proaño cuando fue nombrado obispo[5]. Cuando empezó su trabajo en la Diócesis de Riobamba se impresionó por la situación de pobreza en la que vivían los indígenas de su provincia. Le impactó la terrible opresión que sufrían los mismos indígenas por parte de los terratenientes. Por eso, con su convicción cristiana muy profunda llegó a la conclusión que el mensaje de Cristo no podía ser auténtico sin los principios de la teología de la liberación. Él fue miembro del CELAM (Consejo Episcopal Latinoamericano) y fue muy activo en este Consejo. El CELAM, durante el Concilio Vaticano II, al contrario de lo que se esperaba – no siguió al episcopado españoles o portugueses que eran muy conservadores. A la conclusión del Concilio Proaño, una vez regresado a su país, se concentró de manera particular en el trabajo de concientización de los pueblos indígenas.
DM: En el mismo texto, “Deslegitimar el capitalismo, reconstruir la esperanza”, analiza la crisis de la Teología de la Liberación y la extensión la Teología de la Prosperidad. ¿A qué se refiere exactamente con esta nueva Teología?
FH: Hoy día se habla de una crisis de la teología de la liberación. La apertura de la economía mundial al neoliberalismo, la transformación del papel de los organismos financieros internacionales convertidos en instrumentos directos de esta filosofía económica, han hecho del capitalismo como el único maestro del juego. Se ha desarrollado una nueva cultura, la idea de que no hay alternativas al mercado capitalista. Los nuevos movimientos religiosos se desarrollan centrados en las necesidades individuales de búsqueda de sentido y de nuevas solidaridades interpersonales. Se extiende la “Teología de la Prosperidad” que pone lo divino al servicio de una posibilidad cada vez más aleatoria donde propone el intercambio con un Dios que recompensa materialmente a los seres humanos que le sirven ritualmente. Se legitima la riqueza y se la considera como una señal de la bendición de Dios. Esta teoría ignora totalmente los mecanismos económicos y sociales que construyen las riquezas mediante la explotación laboral y el saqueo de los recursos naturales realizado por las grandes multinacionales.
Referencias:
Houtart, François. 2008. Deslegitimar el capitalismo. Reconstruir la esperanza, Colombia: Ruth Editorial.
Grupo de Pensamiento Alternativo. 2019. François Houtart. Vida y pensamiento, Ecuador: Ediciones desde abajo.
[1] Institución fundada por el Monseñor Leónidas Proaño.
[2] El seminario fue realizado por la Fundación del Pueblo Indio en los días 27, 28 y 29 de enero del 2012.
[3] En esta localidad, cerca de San Antonio de Ibarra, reposan los restos del Monseñor L. Proaño.
El pasado día 4 estuvo en Cádiz el teólogo Juan José Tamayo, reunido con un amplio número de militantes cristianos de base, muy interesados en escuchar su charla sobre la Democracia en la Iglesia y la vida de las primeras comunidades cristianas. Quiero decir que me sorprendió muy positivamente el número de asistentes (cerca de 50 personas), que fueron convocadas por mí de modo informal, pues no hubo tiempo material de haberlo convocado por el Grupo Cristiano de Reflexión- Acción, al que pertenezco. Asistió casi todo el grupo cristiano de Reflexión- Acción, también de Iniciativa Galilea, del Comité Óscar Romero, MOCEOP, de Comunidades Cristianas Populares y de otros colectivos y militantes cristianos de diversas parroquias.
El local de la charla nos fue cedido generosamente por la Asociación cultural «Cofrades de Cádiz» en la calle Berrocal, a quien desde aquí le envío mi agradecimiento por su oferta desinteresada. Presenté a Tamayo como un antiguo amigo de hace ya muchos años, con el que he coincidido en numerosas ocasiones en encuentros en Madrid de la Asociación de Teólogos/as Juan XXIII, de MOCEOP, de Redes Cristianas….El es uno de los teólogos de mayor prestigio, con proyección no sólo nacional (ha estado dando conferencias en numerosas ciudades), sino también a nivel internacional, pues lo llaman con frecuencia de EEUU y de América Latina. Él es el secretario de la Asoc de Teólogos/as Juan XXIII y tiene escrito numerosos libros (74) de temas muy diversos: Teología de la Liberación, La Comunidad Cristiana, feminismo, derechos humanos, Islam…etc..etc..
Empezó la charla sobre el tema que le habíamos sugerido: 1.- ¿Dónde empezó lo que llamamos Iglesia? Surge en Palestina en la región de Galilea por un grupo de mujeres libres y emancipadas. Es un movimiento igualitario, de hombres y mujeres, donde no hay discriminación ni por sexo, ni por cultura, ni creencias…Es una comunidad itinerante, donde no existe la propiedad privada…Se escucha la palabra de Dios y se procura llevarlo a la práctica. Todo lo contrario al actual sistema piramidal de la Iglesia: Papa-obispos-sacerdotes-fieles—-NO. Es una comunidad de discipulado para seguir las enseñanzas y las prácticas liberadoras de Jesús el Nazareno.
A este movimiento lo cohesiona la comida entre iguales, la comensalía y la crítica al poder, a todo poder: religioso, político, económico, patriarcal..Es un movimiento contrahegemónico ubicado en los márgenes de la sociedad y solidaria con las personas marginadas con quienes comparte su estilo de vida y las luchas de la liberación del poder imperial y de la religión oficial. Ser críticos contra todo poder será señal inequívoca de ser seguidores de Jesús. 2.- La Iglesia después de la Resurrección. La Iglesia no estaba en el proyecto de Jesús. Jesús anunció el Reino y vino la Iglesia, dijo Alfred Loisy. Y Tamayo añadió ¡Qué fracaso! Las primeras testigos de la Resurrección de Jesús son las mujeres, quienes se encuentran en el origen de la iglesia cristiana. La primera Iglesia se configura en torno al binomio Comunidad-ministerios-carismas y bajo la tríada apóstoles (Testigos de Jesús histórico), profetas (transmiten el mensaje de Jesús) y doctores (enseñan).
No se configura la iglesia en forma de poder, sino en comunidades domésticas donde hay diversidad de carismas y ministerios. La responsabilidad de estas comunidades recaía sobre las mujeres, quienes, como afirma Schillebeeck, quizá presidieran la eucaristía.
3 .- Paso de la Iglesia doméstica a la Iglesia institución. Poco después se produce un cambio en la estructura de la Iglesia: se pasa de apóstoles-profetas-doctores a obispos-presbíteros-diáconos con un sentido muy cultual, jerárquico y patriarcal. Los ministros religiosos ejercerán sus funciones como los funcionarios del Imperio romano. Se marca la gran diferencia: Obispos y sacerdotes -fieles. Las mujeres quedarán excluidas.
Se impone el episcopado monárquico. El Papa, los obispos y sacerdotes se apropian de la eclesialidad.. Pero la Iglesia no son solo los jerarcas. La Iglesia somos todos. Hay un movimiento internacional que se llama «Somos Iglesia» y así lo reivindica .
Prácticamente hasta el primer milenio, los obispos eran nombrados por el pueblo. 4. Nuevas perspectivas desde el Vaticano II. En el Vaticano II hay dos eclesiologías enfrentadas o al menos yuxtapuestas y no debidamente articuladas: la Iglesia como institución jerárquica y la del discipulado y Iglesia pueblo de Dios y comunidad de creyentes. Con Juan Pablo II y Benedicto XVI, que gobiernan durante 33 años, se refuerza el carácter jerárquico-piramidal y se vacía su carácter comunitario y popular. Se produce una fuerte involución.
5.- La Iglesia con el Papa Francisco. Se dan cambios importantes en la defensa de los derechos sociales, en la crítica del capitalismo como sistema injusto en su raíz, en la defensa de la Casa común con su magnífica encíclica Laudato Si. Pero ¿en lo eclesial? ¿Hay una vuelta al discipulado y a la vida comunitaria? NO. Aunque sí hay cambios significativos cuando habla de que la Iglesia no puede ser autoreferencial, sino que tiene que ir a las periferias… Pronto se dará a conocer un documento sobre la reforma de la Iglesia, elaborado por un grupo de cardenales
¿Puede ese documento contribuir a dar un giro a la Iglesia? Hombres ancianos, todos clérigos, todos varones, sin representación alguna de las comunidades de base, de los seglares, de las mujeres, de las congregaciones religiosas, de los teólogos y teólogas…. Por lo que se refiere a los obispos españoles, siguen siendo nombrados por el Vaticano, sin intervención alguna por parte de las comunidades a las que son destinados y con tendencias conservadoras. Hubo luego una importante relación de preguntas por parte de los asistentes sobre numerosos temas. Tamayo recopiló las cuestiones planteadas y estuvo insistiendo en algunas cuestiones muy importantes: el peligro del neofascismo. Neofascismo apoyado en España por grupos importantes católicos como Hazte Oir, Infocatólica y algunos obispos. El problema del dinero en las prioridades de la Iglesia: inmatriculaciones (que algunos calculan en más de 40.000). Lo estamos viendo en la diócesis de Cádiz cómo lo que prima es el dinero, pero también en otras muchas diócesis…Los cobros millonarios por las visitas a la Mezquita o la Catedral de Sevilla, la campaña de la renta del IRPF con la cruz….
Si hay algo claro en el evangelio es que «No se puede servir a Dios y al dinero». Por eso Tamayo terminó diciendo que por todo lo que había expuesto en su charla, le parecía claro que el obispo de Cádiz y Ceuta debería ser cesado: no ha sido nombrado por el pueblo y está haciendo daño a muchísimas personas.
Qué cristianismo hay que seguir? El cristianismo es anticapitalista, antifascista, solidario con los movimientos sociales, una iglesia en salida como dice Francisco, al estilo de Óscar Romero y otros profetas de nuestro tiempo… Yo intervine al final para decir que ante tanto tinglado eclesiástico, ajeno al evangelio de Jesús, debemos optar por ser una alternativa para vivir la fe en comunidades vivas de base, para leer la palabra de Jesús y procurar llevarla a la práctica, todos unidos y celebrar nuestra fe en común al estilo de las primeras comunidades cristianas.
Varios libros de Tamayo estuvieron puestos a la venta. Yo compré el último suyo: «Un proyecto de Iglesia para el futuro de España». Se vendieron bastantes. También se informó del Congreso de Teología a celebrar en Madrid del 6 al 8 de septiembre y de un curso de verano en Laredo donde interviene también Tamayo.
Gran satisfacción en general por parte de todos los asistentes que dieron un fuerte aplauso al terminar su charla con nosotros. Ya en la calle un buen grupo de personas le estuvo informando de todas las cosas que vienen sucediendo en la diócesis desde la llegada de Zornoza a Cádiz. Tamayo se quedaba perplejo. Nota: El resumen de la charla de Tamayo es mía, tomada un poco a vuela pluma. Cualquier imprecisión o frase no correcta no hay que achacarla a él sino a quien ha tomado estas notas.
«Menos aún las solemnidades, la pompa y el boato de la corte imperial, que la Iglesia copió»
No a la pompa y boato en la Iglesia
«¿Qué tiene que ver el esplendor litúrgico de nuestras catedrales (mal imitado en tantas parroquias) con la sencillez pobre y humilde que se relata en el Evangelio?»
«Lo que tiene que hacer la Iglesia no es poner al día la religión del templo y de los sacerdotes, que es la religión a la que se enfrentó Jesús, sino vivir y explicar el Evangelio»
El papa Francisco, sólo con su forma de ser y de vivir, le ha dado una nueva orientación al papado. Una orientación más humana y más evangélica. Esto es capital. Pero no basta.
Lo importante ahora es concretar esta nueva orientación, tomando decisiones que modifiquen la Iglesia, en cosas concretas, cosas que vea y palpe la gente. Y, sobre todo, cosas que son necesarias y apremiantes.
Empezando por la liturgia, que suele ser lo que la gente ve, oye y palpa en cuanto entra en una iglesia. Es un hecho que las ceremonias, a las que asistimos en los templos, tienen su origen no precisamente en la forma de vida que llevó Jesús y que nos relatan los evangelios.
Ni Jesús fundó templo alguno, ni quería templos. Y menos aún las solemnidades, la pompa y el boato de la corte imperial, que es lo que la Iglesia copió, en los siglos IV y V, para recordar la vida de Jesús, que nació en un establo; y la muerte de Jesús que acabó colgado como un delincuente subversivo.
¿Qué tiene que ver el esplendor litúrgico de nuestras catedrales (mal imitado en tantas parroquias) con la sencillez pobre y humilde que se relata en el Evangelio?
Además – y por si era poco – abundan los templos y catedrales en los que hay que pagar dinero para entrar a verlos. Y se cobra dinero por los sacramentos que se administran, se le saca dinero al Estado, se obtienen privilegios fiscales, etc., etc.
Por supuesto, los problemas que tiene que afrontar la Iglesia en la Amazonía son muy distintos de los problemas que tiene que resolver en Europa. Pero, lo mismo en la Amazonía que en Europa, lo que tiene que hacer la Iglesia no es poner al día la religión del templo y de los sacerdotes, que es la religión a la que se enfrentó Jesús, sino vivir y explicar el Evangelio, que consiste esencialmente en actualizar la forma de vida que practicó el mismo Jesús.
Desde este punto de vista, lo que más urge en este momento es analizar a fondo si la vida de los sacerdotes y religiosos ayuda a la gente a entender y vivir el Evangelio. Y si la liturgia y los sacramentos son, en este momento, las prácticas adecuadas y comprensibles, para que la gente encuentre respuesta a las muchas preguntas que hoy nos preocupan y hasta nos asustan en tantas situaciones que ya no admiten espera.
Ser latinoamericano significa haber nacido en una región que ha sido escenario de grandes y profundas pérdidas, heridas y despojos por manos conquistadoras occidentales; así como también de sueños místicos perfumados con aroma de rebelión, esperanza de igualdad y libertad por parte de miles de indígenas y negros esclavizados y sus hijos mestizos, quienes a lo largo de seis siglos, se han afanado por definir su identidad, labor que aún parece no tener frutos.
Latinoamérica realidad multidiversa
Mucho se habla sobre los problemas de identidad que nos defina en Latinoamérica, pero ¿qué se entiende por latinoamericanidad? Sobre este particular, Villoro (1998:53) comenta que “identificar a un pueblo sería señalar ciertas notas duraderas que permitan reconocerlo frente a los demás, tales como: territorio ocupado, composición demográfica, lengua, instituciones sociales, rasgos culturales”. Tomando lo anterior y siendo Latinoamérica una región resultante de diversos procesos históricos en los cuales el sincretismo ha ido configurando toda una cosmovisión muy particular, cabe preguntarse ¿Cuál será entonces nuestra identidad cultural como pueblo latinoamericano?
Estudiosos sobre el tema han dedicado valiosos aportes dirigidos a dibujar un retrato de nuestra identidad; Según Rodó (1976: 3), el ideal de ésta se materializa metafóricamente en el Ariel de Shakespeare, personaje intelectual y poético de su obra La Tempestad “la parte noble y alada del espíritu” pero que es un esclavo de Próspero. La propuesta de Rodó consiste en volver a las raíces europeas, a través de la refinada educación de los jóvenes y cubrir, de alguna forma, nuestros orígenes negros e indígenas para sumergirnos en el llamado primer mundo (o la realidad de Próspero). Contrariamente, Fernández Retamar (1973) y Aimé Cesaire (2000) consideran que somos más como Calibán, otro protagonista también esclavo pero caníbal y medio primitivo, aguerrido y sublevado, a pesar de su condición. De tal manera que Calibán “representa al hombre común”, al mestizo rebelde, quien “tuvo que aprender la lengua de su amo, para poder maldecirlo”. Diversos autores, entre estos García Canglini (1996), nos conciben como un pueblo híbrido; en otras palabras, somos a la vez Ariel y Calibán. De modo que ser latinoamericano representa tener, al menos, dos caras en una misma medalla.
Nuestro territorio es amplio, cuyos ríos y mares han sido navegados en canoas y carabelas; están minados de tiburones y cocodrilos y adornados con guacamayas. Aquí se toma masato y Coca Cola, se comen hayacas o tamales, sancochos y mondongos, pero también paella y arroz con leche. Se profesa la religión católica; se va a misa y se usan contras, azabaches y medallitas de la Virgen como amuletos para la protección personal; se realizan despojos para espantar la mala suerte; se baila el tambor en algunas fiestas religiosas como San Juan y San Benito; se alaba a la Virgen María y a la reina María Lionza; también es tierra de espantos famosos como el Silbón, la Llorona, la Sayona, leyendas narradas en español que es la lengua predominante aunque también se habla portugués. Haber nacido en estas tierras implica conocer de cerca el sentido de términos como esclavitud, discriminación, pobreza, enfermedad, ignorancia, hambre y tercermundismo y de otros como alienación, rebelión, emancipación y lucha.
Suena variado ¿cierto? La variedad es un concepto que los latinoamericanos entendemos muy bien, tal vez porque no somos europeos aunque nos parezcamos a ellos; ni africanos, pese a tener nariz chata y cabello rulo, y mucho menos indígenas a pesar de la melancolía ancestral que hemos arrastrado desde hace casi 600 años por nuestras madres aborígenes quienes tal vez fueron seducidas para luego ser violentadas y esclavizadas por los españoles en la época colonial, representadas en la leyenda de Malinche. Indias encandiladas por los españoles pero que no dejaron de ser víctimas, madres quienes alumbraron hijos mestizos, los cuales aún estamos preocupados por buscar una identidad que mal llamamos perdida y que siempre nos hemos empeñado en perseguir, a pesar de no tener claro cuál es. Quizás es porque somos mestizos, híbridos, sintéticos o como diría Vasconcello (1925) una “raza cósmica”.
Un latinoamericano lleva dentro de sí una mirada multifocal porque es a su vez negra, blanca e india. Resulta difícil definirnos, identificarnos con una sola de esas tres culturas. Así pues es natural que al resto del mundo, hijo legítimo o por adopción de Occidente, le resulte algo complicado comprendernos Tal cual como lo firma Guerrero Briceño (1966). Y es que no es simple lidiar con quien lleve dentro de sí y de manera simultánea a un occidental y a un “bárbaro”. Profesamos la cultura helénica que es lógica y progresista, cordón de plata que nos une a Europa y al mismo tiempo, tenemos pensamientos místicos, poéticos, sensibles y mágicos.
Latinoamérica siempre ha sido concebida románticamente, como un territorio místico y milyuanochesco. En plena conquista, se narraban en Europa leyendas sobre mujeres amazonas y El Dorado, las cuales hacen que “estamos infestados de mitología y utopismo”, en palabras de Vargas Llosa (2013), porque América no “fue descubierta sino inventada” como lo declara O’Gorman (2010). Somos al unísono la melodía resultante entre civilización y pueblos originarios, aspectos que parecen mutuamente excluyentes, pero que en Latinoamérica se dan el lujo de coexistir dentro de una misma cultura.
Esa concomitancia de miradas en el pensamiento latinoamericano ha generado, de acuerdo con de Briceño Guerrero (ob.cit), una cultura sincrética, mezclada; en otras palabras, una hibridación de la tres originarias. Asumiendo que sean tres, pues los españoles que llegaron a América eran producto de mestizaje con África y realmente no procedían de la Europa occidental (Bernal: 1987). Aunado a ello, se ha especulado sobre la presencia en estas tierras de emigrantes asiáticos, en momentos históricos previos a la llegada de Colón. Por lo tanto, es difícil en términos culturales o hasta biológicos hablar sobre razas y culturas originarias puras (a pesar del ensayo sobre la desigualdad de las razas escrito por Gobineau en el siglo XIX) pues los seres humanos tendemos más a la hibridez que a la homogeneidad como lo señala García Canglini (ob.cit). El contacto ha sido característico de los humanos lo que hace imposible suponer purezas, sobre todo de tipo cultural.
Así pues, el término cultura ha sido empleado a lo largo del tiempo para designar las formas de actuar y de vivir del hombre en determinado contexto. La palabra tiene etimología latina cultüre y su significado literal hace referencia a cultivar o practicar algo colere. También tiene relación con el acto de honrar algo, bien sea una deidad religiosa, un cuerpo o un espíritu. En el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), las diferentes acepciones del término se refieren al cultivar el conocimiento así como también al conjunto de modos de vida y de costumbres de un determinado grupo en un contexto geohistórico específico. Por su parte, Boas (1945:166) la define como “la totalidad de reacciones y actividades mentales y físicas que caracterizan la conducta de los individuos componentes de un grupo social, colectiva e individualmente, en relación a su entorno natural…”. En otras palabras, la cultura es un sistema de representaciones mentales que poseen los seres humanos sobre las actividades que realizan en una sociedad de la cual forman parte. En esta misma línea, Geertz (1957:20) explica el término:
La cultura es la trama de significados en función de la cual los seres humanos interpretan su existencia y experiencia, así mismo como conducen sus acciones, la estructura social (sociedad) es la forma que asume la acción, la red de relaciones sociales realmente existentes. La cultura y la estructura social no son, sino diferentes abstracciones de los mismos fenómenos.
Es decir, la cultura es el sistema de símbolos y significados socialmente compartidos por unos actores que son conductores de aquella, una red de signos, una interacción o comunicación, por lo que el autor otorga a la cultura un valor como instrumento informativo y realza la importancia que posee la relación entre la cultura y el lenguaje.
La voz cultura ha alcanzado una gran extensión en su significación que puede ser interpretada como un hecho empírico o como instrumento de construcción de identidad así pues se distingue entre cultura popular, de masas, del consumo; entre otros. Bordeau (1970) observó dentro la cultura elementos que sirven como instrumentos de dominación como la moda, los deportes, la comida, las artes y la literatura. De manera que la cultura es el plano en cual se entretejen relaciones de poder entre grupos dominados y grupos dominantes, en el la que cada punto donde se ejerce el poder genera un foco de resistencia (Foucoult: 1980).
Sobre este particular, se ha estudiado y analizado la identidad cultural latinoamericana pues, históricamente surge a partir de un proceso de aculturación patrocinado por España, en su afán de dominar y colonizar, y la cual posteriormente, sufre una incorporación de diversos elementos que la han llevado a presentar un carácter sincrético. No obstante, pensadores latinoamericanos como Ortiz (1999) han concebido nuestra cultura como fenómeno de transculturación pues si bien se llevó a cabo inicialmente una aculturación, en especial por la imposición del uso de la lengua castellana, en el transcurrir histórico se fueron incorporando elementos autóctonos de los grupos indígenas y africanos. Esta presencia de elementos variados es evidenciada en diversos ámbitos que configuran el quehacer cultural en toda la región. En la música, por ejemplo, se observan componentes aborígenes y africanos, en manifestaciones como la cumbia colombiana, el Calipso brasileño y los Tambores venezolanos; también, están presentes en la Salsa y el Merengue que caracterizan musicalmente a casi toda la región. En la literatura, Rama y García Canglini señalan que híbrido sería el término adecuado para referirse a la obra mestiza de autores como Rulfo, García Márquez, José Martí, Ruben Dario, Alejo Carpentier, José María Arguedas, Nicolás Guillén, Octavio paz y Pablo Neruda; entre otros, en los que se pueden apreciar elementos de origen negro, así como también elementos mágicos y místicos propios del pensamiento indígena. En el arte, el mestizaje se puede vislumbrar en el estilo barroco de diversas edificaciones en toda la región. En la pintura la última cena del peruano Marcos zapata, en la cual incluyó un cuy o conejillo de indias como plato principal, representa la inclusión de elementos autóctonos en las expresiones artísticas.
Lo anterior ha generado que estudiosos de la cultura latinoamericana como Briceño Guerrero (ob. cit) Y Uslar Prieti (1996) afirmen que somos un pueblo mestizo, no sólo genéticamente sino también desde un punto de vista cultural. Negros, blancos e indios fusionaron sus culturas, saberes y sabores, cada quien a su modo, y generaron toda una nueva forma de ver el mundo, única, convergente, armónica, como consecuencia tuvo su génesis toda una cultura particular. Al respecto señala Uslar Prieti (ob.cit):
Lo que vino a realizarse en América no fue ni la permanencia del mundo indígena, ni la prolongación de Europa. Lo que ocurrió fue otra cosa y por eso fue Nuevo Mundo desde el comienzo. El mestizaje comenzó de inmediato por la lengua, por la cocina, por las costumbres. Entraron las nuevas palabras, alimentos, los nuevos usos.
Ahora bien, esta fusión trajo como consecuencia otros fenómenos que poco se mencionan en los libros de historia. El contacto de culturas provocó la mutua influencia que aunque no de manera voluntaria, fue algo inevitable. España dominaba gracias a su desarrollo militar, sin embargo, la cultura indígena y negra permearon los escudos españoles con sus elementos lingüísticos puesto que al llegar a América, el contexto exigió a los conquistadores que utilizaran diversos vocablos indígenas para poder nombrar la nueva realidad que estaba frente a sus ojos. Conocieron la papa, el maíz y el chocolate, también el árbol de quinua cuyo producto la quinina ayudó a controlar el brote de malaria en Europa, en el siglo XVII. El famoso poema escrito por Juan Castellanos Elegías de Varones Ilustres de las Indias, escrito a finales del siglo XVI, sirve de evidencia para este hecho de fusión lingüística. En éste debió incorporar por primera vez voces aborígenes para poder reseñar y describir la realidad que visualizaba, pues la lengua castellana había llegado en ese momento al límite de su creación, como bien lo explica Lapesa (1980:125) por lo que carecía de voces suficientes para nombrar el nuevo mundo, lo que originó que el español se expandiera y se transformara hasta crear el español de América.
La religión católica y la lengua española como instrumentos de dominación de la corona española en el siglo XVI
Nuestros aborígenes padecieron todo un proceso de aculturación en el proceso de la colonia. Les fue impuesto el aprendizaje y uso de la lengua castellana. Es decir, tuvieron que aprender una lengua ajena a su contexto, que describía una realidad desconocida y por ende inimaginable para ellos, pues sus símbolos y significados eran totalmente distintos a los de los ibéricos. La España que pisó estas tierras en el siglo XVI era heredera de la cultura occidental minada de inventos científicos, ideas de progreso y orden, caballeros de la corte, reyes, doncellas, palacios, dinero, arte, moda, educación, escritura, religión católica y capitalismo. Todos conceptos ajenos y extraños a la cultura aborigen. Lo anterior produjo lo que llamaría un choque cultural, a causa del idioma y, retomando el concepto de cultura de Geertz (ob.cit), de los significados atribuidos a los distintos símbolos y representaciones culturales que poseía cada grupo étnico involucrado en el proceso de conquista. De modo que no se puede entender ni nombrar lo que no se conoce. La cosmovisión de cada pueblo está dada por el contexto sociocultural en el que nace cada persona y la lengua sirve de instrumento para comprender el mundo circundante, Wittgenstein (1921). ¡Desaventurados nuestros ancestros aborígenes! Tuvieron que hablar de seda, vino y aceitunas cuando en América usaban guayuco, bebían chicha y comían casabe.
Pese las diferencias culturales y lingüísticas mencionadas, España exigió que los indios adquirieran el español y fueran evangelizados en esa lengua, recordemos en este punto lo planteado por Foucoult (ob.cit) y Bordeú (2001) sobre la idea la capacidad de dominación que poseen los elementos culturales y el capital simbólico, así la implantación de la religión católica, entre otros aspectos, sirvió como elemento subyugación en el Nuevo Mundo. Bordeau (ob. Cit: 4) concibe la aculturación como otra forma de violencia:
Todo poder de violencia simbólica, o sea, todo poder que logra imponer significaciones e imponerlas como legítimas disimulando las relaciones de fuerza en que se funda su propia fuerza, añade su fuerza propia, es decir, propiamente simbólica, a esas relaciones de fuerza.
Como bien es sabido que nuestros aborígenes no sólo fueron exterminados físicamente si no que también se intentó anularlos culturalmente, situación que no fue del todo posible pues aún quedan vestigios de su cultura ancestral en nuestra cosmovisión moderna.
Ahora bien, dado el marco histórico explicado, vale la pena reflexionar acerca de las consecuencias que generó la implementación de la lengua castellana y de la religión católica en la cosmovisión de nuestros ancestros aborígenes y cuál fue el resultado histórico que surgió a partir de esos hechos.
Consecuencias de la conquista: nuestro capital simbólico ancestral reducido a mitología
Al momento del “encuentro de los dos mundos”, como lo han denominado algunos historiadores, los habitantes de la América precolombina poseían toda una visión del mundo muy distinta a la del hombre occidental, me atrevería a decir que inclusive opuesta. A parte de estar en intima relación armónica con el medio ambiente, sus creencias tenían un carácter cosmocéntrico, en las cuales el Sol y la Luna eran considerados dioses, a causa de su influencia sobre el medio ambiente. Al respecto, Marzal (2002) explica que su concepción sobre lo bueno y lo malo no era igual a la de los occidentales quienes creían en el cielo y en el infierno. Las creencias indígenas estaban determinadas por la abundancia de cosecha y la salud; lo contrario representaba el mal. Al respecto, algunos autores señalan que eran politeístas; no obstante, Eliade (1967) considera que todos los pueblos originarios tenían la creencia en la existencia de un único ser supremo que no tenía contacto con el hombre y lo hacía a través de otras deidades o divinidades que se relacionaban a elementos naturales. Para ellos los dioses eran su vez femeninos y masculinos y dignos de veneración, la cual se practicaba a través de rituales cuyo propósito era agradar a los dioses y mantener el equilibrio. Estos saberes y creencias eran transmitidos de manera oral y pasaban de generación en generación. Así se aseguraban de mantener sus costumbres y creencias, valores y tradiciones.
Por otra parte, Marzal (ob.cit) resalta que la fe humana siempre ha poseído un carácter dual, a saber: bueno/malo, sagrado/profano. Ahora bien, de acuerdo con este autor, las culturas aborígenes tenían su sistema de creencias que era perpetuado a través de los mitos y las leyendas y cada uno se representaba a través de un rito. Los mitos son historias sagradas que se narran para establecer una creencia, casi siempre tienen un carácter religioso, atemporal y cíclico, con el propósito de mantener el orden social; mientras que las leyendas tienen un carácter histórico y social que tratan de explicar el origen de una persona, comunidad o hecho histórico.
Existen diversas definiciones del término. Yalman (1967:62) los concibe como “un ejemplo de la actividad mental de las personas» es decir el mito es una actividad del pensamiento. Otros investigadores como Strauss (1967) y Barthes (1976) lo consideran como un tipo de lenguaje y el último autor lo considera incluso un sistema semiótico pues tiene un sentido interpretable y comunica los valores de una sociedad. Cabe resaltar, que la posición que asumimos en este ensayo en cuanto al mito trasciende la idea tradicional de simple relato o narración oral pues de acuerdo con Burridge (1960) los mitos son el modo que los miembros de una determinada cultura tienen de conseguir información sobre esa su cultura y sobre sí mismos.
Desde un punto de vista antropohistórico, Eliade (ob.cit) explica que la creación de mitos surge a partir de la visión antropocentrista del hombre prehistórico, quien se consideraba a sí mismo la medida del mundo, por lo que a todo lo que no era causado por él y no podía explicarlo, le asignó un sentido sobrenatural. Así surge la creencia en lo sagrado y de alguna manera, la religión. Marzal (ob.cit:27) define religión como: “sistema de creencias, de ritos, de formas de organización, de normas éticas y sentimientos y por cuyo medio los seres humanos se relacionan con lo divino y encuentran un sentido trascendente en la vida”. Se puede afirmar entonces que los pobladores originarios de América, tenían su propia religión y aunque, culturas como la incaica y la maya poseían sistemas de escritura iconográfica (Houaiss, 1980), los demás pueblos eran ágrafos, por lo que la narración oral era su medio ideal para transmitir sus creencias, costumbres, tradiciones, religión y cultura. Los mayas, por ejemplo, plasmaron toda su paidea en el bien conocido Popol Vuh. Sin embargo, no hay mayor registro de documentos escritos de otras civilizaciones pues la mayor parte de su material intelectual concreto, si existió, fue quemado o destruido por los conquistadores para exterminar las idolatrías. De modo que, en el periodo de conquista, casi todas las poblaciones indígenas se valieron de la tradición oral, la cual se dilata más en desaparecer, para perpetuar sus creencias, en sus hijos mestizos.
Como consecuencia de esto y a pesar de su resistencia, ese hombre místico y de religión cosmocéntrica sufre un proceso de pérdida de su identidad cultural, principalmente por la adopción de otra lengua y de la religión cristiana. Los reyes españoles profesaban la religión católica por lo que todo aquel que venerara a un dios distinto era considerado un pecador y por ende su dios era pagano. Es decir, los indios eran bárbaros, pecadores y de religión pagana. Todos debían ser cristianizados para que pudieran tener alma. Al respecto, Ossio (1986) explica que las creencias incas se basaban en la existencia de un monarca capaz de restaurar el orden perdido, una especie de salvador, por lo que los sacerdotes españoles, se aprovecharon de esto y les vendieron la imagen de Jesús como un monarca divino, lo que facilitó la supuesta implementación de la religión católica. No obstante, algunos autores como Carrasco s/f señalan que a pesar de la implantación forzada de la religión y la aparente sumisión indígena, para la época, existía una dualidad religiosa. Los indios enterraban a sus ídolos debajo de los altares para adorarles en secreto. La religión católica, como diría Vargas Llosa (ob.cit), “cambio las apariencias pero no las almas”. Muchos realizaban sus rituales en los ámbitos privados, lejos de la mirada del sacerdote así “perduraron desde la sombra”. Esto lo pudieron lograr porque su religión se parecía a la católica, en cuanto a su dimensión ritualística.
Sobre lo anterior, Marzal (ob.cit) señala que el sistema religioso posee cinco dimensiones: creencia, rito, organización comunitaria, ética y emoción. Cada religión enfatiza un aspecto, de modo que existen religiones más organizadas o más ritualísticas y, así por el estilo. Para explicar un poco, la creencia se refiere a la existencia de un ser supremo o de divinidades que regulan las diferentes actividades del hombre, tal como lo suponían los antiguos griegos. El rito se corresponde con las diferentes formas con las que el humano se comunica con los seres supremos o el ser supremo, pueden ser públicos privados y se clasifican en oraciones y sacrificios. La organización comunitaria implica la congregación en iglesias o cofradías. La ética tiene que ver con los principios morales implícitos en casi toda religión como no matar, no mentir, etc. Ésta tiene incidencia sobre el perfil de quien profesa determinada religión, como por ejemplo el no tomar café de los mormones. Finalmente, la dimensión emoción se relaciona con la cantidad de afectación que tiene el individuo en poner practica los postulados de su religión o grupo de creencias.
Diversos autores como Strauss (1967) y Douglas (1975) señalan la estrecha relación existente entre mito y rito. Strauss concibe el rito como el ente capaz de hacer corpóreo al mito, el cual permanece en lo abstracto y que sólo a través del rito puede llegar a ser tangible. Douglas (ob. cit) por su parte, considera que mito y rito son redundantes aunque el rito es socialmente más evidente y por tanto, puede llegar a ser analizable.
De igual forma, los mitos han sido ampliamente estudiados por otros investigadores como Eliade (2010) y Malinowsky (1985). Eliade (ob. Cit) propone una clasificación y los divide en: cratofanías, relacionados con piedras y minerales y poseen un valor espiritual sagrado; epifanías, en los que los portadores de lo sagrado son plantas, animales, ríos y bosques; teofanía o hierofanías, en los que los dioses o seres sobrenaturales se encarnan en los dioses o seres humanos. Se puede observar con lo anterior que existen diferentes tipos de mitos, cada uno para un propósito específico.
Así pues, el mito era utilizado por los ancestros americanos como instrumento para propagar sus creencias, tradiciones, costumbres y valores, por lo que propongo utilizar el nombre capital simbólico ancestral; en lugar de la voz mito, que sólo alude a narraciones orales fantásticas pues para Europa, las creencias latinoamericanas no eran sino cuentos místicos. Cito la definición de la Real Academia Española (2001) para evidenciar qué se entiende por la palabra mito:
m.Narración maravillosa situada fuera del tiempo histórico y protagonizada por personajes de carácter divino o heroico. Con frecuencia interpreta el origen del mundo o grandes acontecimientos de la humanidad.2. m. Historia ficticia o personaje literario o artístico que condensa alguna realidad humana de significación universal.3. m. Persona o cosa rodeada de extraordinaria estima.4. m. Persona o cosa a las que se atribuyen cualidades o excelencias que no tienen, o bien una realidad de la que carecen.
Dado lo anterior, resulta insultante nombrar nuestra herencia ancestral con la voz mito pues nos lleva a desvalorizarla e incluso negarla. Detienne (1986) considera que emplear la voz mito para referirse al sistema de creencias de los habitantes de la América precolombina es concebirla desde una visión eurocéntrica. De tal modo que debemos comenzar a revisar las categorías que utilizamos para describir nuestra realidad y específicamente, nuestra herencia cultural ancestral.
El mito como narrativa no exclusiva de Latinoamérica sino de la humanidad
Al parecer el hombre de todas las culturas ha creído desde siempre en seres superiores, mágicos y sagrados. Eliade (1967) recopiló las diferentes creencias religiosas de todos los pueblos antiguos del mundo, demostró que cada región poseía sus propios mitos cosmogénicos y tenía sus propios dioses. Clarac de Briceño (1981), en sus estudios sobre el mito, en el espacio tiempo americano nos dice:
“No debe sorprender que pueda haber una estructura mítica común, en regiones tan variadas y tan lejanas unas de otras, geográfica, lingüística y culturalmente. La razón de la presencia de esta universalidad del mito en nuestro continente sugiere que es posible que se trate de una estructura universal que ha encontrado en el espacio americano un buen terreno, tal vez porque tenemos aquí grupos humanos que han vivido algunos más de 40.000 años juntos, en el norte como en el sur, y han intercambiado en esos 400 siglos, sus espacios, su tecnología, sus mitos, creencias y productos.
En la antigua Grecia, por ejemplo, existían mitos sobre los dioses del Olimpo, resulta interesante resaltar que parte de su literatura fue oral, tal como los mitos de Platón. Es decir, la cultura helénica también tenía una historia de narraciones orales y de creencias, tal como nuestros indios “bárbaros”. No fue sino hasta la llegada de Pablo de Tarso en el siglo I, quien con el interés imperialista y conquistador de los romanos liderados por Constantino, que se generó todo un proceso de transcultural en Grecia, presentándole el teo no nombrado, que en este caso era dios judío Jehová. Valga mencionar que en la religión que creó este dictador, sólo se incluyó en el famoso concilio de Nicea, lo que él considero relevante, especialmente las cartas de Saulo o Pablo de Tarso quien se dice no conoció directamente a Jesús, eliminando cualquier otro material que hablara sobre la vida de Cristo. La cristianización del pueblo helénico, trajo como consecuencia que los pueblos conquistados por estos, fueran cristianos automáticamente. De este modo, podemos observar como la religión, históricamente, ha tenido una función imperialista y dominadora y de algún modo acomodaticia a los beneficios de los poderosos de turno. Todo lo que era diferente al interés de los imperios era suprimido de la historia. De manera tal que en nombre de Dios judío se cometieron los crímenes más terribles que han existido, como el holocausto que causaron los europeos en América.
Los procesos históricos nos han formado con sangre y dolor una identidad latinoamericana, que nada entre magia, ritos, y religión cristiana, dando como resultado un sincretismo cultural y por ende religioso. Este sincretismo más allá de percibirse como algo negativo debe asumirse como muestra de nuestra propia identidad, tal como lo plantea O’ Gorman (1947) “la identidad de América Latina no es otra que la que tenemos”.
El sincretismo religioso en Latinoamérica
Cuando Colón pisó por primera vez la tierra americana, los grupos indígenas podían clasificarse en cazadores-recolectores y los pueblos agrícolas. El primer grupo adoraba a las divinidades selváticas, aunque creía en un ser supremo. Estos realizaban ritos para incrementar los peces y los animales. El segundo grupo, por su parte veneraba a las divinidades chtónicas. En sus creencias, existe un héroe cultural que enseñó al hombre todo sobre la agricultura y luego desapareció. Así pues, le realizaban cultos para la fertilidad de la tierra.
Al llegar los europeos, se impuso la doctrina católica como forma única de creencia; no obstante, los indígenas buscaron la forma de encontrar en la nueva religión elementos que pudieran ser comunes a la suya y de ese modo, mantenerla al esconder sus dioses en elementos cristianos. El arribo de los misioneros españoles favoreció esta práctica pues los jesuitas consideraron que era necesario ordenar sacerdotes bilingües. Así, invistieron a varios mestizos para profesar la fe, no obstante; esos mismos colaboradores de la iglesia, realizaban ritos indígenas cuando no estaba cerca la supervisión de un sacerdote. Los indios comenzaron a hacer equivalencias de sus dioses con el dios católico. De modo tal que al venerar al Dios de Israel y a la Virgen María, en realidad estaban adorando a sus dioses y a la Pachamama. En las celebraciones se oían sus cantos en lengua aborigen, pues pocos españoles les entendían y realizaban ciertos ritos como vestir a María con mantos indígenas para rendirle tributo, tradición que aún en la actualidad mantenemos.
Surgen así, elementos que darían origen a una religión al principio con doble cara por temor a la represión de la corona española pero que luego se convertiría en sincrética o mestiza, pues a pesar del paso del tiempo, aquellas creencias indígenas sobre el origen y creación del mundo, sobre dioses del fuego y de los ríos, se mantuvieron presentes en las tradiciones orales de los pueblos mestizos y se fundieron con su fe cristiana. Olvidadas quedaron las intenciones ocultas. Todo el proceso se fue asimilando como tradicional. De hecho, en la actualidad, en Latinoamérica, se realizan las procesiones marianas más efervescentes de todo el mundo como la de la Virgen de Guadalupe en México y la Divina Pastora en Venezuela. Desde 1736, cada año, una familia le es concedido el honor de diseñar y elaborar el vestido de la Divina Pastora de las Almas, patrona del estado Lara, tradición que los fieles realizan con mucha fe y devoción aquí en Venezuela. El hecho de tener en nuestro país un santo patrón de cada estado es muestra del sincretismo religioso pues es de origen indígena, en sus creencias cada elemento de la naturaleza estaba representado y resguardado por una deidad. Lo anterior se debe, según Marzal (ob.cit), a que las prácticas cotidianas incidían directamente sobre el sistema de creencias del hombre americano para lograr la supervivencia, por lo que asumió el catolicismo como religión, dejando poco a poco en el olvido sus creencias originales, a pesar de que permanecen en nuestra cultura vestigios de éstas, gran parte de ellas se han perdido.
Algunas contribuciones en pro de rescatar nuestro capital simbólico ancestral
Los primeros aportes para preservar las creencias aborígenes fueron realizados por americanos mestizos en la época colonial, tal es el caso del cronista Inca Garcilaso de la Vega quien se dedicó a hacer registros escritos sobre la cultura inca. Era hijo de una princesa inca (Isabel ChimpuOcllo) con un Español (Sebastian Garcilaso de la Vega) y quien tuvo acceso a una educación privilegiada en España, donde conoció a Platón y a toda la cultura helénica, lo que en palabras de Vargas Llosa (ob.cit) “pudo haber incidido negativamente en sus historias”. Pues era mestizo de color y corazón pero no de pensamiento, por lo que el autor duda del carácter fiel e histórico de su aporte. No obstante, constituye uno de los primeros intentos por conservar la paidea de los pueblos indígenas ancestrales. De igual modo, existieron otros recopiladores y cronistas, poetas mestizos reconocidos y poco nombrados en la historia actual como Felipe Guamán Poma de Ayala, Juan de Espinoza Medrano, Juan Wallparrimachi, Hernando de Alvarado Tezozómoc y Fernando de Alva Cortés Ixtlilxóchitl.
Trasladándonos a épocas más recientes, el venezolano Finol (1984) analizó mitos y leyendas guajiros recopilados por Paz (1973) y por Perrín (1976), como un intento de escudriñar nuestras raíces ancestrales (cabe señalar que utilizo la palabra mito, respetando el aporte del autor porque se refiere a estos de esa manera; no obstante, mantengo mi posición de revisar la terminología). El investigador de origen zuliano pudo constatar que los mitos guajiros tenían como función explicar la creación del mundo, poseían un carácter místico, mágico, religioso y sagrado. Al respecto, cabe mencionar que el mito más popular en Venezuela es el de Amalivaca, en Colombia el de yurupari, en Perú el Zorro y el Cuy y en Ecuador, Cumanda. Otros mitos encontrados en América Latina por el antropólogo francés Perrín (ob.cit) son los mellizos transformadores, el origen del fuego, la historia de Ulepapala, los malos consejos de Sekerut y el origen del nombre de las tribus guajiras.
Los autores mencionados explicaban que la traducción de los mitos al español presentó varios limitantes, entre las que se pueden nombrar: la transformación de los mitos a través del tiempo, la pérdida de valores intrínsecos, cambios por pérdida de memoria de los hablantes y el problema de las equivalencias culturales en español para palabras indígenas. Desde un punto de vista lingüístico, aunque una persona aprenda una segunda lengua, siempre estará interferido por su cultura materna y por lo tanto su alcance en la comprensión de la segunda lengua estará restringido. Existen elementos de la lengua que sólo pueden comprenderse en el seno de cultura específica, por lo que muchas veces resulta imposible realizar traducciones de esas ideas a otras lenguas, en las que dichos elementos no están presentes.
De tal modo que aquellos mitos y leyendas ancestrales han sido modificados, con la transcurrir del tiempo. No obstante; aún permanecen los ecos de aquellas voces primigenias, en la cultura mestiza latinoamericana. En este punto es importante señalar que también se han encontrado, en menor medida, mitos y leyendas de origen africano en nuestro acervo cultural. Estos se perpetuaron gracias a que eran narrados por las nodrizas negras a los niños blancos y mestizos. Entre los que se pueden nombrar tío conejo y tío tigre, la Llorona, la Sayona, la Dientona, el Descabezado. Aunque algunas fuentes como Cocimano (s/f) identifican a la Llorona como producto de la cultura popular resultado de la critica por la fascinación hacia lo foráneo que tenían los pueblos indígenas y surgidas a partir de la leyenda de Malinche.
Se observa entonces que a pesar de los cambios, adaptaciones y tal vez supresiones, en la actualidad esos mitos y leyendas sobreviven en nuestra cultura, aunque no son todos exclusivamente de origen indígena y negro. Los españoles que llegaron a estas tierras tenían creencias en seres fantasmales, duendes, aparecidos y brujas, muy comunes en Europa, a pesar de tener sus creencias religiosas y profesar la fe católica. Así pues, lo mágico y lo oculto siempre se ha mantenido en las mentes humanas, independientemente de la ubicación geográfica.
A manera de colofón
El sincretismo cultural y religioso resultante de la fusión de tres grandes cosmovisiones nos ha dejado una gran enseñanza y es el reconocer y valorar el aporte cultural que cada región geopolítica puede hacerle a otra, a manera de intercambio de saberes. Somos una sociedad mestiza, como bien lo afirma Uslar Prieti (ob.cit) y yo diría que actualmente podríamos considerarnos pluriculturales.
Ante la constante búsqueda de nuestra identidad como pueblos mestizos, considero que debemos sanar las viejas heridas y superar el sentimiento de orfandad y de abandono, de despojo y humillación que hemos cobijado en nuestros corazones latinoamericanos. Asumamos y aceptemos nuestra cultura moldeada por la diversidad de colores presentes en las caras de Latinoamérica que es lo que nos hace únicos o prototípicos como bien lo diría Vargas Llosa (ob.cit).
A lo largo de los siglos, hemos sido nombrados barbarie por los ecos de las voces griegas quienes como olas de tsunami llegan, nos ahogan, aplastan y someten y cuyo golpe resuena en nuestras endebles espaldas, obligándonos a bajar la cabeza y a tragar agua salada. Todavía, en el fondo del mar que es nuestro nuestro corazón, creemos en las historias que nos obligaron a comprar, en las que se narra que ser blanco es mejor porque es la raza de los grandes dominadores y que nuestro capital simbólico ancestral no era más que mitos, cuentos, creencias fantásticas que se inventaron unos “indiecitos” ignorantes.
Europa nos hizo creer muchas, aún lo hace. Todavía creemos que lo mejor, lo más culto y refinado tiene el aroma de Helena, por lo que desarrollamos un complejo de inferioridad pues somos hijos bastardos de Occidente. Ante ello, quisimos sentirnos importantes y llamamos “madre patria” a aquella sociedad occidental que nos ultrajó, nos arrebató nuestras raíces, nos sometió, nos “subdesarrolló”, en palabras de Fernandez retamar (ob.cit). Creo que la palabra madre es totalmente opuesta a estos sentidos. ¡En el diccionario de la Real Academia Española aparecen 52 acepciones para el término y ninguno encierra relaciones holocaústicas! Por tanto, no tenemos “madre patria” somos de Latinoamérica, territorio sincrético y donde se reza el padre nuestro, se cree en los curanderos y se hacen despojos para alejar la mala suerte. No somos ni Ariel ni Calibán porque a pesar de las virtudes de cada uno, eran esclavos y nosotros hace ya tiempo que nos soltamos las cadenas,
En la medida en que reconozcamos nuestra identidad como latinoamericana podremos deslastrarnos de prejuicios y comenzar a ver nuestra cultura con nuestros propios ojos y no desde los ajenos. Nuestra realidad es muy específica y distinta a cualquier otra. Es necesario comenzar a describir nuestra cultura desde nuestra realidad inmediata, utilizando categorías que nos calcen y no que nos queden apretadas, grandes o que simplemente nos conduzca a la anulación, al no ser. ¿Quién mejor que nosotros para hacerlo?
REFERENCIAS
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No hace falta ser especialista en sociología ni análisis internacionales para darse cuenta de que el papa Francisco es actualmente ‘el gran líder’ mundial no sólo por su prestigio religioso sino como persona que como ninguno defiende a la humanidad y la naturaleza. Solamente los que no quieren ver pueden decir que los problemas de cambios eclesiales, ambientales y sociales se resolverán por sí solos o continuando como estamos o regresando al pasado. Por todo esto tiene muchos enemigos tanto internos como externos. Los enemigos internos son las mafias de los integristas, conservadores, cardenales príncipes y otras sectas católicas que no quieren salir de la Edad Media y de sus privilegios y de los poderes que les da el ejercicio de una religión ‘opio del pueblo’, que muy poco tiene que ver con el Evangelio.
El papa Francisco nos regresa al Evangelio de Jesús, profeta itinerante de Galilea, en su sencillez y radicalidad, al Reino como único absoluto ya que, según el mismo Jesús, “lo demás vendrá por añadidura”, a la prioridad de los pobres en lo pastoral, humano y social porque son los empobrecidos por un sistema perverso. Por esta razón son los preferidos de Dios, a la vez víctimas inocentes e indefensas de la explotación, la injusticia y la represión, y los únicos capaces de renovar la Iglesia y transformar la sociedad.
En cuanto a sus enemigos externos son los Trump, los Bolsonaro y otros gobernantes de corte fascista, como también las grandes multinacionales y las todopoderosas instituciones financieras del neoliberalismo. Pues no les gusta que se diga la verdad ni se les denuncie sus como promotores de las inmensas desigualdades entre ricos y pobres, sean individuos o naciones, causantes de las guerras, las hambrunas y el saqueo de las materias primas. Jamás una voz cristiana se había alzado tan clara y contundente.
Otros enemigos más disfrazados pero no menos perversos y peligrosos son los grandes medios de comunicación internacionales que son los portavoces de estos mismos ‘enemigos externos’. No es de extrañar estos son sus dueños y accionistas hambrientos. Sistemáticamente por una parte, acallan la voz y las actitudes del papa o las distorsionan limitándose a extractos secundarios y, por otra, se prestan a difundir constante y mundialmente las críticas y proclamas de los opositores al papa Francisco. ¡Y cuánto cristianos, incluyendo obispos y sacerdotes, se quedan con estas informaciones troncadas y parcializadas en sus grandes cadenas de televisión nacional!
Dos situaciones más sí, llaman la atención. De una lado, cada vez más voces de personalidades no cristianas ni creyentes reconocen el liderazgo y ahora llaman a defender las grandes opciones del papa Francisco a favor de los pobres, los explotados, los migrantes, las minorías perseguidas y en contra de la perversidad y criminalidad del sistema económico, porque esto nos lleva a la destrucción segura si no nos decidimos a detenernos ni revertir la actual organización mundial. Parece que gran parte de la humanidad está adormecida y se deja engañar por la ingeniosidad del capitalismo que nos hace creer en la idolatría del mercado que ‘todo lo va a resolver’. El papa Francisco declara la prioridad de la persona sobre todo el resto, invita a poner el dinero al servicio de las personas y del Bien común, proclama los derechos de los pueblos a una vida digna y de la naturaleza, llama a una espiritualidad que abarque toda la vida y todo el universo, más allá de las culturas y religiones.
Por otro lado: ¿Y nosotros, cristianos y católicos tibios o cómodos? “Muy bien, gracias.” Muchos, demasiados muchos, nos quedamos de brazos cruzados, esperando que otros resuelvan los problemas humanos y planetarios que nos queremos y poco nos importa resolver… aun sabiendo que vamos a heredar a la joven generación un mundo cada vez más inhumano e inhabitable a corto plazo. ¡Bien poca valentía, fe, dignidad y vergüenza tenemos! Lo lamentaba el mismo Jesús: “Los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz”… Pero también declaraba, resucitado: “¡Ánimo: he vencido al mundo!”
Seamos verdaderamente los discípulos del resucitado y los seguidores del papa Francisco, sin quedarnos solamente a rezar piadosamente por él cada domingo.
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