SERMÓN DE LA SEMANA Objeto: Un retrato de «Mr. Rogers.»Escritura: Como respuesta el hombre citó: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser, con todas tus fuerzas y con toda tu mente», y «Ama a tu prójimo como a ti mismo» (Lucas 10:27 – NIV).Tal vez hayas oído de Fred Rogers. Él fue mejor conocido como «Mr. Rogers» y tenía un programa de televisión titulado «Mr. Rogers’ Neighborhood» («El vecindario del Sr. Rogers»). Cada programa comenzaba en la misma manera. El Sr. Rogers entraba a su casa, se quitaba su chaqueta y sus zapatos, y se ponía un suéter (abrigo o jersey) y unos tenis cómodos mientras cantaba su canción tema «Won’t you be my Neighbor?» («¿Quieres ser mi vecino?» – traducción literal), La canción comenzaba de esta forma: (si posible, cántela). (Traducción libre).Es un día precioso en este barrioPara tener un buen vecino¿Podrás serlo? ¿Querrás serlo? Y terminaba así: ¿Serás mi vecino?¿Serás tú, por favor,serás tú mi vecino?Cuando el Sr. Rogers murió hace varios años, él tenía millones de «vecinos» por todo el mundo y, aunque era bastante famoso, él nunca se vio como una estrella de televisión. Él decía: «Siempre pensé que era un vecino que venía a visitar.» El Sr. Rogers sabía lo que significaba ser un buen vecino.Un día, un abogado le preguntó a Jesús qué tenía que hacer para obtener la vida eterna. Cuando Jesús le preguntó qué decía la Ley de Dios, el abogado contestó: «Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y ama a tu prójimo como a ti mismo.» Jesús dijo: «Correcto. Haz eso y vivirás.» Pero el hombre quería lucir bien así que le hizo otra pregunta: «¿Quién es mi prójimo?»Para contestar esa pregunta Jesús le hizo una historia acerca de un hombre que estaba viajando de Jerusalén a Jericó, y fue atacado por unos ladrones. Le golpearon, le robaron, le quitaron la ropa, y le dejaron al lado del camino para que muriera.Un sacerdote vino y al verle, cruzó al otro lado del camino y siguió caminando.Poco después, un levita que trabajaba en el templo, llegó al lugar. Él también vio al hombre tirado allí y, pasando al otro lado, siguió su camino.Finalmente, llegó un hombre de Samaria y cuando vio al hombre, se detuvo para ayudarle. Le curó las heridas y se las vendó. Eso no fue todo. Le llevó a una posada y le cuidó. Al día siguiente le dio dinero al dueño de la posada y le dijo que le cuidara. ¨Dele todo lo que necesite. Si cuesta más de lo que le he dado, se lo pagaré cuando vuelva.»Entonces Jesús le preguntó: «¿Cuál de estos tres hombres demostró ser el prójimo del hombre que fue atacado por los ladrones?»El abogado contestó: «El que le ayudó.»»Estás en lo correcto,» dijo Jesús, «anda entonces y haz lo mismo.»El mundo está lleno de personas que necesitan un vecino desesperadamente. «¿Serás mi vecino?» preguntan. Al igual que el buen samaritano de la historia ayudó a uno que estaba en necesidad, Jesús dice nos dice: «Ve y haz lo mismo.»Querido Padre, nos has enseñado a amar a nuestro prójimo. Ayúdanos ser buenos vecinos de cada persona que conozcamos. En el nombre de Jesús oramos. Amén. |