Carta del padre Helmut Schüller al Cardenal Dolan


Publicado el 15 de agosto 2013 por Romero

| Future Church | 14 de agosto 2013 |

Al 08 de agosto conclusión del p. Extraordinariamente exitosa gira de Helmut Schüller Católica Tipping Point, representantes de los grupos copatrocinadoras y Fr. Schüller entregó una carta personal y más de 5.000 cintas rojas reales y virtuales y para las oficinas del cardenal Timothy Dolan, presidente de la Conferencia de Obispos Católicos de EE.UU..

A pesar de los esfuerzos de buena fe repetidas para organizar una reunión con el cardenal o su representante, nadie de su oficina acordaron reunirse en persona con el Padre. Schüller y los representantes de las organizaciones que patrocinaron su visita a los Estados Unidos.

08 de agosto 2013

Querido cardenal Dolan:

Durante las últimas tres semanas, me he reunido con miles de católicos – laicos y clérigos – en 15 ciudades de los EE.UU. para compartir experiencias y aprender unos de otros. En cada lugar que visité, los participantes en las conversaciones llevaba cintas de color rojo, lo que significa el don del Espíritu Santo dado a todos los fieles. Se han recogido estas cintas, así como cerca de 2.000 firmas en línea, y los ofrece a usted como muestra de nuestro compromiso con nuestra iglesia, una comunidad en la que el pueblo de Dios deben estar representados en todos los niveles de liderazgo y toma de decisiones.

Aprendí mucho durante mis conversaciones con los católicos americanos. Descubrí muchos que están trabajando duro para cumplir con los desafíos que enfrentan todos nosotros y para dar voz a sus necesidades, como es su derecho y su obligación en virtud del Canon 212. También he oído de muchos sacerdotes que están preocupados por el futuro de sus parroquias y sus ministerios. Lamentablemente, muchos no se sienten libres para hablar abiertamente sobre sus preocupaciones. Este debe ser un motivo de preocupación para usted, como presidente de la USCCB. No creo que haya ningún lugar para el miedo o la intimidación en nuestra Iglesia, y sin embargo, me pareció una y otra vez en mis conversaciones con compañeros sacerdotes. También encontré esta misma intimidación en los intentos de evitar los católicos de mi audición en Boston, Filadelfia y Detroit.

Mi esperanza es que mi visita ha contribuido a una conversación cristiana auténtica que debe tener lugar a través de nuestra Iglesia en cada país. Como todos estamos inspirados por el ejemplo del Papa Francis, debemos entablar un diálogo honesto acerca de los desafíos que hay que superar para hacer de nuestra Iglesia un signo del Reino y un sacramento para el mundo del siglo 21. Como ustedes saben, yo y mis compañeros sacerdotes que trabajo en Austria y en otras partes de Europa para cultivar este diálogo. Estamos dispuestos a asistirle aquí en los EE.UU. en todo lo que podamos para fomentar el mismo intercambio honesto y sin miedo de puntos de vista.

En la paz de Jesucristo,

Rev. Helmut Schüller

 

 

 

http://concernedcatholicsmt.org/father-helmut-schullers-letter-to-cardinal-dolan/

El Vaticano me expulsó por apoyar a mujeres sacerdotes


Dejé sacerdocio católico después de 40 años. Lo único que lamento está esperando tanto tiempo

POR 

 

El Vaticano me expulsó por apoyar a mujeres sacerdotes(Crédito: Flickr / fegbm)
Este artículo apareció originalmente en despachos Religión .

Despachos ReligiónEn la ordenación de las mujeres, la Iglesia ha hablado y dicho que no. El Papa Juan Pablo II, en una formulación definitiva, dijo que la puerta está cerrada. -Papa Francisco I, 29 de julio 2013

Boom. Este es el mismo de siempre teología-la Virgen María es más importante que cualquier otra persona en la historia, pero las mujeres que viven no puede tomar decisiones eclesiales, ejercer el ministerio sacramental, o tomar decisiones éticas. Al parecer, la cuestión de la ordenación de las mujeres es lo que ayer en el Vaticano, Francisco no piensa que necesita ser revisado. -Mary Hunt, RD

Crecí en un pequeño pueblo de Louisiana, fui a las escuelas públicas segregadas durante doce años. Incluso nuestra pequeña iglesia católica estaba segregada, con las últimas cinco bancas reservadas para los miembros de raza negra.

Me gradué de la escuela secundaria en 1956. Mirando hacia atrás, no puedo recordar a una persona blanca en nuestra ciudad que tuvo el valor de decir: «. Tenemos un problema aquí, y se llama racismo» Lo que sí recuerdo son los mantras: «La segregación es nuestra tradición» y «los negros son separados iguales «.

Estudié geología en la universidad con la esperanza de hacerse rico en los campos petroleros de Texas, sino como un graduado patriótico me uní al ejército, mi boleto para salir de Louisiana y la oportunidad de explorar el mundo. En mi cuarto año, habiéndome convertido en un oficial de la marina, me ofrecí como voluntario para el servicio costa de Vietnam que se convertiría en un punto de inflexión en mi vida.

Nunca había experimentado ese tipo de violencia, el sufrimiento y el miedo. En la locura de la guerra, mi fe se hizo más importante y yo sentía que Dios me llamaba a ser sacerdote. Hablé con un capellán del ejército católico de mi llamado, y él me recomendó que me uniera a la Orden Misionero Maryknoll que trabaja con los pobres de todo el mundo.

Fui ordenado sacerdote católico en 1972 y asignado a la obra misionera de Maryknoll en Bolivia. Un barrio pobre en las afueras de La Paz se convirtió en mi hogar durante los próximos cinco años, allí  los pobres me enseñaron acerca de su «teología de la liberación» y un Dios que fortalece y da esperanza a los pobres. Esta teología enseña acerca de un Dios de amor que no quiere que nadie sufra de la pobreza, la opresión, la violencia o la discriminación.

También se me presentó a la importancia y el significado de la palabra «solidaridad» en la comunidad de fe. En Bolivia, que significa «acompañar» y «caminar con.» Para ser solidario significa hacer de otra lucha por la justicia, la paz y la igualdad de la lucha.


Las personas que son objeto de explotación, que ven sus hijos van a la cama con hambre y morir antes de tiempo, claman por la justicia y organizar la solidaridad con los demás. Como resultado, muchos fueron asesinados y encarcelados. Durante mi quinto año estaba entre los muchos arrestados por los militares y me vi obligado a salir del país.

Luego volví mi atención a El Salvador, donde, el 24 de marzo de 1980, el Arzobispo Oscar Romero fue asesinado por su defensa a los pobres. Meses más tarde, cuatro religiosas estadounidenses que trabajan con los pobres fueron violadas y asesinadas por los militares salvadoreños. Dos de las mujeres, Hermanas de Maryknoll Maura Clarke e Ita Ford, eran amigas míos. Las otras dos mujeres fueron las Ursulinas Hermana Dorothy Kazel y laico misionero Jean Donovan.

El 16 de noviembre de 1989, seis sacerdotes jesuitas, su ama de llaves, y su hija de 15 años de edad,  fueron masacrados por el ejército salvadoreño. Cuando los líderes del Congreso de Estados Unidos anunció que los responsables de los asesinatos habían sido entrenados en la Escuela Ejército de EE.UU. de las Américas (SOA) en Fort Benning, Georgia, yo y un pequeño grupo de amigos regresé a Georgia para investigar la SOA. En 1990, la SOA Watch nació.

Cuando las Naciones Unidas informaron que los que había matado a Monseñor Romero y cuatro religiosas EE.UU., además de los seis jesuitas y muchos otros, habían sido entrenados en la SOA, y cuando los principales periódicos de Estados Unidos informó sobre los manuales de tortura que utilizaban , miles se unieron a nuestro movimiento para cerrar la Escuela.

Fui a dar cientos de charlas sobre la SOA en las iglesias y colegios que conocí a muchas mujeres devotas de la Iglesia católica que me habló de su llamado por Dios al sacerdocio. Estas mujeres habían sido rechazadas por la Iglesia Católica que enseña que los hombres sólo bautizados pueden ser ordenados. Esto me trajo recuerdos de la escuela segregada a las que asistí y nuestra pequeña iglesia católica. Me quedé en silencio acerca de este pecado de racismo aunque he aprendido que cuando hay una injusticia, el silencio es la voz de la complicidad.

En 2000, fui invitado a hablar en una gran conferencia religiosa en Roma acerca de la SOA y la política exterior de EE.UU. en América Latina. Asistieron cientos de sacerdotes y monjas y dieron su apoyo a nuestros esfuerzos para cerrar la SOA. El día antes de regresar a los Estados Unidos, fui invitado por Radio Vaticano para hacer una entrevista en vivo de 15 minutos sobre la política exterior de EE.UU. y SOA.

Con dos minutos para el final y movidos por el espíritu, me di cuenta de la oportunidad de expresar mi solidaridad con las mujeres de la Iglesia, así que dije: «Hemos estado hablando de la injusticia de la política exterior de EE.UU. en América Latina. Como sacerdote católico, quiero decir que nunca habrá justicia en la Iglesia hasta que las mujeres pueden ser ordenadas «.

Tenía cerca de un minuto restante y quería hablar un poco más sobre las mujeres sacerdotes, pero el director de Radio Vaticano furiosamente entró y, me cortó al aire, y empezó a tocar música de la iglesia. La entrevista había terminado, pero dormí muy bien esa noche sabiendo que no había dejado pasar un momento sagrado en silencio.

Como sacerdote católico, vi una gran injusticia que se realiza a las mujeres de mi iglesia, y yo no podía permanecer en silencio. Excluir a las mujeres del sacerdocio es una grave injusticia contra las mujeres, contra la Iglesia y contra nuestro Dios, que llama a los hombres y las mujeres a ser sacerdotes.

A partir de ahí, en mis charlas sobre la injusticia de la Escuela de las Américas hacia América Latina, también dirigí a esta injusticia más cerca de casa. Empecé a pedir públicamente a las siguientes preguntas: ¿Por qué no las mujeres, como los hombres, sean llamadas a ser sacerdotes? No católicos profesan que los hombres y mujeres son creados de igual valor y dignidad? En Las  Sagradas Escrituras afirman claramente que «no hay ni hombre ni mujer. En Cristo, usted es uno «(Gálatas 3:28)? ¿Acaso el  sacerdocio que profesan la llamada al sacerdocio es un don y procede de Dios? Y la pregunta más importante que mis compañeros sacerdotes y yo preguntamos fue: ¿Quiénes somos nosotros, como hombres, podemos decir que nuestra llamada de Dios es auténtico, pero el llamado de Dios a la mujer no lo es?

En estas preguntas vi claramente que la enseñanza de la Iglesia, que excluye a las mujeres de la ordenación se basa en el sexismo. El sexismo, como el racismo, es un pecado. Y no importa cuánto tratemos de justificar la discriminación contra los demás, al final, nunca es el camino de nuestro Dios amoroso que nos creó a todos iguales.

Fue después de participar en la ordenación de una mujer en 2008 que he recibido una carta del Vaticano diciendo que tengo que retractar mi apoyo a la ordenación de mujeres o que sería excomulgado, y que la ordenación de las mujeres era un «grave escándalo» en la Iglesia Católica.Cuando la mayoría de los católicos escuchan la palabra «escándalo», que piensan de los miles de sacerdotes que abusaron sexualmente de los niños y los muchos obispos que encubrieron sus crímenes horribles, no la ordenación de mujeres.

Escribí el Vaticano diciendo que mi conciencia no me permitiría retractarse. He dicho que nuestra conciencia es sagrada porque siempre nos impulsa a hacer lo que es correcto, lo que es justo. En esencia, dije, usted me está diciendo que  mienta y decir que no creo que Dios creó a los hombres y mujeres de igual valor y dignidad y ser llamas a ser sacerdotes. Esto no lo puedo hacer, por lo tanto, no voy a retractarme.

Seguí  sigo mi conciencia y me fui de mi ministerio pidiendo el cierre de la SOA y para la ordenación de mujeres. En octubre de 2011, me uní a una delegación internacional de líderes de la ordenación de las mujeres que van al Vaticano. Nos reunimos con los líderes de la Iglesia, la entrega de una petición firmada por 15.000 partidarios de la ordenación de las mujeres. Se mostró el documental Humo Blanco ¡el Vaticano en un teatro cercano, y hemos mantenido una vigilia en la Plaza de San Pedro, con pancartas que se dice que: «. Dios está llamando a las mujeres a ser sacerdotes» «ordenar a las mujeres católicas» y tres de nuestra delegación fueron retiradas de la plaza de San Pedro por la policía de Roma, fuimos detenidos durante tres horas y nuestras banderas fueron confiscados. Una vez más, se trataba de la solidaridad.

Fue entonces cuando comencé a expresar mi solidaridad con las mujeres en la Iglesia, que me di cuenta de lo mucho que el sexismo y el poder permean el sacerdocio. De alguna manera hemos perdido el camino, olvidado las enseñanzas de Jesús, y se convirtió en un poderoso y privilegiado cultura clerical. Me entristece que muchos de mis compañeros sacerdotes ven a las mujeres como una amenaza a su poder. Como hombres, afirmamos que nosotros, y sólo nosotros, podemos interpretar las Sagradas Escrituras y conocer la voluntad de Dios. Nosotros profesamos que hombres y mujeres han sido creados a imagen y semejanza de Dios, sino como los hombres hemos creado a Dios a nuestra imagen. Y este Dios es muy pequeño, muy masculino, y ve a las mujeres como el menor de los hombres.

El 19 de noviembre de 2012, que fue notificada por Maryknoll que el Vaticano me había expulsado de mi comunidad Maryknoll de 46 años, y el sacerdocio. Esto es muy difícil y doloroso. Soy consciente, sin embargo, que el rechazo que siento no es más que una idea y una fracción de las mujeres que han experimentado el rechazo de la Iglesia Católica durante siglos.

Me notificó el Vaticano y los líderes de Maryknoll que me pueden despedir, pero no puedo descartar la cuestión de la igualdad de género en la Iglesia Católica. La demanda de la igualdad de género tiene sus raíces en Dios, la justicia y la dignidad, y no va a desaparecer.

Como sacerdote católico durante 40 años, lo único que lamento es que me tomó tanto tiempo para hacer frente a la cuestión del poder y la dominación masculina en nuestra Iglesia.

MÁS ROY BOURGEOIS.

 

 

http://www.salon.com/2013/08/14/the_vatican_expelled_me_for_a_grave_scandal_endorsing_female_priests_partne/

 

El imperativo moral de Activismo


12 de agosto 2013

Exclusivo:  Las crisis de hoy – la guerra sin fin, una catástrofe ambiental, la pobreza extrema y más – pueden parecer tan desalentadora que paralizan la acción en lugar de inspirar el activismo. Pero el imperativo de hacer algo en la cara de la injusticia define de un lugar moral en el universo, como explica el analista de ex-CIA Ray McGovern.

 

Por Ray McGovern

Que Estados Unidos está en problemas morales y jurídicos profundo era bastante obvio para todo el mundo antes de que Edward Snowden lanzado documentos oficiales que muestran el grado en que el gobierno de EE.UU. ha estado jugando rápido y suelto con los derechos de la Cuarta Enmienda de los estadounidenses a ser protegidos contra registros e incautaciones irrazonables .

Las revelaciones de Snowden – tan explosivo como son – eran, en cierto sentido, más que el último desafío para aquellos de nosotros que tomó un juramento solemne de apoyar y defender la Constitución de los Estados Unidos contra todos los enemigos extranjeros y domésticos. Ese ha sido un compromiso probado en varias ocasiones en los últimos años, especialmente desde los ataques del 9/11.

Santo Tomás de Aquino, teólogo del siglo XIII.

Después de todas las muchas revelaciones inquietantes – de la tortura para «entregas extraordinarias» para la guerra de agresión de manera fraudulenta a las escuchas telefónicas sin orden judicial a los ataques aéreos letales a los denunciantes procesamientos al «estado de vigilancia» ampliado – podría ser el momento de tomar un momento para lo que los alemanes llamar «eine Denkpause,» a «romper el pensamiento.» Y ya es hora de prestar atención y respetar el principio de Noé. «No hay más premios para predecir la lluvia, sólo los premios para la construcción de arcas»

Este es nuestro verano de descontento. La pregunta que debemos hacernos es si ese descontento con nosotros a la acción se moverá. Nunca en mi vida ha sido tan graves desafíos a si la República creada por los fundadores sobrevivirá. Inmediatamente después de la Convención Constituyente, Ben Franklin dijo a un interrogador que la nueva estructura creada Tenía razón, por supuesto, «una república, si pueden conservarla.», Sino que depende de nosotros.

Así que vamos a ser realistas. La Casa Blanca de Obama y sus co-conspiradores en el Congreso y el Poder Judicial han arrojado el guante a nuestros pies. Resulta que nosotros somos los que hemos estado esperando. Como Annie Dillard, uno de mis favoritos de los teólogos, ha dicho: «No sólo nosotros, nunca ha habido ningún otro.» Y como uno de mis favoritos de activistas / profetas siguió insistiendo: «No te dicen que no hay suficiente nosotros. Hay suficientes de nosotros! »

Además de las amenazas a los derechos constitucionales básicos y graves violaciones del derecho internacional, hay otras cuestiones apremiantes para los estadounidenses, en especial lo obsceno, la creciente brecha entre los muy ricos y los desempleados (y muchas veces sin hogar) pobres. Hay renuencia generalizada, aún así, para hacer las preguntas clave?

¿Es correcto que los profesores de bomberos, policía y bomberos, para cerrar las bibliotecas; dejar a los estudiantes en deuda permanente, programas de protección de tripa – todo por fingir la falta de dinero? Sin embargo, al mismo tiempo, ¿es moral para despilfarrar en el Pentágono y contratistas militares de la mitad de los ingresos discrecionales del país de los impuestos – un desembolso equivalente a lo que todo el resto del mundo en su conjunto pasa a la defensa?

Parece que nos guiamos más por las ganancias que por los profetas. Y sin visión profética, el pueblo perece.

Margen de beneficio

Lucrativa industria de hacer la guerra de Estados Unidos opera dentro de un diabólicamente autoperpetúa modelo de negocio: las intervenciones militares de Estados Unidos en todo el mundo (incluidos los acuerdos de seguridad para apuntalar aliados impopulares y así frustrar la voluntad de amplios sectores de la población nacional) garantiza un suministro inagotable de » militantes, insurgentes, terroristas o simplemente ‘chicos malos’ «- una lista que a veces llega a incluir a los ciudadanos estadounidenses.

Estos alborotadores deben ser perseguidos y vaporizados por nuestras máquinas de matar a distancia, que infligen suficiente destrucción y despiertan suficiente indignación para generar aún más «militantes, insurgentes, terroristas o simplemente» malos «.

Y, a su vez, el retroceso hacia los Estados Unidos – el ataque terrorista ocasional – crea bastante miedo en casa para «justificar» la introducción de una legislación draconiana Tercer Reich de estilo «Habilitación de la Ley» no es muy diferente de las leyes inconstitucionales marcando el comienzo de los abusos en Alemania hace 80 años.

Con sólo el murmullo sordo de los partidarios de «progresistas», la administración Obama ha seguido la mayor parte del post-9/11 asalto a los derechos constitucionales iniciadas por George W. Bush – y en lo que se refiere a la agresiva campaña de los fiscales de Barack Obama en contra de «filtraciones», Obama tiene tomado estas transgresiones aún más.

¿Hemos de mirar, como el proverbial «alemanes obediente», como Establecimiento Washington confirma la verdad de la advertencia de James Madison: «Si la tiranía y la opresión vienen a esta tierra, será bajo el disfraz de la lucha contra un enemigo extranjero.»

Sin embargo, mientras que incontables miles de millones de dólares se gastan en «seguridad» contra el «terrorismo», poca atención se dedica a la verdadera amenaza existencial por el calentamiento global. ¿Podemos los adultos en buena conciencia continúan evitando las consecuencias nefastas del cambio climático?

Esta pregunta fue conducido de nuevo a casa a mí, personalmente, el 6 de agosto, ya que nuestro noveno nieto se abrió paso a un mundo de desafíos inimaginables hace apenas décadas. Cuando ella es mi edad, se le rue unirse a nosotros el martes pasado? Sólo puedo esperar que a mí ya mi generación le perdonará por no tener las agallas para enfrentarse a aquellos cuya codicia desmedida sigue violación lo que parecía ser un planeta más puro y agradable cuando hice mi aparición hace siete décadas cortas.

Profetas en el margen

, y luego no es el culto de la idolatría del «libre mercado», que ha atacado salvajemente gran clase media de Estados Unidos y se expandió a las filas de los pobres desesperados. El difunto rabino Abraham Heschel había desafiando palabras para nosotros: denunciando la agonía de los «pobres saqueado», Heschel insistió en que la injusticia dondequiera que se lleva a cabo, «pocos son culpables, pero todos son responsables.» Agregó que, «La indiferencia ante el mal es más insidioso que el mal mismo «.

Dr. Martin Luther King, Jr., advirtió: «Llega un momento en que el silencio es traición … Tenemos que hablar con toda la humildad que se adecue a nuestra visión limitada, pero hay que hablar …. No hay tal cosa como ser demasiado tarde …. La vida a menudo nos deja en pie desnudo, desnudo y abatido con oportunidad perdida …. A través de los huesos blanqueados de numerosas civilizaciones están escritas las patéticas palabras: ‘. Demasiado tarde’ »

En medio de estos enormes desafíos – la guerra sin fin, la invasión de las libertades, la devastación del medio ambiente y la disparidad económica – También está la cuestión: ¿Nuestras iglesias equitación escopeta para el sistema.

Como los acontecimientos verdaderamente históricos se desarrollan en nuestro país y en el extranjero, a menudo pienso de Dietrich Bonhoeffer, pastor luterano que fundó la Iglesia de la Confesión como una alternativa a la inmensa mayoría de los católicos y luteranos que dieron prioridad a la protección de ellos mismos por estar de acuerdo con Hitler. Cuán profundamente decepcionado Bonhoeffer fue el fracaso de la iglesia institucional en Alemania para ponerse «donde el furor de la batalla.»

Esta es la frase que el propio Martin Luther utilizado siglos antes: «Si yo profeso con la voz más alta y la más clara exposición cada porción de la verdad de Dios, excepto precisamente ese pequeño punto que el mundo y el diablo están atacando en este momento, no estoy confesar a Cristo, sin embargo, con cuánta audacia profesar a él. Cuando la guerra se recrudece, allí la lealtad del soldado se prueba y ser constante en todo el campo de batalla, excepto que no, es mera huida y desgracia si uno retrocede en ese punto «.

Nadie lo ha expresado mejor que un nuevo amigo preciosa que conocí en un «crucero» en junio / julio 2011 con la esperanza de llegar a Gaza – escritor y poeta Alice Walker – quien dijo: «El activismo es el alquiler para vivir en este planeta.»

Como algunos de ustedes saben, esa actitud la encontró un pasajero en «The Audacity of Hope» – el barco de EE.UU. a Gaza. El 1 de julio de 2011, hicimos una pausa activista del mar abierto y Gaza, pero fuimos capaces de navegar sólo nueve millas náuticas de Atenas antes de que el gobierno griego, bajo la fuerte presión de la Casa Blanca, ordenó a su Guardia Costera nos interceptar, nos traen de vuelta a puerto, y confiscar nuestro barco.

¿Está bien estar enojado

Recordando la rabia que sentía en ese momento, me acordé de que, con demasiada frecuencia, la gente está en conflicto acerca de si debe o no permitirse estar enojado con tanta injusticia – ya sea en Gaza, en el mar Egeo, o en otro lugar. Yo había estado en esa categoría de la duda, hasta que me acordé de aprendizaje que no es otro que Tomás de Aquino tenía algo muy útil que decir acerca de la ira.

En el siglo XIII, Tomás de Aquino escribió mucho acerca de la virtud y la puso muy enojado cuando se dio cuenta de que no había palabra en latín para la cantidad justa de la ira – por la virtud de la ira. Tenía que volver a lo que dijo el doctor del cuarto siglo de la Iglesia Juan Crisóstomo sobre el tema: «Muere lentamente quien no está enojado, cuando hay una causa justa para la ira, los pecados.»

¿Por qué? Porque como Juan Crisóstomo dijo, «Anger respicit bonum Justitiae, la ira se ve por el bien de la justicia, y si se puede vivir en medio de la injusticia sin ira que son injustos.»

Aquino añadió su corolario, que arremetió contra lo que llamó «la paciencia irracional», que, dijo, «siembra las semillas del vicio, nutre negligencia y convence no sólo la gente mala, pero la gente buena haga el mal.»

Francamente, no he pensado en nosotros los activistas sean virtuosos – pero tal vez son, al menos en nuestra voluntad de canalizar nuestra ira en desafiar y cambiar las muchas injusticias aquí y en todo el mundo. No debe haber lugar en estos días de «irracional paciencia.»

Una gracia salvadora peculiar no sólo a los antiguos profetas y teólogos, sino a la Walkers Alice y Medea Benjamins de hoy es que no se colgó en la unidad todo-demasiado-familiar para el éxito. Esa unidad, creo yo, es un rasgo típicamente americano. Por lo general, no queremos embarcarnos en algún curso de acción significativa sin que exista una posibilidad razonable de éxito, ¿verdad? ¿Quién disfruta de convertirse en objeto de burla?

El sentido imperativo ser «exitoso» puede ser un verdadero obstáculo a la actuación de la Justicia. Un profeta / activista de los que he inspirado es Dan Berrigan. Me gustaría compartir con ustedes algo de la sabiduría que se filtra a través de su autobiografía, a vivir en paz .
Berrigan escribe que después de que él, su hermano Phil, y un pequeño grupo de personas habían utilizado napalm casero para quemar tarjetas de reclutamiento en Catonsville, Maryland, mayo 1968 en el apogeo de la Guerra de Vietnam, Dan reflexionó sobre por qué tomó ese riesgo:

«Me encontré con una idea preciosa. … Algo como esto: presuponiendo la integridad y la disciplina, se justifica en entrar en un gran riesgo, no precisamente porque el resultado está asegurado, sino por la integridad y el valor del acto han hablado en voz alta. …

«El éxito o eficiencia se colocan donde deben estar: en el fondo. Ellos no son irrelevantes, pero están lejos del centro.Yo estaba en la necesidad de este tipo de reflexiones que nos enfrentamos al público después de nuestro crimen. … Todas las partes estuvieron de acuerdo – estábamos locos o renegados o una locura. …

«Uno tenía muy poco que seguir, y se fue por delante, no obstante. … El acto se soltó, la verdad y la bondad se confiaron a los cuatro vientos. De hecho, las buenas consecuencias fueron de poca cosa para mí, en comparación con la integridad de la acción, la necesidad de responder, levantó los espíritus «.

Los más recientes profetas y activistas que he conocido han sido por lo general capaces de hacer esto – para liberar la verdad de la ley a los cuatro vientos. Y estoy seguro de que les ayuda a evitar tomar demasiado en serio.

Anticipar el Jut-Jaw

Así es como Dan Berrigan relata el período inmediatamente posterior a la acción en Catonsville:

«Nos sentamos bajo custodia en la trastienda de la oficina de correos Catonsville, débil de alivio. … Tres o cuatro peces gordos del FBI entraron ominosamente. Su líder, un paradigma sobresalen de mandíbula, nos contempló desde la puerta. Su ojo de águila encendida en Philip. Él rugió: «Él otra vez! ¡Dios mío, voy a cambiar mi religión! ‘

«Yo podría pensar que no hay mayor tributo a mi hermano.»

Los Berrigans ayudan a afirmar a mí que este nuestro Dios es un Dios de risa, y que son el entretenimiento. Y eso es sólo una de las razones un toque de luz parece ser necesario. ¿Vamos a tener éxito? Pregunta equivocada. La de la derecha es la voluntad de que sea fiel? ¿Vamos a atreverse a ir con los Berrigans a donde la guerra se recrudece.

Estoy muy ilusionado con la posibilidad de renovar mi espíritu, y mi sentido del humor, con algunos profetas de épocas más recientes en la próxima Conferencia sobre el imperativo moral de Activismo, Agosto 16-17, en el National Kateri Tekakwitha Santuario en Fonda, Nueva York.

Permítanme concluir con un poema escrito por el escritor alemán Peter Gan en 1935 durante el Tercer Reich. Creo que nos llama de una manera reflexiva para contemplar lo que somos y lo que estamos llamados a hacer – en la actualidad.

Pero primero, lo más importante:
«¿Qué estás haciendo en estos grandes momentos?

«Muy bien, digo, por momentos parece genial
para mí, cuando cada hombre conducido
casi hasta la muerte por el odio de la época,
y de pie en el lugar que le ha dado,

«Hay que queramos o no contemplar
ni menos una cosa que su propio ser!
Un poco aliento, espera un segundo
bien puede ser suficiente – entiendes lo que significa? »

Ray McGovern trabaja con Tell el Word, el brazo editorial de la iglesia ecuménica del Salvador en centro de la ciudad de Washington, y enseña y aprende en su Escuela de Liderazgo de Servicio. McGovern era un oficial del ejército y un analista de la CIA durante 30 años, y es co-fundador de Veteran Intelligence Professionals for Sanity (VIPS). Su sitio Web es raymcgovern.com. 

 

LEER EN INGLÉS, AQUI:

FUENTE:http://consortiumnews.com/2013/08/12/the-moral-imperative-of-activism-2/

Homilía semanal del Padre Jim Hogan para el 18 de agosto 2013


Publicado el 15 de agosto 2013 por Romero

• Jeremías 38:4-6, 8-10 • Hebreos 12:1-4 • Lucas 12:49-53 • 20 Ordinario C ’13 • 

Lecturas bíblicas:  Vigésimo Domingo del Tiempo Ordinario

Imprimir PDF:  Homilía Weekly 18/08/2013

Jim Hogan3Este ha sido otro de verano, cuando los incendios en Washington, Idaho y Montana occidental vertieron humo en nuestro valle. El humo es una molestia para nosotros. Las personas cercanas a el intenso calor y la fuerza explosiva de fuego saben fuego amenazante es. Hace cuatro semanas – el 19 de julio, que tenía un fuego en mi condominio. Al menos momentáneamente esa experiencia fue aterradora, sin duda suficiente para arruinar un buen día. Aunque relativamente pequeño, sus consecuencias han consumido gran cantidad de mi tiempo, energía y dinero. Por suerte yo no estaba herido y los daños fueron limitados.Se eliminaron los gabinetes de cocina para su reparación, una nueva pintura aplicada y pronto tendrá una nueva estufa y microondas.

Jesús de Nazaret era una persona increíble. Un incendio profética se encendió en él. Él era un Judio devota, pero no decidida a mantener el status quo de la familia, la sociedad o la práctica religiosa. Reconoció que muchos están agobiados por la violencia, las enfermedades, las relaciones difíciles y los desastres naturales. Su mensaje sobre «el reino de Dios» era complejo e incluso provocativa. Pidió un cambio profundo en la sociedad. «He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido!  Mientras viajaba por Galilea y en Jerusalén, que estaba tratando de encender un fuego en el corazón de sus pares similares al fuego en su alma – el fuego del amor. Estaba llamando a sus compañeros para ir más allá de la clase de vida rígido y poco profundo que es menos que la vida.

Su mensaje fue tan radical que se espera que tenga efectos dramáticos como si la tierra había sido incendiado. Es por eso que sus primeros compañeros le consideran un profeta.Los profetas nos recuerdan que hay cosas más importantes que el simple mantenimiento de las ventajas de que gozan en las disposiciones vigentes.

Hoy en día muchas voces proféticas advierten de los peligros del cambio climático y nos llaman para ajustar el consumo de energía para evitar futuras calamidades. No importa lo que su mensaje sensato, profetas son rechazados. La mayoría de las personas consideran que es mucho más fácil para ir junto con el status quo.

El mensaje de Jesús atrajo a algunos y provocado la resistencia violenta de los demás. Al igual que hoy en día algunos se estaban aletargados y pasiva. Esto debe haberle frustrado.Sus palabras revelan un intenso conflicto en el alma. «¿Crees que he venido para traer paz a la tierra? No, le digo a usted, pero la división. »   Se dio cuenta y reconoce que en lugar de encender un fuego en su corazón, su mensaje estaba dividiendo los hogares y las familias, incluso la suya. No es de extrañar que se lamenta: «He venido a traer fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! »

Jesús no estableció una «iglesia», tal como la conocemos. Su pasión por «el reino de Dios»estaba a punto de ignición y propagación del «fuego del amor» que transformaría la sociedad. Sus primeros compañeros mantienen viva su pasión. Sabían que las personas son más importantes que las leyes y las relaciones más importantes que las instituciones. Ellos trabajaron valientemente con los demás por un mundo mejor.

Ellos y todos los que ya abrazar el camino de Jesús no han justificado las cosas como son.Un fuego ardía en su interior que conduce a la búsqueda de una sociedad más justa y verdadera paz enraizada en el amor.

En los siglos desde entonces, «cristianismo» evolucionó y se convirtió en la iglesia institucional que hoy conocemos. El fuego encendido por Jesús fue contenido y el statu quo se mantiene a toda costa. No obstante que el fuego encendido por Jesús no se ha extinguido. Se continúa ardiendo en los corazones de millones de personas hoy en día – la gente como nosotros que trabajamos por un mundo mejor en el que el tipo de vida rígido y poco profundo que no es la vida se sustituye por una vida humana completa que está disponible para todos.

Tuve la suerte. Fui capaz de extinguir el fuego en mi casa y que el daño fue limitado. No queremos y no vamos a permitir que el fuego encendido por Jesús de Nazaret que se extingue. Esa es la causa de la tensión que experimentamos en nuestra casa de la fe católica en la actualidad. Nuestra tarea en esta 21 ª siglo es avivar las llamas del fuego de Cristo lo que se quema con más fuerza en nuestro mundo. De esta manera hacemos posible que la presencia de Cristo resucitado a seguir evolucionando en medio de nosotros. En Cristo, una paz más sociedad justa y real arraigado en el amor surgirá en nuestro mundo.

 

 

http://concernedcatholicsmt.org/weekly-homily-from-father-jim-hogan-for-august-18-2013/

LA MADRE LAURA, PEDAGOGA


La madre Laura, pedagoga

Publicado el 22.04.2013

VNCOL-75-PLIEGOLos albores de una Metodología de trabajo con indígenas

En el informe que la Madre Laura Montoya escribió al Comisionado para los Indígenas del Occidente de Antioquia, revela su particular pedagogía con los indígenas.

Descargar PDF

– See more at: http://www.vidanueva.co/blog/2013/04/22/la-madre-laura-pedagoga/#sthash.jnn5Hid9.dpuf

El provincial de los jesuitas de Andalucía Guillermo Rodríguez Izquierdo veta a José María Castillo


ago152013

 

Enviado a la página web de Redes Cristianas

Se adjunta imagen de la carta que apareció ayer en Ideal donde expresa las argucias del provincial de los Jesuitas para excluir a Pepe Castillo de unos ejercicios espirituales para amigos de la compañía. No es Francisco todo lo que reluce….Nuestra solidaridad de nuevo con Pepe y lo que conlleva ser consecuente con lo que se dice y se hace.

Para ver la carta pulsar en el siguiente enlace:

https://mail-attachment.googleusercontent.com/attachment/u/1/?ui=2&ik=04e28b2c74&view=att&th=1407da4daf7afccf&attid=0.1&disp=inline&realattid=f_hkcqmwtt0&safe=1&zw&saduie=AG9B_P_nZxGbEiWXxOXhOWaVtoWa&sadet=1376509060924&sads=w1BNwCemMB30-CP-SMmUOQnXMr0

 

 

FUENTE:www.redescristianas.com

Generocidio: aborto selectivo por razones de sexo


Los abortos selectivos han impulsado la preferencia por el hijo varón en la sociedad patriarcal de algunos países del continente asiático y se ha ido extendiendo a  Europa, Estados Unidos y Canadá. El término también llama la atención sobre el hecho de que los roles de género han tenido a menudo consecuencias mortales, y que éstos se encuentran en importantes aspectos análoga a las consecuencias letales de los prejuicios raciales, religiosas y de clase.

El termino fue usado por primera vez por Mary Anne Warren en su libro Gendercide: The implications of Sex, 1985. Es un término sexual-neutral en el que las víctimas pueden ser hombres o mujeres.

——————————————————————————————————————————————————————————–

Teresa Sosa
 
Miles de mujeres vietnamitas deciden abortar cuando descubren que esperan una niña, empujadas por la tradicional preferencia familiar hacia el hijo varón yPreferencia de n iños varones China la política gubernamental de control de natalidad.Según un reciente estudio de la Academia de Ciencias Sociales de Vietnam, muchas mujeres evitan a cualquier precio dar a luz a una niña, sobre todo si ya tienen un hijo, ya que el gobierno de Hanoi  sanciona a las parejas con más de dos descendientes.

Un gran número de parejas experimentan con todo tipo de dietas y pócimas para asegurarse la descendencia masculina, pero cuando la naturaleza no satisface sus expectativas optan por estos métodos expeditivos.

Vietnam alto porcentaje

Hung, una ginecóloga de Ho Chi Minh (antigua Saigón) dijo que “algunos doctores fuerzan el aborto de fetos de hasta 22 semanas siempre que les paguen un buen dinero”.Estas prácticas han convertido a Vietnam en uno de los países del mundo con mayor porcentaje de abortos, con más de un millón de casos al año para una población de 90 millones de habitantes, según estimaciones del Gobierno.

En las grandes ciudades, como Ho Chi Minh, se producen dos abortos por cada tres nacimientos, el doble que en el resto del país. Para controlar el problema, el gobierno de Hanoi prohibió hace cuatro años a los médicos revelar el sexo del feto, una medida que se ha revelado imposible de aplicar.

“Los padres insisten mucho en conocer el sexo de su bebé, y resulta comprensible, de modo que muchas veces no nos podemos negar. A veces no lo decimos directamente, pero les damos alguna pista que deja claro si será niño o niña“, admite Hung.

Una de las consecuencias de este fenómeno es el desequilibrio de género en el país indochino, donde nacen 113 niños por cada cien niñas, un promedio que podría aumentar a 125 niños por cada cien niñas en las dos próximas décadas si continúa la tendencia.

“Muchos vietnamitas piensan que sus hijas terminarán abandonándolos cuando se casen, para ocuparse de la familia del esposo. Tenemos que cambiar poco a poco esa percepción con campañas de concienciación y también con incentivos económicos para las familias que tengan sólo niñas. Las medidas coercitivas por sí solas no bastan, tenemos que ofrecer algo para que la gente vaya cambiando su mentalidad” (Duong Quoc, Director del Departamento de Población y Planificación Familiar).

 India y China

En la actualidad, en los países con mayores poblaciones del mundo, China e India,  la coincidencia de dos situaciones, a saber, los avances médicos que permiten determinar el sexo del futuro hijo y una ‘preferencia cultural’ por los hombres han hecho que el número de mujeres disminuya y que haya un mayor número de abortos de embriones y fetos femeninos. Particularmente en la India, las investigaciones calculan que, de 1985 a 2005, 10 millones de posibles futuras mujeres han sido abortadas de manera selectiva.

El censo del 2001 en la India reveló que “faltaban” cincuenta millones de mujeres. Por otra parte, la aplicación de la política de un solo niño en China en 1979 incrementó la población masculina, pues los padres intentaban engañar y evitar la ley mediante el aborto preferencial o el abandono de las hijas no deseadas.

En consecuencia, en la India está prohibido realizar ecografías o ultrasonidos para determinar el sexo del feto, pues, dado que el aborto es legal, muchas mujeres se ven obligadas a abortar si el feto es una niña porque, supuestamente, “una hija no podrá cuidar de sus padres cuando envejezcan, porque será la causa del empobrecimiento de la familia al tener que pagar una dote en su boda. El aborto selectivo hacia futuras mujeres podría tener una influencia en la relación hombres-mujeres, que se elevó de 117:100, según datos del 2002.

Christophe Z. Guilmoto, demógrafo francés, ha dirigido un estudio en el que concluye que en  buena parte del continente asiático, la tasa de niñas que nacen se ha reducido significativamente respecto de la de las niños, por obra de los abortos selectivos.

Según el mismo autor, el índice de masculinidad, sin embargo, también ha experimentado ascensos notables en países donde no existe el control de la natalidad como política de Estado. Es el caso Taiwán, Singapur, Pakistán o Bangladés. También en el sur del Cáucaso, en Armenia, en Georgia, en Azerbaiyán. De modo más débil, la tendencia también es visible en Albania y en Montenegro.

Europa en aumento

Un estudio realizado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), reveló que cada vez es más frecuente en Europa el aborto de fetos de sexo femenino, porque las parejas prefieren a los varones.

Según el texto difundido por la prensa, este hecho ya no se da solo en los países balcánicos. Asimismo, indicó que la facilidad con que ahora se puede determinar el sexo en la semana 14 de gestación, ha permitido a los europeos practicar estos abortos de niñas.

Según las personas consultadas especializadas en el tema, esta preferencia por los varones se debe a las estructuras familiares que predominan en estos países, donde los niños son percibidos como perpetuadores de la familia y sus tradiciones, mientras las mujeres abandonan el hogar cuando se casan.

Norteamérica

El problema en Norteamérica está causado por inmigrantes asiáticos, principalmente de India y China. La revista The Economist señala que Canadá se ha convertido en “un paraíso” para los padres que desean abortar los fetos femeninos, por su predilección por tener hijos varones.

Es difícil decir cuántos abortos por selección de sexo se llevan a cabo en Estados Unidos. Pero hay 3.9 millones de norteamericanos de origen chino, 2.8 millones de indios de origen asiático y 1.6 millones de norteamericanos de origen coreano viviendo en ese país. Se ha encontrado que la población de indios se ha duplicado en las últimas dos décadas (Almond y Edlund) y que decenas de miles de niñas han sido eliminadas por razones de sexo.

FUENTE: Diversos textos. Internet.

 Descargar edición impresa digitalizada Diario de los Andes

PDM_11_o8_2013_

 

 

http://palabrademujer.wordpress.com/2013/08/12/generocidio-aborto-selectivo-por-razones-de-sexo/

El no teísmo como último paso: Roger LENAERS


 

Capítulo 15 de su libro «Aunque no haya un Dios ahí arriba»,

Editorial AbyaYala, Quito 2013, colección «Tiempo Axial»  nº 16.

 

Al comienzo de este libro recordábamos una frase de Dietrich Bonhoeffer: “Vivir en el mundo… etsi Deus non daretur… como si Dios no existiera… como personas que se las arreglan para vivir sin Dios.” Al escribir la frase en latín, Bonhoeffer estaba citando de memoria al padre del derecho de gentes, Hugo Grotius: Etiamsi daremus Deum non esse: “Aun cuando supusiéramos que Dios no existe”. Al citarla, Bonhoeffer modifica la frase condicional irreal de Grotius, la que entonces puede significar: ‘vivir en el mundo como si no hubiera Dios alguno’, o bien: ‘vivir en el mundo como si Dios no existiese’.

Al interpretar así la frase de Grotius, Bonhoeffer quiso mostrar en qué dirección deberían desarrollarse nuestras formas de pensar como creyentes y nuestra vida como cristianos para que, a tono con la mentalidad del siglo XXI, contengan un mensaje liberador para nuestros contemporáneos. La liberación, llamada redención en el lenguaje eclesiástico, está en el centro de nuestra fe cristiana, como su alfa y su omega. En este libro tratamos de elaborar esta intuición de Bonhoeffer. Ahora mostraremos cuáles son las últimas consecuencias de esta intuición. Puede que algunos se sientan algo confundidos. Pero no hay razón para ello. Pues aunque no hubiera ningún theos, es decir, ningún Dios-en-las-alturas, lo esencial de nuestra fe cristiana permanecería incólume. También ello pertenece a la intuición fundamental de Bonhoeffer, como lo muestra la frase siguiente de una de sus cartas desde la prisión:

Si nos viéramos obligados por último a ver al cristianismo como el atrio de una total irreligiosidad, ¿cuál sería nuestra situación y la de la Iglesia? ¿Cómo podemos hablar de Dios sin religión? ¿Cómo hablamos ‘mundanamente’ de Dios? ¿Cómo ser cristianos de una manera irreligiosa y mundana?” Dietrich Bonhoeffer

¿Cómo? Sin religión, sin Dios, sin theos, y por tanto a-teos. Y sin embargo cristianos. El cristiano del futuro debe ser alguien que piensa y actúa como a-teísta (no como teísta). Más de uno puede sentir miedo de esta manera de hablar. Otros protestarán con rabia. Por ello es bueno que nos detengamos a examinar más en detalle qué es este a-teísmo, este no-teísmo.

Desde hace algunos años, la existencia de Dios vuelve a ser un tema álgido de discusión. No termina nunca de ser discutido. Pero ¿de qué se está hablando? ¿Qué contenido tiene la palabrita “Dios”? Al hablar de una casa, todos saben de qué se trata, por muy diferentes que sean los posibles modelos de casa. Vemos casas y vivimos en ellas. Pero “Dios” no es un objeto perceptible. Sin embargo, en todas las culturas antiguas se ha tenido siempre la certeza de que se dependía de poderes invisibles que se presentaban espontáneamente como personales y hasta en forma de seres humanos. La veneración que los grupos humanos rendían a tales “dioses” se expresó en rituales y profesiones de fe. El conjunto de tales rituales y profesiones de fe se llama religión.

Parece que la religión se originó bastante tardíamente en la historia del homo sapiens, que ya lleva alrededor de un millón de años. Nadie sabe cuándo, ni cómo. Pero hay artefactos de culturas de hace unos 30.000 años que parecen indicar la presencia de representaciones religiosas ya en aquel tiempo. A partir de un determinado momento, tales representaciones penetran en forma progresiva a todas las civilizaciones. Pues el ser humano se ha visto confrontado una y otra vez con fenómenos naturales inexplicables y amenazantes, frente a los cuales no tenía defensa alguna. En su imaginación, estos fenómenos tomaban formas de poderes personales invisibles, que se volvieron dioses, en griego theoi, que habitaban en lo alto, tal vez porque la mayoría de los fenómenos estremecedores, como el rayo, el trueno, las tempestades y los huracanes, se precipitaban sobre él desde arriba. Su comportamiento frente a esos poderes divinos era semejante al que tenía ante los poderes que regían la sociedad: sometimiento, veneración, alabanza, oferta de dones, es decir, víctimas, como una manera de obtener algo de ellos. La religión nacía así para desarrollarse luego adoptando diversas formas en cada civilización.

Durante miles de años la religión fue así un politeísmo, correspondiente a la multiplicidad de dioses (del griego polys que significa pluralidad) de cada cultura. Hasta que hace alrededor de 3000 años germinó en un grupo de pueblos de la región más tarde llamada Palestina, los judíos, una forma de religión que sólo conocía a un Dios único. Esta nueva forma de religión se llamó monoteísmo, del griego monos que significa único, solo. Hasta ese momento, la palabra “dios” había sido un nombre genérico que se predicaba o decía de cualquier cantidad de poderes supramundanos y por tanto invisibles. En adelante el nombre debería decirse solamente en singular, como nombre propio, aplicable sólo a un poder que lo dominaba todo. Del judaísmo surgió hace 2000 años una forma particular de monoteísmo que se llamó el cristianismo que iba a tener un crecimiento sorprendente, determinando hasta nuestra manera de contar los años y llegando a ser en Occidente, hacia el año 1000, el representante único de la religión.

Pero en el siglo XVIII de esta era cristiana comenzó a presentarse un nuevo fenómeno religioso. La imagen judeo-cristiana de Dios, que había desplazado en Occidente a todas las imágenes divinas anteriores, se ve sometida a un desplazamiento semejante en su propio lugar de origen. El theos cristiano es desbancado en el Occidente cristiano como una ilusión, igual como le había sucedido antes a Baal, Zeus, Júpiter o Wotan. La cultura cristiana se vuelve cada vez más a-teísta.

“A-teísta” o “a-teo” suena como “sin Dios”. Pero, al menos en Europa, ser “a-teo” es más fino que ser “sin Dios”. No así en Estados Unidos, donde decirse “ateo” sería renunciar a ocupar cargos públicos elegibles. La condenación del ateísmo es todavía más fuerte fuera del mundo occidental. Negar la existencia de Dios sería locura para un africano. Para un musulmán, la existencia de Alá es indudable. Durante la Edad Media sucedía algo semejante en Europa, donde quien negara a Dios no tenía perdón. El a-teísmo es, pues, una característica bastante exclusiva de una visión del mundo muy propia de la Europa moderna, y se vincula estrechamente con la Ilustración. El Occidente a-teo es, al menos por ahora, una isla solitaria en un océano de religiones.

Pero la amenaza de fenómenos naturales es sólo una de las dos raíces de la religión. No basta la explicación de Epicuro, el filósofo de la antigua Grecia, de que el miedo es quien ha engendrado a los dioses. Hay otra raíz de la religión que ha vuelto a estar siendo descubierta en Occidente: la de un presentimiento o una corazonada profunda en el ser humano de pertenecer a una realidad más grande y trascendente. De lo contrario no habría elevado nunca a esas fuerzas naturales a la categoría de dioses. Se puede mirar al teísmo como una expresión de dicha corazonada y al monoteísmo como una forma particular del mismo sentimiento. Se ha caracterizado a esa trascendencia como una omnipotencia personal y masculina, sentada sobre un trono y por encima del universo, que dispone de la humanidad y del mundo y aspira a ser venerada y obedecida.

El a-teo niega que tal theos exista, aun contrariando la idea dominante. Pues le parece claro que tal ser hace esclavos de los seres humanos. El a-teo se reconoce a sí mismo en el personaje mitológico de Prometeo que se atreve a desafiar a los dioses robándoles fuego del cielo para entregárselo a los seres humanos, pese a saber que él va a sufrir un castigo tremendo. Por ello Prometeo es, según Karl Marx, el santo y mártir más importante del calendario filosófico.

Pero negar la existencia de un theos no significa negar el mencionado presentimiento ni por tanto la trascendencia. Muchos a-teos, muchas personas no teístas, conducen no obstante su vida de acuerdo a valores que estiman más importantes y más grandes que su propio pequeño yo, trascendiéndolo y sobrepasándolo. Una frase de Albert Einstein lo ilustra con justeza:

Sentir que detrás de todo lo experimentable se esconde algo que nuestro entendimiento no es capaz de captar, algo cuya belleza y majestad llega hasta nosotros sólo de manera indirecta, como en un reflejo, eso es religión. En este sentido yo soy un ateo profundamente creyente”.

Sólo el materialismo que ensalza al propio yo como valor supremo es una negación auténtica de lo divino, pues niega en los hechos la trascendencia. Una actitud como ésa es la que se encuentra en la frase atribuida al rey Luis XV de Francia: Après moi, le déluge, “después de mí que venga el diluvio”, en otras palabras: que todo se hunda, si a mí no me toca.

 

El a-teísmo como fase de la evolución

Hemos dicho que recién desde la Ilustración se puede hablar de a-teísmo como despedida de la religión y despedida del reconocimiento y veneración colectivos de un theos. El a-teísmo pertenece esencialmente a la modernidad y por tanto al Occidente monoteísta cristiano. Los vehementes ataques que dirige el poeta romano Lucrecio a la religión en su De rerum natura no pueden considerarse como los de un a-teo, porque para él, como epicúreo, seguía existiendo el mundo de los dioses. Pero a su manera de ver no había ninguna relación entre estos dioses y los seres humanos. El a-teísmo moderno supone la superación del estadio politeísta de la historia humana.

Han pasado miles de años antes de que esta superación haya tenido lugar. Comienza con el tránsito del politeísmo al así llamado henoteísmo (donde la raíz griega hen es el nombre del número uno). En éste, la multitud desordenada de los dioses primitivos toma la forma de una familia, relacionada con un padre primigenio al que los demás dioses le deben obediencia. Ése era Zeus entre los griegos, Júpiter entre los romanos, Wotan entre los germanos. El tránsito desde este henoteísmo al monoteísmo comenzó alrededor del año 1000 a. C. en el cercano Oriente, en medio de un pueblo cultural y políticamente insignificante: el de Israel. Este pueblo se sintió con una fuerza interior capaz de desafiar las corrientes politeístas del mundo cultural circundante con su culto claramente monoteísta a su Dios Yahvé. De toda evidencia, el yahvismo era espiritualmente superior a las mencionadas tendencias. En realidad, el monoteísmo es un paso adelante respecto al politeísmo. Las exigencias éticas del yahvismo superaban claramente las de los pueblos vecinos. Se ve esto, por ejemplo, en la protesta de los profetas de Israel contra la opresión y explotación de los débiles. Sin embargo, el paso del henoteísmo al monoteísmo fue un proceso trabajoso aun en Israel. Duró siglos y costó sangre, como se lo puede ver en los dos libros de los Reyes. La tenacidad con la que una cultura lucha por sus propias representaciones religiosas muestra a las claras cuánto teme abandonar su forma particular de revestir a lo trascendente, o, lo que es lo mismo, cuán importante estima para su vida su propia forma de vincularse con lo trascendente. No hace mucho que esto ha quedado dramáticamente ilustrado en las explosiones de ira que se han seguido a la quema de unas páginas del Corán y a la publicación de caricaturas del profeta Mahoma.

La victoria del yahvismo dentro del judaísmo fue definitiva sólo en el siglo VI a. C. como consecuencia del exilio del pueblo judío en Babilonia. Los deportados reafirmaban su identidad judía bajo el influjo de predicadores inspirados como Jeremías y Ezequiel. Para ello tomaban distancia del politeísmo dominante, orientándose exclusivamente hacia Yahvé. Ello significaba que Yahvé era para entonces el único poder que ante los judíos podía ostentar el título de “Dios”.

El triunfo del monoteísmo en un pequeño pueblo insignificante del Oriente Medio iba a tener consecuencias mundiales. No se podía sospechar nada de ello durante los primeros cinco siglos tras el exilio babilónico. Pero una mutación tuvo lugar en el interior del yahvismo judío con la entrada en escena de la figura profética de Jesús de Nazaret. Esa mutación se desarrolló hasta formar el cristianismo. Este cristianismo demostró ser espiritualmente superior a los muchos cultos del helenismo en cuyo ambiente se desarrolló. Creció lenta pero seguramente, sin ruido ni propaganda ni empleo de la violencia, exclusivamente con su fuerza interna, y llegó a ser con el tiempo la forma de culto más importante en el Imperio Romano.

Pero cuando el Emperador Constantino apostó a la carta del cristianismo por razones políticas, esta religión comenzó a aprovecharse de sus privilegios para expulsar a las otras formas de culto mediante medidas políticas y actos de violencia. Más adelante, Carlomagno iba a tomar las mismas medidas poco evangélicas y no cristianas contra los sajones paganos. Más tarde los conquistadores españoles en América Latina hicieron lo mismo con los indios. A la larga el monoteísmo teñido de cristianismo llegó a ser la única religión tolerada en Europa y América. Lo mismo consiguió en Asia y el Norte de África el Islam, otra forma de monoteísmo, nacido en Arabia pero inspirado en el cristianismo y el judaísmo. El theos judeo-cristiano cambió su nombre, llamándose Alá. En resumen: el monoteísmo nacido en el minúsculo judaísmo es ahora la forma religiosa de la mitad de la humanidad.

Pero el diplomático holandés del siglo XVII Hugo Grotius había escrito la frase cuyo alcance ni él mismo había medido. Está en su tratado fundamental sobre el Derecho de Gentes, titulado De Jure Belli et Pacis (Sobre el derecho en la guerra y en la paz), y dice así: “Aun cuando pudiéramos pensar que no existe ningún Dios, sin embargo el derecho natural quedaría en pie, sin ningún desmedro”. Sin darse cuenta, el piadoso Grotius esparció allí la semilla del a-teísmo. Porque de su frase se deriva que hay algo más absoluto que el mismo Dios, a saber, el derecho humano, pues eso es el derecho natural. Pero si hay algo más absoluto que Dios, entonces Dios –imaginado en ese tiempo como theos– no es el Trascendente Absoluto. Y en ese momento, el derecho humano tampoco es su criatura, pues habría derecho humano aún sin Dios. Y si el derecho humano no es su criatura, entonces tampoco lo es el ser humano, pues todo derecho pertenece a la esencia humana. Sin percatarse de ello, la frase del creyente Grotius socavó toda la doctrina cristiana sobre la fe.

Bastaron sólo dos siglos para que la semilla que él sembró germinara y brotara. Faltaba que las ciencias naturales llegaran a un grado tal de desarrollo que pudieran dar una explicación satisfactoria para todos los fenómenos naturales, de tal manera que no se necesitara ya recurrir a un theos extramundano, invisible e inverificable. Se puede señalar el año 1750 como comienzo de este proceso de explicación, cuando Benjamín Franklin puso en peligro su vida para demostrar que el rayo no era una intervención venida de un Dios en las Alturas, sino una gigantesca descarga eléctrica, es decir, un fenómeno puramente intra-mundano. Un siglo y medio después ya nadie hablaba de intervenciones de Dios en los círculos científicos. Si antes se lo veía actuando en todas partes, hacia 1900 ya no estaba en ninguna. No se negó su existencia, sino que se la olvidó. No jugaba ningún papel en el quehacer científico. Todo andaba a las mil maravillas sin él. Una de las consecuencias fue que la religión, el culto, la Iglesia se convirtieron en cosas secundarias en un Occidente marcado cada vez más por la ciencia. No se las abandonó durante un tiempo. El témpano del pasado se derrite lentamente. Por lo demás, el ser humano necesita rituales, y los rituales eclesiásticos son floridos y sientan bien. Por eso el cristianismo ha logrado sobrevivir todavía un tiempo en una cultura cada vez menos religiosa. Pero no le va del todo bien.

Para una Iglesia en otro tiempo casi todopoderosa, la situación se puso más difícil de lo que ella misma hubiera pensado. Su influjo se evaporó bastante entre los círculos más desarrollados. Las ideas de la Ilustración fueron ganando cada vez más terreno y sus adherentes criticaron cada vez más duramente las enseñanzas eclesiásticas. El terremoto de Lisboa de 1755 con sus diez mil muertos levantó la pregunta que debía amplificarse mucho más después de Auschwitz: ¿dónde estaba el Dios Omnipotente e infinitamente bueno en esta catástrofe? ¿Estaba en alguna parte? ¿Existía todavía? ¿No es contradictorio que exista un Dios infinitamente bueno y poderoso, por un lado, y que haya miseria y maldad en el mundo, por otro? Si él no es capaz de impedir las catástrofes, entonces no es todopoderoso, y si él podía hacerlo y no hizo nada, como es el caso en las dos catástrofes citadas, entonces no es infinitamente bueno. Este argumento atribuido erróneamente a Epicuro es del siglo III a. C. y volvió con mucha fuerza durante la Ilustración. El refugio de la gente que todavía era religiosa fue el deísmo, según el cual, Dios existe y como Gran Arquitecto ideó el universo de manera maravillosa y le dio la existencia, pero después de ello se desentendió totalmente de lo que sucede en este mundo. No tiene sentido, pues, pedirle algo, ni menos venerarlo, y en cuanto a la institución Iglesia, mejor hacerse a un lado y dejarla. Así comenzó el gran éxodo de quienes abandonan la Iglesia.

El paso siguiente tras constatar el esfumarse de la eficacia de Dios fue la negación de su realidad. Pues al no jugar ningún papel en el cosmos, ¿dónde apoyarse para seguir afirmando una existencia aparentemente tan contradictoria? A la larga, la duda y la pregunta se convirtieron en negación. Había nacido el a-teísmo moderno. La responsabilidad de probar la realidad divina recaía ahora en los creyentes y en la Iglesia. Porque quien afirma algo discutible, tiene que aportar sus razones para demostrar su aserto. Pero todo lo que antes se había aducido como prueba, desde el rayo y el trueno hasta los milagros y las apariciones, eran ahora fenómenos explicables sin necesidad de recurrir a intervenciones de fuera de este mundo por parte de un Dios todopoderoso. Ni siquiera se lo requería para explicar el orden y la conveniencia de la naturaleza viva, de los que Cicerón había derivado la existencia de un creador genial y perfecto. Pues la teoría de la evolución de Darwin y de De Vries entregaba para ambas una explicación concluyente y de este mundo: la selección natural de mutaciones casuales, sin finalidad alguna, pero que resultaban exitosas en períodos de tiempo astronómicamente largos. En ninguna parte de la explicación científica quedó un vacío, por lo cual el Dios exterior a este mundo que antes había servido para rellenar los huecos de nuestro limitado saber no tenía ya nada más que hacer. Introducirlo de nuevo en alguna parte sería poner en duda la validez de las explicaciones científicas y la confiabilidad de la razón humana. Pues las leyes de las ciencias eran hijas legítimas de esta razón. Desconfiar de ellas, era desconfiar de la razón, de lo que se sigue que sería mejor dejar de pensar en absoluto. Desconfiar en la razón es abandonar la seguridad científica y el pensamiento.

La existencia de un Dios que hubiera hecho todas las cosas contradecía además completamente al pensamiento ilustrado. Pues su existencia significaría que el cosmos sería totalmente dependiente. Pero tal dependencia pondría en tela de juicio su autonomía y su funcionamiento de acuerdo a leyes, lo que no puede ser puesto en duda por la modernidad. Por último, ¿cómo se podría armonizar esa dependencia con la libertad que, incluyendo una independencia, constituye esencialmente al ser humano?

Hay que reconocer que el a-teísmo, la renuncia de la modernidad a concebir la divinidad como un theos, no es asunto de afirmaciones ciegas ni de enemistad vengativa contra la Iglesia, aunque ciertamente esta última ha jugado también un papel. En el fondo es la lucha de la razón y la libertad humanas contra su neutralización por parte de cosmovisiones religiosas en las cuales el pensamiento lógico sigue siendo posible sólo a condición de que se acepten ciertas premisas que algunas personas se han imaginado. La apuesta es grande. Ello explica la dureza del duelo que tiene lugar entre el saber moderno y la religión. Está en juego su ser o no ser. Si el mensaje de la fe cristiana pretende ser tomado en serio en la modernidad, no debe rechazar, sino elaborar un concepto profundo de a-teísmo, del no-teísmo.

 

Ganancias y pérdidas

Ante todo, es importante hacer un balance de esta nueva fase de la historia del espíritu humano. Veamos primero la cuenta de las pérdidas. Friedrich Nietzsche, corifeo del ateísmo en la modernidad, vio que la desaparición de la religión en una civilización tan profundamente tributaria de la profesión de fe en un Dios-en-las-Alturas debía precipitar una catástrofe. En su obra La Gaya Ciencia [Die Fröhliche Wissenschaft], presiente la amenaza que se cierne tras “la muerte de Dios”. Lo hace por la boca de un loco que en pleno día irrumpe en la Plaza del Mercado con una linterna y proclama que se avecina una tremenda desgracia para la civilización occidental. La “muerte de Dios” la envolverá entera, precipitándola en una muerte que abarcará toda su riqueza espiritual, su ética, sus creaciones artísticas, su búsqueda de verdad y sus hallazgos. Pero esto no ha sucedido. En esto se basa el incrédulo de la modernidad para comprobar que la civilización occidental no era tan tributaria del cristianismo como se creía. Y que los valores de la Europa moderna son fruto del Humanismo de la Ilustración, heredero a su vez de la antigüedad grecorromana por la vía del Renacimiento, más que del cristianismo.

Hay que corregir esta supuesta comprobación, precisando que hay por lo menos una forma de humanización que Europa le debe sin lugar a dudas a la Iglesia: la del cuidado de personas, principalmente de aquellas que en todas las culturas han sido preteridas: personas contagiadas de infecciones, locas, huérfanas, ancianos pobres, leprosos, discapacitados de toda especie, sin casa. El Derecho Imperial Romano no decía una palabra sobre hospitales u orfanatos, pues los desconocía. Y ninguna de las asociaciones que se formaron en ese imperio se proponía la asistencia de personas en situación de extrema necesidad. La preocupación por los pobres era desconocida. En cambio, en la Iglesia fue siempre realidad de todos los días lo de Mateo 25: “dar de comer al hambriento, vestir al desnudo…”. La Abadía de Cluny, para poner un ejemplo, se ocupaba de dar al menos una comida diaria a 18.000 pobres al año, unos 50 diariamente, y esa comida era más abundante que la que recibían los mismos monjes. El cuidado de los discapacitados comenzó también por iniciativas de la Iglesia. Aún hoy día, el cuidado de los leprosos en China, India y África corre en un 95% por cuenta de cristianos. A todas luces, la honra de Dios inspirada en Jesús de Nazaret guarda un potencial humano que no se encuentra en la misma medida fuera de las comunidades creyentes. Esta inspiración deja de lado la máxima del “hoy por ti, mañana por mí”, pues se trata de un servicio desinteresado. El humanismo moderno puede mostrar hoy también a los Médicos sin Fronteras o a Amnistía Internacional. Pero las Hermanas Enfermeras existían medio siglo antes que Médicos sin Fronteras.

Y ¿dónde encontrar en el moderno humanismo un compromiso como el de un Damian de Veuster, un Abate Pierre o una Madre Teresa de Calcuta? La sociedad occidental, es decir, la región del mundo cuya cultura ha sido enriquecida durante mil años por el cristianismo, ha comenzado ahora a tomar sobre sí una buena parte del cuidado social. Y así debe ser. Pero al hacerlo, sólo ha retomado y prolongado, a menudo sobre todo con la técnica y con bastante burocracia, lo que los cristianos habían comenzado a hacer con una magnanimidad sin límites y numerosos sacrificios. Los asistentes o voluntarios modernos son en realidad muchas veces sólo enanos sobre los hombros de un gigante.

 

La ética humanista y sus límites

Nietzsche tenía mucho miedo de que la enorme riqueza de la cultura occidental se hundiera irremisiblemente como consecuencia de la muerte de Dios. Tampoco esa catástrofe se produjo. Otra fuerza vino a colmar el vacío, al menos parcialmente: el humanismo a-teo moderno. Desapareció el theos, el Dios-en-las-Alturas, pero todavía no la conciencia de una realidad trascendente de la que el theos era una expresión provisoria. En la modernidad, esta realidad se presentó bajo otra forma. El aura de santidad que antes rodeaba al nombre de Dios se trasladó hacia el ser humano. Se le reconoció su intangibilidad, sus derechos llegaron a ser sagrados, todo tenía que servir a su bienestar y su progresiva humanización. El servicio al ser humano tomó el lugar de la religión. Una nueva ética de corte humanista germinó en esta nueva tierra. Sus contenidos concretos no diferían demasiado de la ética eclesiástica tradicional. Muchos de sus preceptos respondían al espíritu del evangelio, incluso más que los de la ética eclesiástica en algunos casos.

En un capítulo anterior se ha dado cuenta de cómo la piedad podía ir a veces de la mano con una terrible inhumanidad en el pasado de la Iglesia, frente a la cual se levantaron apenas unas cuantas voces. La modernidad logró eliminar varios de estos excesos inhumanos en menos de un siglo. Hubo creyentes que criticaron el uso de torturas en la investigaciones policiales o legales o como forma de ejecución, pero ese uso no llegó a declararse ilegal sino en el último cuarto del siglo XVIII y sólo bajo el influjo de pensadores ilustrados como Montesquieu y Voltaire. En los Estados Pontificios, ello sucedió recién en 1815. Los muy católicos reinos de España y Portugal practicaron el comercio de esclavos durante varios siglos hasta su prohibición en 1809. La esclavitud misma fue suprimida unas décadas más tarde. La locura colectiva de la caza de brujas duró desde fines del siglo XV hasta el siglo XVII. En ese período miles de personas, sobre todo mujeres, fueron llevadas al cadalso. A fines del siglo XVII, esa locura fue decreciendo paulatinamente gracias a que el pensamiento ilustrado recién emergente liberaba a la gente de la creencia en el demonio. Fue también la Ilustración la que puso fin a la terrible injusticia de la que los judíos fueron víctima desde las Cruzadas. Fue ella también la que despertó la conciencia mundial en contra de actitudes y prácticas que en el Antiguo Régimen eran comunes y corrientes, como las conversiones obligadas, la persecución de quienes piensan diferente, la intolerancia, la discriminación y, en general, diversas formas de negación de los derechos humanos.

Los argumentos de autores antirreligiosos, como Richard Dawkins o Sam Harris, se apoyan en el mal histórico que debería pesar sobre las conciencias de las religiones. Entre éstas, sobre todo el cristianismo y el Islam. No es difícil acumular ejemplos de ese mal, comenzando por las cruzadas –aunque se podría uno remontar más lejos–, pasando por las guerras religiosas en Europa, hasta llegar a Al-Qaeda en nuestros días. El veredicto es entonces que las religiones, por su esencia misma, son malas para la humanidad. Por tanto, se las debe perseguir por todos los medios legales. A este argumento hay que responder que aquello que en virtud de su misma esencia es portador de males, sería incapaz de traer bien alguno, lo que manifiestamente no se puede decir de las religiones, ni menos del cristianismo, pues de ellas ha salido una enorme riqueza y una infinidad de bienes para la humanidad. Ya lo hemos mencionado más arriba. Otra tiene que ser entonces la causa del mal que se ha derivado de las religiones.

Al revés, el humanismo moderno, que se jacta de haber liberado a la humanidad de la bruja mala que es la religión, ha producido el mismo mal y aún en mayor medida que la Iglesia de antaño: opresión, adoctrinamiento, intolerancia, persecución, inhumanidad. Su historia es corta, pero los ejemplos se dan a montones, partiendo del nazismo y el estalinismo, hasta Mao y Pol Pot. Es claro que hay un factor mortífero que actúa en el interior no sólo de la religión, sino también del humanismo moderno, y los corrompe a ambos. Este factor es el egoísmo que anida en el corazón humano, bajo las formas de la ambición de poder, la codicia y el orgullo. El cristianismo tradicional habla a este propósito de un “pecado original” del que el Dios en las Alturas podría limpiarnos, lo que habría hecho por Jesucristo. No podemos redimirnos a nosotros mismos. El humanismo, en cambio, sostiene que nosotros mismos somos responsables de nuestra redención. El Dios Altísimo no lo hará en lugar nuestro. Pues ese Dios no existe. La autonomía es válida de una vez para siempre. Más adelante veremos que ambos, cristianismo y humanismo, tienen razón, cada cual por su lado. Pero para verlo, el cristiano debe abandonar a dios, para encontrarlo de veras, esto es, dejar de pensar que la representación teísta, la imagen clásica de dios corresponde adecuadamente con la inasible realidad originaria. Debe llegar a darse cuenta de que su theos no es más que un indicador que apunta a aquel Inasible, a esa realidad originaria que poco a poco se va revelando a lo largo de la evolución. Por su parte, el ateísmo debe dejar de pensar que la Iglesia se ocupa únicamente de ese inadecuado indicador, esa imagen de dios-theos, y no de aquel Misterio al que ese indicador apunta.

Ambas visiones del mundo tienen en común la misma preocupación y el mismo compromiso: la humanización. En ambas se revela el empuje incansable de aquella realidad originaria. Pues el cosmos en evolución, que es donde esa realidad originaria se expresa a sí misma, las empuja a ambas en esa dirección. Si ambas se aliaran en esta lucha liberadora, en vez de oponerse como enemigas, la humanidad no podría sino salir gananciosa. Se realizaría aquello que piden los cristianos en el Padrenuestro: que se haga la voluntad de la realidad originaria. Vendría a nosotros el reinado o señorío de Dios –entendiendo que las palabras “voluntad” y “señorío” son figuras, símbolos–. Al reconciliarse, los enemigos –los humanistas y los cristianos– saldrían ganadores, enriqueciéndose mutuamente, para el bien de todos. No se seguiría malgastando energía y creatividad en querellas inútiles que sólo se saldan con pérdidas en lo humano. Una reconciliación como ésta puede parecer imposible. La religión como profesión de fe en un theos, y a-teísmo como la negación del mismo, parecen irreconciliables, como el agua y el fuego. Sin embargo, ese imposible es posible. Y el cristianismo es una de las religiones que lograría integrar en sí misma al a-teísmo moderno. Pues el a-teísmo ha germinado en el suelo del cristianismo. Es lo que intuyó Dietrich Bonhoeffer. Quisiera explicarlo en el párrafo siguiente.

 

Bonhoeffer y su «cristianismo sin religión»

En las dos largas cartas teológicas que escribió en 1944 en la prisión de Spandau, Bonhoeffer aboga por un cristianismo que no siga dirigiendo su mirada hacia un Dios-en-las-Alturas. Es un cristianismo sin religión y, en este sentido, a-teísta, no teísta. El 3 de abril escribe a su amigo Bethge, quien más tarde sería su biógrafo:

“¿Cómo hablar de Dios sin religión (…), cómo ser cristianos sin religión, con un talante mundano?”. El 16 de julio: “Debemos vivir como personas que se las apañan en la vida sin Dios. (…) Vivimos sin Dios, ante Dios, y con él. El mundo adulto es un mundo sin dios, y por lo mismo, está tal vez más cerca de Dios que el mundo menor de edad”.

A primera vista, estas frases podrían levantar la sospecha de no ser sino un paradójico juego de palabras que, a poco andar, revelaría su vaciedad. Sin embargo no es eso, de ninguna manera. Veámoslo más a fondo hurgando en su pensamiento.

Bonhoeffer utiliza la palabra “Dios” en dos significados distintos. Cuando escribe “vivir sin dios”, está refiriéndose a vivir sin la representación premoderna y heterónoma de Dios, sin el Dios-en-las-Alturas, sin ese theos con el cual el ateísmo ha saldado ya sus cuentas. En cambio, cuando escribe: “Ante Dios, y con él”, utiliza el término Dios en el sentido del trascendente, Aquel a quien Tillich había ya descrito algunos años antes como “la Profundidad de la Realidad”. O como decía Einstein, la majestad que se oculta detrás de todo lo experimentable.

Bonhoeffer los contrapone bruscamente el uno con el otro: por un lado, el theos exterior al cosmos, y por otro, el que es interior al mundo, el Amor originario que se expresa en la evolución cósmica y de esa manera se vuelve visible. Ante esto pierden consistencia los ataques y críticas de los ateos. El gigante enemigo se convierte en un molino de viento. Pues no se trata de la figura extramundana que se han imaginado los creyentes y a la que han declarado la guerra los ateos. El mismo Dawkins dice que su crítica se dirige a un Dios sobrenatural, esto es, un theos. Piensa erróneamente que está criticando a toda la religión, pues parte del supuesto de que la palabra “Dios” corresponde sólo a la representación de un theos, siendo así que ésta no es sino la forma premoderna de hablar de “Dios”.

¿En qué piensa, pues, Bonhoeffer cuando habla de un mundo adulto que, por el hecho de vivir sin dios, está más cerca de Dios que el mundo menor de edad? Antes de sus dos largas cartas desde la prisión, había hablado a menudo de autonomía. En vez de este término, aparece el de adultez en las dos citadas cartas. Al hablar de mundo adulto, está pues pensando en un mundo que ha llegado tomar conciencia de su autonomía. Un mundo así no puede sino ser a-teísta, no teísta, porque se ha liberado de la representación de un theos que lo dominaba y decidía todo. El mundo “menor de edad” es entonces el que sigue pensando en términos premodernos, caracterizados por el culto a un Dios exterior al cosmos. Pero ésta es una representación provisoria e insuficiente de la realidad última. Al liberarse de ella, el mundo tiene ante sí una entrada mucho más rica hacia la trascendencia sin nombre, a la que se puede considerar el Dios Verdadero. Entrada más rica, digo, pues también el teísmo, en sus formas tanto monoteísta como politeísta, es una manera enriquecedora de abrirse a la trascendencia, aunque en menor medida que la anterior. Pues toda religión, aun la más atrasada, es un punto de apoyo que le permite al ser humano empinarse a un nivel de humanidad más alto que el ya alcanzado, que es aún insuficiente. La religión, como forma de participar en la realidad originaria, debe liberarlo de su tendencia centrípeta hacia su yo, capacitándolo así para vivir mejor con otros, como prójimo. Pero vivir así con otros significa ser compasivo.

Esta manera de ver despeja la contradicción con la enseñanza de la Iglesia según la cual recibimos de Dios nuestra redención, por una parte, y la certeza del humanismo moderno de que el ser humano debe redimirse a sí mismo y por sí sólo. Son dos maneras de ver la misma figura, cada una desde su punto de vista. Según el ateísmo, la liberación no puede venirnos de otro mundo, porque ese otro mundo no existe: la liberación debe originarse en el ansia innata en el ser humano de humanizarse cada vez más. Para el creyente moderno, esta ansia es idéntica al impulso de la evolución en nosotros, el cual coincide con la expresión misma del Amor originario. Por ello, la redención nada tiene que ver con el sacrificio de una víctima humana que derramara sangre en la cruz para mover a Dios a perdonar. Tal manera de hablar no es sino mitología. Traducido a un lenguaje moderno, se puede decir que el Amor originario que es Dios, fue tan intensamente eficaz en Jesús de Nazaret, que todo aquel que se une con él por la fe y su seguimiento participa en la grandeza de su libertad. Pues “redención” es sólo la forma eclesiástica de decir “liberación”, lo que significa llegar a ser adulto y libre.

La historia muestra que las culturas no suelen atribuir el mismo valor a imágenes de Dios de culturas ajenas. Es la razón por la cual cayeron a menudo en la tentación de imponer las propias ideas religiosas a otras culturas, ya fuera misionándolas, o persiguiéndolas. Así lo hizo el cristianismo monoteísta con los dioses de la antigüedad, persuadido como estaba de que su propia idea de Dios no sólo era más valiosa, sino perfecta y definitiva. Se quedó varado en esta persuasión aún después de que la modernidad le hubiera mostrado de toda evidencia los defectos que tenía su imagen de Dios.

Se puede hacer una lista de estos defectos: primero, el carácter extramundano del theos cristiano, incomprensible para una cultura apegada a lo experimentable aquí y ahora; segundo, la contradicción entre un creador que todo lo determina y un mundo que es autónomo; en tercer lugar, la imposibilidad de reconciliar la omnipotencia atribuida al theos con la infinita bondad que también se le atribuye: en otras palabras, el espinudo problema del mal y del dolor; cuarto, la constatación de que no es necesario para explicar los procesos cósmicos; por último, la falta de huellas de su existencia y de su actuar. La modernidad debía deducir de allí que un theos como el que proponen las tres religiones del Libro es fruto de la imaginación humana, por la misma razón que Baal o Júpiter, un producto tal vez mejor pensado y sin duda muy promisorio, pero que padecía del mismo defecto, es decir, no corresponder a ninguna realidad. La imagen de Dios es, por último, una construcción humana, fabricada aquí, proyectada hacia arriba, y lastrada a menudo con rasgos “humanos, demasiado humanos”. La roca de la modernidad se ha puesto en movimiento y choca en Occidente con los pies de barro de la imagen de Dios. Y ésta se desploma.

 

Una fe que integra el ateísmo

¿Qué aspecto tiene un cristianismo que cuadre con la intuición de Bonhoeffer y por ende no sea un cuerpo extraño en la sociedad moderna? En cualquier caso, debe haber integrado la teoría de la evolución, pues sin esta integración cualquier diálogo con la modernidad es imposible. Según la manera de ver de un cristianismo moderno, el cosmos en evolución, cuyo punto culminante es por ahora el ser humano, es la expresión propia de una realidad última inabarcable conceptualmente, pero sin embargo experimentable. Logramos expresar algo de esta realidad última con nuestros conceptos insuficientes. Y ese algo, tiene sentido: en primer lugar, que es una realidad dinámica, pues la evolución es su expresión propia. Segundo, que debe ser “vida” pues su expresión se desarrolla a lo largo de miles de millones de años partiendo de partículas subatómicas, pasando por los átomos y luego las moléculas y por uniones cada vez más complejas de proteínas hasta la materia viva. Además, debe ser “espíritu”, pues esta materia viva se desarrolla a sí misma lentamente hasta llegar a ser consciente y luego hasta una forma de conciencia de calidad superior, cual es el espíritu humano.

Si nuestro espíritu es participación en un Sí Mismo infinitamente espiritual, entonces lo que aparece en el trasfondo de cada uno de nuestros actos conscientes no es sólo nuestro propio yo-mismo, sino mucho más profundamente el Sí-Mismo Absoluto. Esta conciencia de Absoluto, presente implícitamente en cada ser humano, es una experiencia de trascendencia. Al mismo tiempo es mucho más que la imposibilidad de explicar los fenómenos de la naturaleza y que el miedo consiguiente –al que se le ha atribuido ser el fundamento del fenómeno religioso y la explicación de su ubicuidad–. Esta experiencia implícita se fue convirtiendo en diversas figuras imaginarias –Ra, Baal, Júpiter, Yahvé–, según las fases culturales por las que han atravesado las diversas culturas y según lo favorable o angustiante que hayan sido los enfrentamientos con los fenómenos naturales. Todas aquellas figuras imaginarias eran pasajeras, pues, desde el momento en que la realidad originaria es dinámica, no puede quedarse satisfecha ni detenida en ninguna de ellas. Ella se revela más bien como una búsqueda siempre insatisfecha de nuevas y mejores imágenes. Ello explica el desarrollo desde el politeísmo al monoteísmo y por último del monoteísmo al a-teísmo. Pues el mismo theos es un diseño humano, tal vez menos contradictorio con la realidad última que las imágenes anteriores, pero sin ser tampoco su copia adecuada.

La Realidad originaria se revela no sólo como vida, conciencia y espíritu, sino sobre todo como Amor originario. Ya la misma evolución puede conducir a quien la observa a presentirlo. Pues la expresión propia de la Realidad originaria se caracteriza por el surgimiento de formas cada vez más ricas de vinculación, según la ley formulada por Teilhard de Chardin de una complejidad creciente en una creciente interioridad, hasta que esta búsqueda de vinculación se convierte en altruismo, del cual hasta en los animales hay muestras claras, y adquiere entre los seres humanos la figura del amor desinteresado. La experiencia de místicos judíos les llevó a la persuasión de que Yahvé, en quien ellos palpaban a tientas la Realidad originaria, era un Dios compasivo y amante.

Esta certeza se profundizó en el más grande hijo del pueblo de Israel, Jesús de Nazaret, gracias a quien se llegó a tener la certidumbre de que Dios es Amor. Él vivió el estar a disposición y el ser para los demás, de una manera que, por superar de tal modo la medida normal del amor humano, no pudo haberla aprendido de otros seres humanos. Su certeza tuvo que surgir de una fuente íntima en sus propias profundidades. Quien creía en un Dios que se preocupa de los seres humanos, pudo reconocer en esa figura la presencia activa de Dios, y vio en ella el reflejo, la imagen de Dios. Pero ese Dios de Israel sigue siendo sólo un theos, el Dios-en-las-Alturas, y por ende sólo el índice que señala la dirección de la Ultimidad, aquella Profundidad espiritual y amante que no tiene nombre. Gracias a su aparición, Jesús nos hace presentir mejor que cualquier otra aparición humana, cómo está hecha esa Profundidad divina.

Amar a este Jesús de Nazaret, aprender de él, seguirlo, es unirse de una manera más segura con la Realidad originaria que mediante el culto cristiano de un dios-en-las-Alturas y que la institución eclesiástica con su doctrina y su liturgia. Quien quiere escalar un cerro tiene que mirar tanto la cumbre, cuanto el camino donde debe ir subiendo paso a paso. Esto quiere decir que uno se encuentra más directa y ricamente con la Realidad Última en el seguimiento de la impresionante humanidad de Jesús, que en la mirada cultual hacia el dios en las Alturas de la que se ocupa la Iglesia.

La presentación del pensamiento y la acción cristiana que se acaba de leer aquí no contiene nada que no pueda ser suscrito por la modernidad no teísta. Pues en esta presentación ha desaparecido y se ha desvanecido la figura de un theos o dios-en-las-Alturas. Lo único que ha quedado es el Misterio Original cuyo nombre es Amor.

 

Epílogo

Estamos ante un acontecimiento sorprendente. La Edad Media, el Renacimiento y el Barroco no fueron sólo tiempos florecientes que produjeron portentosas obras de arte con una calidad humana muy alta, como de ellas se infiere, sino que estuvieron penetradas por una religión de elevadas pretensiones éticas. Sin embargo se abrieron en ellas constantemente unos abismos sombríos de inhumanidad. No se tenía objeciones contra la esclavitud y la trata de esclavos, se entraba en guerra a cada rato, y en las guerras todo estaba permitido a la soldadesca. Las prisiones eran horrendas. A los judíos se les trataba como piezas de caza y se les hizo víctimas de innumerables pogromos, saqueos y asesinatos. La tortura era un medio legal para extorsionar y lograr confesiones de culpables e inocentes por igual. Bastaba una apariencia de contradicción con las creencias dominantes para ser encarcelado y ajusticiado. La pena de muerte no sólo era normal, sino que sirvió de entretenimiento popular y se la llevó a cabo de la manera más cruel, como en la rueda o en la hoguera. Y todo esto no es sino una selección en un todo bastante más amplio. ¿Cómo pudo esto ser posible en una cultura en la que se leía el Evangelio cada domingo y se lo reconocía como normativo? En cada página ese Evangelio nos está llamando a ser más humanos. ¿De dónde viene luego ese sorprendente vuelco que hemos observado a continuación? Pues han pasado apenas dos siglos y ya todo es distinto, y nos da rabia el sólo pensar que todo aquello fue cierto alguna vez.

El vuelco comenzó con la nueva forma de ver la realidad que nace en el siglo XVIII. Se la llama modernidad y sus raíces están en la Ilustración. En otro tiempo la religión configuró la cosmovisión, y en Occidente, religión era igual a cristianismo. La Ilustración arrojó del trono a la religión al distanciarse de una divinidad que viviera en las alturas. Lo que le hizo dar este paso fue la nueva visión que trajeron los descubrimientos científicos. En lo inexplicable y tremendo de muchos fenómenos naturales, el ser humano había creído ver un poder extramundano y sobrenatural, al que le dio el nombre de dios. Pero el desarrollo de las ciencias, que comenzó en el siglo XVI y fue ganando cada vez más fuerza, iba dando por superflua la explicación sobrenatural de algunos fenómenos naturales, y finalmente de casi todos. Así fue como comenzó la lenta muerte de dios en la psiquis del occidental. Como todo tenía ahora una explicación, no se necesitaba ya más a un dios que actuara e interviniera. Todo marchaba de maravilla sin él. Se lo perdía de vista en todas partes, hasta llegar lentamente a olvidarlo. Había llegado a ser ineficaz. Pronto dejaría de ser real.

Pero, como el dios-en-las-alturas había sido siempre el legislador y castigador y sus leyes habían ordenado y determinado la vida, su muerte debería desmoronar el mundo y convertirlo en un caos, a menos que el ser humano encontrara en otra parte las leyes tan necesarias para la vida. Y así como había encontrado en la misma naturaleza las leyes que regulaban su curso, así encontró las leyes éticas en su propia esencia de ser humano. Descubrió que estaba llamado a llegar a ser cada vez más digno y hermanable. Y se le hizo claro que no debía seguir guardando muchas de las leyes hasta el momento vigentes como si hubieran sido dictadas por dios. La muerte de dios significaba, pues, el comienzo de una nueva ética.

No que la religión cristiana fuera culpable de la falta de humanidad, sino al contrario, pues los libros santos del cristianismo llamaban al amor del prójimo e incluso del enemigo. Por eso la religión ha sido la fuente de una forma hasta el momento inédita de cuidar de los pequeños, los pobres y los que sufren. Los nombres de los pioneros de esta forma de cuidado llenarían un libro entero. La sociedad moderna ha reconocido la importancia de su trabajo, pues lo ha reclamado como propio. Cuando el humanismo ateo llegó a ser la ideología dominante, se vio a las claras que no era la religión la causa de la anterior inhumanidad.

Si bien el lema de la Revolución Francesa era “libertad, igualdad, fraternidad”, apenas tres años más tarde rodaban las cabezas de los enemigos de su jefe, Robespierre. Pero aquel Terror fue una insignificancia comparándolo con el desprecio por la persona que se desarrollaría en sistemas sin religión, como en el bolchevismo con sus gulags, el nazismo con sus campos de exterminio, en el maoísmo con su revolución cultural, en la tiranía asesina de Pol Pot, o en el desbocado capitalismo que hace que los pobres sean cada vez más pobres. El mal queda siempre sin explicación en la historia humana, por mucho que se la busque. Hay sólo una cosa segura: va a pasar todavía mucho, mucho tiempo, antes de que la humanidad se desembarace de su prehistoria animal, esa que se manifiesta en el mal. Está en camino, pero sigue siendo sólo un eslabón perdido entre el “hombre-mono” y el verdadero ser humano.

La religión no es, pues, culpable. Puede agregar como pieza de convicción respecto a su inocencia que ella, mediante el recurso a una instancia superior, ha protegido al ser humano de la intemperancia y altanería de que da muestra en el desprecio a las personas. Pero todas las religiones han revestido a esta instancia superior con rasgos antropomórficos, más aún, con las características propias de los déspotas que han conocido, con sus fallos, sus exigencias de sumisión, sus abusos de poder, sus aires vengativos, su crueldad, su venalidad y su falta de responsabilidad frente a sus súbditos. Mucho de todo esto ha sido traspasado desapercibidamente a la figura del déspota celestial, también la del dios-en-las-alturas. Esta imagen de dios era como un paraguas celestial que tapaba piadosamente toda aquella injusticia y crueldad. Se llegaba a encontrar fácilmente en las Escrituras del Nuevo y Antiguo Testamento palabras que, pasando como palabra de Dios, validaban y justificaban lo condenable.

Al derrumbarse la religión en la sociedad occidental, este paraguas celestial voló en pedazos. Todo lo que ocultaba quedó al desnudo como rechazable. Se desarrolló así una nueva ética que se distanció en varios puntos de la premoderna y sus fundamentos religiosos. La jerarquía eclesiástica condena todavía a la modernidad por proclamar la autonomía humana y no aceptar un dios-en-las-alturas. Con todo, en los últimos siglos ha aceptado buena parte de la ética de la modernidad, como la condenación de la esclavitud, la tortura, la pena de muerte, el odio a los judíos, la guerra y la coacción religiosa, cosas todas ellas que había practicado y justificado antes. Ahora alaba la democracia, la libertad de conciencia a la que había condenado con no menor fuerza de lo que lo hace el Islam. Sin embargo, mantiene todavía algunas de las cosas que antes había justificado con la voluntad del dios-en-las-alturas. Principalmente en su ética sexual y su bioética. De estos puntos hemos hablado en este libro y los hemos corregido en el sentido de la modernidad.

Pero también la ética moderna tiene sus fallos. La inhumanidad que ha traído consigo apunta a lo más profundo del mal. Y le falta un modelo de humanidad y de solidaridad, que el cristiano encuentra en Jesús. El cristiano aprende en Jesús que Dios es amor. Bajo el nombre tradicional de “Dios”, el cristiano moderno ya no sigue viendo al dios-en-las-alturas antropomórfico, sino al Misterio original, la Realidad primera, cuya auto-revelación progresiva va siendo el cosmos mismo, y en él, sobre todo, el propio ser humano. Y como la esencia de este misterio original es el Amor, entendiéndolo no tanto como un sentimiento de ternura sino como un torrente de energía, este Misterio impulsa sin cesar a que el ser humano salga de sí mismo y se entregue a su prójimo. Esta salida de sí se convierte en la norma del actuar ético. Qué sea “bueno”, ya no se sigue definiendo por su acuerdo con la tradición, la costumbre o la ley, sino por su procedencia desde el Amor.

Al desarrollar aquí una ética creyente, el autor ha tratado de vincular lo bueno del pasado con lo bueno de la modernidad. Al lector corresponde juzgar si lo ha logrado.

Vea el índice y la presentación del libro

La historia de la reclusa argentina que emocionó al Papa Francisco


14/08/2013 15:58 hs
Una mujer que permanece detenida en la Unidad Penitenciaria 47 le envió al Sumo Pontífice las hostias con las que él celebra las misas desde hace un mes.
La historia de la reclusa argentina que emocionó al Papa Francisco
El Papa Francisco celebra la misa desde hace un mes con las hostias que le obsequió una reclusa de la Unidad Penitenciaria 47 del Servicio Penitenciario bonaerense, quien elabora las «sagradas formas» que se utilizan en diversas comunidades de la diócesis de San Isidro. 

El pontífice argentino le agradeció el presente por carta y le confesó haberse emocionado por su historia de vida, le aseguró que reza por ella y le contó que tiene sus fotos en el escritorio.

 

El pontífice argentino le dirigió una carta a «Gaby C.», como la dio conocer el equipo de Pastoral Social de la diócesis en la que le dice que Monseñor Ojea le llevó su misiva que respondió el 17 de julio.

 

«Le agradezco la confianza… y las hostias. Desde mañana celebraré misa con ellas y le aseguro que me emociona. Su carta me hizo pensar, y con esto me lleva a rezar por usted… pero me alegra y da seguridad de que usted rece por mí».

 

Como en otros escritos papales, Francisco concluyó: «Que Jesús la bendiga y la Virgen Santa la cuide».

 

Gaby C. comenzó hace un año en el Taller de Hostias que propone la Pastoral Carcelaria de la diócesis, a instancias de los presbíteros Jorge García Cueva, capellán del penal, yJuan Ignacio Pandolfini.

 

Ellos coinciden que la tarea «logró dar un sentido a su vida en cautiverio» luego de encontrar una actividad que la mantuviese ocupada y contribuyera a evitar «sus bajones anímicos».

 

Actualmente, Gaby se ocupa del proceso completo de elaboración y -dicen los entendidos- logró hacer hostias de muy buena calidad, luego de recibir la instrucción de las Hermanas Benedictinas de San Isidro.

 

Con la producción del taller se abastece a varias parroquias y colegios de la diócesis, mientras que crece la demanda para las celebraciones especiales como Semana Santa, Corpus Christi y Navidad.

 

Todavía emocionada por la situación, la mujer destacó: «¡Me reconforta, no sólo por mí, sino también por mis padres, que son muy creyentes!».

 

Gaby también valora que sus hostias lleguen a tantas comunidades, y que el trabajo de sus manos se convierta en el Cuerpo de Cristo al llegar al altar con los sacerdotes.

 

«La emoción de Gaby y del equipo de la Pastoral Carcelaria fue inmensa al recibir la carta escrita por Francisco. ¡Del Vaticano a la cárcel!», dijeron ambos aún emocionados por la pronta respuesta y la cercanía del Papa, señaló la agencia AICA.

 

Recordaron que, desde su cautiverio, la mujer sufre situaciones típicas de un lugar de encarcelamiento, como hostigamientos, malos tratos y desvalorizaciones personales.

 

Pasada la exaltación inicial, desde la Pastoral Carcelaria evaluaron la situación y reflexionaron sobre la tarea que realizan.

 

«Hay muchas y muchos Gabys; hoy ella es el símbolo de los encarcelados, es la voz de todos los excluidos que acompañamos y visitamos en cada pabellón, en cada celda. No tenemos dudas de que es la voz de Jesús encarcelado en cada uno de ellos, que grita a la sociedad para ser escuchado, acompañado y reconocido. La cárcel nos lleva la misericordia de Dios para hacer oír esa voz de los olvidados y marginales, que desde nuestra sociedad nos negamos a ver y a escuchar», resaltaron los presbíteros.

 

 

 

http://www.diarioveloz.com/notas/101884-la-historia-la-reclusa-argentina-que-emociono-al-papa-francisco

No al sectarismo de izquierdas: en defensa de Teresa


Vicenc Navarro, catedrático en ciencias políticas y sociales
ago142013

Vicenc Navarro

Este artículo critica el enorme sectarismo que existe en amplios sectores de las izquierdas latinas, que está haciendo un enorme daño a todas las izquierdas. El artículo presenta como ejemplo un ataque mezquino a la dirigente del movimiento político social Procés Constituent, la monja benedictina de Montserrat Teresa Forcades.

Desde que me fui, por razones políticas, de Catalunya y de España en 1962, he vivido en muchos países, habiendo trabajado en muchos más. Resultado de ello, he tenido la oportunidad de conocer de primera mano la cultura en la que se desarrolla la vida política e intelectual de cada país. Colaboro también en varios diarios en estos países, lo que me permite ver el grado de desarrollo democrático de los debates que tienen lugar en cada uno de ellos.

Y me entristece enormemente ver la enorme pobreza y baja calidad de la cultura democrática de Catalunya y del resto de España, que es semejante, en muchos aspectos, a la deficiente cultura democrática de varios países de América Latina que han estado gobernados también, durante muchos años, por dictaduras. Es frecuente que mis escritos provoquen toda una avalancha de insultos, sarcasmos y notas ofensivas de gran agresividad, que reflejan una incapacidad de razonar y debatir por parte del que muestra tanta hostilidad. Y lamento que no haya una protesta generalizada frente a este tipo de comportamientos.

El carácter antidemocrático de este tipo de comportamientos está mucho más extendido entre las derechas (fuerzas conservadoras y neoliberales) que entre las izquierdas, y ello es consecuencia de que son estas últimas y no las primeras las que históricamente han defendido con mayor ahínco el establecimiento de las democracias. Las derechas han sido, por regla general, las que se opusieron por todos los medios a las aberturas democráticas en esos países. España es un claro ejemplo de ello. La agresividad y falta de cultura democrática de las derechas es una característica de sus comportamientos.

Por desgracia, aparecen también estos comportamientos antidemocráticos en sectores que se autodefinen de izquierdas. Y utilizo la expresión “autodefinen” deliberadamente, pues no considero que una persona o una fuerza política o un foro mediático sea de izquierdas cuando muestra tal tipo de comportamientos, que responden a un sectarismo enorme que ha hecho históricamente un gran daño a la totalidad de las izquierdas en nuestro país. El sarcasmo, el insulto, la ofensa y la manipulación con el objetivo de destruir a una personalidad o a una asociación de izquierdas no es ser de izquierdas, y merece y exige una denuncia inmediata y contundente por parte de todas las fuerzas progresistas con sensibilidad democrática.

Un caso claro de este comportamiento antidemocrático es el artículo escrito por Mauricio-José Schwarz (a partir de ahora MJS) en la revista de izquierdas Sin Permiso, titulado “‘Juana de Arco’ Forcades, más allá del antivacunismo mortal”, que es un intento, no de criticar, sino de destruir a Teresa Forcades, una monja benedictina de Monasterio de Montserrat que lidera un movimiento político social –Procés Constituent- que se está extendiendo en Catalunya y que representa una amenaza al establishment económico, político, social y cultural (incluida la jerarquía de la Iglesia católica) que domina Catalunya. Debido a ello, Teresa Forcades ha despertado gran estima por parte de sectores populares y gran hostilidad por parte del establishment catalán y algunas voces de izquierdas sectarias que, como siempre, hacen el juego a la estructura de poder (sin, en ocasiones, darse cuenta).

MJS se define como “un luchador contra el charlatanismo”, y para destruir a Teresa Forcades (Teresa a partir de ahora) intenta mostrarla como una monja comprometida en “actividad brujeril” (sí, así lo define MJS nada menos que tres veces en el artículo) anticientífica, que también se refleja en su envolvimiento con el “nacional-catolicismo”, el cual, siendo diferente al nacional-catolicismo que caracterizó a la dictadura franquista, conserva, sin embargo, características comunes, pues, según MJS, los dos rompen, por ser nacionalistas, con el principio igualitario que la izquierda siempre debe sostener. El nacionalismo españolista de la dictadura, y el supuesto nacionalismo catalanista de Teresa son igualmente dañinos, pues ambos “se oponen a la visión esencial, igualitarista de la izquierda”.

Estas posturas en sí, expresadas de otra manera, podrían ser sujeto de debate y reflexión serena que podría ser beneficioso para todos. La tesis de que todos los nacionalismos son iguales y que son incompatibles con los valores de izquierda es un tema que vende mucho en España y merecería ser debatido. Ahora bien, el objetivo de MJS no es iniciar un debate, sino destruir al que considera ser su adversario, en realidad su enemigo, es decir, Teresa. No presenta argumentos, sólo ofensas, sarcasmo y mala leche, que invitan, además del rechazo, al olvido, pues dicho artículo es una suma de insultos y no de argumentos.

MJS intenta destruir la credibilidad de Teresa refiriéndose a sus escritos antivacuna gripe A, que responden –según MJS– a una actitud “conspirativa” (en contra de la industria farmacéutica), “delirante”, “paranoica” y muchos otros adjetivos, a cada cual más mezquino. Teresa es licenciada en Medicina, con un doctorado en Salud pública. Conocida y respetada en la comunidad salubrista catalana, ha publicado y hecho presentaciones en fórums científicos, tan diversos como Annals de Medicina y Revista Catalana de Salud Pública, teniendo varios artículos y/o capítulos en varios libros de medicina clínica y salud pública. Su postura crítica respecto a la vacuna de la gripe A ha sido avalada por el mayor experto que tiene Catalunya en farmacopea, el Catedrático Joan-Ramon Laporte, Catedrático de Farmacología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Y a nivel internacional, muchos científicos han expresado fuertes críticas a tal vacuna. En EEUU, en uno de los últimos Congresos de la American Public Health Association, muchos expertos en salud pública presentaron grandes críticas a la promoción de la vacuna gripe A por parte de la industria farmacéutica, así como el comportamiento carente de cualquier sensibilidad ética que mostraron, tanto la industria farmacéutica como la Organización Mundial de la Salud (OMS), en el caso de dicha vacuna. En España, entre las voces críticas está también la del Dr. Juan Gérvas, referido en el artículo de MJS como “antivacunas folklórico”. El Dr Gérvas, lejos de ser folklórico, es la máxima autoridad científica y clínica en Medicina en Atención Primaria en España, habiendo sido también profesor en la Escuela de Salud Pública de la The Johns Hopkins University, uno de los centros más conocidos en EEUU en investigación en salud pública. Dice mucho del nivel intelectual de tal individuo –MJS– que se refiera al Profesor Gérvas como “folklórico”.

Pero la objetividad no es el punto fuerte de MJS. Su intento es, además de ridiculizar el movimiento político-social (comparándolo con el nacionalcatolicismo franquista) que lidera Teresa, eliminar a Teresa de la vida política del país. Y así lo dice con toda claridad y sin tapujos, pues, según él, no debería permitirse a los religiosos (que han jurado lealtad, según él, al líder de un Estado extranjero, el Vaticano) participar en la vida política del país. En realidad, según MJS, Teresa está legitimando la intervención del Opus Dei en el Estado español, pues permite justificar la intervención de asociaciones religiosas en la vida política del país.

Yo no soy creyente, y creo que hay pocos autores que hayan criticado con mayor frecuencia y continuidad a la Iglesia católica, en general, y a la española y catalana (incluyendo el Monasterio de Montserrat), en particular, como yo. Dicho esto, quiero indicar que el artículo de MJS me merece un desprecio, no merecedor de ninguna respuesta, excepto por el respeto que tengo a Sin Permiso y a sus lectores. Incluso por los estándares de sectarismo que caracterizan a excesivas voces latinas, este artículo bate un récord. En ninguna parte argumenta, solo insulta. Y, previsiblemente, no muestra ninguna evidencia que avale sus acusaciones. Los resaltados (que parecerían indicar links a documentos adjuntos), son resaltados, sin más.

Hoy en España, criticar a una monja que critica el carácter falso de las instituciones de la Iglesia católica y su identificación con las estructuras de poder, es ser profundamente reaccionario, al servicio del poder. Teresa habla como individuo, ciudadano con pleno derecho a intervenir en la vida política del país. Teresa es una voz crítica de las autoridades de la Iglesia, y crítica de la estructura del poder existente en Catalunya y en España, siendo una de las voces más valiosas para todas las fuerzas progresistas democráticas. Las fuerzas progresistas necesitan voces, dentro de la Iglesia, que cuestionen el maridaje de dichas instituciones con el poder económico y financiero. Necesitamos voces críticas en todas las asociaciones e instituciones, que ayuden a las fuerzas progresistas en su dificilísima tarea de cambiar y revolucionar nuestras sociedades. Necesitamos médicos, religiosos, economistas y otros profesionales que cuestionen la sabiduría convencional en cada una de sus asociaciones e instituciones. Y Teresa nos enriquece a todas las izquierdas y a todas las fuerzas democráticas con su discurso y coherencia.

De ahí que deba denunciarse también a Sin Permiso por haber publicado tal panfleto, ofensivo en extremo, no solo a Teresa, sino a toda persona con conciencia democrática. Teresa es una persona de izquierdas, que las fuerzas conservadoras quieren silenciar. Sin Permiso debería diferenciar entre la crítica y el intento de cargarse a una persona (sea del color político que sea, pero todavía peor si es de izquierdas, la sensibilidad más discriminada hoy en Catalunya y en España). Sin Permiso no debería haber sido cómplice de tales prácticas antidemocráticas publicando este tipo de mezquindad. Las izquierdas no pueden permitirse que un instrumento tan valioso como Sin Permiso pierda su respeto y bien merecida estima con este repugnante caso de sectarismo. Las izquierdas necesitan debates serios, rigurosos entre distintas sensibilidades, con el respeto y camaradería que se debe a aquellos que luchan, en condiciones muy difíciles, para cambiar las realidades en que vivimos.

Artículo publicado por Vicenç Navarro en la columna “Dominio Público” en el diario PÚBLICO, 8 de agosto de 2013

 

 

FUENTE: http://www.redescristianas.net

Anteriores Entradas antiguas