Diario Vaticano / ¿Demasiados cardenales italianos y de curia? Juan XXIII inclusive creó más


Y el Papa que menos lo hizo fue Pío XII. Las estadísticas sobre los cardenales creados por los últimos seis pontífices redimensionan las críticas a Benedicto XVI, retomadas a partir del anuncio del próximo consistorio. Ninguna marcha atrás también para África

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CIUDAD DEL VATICANO, 11 de enero de 2012 – Luego del anuncio por parte de Benedicto XVI del Consistorio del 18-19 de febrero no han faltado, en los medios de comunicación italianos y de otros países, reacciones críticas también por parte de observadores de ninguna manera hostiles al actual pontificado. Las críticas se han dirigido sobre todo al peso que habría tenido el cardenal Tarcisio Bertone, el secretario de Estado, en la elección de los nuevos cardenales. Pero objetivamente se imputan también al pontífice reinante.

De hecho, es el Papa en persona el que, según las normas – y ciertamente con Benedicto XVI también en realidad – elige «libremente» a los hombres «que hayan recibido al menos el presbiterado» y que merecen ser promovidos al cardenalato, en tanto se «destaquen notablemente por su doctrina, costumbres, piedad y prudencia en la gestión de asuntos», como afirma el primer parágrafo del canon 351 del Código de Derecho Canónico.

Las críticas no golpean precisamente a los individuos eclesiásticos «premiados» con la púrpura, la abrumadora mayoría de los cuales cubren cargos que les corresponden según las normas vigentes: o en la curia (prefectos de Congregaciones, Fernando Filoni y Joao Braz de Aviz, el penitenciario Manuel Monteiro de Castro, los presidentes del APSA, Domenico Calcagno, y de la Prefectura de los Asuntos Económicos, Giuseppe Versaldi), o en Roma (el arcipreste de Santa María la Mayor, Santos Abril y Castello, el gobernador del Estados de la Ciudad del Vaticano, Giuseppe Bertello, el gran maestro de la Orden Ecuestre del Santo Sepulcro, Edwin F. O’Brien), o en la dirección de sedes episcopales de ya consolidada tradición cardenalicia (George Alencherry en Ernakulam, de los sirios-malabares, Thomas C. Collins en Toronto, Willem J. Eijk en Utrecht, Rainer M. Woelki en Berlín, John Tong Hon en Hong Kong).

Los únicos nombramientos que han sido una excepción a la regla remiten a dos presidentes de Consejos Pontificios, para los cuales no es obligatoria la púrpura (Francesco Coccopalmerio y Antonio Maria Vegliò), y esas sedes para las cuales se ha derogado la praxis que prevé no crear un nuevo cardenal allí donde ya hay uno con menos de 80 años y, en consecuencia, con derecho de voto en un eventual cónclave. Por eso Florencia, con Giuseppe Betori, ha recibido la púrpura que, por el contrario, no ha llegado a Toledo ni a Quebec, cuando estas tres sedes tienen sus respectivos eméritos con menos de 80 años que han sido llamados a cubrir cargos en la curia romana. Mientras que el cardenalato en Timothy M. Dolan, de Nueva York, y en Dominik Duka, de Praga, parece explicable por el hecho que los respectivos eméritos cumplirán 80 años en breve, el 2 de abril y el 17 de mayo respectivamente. Ninguno de los cinco nuevos cardenales «excedentes» ahora citados puede en absoluto ser incluido entre los favoritos del cardenal Bertone.

Una vez dicho esto, queda en pie el hecho concluyente, criticado por varios comentaristas, que las púrpuras concedidas por el papa Joseph Ratzinger a la curia romana y a los eclesiásticos italianos son particularmente numerosos, tanto en el próximo Consistorio como también en los tres anteriores de su pontificado.

Los números hablan por sí mismos. En cuatro Consistorios, Benedicto XVI ha creado efectivamente o se apresta a crear (los cardenales anunciados el 6 de enero se convertirán realmente en tales sólo el 18 de febrero) 84 purpurados, de los cuales 68 son electores. Entre estos últimos, los italianos son 21 (el 30,1 por ciento) y los curiales 28 (el 41,2 por ciento).

Son cifras muchos más altas que las registradas con el beato Juan Pablo II (sobre 209 cardenales electores por él creados, los italianos fueron 46, es decir, el 22 por ciento, y los curiales 61, es decir, el 29,2 por ciento), con Pablo VI (que nombró a 144 purpurados, entre los cuales hubo 38 italianos, es decir, el 26,4 por ciento, y 40 los curiales, es decir, el 27,8 por ciento) y también con Pío XII (entre sus 54 cardenales, los italianos fueron 13, el 24,1 por ciento, y los curiales 10, el 18,5 por ciento, porcentaje éste último que es, curiosamente, más bajo que el de todos los Papas posteriores a él).

Siempre respecto a la preponderancia de italianos y de curiales en las creaciones de cardenales salta a la vista, por el contrario, una singular analogía entre el pontificado de Ratzinger y el de Juan XXIII.

Efectivamente, con el papa Angelo Giuseppe Roncalli – con quien Benedicto XVI parece compartir un cierto candor mezclado con astucia en el tratamiento de las promociones eclesiásticas – los cardenales creados fueron 52, y de éstos los italianos llegaron a 23, justamente el 44,2 por ciento, y los curiales a 26, directamente la mitad del total.

Quizás no es casualidad, entonces, que en defensa de la lista de los nuevos cardenales haya salido a jugar, con un comentario en el «Corriere della Sera», el historiado Alberto Melloni, líder de la escuela de Boloña, la cual ha dado una contribución decisiva a la compilación de la «Positio» que sirvió para elevar a los altares al beato Juan XXIII. Melloni ha aprovechado para señalar los benjamines en el nuevo Consistorio (Filoni y Bertello, Tong y Betori) y no ha ocultado el propio desacuerdo por lo que él llama el «clamoroso» aplazamiento de la púrpura para el joven arzobispo de Manila, Luis Antonio Tagle, uno de los autores de la discutida «Storia del Concilio Vaticano II», producida por la escuela de Boloña.

Volviendo a los números del Consistorio del papa Ratzinger, hay que agregar por último que parecen inmotivadas las críticas por una presunta consideración pobre de su parte respecto a la Iglesia en África. Hasta ahora, Benedicto XVI ha concedido a ese continente 6 púrpuras “votantes”, el 8,8 por ciento. Juan Pablo II concedió en total 16, el 7,6 por ciento, y Pablo VI 12, el 8,2 por ciento.

Por el contrario, es verdad que hasta ahora el actual pontífice, con sólo 7 púrpuras – el 10,3 por ciento – ha “premiado” a América latina menos que sus predecesores. El papa Karol Wojtyla concedió 35, el 16,7 por ciento, y el papa Juan Bautista Montini 18, el 12,5 por ciento.

Pero Benedicto XVI podrá referirse a este continente en futuros Consistorios, “si Dios quiere”. Podrá crear nuevos cardenales en las no pocas diócesis donde el único obstáculo actual es la presencia de un emérito votante (Bogotá, Río de Janeiro, Santiago de Chile, San Salvador, Quito) o donde el titular ya ha superado los 75 años y se apresta a jubilarse (La Habana, Santo Domingo, Buenos Aires).

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La lista de los nuevos cardenales que serán creados el 18 de febrero próximo:

> Annuncio di concistoro

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Todos los servicios referentes al gobierno central de la Iglesia:

> Focus al VATICANO

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Traducción en español de José Arturo Quarracino, Buenos Aires, Argentina.

http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/1350142?sp=y

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