Del Pacto de las Catacumbas a la primavera eclesial (parte 2)


Fernando Torres Millán
Adital
A partir del «contra-documento” presentado por el episcopado colombiano dentro de la misma asamblea de Medellín y que fue retirado por orden de la dirección, podemos apreciar el inicio de una articulación continental anti-Medellín que se consolidará con el llamado «Informe Rockefeller” (1969) para el gobierno de Richard Nixon de los Estados Unidos, advirtiendo sobre el potencial revolucionario de la Iglesia Católica si llegara a poner en práctica las opciones de Medellín.


Lea aquí la primera parte de este artículo

A partir de entonces, el proceso anti-Medellín contra la «Iglesia de los pobres” se dinamizará rápidamente. Encontrará en el obispo auxiliar de Bogotá, Alfonso López Trujillo, su más capacitado, ambicioso y elocuente articulador, llegando a ser elegido secretario general del CELAM en la reunión de Sucre, Bolivia, en 1972.

Contará con el apoyo del director de ADVENIAT, con una buena parte de los Nuncios Apostólicos, con la asesoría de Roger Vekemans S.J instalado en Bogotá, con el acompañamiento del grupo «Communio” de Ratzinger, von Balthasar y De Lubac, con la simpatía y colaboración de los obispos pro-seguridad nacional, los obispos castrenses, los sectores de religiosas y religiosos ligados a las élites nacionales y los nuevos movimientos como la Renovación Carismática Católica.

El «CELAM profético” de 1966 a 1972 es desmontado en su totalidad. La Conferencia Latinoamericana de Religiosas y Religiosos (CLAR) es acusada, calumniada y perseguida. Los Institutos son cerrados y en algunos casos re-abiertos bajo nueva orientación. Las Facultades de Teología, los Seminarios, los centros de espiritualidad, las editoriales y librerías católicas, las congregaciones religiosas son vigiladas, censuradas, intervenidas, inspeccionadas.

Los obispos de los pobres son perseguidos, silenciados y calumniados, siendo don Helder Cámara, don Gerardo Valencia Cano, don Leonidas Proaño, don Oscar Arnulfo Romero, don Pedro Casaldáliga, don Tomas Balduino los casos más emblemáticos.

Los nuevos obispos serán aquellos que profesen e impongan el credo anti-Medellín. Las y los teólogos de la liberación son llevados a los nuevos tribunales de la inquisición romana. Sus obras son censuradas y prohibidas, y sus espacios de trabajo cerrados. Leonardo Boff e Ivone Gebara sancionados, los sacerdotes ministros de la revolución sandinista en Nicaragua son suspendidos en sus funciones sacerdotales y en el caso del padre Fernando Cardenal, dimitido de la Compañía de Jesús. Las Comunidades Eclesiales de Base en el mejor de los casos coptadas y transformadas en grupos parroquiales de oración, en la mayoría de los casos perseguidas hasta su extinción.

De esta manera la «iglesia de los pobres”, como en sus orígenes, acudió a las catacumbas para refugiarse, resistir y poder sobrevivir. ¿Cómo fue posible esto? ¿Cómo hemos logrado vivir así?

Después de la muerte de Camilo Torres, su madre, Isabel Restrepo, deseando cuidar y sostener su legado revolucionario, crea en Bogotá (1967) la «Corporación para la investigación científica América Latina”, que duró algunos pocos meses dada la enorme presión a la que fue sometida ella y la Corporación por parte del Estado colombiano, obligándola a exiliarse en Cuba, donde permaneció hasta su muerte. Será quizá una de las primeras instituciones alternativas creadas en la periferia bajo el techo de «lo civil” para resistir y confrontar a los centros de poder.

De esta manera Isabelita abre un camino a transcurrir en lo sucesivo por miles de procesos eclesiales truncados, perseguidos o impedidos de desarrollarse en los cada vez más estrechos ámbitos institucionales del catolicismo latinoamericano. En la periferia institucional construiremos catacumbas ecuménicas como refugio y fortaleza en donde emergerá nuevas, creativas y diversas maneras de ser iglesia de los pobres y de hacer teologías de la liberación.

En los siguientes ámbitos de acción eclesial en catacumbas enunciaré acumulados éticos, políticos y espirituales que paulatinamente hemos venido creando y expresando como alternativas comunitarias de vida inconclusas y necesitadas:

*Lecturas comunitarias de los signos de los tiempos y los signos de los cuerpos a partir de los diversos clamores, gritos, preguntas, impugnaciones que desde la situación de ignominia y de dolor enquistado en los cuerpos de mujeres y hombres se levantan cada vez más impetuosos sin hallar respuesta, compañía, sanación y consuelo digno y esperanzador. Nuestras lecturas aún requieren asumir con mayor profundidad y nuevos lenguajes los «por qués” de los muchos «infiernos” en los que se hayan los condenados de la tierra y la tierra misma y las interpretaciones teológicas dominantes que los hacen legítimos e inmutables.

*Intencionalidad ética-política emancipadora frente al orden imperante en la que el sentido de lo emancipador se amplía a todas las dimensiones de la vida humana y de la naturaleza que requieren ser restauradas y dignificadas. Los anhelos de otro mundo mejor posible son aproximados como experiencia corporal cotidiana del buen vivir a partir del cual se construye otra relacionalidad humana. Reino de Dios no es utopía, es aquella pequeña felicidad soñada que podemos y necesitamos ver, palpar y disfrutar en la accesible cercanía de la justicia, la alegría y la paz cotidiana posible desde donde nutrir, alentar y sostener horizontes de transformación aún mayores.

*Una convicción que desde la educación popular y la espiritualidad comunitaria es posible contribuir al logro de esa intencionalidad emancipadora aportando a la formación integral como proceso de diversas subjetividades emergentes capaces de protagonizar los cambios que requiere el bien común de la humanidad. Tales procesos hoy se constituyen en una de nuestras más apreciadas riquezas de la iglesia de los pobres, no como propiedad acumulada sino como servicio pedagógico-político que contribuye al fortalecimiento de muchos de los nuevos movimientos sociales y al reconocimiento de sus múltiples y diversos rostros, cuerpos, memorias e identidades impugnadoras.

*Opción y afán por crear, generar y emplear metodologías dialógicas, participativas coherentes con las lecturas críticas de los signos de los tiempos y los cuerpos, lasintencionalidades emancipadoras y las subjetividades comunitarias protagonistas de los cambios. El ver-juzgar-actuar como metodología de la iglesia de los pobres se amplía con valores y actitudes epistemológicas que se han descubierto y asumido en muchos procesos de base. El ver junto con el sentir, el soñar y el escuchar; el juzgar junto con el discernir, el interpretar y el subvertir; el actuar junto con el evaluar, el celebrar, el anunciar. La lectura popular de la Biblia ha rescatado el «paradigma de Emaús” como uno de esos referenciales holísticos que hoy nos ayudan a consolidar epistemologías decoloniales desde nuestras cosmovisiones y planes comunitarios de vida.

Con todo lo construido, hay sin embargo un inmenso trabajo por hacer de articulación en red de múltiples procesos alternativos de vida humana que alimenten y sostengan sus fuentes éticas, políticas y espirituales. Ahí habría lugar para pequeñas comunidades de fe religiosa, anti-idolátricas, ecuménicas, laicales, autónomas inter-relacionadas. Ahí podría caber una tradición del catolicismo renovado a partir del Concilio Vaticano II que transite, de la actual primavera papal promovida por el Papa Francisco hacia una primavera eclesial [1] de una «iglesia pobre para los pobres” que camine por los siguientes senderos:

* Recuperación y restauración del antiguo sacerdocio femenino como manera circular e incluyente de vivir el sacerdocio común alimentado por los procesos de espiritualidad, ritualidad, sabiduría y teología feminista.

* Celibato sacerdotal opcional inserto en procesos comunitarios laicales o en comunidades proféticas de vida religiosa. No más celibato obligatorio proclive a la misoginia y la homofobia.

* Transformación del Estado Vaticano en red internacional de justicia, paz e integridad de la creación.

* Democratización laical a partir de asambleas eclesiales de base con protagonismo de mujeres y de jóvenes.

* Transformación del Banco Vaticano – IOR – en Banca Social de los pobres para luchar contra la pobreza en el mundo.

Los cinco anteriores puntos son solo un llamado al que se pueden juntar muchos más como esfuerzos diversos que confluyen en un nuevo y amplio pacto eclesial centrado en la primacía de la vida de la humanidad, en la justicia social, la justicia climática, la justicia de género; en la redistribución del poder y la riqueza mundial, en la paz y el desarme, en la despatriarcalización de la fe y de la imagen de Dios, en el fin de toda discriminación y exclusión, en el re-encuentro de la trascendencia en la naturaleza, en la recuperación de las espiritualidades ancestrales, en el cuidado y defensa de la casa común Pachamama, en el Reino de Dios que es vida abundante y amor eficaz.

Concluyo con la misma frase que concluyó el pacto de las catacumbas de Santa Domitila aquel 16 de noviembre de 1965:

«Que Dios nos ayude a ser fieles”

Roma. A 50 años del Pacto de las Catacumbas

Notas

[1] La campaña «Primavera eclesial,ya!” fue propuesta por un grupo de cinco teólogas y teólogos latinoamericanos unos meses después que fuera elegido el Papa Francisco. Son: Sandra Mansilla (Buenos Aires), Carmiña Navia (Cali-Colombia), Silvia Regina de Lima Silva (San José-Costa Rica), José Guadalupe Sánchez (México), Fernando Torres (Bogotá). Este grupo se encuentra en agosto de 2014 en el DEI (San José-Costa Rica) y elabora una proclama que se puede consultar en:

https://primaveraeclesial.wordpress.com/proclama-de-nuestra-campana/

http://site.adital.com.br/site/noticia.php?lang=ES&cod=87334

Fernando Torres Millán

Dimensión Educativa – DIMED

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.