Rocío Figueroa: «Jesucristo fue víctima de abusos sexuales»


La teóloga peruana aporta sanación a las víctimas del Sodalicio con una nueva teología

Jesucristo, abusado
Jesucristo, abusado

«Durante su Pasión, el Señor fue obligado a desvestirse delante de 500 soldados y probablemente también fue crucificado desnudo»

«Si sigues a Jesús y ves a las víctimas, verás el rostro de Jesús en las víctimas, que Jesús sufrió lo mismo»

«La realidad es que Jesús murió desnudo. La finalidad no era solo matar a la víctima, sino también humillarla, humillarla sexualmente»

10.04.2019 Cameron Doody

Jesucristo fue víctima de abusos sexuales, y ya va siendo hora de que la Iglesia lo admita, según la teóloga y superviviente del Sodalicio en Perú, Rocío Figueroa. Por al menos tres razones. Porque la tesis es plenamente consistente con los relatos de los Evangelios. Porque reconocerlo podría ayudar a la Iglesia a fomentar de cara al futuro ambientes más seguros para los niños y otras personas vulnerables, y también a replantearse su visión «platónica y negativa» de la sexualidad en general. Pero sobre todo, porque admitir que Jesucristo sufrió agresiones de este tipo puede ayudar a otras víctimas a curarse y a sanarse, sabiendo que el hombre que se venera en el cristianismo como «hijo de Dios» padeció los mismos dolores que ellos.

Figueroa, profesora de teología sistemática en el Good Shepherd College de Auckland, Nueva Zelanda, habló con Crux con ocasión de la presentación del nuevo estudio que ha escrito junto con el teólogo David Tombs«Reconociendo a Jesús como víctima de abuso sexual: respuesta de sobrevivientes del Sodalicio en el Perú». La también investigadora externa en el Centro de Teología y Asuntos Públicos en la Universidad de Otago explicó que el estudio analiza las reacciones de ocho víctimas del Sodalicio de Luis Fernando Figari a la idea de que Jesucristo fue víctima de abusos.

«No quisimos hacer conclusiones generales», apuntó la teóloga, a propósito de lo que calificó como un estudio de pequeño tamaño «no cuantitativo, sino cualitativo». «Quisimos profundizar en las respuestas de los supervivientes».

La «humillación sexual» del Señor

No fue un mero ejercicio retórico presentar al Señor como víctima a estos supervivientes, sino todo lo contrario. Los mismos Evangelios describen con todo lujo de detalles los abusos que sufrió. «Jesús fue obligado a desnudarse» durante su Pasión, recordó Figueroa, explicando que los romanos «le obligaron tres veces a desvestirse, y ello en frente de un grupo de 500 soldados». Nada más y nada menos que un ejercicio de «humillación sexual».

«También era una práctica común crucificar a los prisioneros totalmente desnudos», profundizó la teóloga, recordando que en el Evangelio de Juan los soldados le quitan la ropa al Señor y se la reparten. «La realidad es que Jesús murió desnudo. La finalidad no era solo matar a la víctima, sino también humillarla, humillarla sexualmente», aclaró, poniendo en entredicho la representación de Jesús en la cruz cubierto por un paño. «Quizás sintieran que era demasiado escandaloso, demasiado fuerte, demasiado chocante ver a un Jesús tan humano, tan realista», especuló la teóloga acerca de por qué surgió la tradición del llamado «lienzo de pureza».

Jesucristo, el abusado
Jesucristo, el abusado

Ver el rostro de Jesucristo en las víctimas

¿Cómo acogieron entonces los supervivientes del Sodalicio entrevistado por Figueroa y Tombs este relato de Jesucristo como víctima de abusos? Aunque les conmocionó la idea, explicó Figueroa, coincidieron en que fue probablemente lo que pasó desde un punto de vista histórico. Y aunque algunos supervivientes observaron que presentar a Jesús como víctima poco les va a ayudar a las víctimas que ya no se consideran cristianos, todos se pusieron de acuerdo en que el relato puede ayudar, y mucho, a la Iglesia como institución.

Según relató la teóloga, los supervivientes «dijeron que el problema es que la Iglesianunca se ha enfrentado a la realidad de la sexualidad de una forma saludable [y] si [obispos y curas] no pueden ver también la sexualidad de Jesús, la sexualidad de los seres humanos, no pueden ver la perversión que es el abuso sexual». «Si sigues a Jesús y ves a las víctimas, verás el rostro de Jesús en las víctimas, que Jesús sufrió lo mismo», explicó Figueroa.

«Una consolación grande»

Y es que hasta que la Iglesia se humille y admita la realidad de los abusos que sufrió el hombre al centro de su fe, culto y doctrina no habrá sanación ni solución a la crisisde agresiones sexuales por la que actualmente atraviesa, alertó Figueroa. «Si vemos a Jesús en su realidad humana, que él sufrió humillación sexual y sintió lo que siente una víctima, es poderoso. Sintió vergüenza en su cuerpo. Sintió escarnecido, vulnerable, lo que siente una víctima cuando su cuerpo está expuesto sin respeto».

Pensar así, al menos, ha ayudado a la teóloga, quien admitió que la idea de un Jesucristo abusado le «consoló». «Cuando estás en la crisis, piensas que Dios te abandonó», confesó, acerca de lo que sufrió ella. «Así que, cuando ves que Jesús sufrió, Jesús sabe lo que yo he vivido, es una fuente de consolación grande».


https://www.religiondigital.org/mundo/religion-iglesia-mundo-america-sodalicio-peru-rocio-figueroa-estudio-jesucristo-victima-abuso

Proyecto de nueva constitución para la reforma de la Curia listo para consulta.


Por Carol Glatz, Servicio Católico de Noticias – 10 de abril de 2019, 10:37 181 0

Papa Francisco
El Papa Francisco habla durante su audiencia general en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, 10 de abril de 2019. (Foto CNS / Paul Haring)

CIUDAD DEL VATICANO – Un borrador de la constitución apostólica propuesta para reformar y gobernar la Curia Romana pronto será enviado a los líderes de las conferencias de obispos del mundo, órdenes religiosas y algunas universidades pontificias para sus observaciones y sugerencias.

El borrador, que ha sido aprobado por el Consejo de Cardenales del Papa Francisco , se someterá a este «paso consultivo» antes de que se modifique una vez más y se entregueal Papa para su consideración, Alessandro Gisotti, director interino de la oficina de prensa del Vaticano. , dijo a los periodistas el 10 de abril.

La constitución apostólica propuesta, titulada provisionalmente «Evangelio Predicador» («Predicar el Evangelio») también se enviará a los sínodos de las iglesias católicas orientales, a los dicasterios de la Curia romana, a las conferencias de los superiores mayores de hombres y mujeres religiosos y algunos Universidades pontificias.

Se les pedirá que envíen observaciones y sugerencias al Consejo de Cardenales para que se puedan hacer cambios o adiciones y se entregue un borrador final al Papa para fines de 2019, dijo Gisotti.

El Consejo de Cardenales, que ha estado asesorando al Papa sobre la reforma de la Curia y el gobierno de la iglesia en general, se reunió en el Vaticano del 8 al 10 de abril.

El consejo tiene actualmente seis miembros: los cardenales Pietro Parolin, de 64 años, secretario de estado del Vaticano; Sean P. O’Malley de Boston, 74; Óscar Rodríguez Maradiaga de Tegucigalpa, Honduras, 76; Oswald Gracias de Mumbai, India, 74; Reinhard Marx de Munich y Freising, Alemania, 65; y Giuseppe Bertello, 76, presidente de la comisión que gobierna el Estado de la Ciudad del Vaticano. También asistieron el secretario del consejo y el secretario adjunto: el obispo Marcello Semeraro de Albano y el obispo Marco Mellino.

Gisotti dijo que los miembros discutieron varios temas, entre ellos: cómo la constitución debe ayudar a la Curia a adoptar una perspectiva y una naturaleza más misionera; la necesidad de fortalecer un proceso de sinodalidad en todos los niveles de la iglesia; la necesidad de tener más mujeres en cargos directivos o de liderazgo en la Santa Sede; y en qué deberían centrarse después de que se publique la constitución apostólica como parte de su mandato en curso para asesorar al Papa.

El consejo se reunirá nuevamente del 25 al 27 de junio.

Draft of new constitution for Curia reform ready for consultation

Cardenal Sarah: “El miedo es la gran debilidad de la Iglesia hoy”


Antoine Mekary | AleteiaComparte3Arthur Herlin | Abr 10, 2019

Crisis de fe, crisis de la Iglesia, declive de Occidente… el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino, analiza todas las crisis del mundo contemporáneo en su nuevo libro-entrevista en francés: “Le soir approche et déjà le jour baisse” [Se acerca la noche y el día ya está cayendo], coescrito con el ensayista Nicolas Diat. Sin embargo, en una entrevista con Aleteia, el alto prelado valora que la situación no es fatal, si pastores, prelados y bautizados logran librarse de sus miedos

Aleteia: ¿Qué respuesta daría a quienes pudieran considerar que su libro es pesimista o incluso alarmista?

Cardenal Robert Sarah: He llegado a estas conclusiones con mucha prudencia y un gran deseo de ser preciso. Por consiguiente, me parece que el libro no se sitúa lejos de la verdad. Por supuesto, el panorama puede parecer sombrío, pero el papa Benedicto XVI dijo él mismo, justo antes de su elección para la Sede de Pedro, que Occidente atraviesa una crisis nunca vista en toda la historia. 

La realidad está ahí: no se puede decir que no hay una crisis de fe mientras se estén vaciando las iglesias. No creo que en el pasado hayamos sido testigos de unas acusaciones parecidas a las que se dirigen hoy en día contra cardenales, obispos, sacerdotes, que a veces son incluso condenados a penas de prisión…

En la sociedad, no conozco de otra civilización que haya legalizado el aborto, la eutanasia, haya roto la familia y quebrado el matrimonio hasta este punto. Sin embargo, son aspectos esenciales de la vida humana.  Estamos en una situación difícil y la crisis es profunda y grave, pero también he dedicado la última parte del libro a una larga reflexión sobre la esperanza, porque cada crisis conlleva una nueva dimensión, el comienzo de un renacimiento.

– ¿Qué recomienda usted para resistir y avanzar?

Lo que es trágico es la división en el interior de la Iglesia. Una división que se manifiesta sobre todo en los planos doctrinal, moral y disciplinario. Ahora todo el mundo dice y piensa lo que quiere. ¿Cómo no inquietarnos si parece que la Iglesia ya no parece tener ni doctrina ni enseñanzas morales claras?

Ante una situación así, intentemos seguir el ejemplo de los apóstoles. Un día, mientras atravesaban el lago Tiberíades, les sorprendió una fuerte tempestad. Las olas se abalanzaban contra la barca y empezaban a llenarla de agua. Jesús estaba en la popa durmiendo sobre un cojín.

¿Cuál fue la actitud de los apóstoles ante este peligro? Se mantuvieron firmes en la embarcación para que no zozobrara. Conocían bien su labor. De modo que se aferraron al timón para mantener recta la embarcación, a pesar de la violencia del viento. No obstante, al tiempo que remaban con destreza y gran prudencia, gritaban con toda su fuerza: “¡Maestro! ¿No te importa que perezcamos?”.

Hoy también debemos mantener firme la barca y rezar. Dicho de otra forma, es responsabilidad de todos mantener la firmeza con respecto de la Doctrina, de la enseñanza de la Iglesia y de la oración. No rezamos bastante. Los sacerdotes tienen demasiadas actividades. Creyendo que podemos cambiar la Iglesia por nuestro propio esfuerzo y por simples reformas estructurales nos convertimos en activistas. Más bien, necesitamos la gracia que se obtiene únicamente a través de una oración ferviente y constante. 

– ¿Qué querría usted decir a quienes no siguen esta misma línea y preferirían cambiar la doctrina?

La Iglesia no pertenece a los pseudo-reformadores. No puedo cambiar aquello que yo mismo no he construido y que, por tanto, no me pertenece. Nadie puede cambiar la Iglesia de Jesús. Quienes quieren cambiarla, necesitan un mandato de Jesús. ¿Ordenar a mujeres en el sacerdocio? Esta cuestión ya se resolvió: Juan Pablo II afirmó que la Iglesia no tenía el poder de ordenar mujeres. Su formulación fue definitiva: “Esta puerta está cerrada”.  Francisco lo confirmó cuando dijo: “La Iglesia ha hablado y ha dicho ‘no’”.

¿Dar a las mujeres más responsabilidades en la Iglesia? Gustosamente. Estoy seguro de que las mujeres tienen un lugar y un papel importantes en la Iglesia y en la sociedad. Sin embargo, no se les valorará mejor por confiarles los deberes y la misión que Dios, en Su infinita Sabiduría, reservó a los hombres. Desde el Antiguo Testamento, Dios escogió a Aarón y a sus hijos para ejercer Su sacerdocio.

Me resulta sorprendente que se insista en una posible ordenación de las mujeres, porque me parece que, después de más de 2000 años de cristianismo, es mostrar una falta de fe. La ordenación de las mujeres nunca sucederá en la Iglesia católica incluso si no quedara ningún sacerdote en el mundo. No por menosprecio a las mujeres, sino porque no es la voluntad ni el plan de Dios.

– Ahora que se ha publicado la exhortación Christus vivit del papa Francisco a los jóvenes, ¿qué mensaje cree usted que necesitan recibir para afrontar esta crisis?

No os dejéis inquietar por lo que se escribe sobre los cardenales, los obispos y los sacerdotes, sino escrutad el Evangelio y fijad vuestra mirada sobre Cristo, solo él es el camino, la verdad y la vida y da la garantía de que no estamos equivocados.

Luego, amad a la Iglesia y servidla, no importa lo que se diga de ella. Ella es vuestra madre, pura e inmaculada, sin arruga ni mancha. ¡Las manchas que entrevemos en su figura son en realidad las nuestras! Sus hijos están en crisis, pero la Iglesia no. Por último, convertíos, primero vosotros mismos, y luego sed misioneros. Finalmente, intentad conducir a vuestros amigos hacia Cristo.

– ¿Cómo se puede convertir sin caer en el proselitismo, como denunció el papa Francisco recientemente durante su viaje a Marruecos?

La Iglesia no es proselitista, sino que tiene un mandato por parte de Jesús: “Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado. Y he aquí, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”.

La Iglesia no puede obviar esta urgente tarea. “¡Ay de mí si no anuncio el evangelio!”, dice san Pablo. Es lo que hicieron los misioneros en África y en otros continentes. En su primer contacto con los pueblos, de inmediato presentaron el Evangelio y sus exigencias, sin jamás forzar a nadie. No conozco a ningún misionero que haya obligado a un pueblo a hacerse cristiano.

Sin embargo, evangelizar es un deber. Ya sean musulmanes, budistas, animistas, debemos evangelizar al mundo entero anunciando a Jesucristo, ¡porque él es la única vía a la Salvación! Por tanto, no se trata de proselitismo, porque no obligamos a los paganos o a los musulmanes a través de las armas, sino que les proponemos la vía de la Salvación. Nuestra religión se basa en el amor y proscribe la violencia.

– ¿La evangelización puede intensificarse en Francia, donde corre el riesgo de enfrentarse a un islam robusto?

En cualquier caso, Francia ha renunciado a sus raíces cristianas, el Evangelio ya no es su referencia. Dios ya no tiene lugar en su sociedad. El único ámbito en el que es tolerado es el doméstico, e incluso ahí está confinado a arresto domiciliario. El hombre ha ocupado el lugar de Dios. Promulga leyes en total oposición a las leyes de Dios y a las de la naturaleza. Creen que los hombres o las mujeres pueden casarse entre ellos…

Mientras todos luchan por la supresión de la pena de muerte, el asesinato de niños no natos es legal, igual que el divorcio. Mientras luchamos en todas partes contra la mutilación genital, se legaliza la mutilación de las personas que quieren cambiar de sexo. ¡Qué diabólica contradicción! La evangelización de Occidente será más difícil y más ardua. Sin embargo, debe emprenderse con un celo ardiente, sin miedo ni vergüenza.

La evangelización no es una confrontación. Más bien es Dios quien viene a ofrecer su Amor a todo hombre o mujer, independientemente de su raza, su religión y su continente. Dios tiene un inmenso respeto por nuestra libertad porque Él es Amor, y el Amor es inerme e incapaz de forzar la conciencia y el corazón. Sin embargo, todos los hombres tienen derecho al Evangelio.

– Hay innumerables escándalos por todo el mundo con obispos involucrados. ¿Estamos en medio de una crisis de obispos?

Sin duda existe una crisis de identidad, de responsabilidad y una crisis de fe. Sin embargo, fundamentalmente atravesamos  una crisis grave del sacerdocio, de la relación del sacerdote con Jesús. No obstante, todos ustedes, como bautizados, participan de esta crisis si no dan testimonio de su fe cristiana.

En la carta a Diogneto leemos el siguiente testimonio: “Igual que todos, [los cristianos] se casan y engendran hijos, pero no se deshacen de los hijos que conciben. Tienen la mesa en común, pero no el lecho. Viven en la carne, pero no según la carne. Viven en la tierra, pero su ciudadanía está en el Cielo. Obedecen las leyes establecidas, y con su modo de vivir superan estas leyes. Aman a todos, y todos los persiguen. Se los condena sin conocerlos. Se les da muerte, y con ello reciben la vida. (…) sufren detrimento en su fama, y ello atestigua su justicia. Son maldecidos, y bendicen; son tratados con ignominia, y ellos, a cambio, devuelven honor. Hacen el bien, y son castigados como malhechores…”.

Por tanto, un cristiano está del todo inmerso en el mundo, pero se opone de manera categórica a todo el que contradice a Dios y al Bien del hombre, como el aborto y las uniones contra natura. El respeto de la vida, de la familia, del ser humano, no es una cuestión que concierna solamente a los cristianos, sino que es algo fundamentalmente humano. Los obispos tienen una gran responsabilidad en la crisis de la Iglesia porque si el pastor abandona el rebaño, el lobo se adueña de él. Entonces, el pastor tendrá que rendir cuentas ante Dios, el Pastor de pastores.

– Si la Iglesia se santifica desde abajo, desde las familias, tenemos la impresión, por las palabras de usted, que la crisis ha venido desde arriba. ¿Ha pasado el tiempo de los obispos santos?

La Iglesia es una realidad jerárquica. Se articula como un cuerpo humano con sus diferentes miembros: los apóstoles, sus sucesores, los obispos, los sacerdotes y los fieles cristianos. Todos, sin embargo, deben hacer que la Iglesia viva e irradie santidad.

En la historia, hemos tenido obispos magníficos y santos (Pedro, Pablo, Ignacio de Antioquía, Ireneo de Lyon, Hilario de Poitiers, Agustín, Cirilo de Alejandría, Ambrosio). Ellos son modelos de fe, de valentía y de santidad.

Es cierto que actualmente la crisis se sitúa al nivel de la cabeza. Si ya no somos capaces de enseñar la doctrina, la moral o de dar ejemplo y ser modelos, entonces la crisis es de lo más grave.¿Quién defenderá a las ovejas si, dejándolas a su suerte, los pastores se atemorizan y huyen ante los lobos? El miedo es la gran debilidad de la Iglesia hoy en día. Por supuesto, todo el mundo está aterrorizado porque la Iglesia es acusada de todos los males.

Sin embargo, cuando alguien está atrapado por el miedo, ya no es dueño de sí mismo. Es la razón por la que la Iglesia no se atreve a diferenciarse e ir contracorriente para mostrar al mundo la dirección. Algunos obispos temen las críticas porque son egocéntricos y se vuelven demasiado cautos, dejan de expresar nada con claridad para no encontrar oposición o martirio. Pero deben encontrar a Dios, centrarse en Él y confiar en el poder de Su gracia. En efecto, cuando estamos de verdad con Él, no tememos nada.

– Benedicto XVI dijo que la Iglesia debía mezclarse con “la suciedad del mundo” para lograr limpiarse mejor. ¿Es, por tanto, el contacto con el pecado una condición sine qua non para que la Iglesia pueda cumplir su misión?

La situación en la que vivimos es sin duda un signo de la providencia para recordarnos que si la Iglesia decide reducirse a lo humano, huir hacia el mundo, se pudrirá. Si se ocupa únicamente de cuestiones sociales sin hablar de lo divino, está perdiendo su tiempo. Si, por el contrario, desciende a los bajos fondos del pecado llevando consigo a Cristo, entonces purificará y divinizará a la humanidad.

https://es.aleteia.org/2019/04/10

El drama personal, y el testimonio vital, de quienes abandonan el sacerdocio o la vida religiosa


«¿Qué voy a hacer? ¿a qué me voy a dedicar? ¿dónde y cómo podré encontrar trabajo? ¿de qué voy a vivir?»

Curas 'secularizados'
Curas ‘secularizados’

Es un colectivo de personas que, cuando menos, provoca una cierta curiosidad. Un colectivo con un tremendo drama a sus espaldas. Personas intelectualmente muy formadas, bien que en algunos aspectos sesgadamente formadas

Personas con una inquietud cultural, vital y social dignas de elogio muy por encima del nivel medio de la gente sedicente culta. Y además con un afán de superación que ya quisieran muchos. Demos todo esto por descontado, porque es cierto.

Pero personas que, como tales «ex», importan poco a la sociedad y que la sociedad incluso desdeña y hasta denigra con frases irónicas cuando no sarcásticas.

08.04.2019 | PHA

Ex

Personas «vitandas» por sus antiguos compañeros; personas que no suelen encontrar asideros iniciales en su nueva incardinación social. Todavía en mi pueblo a una ex monja que hace cincuenta años que se abandonó el convento, obnubilada por la pasión que encontró en el hoy su marido, la siguen denominando «la monja».

Si la decisión de abandonar el estado clerical o religioso es relativamente fácil y no traumática cuando son jóvenes –antes de los 30 ó 35 años–, pasada esta edad cobra tintes de verdadera angustia, es un drama vital, no sólo por tener que dar de lado lo que ha sido un periodo crucial en su vida, la juventud y madurez, sino sobre todo porque no tiene a nadie a quien recurrir.

Padres muy mayores, retorno imposible a dicho hogar, hermanos ya situados en la vida y con sus propios problemas, amigos sociológicos, vínculos sociales inexistentes…


Y las preguntas martilleantes: ¿qué voy a hacer? ¿a qué me voy a dedicar? ¿dónde y cómo podré encontrar trabajo? ¿de qué voy a vivir?


El pasado domingo fue un día especialmente grato para mí: reunión de compañeros de colegio e incluso algún que otro profesor del mismo –con lo que de diferencia de edad comporta–, tertulia donde unos a otros nos quitábamos la palabra para aportar su granito de memoria colectiva… vida común a raudales… fotos… tertulia escindida del elemento femenino y del masculino…


Para lo que aquí pueda interesar, una presencia inquietante: un profesor de instituto ya jubilado, verbo siempre precipitado, alegría vital a raudales y un pasado digno de comentar. Había sido cura o fraile, que no importa al caso. Después de cerca de veinte años de ministerio, dio un paso crucial en su vida: abandonó «la religión». A los seis años y sin pasar por la legalidad imposible de lo canónico, felizmente casado o acompañado, que tampoco importa al caso.


Mi pregunta a bocajarro: 
–«¿Cómo vives el hecho de que, si no canónicamente, sí por aquello de ‘sacerdos in aeternum’ puedas hacer presente ahora y aquí a Cristo, es decir, puedas consagrar?».


Su mirada fue no sé bien cómo calificar: ¿de perplejidad? ¿de ‘y esto a qué coño viene’? ¿de ‘pero éste en qué mundo vive’?

No, tampoco eso, porque preguntado de otra manera contestó:


–«¿…que si creo todavía que yo…? Creer… siglo creyendo. Pero respecto a lo otro, vamos, eso tiene cierto contenido mientras lo crees; en cuanto dejas de creer en ello, parece que se ha desvanecido, se ha volatilizado, tu poder mágico se ha evaporado, parece como si nunca hubiera existido esa convicción, que ha sido un velo del que te has despojado. No, de ninguna manera puedo creer ahora que todo ese tinglado de creencias, tinglado del que formé parte, a su vez forma él parte de la realidad. Desde luego no de la mía » 
En ningún momento dijo que todo eso era mentira, pero la sensación fue verdaderamente curiosa: todo un sacerdote durante dos decenios, una persona entregada a su misión, un confesor, un vehículo del misterio, un «transformador» del pan en el cuerpo de Cristo… no dando valor alguno a aquello en lo que había creído.


Y siguió comentando:

–«En mi buena fe, pedí hasta tres veces a Roma la secularización. Yo quería hacer las cosas bien, de manera legal. Pero a los tres requerimientos me contestaron con la misma cantilena: que mi petición era precipitada, que no me veían maduro para renunciar a mi estado, que debía dejar pasar un tiempo para reflexionar…» «Eran, dijo, años en los que no concedían dispensa alguna por orden o decisión de Juan Pablo II».


Cuando uno se interesa por el devenir vital de otra persona, es cuando se da cuenta de esos pequeños dramas desconocidos que se cuecen en el interior del individuo y que pueden degenerar en verdaderas neurosis. Como el caso que comentó de un compañero suyo, ex fraile, economista, guía de turismo… y al fin muerto de inanición vital, de depresión en su madurez joven.


–«¿Y cómo fue el abandono?»


–«Pues ni más ni menos que tomando ejemplo del que había sido mi profesor ¡de Moral y Dogma!, que se largó sin decir oste ni moste. Si él lo hizo con plena tranquilidad de espíritu, yo no iba a ser menos, sufriendo, como estaba sufriendo, la demora y que la cosa se estaba alargando en exceso».


Y ante estos casos, surge la reflexión consecuente: ¿hasta qué punto pueden influir las creencias inducidas para que la persona esté convencida de que aquello en lo que cree ¡¡es real, existe, vive, forma parte de la vida de uno!!? Al día siguiente de abandonar el recinto sacro, todo eso se evaporó, dejó de existir, dejó de tener virtualidad y consistencia. Como si nunca hubiera sido parte de su vida…


Hay otro elemento de sociología barata: todos aquellos que han ejercido una profesión similar al sacerdocio (pongamos abogacía, medicina, psicología, asistencia social y similares) jamás reniegan de su pasada condición. Se sienten orgullosos de ella. Viven de su pasado.


Rara vez encontraremos a un ex fraile o ex cura que se sienta orgulloso, comente, viva, continúe pensando en su pasado como algo digno de ser revivido, algo magníficante… No. Generalmente se oculta se oculta la condición de «ex». En todo caso dirá que gracias al paso por el seminario, no terminó destripando terrones como sus ancestros. Pero su condición de « ministros del Señor”, “vehículos de la gracia», «dispensadores de los misterios», «pastores gregis», jamás se trae a colación. Y si lo piensan, podrán decir: ¿Pero alguna vez pude yo ser todo eso? ¡No, mejor olvidarlo!

https://www.religiondigital.org/humanismo_sin_credos/Abandono-religioso-drama-personal-testimonio_7_2110358945.ht